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'KKM! Cortejo {WolfYuu} por amourtenttia

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Notas del capitulo:

Oficialmente empieza lo bueno... 

 

 

La conversación con el rubio mayor continuó por lo que parecieron horas. Y, en cuanto terminó, Shibuya buscó inmediatamente a su tutor junto al esposo de éste. Al exponer sus intenciones ambos lucieron un poco renuentes, especialmente el mayor de ambos, aceptando finalmente organizar una gran reunión para la tarde siguiente solo hasta que Gwendal informó que tenía todo su apoyo, y que tendrían que hablar nuevamente durante el desayuno, para explicarle las posibles consecuencias que su decisión podría traer. Esa noche la paz mental ligada al cansancio físico provocado por la preocupación antes de su reunión con Lord von Bielefeld le permitió dormir como nunca antes. Si tuvo malestares, no los sintió para nada. Despertó con ánimos renovados el día siguiente e intentó terminar con todo el trabajo que requería su atención. El rey se sintió un poco culpable con Günter por hacerle trabajar toda la mañana con tal de prepararlo todo para antes de que la tarde llegara. Ordenó a un guardia entregar una nota escrita por él al príncipe, pidiéndole paciencia con una simple línea "Confía en mi. Nos veremos hasta la tarde". Si Wolfram sospechó algo por lo menos no intentó ir a sacarle la información al despacho en toda la mañana.

Cuando llegó la hora del desayuno, su cuñado expuso sus preocupaciones con calma. El plan del rey no era tan estúpido como habría esperado, pero quizá esto se debiera a la intervención de Waltorana. Realizar una declaración pública frente al pueblo y los nobles —quienes continuaban en el castillo debido al evento de la noche anterior, y la solicitud del rey para asistir esa misma tarde— era una idea mínimamente aceptable. Los rumores de que el rey estaba siendo educado ahora como compañero para el príncipe habían estado circulando por todo el pueblo, pero nadie había dado ningún comentario al respecto.  Originalmente, los mayores habían acordado que este dato fuese revelado hasta el día de su boda —tenían cierta esperanza de ser capaces de ocultarlo por al menos 10 años más, a sabiendas de lo que podría pasar—, pero cuando Shibuya explicó que si no lo hacía pronto sería más problemático en el futuro, ni siquiera su padrino pudo hacerlo cambiar de opinión. Ante la firmeza de su decisión y la seguridad de victoria en sus ojos prefirieron confiar en él. Sin embargo, todavía quedaban algunos asuntos que el menor tenía que considerar.

La reacción de las familias nobles, y las posibles contramedidas que podrían aplicar.

—La corona siempre se mantiene dentro de la familia... —comentó, cuando supo que tendría que imitar a su esposo en las particulares clases que el menor todavía necesitaba— Si bien el rey original no permitió que existieran registros al respecto, y aunque sus deseos fueron respetados, entre las 10 familias nobles nunca se perdió el rumor de que el Maou que le siguió estaba relacionado de manera directa con él... Hoy día usted lo ha descubierto por sí mismo. El secreto que intentó ocultarse, y que continuamos ocultando por los deseos de Shinou... La familia Bielefeld fue bendecida con el segundo Maou precisamente porque se se trataba del hijo del rey.

Ante la explicación el moreno no puede evitar imaginar un poco aquellos tiempos. Los retratos que encontraran aquella vez en un libro antiguo. Los antepasados de cada uno de ellos. Es imposible que tenga recuerdos de una vida que no vivió, pero el nombre de quien los posee salta en su mente ante la imagen del cuadro donde está de pie junto Shinou. Aunque la posibilidad de entrevistar al Sabio pasa sin pena ni gloria, un detalle no se le escapa.

—Ahora que lo dices... —comenta hacia Gwendal, que le mira a la espera, el menor continúa— Cada vez que hablamos de los que estuvieron en el trono, la mayoría se refiere como "Maou cualquier-número-que-fuera", y nunca como rey primero, o séptimo, o lo que sea...

El general asiente, comprendiendo a lo que se refiere. Se quedan un momento en silencio, mientras que el rey espera la respuesta que el otro continúa formulando. Voltaire ha comenzado a revisar un nuevo documento cuando su voz llena la estancia.

