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'KKM! Cortejo {WolfYuu} por amourtenttia

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Notas del capitulo:

Esto es demasiado pronto, incluso para mí~ PERO es justo y necesario, de alguna manera. Tengo que obligarme a hacer el puente entre este capítulo 14 y el encontrón con Waltorana. Y realmente iba a pasar eventualmente... El próximo es otra bomba. 


Dato gracioso, que persiste. El capítulo 15 y 16 tienen como 1,000 palabras cada uno... Y todavía no sé cómo encaminarlos ahí sin que sea tan forzado. 


Siendo mortalmente honesta, quiero escribir cosas sexuales para esta historia en los próximos capítulos, mi alma lo necesita. Ante cualquier duda, el 18 es la respuesta (?) Si para ese capítulo todavía no llega el revolcón, me sentiré decepcionada de mí misma.


Disculpen posibles errores ortográficos, o cualquiera. Y espero disfruten la lectura.

 

Murata Ken continuó observando lo que ocurría delante de sus ojos analíticos sin realmente poder prestar más atención en ello. Había estado pensativo desde el instante en que la realización le pegó duramente unas horas atrás. La imagen de cierto rubio bailaba en su mente de manera constante, recuerdos que había enterrado en lo más profundo de sus memorias intentaban abrirse paso entre su aparente serenidad e iban ganando terreno conforme pasaban los minutos.

Cuando fue evidente que su presencia sería requerida de vuelta en Shin Makoku no pensó que sería por un problema como el que tenía enfrente. Especialmente debido a que él accedió a regresar más por corresponder la solicitud de la madre de su mejor amigo que por tener muchas intensiones de pisar de nuevo ese lugar. 

Contuvo un suspiro mientras escuchaba a Shibuya comenzar con su discurso. Sus propias palabras se repetían una y otra vez. Aunque, no era su voz lo que escuchaba. Y ciertamente no era a su actual rey al que observaba. Parpadeo una vez, dejando finalmente que este doloroso recuerdo ganara la batalla. Entre más rápido lo viviera de nuevo, más rápido podría deshacerse de él.

 

 

Azotó la puerta que cerró tras de sí con demasiada fuerza. Su carácter en otras vidas se había caracterizado por ser bastante inestable, y, todo iniciaba desde el comienzo de su existencia. Empezaba a pensar que se debía precisamente porque fue la vida que compartió con él, quien en ese instante le miraba desde detrás de su escritorio con una duda que no sentía. El rubio sabía qué es lo que pasaba por su mente, qué es lo que le tenía tan iracundo.

—¿Hermanos? ¿Esa ha sido tu respuesta?—cuestionó con voz dura, sintiendo una tristeza profunda en el pecho, a la vez que le miraba con rencor.

Su relación nunca fue buena. No de los modos convencionales. Se odiaban a muerte algunas veces, pero se amaban más que nada en muchas más. Definir dónde terminaba una cosa y dónde empezaba la otra era ciertamente complicado. 

—Medios hermanos—respondió con tranquilidad del rey, regresando su atención al documento entre sus manos, su actuar irritó todavía más al moreno delante de él.

El Gran Sabio caminó los pasos que les separaban con el cuerpo temblando de coraje. Rumores varios circulaban ya por todo el reino acerca de ambos, del tipo de relación que mantenían. Y no era como si pudiera culparlo. Shinou era conocido por tener una absurda cantidad de amantes, precisamente porque él le suplicaba que lo hiciera por el bien de su secreto. Porque era su modo de esconderlo. El problema radicaba en que, a veces, él no podía ocultar su resentimiento por ello. Actuando con mortal seriedad, o pronunciando cosas fuera de lugar. Nadie sabía a ciencia cierta qué pasaba entre ambos, y la historia los recordaría siempre como los amigos más problemáticos que la vida de antaño había conocido.

—¿Sabes lo que supone que te atrevieras a mentir de esa manera?—pregunta el Sabio, molesto, el tinte de tristeza impreso en su mirada es ignorado deliberadamente por el otro— ¿Entiendes lo que has hecho?

El rubio levanta la mirada una vez que su firma está impresa en la página, a la vez que se pone de pie, rodea el escritorio, alcanzando la otra figura mientras sus ojos azules denotan fingida serenidad.

—Lo entiendo perfectamente.

Los ojos negros escocieron intensamente.

—Me parte el alma ser la causa de tu dolor, amado mío... Pero mejor que nadie entiendes que esto es lo que debemos hacer... —le dice, y una vez delante de él, sin que el moreno se oponga, limpia las apenas perceptibles gotas salinas que escapan por su mirada apesadumbrada.

El Sabio mira entonces las hojas sobre la superficie, reconociendo su caligrafía uniéndose a la del otro, en un texto que han tardado semanas completas en redactar, apartándose del rubio. El ser consciente del contenido de éste le causa algo más de malestar. Se suponía que eso sería la llave para su libertad, para que pudiesen unirse sin que nada más importara. Faltaban décadas antes de una nueva guerra, deberían haber sido capaces de aprovechar un poco esta paz efímera... 

—¿Por qué lo has hecho, Shinou? ¿Por qué me has traicionado de esta manera? ¿Es tu amor una farsa?

El rubio le mira dolido, y toma su rostro entre sus manos de nuevo, le obliga a mirarlo atento.

—Mi amor por ti es lo más real que he sentido nunca, no puedes dudar nunca de ello.

—¿Esperas que crea algo así, cuando te atreves a ir contra lo nuestro? ¿Negándonos el ahora? ¿Negándonos un futuro juntos?

