Bajo el abrigo de Géminis
Saga estaba desnudo. No era como si los búhos llevaran a cuestas una muda de ropa humana por si acaso una noche eran convertidos en hombres.
Kanon recorrió con la mirada la anatomía de su hermano mayor. Era como si el tiempo no hubiese pasado por aquel cuerpo desde la batalla contra Hades. Su hermano seguía siendo un epítome a la perfección varonil de acuerdo a los estándares griegos. La visión le robó el aliento.
El oráculo de Athena se acercó al Patriarca y depositó un cariñoso beso sobre su frente. Saga cerró los ojos y aspiró el aroma del otro, el cual le evocó nostalgia y emociones apasionadas. Los labios del mayor volvieron a hacer contacto con la piel oliva de Kanon. Perdió la noción de cuántas veces besó ese rostro recorriendo la frente, los párpados, la nariz, las mejillas y el mentón.
"¿Sa-saga?"
Alcanzó a gesticular el otro antes de que sus labios fuesen sellados por los ajenos.
Muy pocas veces se podía experimentar de la sensación de sed in crescendo causada por hacerse con los labios precisos. Apenas sus bocas hicieron contacto, ninguno de los dos pudo parar. Se bebieron con frenesí y experimentaron diferentes formas de ejecutar aquella gratificante caricia.
Honestamente, cuando se besaron por primera vez en el lejano pasado, aún eran un par de nerviosos adolescentes y la experiencia fue más vertiginosa que agradable. Ahora, eran dos hombres completos y sabían lo que deseaban con seguridad. Sus existencias temblaron con emoción y se dejaron abrazar por el sentimiento de anhelo y lujuria que los embargó.
Saga gozó descubrir el cuerpo ajeno con parsimonia. Kanon estaba cubierto con túnicas y prendas sagradas de patriarca. A diferencia de él en el pasado, el menor recurría a distintivos blancos y luminosos para portar. Sonrió.
Se recostaron sobre la cama que solía ocupar Kanon cuando habitó el Templo. Finalmente, al abrazarse desnudos suspiraron enfebrecidos por aquel sueño sólido y delirante.
Aquella noche había acontecido un milagro, así que recorrieron las horas sin prisa, adorándose y memorizando la piel del otro con sus siete sentidos.
Lograron converger en un plano más allá del coito. El estimular sus genitales era igualmente placentero que si uno besaba lentamente la piel que cubría cada vértebra del otro o si se acariciaban las piernas con las puntas de sus dedos.
Cuando vino el clímax, cada uno lo experimentó en puntos temporales diferentes y el derramamiento de su semen fue irrelevante más allá de que a Kanon se le antojó lamer hasta la última gota del elixir de Saga.
Su ritual de erotismo continuó hasta que el agotamiento los obligó a descansar abrazados.
Kanon no quería cerrar sus ojos a pesar de que el fatal cansancio lo estaba aplastando. Sabía que cuando los abriera de nuevo, Saga habría vuelto a tener su forma de oráculo.
El mayor calmó la inquietud del menor arrullándolo con besos sutiles sobre sus mejillas.
"Nos reunirá un milagro nuevamente y cuando sea así, será para siempre"
FIN
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Notas de la autora: Cuando estoy insegura para desarrollar escenas, me dejo llevar por los personajes. Esta vez, me dejé guiar por Saga y Kanon y obtuve un resultado inesperado y gratificante. Nunca antes había descrito una escena erótica tal cual esta, la cual está basada en mi pequeño conocimiento y experiencia sobre sexualidad tántrica. No lo sé, estoy muy conmovida por el lugar hacia donde me llevó el amor que se profesaron estos dos personajes en mi historia.
A Sedragon y el Fanclub Dimensión Twincest ¡Gracias por impulsarme y alentarme a sacar estos bonitos relatos que no sabía era capaz de producir con motivo de San Valentín!
Gracias al público por leer hasta el final. Si el relato fue de su agrado y desean dejar algún comentario, estaré muy feliz de leerlos y escribirles de vuelta. Hasta la próxima.