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El demonio de Edén por zandaleesol

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Título: El demonio de Edén

Personajes: Harry/Severus

Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, son de propiedad de J.K. Rowling, sólo los tomo prestados para divertirme con ellos. No percibo ningún beneficio económico.

Advertencia: AU. Romance. Misterio.



Capítulo 5. Pasado doloroso


El Conde no hizo el real intento de que Harry se marchara. Porque no quería perderlo y, además comprendió que sería en vano. El muchacho era demasiado terco. Sin embargo, como su deseo era mantener a raya la maldición no se acercó a él, aunque lo deseaba intensamente.


Faltaban pocos días para la celebración de San Miguel, patrono de la isla. En esa ocasión se agradecía por lo que la tierra entregaba. De todo lo que se recolectaba durante el verano dependía la supervivencia a un largo y frio invierno.


Los días transcurrían con total calma. Su hija Gabrielle, ahora disfrutaba de la compañía de una amiga. Charlie había viajado a Londres con su esposa para visitar a la familia de ésta; dejando a su hija de nueve años al cuidado de la señora Weasley.


Gabrielle nunca había tenido una amiga de su misma edad. Durante los siete años que vivió lady Eleonor, fue la única compañía de su hija, y tras su muerte la niña se aisló por completo.


Harry al saber que la niña estaría al cuidado de su abuela, pidió a la señora Weasley que le permitiera a su nieta quedarse en el castillo con Gabrielle, estaba seguro de que la cercanía de una amiga haría que la pequeña olvidara más rápidamente el terrible episodio del acantilado.


Y parecía que el muchacho de ojos esmeraldas había tenido razón, pues antes de lo esperado la pequeña Gabrielle mostraba signos de estar olvidando aquel incidente tan doloroso.


En esos días el Conde se pregunta cada vez más frecuentemente, si podía ser que se estuviera equivocando al no darle a su corazón la oportunidad de amar libremente a ese maravilloso jovencito de ojos esmeraldas que con sus miradas y sonrisas le dejaba sin aliento. Ningún acontecimiento atribuible a la maldición se había manifestado hasta entonces a pesar de que él había aceptado ya su amor. Era tan difícil no desearlo.


*~*~*~*~*~


Una sonrisa muy esperanzada cruzaba el rostro de Harry cada vez que subía a la habitación de Gabrielle. Después de unos días desde aquel mal momento vivido en el acantilado, la niña había comenzado a mostrar signos de recuperación y, aquello se acrecentó tras la llegada de Luisita, la pequeña hija de Charlie. Por fin Gabrielle tenía una amiga. Harry se quedaba maravillado al verlas juntas, aunque la hija del Conde seguía sin decir ni una silaba, aquello no era impedimento para entenderse con su nueva amiga, al contrario, Luisita interpretaba de un modo extraño y maravilloso el lenguaje silencioso de los ojos de Gabrielle.


Harry estaba feliz de que el Conde hubiese aceptado su sugerencia de alojar a Luisita en el castillo, ahora que miraba a las dos niñas tenía certeza total de que su intuición no se había equivocado. Ahora Gabrielle estaba pintando el muro de la habitación de juegos, el mismo lugar con el que antes se mostraba tan indiferente. Pero no se trababa de una pintura cualquiera comprendía Harry. La niña estaba pintado el mar, y lo hacía con la ayuda de Luisita. A pesar de que faltaba bastante para acabar la pintura, Harry presentía que Gabrielle había encontrado el modo de revelar el secreto que escondía la muerte de lady Eleonor. Y no estaba equivocado.


*~*~*~*~*~


Aquel día era víspera de la celebración de San Miguel y era un acontecimiento muy especial. La tradición de la isla decía que las muchachas y los jóvenes solteros debían ir al campo a recoger las zanahorias silvestres que esa noche debían servirse durante la cena. Harry aceptó encantado el ofrecimiento que le hizo la señora Weasley, y también se fue a recoger zanahorias, llevando con él a Gabrielle y a Luisita.