—Hay una razón por la cual habitualmente no se habla de estos temas, especialmente con personas ajenas al consejo... Continúa avergonzando a las familias nobles la actitud de sus antepasados. Al ser usted el rey, debería de haber sido instruido en estos temas durante su infancia, pero por su proceder creo que incluso Günter ha olvidado explicarle sobre esto... Es verdad que el reinado pasa de Maou a Maou por que representan lo mejor de nuestra gente, pero también se tienen medidas cuando eso no es posible...

Shibuya ahí si que siente más interés que antes. Cuando él llegó al reino, Wolfram había hablado de que Gwendal tomara el trono en su lugar, precisamente porque era el más apto. El que todos desestimaran sus palabras —exceptuando al mismo general que afirmó estar dispuesto a hacerlo— le hizo olvidarlo eventualmente, pero no dejaba de parecerle curioso. Incluso el rubio hablaba a veces de que si decidía educar a Greta para reinar en su lugar  en algún punto de sus vidasno era tan extraño, diciendo cosas como que suficientes apoyarían la idea si lo decidían realmente así...

—¿Conoce usted quién ocupó el trono luego de que falleció el rey original? —cuestionó entonces Lord von Voltaire, mirandolo fijamente, y él se sintió en medio de un examen oral para el cual no había estudiado en lo absoluto.

—El segundo Maou... —intentó, aunque ni fue duda ni contó como afirmación.

El mayor negó ligeramente, resignado, apartando la mirada de él, regresando a su trabajo.

—El segundo rey fue el Gran Sabio... —informó, con tranquilidad, como si fuera un dato de conocimiento general.

Como llamar a la estrella que alumbraba los días sol.

—Ah... ¡¿Eh?! ¡¿Murata fue rey?!

¿No había dicho antes que el que ocupó el puesto era alguien de Bielefeld?

El general pareció anticipar la corriente de dudas que con las cuales le atacaría, por lo cual explicó sin necesidad de que dijera nada más.

—No soy quien para afirmarlo o desmentirlo, pero muchos escritos antiguos hablan de que la relación entre Shinou y el Sabio no era sencillamente amistad. Ellos fueron los que intervinieron por las parejas del mismo sexo, así que la suposición de que ellos se trataban de una pareja más nunca perdió intensidad, sin embargo, debido a que el rey era conocido por tener innumerables amantes no pudo confirmarse nada... Finalmente los rumores cesaron cuando su majestad anunció que eran medios hermanos, y esa era la razón detrás de su extraña dinámica personal.

Shibuya solo pudo abrir la boca por la sorpresa, no tenía respuesta alguna para aquello.

—Al fallecer Shinou, y al no existir ningún heredero en ese momento, los fundadores decidieron que su segundo al mando ocupara su puesto, porque era en quien más confianza tenía, y porque se trataba del único con su sangre. El Sabio sabía que pasarían algunos años antes de que el siguiente Maou se manifestara, así que cargó con la responsabilidad del reino por casi cinco décadas a la espera del 2do Maou. El hijo de Rufus Bielefeld ocupó su puesto como Segundo Maou al cumplir los 52 años de edad. Debido a que ella desempeñó el puesto de noble en su familia al tratarse de la única heredera, se ocultó muchos años que se trataba de una mujer... Si hubiese sido de otra manera, su apellido se habría perdido hace mucho tiempo. Seguramente el que tomara tanto tiempo entre una cosa y otra fue un intento de hacer que la gente olvidara ese detalle, pues entonces era inaceptable que una mujer ocupara el título de representante de una familia.

—Espera, eso... Entonces, eso quiere decir que aparte de nosotros los Maou, ¿existen otras personas que pueden ocupar el trono? —inquirió sorprendido, casi pudo verse la ofensa en su rostro.

El mayor sonrió ligero, casi escuchando en su oído lo que realmente pensaba. "Si alguien puede estar antes que yo, ¿por qué no mandas tú hasta que esté listo?"

—No es tan usual como usted está pensando—admitió, firmando la petición delante suyo— Inicialmente, siempre que un Maou no mostrara las aptitudes correctas el pueblo tenía el derecho de solicitar un sustituto que gobernarse hasta que estuviese listo. Sin embargo, cuando la cantidad de pueblerinos aumentó se volvió complicado mantener ese tipo de democracia. Durante la temporada del 10mo Maou  hubieron muchas disputas civiles por ello, hasta que se armó un consejo de nobles de una manera más formal, que representarían los intereses de cada uno de los territorios.

