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B I O T I C por kurokaze

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Notas del fanfic:

Additional Tags: Original Characters, Alternate Universe - Robots & Androids, Action/Adventure, Distopia, War, Fights, Drama & Romance, Saving the World.

Notas del capitulo:

Hola!!

 

Muchas gracias a todos los que le han dado la oportunidad a este primer capítulo de esta novela conjunta, me presento soy la co-autora Orphen, yo seré la encargada de subir y actualizar este proyecto aunque la autora principal Kurokaze sea la que lleve el el 60% de la historia y todo . Por lo mismo pueden dirigir sus dudas, quejas y opiniones a mi o a Kurokaze en sus mensajes y cualquiera de las dos se las responderá ;) 

 

Esté proyecto tarde algunas semanas en quedar entre cap y cap así que por favor no esperen ver más de un capítulo a la semana ya que Kurokaze asiste a la universidad y no puede escribir tanto como nos gustaría a todos, aún así agradeceremos su paciencia. Sin mas nos despedimos.

 

    

  

 

“El hombre siempre buscará la guerra porque es una criatura autodestructiva”

 

“El hombre crea por su genio y destruye por su ego”

 

 

                  Ambas afirmaciones han sido las más utilizadas para describir al ser humano durante los últimos años. Destrucción, muerte, hambruna, desolación, son algunos de los componentes de los periodos negros de la historia. La primera guerra mundial, la segunda, el genocidio judío, la bomba de Hiroshima, la guerra fría, el atentado a las torres gemelas, el Holodomor en Ucrania, las incontables dictaduras. El ser humano ha causado un dolor incalculable y con el pasar de los años en lugar de aplacar su naturaleza destructiva la alimenta con rencor, avaricia, egocentrismo y ambición.

 

                  En el año 2025 tuvo lugar el acontecimiento más sangriento y desesperanzador de todos: la tercera guerra mundial, “La guerra del Agua”. El recurso que condicionaba la vida misma llegó a ser más valioso que el oro y cualquier diamante juntos, llevando al mundo al colapso. Tuvieron que ocurrir numerosas batallas, varios países sucumbieron y se transformaron en colonias de otros, algunos simplemente fueron saqueados y aniquilados, hasta que por fin el hombre dejó de actuar por ego y una vez más actuó por genio. Invirtiendo todo su capital lograron adquirir la tecnología suficiente para potabilizar el agua proveniente de mares y lluvia. De ese modo, poco a poco todo volvió a comenzar, el planeta podría irse de a poco recuperando mientras los seres humanos seguíamos existiendo.

 

                  Sin embargo la situación ha llegado a un nuevo punto crítico. Año 2066, los países lentamente se están preparando para una cuarta guerra mundial. Las actúales potencias e imperios se arman y alistan mientras viven la “Paz armada” pendientes de lo que podría no solo iniciar la guerra sino también decidir al bando ganador. En Japón corren los rumores sobre la invención de una super arma capaz de derrotar hasta a los más experimentados hombres y maquinas: el proyecto Biotic.

 

 

                         

 

 

                  Al norte de Japón, en el distrito de Hokkaido, se encuentra Wakka, y en su ciudad más al norte, Yahomu, alejada a unos seis kilómetros adentrado en un bosque se alzaba una mansión. El magnífico edificio era de un blanco imponente, cinco pisos de altura con un esplendido jardín en la terraza rebosante de coloridas plantas y especies exóticas, las amplias galerías estaban sostenidas por columnas de mármol con un estilo griego, cada ventana poseía un amplio balcón victoriano, vitrales tan hermosos como los de las capillas italianas, puertas de la más fina y resistente madera al igual que los muebles y una gran alberca en la parte trasera. Así y todo la casa reposaba en el más profundo silencio adornada por los dorados rayos del alba, el viento soplaba en una tranquila brisa, digna de aquellas mañanas de verano, mientras acariciaba los cabellos de Marvelous que observaba el amanecer con cierta nostalgia.

 

                  Marvelous Shem era un hombre adulto, tenía el cabello corto de un intenso color rojo y escasa barba de apenas unos días, sus hermosos ojos azules como cielo mismo perdían algo de su lucidez debido a las marcadas ojeras oscuras que los acompañaban, pero aun así no bastaba para que perdieran aquella dulzura característica de su mirada. Entró en la casa recorriendo cada centímetro de esta con la mirada como si esa fuera la última vez que podría apreciarla, su mente se llenaba de nostálgicos recuerdos mientras subía por las gruesas escaleras de marfil blanco hacia la primera planta. Abrió la puerta de una de las habitaciones y se sentó en la cama que estaba situada contra la amplia ventana y atestada de papeles.

 

                  – Ya salió el sol ¿Hasta cuándo planeas seguir durmiendo? Si no te das prisa Asakura-kun llegará y te encontrará aun dormido. ¿Me estas escuchando, Yuki? – Preguntó en un tono cariñoso mientras sacudía el montón de sabanas sin recibir respuesta alguna.

 

                  Al no recibir indicios de que el ocupante de la cama fuera a despertarse se apartó y con cierta brusquedad jaló las sabanas arrojando, a quien hasta hace poco dormía tranquilamente, al frío suelo. Marvelous no pudo evitar reír mientras veía como el chico intentaba reincorporarse y se frotaba los ojos para desperezarse. El chico en cuestión, Yuki, clavó sus ojos verdes en el mayor con cierto disgusto mientras buscaba a tientas sobre la cómoda un par de lentes de marco grueso. Aparentaba unos 16 años, su cuerpo era de contextura delgada y era bastante bajito dándole un aire de fragilidad, su cabello al igual que el de Marvelous era de un rojo intenso, lo llevaba en un principio corto disparejamente a la altura del cuello pero varios mechones seguían su camino hasta su cintura siendo lacios y sedosos como cintas de seda roja.

 

                  – Perdón por no responder papá, me quede despierto hasta tarde leyendo un poco ¿Ya llego Muroto? – Preguntó abriendo la ventana para ventilar un poco la habitación e intentar comprobar que hora era.

 

                  El mayor rió por lo bajo y se cruzó de brazos intentando verse severo. – Afortunadamente no ha llegado aun, pero debes darte prisa y atender tus deberes antes de que llegue, estaríamos abusando de la amabilidad de Asakura-kun de lo contrario. Además recuerda no tocar nada que no sean tus cosas, seguramente terminarías rompiendo algo y así solo le causarías más problemas. – Le advirtió con una sonrisa despeinándolo. Sabía que su hijo podía ser un desastre y jamás se permitiría dejarlo solo, pero con Asakura era distinto, sabía que podía confiar plenamente en él, era como un hermano mayor para su hijo y de algún modo un hijo más para él.

 

                  – ¡Yo no le doy problemas a Muroto! O bueno, al menos no a propósito. – Dijo el menor desviando la mirada.

 

                  – Mientras no ocasiones un incendio en lo que tu niñera llega todo bien por mí. Volveré en la noche como siempre. – Y tras ello beso la frente de su hijo y se encaminó hacia la salida.

 

                  Yuki se dirigió a su baño para cambiarse antes de que Muroto llegara. Para él Muroto era como un hermano mayor y su mejor amigo a la vez, debido a que su padre era científico y su madre había muerto nunca había ido a la escuela. Su padre lo consideraba una pérdida de tiempo si él estaba allí para enseñarle, por lo tanto Muroto, que había sido su niñera los últimos diez años era su única compañía, aunque sentía que era un poco patético que la persona que lo había cuidado desde siempre fuera su único y mejor amigo. Se dispuso a lavarse la cara mientras el agua seguía tibia y observó sus ojeras producto de la noche que había pasado en vela leyendo, se prometió a sí mismo no volver a hacerlo pero sabía que no lo cumpliría. Tras un suspiro tomó dos cintas y se ató la parte larga de su cabello en dos coletas para que no le molestara al trabajar o estudiar y se cambió de ropa.