Se divirtió en grande esa mañana, su compañero en la recolección de zanahorias silvestres fue Bill, que a esas alturas se encontraba completamente recuperado de la culpa por lo acontecido aquel día funesto en el acantilado. Y en ello había tenido mucho que ver Harry, porque el muchacho había instado al Conde a que se disculpara con el joven Weasley, por acusarlo tan injustamente. El hombre de ojos negros se había mostrado reacio en el primer momento, pero luego se había dado a la razón y no tuvo inconveniente en dar esa disculpa; y a cambio fue recompensado por la mirada amorosa y llena de admiración de parte del muchacho de ojos esmeraldas.


*~*~*~*~*~


Harry entró con libertad esa tarde en el despacho de Severus.


-Buenas tardes, milord -saludó el muchacho con gesto formal.


A Severus le divertía aquella formalidad que Harry empleaba en ciertas ocasiones.


-¿Cuándo me llamarás por mi nombre, Harry?

-Hmm… no lo sé, soy su empleado milord, no lo olvide -respondió el muchacho mientras se dejaba caer en un sofá sin esperar invitación.

Severus se cruzó de brazos mientras se reclinaba sobre su sillón.


-A estas alturas ya no estoy muy seguro de quien es realmente el señor de este castillo.


Harry le miró con algo de sorpresa, pero luego sonrió.


-Eso es muy dulce de su parte milord. Pero yo jamás osaría arrebatarle su puesto de señor de Edén.

-Por supuesto, quien desearía el título de «demonio».

-Oh milord, ¿hasta cuándo con eso? Se lo he repetido una y mil veces, si usted insiste en verse a sí mismo como un demonio la gente que le rodea también lo hará.


Severus guardó silencio. Harry notó que en realidad la preocupación del hombre no pasaba por el hecho de considerado más o menos demonio, había algo más.


-¿Sucede algo, milord?


El hombre no respondió enseguida, sus ojos miraron con tristeza al muchacho de ojos esmeraldas.


-Sí, lo que esperaba desde hacía tiempo -respondió con tono sombrío Severus.


La mirada de Harry equivalió a una pregunta.


-El señor Filch me ha escrito desde Londres, diciendo que los padres de Eleonor presentaran un reclamo formal para que Gabrielle les sea entregada a ellos.


Harry abrió la boca con temor y asombro.


-No puede ser -murmuró el joven.

-Es así.

-¿Y qué hará milord? -preguntó Harry mientras dejaba el sofá para ir a colocarse delante de Severus, sin cuidarse de que sus rodillas habían tocado directamente el frio suelo de piedra.


Severus en una acción refleja levantó al muchacho del suelo y lo llevó de regreso al sofá y se sentó a su lado.


-Luchar por mi hija, aunque no estoy seguro de tener éxito y lograr que Gabrielle permanezca a mi lado tal como se lo prometí a su madre.

-¿Por qué los padres de lady Eleonor quieren a Gabrielle?

-No quieren a Gabrielle precisamente, la niña no les importa, pero sí la fortuna que heredó de su madre.

-¿Cómo es posible ser tan miserable?

-No me extraña, nunca quisieron a Eleonor y mucho menos quieren a Gabrielle.

-No dudo de su palabra milord, pero me cuesta tanto comprenderlo.


Severus miró a los ojos a Harry. Por primera vez no se sentía solo como le había sucedido la mayor parte de su vida. Ahí sentado junto a él, estaba este muchacho, que en realidad era poco más que un niño y, sin embargo, desde su llegada al castillo había logrado infundirle más confianza y seguridad de la que nunca sintió en su vida.


-Harry -dijo el hombre tomando la mano del muchacho -, prácticamente nadie conoce la verdadera razón por la que me casé con Eleonor.


El muchacho recordó lo que le había contado la señora Weasley, pero no sólo eso también lo dicho por ese desagradable sujeto, Rockwood, sobre que el Conde luego de que lady Eleonor le diera la heredera que necesitaba la había asesinado. Por supuesto que él jamás creería algo tan horrible, Severus era incapaz de lastimar a alguien.