El rey ahoga un suspiro apesadumbrado, a la vez que su cabeza se apoya en el hombro del otro, sus brazos rodeando ahora su cuerpo. El Sabio no corresponde el gesto, pero no hace movimiento alguno para alejarlo.

—Si pudiese asegurar que nuestros hijos y tu sobrevivirán, no dudaría ni un momento en unirme a ti en este mismo instante... —confiesa, haciendo que el moreno se tense ligeramente— Pero sabes que no hay certeza alguna... 

—Si tu quisieras, lucharía por entregarte tantos herederos como quisieras... 

—No puedo pedirte morir de esa manera, mi Gran Amor... No soportaría perderte de ese modo.

—¿Prefieres perderme de esta manera entonces? Si me apartas así...

—No existiré en un mundo donde tú no existas.... Tu vida vale más que la mía.

El moreno apartó al rey entonces de él, con mucha fuerza. El rubio no intentó evitar en ningún momento la caída que vino luego de ello, quedando en el suelo delante del otro, mientras la noche misma retaba el cielo de sus ojos.

—No quiero volver a verte nunca, Shinou —declara el Sabio, con el corazón encogido— No tengo que volver a hacerlo, si no estás conmigo...

El rey no intenta detenerlo, y observa su silueta darle la espalda. La promesa escapa de sus labios sin rastro de duda alguna, tal seguridad detiene los pasos del otro.

—Un día... Cuando pienses que toda esperanza entre lo nuestro se ha perdido, cuando creas que has escapado de esto, de tus propios sentimientos, de mí, de lo nuestro... Ese día la prueba definitiva se mostrará ante ti.—dice, serio, pero la revolución de sentimientos se muestran en sus ojos azules, una tormenta de dolor lucha contra el amor devoto que posee por este hombre, que le abandonará en este mismo momento. —En el momento en que lo veas, sabrás de lo que hablo. La prueba de cuánto te amo ahora y lo mucho que seguiré haciéndolo hasta el fin de mi tiempo...

El Sabio cierra los ojos, negándose a guardar esta promesa en su pecho. Nuevas lágrimas se aglomeran en sus ojos, y no se atreve a mirar tras él, pues sabe que no podrá irse si vuelve a encontrar amor en aquel cielo infinitamente distante. Abandona la estancia sin decir nada más, negándose a guardar esperanzas. Shinou le ve ir sin intentar nada más. Cierra los ojos, mientras una sonrisa deprimente surca sus labios. Se permite caer totalmente contra su espalda —continuaba en el suelo, después de todo—, y dibuja en un futuro que sabe lejano un reencuentro que esperará con ansias por siglos enteros.

—Mi sangre continuará buscando a la tuya, mi Gran Amor... Y, cuando lo veas, sabrás que este amor siempre fue lo más real que he sentido nunca, Murata...

 

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—...de mi hermano... Murata.... ¿Mura-chan?

El Sabio consigue regresar al momento presente cuando distingue una voz que le llama con cierta insistencia, cuando parpadea para acostumbrarse de nuevo, se da cuenta de que, otra vez, ha terminado por actuar de modo automático. Han bajado ya de la tarima, así que asume que el discurso ha finalizado. Se siente un poco decepcionado de sí mismo, realmente quería saber qué tipo de palabras usó Shibuya para ese evento.

—¿Estás bien?—inquiere el hermano de su mejor amigo, 

Parado delante suyo, le observa con cierta preocupación. Su repentino mutismo había sido evidente para él, quien sabe lo hablador que puede llegar a ser. Su hermano menor, en cambio, le ha dicho que simplemente le deje estar, pero siendo el hombre responsable que es , Shouri no se permite tal cosa. No cuando la tristeza en el menor es tan evidente. Murata intenta sonreír sin mostrar preocupación alguna, aunque tiene bien practicado este acto, no consigue engañarlo en lo absoluto.

—Estoy bien, hermano mayor...

Shouri le mira sin creer ni una palabra, pero comprende que no dirá nada al respecto.

—Consíguete tu propio hermano—replica, sin pensar.

La expresión del menor se vuelve rara por un instante, tan corto es que teme haber visto mal. Luego sonríe de manera amplia, pero la felicidad no está en sus ojos para nada. Se quedan callados, mientras que siguen los pasos del consejero, quien los guía entonces a sus puestos. Un banquete ha sido preparado como parte de la celebración, así que se han dispuesto varias mesas y sillas por lo largo y ancho de una nueva sala. El próximo Maou de la tierra alza una ceja cuando es guiado a un sitio que ha sido dispuesto especialmente para él, junto a dos asientos vacíos, justo delante de su sobrina, su hermano, y el prometido de éste.

Su expresión causa interés en el rubio, quien le dedica una mirada de orgullo cuando explica:

—Esperaba que padre y madre pudiera acudir también, aunque sé que es poco probable... Es bueno que al menos tú pudieras aparecer...

Shouri debe admitir para sus adentros que el chiquillo rubio no le es tan desagradable. Sí, todavía no perdona que su adorado hermano menor haya decido casarse tan rápidamente, pero tiene que ser sincero con ello... El príncipe es un buen partido. Incluso si es un hombre.

—Sé que ella estará muy feliz por saberlo... —responde, tomando la copa delante de él, mientras que Wolfram responde con una sonrisa satisfecha.