 

                  Intentó ordenar las cosas y lavar los platos del desayuno para que al llegar su amigo tuviera menos trabajo. Eso y además quería demostrar que podía valerse por sí mismo. Asakura Muroto tenía 26 años, diez más que Yuki, y además trabajaba como maestro de kínder, por lo que a veces sentía que lo veía como otro de sus alumnos. El timbre sonó sacándolo de sus pensamientos y provocando que rompiera unos platos, maldiciendo por lo bajo intentó esconder todo en un rincón para que no pudieran verlo a simple vista. El timbre volvió a sonar con cada vez más impaciencia hasta que se escuchó como la puerta se abría sola. Un chico alto y esbelto de desprolija cabellera negro azabache se adentro en el vestíbulo con una sonrisa triunfal y un juego de llaves girando en su dedo índice. Sin perder la sonrisa se detuvo frente al menor clavando sus ojos en él, sus ojos eran de un de un turquesa profundo, como si la esencia del cielo y el agua se mezclaran.

 

                  – Buenos días Yuki, termine mi turno temprano hoy así que decidí venir antes ¿Aun no has roto nada, la casa sigue intacta? – Preguntó burlón y con una sonrisa socarrona mientras colgaba su saco en el perchero.

 

                  Yuki se sintió un poco avergonzado ante el comentario del mayor pero queriendo sonar maduro y confiado, ante las puyas de este le respondió con un dejo de arrogancia. – Por favor no me compares con tus alumnos, yo soy más grande y responsable así que por favor déjate de chistes.

 

                     – Tienes razón ya no eres un niño pequeño, tú al menos sabes que es una escoba aunque dudo si sabrás como utilizarla. – Dijo volviendo a burlarse del chico. – Por cierto la próxima vez asegúrate de que no vea desde aquí los restos de un plato roto si quieres hacerte el responsable. – Le respondió revolviéndole el cabello y dirigiéndose a la cocina.

 

                  Muroto recogió los pedazos del plato roto e inmediatamente se puso a trabajar en los quehaceres diarios, de vez en cuando le pedía favores mínimos a Yuki para asegurarse de que este no se aburriera pero que tampoco rompiera nada. Llevaba ya diez años trabajando para el profesor Marvelous en lo que debería ser el trabajo de niñera más insólito de todos los tiempos. Marvelous era un buen jefe, siempre se preocupaba por él y le pagaba un salario digno de un abogado o un doctor. Sin embargo jamás había entendido cual era exactamente el trabajo del profesor, sabía que tenía un laboratorio en alguna parte más adentro en el bosque pero jamás había ido y Yuki tampoco, Marvelous tampoco hablaba del tema pero debía de ser importante. Vivian algo apartados de los demás, la cerca y el muro a unos metros de la casa permitía la entrada solo a personas cuyas huellas digitales tuviera registrada y por lo que sabía ningún avión o nada similar tenia permitió sobre volar el lugar.

 

                  Dejando de lado aquellas preguntas que sabía jamás encontrarían respuesta se apresuró en terminar todo para poder jugar con Yuki o escuchar sobre alguno de sus experimentos nuevos, o de las nuevas tendencias tecnológicas de las que el menor amaba hablar por horas.

                 

                  – ¡¡Muroto!! Mira están pasando de nuevo un reportaje sobre aquel sujeto. – Le llamó el pelirrojo subiéndole el volumen a la televisión.

 

                  – ¿Encontraron a ese terrorista? – Preguntó dejando la cocina y acercándose a ver la televisión donde pasaban un reportaje sobre el tema. El terrorista más famoso del mundo Blake Dacaret había sido visto cerca de Noruega el lunes pasado junto a su ayudante. – ¡¿Qué demonios hace la policía?! Aun no entiendo como un sujeto como ese puede estar libre recorriendo todo el planeta y nadie pueda atraparlo. – Exclamó frustrado.

 

                  – Las personas que son así normalmente son increíblemente listas. Además según dijeron en el reportaje anterior su ayudante que viaja con el parece ser una niña pequeña. Utilizándola puede conseguir víveres y demás sin levantar sospechas, sin duda debe ser un hombre astuto. – No era que Yuki aprobara lo que hacía pero debía admitir que sentía cierta admiración, si podía escapar de ese modo debía ser muy inteligente.

 

                  – Como sea, espero que hagan algo pronto. Estados unidos tiene la culpa de esto, a ellos se les escapó, pero claro, están tan ocupados con su guerra interna que se olvidan del resto del mundo. – Maldijo por lo bajo regresando a la cocina para traer la cena.

 

                  – Según tengo entendido México quiere independizarse de ellos y por eso las guerrillas aumentan. – Comentó el menor cambiando de canal para ver si podía encontrar uno donde hablaran de las situaciones actuales de los países. – Mi papá no quiere decirme nada pero según tengo entendido no falta mucho para otra guerra mundial ¿Qué crees que ocurra, Muroto?

 

                  – Si lo supiera me haría rico vendiendo aquellas predicciones. Yuki quita tus libros de la mesa y pon los platos. – Pidió sacando la cena del horno.

 

                  El pelirrojo se apresuró en dejar lista la mesa pero sin dejar de insistir con lo mismo. – Pero ¿Y si tuvieras que apostar?

 

                  Muroto dejó la bandeja con la humeante carne en la mesa y le dedicó una sonrisa de soslayo. – Bien dilo, ¿A qué se debe este repentino interés por la guerra?

 

                  – Es que buscando en internet encontré nuevos rumores sobre los Biotics. – Admitió con un brillo en la mirada. – Hasta ahora creí que eran solo rumores pero cada vez hay más gente en Europa que afirma haberlos visto ¡¿Te lo imaginas?! Robots que se asemejen tanto al ser humano que no puedas distinguirlos de uno real ¡Es asombroso!

 

                  El pelinegro dejó salir una corta carcajada y le estiró las mejillas al menor con cariño. – Entiendo que estés emocionado pero no desees una guerra mundial solo para ver robots. Ahora lávate las manos y siéntate a comer, cenaremos cuadril relleno y ensalada. – Anunció orgulloso de su trabajo en la cocina.

 

Ya entrada la noche Muroto tuvo que despedirse, su casa estaba lejos y aun debía planear las actividades para sus alumnos del otro día. Tomó sus cosas y se despidió del menor hasta mañana dejándolo a la espera de su padre. Sin embargo las horas pasaban y su padre no llegaba, él jamás había sido impuntual y menos sin avisar antes. Una horrenda sensación le oprimía a Yuki la garganta y su espalda fue víctima de incontables escalofríos, algo no iba bien, después de una larga disputa moral decidió por primera vez en su vida desobedecer a su padre. Miles de veces Marvelous le había advertido de lo peligroso que era salir, sobre todo por su trabajo. Nunca le había permitido a Yuki dejar la casa por miedo a que lo atacaran para negociar por su investigación, Yuki lo entendía pero esta vez debía correr el riesgo. El laboratorio estaba a unos 3 o 4 kilómetros detrás de la casa internado en el bosque, lo cual era otra razón que volvía aun más extraño el retraso del mayor, en medio del camino vaciló unas diez veces pero su preocupación podía más que su temor al enojo de su padre por haberle desobedecido.