-Después que murió mi padre me vi obligado a asumir como nuevo señor de esta isla. No lo deseaba, mi infancia en este lugar había sido muy triste, sobre todo después de la muerte de mi madre. Pero tenía un deber para con esta gente y, cumplí. En esa época, había un hombre que estaba al servicio personal de mi padre, tras su muerte yo no tuve valor para decirle que se fuera; además él conocía como funcionaba todo aquí y por eso decidí que continuara en su puesto.

-Ese hombre era Rockwood, ¿verdad?

-¿Él te lo dijo?

-No, la señora Weasley.

-Pues sí era Rockwood. Al comienzo todo fue bien -dijo el hombre mientras sus ojos se perdían en las llamas de la chimenea -. Esa fue la primera vez en mi vida que me sentí comprendido y apoyado, Harry.

-Lo entiendo, milord -respondió el joven.

-Creo que fue eso lo que me llevó a… involucrarme con él de un modo tan íntimo, más allá de lo que debía ser la relación de un señor y su empleado.


Harry le miró con intensidad, pues aún recordaba aquel breve, pero maravilloso encuentro acaecido en ese mismo lugar hacía unas pocas semanas.


-Pensarás que es un hábito en mí el seducir a mis empleados.


El muchacho sonrió.


-Si lo dice por lo que sucedió entre los dos milord, pues le recuerdo que fui yo quien se lazó en sus brazos aquella noche.

-Eso es verdad, pero yo tampoco puse mucha resistencia.

-Es que yo soy irresistible, milord.


No resultó incomodo hablar de lo sucedido esa noche, y esto asombró mucho a Harry.


Severus sonrió brevemente.


-Además de ser irresistible… eres único -dijo el hombre acariciando la mejilla del muchacho.


Aquel suave toque hizo estremecer a Harry, cerró los ojos dejando en evidencia toda la emoción que le despertaba el Conde.


Severus apartó su mano. Aquel gesto tan sencillo del muchacho despertaba en él deseos muy intensos, si no se controlaba terminaría echándosele encima para tomarlo de un modo que sería irreparable para el honor de Harry.


-La verdad tardé un poco en darme cuenta de que había cometido un grave error con Rockwood. No era la persona que yo creí, sus acciones fueron mostrando el verdadero rostro que tenía, ese que a mí me ocultaba. Cuando me di cuenta pensé en despedirlo, pero sabía que era demasiado hábil, y la verdad tuve miedo, no de que pudiera hacerme daño, sino de que sus argucias como amante me hicieran claudicar.


Harry sintió una punzada en el estómago. La palabra «amante», lo llevó a imaginarse con demasiada claridad a Severus en brazos de ese miserable hombre y, a pesar de que ya conocía por boca de la señora Weasley aquella situación, eso no lo hizo más sencillo.


-Por eso un día cualquiera le dije que iba a Londres por negocios. Deseé alejarme de él sin dar explicaciones, sabía que estaba actuando de un modo cobarde; la conciencia no me dejaba tranquilo al saber que durante mi ausencia gobernaría la isla con mano de hierro. No tenía intención de marcharme para siempre, pero sí demorar lo suficiente como para que al regresar se hubiese apagado aquel deseo que despertaba en mí. Tenía apenas una semana de estar en Londres cuando recibí invitación a un baile, nunca fui amigo de la diversión esa es la verdad, pero me sentía tan mal que deseaba perder la memoria de cualquier modo. Me presenté en el lugar sin expectativas de nada, solo olvidar mis problemas aunque fuera unas pocas horas. En ese baile conocí a Eleonor.


Harry miró al hombre con intensidad.


