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Apuntando a la luna por Fullbuster

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Hacía un año que no tocaba una piel tan suave como aquella. ¡Ni siquiera eso era cierto! Había estado con chicas y hasta con algún chico de otro equipo, algunos era posible que tuvieran un tacto como aquel pero… el de Tsukki siempre le parecería especial aunque fuera igual en realidad.

 

Sus besos, algo que parecía tan simple como un leve contacto entre sus labios, le traían miles de sensaciones y recuerdos. ¡Nunca le había olvidado! Amaba demasiado a ese chico que le había dejado con el corazón hecho pedazos. Se refugió en sus estudios, en el voleibol pero… nada había cambiado en realidad. Su juego había mejorado… pero nada más, sus sentimientos seguían igual de confusos que hacía un año.

 

Tsukki abrió los ojos un segundo al sentir cómo su espalda chocaba contra el colchón, ladeando el rostro para ver sobre la silla la chaqueta del Nekoma con ese número bordado en él. Kuroo ya era capitán de nuevo. Él tenía ese don para el liderazgo, ya lo había sido en el Nekoma del instituto y ahora volvía a reafirmarse en la Universidad.

 

Por un momento, se sintió atascado. Él apenas había cambiado, siempre obedeciendo a su padre y sus expectativas, abandonando sus sueños por hacer realidad los de la familia, siendo sólo uno más en el equipo, viendo cómo otros eran más efusivos que él a la hora de jugar. Resopló al darse cuenta, sólo con Kuroo entrenaba en serio, sólo él había sacado todo su potencial y ese último año… lo sentía como una absoluta pérdida de tiempo.

 

Con su dedo índice y corazón, Kuroo desplazó el mentón de Tsukki para que le mirase. Al moreno no le gustaba que después de haberle incitado, se distrajese con cualquier otra cosa.

 

- Ey… - le susurró Kuroo cerca de sus labios, consiguiendo que finalmente, el rubio se fijase en él, paralizado como estaba, casi esperando una respuesta por su parte.

 

¡Se perdió en sus ojos! No es que los ojos de Kuroo tuvieran un color peculiar, o que tuvieran una belleza más propia de otro mundo que de éste, no… eran unos ojos muy normales, pero le gustaban e hipnotizaban. Tenía esa clase de ojos que le hacían parecer interesante, que indagaba hasta lo más hondo de tu alma y conseguía adentrarse casi en tus propios sentimientos y pensamientos, era una mirada de la que Tsukki jamás podía escapar. Ni siquiera jugando a voleibol había conseguido esquivarla, él siempre acababa descubriendo sus movimientos.

 

- ¿Te distraes? – preguntó Kuroo con una gran sonrisa en su rostro.

 

- No – respondió casi en un susurró Tsukki – no me distraigo.

 

¡Quería estar ahí! Hoy sólo quería estar precisamente en esa cama con él y ya mañana… se lamentaría de lo que hiciera hoy, pero ahora mismo, era lo único que necesitaba.

 

Sus labios se unieron una vez más, en esta ocasión, con mucha más presión y fogosidad que la de antes. Todavía recordaba todos los hechos de su relación, esos sentimientos seguían en él, tan intensos como el primer día. Kuroo siempre había sido puro fuego, enérgico y sentimental. Eso es lo que más le gustaba de él. Era un chico tan inteligente y, a la vez, era capaz de dejar todos sus pensamientos atrás para conseguir que sólo sus sentimientos se desbordasen en esos momentos juntos. Apartaba toda lógica y se abandonaba a la pura confianza con él incluso después de haberle traicionado como lo hizo.

 

Su respiración empezó a acelerarse en cuanto se dejó llevar por aquellas caricias del moreno. Sus manos subían por su cintura hacia el torso, quedando finalmente en el cuello del rubio. Podía sentir la presión de la mano de Kuroo, ese pulgar que se movía por su mejilla con dulzura sin ser capaz de deshacer el beso, sino todo lo contrario, intensificando aquel juego que hizo que finalmente Tsukki cerrase los ojos y disfrutase del momento.

 

La mano izquierda de Tsukki subió hacia la nuca de su amante, colocándose allí y haciendo una leve presión para impedir de esa manera que Kuroo quisiera separar aquel beso que tanto le gustaba. Mientras tanto, con su mano libre, fue bajando hasta llegar al dobladillo del pantalón del moreno, colando su mano dentro.