 

                     Finalmente lo que terminó de convencerlo fue un sonido ensordecedor, como el que había hecho una vez el microondas cuando lo hizo estallar a los ocho años, sin querer por supuesto, una alarmante columna de humo se alzaba ennegreciendo el cielo confirmando sus malos presentimientos, corrió lo más rápido que sus piernas le permitieron pero al llegar a lo que sería la entrada solo había escombros.

 

                  Sentía la voz áspera y temblorosa por el miedo mientras gritaba para encontrar a su padre, el humo le hacía difícil el respirar o ver pero aun así no planeaba rendirse, siguió acercándose a la gran hoguera que había ocasionado la explosión. Intentaba gritar más fuerte pero solo sentía dolor por su reseca garanta, el humo y la desesperación complotaban para que las lágrimas bañaran su rostro pero aun no encontraba nada. El humo se volvía cada vez más denso y al cabo de unos minutos pudo percibir como perdía de apoco la conciencia, cayó al suelo deseando que todo fuera una simple pesadilla. El cielo rojo y negro fue lo último que pudo ver, eso y una sombra, no, una persona.

 

                  Despertó unos kilómetros más debajo de donde se había producido la explosión, era media noche, podía saberlo por la posición de la luna. Afortunadamente estaban en una zona alejada y protegida, aun así a más tardar a la madrugada los reporteros ya estarían molestando con miles de preguntas y demás. Alabada sea la idea de su padre de prohibir que sobrevolaran el lugar, eso haría que tardaran unas horas en conseguir una orden para acercarse.

 

                  La cabeza le daba vueltas pero intentó poner las cosas en orden mientras se sentaba en el suelo. Primero, nada había sido un sueño, el laboratorio realmente había explotado y no podía encontrar a su padre. Segundo, alguien le había salvado pero, ¿Quién? Fue entonces cuando escuchó una sonora risa burlona y pudo reparar en la presencia de otro individuo. Había un chico recostado contra un árbol, lucia de unos 17 años, bastante alto, traía el cabello de un castaño claro, su corte era desalineado y salvaje pero fresco, sus ojos rasgados y filosos como los de un gato y de un color dorado, su rostro era fino y la contextura de su cuerpo era delgada y agraciada, traía unos vaqueros marrones holgados y una camisa manga larga negra ajustada al cuerpo.

 

– Esto... gracias por salvarme. – Logró articular con algo de dificultad, los ojos de ese chico lo ponían nervioso por alguna razón que no lograba explicarse. – En serio te lo agradezco ¿Podrías facilitarme tu nombre para agradecerte como es debido? – Pidió tratando de ser amable con su rescatador.

 

El castaño se mofó del chico mirándolo como si no fuera más que un insecto. – Si tanto te interesa está bien, te daré el honor de conocer mi nombre, soy el gran Kain Cathers. Sin embargo no me interesa saber el tuyo. – Contestó con altanería, clavó la mirada en el menor y sus ojos se volvieron gélidos, como si contemplara a su próxima presa.

 

                     – Bueno gracias por salvarme Cathers, en verdad lo aprecio mucho. – Dijo sin lograr controlar el nerviosismo de su voz e intentando ponerse de pie.

 

                    – Oye mocoso, te salve solo para que respondas a mis preguntas, no para escuchar tus patéticos intentos de oración ¿Quién mierda eres? ¿Por qué hicieron esto? ¿Y donde mierda tienen al viejo? ¡Contesta ya! – Exigió a los gritos y con un tono frío y amenazante.

 

                    – ¿Viejo? ¿A quién te refieres? Lamento mucho esto pero al parecer me confundes con alguien más, yo no… simplemente buscaba a mi padre. – Intentó explicar lo ocurrido pero se paralizó al ver como el cabello del muchacho se crispaba y las pupilas de este se convertían en una fina línea vertical, daba miedo en verdad pero al mismo tiempo, Yuki no pudo evitar pensar que era realmente hermoso.

 

                    Kain chasqueó la lengua con enfadado perdiendo la paciencia. – No te hagas el imbécil, me refiero a mi padre, el doctor Shem ¡Contesta, que hicieron con él ahora mismo o te haré pedacitos! – Le gritó tomándolo del cuello de la camisa.

 

                    Yuki se mantuvo en shock ante lo que había escuchado, aquel chico había pronunciado el apellido de su padre como si fuera el suyo, quiso creer que había oído mal pero por la expresión del chico no parecía estar bromeando. – ¿Tu padre? ¿Cómo es posible? ¿Mi padre es también…tu padre? No entiendo esto. – Respondió confundido.

 

                    El mayor lo observó unos instantes, de repente pareció calmarse, sus ojos volvieron a la normalidad y su rostro se relajó. – Espera. – Le dijo soltándolo. Por primera vez desde que le había sacado de ese infierno reparó en el aspecto de este. – Cabello rojo. No puede ser, esta estructura genética, en verdad eres pariente del viejo. – Se dijo en susurros antes de abalanzarse nuevamente sobre el chico tomándolo del cuello. – ¡Dime tu nombre ya!

 

                    Sintió los gélidos dedos del castaño oprimiéndole las cuerdas vocales, aquel sujeto podía matarlo con ejercer un poco más de fuerza, aun así decidió mantener la calma y contestar. – Soy Yuki Shem, hijo del doctor Marvelous Shem, el científico a cargo de este laboratorio. – Pronunció con dificultad.

 

                    Kain soltó al chico dejándole respirar mientras lo estudiaba de arriba abajo. – Entonces tú eras el famoso Yuki por quien el viejo siempre presumía, en ese caso tú no tienes nada que ver con este atentado, solo fuiste un desperdicio de mi valioso tiempo, por otra parte seria tonto pensar que un enclenque fuera responsable de todo esto. – Suspiró molesto y comenzó a caminar lejos del menor con evidente fastidio.

 

                    Yuki se apresuró a incorporarse y reunió la suficiente fuerza como para gritarle, pese al dolor que aun sentía en su garganta tanto por el humo como por el reciente apretón. – ¡Espera! ¿Qué fue lo que ocurrió aquí? Tú lo sabes ¿No es así?

 

                    Kain le lanzó una mirada de desprecio antes de contestar. – No tengo por qué decirte nada, me harías perder mi tiempo, debo encontrar al vejestorio y a mis hermanos, entones los que hicieron esto me las pagaran. – Dijo con evidente furia, sus palabras parecían dagas afiladas buscando a quien herir y controlándose por no desquitarse con el pelirrojo.

 

                      Aun así Yuki intentó interponerse en el camino de Kain que al ver la terquedad del menor dejó escapar otro suspiro y se detuvo resignándose a hablarle. – Seguro fue alguien que querría comprar la investigación y los inventos del viejo y recibió un "NO" por respuesta. Esas personas son realmente tercas y ambiciosas, como todo ser humano, les dices no y ellos te bombardean, típico. – Contestó cruzándose de brazos sintiendo como le hervía la sangre solo de pesarlo.

 

                    – ¿El trabajo de mi padre? ¡Espera! Ni siquiera yo sé de qué trabaja mi padre. ¿Por qué tú si lo sabes? – No era su intención pero dejó salir cierto enojo en sus palabras, estaba realmente celoso de aquello. ¿Cómo podía un chico que ni siquiera conocía saber más del trabajo de su padre que él? – Por favor dime que trabajabas allí y por eso lo sabes porque sino…

 

                    – ¡¿Sino qué?! Mocoso. – El menor no respondió y el castaño estalló en carcajadas. –Tú no sabes quién o qué soy yo ¿Verdad? –Yuki tragó saliva con impotencia al no poder decir nada y se limitó a negar con la cabeza. – Tsk que molesto, está bien tendré compasión y te lo diré. El vejestorio creaba bio-armas con almas propias, en otras palabras robots que se ven, piensan, sienten y sangran como humanos pero con grandes poderes para la pelea ¿Me sigues hasta aquí?