Al lado de él, Yuuri les mira curioso. Wolfram sabe —porque el moreno menor es quien se lo ha contado, e incluso sin eso ya sospechaba de ello—, que su futuro hermano no le tiene en demasiada estima. Inicialmente sospechaba porque era demasiado celoso con él —que era en parte verdad— y por ello desestimaba tan rudamente su futura unión. Sin embargo, luego de la conversación que han mantenido el día anterior, Bielefeld sabe, y está perfectamente seguro de ello, que no es que Shouri le odie. Duda que ese hombre sea capaz de odiar a nadie. Es tan noble como su hermano menor, aunque tenga una apariencia muchísimo más acorde al puesto que ocupará en la tierra. Shouri no lo desprecia a él, no tiene motivos para hacerlo... Lo que odia tanto es la idea de que su adorado hermano menor sea herido de nuevo. Y en eso Wolfram está totalmente de acuerdo.

Si él pensara que por unirse a otro varón cualquiera de sus hermanos será tratado de maneras tan poco educadas también sería bastante renuente a aceptar la unión de ambos. Suerte que en Shin Makoku no pasa nada como eso —salvo en tierras humanas bastante anticuadas—. Ese pensamiento revolotea un poco más en su mente. Allí en el reino no había mucho problema, pero, ¿qué pasaba en la tierra en estos momentos? ¿qué pasaría si Yuuri quería volver de nuevo? ¿Y si él quería acompañarlo? ¿Tendría la libertad de caminar tomados de la mano, o de besarse delante de otras personas como se habían atrevido a hacerlo aquí?

—Veo que te has lucido esta vez organizando este evento... —comenta Shouri hacia el rubio, con expresión serena, éste regresa su atención al ahora.

—He hecho lo mínimo, si te soy sincero... Yuuri es quien ha ultimado todos los detalles. No he ayudado mucho esta vez—confiesa, mirando de reojo al moreno, quien se muestra algo avergonzado.

—Ya habías avanzado bastante para cuando se me ocurrió intervenir—le recuerda, en voz baja, sacándole una sonrisa al mayor.

—¿Yuu-chan? Eso sí que es una sorpresa... Pensé que tú eras quien se encargaba de este tipo de cuestiones. Mi hermano no ha dejado pasar un solo cumpleaños sin estar recordándonos las fiestas que solías prepararle... "Wolfram hizo esto aquella vez..." "O deberías haber visto el pastel que hizo que Gwendal me preparara" "Wolfram también pensó que esto se vería bien"... Creo que te he conocido mejor que a mí mismo debido a lo mucho que estuvo hablando de ti.

El Maou comienza a sonrojarse con fuerza.

—¡Shouri! —le regaña, totalmente avergonzado.

—Es "Hermano mayor" —le recuerda éste, sin arrepentimiento alguno.

Greta solo se dedica a soltar risas por lo bajo, sonrisas discretas surcan los labios del resto de la familia, quienes también prestan atención a aquella conversación.

—Solía encargarme de eso, sí—admite el rubio, retomando la plática, disfrutando interiormente del vergüenza en la expresión de su prometido, no quiere torturarlo mucho más en ese momento, corta con tranquilidad el filete en su plato mientras sigue hablando— Debido a que se espera que los compañeros actúen a la altura de sus futuros esposos, me esforcé mucho con cada evento... Yuuri lo ha hecho mejor que yo la primera vez.

Se forma un silencio momentáneo. El rey interviene antes de que su hermano pueda hablar.

—Bueno, yo tuve bastante ayuda... —intentó, pero la voz del moreno mayor se alza por sobre la suya.

—Es la segunda vez que escucho esa palabra hoy, aunque los contextos son totalmente diferentes... ¿Qué significa eso? ¿"Compañeros" has dicho? 

Shibuya Shouri, contrario a su atolondrado hermano menor, no es tan desconocedor en cuanto a las relaciones homosexuales entre mazokus. En la tierra, Bob es quien le ha explicado por qué en Shin Makoku no representa problema alguno que su hermano contraiga matrimonio con otro varón. No trataron el tema en profundidad porque estaba seguro de que convencería a Yuuri de anular el compromiso, pero evidentemente eso no ocurrió.

—Es una especie de tradición aquí—explica el rubio príncipe, y su ceño se frunce ligeramente— La absurda normativa, si me preguntas a mí... Cuando dos hombres se unen en matrimonio, uno de ellos está obligado a otorgar herederos a su esposo. No poseen un título real, ni se ha designado un nombre oficial, pero, en general, son llamados "Compañeros". 

El futuro Maou de la tierra no necesita que lo explique más. "Existen hombres que son capaces de embarazarse", esas habían sido las exactas palabras de Bob. Asiente de manera distraída, sopesando las palabras del futuro esposo de su hermano. Ni siquiera puede decir que le sorprende que intercambiara de puesto con el otro —porque eso es justo lo que el príncipe dio a entender, y lo que Shouri no necesita que diga realmente—. Cuando su madre se entere... No. Quizá es porque ella sabía de todo esto que no tuvo ningún inconveniente con todo ese asunto del compromiso. Por supuesto que era lógico. Ella siempre anticipó el resultado incluso antes de conocer a Wolfram, muchísimo antes de que Yuuri viajara lejos de la tierra. Su hijo menor tendría hijos. No con una mujer, y ciertamente no en el cuerpo de otro varón. Él mismo los llevaría en su vientre. Ella lo sabía. Maldijo en apenas un susurro. Debió suponerlo desde el comienzo. Su rostro delató su descontento. Su voz siguió el mismo rumbo.

—A veces me pregunto si madre tenía razón, y eres una chica después de todo... —mencionó, con cierto pesar, hacia su hermano, quien le miró con algo que le pareció dolor.

Sin embargo, por primera vez, Yuuri no le respondió .