—Y luego se pelearon entre ellos por no ponerse de acuerdo con nada, por muy preparados que estaban, ¿no es así?— preguntó, adivinando que a eso se refería las disputas de las que el consejero le enseñase durante sus clases de historia.

"Las familias nobles no eran tan honorables como ahora" —palabras de Günter, no suyas—. Cada noble intentó anteponer sus propios deseos y aumentar su poder para pasar por encima del reino entero. El cómo Shin Makoku logró sobrevivir a todas esas peleas era un misterio que el otro le resolvería sin proponerlo.

—Fue el primer y último regreso del Gran Sabio lo que vino a cambiar definitivamente las leyes que se estaban siguiendo en esos tiempos... Si no fuera porque fue capaz de redactar un informe de más de 1,000 páginas sobre la primera guerra nadie habría creído que se trataba realmente del segundo rey. Debido a la creciente inconformidad del reino entero él ocupó temporalmente el papel de regente, pero no llegó a ser coronado nunca.

—Así que reinó dos veces...—medio gruñó Shibuya, resentido.

¿De dónde sacaba valor para excusarse cada que le pedía consejos sobre la manera en que reinaba? ¡Siempre repetía que no tenía ese tipo de experiencia! ¡Le mintió en la cara tantas veces! 

Lord von Voltaire ignoró su inconformidad.

—"Si el Maou no se encuentra en condiciones para gobernar, será deber de los 10 nobles, representantes del reino, llegar a un unánime acuerdo para designar a quien gobernará en su lugar. En caso de no compartir lo opinión, si al menos la mitad de ellos están de acuerdo con el cambio de poderes, tendrán que someterlo a una votación a lo largo y ancho de Shin Makoku. El deber de un rey está para con su gente, y por este deber, es finalmente la nación la que tiene el derecho de escoger a su rey"

Cuando el mayor recitó aquello Yuuri casi pudo escuchar la voz impasible del Sabio pronunciando esas mismas palabras con la solemnidad que le atacaba de pronto, recordándole de ese modo que se trataba de un alma más vieja que la existencia misma. Las cosas iban agarrando algo más de sentido para él.

—En ese caso, si es el mismo Maou quien se considera ineficiente en algún momento... —intentó decir, la imagen de la reina paseó por su mente.

Cada vez que ella llegaba a tocar el tema admitía que no se sintió suficiente lista para el papel que tuvo que tomar, pero, ¿por qué si tenía libertad de no hacerlo? ¿Cheri habría decidido no entregar definitivamente su puesto a su hermano? Sabía que Stoffel cometió muchos errores haciéndolos pasar como si fueran de ella, pero, antes de saber eso incluso los nobles deberían de haber intercedido por cualquier otra persona, ¿no?

—Si no se cuenta al menos con la aprobación de la mitad de los diez nobles, el Maou no tiene permitido renunciar a sus responsabilidades... Mi madre fue un caso particular... Ella nunca mostró intención de renunciar. Con las casas de Voltaire, Bielefeld, Christ, Wincott y Grantz de su lado, se impuso por sobre la la sugerencia de Lord von Karbelnikoff de que se retirara del trono.

—¿¡En verdad!? ¿¡Realmente intentaron quitarle el trono!? Espera, Voltaire, Bielefeld, Christ... ¿Wincott y Grantz? ¿No son esas solo cinco de las diez familias?

Cinco de diez en contra suyo, eso era todo lo que necesitaban para quitarla del puesto

—Por ser parte de la familia Spizweg, no se tomó el voto de su hermano a consideración.

—¡Pero tu eras su hijo! ¿No deberían de haberte ignorado también por no ser imparcial?

No se esperó que el mayor sonriera lejos de ofenderse.

—No era yo el representante de la familia en ese entonces... Lo fue mi abuelo.

¡El suegro de Cheri-sama! ¿No era peor entonces?

—Lord von Voltaire Barend era conocido por no permitir que los asuntos familiares se metieran en sus obligaciones, su voto pesó más que los otros porque se trataba del hombre que desheredó a su único hijo por haberse atrevido a unirse a la reina a sus espaldas...