 

                       – ¡Imposible! He estudiado ciencias toda mi vida y la robótica es mi especialidad, no importa que tanto te esfuerces las interfaces no pueden congeniar como los sistemas de un ser viviente, jamás se lograría que un robot sienta. – Protestó seguro de sí mismo.

 

                     Kain chistó por lo bajo y puso los ojos en blanco. – Hombre de ciencia tenía que ser, mira es verdad que con su tecnología no es posible pero el profesor Shem encontró un modo, ese vejestorio es un genio y para que yo lo reconozca significa que es genial. – Aclaró antes de seguir. – Él encontró la forma de convertir a un robot en un ser viviente al 100 % o al menos un 93 %, ya que si se lastima demasiado a este o si se lo apaga revela sus circuitos electrónicos y su verdadera forma, pero más allá de eso la única forma de distinguirlo de un ser vivo real seria sus aptitudes de combate.

 

                         – ¿Aptitud de combate? Espera, a ver si entiendo ¿Me estás diciendo que el proyecto de mi padre era crear robots vivientes iguales a los humanos pero con armas? No tiene sentido, mi padre es un hombre pacífico. – Replicó algo indignado.

 

                         – Mira mocoso o me dejas explicar o me largo, no tengo mucha paciencia. – Le dijo el castaño tajante antes de proseguir. – Estos robots tienen una habilidad única para el combate cada uno, eso se debe a que el proyecto consistía en realidad no en crear una nueva forma de vida sino en crear una bio-arma capaz de superar a cualquier soldado humano. Aun así el vejestorio se negó a que sus creaciones fueran utilizadas para fines bélicos, así que se aseguraba de solo venderlos a personas que los utilizaran para fines defensivos y no ofensivos, personas que le dieran un hogar a sus “hijos”. Sin embargo comenzó a correr el rumor sobre el poder de estas bio-armas y con una guerra a la vuelta de la esquina todos los corruptos se enteraron del “Proyecto Biotic” y quisieron pagarle a tu padre para obtener el suyo.

 

                         – ¿Proyecto Biotic? He escuchado rumores pero pensé que solo serian historias inventadas por fanáticos de la ciencia ficción o algo parecido. – Dijo el pelirrojo incrédulo pero ante la mirada amenazadora del castaño intento acomodarlo en su mente de modo que quedara creíble. – Entonces estos robots, estos ¿Cómo los llamaste? ¿Biotics? Ellos son el proyecto de mi padre.

 

                            – Así es, tu padre es el creador de los Biotics, diez bio-armas con aspecto humano, tan letales como un ejército entero cada uno. Esa debió ser la razón de que bombardearan el lugar, decir “NO” a las personas codiciosas y con poder tiene sus consecuencias. – Dijo con un dejo de amargura. – Pero en fin, todos los humanos son iguales, bestias de destrucción hambrientas de poder y ego, son monstruos despreciables. – Agregó con asco mientras escupía al suelo como si el solo hecho de mencionar a los humanos le revolviera el estomago.

 

 

                           El pelirrojo se tomó la cabeza con ambas manos mientras intentaba asimilar aquella explicación. – No puedo creerlo, todo eso sucedía a metros míos y jamás supe nada, me siento como un idiota. – Levantó la vista hacia el castaño el cual le observaba por el rabillo del ojo. – Si es verdad, si todo lo que me dices es cierto aun quedaría una duda ¿Quién eres tú y como sabes todo esto?

 

                         Una sonrisa burlona se formó en los labios del mayor, estaba llena de malicia y dejaba ver unos afilados colmillos blancos como la luna. – ¿Aun no lo adivinas? Vaya eso significa que eres más idiota de lo que creí, es por eso que odio a los humanos, sus cerebros están a años luz de funcionar a la velocidad de mis procesadores, son inferiores y obsoletos.

 

                          Yuki tragó saliva observando los filosos dientes del castaño. – Lo sospechaba, esa forma de hablar, además llamaste “padre” a mi papá. Cathers ¿Eres un Biotic, verdad?

 

                           – Aleluya hasta que captas la idea niño genio. – Dijo con sarcasmo y desinterés. – Así es, soy una de las diez bio-armas del doctor Shem, un Biotic. Ahora si terminaste de recalcar lo obvio será mejor que espabiles, al parecer tenemos visita. Siéntete afortunado, tendrás el privilegio de ver a un Biotic en acción. – Y dicho esto sus manos se retorcieron dejando crecer sus uñas hasta convertirse en letales garras. – ¡Sal de ahí escoria! Estoy de muy mal humor y si tuviste que ver con esto será mejor que empieces a decir tus oraciones.

 

                     De entre los arbustos se escuchaba un sonido, el pelirrojo intentó levantarse pero fue sorprendido por el sonido de un disparo, el castaño apenas movió la cabeza dejando ver como la bala le rozaba la piel sin dañarla. A continuación del arbusto salieron dos hombres adultos, uno cargaba con una pistola y el otro con lo que parecía un rifle, Yuki se tenso mientras el nerviosismo y el miedo le impedían mover un músculo, por su parte Kain se limitó a soltar otra de sus sonrisas felinas mientras miraba a los dos hombres como si fueran sus próximos juguetes.

 

                         – ¿Por qué no me sorprende verlos con armas? Últimamente esas cosas se aferran cada vez más hasta que parecen parte de sus brazos, los humanos son criaturas amantes de la destrucción, devastan todo a su paso y siembran el terror y la muerte incluso entre sus iguales. Los humanos son bestias que en busca del poder arrasan con todo, son el veneno que mata este mundo. Por eso, a nadie le importara que me deshaga de un par de bestias como ustedes, disfruten el cielo porque esta vista no solo será lo último que vean sino lo más cerca que estarán de este. – Una sonrisa casi psicópata se formó en sus finos labios dejando ver sus colmillos ansiosos por clavarse en la carne ajena.

 

                       Yuki tuvo la tentación de retirarse sus gruesos anteojos y así evitarse ver lo que pasaría a continuación, ya que se imaginaba como podía terminar todo pero no lo hizo, algo llamaba poderosamente su atención, si eso era una maquina su curiosidad le impedía no observarla. – Biotic, la mezcla perfecta entre maquina y ser viviente, un robot que piensa, siente, sangra, respira y vive por sí mismo como cualquier humano. ¿Tú creaste esto, padre? Es aterrador, lo que está por hacer y él en sí, entonces porque, porque no le tengo miedo.

 

– Bien ¿Quién será el primero? No tengan miedo prometo que será rápido, si son mercenarios o algo parecido podrán sentirse honrados, ya que al menos perderán la vida ante alguien como yo. – Dijo Kain sin dejar de sonreír mientras observaba hasta el más mínimo movimiento de los dos hombres.

 

– Como si fuera a temerle a un niño. – Se quejó uno de ellos. – Mira mocoso no es personal pero nos prometieron mucho dinero a cambio de capturar a uno de “los niños del laboratorio”, y la mejor parte es que dijeron que no importaba si te traíamos vivo o muerto. – Se regocijó cargando el rifle.

 

– El señor Parmino se pondrá muy feliz al ver que le llevaremos a uno de estos. No entiendo qué interés tiene en esos mocosos pero por la suma que nos prometió me da igual si los quiere de mascota o para vender en el mercado negro.