 

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Wolfram no desea discutir con su futuro cuñado. Realmente no quiere hacerlo. Sin embargo, mientras sus pasos secundan los de su prometido, el notar su expresión decaída le provoca regresar por donde vino e ir a decir una o dos cosas no muy amables a su hermano mayor.

"Ir tan lejos como para decir algo como eso..." piensa, sintiendo su sangre ebullir en su cuerpo.

El resto de la velada ha pasado demasiado rápido para ambos. Luego del discurso del Rey y la manifestación pública de Greta respecto a sus decisiones de retomar sus estudios en una academia humana fuera del país, la cena y el baile han concluido al cabo de unas cuantas horas. A pesar de que Yuuri  ha intentado olvidar el comentario no muy amable de su hermano, y se ha concentrado en disfrutar la noche, para él no pasa desapercibido que en el segundo en que han abandonado el salón la máscara de tranquilidad cae de manera irremediable. Como es habitual, le acompaña hasta su habitación. El silencio se vuelve algo pesado conforme los minutos pasan.

El rubio sabe que buena parte del malestar del menor es por culpa de Gisela y las estúpidas pociones que Yuuri se ha empeñado en tomar por recomendación suya —no que Wolfram pueda saber que fue el moreno quien lo pidió en realidad—. Y últimamente está muy sentimental debido a ello; cualquier cosa puede hacerlo llorar o rabiar. No sería un problema para Wolfram sino fuera porque él reacciona de esa misma manera al verlo. Siempre que su prometido llora delante suyo termina llorando con él. Y últimamente siempre que él se enfada, Yuuri lo hace también.

El príncipe continúa dándole vueltas al asunto cuando finalmente llegan a su destino. El rey tiene una mano sobre la perilla de la puerta de su habitación  cuando la duda que le viene rondando desde temprano se escapa de sus labios.

—Wolf... ¿Crees que actuó como una chica?

La pregunta le toma desprevenido totalmente, por lo que ante el silencio el menor continúa. Su habitual marcha de pensamientos no se detiene fácilmente. 

—Nunca me ha gustado tomar eso muy en serio pero, a veces sí que suelo hacerlo, ¿verdad? Tiendo a ser un poco ridículo con eso. Mis amigos solían burlarse porque antes era mucho más amanerado, inclusive estando en el equipo de béisbol. Supongo que Shouri tiene algo de razón. Incluso mi madre estaba tan segura, cuando me enseñaba cosas que no son muy apropiadas para los niños... Si yo hubiese sido una chica sería más fácil para todos, ¿cierto? Si yo no...

El chico calla abruptamente cuando una mano golpea la puerta delante suyo, pasando por un lado de su cabeza. Se gira sobre su sitio con sorpresa. 

—Eres un chico muy raro... Pero nunca he pensado que lo nuestro sería más fácil si fueses una mujer —confiesa Wolfram, mirándole seriamente.

El moreno se siente avergonzado, baja la mirada mientras sus ojos empiezan a escocer.

—Yo si pensaba ese tipo de cosas contigo...— le recuerda, arrepentido — Me escudaba con el hecho de que usabas esos camisones cuando íbamos a dormir...—murmura.

El mayor retira la mano de la puerta, utiliza esta misma para acomodar sus cabellos, ahora desordenados luego de tanto rato, y finalmente deja escapar un ligero suspiro.

—Siempre supe que tenías muchos más complejos que yo... —musita, algo bajo, luego intenta sonreír un poco—  Usar ropa de mujer no te vuelve mujer. ¿Nunca has visto a Gurrier? 

Yuuri hace una mueca apenas. Esto y aquello no le parece lo mismo. Carece de la seguridad del pelinaranja, y la belleza, si debe ser totalmente honesto.

—Él consigue verse bien en lo que se ponga... —comenta Yuuri— Aunque sean vestidos ridículos. 

—Si no recuerdo mal, ni tu ni yo lucimos tan mal en ellos... Tu dijiste que me veía bastante guapo— rememoró el otro, pensativo— Y tú lucías bastante lindo.

El moreno le miró con el ceño fruncido. Las palabras de su hermano salen de su boca sin poder evitarlo.

—Un chico debe verse guapo. No lindo...

El príncipe le mira con suspicacia. Le sorprende poco que su prometido sea tan inseguro como para permitirse dudar de esa manera con un comentario... Ah~ Con que a esto se referían cuando él tomaba parte en las discusiones con su tío. Su expresión se vuelve algo más seria cuando responde seguro:

—Si mi prometido es lindo, y luce lindo, ¿qué tiene de malo con que le diga lindo?

Un esbozo sonrisa se formó en los labios del Rey, pero no su expresión no era tan alegre. Palabras del pasado vuelven ante el tono y lo similar de la oración "Si el rey es un enclenque ¿Qué tiene de malo con que le diga enclenque?"

—Eso me trae recuerdos...

Se quedan en silencio. Por muy intensa que se vuelve la mirada verdecina, el moreno se niega a observarle de vuelta. Wolfram empieza a desesperarse un poco. Si le deja solo en un momento como este, teme que se quede encerrado consigo mismo de nuevo. Quizá si hubiese recibido otro tipo de educación en la tierra tendría muchísima más confianza en esto. El príncipe ha estado pensándolo mucho últimamente... Debido a que estaba tan cegado convenciéndose a sí mismo para ser el excelente compañero que debía ser, nunca se detuvo a observar demasiado que el moreno era innato para ese tipo de sentimentalismos que los compañeros tan fácilmente exhibían. Nunca despreciaría a nadie por esa capacidad emocional. Él mismo era bastante llorón y se sentía lo suficientemente avergonzado como para mencionar desde dónde venía eso. Pero el rey estaba en un nivel totalmente diferente. Contrario a Günter, quien pensaba muchas veces que cualquiera podía adaptarse a los roles de un compañero, Wolfram estaba seguro de que sin ese algo del que él carecía era una misión imposible. Y su novio lo tenía. Siempre estuvo ahí. El que todos fueran lo suficientemente orgullosos como para negarlo debido a que se trataba del mismísimo Maou era un tema aparte. 