Aquello descolocó al menor. La mirada del mayor pareció ensombrecerse por un corto instante, antes de que la tranquilidad regresara a los ojos azules que parecían brillar con calma. Solía ocurrirle cada vez que pensaba en esa parte de su familia, a quienes no vería más nunca.

—Mi abuelo no tenía mucho aprecio por mi madre debido a que, a sus ojos, arruinó la relación que tenía con mi padre. Los años le permitieron replantearse la idea... Fue su propia personalidad el origen de ese problema. No se trataban mucho de cualquier modo. Cuando falleció mi padre dejaron de verse de manera definitiva, así que los nobles y el pueblo pensaban que seguían peleados por ello... Ella dice que se perdonaron el algún momento durante la guerra, Günter cree que fue porque ella lo buscó directamente para que la apoyara, yo no sé si dar crédito a eso. Nunca le pregunté qué pasó entre ellos realmente...

Para el Maou no dejaba de ser sorprende lo mucho que desconocía de la historia del reino. Pese a que el consejero le hiciera leer y leer sobre ésta hasta que los ojos se le cerraban solos, este tipo de datos no estaban en ningún escrito, así que conocerlo a través de Gwendal le parecía más que alucinante. Se quedaron callados, hasta que el grito del menor casi provoca el infarto del otro.

—¡¿Julia y Adalbert apoyaron a Cheri-sama también?!

No le sorprendía realmente viniendo de parte de Julia, la blanca, antigua dueña de su alma. Era cercana a la reina, después de todo. Sin embargo, dejando a la mujer de lado, ¿Grantz? ¿Por complacerla?

—Adalbert era de los pocos nobles que confiaba en mi madre para crear un reino pacífico... Mi abuelo opinaba igual... Lord Waltorana estaba más renuente, pero según Wolfram, él dijo que estaba seguro de que, de haber sido realmente el reinado de mi madre y no el de Stoffel, nada tan grave habría pasado. Habríamos tenido unos años más prósperos...

El rey no necesitó decir que opinaba lo mismo. Todos quienes conocían parte de aquella oscura temporada, habrían apostado a que Cheri, con algo más de confianza, habría hecho de Shin Makoku un excelente reino. Si tan solo hubiese tenido la voluntad de hierro que poseía ahora... Aunque no era todo culpa de la familia real. Si tan solo los humanos hubiesen puesto también algo más de su parte. ¿Cuántas vidas habrían sido preservadas en ese caso? Pensar en ello le hacía reconocer que sus enemigos necesitaban solo un momento de indecisión de su parte para arruinar la paz por la que tanto luchaba.

Se preguntó si algún día podría encontrarla.

 

 

 

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Mientras empezaba a caer el sol se dirigió al patio para asegurarse de que todo estaba en perfecto orden. Se encontró con Lord von Bielefeld allí. Waltorana le trató respetuosamente antes de que le pidiera acompañarle a un sitio más privado. El rubio demandaba escuchar su discurso antes que nadie, y, aunque Yuuri todavía no se sentía listo para decirlo frente a él, pudo recitar la mayor parte sin muchos inconvenientes. El mayor comentó que no era lo más elegante que podía ser, pero parecía satisfecho.

—Si es honesto, es suficiente— dijo.

Y ahí el Maou supo que su futuro esposo no mintió sobre la debilidad de su casa. La honestidad total era la clave. Eso le brindó más confianza. Para cuando ambos hombres regresaron al patio, se encontraron con que un podio había sido ya dispuesto en el medio del gran espacio.  A su alrededor, una enorme cantidad de gente esperaba por él. Yuuri no pudo evitar recordar esos escenarios donde se presentaban los grupos de música en los eventos en parques y plazas. Casi sonrió con la imagen, antes de tomar aire para luego dirigirse a su puesto. La conversación con Lord von Bielefeld le había dado algo de valor... Si fue capaz de sumarlo a su causa, entonces debería ser capaz de hacer que el resto lo reconociera también, ¿cierto? Tenía sus dudas al respecto... Conociendo a los integrantes de las familias nobles, no estaba seguro de que su plan funcionara. Apelaba a una vena sensible que sabía los nobles no poseían, pero tenía algo de esperanza. Intercambió algunas palabras con Günter antes de subir al podio, informándole de sus deseos para que detuvieran al rubio si era necesario, y preguntando a su vez por la ubicación de éste. Lo encontró a varios metros de él, junto a su familia. Yuuri sonrió al verlo tan alegre junto a Greta, quien hablaba sobre alguna cosa con Gwendal, que le miraba con cariño. Eso le dio más valor.