-Esa noche había decidido beber champaña y ser testigo de cómo otros, más felices que yo, se divertían. Fue cuando al mirar por inercia a un grupo de muchachas que me observaban con abierto interés y se reían al otro lado del salón de baile, vi a Eleonor. Lo que llamó mi atención hacia ella no fue su belleza, aunque tenía mucha, sino lo diferente que se veía de las muchachas que estaban con ella. Las otras reían y hacían toda clase de gestos rebuscados deseando llamar la atención de los caballeros solteros del salón, pero ella no, al contrario, parecía totalmente fuera de lugar, como si deseara fundirse con la pared para que nadie la notara. Me quedé observando por un rato, las otras jóvenes lograron su cometido, los caballeros poco a poco fueron solicitándolas para bailar, pero Eleonor se quedó pegada a la pared mirando a todos lados asustada. Sentí pena por ella, pero fue un sentimiento fugaz y, justo cuando había decidido buscar algo más para distraerme, vi como una mujer se le acercaba, no cabía duda de que se trataba de su madre. El rostro de Eleonor pareció desfigurarse, como si la sola visión de la mujer la aterrorizara. Fue evidente para mí, cuando fue jalada del brazo y llevada hacia un rincón que quedaba medio oculto por una palmera, que sería reprendida. Y así sucedió. Vi como la mujer la sacudía, me quedó claro que el motivo era el que ella no estuviese bailando como lo hacían sus amigas. No sé porque… pero no pude soportar ver su rostro así de aterrado, era evidente que al regresar a su casa recibiría mucho más que una simple reprimenda verbal. Entonces sin pensarlo crucé el salón, me planté delante y le solicité un baile, ella luego de un segundo de sorpresa me extendió su mano temblorosa. Bailamos toda la noche, ante la mirada rapaz de su madre, en ese salón todos sabían que yo sólo unos meses atrás había heredado el título de Conde y que era muy rico.

-Milord -dijo Harry, aprovechando de llenar la pausa que hacía Severus en su relato -, sólo puedo admirarlo por su actitud tan noble.

-Sí, y mi nobleza no terminó ahí. Al despedirme de ella esa noche le pedí permiso a sus padres para visitarla al día siguiente, naturalmente que mi solicitud fue recibida con júbilo.

-Sin duda milord, su corazón habló de...

-No Harry -interrumpió el Conde -. Te equivocas, no es lo que piensas, el corazón no tuvo que ver en mi unión con Eleonor. En esas visitas que le hice tras ese baile, fui descubriendo el horror que ella vivía. Era muy rica, pero por una disposición testamentaria sus padres no podían tocar el dinero, herencia de un tío. Eso había hecho nacer el odio en su madre; esa mujer perversa que debía amarla y protegerla, se hizo cómplice de los bajos instintos del padre, permitiendo al hombre que cometiera el tipo de abuso más infame que existe.


Al oír esta terrible revelación Harry sintió que los ojos se le humedecían. Ahora comprendía el porqué del juramente del Conde a lady Eleonor, de jamás permitirle a sus padres acercarse a Gabrielle.


-Cuando supe de esto, de inmediato la pedí en matrimonio. No pensé en nada más que alejarla de esa gente monstruosa, y ella me aceptó. No puso ninguna objeción por tener que abandonar Londres para vivir en esta isla perdida en el confín del mundo, al contrario, alejarse de esos miserables era todo lo que deseaba. Así fue como luego de ausentarme por tres meses de Edén, regresé con una esposa que nunca había tenido la intención de buscar.


Harry estaba impactado.


-Milord, si fue su nobleza de corazón lo que hizo posible su unión con lady Eleonor, estoy seguro que ella debió comprenderlo y le amó con todo su corazón.

-Las cosas no fueron tan sencillas, Harry -respondió Severus levantándose del sofá.

-¿Por qué no milord?

-No existía la pasión que debía tener esa unión. Cuando regresé aquí trayendo a Eleonor, la verdad era que sentía el mismo deseo de antes por Rockwood, pero sabía que por una cuestión de honor no volvería a involucrarme con él, por mucho que me buscara. Era un hombre casado que le debía respeto a su mujer. No quería que ella, después de sufrir tanto, terminara decepcionada de mí. Rockwood ayudó en ello, renunció al poco de mi regreso. Se sintió traicionado.