—Yuuri...

El llamado tan serio lo hace buscar su mirada. Se siente un poco sorprendido por la manera en que está observándolo. No puede poner nombre a lo que transmiten sus ojos, solo sabe que le llenan de tranquilidad. La ansiedad que estaba carcomiéndolo desaparece lentamente.

—Shouri no entiende cómo funcionan las cosas aquí, y tu también estás aprendiendo lo que implica realmente—agrega al ver que quería replicar.

Si le llegara a decir que, dentro de la academia donde estudiaban este tipo de personas, pudo graduarse con honores, Yuuri difícilmente le tomaría en serio, ¿cierto? Omite ese tipo de información. Luego tendrán oportunidad para hablar un poco más sobre eso. Su brazo se elva lo suficiente para que su mano acaricie la mejilla del moreno con cariño. Su expresión se ha apaciguado un poco.

—Tus modos no son extraños aquí. Nunca lo han sido totalmente... No cuando piensas en que eres este tipo de persona... Un hombre de un corazón tan puro como para formar su propia familia...

El Maou siente algo cálido en su pecho, mientras su mano busca la suya y se permite esconderse en ambas, mientras continúa perdiéndose en los verdes ojos del otro.

—Me enamoré de ti antes de saber que podrías darme hijos, y te amaría incluso si no pudiéramos tenerlos...

—Wolf...

—No te tortures con ese tipo de pensamientos— pide con voz suave, acercándose a su frente.

Cuando deposita un beso allí, las manos se alejan de su rostro. Sus dedos se entrelazan por inercia. El brazo libre del rubio lo rodea de manera protectora, mientras él esconde la cabeza en su hombro. ¿Cuántas veces han estado en este tipo de posición? El orgulloso príncipe dándole oportunidad de desmoronarse.

"Está bien si lloras" recuerda que le dijo años antes...

—Quédate conmigo hoy...—suplica en un hilo de voz.

—Yuuri...

—Por favor... Sólo hoy...

El rubio mira ligeramente por sobre sus hombros, y hacia a ambos lados del pasillo, sintiendo que el moreno se aferra a él con más fuerza que antes. Suspira apenas cuando se aparta del cuerpo del otro. Cuando los ojos negros le miran casi con resignación termina de rendirse. Nunca supo negarse a nada que le pidiera antes, incluso cuando era con menos necesidad que ahora. ¿Cómo se las ingeniaría para hacerlo en el futuro, cuando se diera cuenta del poder que tenía sobre él?

—Solo hoy...—acepta finalmente, estirando una mano para abrir.

Ingresan en la habitación antes de que el rubio cierre detrás de él, asegurando las puertas. No necesitan que algún curioso tenga posibilidad de encontrarlos juntos en la mañana, incluso si su plan es despertar antes que el moreno, no puede prometer que sea capaz de librarse fácilmente, o quiera salir incluso luego de verlo dormir de nuevo. Camina hacia el armario mientras que el menor se queda quieto en su sitio, dejándose llevar nuevamente por lo negativo de sus ideas. Yuuri está preguntándose si realmente no cometió un error invitándolo a pasar la noche con él cuando siente una mano alrededor de su muñeca. Sigue al rubio hasta la cama, donde la ropa de dormir fue extendida por el otro segundos antes.

—Creí que los odiabas... —comenta sin mucho interés, cuando ve la mano del otro alcanzar la fina tela del camisón rosa que había estado enterrado en el fondo de su armario.

El rubio duda momentáneamente.

—Pensé que te gustaba que los usara... —confiesa, sin mirarlo, cuando su mirada va hacia su lado derecho se encuentra con que el moreno no le observa— ¿Yuuri?

El moreno da un respingo. Se gira hacia el otro y le dedica una sonrisa apenada.

—Te ves bien con ellos, pero no es como si quisiera que uses algo que no te agrada...

Wolfram le evalúa un momento, antes de restarle importancia y empieza a desabotonar la camisa blanca mientras que comenta:

—Por hoy te daré el gusto, la próxima vez esperaré lo mismo de ti... 

Ante la sonrisa divertida del rubio el rey le dedica una mirada confundida.

—¿Qué? ¿Por qué?

La sonrisa crece en los labios del mayor, pese a que es un tono travieso, no existe maldad alguna en sus ojos al decir:

—Creo que te verías muy guapo en él...

Shibuya intenta por todos los medios no insultarlo después de eso. Pero es por ese tipo de comentarios que Yuuri sabe que es el hombre correcto. Porque sabe qué decir para hacerlo sentir mejor, y hacerlo recordar que es él quien siempre lo aceptará como es sin importar la situación. Termina por sorprender al otro cuando, en lugar de apartarlo, decide abrazarlo una vez que están ambos en la cama. El rey sonríe cuando el rubio se enreda con él como lo hacía antes... Su única preocupación antes de dejarse atrapar por Morfeo es que sea capaz de despertar todavía con el cuerpo del otro entre sus brazos, o por lo menos, ambos todavía sobre el colchón, aunque sea a varios centímetros de distancia.

