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Am I still into you? (Bubbline) por MissWriterZK

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Desconocía el motivo de mi insomnio, estaba cansada y no podía dormir. Hacía tanto tiempo que no veía a Bonnie que no dejaba de aparecer día y noche en mi mente. Ese fue el porqué salí de mi casa aquella noche dispuesta a hacerle una visita nocturna a «mi princesa» Debía reconocer que no podía comparar la sensación de descanso de cuando me acurruqué junto a ella en su cama después de haber recuperado su tan preciada camiseta, con la sensación de que me faltaba algo cada vez que despertaba y no la veía junto a mí.

Todo eso era en lo que pensaba mientras volaba en la oscuridad de la noche que solo era iluminada por la luz de las estrellas y de la luna llena. ¡Me gustaba tanto! La noche no era muy fría, aunque debido a la velocidad a la que estaba desplazándome, la suave brisa de la que se podía disfrutar, conseguía erizar mi piel debido al fresco.

No tardé demasiado en tener al Reino de Dulce frente a mí, yendo inmediatamente a la ventana del palacio y torreón donde se encontraba su dormitorio. Me acerqué reduciendo mi velocidad y tarareando la canción que yo misma compuse pensando en ella, «I'm just your problem»

—¿Toc, toc? Hey, Bonnie, ¿te apetece acompañarme a la tienda en un paseo nocturno? Solas tú, yo, la luna y las estrellas, ¿qué me dices?

Nadie contestó, debía estar durmiendo profundamente, debía probar a decir algo que seguro que desaprobaría.

—Solo quiero beberme el rojo de los ojos de los clientes… —mi voz se perdió en aquel espacio—. ¡Es broma! Solo me apetece un granizado.

Tampoco respondió, eso empezaba a inquietarme, normalmente ella tenía un gran oído y digamos que podía sentir mi presencia, cosa que hasta el día de hoy me era desconocida. Me aproximé a ella y tocando con suavidad su hombro, intenté despertarla.

—Bonnie. —dije con calidez en mi voz.

Lo que jamás hubiera imaginado encontrarme fue al Rey de Ooo disfrazado de ella y durmiendo en SU cama y con SU corona.

—¿Quién es? —preguntó él somnoliento.

—¡¿Qué haces tú aquí?! —cuestioné de mal humor.

—La princesa abdicó después de su derrota en unas elecciones totalmente democráticas, así que se autoexilió a una antigua cabaña a orillas de uno de los lagos más alejados. Sigue siendo territorio de este reino, pero permito que siga ahí por misericordia, ¿verdad que soy bueno?

«¿¡Bueno?! ¡Más bien idiota! ¿Cuándo pensaba decirme esa idiota que había sido destronada?»

—¿Cuánto tiempo llevas siendo el rey?

—Cerca de dos meses.

—¡¿Qué?! ¡Y no me ha dicho nada! ¡Yo la mato!

Esas fueron las últimas palabras que intercambié con ese ser repugnante, al cual pude escuchar gritando que comunicara la noticia de que dormía con su pijama. ¡Qué idiota! Bonnie seguía durmiendo con mi camiseta.

Llegué al lugar que me dijo y es cierto que encontré a la princesa en una mecedora armada con una especie de arma de fuego. Parecía… furiosa. Mi curiosidad fue mayor y le pregunté, claro, después de haberle dejado muy claro que debía de haberme contado su situación actual.

—¿Por qué no me has dicho nada? He tenido que enterarme por ese insufrible del Rey de Ooo. —protesté algo molesta y frunciendo mi ceño.

—¿Cómo te lo ha dicho?

—Digamos que he ido a hacerte una pequeña visita nocturna y la que se ha sorprendido he sido yo. ¡Oye, las preguntas las hago yo!

—Lo siento, no quería preocuparte, solo estaba avergonzada de haber perdido a mi gente y a mi reino. Tenía que mentalizarme con ello.

—No es nada vergonzoso, además, ellos se lo pierden. El rey no te llega ni a la suela de los zapatos. —intenté animarla, llevando una mano a su cabello dulce y suave.

—Intento empezar de nuevo con mis ciudadanos calabaza. Son cien por cien leales.

—No lo dudo. —reí ante su ocurrencia, sentándome a su lado y contemplando su pequeño huerto, llamando mi atención el detalle de que la mayoría se encontraban carcomidas, ¿qué estaba pasando?