-Pero él no lo amaba, milord.

-Es cierto, pero eso no le impedía soñar con la posibilidad de convertirse en señor de Edén. En realidad era lo que había buscado desde el principio. Me sentí aliviado cuando se fue.

-Lady Eleonor no supo que usted y él…

-Sí, lo supo… le confesé la verdad sobre mi tendencia sexual. Ella era más sagaz de lo que yo pensaba y lo intuyó, no fui capaz de mentirle. A pesar de que no nos amábamos, no quería decepcionarla. Para ella fue un alivio saberlo. Los abusos que había sufrido por parte de su padre, no la predisponían a sentir deseo por su esposo, ni por ningún hombre. Respiró más tranquila al saber que yo no haría requerimientos sexuales.

-Pero y Gabrielle…

-Teníamos seis meses de casados y aun no consumábamos el matrimonio. Yo no tenía intención alguna de exigirle nada, pero ella sentía tanto agradecimiento por mí que una noche después de cenar, me dijo que deseaba darme un hijo, un heredero. Ella sabía que desde que partí a Londres no había tenido contacto físico con nadie, por eso a pesar de no sentir atracción por el cuerpo femenino, esa noche no la rechazaría. Para ella fue más difícil que para mí, yo respondí a mis instintos, para ella fue un sacrificio. Pero como sabíamos que sería la única vez… fue una noche extraña. Nos unimos varias veces, ella deseaba asegurar el embarazo porque sabía de antemano que no soportaría otra noche como esa. Cuando abandoné su habitación por la mañana, me sentía avergonzado y culpable por haber aceptado aquello. Me consideré bajo y miserable, yo no era mejor que su padre.


Harry comprendió la magnitud del sentimiento de culpabilidad y tristeza que cargaba el hombre, sin poder resistirse se levantó y lo abrazó. Para su felicidad Severus no le rechazó.


-Oh no Severus, no digas eso -dijo Harry olvidándose de todo formalismo -.No existe punto de comparación entre tú y ese mal hombre. Y lady Eleonor supo verlo, por ese motivo quiso regalarte la felicidad de ser padre.

-¿Cómo es posible que seas tan maravilloso Harry? Piensas de un modo tan generoso.

-¿Yo? No soy generoso, todo lo contrario… soy muy egoísta, ahora puedo verlo.

-Eso es imposible -dijo el hombre besando la frente del chico.


Ese breve instante pasó y el Harry quiso seguir escuchando la historia del Conde.


-¿Esa noche lady Eleonor y tú concibieron a Gabrielle, no es así?

-Sí. Un mes después Eleonor me confirmó que estaba embarazada.

-¿Y qué sentiste en ese momento?

-Felicidad. Y sorprendido comprobé que Eleonor también lo estaba. Ella había vivido un calvario junto a su familia y mi vida tampoco había sido feliz. A partir de ese momento más que ser esposos fuimos amigos, sentíamos afecto y nos respetábamos; con eso nos bastaba.

-Y ahora esa gente quiere a Gabrielle. No podemos permitirlo Severus, no sólo por la promesa que le hiciste a lady Eleonor, sino porque ellos no tienen derecho a arrebatarte a tu hija.

-Pero por lo que me ha dicho el señor Filch en su carta, lo intentarán.

-Pueden intentarlo todo lo que quieran, pero no tendrán éxito.

-Harry, esa gente son lo peor, irán con su solicitud a la corona y de seguro que mis antecedentes y las murmuraciones de la gente no me serán favorables.

-Tú lo has dicho Severus, son murmuraciones, nada es comprobable, porque en realidad no hay nada de lo que puedan acusarte. Eres un buen hombre.

-Los rumores pueden hacer mucho daño Harry.

-Eso lo sé muy bien -dijo el muchacho recordando el motivo por el cual había huido de su hogar.


Se hizo un breve silencio, mientras Harry sopesaba las alternativas que existían para salvar esa terrible situación.