Con que no reciba una patada estará contento.

 

 

 

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En el momento en que Yuuri abre los ojos, unas horas más tarde, puede darse cuenta de que su sueño ha sido algo intranquilo. No puede llamarlo sueño por mucho más tiempo, sabiendo que ni siquiera un esbozo de imagen se ha mostrado en sus mente. No ha dormido realmente, su cuerpo se apagó para descansar, pero no se siente mejor en ese momento. Observa el techo fijo. Escucha perfectamente los suaves ronquidos a un lado suyo... Es casi un arrullo que no recordaba tan efectivo. Le relaja escucharlo. 

Se mueve ligeramente a su costado, a sabiendas de que está libre de hacerlo. Sonríe apenas cuando nota el cuerpo de Wolfram a media cama de distancia. Está todavía en ella, pero solo un poco más y caerá definitivamente, como siempre. Esta vez le tocó ganar el territorio, por lo menos. Cierra los ojos, siente una molestia extraña de nuevo.

En los últimos días ha estado sintiéndose de esa manera. No se siente enfermo, a veces está un poco cansado, su humor es está siempre en constante cambio. Las palabras de Gisela fueron bastante claras con respecto a que debería esperar ese tipo de resultados debido a las pociones que comenzó a tomar. Supuso que era algo que en su mundo sería equivalente a anticonceptivos orales, porque fueron recetados de la manera en que él recordaba éstos funcionaban. Diariamente, preferentemente a las mismas horas, sin interrupciones hasta que su médico lo ordenase.

"—Debido a que el embarazo entre los mazokus está directamente ligado al elemento con el cual se tiene un contrato, las pociones actúan sobre éste en el cuerpo. No se preocupe, no afectará negativamente su poder, pero quizá sí vuelva a desmayarse si utiliza demasiado de manera repentina, como la primera vez... Un mes con el tratamiento debería ser suficiente para protegerlo por el próximo año, sin embargo, recomiendo que lo repita cada 3, no tengo referencias sobre alguien con su cantidad de energía embarazado, así que debe ser muchísimo más fértil a consecuencia de ello"

Yuuri se remueve un poco ante la vívida imagen de esa escena. La médico se encuentra realizando un estudio sobre los mecanismos reales que influyen en la fertilidad, así que confía plenamente en sus conocimientos en el tema. Es un poco incómodo hablar de ello de cualquier manera. Todavía le provoca algo de ansiedad ser llamado "fértil". Es extraño que no se sienta raro por ello, solo... Nervioso. Ahoga un suspiro, moviéndose de nuevo, esta vez dándole la espalda al otro. Preferiría verlo un poco más, pero la posición le provoca esa misma punzada que continúa molestándolo.

"—Le he dicho antes que su cuerpo está listo, y es verdad, sin embargo... Pienso que podría empezar a tener algunos síntomas que debe considerar..."

El moreno intenta no sonrojarse cuando recuerda la mirada que ella le dedicó luego de decir aquello.

"—Debido a que no ha iniciado su vida sexual, era imposible considerar esto, pero, debe entender que su cuerpo todavía pasará por unos cuantos cambios que no son necesariamente físicos... No es nada tan radical como lo que ocurre durante la gestación, no tema. Simplemente el cuerpo... ¿Cómo podría decirlo? Esto sonará extraño, majestad, pero el cuerpo se prepara mentalmente para ese momento... Da pequeños avisos de que está listo. De esta manera, en el momento en que la concepción ocurra, usted lo sabrá de inmediato."

Shibuya cierra los ojos, aquí viene el familiar dolor de cabeza. Otro síntoma. Entre las punzadas fantasma —no encuentra mejor manera de describirlas—, su humor inestable, los dolores de cabeza, y el entumecimiento que a veces siente en la parte inferior de la espalda Yuuri ya no sabe qué más esperar. Aunque Gisela ha intentado darle una amplia gama de posibles efectos secundarios, también ha dicho que siendo él el Maou todo puede variar en forma e intensidad.

"—Si siente algo que considere raro, no dude en decírmelo. No descarte a Lord von Bielefeld si es necesario... No tiene mucha experiencia práctica en el área, pero definitivamente sabe las bases para tratar los dolores que provocan los cambios."

El rey se encoge ligeramente en sí mismo, mientras una de sus manos se coloca por sobre su abdomen. No ha cambiado en lo absoluto, pero se siente tan distinto. Acaricia distraídamente la zona, intentando ignorar la sensación de que algo está ocurriendo ahí... Cuando siente un ligero zumbido en los oídos hace una mueca. Era algo que también podía pasar. Quizá la próxima vez que fuese a la tierra se conseguiría un equipo para revisar la presión, o un estuche médico completo... ¿Y si convencía al pediatra de su mejor amigo para vivir un tiempo allí? Algo inútil para él quizá, pero para su hijo o hija, en algún tiempo...

Suelta el aliento que retiene con bastante fuerza sin darse cuenta de ello.

—¿Yuuri?

Su improvisado ovillo se pronuncia al oírlo. Lo ha despertado. Intenta no quejarse cuando la mano del rubio alcanza su brazo, intentando mirarle. Ahoga un quejido, y puede sentir en el aire que ha comenzado a preocuparse. No es dolor para nada, pero aunque no es que lo mate, la sensación es...

Siente que el aire regresa a sus pulmones lentamente. Ni siquiera había notado que le estaba costando un poco de trabajo respirar con normalidad. Puede extenderse poco a poco, hasta que finalmente es consciente de dos manos que se encuentran sobre su pecho, ahora bajando a su abdomen. Abre los ojos lentamente, no aparta las propias de sí mismo, y Wolfram no intenta quitarlas del sitio tampoco. 