—El único problema es que unos bichos asquerosos se comen mis cultivos todas las noches. ¡Esta será la última! —amenazó con una voz gélida al mismo tiempo que cargaba su arma.

—Bueno, entonces pasemos la noche vigilando a tus pequeñas alimañas. Será divertido cazarlas.

En momentos como ese agradecía ser un ser nocturno, puesto que mis sentidos se sensibilizaban y mi poder no tenía límites. Tras varias horas de guardia, la plaga se hizo presente, eran unos bichos asquerosos con dientes, muchas manos y cuerpo de gusano. Era la primera vez que veía algo como eso.

Decidí seguirla y cubrir sus espaldas mientras se entretenía en disparar como una loca a todo bicho viviente. Había olvidado lo práctica que era en esas situaciones, ¡disparó a uno de sus objetivos y lo convirtió en una pila con la que alimentar la corriente de la linterna!

—Parece que se nos han escapado por esa madriguera.

—Voy a llegar a la raíz del problema.

Otra vez volvió a recargar esa arma de su propia creación y que era galante de su tecnología sin igual y su intelecto superdotado, esta vez tenía la función de excavar, ¿acaso sería de excavar una galería con eso?

Si, sí que fue posible, en menos de un minuto llegamos a un lugar que me resultaba extrañamente familiar. Probablemente no habíamos estado ahí desde hace más de doscientos años y, según sus cálculos, formaba parte de las galerías mediante las cuales se explotaba el caramelo duro.

—¿Recuerdas lo bien que lo pasamos cuando te saqué de una de esas reuniones inútiles de palacio?

—Creo recordar que fui yo quien te encontró a ti haciendo pintadas en mi propiedad.

—Bueno, bueno, solo es la misma situación vista desde otro ángulo. Además, conseguí que escribieras algo, creo que sé dónde está. ¡Sígueme!

Me siguió hasta el mismo puente roto que yo pasé volando sin problema y que ella, varios siglos atrás, se atrevió a saltar enfrentándose al miedo, aunque, obviamente, jamás la hubiera dejado caer por el precipicio. En esta situación, pulsó un botón de su reloj de muñeca y comenzó a levitar gracias a sus botas. ¡Nunca dejaría de sorprenderme!

—Bonnibel, Bubblegum, siempre tan preparada.

—¡Debo estar preparada para todo! ¡No puedo improvisar y tampoco tengo poderes!

—Eh, tranquila, solo era una broma. —tranquilizaba con una expresión complicada.

—¿Sabes una cosa? Antes el reino no me daba tantos problemas, era pequeño y manejable, pero creció y creció, obligándome a madurar y a centrarme solo en él.

—¿Por eso dejaste de hablarme y me alejaste de ti? —pregunté algo dolida, no había terminado de cicatrizar esa herida y esa pregunta estaba abriéndola de nuevo.

—¡No pongas esa cara! ¡No es lo que piensas!

Iba a confesarme algo revelador, justo cuando mamá plaga decidió intervenir y ella sí que estaba furiosa. Era aún más asquerosa que sus retoños y pudimos comprobar cómo expulsaba los huevos fruto de su ira, creando a más enemigos a los que enfrentarse. Bonnie convirtió su arma en dos pistolas y comenzó a dispararle al mayor problema, mientras yo me encargaba de protegerla de los enanos asquerosos.

No recordaba que fuera tan valiente, todos estos sucesos la estaban marcando. La princesa de un siglo atrás no se hubiera atrevido a meterse en las fauces de un parásito y a rajarlo desde dentro para salir impune. El problema fue que ese parásito hacía honor al «bicho malo nunca muere» y se regeneró mientras yo estaba ocupada con sus crías. Su voz fue lo que me alertó en el momento perfecto para estamparla contra el techo del túnel y romperle la dentadura, dejándola inconsciente con el golpe, pero siendo atrapada en el peso de esa bestia.

Ella me sacó de ahí y nos alejamos, buscando una salida, llegando al fin de un túnel que tenía un agujero por el que podríamos caber, nos metimos sin dudarlo dos veces y ella empleó otra de sus invenciones para crear una pared que retuviera a la madre. ¡No podía creerlo, habíamos encontrado su pintada en esa situación!

—Mira, tu letra no ha cambiado nada, sigue siendo tan cursiva, cursi… —solo bromeaba para picarla, pero cuando volteé y la vi llorando, me sentí como una completa idiota—. No llores, solo bromeaba, me encanta tu letra, ¡es muy linda!