 

– ¿Parmino? – Repitió pensativo el castaño intentando recordar donde había escuchado ese nombre antes, de repente sus ojos se afilaron más destilando odio. – ¡Ya lo recordé!, así que esa rata fue quien hizo esto. Ese mafioso corrupto, si no mal lo recuerdo él estaba interesado en Akutsu, viejo de mierda, el doctor se negó a venderle a alguno de nosotros y se fue haciendo una rabieta diciendo estupideces tales como “Te arrepentirás por esto” y bla-bla-bla. Si fue él quien causo todo esto entonces lo pagaran caro, la verdad es que estoy muy molesto y he estado buscando hace rato una excusa para golpear a alguien.

 

Kain se acercó despreocupadamente hacia los dos hombres con una sonrisa socarrona, como si estuviera desafiándolos a dispararle. Aun así, esa sonrisa con aires de superioridad y esa mirada filosa lograba imponer cierto nerviosismo incluso en hombres que se habían dedicado a aquello toda su vida, durante un instante uno de los hombres perdió la templanza y disparó varias veces, mas para sorpresa de este las balas rebotaban en el cuerpo del chico causándole apenas pequeños rasguños. – ¿Qué no aprenden nunca? Esas cosas insignificantes no me harán daño, soy mucho mejor que un insignificante y débil humano. – Alardeó con soberbia. – Pero ya que has tenido el valor de intentar hacerme daño serás el primero en morir.

 

Los ojos dorados de Kain se dilataron como un gato ansioso por matar y jugar un rato con un simple ratón. Sin dejar pasar ni un segundo más estiró la mano derecha mostrando su garra con uñas largas y afiladas como navajas, con la mano izquierda tomó una de esas uñas y esforzándose un poco logró quebrarla. Tomó el trozo de uña con la otra mano y en unos instantes esta cambio, creció hasta tomar el tamaño de una espada, una katana para ser precisos, balanceándola como si no fuera más que una vara ligera y normal mientras sonreía con emoción.

 

– ¡Oye enano! Más te vale mantenerte apartado, esto no será nada leve. – Ordenó sin voltear hacia atrás.

 

Aquel hombre se apresuró a cargar de nuevo el arma pero un temblor repentino le recorrió todo el cuerpo haciéndole más difícil la tarea, cuando finalmente logró recobrar la compostura disparó, pero como ya estaba previsto las balas no hacían más que rebotar en el cuerpo del castaño que se acercaba cada vez más deprisa. Dominado por el pánico el hombre comenzó a correr en dirección al bosque pero antes de poder llegar a este, Kain dio un salto, que pareció imposible, que le hizo caer limpiamente frente de él. Con un rápido y simple movimiento de muñeca logró atravesar la garganta del hombre que, presa del pánico fue corriendo directamente hacia el filo de la espada. Basto otro movimiento para retirar la katana hacia arriba abriendo el cráneo del hombre en dos y dejando que la sangre tiñera el césped con pequeñas lagunas carmesí resplandeciendo a la luz de la luna. El castaño dejó que su vista se perdiera en aquel hermoso color mientras pasaba la lengua por el filo de la katana limpiando la sangre con una sonrisa sádica en el rostro.

 

– Uno menos, pero queda otro. – Dijo sonriendo aun satisfecho. – Terminemos esto rápido igual que con tu amigo, no me apetece regar sangre porque si y menos una tan asquerosa. De por si estoy siendo demasiado amable al dejar que mueran por mi espada, deberías estar de rodillas agradeciéndome tal honor. – Agregó confiado dirigiéndose al hombre restante.

 

El otro hombre había observado todo sin moverse de lugar, comprendía que un arma normal no serviría contra sea lo que fuese ese chico, trató de mantener la calma mientras pensaba en algo y al mirar por el rabillo del ojo se percató de la presencia del pelirrojo el cual observaba todo a escasos metros de ellos. Tomo rápidamente el rifle y disparó al castaño mientras corría lejos para distraerlo, para cuando Kain pudo darse cuenta el hombre sostenía el rifle con una mano y al pelirrojo con otra.

 

– ¡Quieto o le disparo! – Se apresuro a amenazar con una gran sonrisa triunfal.

 

– Mierda… sinceramente me importa poco su vida, pero el vejestorio me asesinará si algo le pasara a su querido hijo ¡Qué remedio! – Chistó fastidiado y la katana volvió a convertirse en uña regresando a su lugar en la mano derecha del chico.

 

– Así me gusta, ahora vendrás conmigo sin protestar y dejaré a tu amigo en paz. –

Ordenó sintiéndose seguro de sí mismo y aun más confiado al ver cómo el castaño se acercaba lentamente sin intención alguna de pelear.

 

– Cathers lo lamento… yo… – Intentó disculparse Yuki pero el agarre del hombre alrededor de su cuello apenas si le permitía respirar.

 

– No te preocupes inútil, no soy tan amable como para cambiar mi preciada libertad por algo tan insignificante como una vida… agáchate. – Le susurró mientras con gran agilidad doblaba el brazo del hombre con el que sostenía el rifle y con sus afiladas garras le arranca el brazo con el que sostenía al menor.

 

El hombre gritó y se dobló en el suelo por el dolor mientras Kain tomando al menor en brazos aprovechó para subirlo de un salto a lo alto de un árbol. Dejó a Yuki en la amplia rama de un viejo roble y sin nada de delicadeza le arrancó del cuello el brazo del sujeto que había quedado prendió en él. Inmediatamente desvió la vista clavando la mirada en el hombre que aun se retorcía de dolor. Sin decir nada volvió a bajar de otro salto y terminó el trabajo enterrando sin piedad sus garras en la cabeza del hombre y arrancándosela de un tirón, Kain contempló sus manos unos instantes y luego permaneció en silencio.

 

– Estúpido y patético humano. ¡Oye retrasado, baja ya! No detecto a otro infeliz de estos en los alrededores así que ya podemos irnos en paz. – Le ordenó sin interés mientras observaba como el menor bajaba con torpeza del árbol.

 

– Eso de recién… lo que hiciste, como acabaste con esas personas… Fue… – Intentó terminar la oración pero no encontraba palabras adecuadas para decir todo lo que aquello le había provocado.

 

– Miedo,… supongo que es normal, de seguro pensara que esto fue un acto atroz o algo parecido. – Se dijo para sí mismo el castaño con la mirada pérdida en el chico que tenía frente de sí.

 

– ¡¡Increíble!! – Fue lo que finalmente dijo el pelirrojo llamando la atención al castaño y dejándolo por primera vez desde que se conocían sin palabras. – Tus movimientos, tus saltos y sobre todo la forma en la que tu cuerpo y en especial tus uñas cambian, es lo más increíble que nunca antes haya visto. – Alabó con entusiasmo.

 

– ¡¿Acaso tienes mal el cerebro?! – Preguntó entre confundido y enfadado por su extraña reacción. – Normalmente cuando uno es testigo de un homicidio no dice algo como “Fue increíble”. ¡Eres más imbécil de lo que pensé! – Le recriminó.

 

– Pero fue en defensa propia, si no lo hubieras hecho nosotros hubiéramos muerto, ese hombre no tenía la intención de liberarme, su pulso era irregular así que estaba mintiendo.

– Explicó con calma al felino. – No había de otra, además lo que hiciste si fue sorprendente.

 

– Tch jamás entenderé a los humanos, supongo que ver sangre correr ya está en sus genes y por eso ni pestañean ante ello. – Masculló por lo bajo aun molesto rascándose la cabeza.

 

– Estas lastimado. – Dijo ignorando las palabras del mayor y concentrándose en el brazo de este en el cual se distinguía una mancha de sangre. – Tenemos que desinfectarlo, mi casa está cerca así que deberíamos ir. – Sugirió mientras tomaba al castaño del brazo y lo arrastraba rumbo a la entrada del bosque donde yacía la casa.