 

Un sonrojo es lo que tiñó sus mejillas cuando las yemas de sus dedos hicieron el primer contacto con el miembro del moreno. Todavía no estaba erecto del todo, pero sí era consciente de ese tamaño que estaba empezando a adoptar ante sus caricias y la excitación que parecía ofrecerle tanto los besos como las caricias.

 

Las manos del moreno bajaron enseguida a su entrepierna, esquivando como pudo la mano del rubio y jugando con aquel botón para desabrochar ambos pantalones. Un ligero gemido rompió el intenso silencio de la habitación antes de que ambos escuchasen un ruido sordo. Tsukki había empujado sin querer aquel libro de leyes que estaba a su lado sobre el colchón, tirándolo al suelo.

 

Tras aquel libro, fueron los pantalones. Quitados los dos de forma precipitada y lanzándolos sin cuidado alguno, queriendo apartar todo lo que les molestaba en aquel momento tan especial que hacía más de un año que no disfrutaban.

 

Tsukki no quería abrir los ojos por nada del mundo, dejaba que sus oídos y el resto de los sentidos le dieran una idea de lo que ocurría. Su propio cuerpo se había arqueado ligeramente al sentir cómo Kuroo le quería quitar la camiseta, todo para ponérselo más fácil. A él apenas le costó dos segundos, dos segundos que despegaron sus bocas antes de volver a unirlas como si se necesitasen la una a la otra para seguir viviendo.

 

El ruido del cajón de la mesilla abriéndose hizo que Tsukki abriera por primera vez los ojos para comprobar qué ocurría. Los largos dedos de Kuroo sostenían un bote de lubricante y una caja de preservativos. Aquello le causó ciertas dudas, pero no quiso hablar del tema en ese momento pese a saber que no era una casualidad que tuviera todo aquello tan a mano.

 

Sin dilación alguna, Kuroo abrió el bote, esparciendo parte del gel en sus dedos para llevarlos a la entrada del rubio. Introdujo un poco el primer dedo en él, sintiendo la presión que ejercía el músculo luchando por expulsar la intrusión. Tsukki se quejó ligeramente al sentir cómo se introducía más hondo, lo que provocó que Kuroo sacase el dedo y volviera a poner más lubricante.

 

- Vas a gastar el bote – bromeó Tsukki pese a que no pudo esbozar ni una mínima sonrisa, aun así, Kuroo sí sonrió.

 

- Estás muy tenso – comentó – y cerrado. Se nota que no has tenido relaciones con hombres este último año.

 

- Tenía novia – se excusó – claro que no he mantenido relaciones con hombres.

 

- Iré con cuidado. No te preocupes, así tenga que gastar todo el bote.

 

- ¿Vas a utilizar los preservativos también?

 

- Claro que sí.

 

- Nunca los habías utilizado conmigo.

 

- Estábamos saliendo, ni yo me acostaba con otros ni tú con nadie más que conmigo y nos hicimos las pruebas ante enfermedades de trasmisión, estábamos limpios, ahora mismo…

 

- No te fías.

 

- No es que no me fíe, es sólo que prefiero prevenir. Yo no sé con quién has podido estar y tú no sabes con quién he podido estar yo. Es mejor así.

 

No es que le sentase mal el hecho de hacerlo con preservativo pero… sí le ofuscaba el hecho de pensar en Kuroo manteniendo relaciones sexuales con otra gente. Eso le molestaba mucho, pero sabía que si ahora hablaba de ese asunto, no podría mantener relaciones con él, así que prefirió callarse y aguantar su ofuscación. Al fin y al cabo, él había roto su relación, no podía reprocharle nada. Él mismo había estado acostándose con su novia, así que él simplemente hizo lo que quiso, era completamente libre.

 

Tampoco pudo pensar mucho más en ello cuando volvió a sentir el dedo del moreno entrando en él nuevamente, esta vez notaba su entrada mucho más relajada. Lentamente se abría, movido por la excitación y la lubricación. Pronto pudo sentir cómo aumentaba la cantidad de dedos y los movía en su interior para dilatarle todo lo que podía, aunque eso sólo hizo que él soltase algunos jadeos y se sonrojase.

 

Con la mano libre que aún le quedaba a Kuroo, fue directamente a su miembro, moviéndolo para que no se bajase su erección y poder ponerse el preservativo. Tsukki decidió intentar relajarse nuevamente, cerrar los ojos y dejarme invadir por las sensaciones y ese calor que crecía en su interior.