—No es por eso… una de esas alimañas destrozó mi gorro.

—Bueno, siempre podemos conseguirte otro, ¿no?

—Ese no es el problema. ¡He perdido mi gorro, mi trono, mi corona, mi gente, mi reino! ¡He vivido dedicada exclusivamente a eso y ahora no sé cómo continuar! ¡Me alejé de ti sin decirte nada! Lo siento, realmente lo siento, Marceline… todo hubiera sido tan diferente.

—No llores, Bonnie. Si tú lloras, yo lo hago también. —susurré al borde de las lágrimas, abrazándola con calidez y ella hundió su rostro en mi pecho, empapándolo de sus lágrimas. Esa imagen me rompía el corazón—. No tienes nada por lo que disculparte, eso ya pasó y lo hemos superado, ¿de acuerdo?

Hubiera seguido consolándola e incluso la hubiera besado con el sentimentalismo del momento, de no ser por el enorme pedrusco que casi nos aplasta y que provocó que el campo que creó su gadget se volviera inestable y los insectos, si es que pueden recibir ese término, volvieron a entrar.

—No te preocupes, puedo convertir mi brazo en uno de ellos. ¡Seguro que pueden excavar con esa dentadura! Saldremos de aquí, no dejaré que te pase nada malo.

Una vez que estábamos a salvo, de vuelta en la modesta cabaña de madera, pudimos respirar con normalidad.

—¿Desde cuándo puedes hacer eso?

—No lo sé, la verdad, lo descubrí hace poco.

—Estoy muy cansada… —me confesó bostezando y era cierto, solo había que mirarla para ver las profundas ojeras que tenía bajo sus ojos.

—Duerme tranquila, yo cuidaré de ti y de tu nueva gente.

—Creo que llevo cansada desde hace tanto que no recuerdo.

—Solo déjate llevar por el sueño y disfrútalo. Es más necesario que nada.

—Despiértame en quince minutos.

—Prometido.

«Descansa bien, mi princesa, pero no pienso despertarte en un cuarto de hora. Necesitas mucho más que eso para reponerte»

La antigua princesa pudo dormir como hacía tiempo que no dormía gracias a la seguridad y calidez que le proporcionaba la presencia de la vampiresa junto a ella. ¿Cómo pudo vivir alejada de ella durante tanto tiempo? ¿Por qué había que tomar decisiones como aquella?

En esos momentos en los que ella confundía el sueño con la realidad, un recuerdo se hizo presente en su mente. Apareció Finn que hablaba con ella sobre las relaciones.

—¿Sabes una cosa, Finn? Hay veces en las que te gustaría estar con quien amas, abrazar y besar a ese alguien especial, pero por desgracia, no puedes porque la responsabilidad y el poder requieren sacrificios enormes. Siempre terminas hiriendo a quien más amas, a quien supuestamente es el que jamás deberías de hacer llorar. Por eso, jamás busques poder, busca a alguien que te haga sentir único, que te haga volar con un beso, que te hipnotice con una mirada y que te abrace, te cante al oído y te diga que todo va a estar bien cuando no puedes dormir.

Eso era todo lo que Marceline había hecho por ella y ella, ella la abandonó sin tener en cuenta sus sentimientos. Odiaba el poder y se odiaba a sí misma cada vez que recordaba eso.

Dichos recuerdos y pensamientos provocaron que ella comenzara a llorar en sus sueños y que yo secara sus lágrimas con dulzura y la calmara acariciando sus cabellos y posando su cabeza en mi regazo para besar su frente con ternura.

—Bonnie, todo va a ir bien. Mañana será un gran día. —susurré amorosamente, sonriendo como una idiota enamorada.

Yo también recordé todas las veces en las que me decían que, si era la reina de los vampiros, por qué no llevaba corona. Siempre contesté con lo mismo: «Las coronas y tiaras terminan cambiando a las personas y no dejarlas ser quien realmente son. Por eso jamás aceptaré un signo de realeza, no quiero cambiar para tener que alejarme de quienes amo y provocarles dolor»


Notas finales:

¿Les ha parecido acertada la introducción de esas citas que he interpretado? Creo que después de este episodio voy a escribir sobre «Estacas», ¿qué opinan?

¡Gracias por leer!


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