 

El castaño quiso protestar pero con todo lo ocurrido un techo cálido donde descansar sonaba muy tentador así que se dejó guiar en silencio hasta la enorme casa. Observó cada centímetro de esta como un niño pequeño que entraba por primera vez a un lugar desconocido o a un parque de diversiones, no parecía estar acostumbrado a ver cosas que no tuvieran que ver con computadoras y libros. Yuki buscó en el baño un kit de primeros auxilios y se dedicó a desinfectar con cuidado la herida del brazo de Kain.

 

– Bien con eso debe bastar, ahora déjame vendártelo. – Pidió con amabilidad mientras buscaba en la caja las vendas.

 

– No es realmente necesario, mis heridas sanan más rápido que las humanas. – Protestó sin interés.

 

– Quizá pero aun así hay que tratarla. – Hizo una pausa antes de continuar, tenía mucha curiosidad por saber más y sin importar qué necesitaba respuestas. – Cathers ¿Podrías hablarme más sobre los Biotics? ¿Qué son ustedes exactamente?

 

– ¿Qué somos? – Repitió sorprendido y algo confuso. – Bueno supongo que puedes serme de utilidad. – Decidió con una sonrisa. – De acuerdo te lo diré todo pero presta atención, odio repetir las cosas y mi paciencia es escasa. Tu padre, el doctor Shem descubrió el modo de crear almas a base del alma de un animal, estas son especiales por que pueden darle "vida" a algo inanimado, las llamo "SOUREN". De ese modo el doctor comenzó a crear robots con la tecnología más alta y una vez que estos cuerpos estaban listos les incrustaba el SOUREN más apropiado para cada uno, así nacimos los Biotic. Una vez que el SOUREN se conectó a nuestro cuerpo nuestros rasgos robóticos desaparecieron; nuestra piel, nuestros órganos, nuestra sangre, todo se volvió real; solo podrías darte cuenta que somos robots si nos abres o si ves cuando utilizamos nuestras armas, pero fuera de eso somos un 85% “humanos”, como los androides o los humanos reconstruidos que vez en las películas o series. – Le explicó tranquilamente como si no fuera más que un detalle sin importancia.

 

– Eso es increíble, pensar que mi padre construyó cosas tan sorprendentes como esas, aun no puedo creerme. – Admitió Yuki un tanto sorprendido aun intentando asimilar toda la información.

 

– ¡Oye, no permitiré que llames "cosa" a alguien tan genial como yo, soy un ser vivo! –

Se defendió con molestia el castaño. – Como sea, tengo varios "hermanos" por así llamarlos, no soy el único Biotic que construyo el doctor. Cada uno de nosotros tiene una habilidad para el combate única, es decir no hallaran dos Biotic iguales; en mi caso soy el único Biotic con habilidad para manejar cualquier clase de espada, el B-006, cada una de mis uñas se transforma en una diferente, y en cuanto a mi agilidad eso se debe a que mi SOUREN fue extraída de un gato, poseo los reflejos sentidos y equilibrio de un gato. En otras palabras originalmente era un gato, jamás he sido un miserable ser un humano así que soy totalmente superior a los neandertales simios de tu especie.

 

– Eso es muy interesante, pensar que mi padre ha logrado tal cosa. Pero Cathers, aun no entiendo por qué atacaron el laboratorio de mi padre, él no es una persona agresiva, seguro no los utilizaría con malos fines. – Se apresuró a agregar para defenderlo.

 

– ¿Acaso eres retrasado? El doctor no nos vende a casi nadie, seguro el que ataco fue uno de los ricos a los que el viejo se negó a vendernos, y el resentido hizo estallar todo para robarnos. Ahora que lo recuerdo esos hombres mencionaron a Parmino, si ese cerdo tiene algo que ver personalmente le arrancaré los ojos y haré que se los trague. – Exclamó golpeado un puño contra su palma violentamente.

 

– Pero no tiene caso robarlos, después de todo ustedes no tiene que hacerle caso si no quieren, no veo el sentido a todo esto ¿Acaso quería reprogramarlos? – Preguntó confundido intentando encontrarle sentido a todo aquello.

 

– No es tan así. Si vamos al caso cualquiera puede tomar posesión de un Biotic y ordenarle lo que sea a no ser que ya tenga un contrato. – Explicó secamente y al ver que el menor no terminaba de entender decidió proseguir con cierto fastidio. – Mira podemos hacer algo llamado “contrato” con un humano, al hacerlo dicho humano se transforma en nuestro dueño y su palabra es la ley así no estemos de acuerdo, nuestros circuitos y programas nos obligaran a obedecerle. Por lo tanto si logras robar un Biotic sin dueño y lo fuerzas a un contrato este te pertenecerá y hará todo lo que pidas. – Finalizó rezando por lo bajo que esta vez sí captara todo o terminaría matándolo.

 

– Eso es malo, debe ser desagradable tener que cumplir con la voluntad de alguien más,

Cathers ¿Tú tienes dueño? – Preguntó con cierta preocupación.

 

– ¡Claro que no! ¡¿Acaso te parezco de la clase de idiota que necesita de otros y que sigue órdenes?! – Se detuvo en seco unos instantes repasando mentalmente lo que acababa de decir. – ¡Eso es! ¿Cómo no se me había ocurrido antes? ¡A partir de este momento serás mi contratista! – Ordenó con emoción al pelirrojo.

 

– ¿Qué? Espera, pero si acabas de decir que… no entiendo nada. – Admitió confundido.

 

– No seas imbécil, como si alguien como yo fuera a seguir ordenes de un enano cuatro ojos patético. Lo que yo quiero es que seas mi "seguro anti robos", veras el pacto se hace con un poco de sangre y la sangre de cada humano es única e irrepetible, por eso no podre obedecer órdenes de otro que no sea el portador de esa sangre, de ese modo me asegurare de que, si milagrosamente, lograran atraparme no podría seguir las ordenes de nadie. Mira tu padre fue secuestrado y su trabajo esta "perdido", mis hermanos pueden ser utilizados para cosas malas así que si me ayudas a reunir a todos mis hermanos salvaras el trabajo de tu padre y podremos buscar juntos al profesor ¿Es un buen trato, no? – Propuso emocionado y con una sonrisa que dejaba en claro que no aceptaría un “no” por respuesta.

 

El pelirrojo dudo un poco, el castaño era muy voluble y espontáneo sin mencionar irritable, pero tenía razón en lo que decía, considerándolo así realmente le convenía hacer aquello. Luego de reconsiderarlo se vio atrapado entre la desesperación por encontrar a su padre y la mirada impaciente del castaño.

 

– De acuerdo, sellaré el contrato contigo pero, ¿No dolerá verdad? – Preguntó nervioso temblando ligeramente. – Quiero decir el proceso, dijiste que necesitabas sangre.

 

– Tranquila niñita miedosa, no dolerá. A ver necesito algo que siempre lleves contigo…

Mmm esto servirá. – Dijo arrebatándole de un jalón la corbata al pelirrojo, tomó de la mesa de trabajo del chico un marcador negro y comenzó a dibujar unos extraños símbolos en la tela.

 

– ¡¿Qué estás haciendo?! – Protestó lo más fuerte que pudo ante las extrañas acciones del castaño ya que estaba rayando con marcador indeleble una de sus corbatas favoritas.

 

 

– Tch que ruidoso ¡Cierra la maldita boca! El contrato debe permanecer escrito en un objeto que el humano lleve siempre consigo, si el objeto se rompe el contrato termina. – Explicó molesto. – Bien ahora solo falta un último toque, necesito tu mano. – Exigió extendiendo su mano con rudeza y esperando a que Yuki le diera la suya.