—¿Has estado pasando esto todas las noches?

El rubio ignora deliberadamente su intensa mirada cargada de vergüenza, observando atentamente el accionar de sus propias manos, concentrado en que la energía de éstas se mantenga constante, a un calor agradable. Yuuri suspira bajo cuando se mueven hacia un costado.

—No todas... —admite, bajo.

—¿Cuándo empezaste con el tratamiento? —inquiere el rubio, ahora levantando la mirada con apenas un atisbo de reproche, no permite que su reclamo se convierta en algo más que una pequeña elevación de sus labios.

El Maou desvía la mirada.

—El día que peleamos...

El mayor ahoga un suspiro apenas.

—Debes de tener una energía impresionante, si te está provocando síntomas que usualmente aparecen al finalizar el primer mes...

El moreno sonríe apenas.

—El primer Maou embarazado. ¿No podía ser mejor el segundo? Para tener algo más de tiempo para prepararme física, emocional, y mentalmente...

Cuando el otro no responde regresa su mirada a él, luce algo lamentable. Las manos de Yuuri buscan las suyas, obligándolo a mirarle. El toque analgésico de su magia no desaparece incluso cuando sus ojos le otorgan la atención que demanda.

—No te reclamo en lo absoluto. Estoy bien con esto...

Bielefeld le mira con un poco de duda, regresa su atención a su trabajo.

—Debería haber sido yo...

Yuuri intenta bromear.

—¿Crees que hubieras sentido esto igual de rápido? Creo que habría sido divertido de ver...

El otro frunce el ceño ligeramente, confundido.

—¿Qué tanto has estudiado sobre esto realmente?

No logra entenderlo por completo, Wolfram continúa al darse cuenta de ello.

—Mis síntomas serían completamente distintos... Los cambios que manifiestan la preparación del cuerpo son variados, pero son notoriamente diferentes de acuerdo al usuario. 

—Creo que escuché algo sobre eso, ¿es como lo que dijiste la otra vez? ¿La frustración en eso?

Cuando se considera satisfecho con su serenidad, las manos del rubio finalmente abandonan su cuerpo. Se acomoda mejor en su sitio, con una expresión más bien pensativa, Yuuri también se mueve, apoyándose un poco sobre los codos, observándolo. 

—Esto y aquello no es tan distinto en realidad... —admite, rememorando la conversación fácilmente, luego resume lo mejor que puede— Los elementos con los cuales podemos realizar contratos son esencialmente cuatro: agua, fuego, tierra y viento. Para su estudio en el área médica se han agrupado en dos grupos, y a ellos se han anexado otros que se consideran más puros, como los usuarios de hielo..

—En la capital no hay ninguna familia que posea ese tipo de contratos, ¿no es así? Nunca he conocido a un usuario de esos elementos... —observa Yuuri, pensativo.

El mayor le da la razón.

—Son pocos quienes tienen un contrato así, creo que de mi familia, solo mi madre ha llegado a verlos realmente. Quizá Gwendal pueda contarte sobre eso...

Yuuri asiente, luego regresa su atención a lo anterior.

—Espera, ¿por qué los agruparon en 2? ¿No deberían de ser estudiados individualmente? 

El rubio niega, mientras que acomoda un poco la tela sobre su cuerpo, en serio era complicado encontrar la manera de sentarse bien con ello puesto cuando había perdido el hábito por completo.

—Aunque se ha estudiado por tanto tiempo, todavía no hay tanta información como para separarlos totalmente. Además, tienen ciertas similitudes que no pueden ser ignoradas... Se les llama estables o inestables, y quiero creer que no necesito dónde va cada uno.

El Maou abre la boca, pero no se atreve a responder la duda no expresada. Su prometido rueda los ojos apenas.

—Tienes que estudiar más...—murmura, por lo bajo— Los estables los componen el agua y el viento, por tanto, los inestables son el fuego y la tierra. Ésa es la clasificación.

Shibuya se da un momento para pensar sobre ello, el otro solo se dedica a mirarlo, asegurándose de que esté comprendiendo. Luego de un silencio el rey es quien se atreve a hablar de nuevo.

—Gisela me dijo algo así una vez... Que todo era dependiendo del elemento... Fue antes de que que me diera los resultados. No puse mucha atención porque ella tampoco parecía querer hablar mucho de eso, dijo algo como que era difícil decirlo, Gwendal también me dijo que era un tema inapropiado hace un rato...

El rubio lo piensa un poco antes de responder.

—No es que no se pueda hablar sobre ello—informa— Es... Delicado, de alguna manera. Algunas personas son muy susceptibles al respecto, y tienen buenas razones para serlo. Te lo dije antes, Günter es el ejemplo perfecto. Si le preguntas directamente, responderá lo que quieras, solo debes saber que él intentará evitar por todos los medios que no tengas siquiera oportunidad de sacarle el tema...

—Lo conoces bastante bien, ¿cierto? Siempre creí que se odiaban o algo...

—¿Cómo voy a odiar al hombre que hace feliz a mi hermano? No digas tonterías.

—Lo siento, solo recordaba algunas cosas... Pero dime,¿por qué es delicado? Solo explícame, y no tendré que molestarlo con esto... O, ¿también evitas hablar de eso?

