Afrodita no podía creer ver quien estaba al frente de ella acompañando a Alexia, la diosa sabía que tarde o temprano Perséfone aparecería pero no creía que lo aria tan pronto.
Ella ya tenía una mala espina cuando su mortal no había asistido a las clases siguientes después de haberla dejado sola, las horas pasaron hasta terminar las clases y al salir no encontró el auto de su mortal en el estacionamiento haciendo que se preguntara ¿A dónde había ido? Afrodita se preocupó al pasar las horas y ver que ya era tarde pero ahora que tenía a su amante acompañada de su rival no pudo mas que sentir celos y rabia.
-¡¿qué demonios haces tú aquí?!-preguntó exaltada Afrodita
-Ja, esa debería ser mi pregunta ¿no crees? Después de todo a mí no es a la que están buscando-contestó Perséfone.
-esperen, ¿ustedes se conocen?-preguntó confundida por la situación Alexia.
Ambas se miraron para después observar a la mortal.
-Será mejor hablar a dentro-sugirió Perséfone con la intención de entrar al departamento pero una mano la detuvo sujetándola del brazo.
-¿A dónde crees que vas?-pregunto amenazante la diosa del amor.
-si no te has dado cuenta, puedo entrar sin tu permiso porque soy invitada de Alexia
-¿eso es cierto?-pregunto mirando a la mortal.
-sí, ella es mi invitada.
Al decir aquello Afrodita soltó a su rival y las tres pasaron adentro y se sentaron alrededor de la pequeña mesa.
-Ahora si ¿me pueden decir, que está pasando?-comenzó la mortal.
-Soy Perséfone, reina del infierno pero eso tú ya debes saberlo porque sé que amas las historias griegas.-
-sí y también una ladrona, mentirosa que no sabe perder-dijo con odio Afrodita.
-Por favor no se peleen ya sé que se odian pero si van a pelear háganlo afuera que no quiero que destrocen y alboroten mi departamento.-habló con expresión seria mirando las intenciones de ambas diosas de matarse, soltó un suspiro antes de proseguir- me hubieras avisado que eres Perséfone para así evitar este problema-dijo mirando a la reina del infierno- pero aun así te permitiré quedarte...
No termino de hablar porque la diosa se tiro a sus brazos agradeciéndole mientras la besaba la mejilla con cariño para después ocultar su rostro en el cuello de Alexia y aspirar su perfume, todo esto pasó bajo la mirada de Afrodita que no hacia mas que mirar la escena con rabia y preguntarse ¿cómo su rival había conseguido ganarse tan rápido la confianza de su mortal?
-¿No crees que ya le has demostrado demasiado agradecimiento Perséfone?
-No lo creó, después de todo si ella me pidiera que le "agradeciera" de otra forma, créeme que lo aria sin dudar-contesto a la provocación de la diosa del amor mientras miraba de forma picara a la mortal.
Afrodita no contesto tratando de tranquilizarse antes de que sus impulsos por saltarle encima a su rival le ganaran, suspiro aun enojada por el hecho de que la reina del infierno se le insinuaba a su mortal pero ella no podía hacer nada ya que al final de cuentas la decision era de Alexia. La mortal observando la escena e intervino.
-Bueno... ahora el problema es que solo tengo una habitación de invitados y ustedes tendrán que compartirla
-¡¿que?!-se exaltó Afrodita- no creerás que en serio compartiré habitación con ella-apuntó a Perséfone con su dedo.
-Por mí no hay problema en compartir habitación además es tu departamento y yo una invitada, por lo tanto no me puedo quejar-contesto con simpleza Perséfone que parecía tranquila ante la situación
-Gracias Perséfone pareces más razonable, por cierto el cuarto es el que está en el pasillo a la izquierda-dijo señalando el cuarto-lo siento Afrodita pero no cambiare de opinión-dijo esta vez mirando a la diosa del amor.
-si eso es todo me iré a dormir, estoy cansada por el día que tuvimos juntas-la reina del infierno se paró y se acercó a la mortal dándole un beso en la comisura de los labios para luego acercarse al oído y susurrarle- fue un día increíble, nunca me había divertido tanto pero hoy contigo me la pase genial.
La diosa del amor veía la escena mientras escuchaba las palabras que supuestamente "susurraba" su rival pero ella lo había escuchado claramente, esperó a que Perséfone se fuera para tratar de hablar con Alexia pero ella hablo primero.
-ya es tarde y también estoy cansada, que tengas buenas noches-se levantó de su lugar para caminar a su habitación.
Afrodita se paró y la agarró del brazo antes de que ella pudiera entrar a su cuarto.
-¿No cenaras?-preguntó sabiendo la respuesta a aquello pero sin querer escucharlo realmente salir de los labios de su mortal, aun así necesitaba que ella negara lo que su mente imaginaba.
-No, ya cene con Perséfone en la calle-contesto zafándose del agarre y dispuesta a entrar a su cuarto.
La diosa sintió de nuevo ese sentimiento de celos instalarse en su pecho haciendo que actuara sin pensar, empujando a Alexia contra la puerta y encerrándola entre su cuerpo y la madera.
-pensé que podía quedarme a dormir contigo como lo hice la noche anterior y esta mañana, ya sabes teniendo sexo-su voz salió de forma provocativa.
Alexia sintió de nuevo su corazón hundirse al escucharla porque lo que para ella fue hacer el amor para la diosa fue simple sexo pero ya no se sentía tan decepcionada, después de todo ella era consciente de lo que iba a pasar si dejaba entrar a la diosa en su corazón pero aun así no evito enamorarse de ella, sin embargo una cosa era repetirse en su mente que aquellos actos de la noche anterior y de aquella mañana eran solo sexo para la diosa y otra era que Afrodita lo dijera en voz alta, estaba tan lastimada y herida que simplemente solo quería alejarse de la cercanía de la diosa
-Creo que ya le agarraste gusto a lo que hicimos y me crees... ¿tu nuevo juguete?-su tono era sarcástico en cada palabra-rompí mis propias reglas por ti...pero... para ti no hay nada más que sexo sin sentimientos de por medio. Solo te diré que no volverá a pasar y eso incluye que no puedes entrar a mi cuarto-empujo a la diosa para abrir la puerta y entrar cerrándole la puerta en la cara.
La diosa sabía que estaba enojada con ella por no poder corresponder a sus sentimientos pero cuando miró sus ojos que expresaban tristeza y a la vez enojo por su culpa, la destruyo y su corazón había sentido una punzada de dolor sin saber del todo porque le importaba lo que sentía la humana. Sin querer entrar al cuarto de invitados caminó hasta el sofá y se acostó en este tratando de dormir.
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