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Aquel milagro en febrero por Athena Selas

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El milagro

Las celebraciones de fertilidad iniciaron en Rodorio a mediados de febrero. Con singular alegría, los habitantes de aquella aldea llevaron a cabo las fiestas para conmemorar el pronto final del invierno. Para ello se llevaron a cabo banquetes, danzas, juegos y demás ritos para solicitar a los Dioses una próspera y abundante cosecha. Paralelamente, las parejas se encomendaron a las deidades del amor y el erotismo en pos de un año rebosante de cariño y lujuria.

 

El Patriarca y el oráculo de Athena, el búho sagrado que la mayoría del tiempo yacía sobre el hombro izquierdo de Su Santidad, observaron con agrado los rituales a los que fueron invitados aquel preciso 14 de febrero.

 

Fue un día encantador para Kanon y su acompañante. Presenciaron bellas danzas y oraciones a los Dioses, disfrutaron del banquete y finalmente el Patriarca dedicó unas palabras de alegría y celebración a sus entusiastas anfitriones.

 

Antes del ocaso, Su Santidad volvió al Santuario dejando atrás el bullicio de Rodorio.

 

Mientras se adentraban en el pasaje boscoso que separaba el Santuario del poblado, Kanon y Saga se toparon con parejas amándose tórridamente bajo el abrigo de la noche que conmemoraba la fertilidad y el amor.

 

Los amantes se ruborizaban bajo la mirada del bien conocido Patriarca quien se limitaba a inclinar su cabeza a modo de disculpa respetuosa y continuaba su camino sin detenerse.

 

Para cuando alcanzó la Casa de Aries, el mellizo menor se detuvo inquieto y se dio cuenta de que tenía síntomas de excitación.

 

A Kanon le parecía a una vida de distancia desde la última vez que había descargado sus necesidades sexuales apropiadamente. Miró de reojo al búho que encarnaba su gemelo y rehuyó su mirada. Se sintió estúpido.

 

A duras penas el Patriarca fue capaz de llegar a Géminis.

 

"Saga, necesito estar a solas en mi vieja habitación, por favor."

 

Sabía que su hermano mayor no era un idiota, lo conocía mejor que nadie y además no había que ser un genio para descifrar su situación.

 

El búho voló y dejó tranquilo a Kanon quien se encerró en sus empolvados antiguos aposentos.

 

El Patriarca se sentó en una posición apropiada para meditar. Pidió calma y sabiduría. Por primera vez, sus rezos no fueron respondidos por su Diosa. Por el contrario, le fueron revelados los arquetipos del erotismo y el amor carnal. Su cuerpo y su subconsciente no opusieron resistencia y le permitieron hundirse en la lujuria tras un largo tiempo de abstinencia.

 

Cuando abrió los ojos, Kanon se sintió abochornado y delirante. Su mente se había vaciado y sus pensamientos sólo fueron ocupados por una serie de sensuales imágenes donde él y cierto acompañante eran los pecaminosos protagonistas de escenas de una gran carga sexual.

 

Resignado, se llevó una mano a la entrepierna por sobre la blanca túnica.

 

Inmediatamente, otra mano se posó con solidez sobre la suya. Era un puño idéntico al propio. Soltó un suspiro sobresaltado y levantó la vista.

 

Si era un delirio, no quería despertar nunca.


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