 

El pelirrojo dudo pero de todos modos se la extendió, arrepintiéndose casi de inmediato al notar como los colmillos del chico parecían afilarse mientras se aproximaban a su mano.

Kain dio un pequeño mordisco en la mano del chico derramando la sangre de este sobre la corbata y haciendo lo mismo con la suya a continuación, un brillo extraño recorrió los ojos dorados del chico y luego de ello la sangre se disolvió sobre las marcas negras volviéndolas carmín.

 

– Listo mi sistema término de leer el código genético, oficialmente eres mi dueño, aunque solo de nombre claro. – Aclaró sonriente como si lo que acabase de hacer no fuera más que un simple trámite en el banco. – Bueno supongo que viviré aquí mientras pasa todo y encuentro a los demás. – Decidió sin darle más importancia al asunto tirándose sobre uno de los sillones de la sala.

 

– ¡Espera! No te instales así en la casa de alguien más ¡Cielos! Ahora que lo pienso

¿Cómo le explicare todo esto a Muroto? Seguro ya no querrá venir más, digo mi padre quien le pagaba por esto ya no está, sin dinero no hay razón para que cuide de un inútil como yo. – Se lamentó algo deprimido y triste.

 

– ¿Hmm? ¡Oye enano! Tengo hambre ¿Sabes hacer algo de comer? ¡Oye! – Le gritó para sacarlo de sus pensamientos, al ver que no funcionaba se acercó con cierta pesadez y tomó al pelirrojo del rostro estirándole la mejilla. – Cuando yo hablo debes poner atención y decir: “Por supuesto Kain ¿Qué puede hacer alguien como yo por usted?”.

 

– ¡Duele, duele, duele! Está bien, no tienes que ser así, perdón. – Se quejó acariciando su adolorida mejilla. – No sé cocinar pero Muroto siempre deja la cena preparada así que debe haber algo.

 

El castaño se dirigió a la cocina revisando la nevera en busca de algo medianamente comestible, encontró allí un plato con carne y puré envuelto cuidadosamente en platico con una nota que indicaba cuantos minutos debía ponerse en el microondas, Kain lo dejó sobre la mesa y rebuscó algo para él, logró encontrar un salmón fresco y sin ninguna delicadeza arrojó al pez sobre la mesada mientras sacaba un poco de leche y metía el plato al microondas.

 

 

– Tu niñera te dejó algo para ti ya lo puse a calentar, yo me serviré esto. – Dijo señalando el pescado mientras con una de sus garras lo destrozaba para comerlo.

 

– ¡No hagas eso! Se supone que eso debía durar todo el mes no una cena, Muroto se enojará con nosotros si lo ve. – Protestó intentando en vano detenerle.

 

– Pues créeme que me interesa una mierda lo que diga tu nana. – Contestó dándole otro bocado a su comida. – Si no comes lo tuyo lo hare yo, es hora de que te enseñen sobre

“La supervivencia del más fuerte”. Te has metido en la boca del lobo, a partir de ahora estarás en peligro constante, mínimo diez pasos más cerca de un campo de guerra de lo que un humano corriente como tú debería estar. Mientras sigas vivo no me interesa que te pase, por mi que te corten las extremidades y te torturen. – Su voz había vuelto a recobrar ese tono gélido y amenazante, se acercó al pelirrojo y posó una de sus afiladas uñas en la garganta de este. – Mi deber no es protegerte, si te vuelves una carga te abandonaré, tu única preocupación a partir de ahora será vivir, o te cuidas por ti mismo o mueres pero no me estorbes.

 

Kain se alejó del chico devorando el último trozo de pescado y escupiendo las espinas sobre el fregadero, se encaminó en silencio hacia una de las habitaciones del primer piso como si esta le hubiera pertenecido desde siempre y desde la puerta le gritó a Yuki que no se atreviera a despertarlo. El menor se dejó caer en el suelo de la cocina conmocionado por tantas emociones contrarias: miedo, impotencia, rabia y a pesar de todo felicidad. Ese pensamiento le causo risa ¿Cómo podía sentir aquello ante una situación tan desesperante? Kain podía ser una persona algo cruel y había admitido que lo abandonaría a su suerte si le molestaba pero aun así, era la primera vez en su vida que Yuki sentía que era necesitado, siempre había dependido de Muroto y su padre para todo y debido a su torpeza nunca había podido hacer nada para agradecerles aquella amabilidad. Ahora por primera vez tenía la oportunidad de hacer algo, de ayudar a alguien, quizá por eso era que a pesar de todo no podía evitar sentirse feliz.

 

Al otro día las cosas no parecían mejorar, Yuki podía ver a los vehículos de la prensa amontonándose contra el muro que marcaba el límite de la propiedad exigiendo pasar y explicaciones por lo ocurrido esa noche. El pelirrojo se ponía nervioso a cada segundo sin saber que hacer o decir mientras que por su parte Kain había bajado las escaleras desperezándose y buscando algo que desayunar.

 

– ¿Cómo puedes estar tan tranquilo? – Inquirió el menor desesperado. – Se supone que ustedes, los biotics, son un proyecto secreto ¿Qué clase de explicación debo dar entonces? ¿Qué se supone que les diga? ¿Y si no me creen? – Se cuestionaba entrando en pánico mientras daba vueltas desgastando el suelo de la sala.

 

–Primero que nada, cierra la boca, es molesto escucharte tan temprano. – Le ordenó el castaño de mal humor sacando cereales, un trozo de carne y un cuenco de leche. – Segundo, no le rindo cuentas a nadie menos a la prensa, si algún malnacido traspasa esa reja estará en propiedad privada así que por ley puedo hacer lo que quiera con él. No me vendría mal algo donde afilar mis garras. – Comentó con una sonrisa sádica gozando del humor negro.

 

– Por favor no, no quiero más problemas solo… solo quisiera que Muroto estuviera aquí. – Se lamentó el menor bajando la vista al suelo.

 

– Pues deseo cumplido en ese caso. – Bromeó Muroto entrando a la casa con su juego de llaves. – Yuki, estaba tan preocupado cuando vi las noticias. – Dijo cambiando de tono y acercándose a abrazar al menor. – ¿Qué pasó?

 

El menor se separó dejando escapar algunas lágrimas, aun ni él podía creer cuanto había cambiado su vida en una sola noche. Respiró hondo y tras poner su mente en orden comenzó a contarle todo al pelinegro desde que este lo había dejado la noche anterior. Kain se mantenía en el sillón observándolos a ambos, sobre todo al pelinegro, con el ceño fruncido, y Yuki podría jurar que su cabello parecía más crispado que antes. El castaño no dijo ni una palabra pero no importo, su mera presencia confirmaba la historia de Yuki, por más descabellada que sonara. – Y bueno eso fue básicamente lo que ocurrió. – Finalizó clavando la mirada en el suelo. Muroto había permanecido en un silencio absoluto y eso estaba matando al pelirrojo, ya podía sentir al mayor tomando sus cosas y largándose para no volver.

 

Muroto se acercó lentamente a Yuki y sin decir nada lo tomó del brazo jalándolo hacia él y abrazándolo contra su pecho. – Perdón, si tan solo me hubiera quedado no tendrías que haber pasado por situaciones tan peligrosas solo. Lo lamento.

 

– ¿No estás furioso? – cuestionó incrédulo. – Mi padre ya no está, no hay quien te pague, ya no tienes por qué preocuparte por un inútil como yo. – Respondió entre sollozos.