—A veces pienso que debería hacerlo, pero si hablando sobre esto evito que vayas importunando a mi cuñado favorito, tendré que resignarme...—responde Wolfram, casi suspirando

—Eres cruel, prefiriendo protegerlo antes que a tu prometido...—replica el menor, fingiendo tristeza

—No digas cosas así si no sabes qué tan serio es el asunto...—le regaña Wolfram, repentinamente serio, el menor se queda quieto en su sitio, a lo que el otro suspira por lo bajo— Te dije que es un tema delicado...

—Lo siento...

Se quedan en silencio, Yuuri decide sentarse delante de él cuando ve que continúa formulando lo que va a decir. Uno delante del otro, largos minutos transcurren antes de que el príncipe consiga empezar con aquel tema. Se obliga a tener la imagen del consejero y de su hermano en mente. Él está bien con esto. Él no es tan sensible como ellos...

—Probablemente has estado escuchando la palabra "fértil" bastante seguido. Pienso que Gisela ha de estar siendo muy minuciosa cuando habla contigo, así que podría apostar que es lo que ha dicho...

—Ha sido su justa expresión... Ella dijo algo como "Majestad, usted es probablemente el mazoku más fértil que he conocido, y me honra que me permita ayudarlo en este proceso" Fue bastante vergonzoso, para ser honesto.

—Ella tiene razón en lo que dice. 

—¿Qué parte?

—En todo.

Ante la mirada confundida del menor Wolfram explica:

—El que los grupos sean llamados estables e inestables no es un mal chiste... Antiguamente se les clasificó como "Fértiles e infértiles"... Debido a la naturaleza del elemento, usuarios inestables como yo, o como mi hermano mayor, tenemos serias dificultades en muchos aspectos de nuestra vida. La personalidad es la más evidente. Es grosero generalizar con base a un elemento, pero es bastante acertado. Los inestables somos eso. Muy inestables en muchos aspectos. Solemos tener un carácter de lo más desagradable, especialmente durante los primeros años de tener relación con el elemento con el cual realizamos contrato. Si te contara las cosas que hice a tu edad, e incluso antes de alcanzar los 40 te sentirías bastante sorprendido de seguro... Avergonzado incluso

—Gwendal me contó que tuviste tus desplantes pasionales durante misiones donde te acompañó... Y que no eran precisamente eventos asilados—medio acusa, sospechando que no habrá otro momento para cuestionarle sobre ello.

—No puedes reclamarme por cosas que pasaron antes de conocernos—advierte, pero no le permite responder— Además, no es como si yo tuviera mucho que decir sobre eso... Te lo dije antes. Una vez que tengo ganas de hacerlo, no es fácil que esté contento al respecto. —Yuuri intenta no enfurruñarse al escucharlo —Piénsalo de ésta manera... Cuando tu llenas un balde de agua, por mucho que intentes agitarlo, siempre regresa a la calma, ¿no —El moreno asiente lentamente, desconfiado—Si prendes una flama, en cambio, e incluso si limitas su espacio, si no tienes cuidado termina quemándolo todo a su paso... Así es como todo esto funciona... Mi hermano tuvo mejor suerte porque no necesita tanto para relajarse, y no dejes que te engañe, incluso si es suave por dentro, Gwendal no es el puritano que aparenta. Solo mira a Günter de vez en cuando...

—Esa es una imagen mental que no necesitaba...

—No te dije que pensaras en ello, pero gracias por asquearme también

Cuando el Maou está por discutirle escucha una especie de campanilla en su mente.

—Estás desviándote del tema... —observa, asombrado, y está todavía más sorprendido cuando el rubio vuelve a apartar la mirada— Wolfram, ¿qué tan grave es esto? ¿Por qué nadie quiere hablar de ello?— El mayor suspira audiblemente—Puedo preguntarle a Günter, si prefieres...

Cuando Wolfram se observa a mirarlo con temor Yuuri se preocupa más que antes.

—No te atrevas a sacarle el tema. Hablaré. ¿De acuerdo? Solo... Prométeme que no vas a intentar hablar de esto con él.

El rey dudó.

—¿Por qué?

El rubio guardó silencio...

—Wolfram...

El nombrado dio un respingo, antes de rendirse.

—Hace años, durante la guerra... Günter fue elegido para proteger la academia donde trabajaba.... 

—Pero... Creí que él no había luchado nunca en la guerra...

—Nunca peleó en un campo de batalla—corrió el mayor, intentando sonar tranquilo, su voz sonó algo resentida cuando dijo— El consejo le prohibió hacerlo. Las intenciones eran buenas, pero sigue siendo insultante... Negar que alguien tan fuerte como él defienda nuestro hogar...

—Wolfram... —advirtió Yuuri, serio.

—¿Por qué estás tan insistente hoy? Deberíamos de estar durmiendo. 

—Insisto porque sé que estás ocultándome algo, algo serio... Me pides que sea honesto contigo, y me dejas serlo cuando quiero. Yo también quiero consolarte si es necesario, porque es algo como eso, ¿no? No necesitas decirlo... Tus ojos son bastante honestos.

El mayor renegó mientras apartaba la mirada de nuevo. Odió su mirada. A veces le delataba más que su propia expresión.

—¿Qué pasó con Günter entonces? —cuestionó, dándole oportunidad de escapar por la tangente, insistiría luego de esto— Escuché algo hoy... Sobre estar entre la vida y la muerte. Pensé que se trataba de Gwendal...

—Habría sido infinitamente más fácil si hubiese sido así...

El rubio respiró hondo, mientras miraba el techo. Recuerdos demasiado nítidos llegaban a su mente. Y Yuuri ya no estaba tan seguro de querer escucharlo...

 

 

 


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