Subió los escalones que lo separaban del lugar más alto del lugar, y Günter, por su parte, indicó a los presentes disminuir la intensidad de sus sonidos, poco tiempo después el patio entero estaba en silencio. Nobles, ciudadanos, guardias; todos reunidos allí a petición suya. Yuuri confirmó que el consejero estuviera dirigiéndose hacia su esposo antes de aclararse la garganta. Gwendal miró confundido a su compañero antes de asentir hacia el rey, quien sabiendo que tenía luz verde del representante de esa familia, comenzó. Saludó con tanta educación como pudo  e inició el discurso que sabía, todos habían estado esperando desde que el primer rumor sobre su relación inició. Más que la mirada dura de los nobles, Yuuri se sintió bastante intimidado por los hombres y mujeres de su pueblo que habían asistido al evento. Lo notó desde que entró. Las miradas que exigían respuestas, pues anticipaban el motivo de su llamado. Entonces Yuuri comenzó:

—Hace varios años yo caí en los territorios de Shin Makoku por primera vez... Ha pasado un tiempo desde eso, para ustedes, y para mí...  Me gusta pensar que muchas cosas han mejorado desde entonces, pero no quiero continuar comportándome de manera tan inocente al respecto, porque sé que hay temas que no hay cambiado en absoluto.

—¿Qué se supone que está haciendo? —cuestionó Wolfram con los brazos cruzados sobre su pecho, mientras miraba la figura del moreno sobre el podio frente a quizá todo el pueblo, sintiendo un extraño presentimiento.

Desde que Yuuri le mandara la nota tenía esta sensación. Bueno o malo, todavía no podía saberlo.

—Nunca he intentado ocultar que no nací en este mundo; para este momento, todos saben ya que no pertenezco a esta tierra de la manera en que ustedes... Nací en Boston, en un país que pertenece a un mundo distinto a éste. Crecí en Japón, aunque no creo que haya demasiada diferencia para explicar esto... Pero es importante recordarlo, porque deben tener esto claro... Cuando vine aquí, yo, Shibuya Yuuri, quien se iba a convertir en Maou a los 15 años, desconocía la existencia de un mundo parecido a éste. Por eso es un poco vergonzoso para mi confesarles esto...

Wolfram sintió que los vellos de la nuca se le erizaban. Ni siquiera reparó en que su amado tío caminaba hasta quedar cerca de ellos. En su pequeño círculo, sus hermanos, su cuñado, el sabio, su madre y su hija, esperaban atentos la continuación de las palabras del nervioso rey.

—Detenlo —dijo, primero en voz baja, hacia su hermano mayor, luego alzó más la voz ante la mirada confundida del par— Gwendal, Conrad... Hay que detenerlo... Yuuri, él...

—Tomó su decisión —le cortó su tío de manera tajante, mirándolo serio.

A un lado suyo, sus hermanos guardaron silencio.

—¿¡De qué demonios hablas!? —bramó, molesto, luego se volvió hacia el mayor de los tres hermanos, quien no se movió— ¡Gwendal! ¡No bromees! No puedes estar de acuerdo con él...

—Si el Maou lo decidió...

—¡Weller! ¡Di algo!

—Yuuri quiso que fuera de esta manera...

Desde el podio, temblando de manera imperceptible, Yuuri continuó:

—Yo, quien sigue sin poder entender todo siempre, cometí un acto imprudente la primera noche en que visité el Castillo Pacto de Sangre.

Murmullos comenzaron a dejarse escuchar por lo largo y ancho del lugar, poniéndolo un poco nervioso.

—Mucho se ha dicho de los motivos que dieron pie al compromiso en el que todos saben me veo envuelto. Pero tengo entendido que nunca se habló realmente sobre esa noche, ¿no es verdad?

Wolfram dio un paso al frente, siendo frenado por el castaño. Cuando intentó pelear para soltarse, el peligris también detuvo sus pasos.

—¡No pueden dejar que lo diga!

—Así que finalmente expondrá al orgulloso príncipe... —escuchó que musitaba alguien a lo lejos

—Oh, es lamentable. ¿Será acaso que se librará de ello, al final? —replicaba otra.

