SOCHA
[Hasta su último respiro fui capaz de darme cuenta de lo mucho que me amaba. Al final descubrí que era igual de vulnerable que yo.]
Las lágrimas se desbordaban de mis ojos al ver su ataque de rabia. La casa que habíamos construido juntos parecía un campo de guerra, nuestras fotografías estaban regadas por la habitación y cada recuerdo preciado, era pisoteado por aquel hombre que tanto amaba.
—¡Te dije que te vayas de una puta vez! —los gritos de Tom resonaban con potencia, estaba seguro de que los vecinos se alarmarían y llamarían a la policía, pero no me importaba. No me marcharía, yo amaba a este hombre tóxico.
Maldición, no importaba lo mucho que intentara alejarme, él era mi debilidad.
Todos mis amigos se habían distanciado de mí, pero que más daba, ellos no comprendían lo mucho que yo le amaba. Tom no era la persona más sana emocionalmente, pero cuando me sostenía en sus brazos, yo me convertía en un ser infinito, solo de esa forma podía ser feliz.
—¡Muérete Harry! ¡NO QUIERO VERTE DE NUEVO! —las agridulces palabras provocaban un dolor en mi pecho que era insoportable, pero podía resistirlo. No era la primera vez que me insultaba. Yo sabía que no podía compararme con él, Tom era todo lo que anhelaba y tal vez por eso me era difícil alejarme.
Éramos similares, pero no iguales.
Muchas veces me repetía lo poco que nos parecíamos y que aquello le repugnaba. Al inicio las cosas habían sido completamente diferentes, Tom no era el hombre que expresaba lo que sentía porque aquello lo veía como una grieta en su armadura, pero con las pequeñas sonrisas que me dedicaba o la forma en la que me miraba, tenía suficiente.
¿Cuándo fue que todo se desmoronó?
—¡Tom, no hagas esto! ¡Te lo suplico! Yo sé que me amas —lloriqueé lamentablemente. El amor era una enfermedad que te volvía un debilucho, ¿no? Me sentía hecho añicos en mi interior, no quería irme, deseaba estar a su lado hasta el final.
—¡¿Quién podría amar a un idiota como tú?! —seguía ahuyentándome, hiriéndome. Las palabras eran tan mortíferas como una apuñalada al corazón —Entiéndelo Harry, yo jamás te he amado, solo te he utilizado a mi antojo, ¿acaso es tan difícil que lo comprendas?
Negué con la cabeza. No quería creer en el veneno que me escupía.
—¡NO! —en mis años de juventud, se me consideraba un chico valiente y arriesgado, ¿cómo me había convertido en este idiota inútil? Me sentía impotente porque Tom no comprendía mi enorme amor, tenía la esperanza que con el tiempo pudiera contagiarlo de esta enfermedad, pero fracasé completamente.
Sentí sus manos cerrarse sobre mi cuello y una molesta presión me comenzó a ahogar. Caí al suelo, confundido por esta sensación que me dejaba sin oxígeno, mis ojos calaban y podía notar esa mirada fría en sus ojos azules.
Este sería nuestro final, un lamentable desenlace en esta patética historia. Mis amigos llorarían en mi funeral y le echarían la culpa de mi desgracia a Tom, pero siendo honesto, ¿quién de los dos era más culpable?
Ya no lo sabía.
Creí que podría cambiarlo y no pude estar más equivocado, mi narcisismo se había encargado de darme falsas esperanzas.
Era gracioso que lo último que vería serían esos ojos que tanto amaba, tan fríos y a la vez… tan cálidos. El agarre en mi cuello comenzó a aflojarse y pude respirar nuevamente. Tom seguía encima de mí, pero fingía ahorcarme.
¿Por qué?
—¡DETÉNGASE! ¡NO SE LO REPETIREMOS DE NUEVO! —mis ojos se abrieron con sorpresa. La policía había llegado rápidamente y era probable que estuvieran amenazando a Tom con sus pistolas —No lo repetiremos de nuevo Riddle, déjelo. —intentaba gritar, pero mi voz se rompía en pedazos. Todo podía cambiar a mejor, yo lo sabía. Nos empeñaríamos en que las cosas avanzaran positivamente.
Mírame Tom, mírame… ¡MÍRAME!
Una débil sonrisa apareció en su hermoso rostro y por primera vez sus paredes internas se derrumbaron, dejándome ver su alma a través de esos ojos. En un instante comprendí que ambos éramos igual de frágiles.
—Harry… —murmuró débilmente.
Y entonces PUM. La sangre se derramó sobre mi rostro, tiñéndome de dolor. No comprendí de inmediato la situación, pero el peso de Tom me cayó encima y mis gritos desesperados finalmente salieron de mi boca.
¿Por qué?
¿Por qué?
¡¿POR QUÉ?!
Debían devolvérmelo.
¡Regrésenlo! ¡Al fin me había dejado ver su corazón!
¡Por favor! ¡Regrésenmelo!
No lo besé por última vez, no sostuve su mano.
No le dije que lo amaba y que todo estaría bien.
No le dije… que lo perdonaba.
.
.
.
Durante el funeral no vinieron muchas personas, solo Ron y Hermione me acompañaron en la ceremonia y se encargaron de que no me desmoronara, cuando vi su cuerpo petrificado adentro del ataúd. Lucía tan perfecto como siempre a pesar de que su piel estaba helada y había adquirido un color más opaco.
Pero esta era nuestra conclusión, no podría volver a observar esos ojos que tanto amaba.
Nuestra relación fue un infierno justo al final, pero aun así la apreciaba como si hubiera permanecido en el Paraíso.
—Harry, ¿cómo te sientes? —la mano de Ron se posaba en mi hombro, aun así, no podía consolarme.
—Fue horrible el enterarme de que estaba enfermo, solo hasta que murió —confesé. Después de la autopsia me habían informado que Tom tenía cáncer en estado avanzado y le quedaban pocos meses de vida. Ahora comprendía lo ciego que había estado cuando las cosas comenzaron a cambiar.
—De algún modo, intentó protegerte a su manera —oí a mi amiga con un tono triste y suspiré. Al menos ahora no estaban juzgándonos.
Aunque en un inicio estábamos unidos solo para rompernos, pude ver su verdadero yo en aquel último aliento.
Recordé la primera vez que le declaré torpemente mi amor y la sonrisa genuina que apareció repentinamente en su cara, me quedaría con ese momento, esperaba que Dios fuera piadoso con nosotros y aunque nos reuniéramos en el Infierno, lo disfrutaría como si fuera el Cielo.
Solo quería verlo de nuevo.
—Harry, es momento de irnos —la voz de Hermione me sacó de mis pensamientos. Deposité el ramo de rosas rojas sobre su tumba y paseé mis dedos por su nombre, nos veríamos dentro de poco. Esta vez lo abrazaría tiernamente, prometiéndole que todo estaría bien porque me quedaría a su lado sin importar qué.
Sí, nos veríamos pronto.
Fin.