-Severus, existe un solo modo de que esa gente no se atreva a hacer tal solicitud.

-¿Cuál?

-Que te cases.

-Casarme… ¿con quién?

-Pues conmigo naturalmente.


El hombre parpadeó con asombro.


-Harry… ¿me estás proponiendo matrimonio?

-Hmm… pues sí.


El hombre se quedó sin habla ante la naturalidad del joven.


-Piénsalo Severus, si esa gente insiste en llevar su solicitud a la corona será beneficioso que estés casado y Gabrielle tenga un hogar estable, no digo que no esté bien contigo, pero si te casas conmigo verán que esas cosas que dicen de ti no tienen ni una pizca de verdad.


Severus estaba impresionado.


-Aunque comprendo que tengas dudas, pues no sabes nada de mí.

-¿Qué te hace pensar que no sé nada de ti?

-No te he contado nada de mi vida.


El hombre se levantó del sofá y se dirigió hacia el escritorio. Regresó junto a Harry y le entregó una hoja. En una carta escrita por el administrador, el señor Filch. El muchacho leyó la firma al pie de la página.


-¿Qué es esto?

-El señor Filch me la envió a pocos días de tu llegada. Yo le escribí informándole que había contratado como preceptor de Gabrielle a un joven de nombre Harry Potter. El me contaba en esta carta que un joven que respondía a ese nombre y con tus mismas características había huido de su hogar, y su padrino, ofrecía una recompensa a quien entregue información sobre su paradero.

-Hmm… ya veo. Entonces desde hace rato sabes quién soy.

-Harry, no quise engañarte, simplemente decidí respetar tu derecho a guardar esa información que corresponde a tu vida privada. Respeto los motivos que tienes para no decirme que eres el futuro Marqués de Glentworth.

-Agradezco tu confianza Severus, pero hay algo que creo que debes saber antes de que tomes una decisión sobre casarte conmigo.

-¿Qué es eso que debo saber Harry?

-Hui de mi casa porque estaba decepcionado de mi madre y padrino, me ocultaron… mejor dicho no me dijeron la verdad sobre la muerte de mi padre.

-¿Tu padre murió?

-Cuando yo tenía cinco año. Siempre dijeron que fue a causa de una enfermedad, pero no era cierto.

-¿Y cómo te enteraste de la verdad?

-Mi padrino me la dijo.

-Pero si acabas de decir que te la ocultó.

-Sí, lo hizo para proteger la reputación de mi madre y la mía.


El hombre arrugó el ceño.


-No entiendo.

-Severus, antes de conocerte creía que amaba a un chico de mi edad llamado Draco, y deseábamos casarnos.

-Él te correspondía entonces.

-Sí. Yo estaba dispuesto a huir con él para casarnos. Mi padrino nos descubrió y entonces me dijo que no podía unirme a Draco, pues un pasado doloroso que involucraba a su familia y la mía nos haría desdichados.


En este punto Harry hizo una pausa para darse valor.


-Mi madre estando casada con mi padre, fue seducida por el padre de Draco, un hombre de mala reputación, que según lo dicho por mi padrino no respetaba ningún principio moral. Mi madre se sintió arrepentida y le confesó la verdad a mi padre, pero él, como era lógico no pudo evitar la ira y fue en busca del padre de Draco… fue asesinado por ese hombre en un duelo y, mi padrino no lo soportó, llevado por la rabia mató al padre de Draco.

-¡Por Dios! Es terrible, dos personas muertas.

-Nunca supe nada de aquello, todo se ocultó para evitar las murmuraciones de la gente. Según mi padrino lo hizo para protegernos a mi madre y a mí.


-Pero tú los culpas de todos modos, ¿no es así?

-No sé qué me decepcionó más, si la mentira o el que mi madre traicionara a mi padre.

-Harry, imagino cuanto debió dolerte aquello.

-Sabes… es cierto que me dolió, pero si todo no hubiese sucedido… tú y yo jamás nos hubiésemos conocido.



~o0o~

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