 

Al sentir cierto dolorcillo, Tsukki mordió su labio sin ejercer mucha fuerza, la justa para no hacerse daño pero la necesaria para acallar ese quejido que quería salir. Tan sólo podía notar la ligera presión que ejercía el miembro de Kuroo para abrirse camino, antes de salir y escuchar cómo abría nuevamente el bote de lubricante y seguía impregnando el preservativo que recubría su miembro para introducirse una vez más.

 

Tenía razón aquel moreno en que llevaba mucho tiempo sin mantener relaciones sexuales con un chico, de hecho… Kuroo había sido su primer y único chico. Aun así, siempre supo que él no había sido el primero para ese moreno, no… pero intentó pensar que él sería el último y eso le animaba. Ahora se daba cuenta de que tampoco sería así pese a que seguía amándole y sufría en silencio por él. La vida le había llevado a un camino demasiado diferente al que esperaba, o mejor dicho… su padre.

 

Tan sólo se decidió a abrir los ojos al escuchar el largo jadeo de Kuroo una vez entró completamente en él, moviéndose con lentitud para que el menor se acostumbrase a él. Todavía le dolía un poco, pero ya no era tan intenso como la primera intromisión, ahora se iba apaciguando. El placer conseguía que sus músculos se fueran relajando y cediendo ante ese chico.

 

- ¿Estás bien? – preguntó Kuroo algo preocupado por él.

 

- Sí, estoy bien – comentó Tsukki sonrojado al verse en aquella situación una vez más.

 

No pudo seguir hablando, los labios de Kuroo habían atrapado una vez más los suyos, imponiendo de nuevo su ritmo mientras su cadera se movía ahora con más fuerza y rapidez en su interior. ¡Molestia! Sentía molestia ante aquello, pero no se quejó. ¡Tampoco podía con los labios del moreno sobre los suyos!

 

- Te estás tensando – susurró Kuroo sin apartar el roce de sus labios.

 

- Lo siento.

 

- Relájate, dejará de doler en breve.

 

- Lo sé – dijo el rubio – es sólo… que hacía mucho tiempo que no…

 

- Tranquilo, estoy teniendo mucho cuidado. Sólo relájate y entrégate por completo.

 

Era fácil decir eso de “relájate”, pero la verdad… es que estaba nervioso pese a querer aquello. Al menos el dolor disminuía y eso hacía que pudiera disfrutar más de la experiencia. Kuroo empezó a moverse nuevamente, cada vez con más rapidez buscando tanto su placer como el de su compañero.

 

Tsukki siempre había sido bastante silencioso, no porque quisiera, sino porque en realidad era tímido. Eso lo sabía de sobra el moreno, por lo que dejó que sus jadeos escapasen primero para que el menor se relajase y se dejase llevar por la euforia, consiguiendo así que soltase algún leve sonido que motivó más a Kuroo al darse cuenta de que empezaba a disfrutar aquello.

 

Pronto, la habitación se llenó con sus respiraciones agitadas. No eran propensos a ser ruidosos, algo que Kuroo agradecía puesto que Kenma seguía en la habitación de al lado. Había deseado durante tanto tiempo volver a tener una vez con Tsukki, que sólo pensaba en disfrutar el momento, sin embargo, pronto el éxtasis le alcanzó, llevándole al culmen del placer y dejando salir todo su esperma que quedó retenido en el preservativo.

 

Un fuerte sonrojo apareció en el rostro de Tsukki al ver cómo su semen había salido despedido hacia el musculoso abdomen de Kuroo, llenándole de aquella sustancia blanca y obligándole a disculparse de inmediato. El moreno no le he hizo mucho caso, abrió de nuevo el cajón de la mesilla y sacó unos pañuelos para limpiarse, tendiéndole al rubio unos pocos para que se limpiase también las salpicaduras.

 

- Es tarde, creo que deberías quedarte a dormir.

 

- Creo que es mejor que me vaya – comentó Tsukki, pero ambos escucharon la puerta principal cerrándose y después… los gritos de los compañeros borrachos de Kuroo – creo… que aceptaré eso de quedarme aquí por ahora.

 

- Seguramente se dormirán en un rato. Si madrugas un poco, estarán tronco perdidos y podrás marcharte sin que te vean – sugirió Kuroo.

 

- Vale.

 

Tsukki se recostó mejor en el colchón, viendo cómo Kuroo tapaba su cuerpo desnudo con la sábana y se giraba hacia el otro lado dándole la espalda. Durante unos instantes, deseó darse la vuelta y abrazarle o incluso que él lo hiciera, pero sabía que una noche de sexo desenfrenado era lo único que conseguiría de él. El romanticismo se había terminado para ellos. El daño que le había hecho era demasiado grande como para que le perdonase.


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