 

– ¿Eres idiota o te golpeaste muy fuerte? Quizá el humo de anoche te afectó debería llamar a un medico. – Bromeó tocándole la frente como tomándole la temperatura. – Yuki eres como un hermanito para mí, el dinero me importa una mierda. El profesor Shem y tú son la única familia que tengo ¿Cómo se te ocurre que iba a dejarte solo?

 

– ¿Entonces te vas a quedar? – Preguntó entre esperanzado y sorprendido.

 

– Por supuesto, me mudaré aquí y buscaremos al profesor juntos. Además recuerda que también trabajo como maestro, puedo mantenernos a ambos con ello y con lo que he ahorrado. Así que no te preocupes ¿Si? Jamás te dejaría solo. – Le prometió acariciándole la cabeza con cariño.

 

Kain se paró de un salto y se apresuro a separar a los otros dos jalando al pelirrojo a su lado. – Si, si, ya basta con tanta dulzura que empalagan horriblemente. – Protestó fulminando con la mirada al pelinegro. – Lamento interrumpirlos, la verdad no, un minuto más de eso y vomitaba. Pero creo que el cuatro ojos olvido mencionar algo importante: ahora me pertenece. – Remarcó desafiando al otro con la mirada. – Y no me gusta que la gente agarre mis cosas.

 

– ¿Disculpa? ¿Y tú quien te crees que eres? – Respondió el mayor irritado.

 

– ¿Tienes mal los oídos o qué? Mi nombre es Kain Cathers y soy un Biotic, este enano tiene un contrato conmigo así que me pertenece. Por ende agradecería que dejaras de insinuártele.

 

– ¿Insinuármele? – Repitió escandalizado. – Como se nota que los gatos tienen el cerebro chico.

 

– ¡Muroto, Kain! Basta los dos por favor. Sé que no será fácil pero Kain debe vivir con nosotros de ahora en adelante, y Kain, Muroto es quien trabaja aquí no pelees con él. – Les pidió intentando tranquilizarlos pero era casi inútil. Podía ver chispas de odio intenso entre esos dos.

 

Costó bastante pero luego de un largo discurso por parte del menor el castaño y el pelinegro parecieron llegar a un pequeño “acuerdo”, aunque eso no significaba que se llevaran bien, sino todo lo contrario.

 

–Tch maldito gato, no me regalan el dinero y la comida esta cara. – Se quejó Muroto fastidiado mientras volvía a reabastecer la nevera antes de ponerse a cocinar la cena. – Yuki si vas a tener a esa cosa aquí asegúrate que no coma por un ejército entero.

 

– Lo lamento mucho Muroto, se lo haré saber. – Se disculpó con el mayor mientras dirigía la mirada hacia el castaño que se encontraba acurrucado en el sillón observando el televisor. – Sinceramente Kain es muy distinto de lo que se esperaría de una Bio-arma, es cabeza dura, haragán, engreído y mandón, él y Muroto siempre terminan peleando por cualquier cosa pero… de algún modo este ambiente me hace feliz. – Dijo para sí mismo sin poder evitar sonreír.

 

– Hey ¿Qué tanto balbuceas? – Preguntó Kain desde su sillón al escucharle hablar. – ¡¿Y porque me miras con esa cara de idiota, tengo monos en la cara o qué?! – Reclamó con su habitual tono de superioridad y molestia.

 

– Nada, cosas mías, olvídalo. – Dijo restándole importancia con una sonrisa que fastidiaba al castaño.

 

Kain se levantó del sillón de mala gana y al estar frente a Yuki le estiró la mejilla con cierta rudeza. – No me gusta esa cara, es muy temprano para que andes de idiota aun. – Le reprendió molesto.

 

– ¡Perdón! ¡Kain, me duele, suéltame! – Pidió poniéndose en puntas de pie para intentar aminorar el dolor ya que el castaño lo jalaba cada vez más hacia arriba.

 

                  – Bien te dejo, pero me molesta esa sonrisa de idiota que pones, si vas a ser mi dueño debes ser menos patético. – Protestó soltándolo.

 

– Pues si tanto te molesta mi forma de ser puedes cambiar de dueño. – Se quejó frotándose la adolorida mejilla molesto por su comentario.

 

– No quiero. – Respondió de inmediato girando su rostro con tozudez. – Ya eres mi dueño y no planeo dejarte ir, sería muy molesto. – Agregó con cierto tono infantil.

 

Yuki no pudo evitar reír ante aquello. – Que caprichoso, en verdad pareces un gato, hmm entonces quizá… – Le dijo divertido y algo curioso por lo que alargó la mano y acaricio un costado del cuello del castaño como si en verdad fuera un gato.

 

Kain se congeló unos segundos sorprendido por los repentinos movimientos del otro, y luego de unos segundos, y contra su voluntad, sus instintos salieron a flote dejando escapar un suave ronroneo. Yuki lo miró perplejo sin creerse que eso hubiera funcionado y sonriendo un poco más pensando que tal vez hubiese encontrado una forma de amenazar a ese gato, pero inmediatamente el otro lo alejó de un empujón. – ¡Ni se te ocurra repetir eso! Ni de broma. – Le gritó con el rostro ligeramente ruborizado.

 

– Que arisco eres, solo fue una caricia, nada raro. – Protestó recuperando el equilibrio.

 

– Sinceramente de genio tienes solo el cerebro, hasta un niño de 6 años es menos inocente que tú, si vas por la vida con esa cara de estúpido te pasaran cosas malas y desagradables. – Sentenció aun molesto más por su reacción que por la aparente ingenuidad del otro y con cierto recelo regresó al sillón.

 

Las palabras de Kain le llamaron poderosamente la atención – ¿Cosas malas y desagradables? ¿A qué te refieres? – Inquirió recostándose en el respaldar del sillón.

 

El castaño suspiró fastidiado ante aquella pregunta. – Con razón "la niñera" no te deja salir solo, con lo tonto que eres ni yo te dejaría, de seguro que das dos pasos en la cuidad y ya te violan. – Dijo malintencionado mientas buscaba una posición cómoda en su sillón.

 

– Kain no uses términos que no entiendo. – Protestó con más curiosidad aun.

 

– Olvídalo. – Respondió de la misma forma cortante dándole la espalda. Ya estaba comenzando a perder la paciencia así que prefirió ignorarlo y cambiar de canal para distraerse, cuando se detuvo por unos segundos en un noticiero ciertas imágenes llamaron su atención haciendo que sus ojos se abrieran cual platos y luego comenzó a reír. – No me lo creo ¡¿De veras se creyeron esa ridiculez?! – Exclamó entre carcajadas.

 

Yuki levantó la vista y vio que el noticiero hablaba sobre el incendio que se había producido en el bosque de su casa. Aparentemente le atribuían la causa a una fuga de gas. – Entonces eso fue lo que Muroto le inventó a la prensa.

 

– Fue lo primero que se me ocurrió. – Se defendió el otro desde la cocina que había escuchado tanto las carcajadas del castaño como la televisión. – Fue lo más sencillo para sacarse a esas pirañas de encima, dije que el dueño de la casa era un millonario excéntrico que había probado una cocina experimental y así acabo todo. Afortunadamente el profesor Shem se muestra poco por la ciudad y las veces que lo hace gracias a su apariencia no deja una buena imagen así que fue sencillo que se lo creyeran.

 

– Bueno podemos sacarle el lado bueno a esta porquería. – Exclamó Kain con una sonrisa ladina. – Dos de mis hermanos estaban conmigo en el laboratorio cuando todo explotó pero no pude encontrarlos. Estén donde estén si ven esto sabrán que pueden venir aquí. Prepárate cuatro ojos, las cosas están por ponerse interesantes.

 

 

 

 


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