El rubio quería prender todo en llamas.

—Hace 8 años y medio —dijo el Maou, mortalmente serio— En un acto de ira descontrolada, sintiendo la mayor ofensa, realicé un acto que en mi hogar sería despreciable. Uno que no tenía propósito alguno más que ser una reprimenda.  Desconociendo totalmente las consecuencias que traería aquí esa misma reacción.

Las voces aumentaron.

—Lord Wolfram von Bielefeld, desconociendo mi temperamental carácter, hizo un comentario que yo consideré horrendo y ofensivo... Y pensé en responder de la manera en que harían en mi tierra... Me negué a golpearlo, pues era para mí impensable dañar semejante belleza, así que decidí responder de otra manera igual de seria... Con una cachetada.

Las voces callaron abruptamente. Wolfram se quedó helado en su sitio.

—No sé qué habrán pensando que pasó, pero esa historia de que él se propuso como mi prometido como parte de un plan para quedarse viviendo en el castillo, aprovechándose de mi desconocimiento, es totalmente falsa...  Él nunca hizo nada parecido, porque... Fui yo quien le propuso matrimonio a él.

Hubo un instante de silencio.

—Yo, Shibuya Yuuri, 27avo Maou, en un arranque de ira, abofetee al hombre que ofendió a mi madre delante de mí... Y pedí así su mano delante de la reina, quien me dio la elección de retractarme, a la cual yo, en mi desconocimiento de mis actos,  me negué...

El moreno paseó su mirada por cada persona delante de él, sin poder sorprenderse demasiado por las variadas reacciones que pudo notar... Entonces sus ojos llegaron a los del rubio príncipe, quien se encontraba en brazos de sus hermanos. Aunque se notaba quieto, supo inmediatamente que había intentado pararlo. La postura tensa del trío los delataba.

—Y en el momento en que lo hice, él dijo una frase que nunca olvidaré —continuó, desviando la mirada de él un momento, sonriendo apenas al rememorar perfectamente la voz del orgulloso rubio al mirarle con más odio del que volvió a observarle nunca— "Nunca me había sentido más humillado en mi vida"

Un suspiro generalizado le sacó provocó algo de alegría. No podían creerlo, pero esa era la verdad.

—Si conocieran a este orgulloso príncipe de la manera en que yo lo hago, sabrían que es todo cierto. En ese instante, él me odió como nadie antes. Nuestro compromiso fue lo peor que pudo ocurrir en ese momento para ambos... Ni a mi me interesaba casarme con otro hombre, o con nadie, ni a él ser útil para mí de ninguna manera.

Le gustó un poco que las personas se mostraran sorprendidas por ese hecho en particular. Se entristeció un poco al proseguir con su relato. El rubio no puede pensar correctamente siquiera.

—Él tuvo razón en decir que le condené de una manera cruel por mi estupidez, al comprometernos de esa manera... Él solo quería probar el temperamento del supuesto rey, mismo al que no estaba dispuesto a servir —comentó, casi divertido— Lo lamento por eso, Wolfram... Debí haber sido más paciente en ese momento. Pero también cruzaste la línea metiendo a mi madre en la discusión ...

El rey intenta que su rostro no se descomponga demasiado cuando sigue hablando.

—Habiendo aclarado esto, y, más para confirmar... Yo, el Maou, prometido de Lord von Bielefeld Wolfram, niego aquí y ahora los rumores que han circulado en esta ciudad con respecto a sus intenciones maliciosas conmigo... Lo he dicho al principio, y lo reafirmo. Wolfram no me propuso matrimonio, ni intentó relacionarse conmigo con la intención de ganarse un sitio en este castillo. Fui yo quien decidió por ambos el rumbo de nuestra relación, sin consultarlo con él más que en unas pocas ocasiones... Fui yo quien aceptó continuar con nuestro compromiso, y soy yo quien hoy viene a dar la cara para defender nuestra relación... Y nuestro futuro matrimonio.—continuó, ignorando las miradas pesadas de los nobles que le observaban con recelo.

Como esperaba, ellos desaprobaban que hubiese admitido su problemático carácter públicamente, más aun que decidiera exponer la decisión que sabrían anunciaría en ese momento. Ellos también desconocían la historia completa, así que enterarse de esa manera no ayudaba a calmarlos. Ni a suavizar el hecho de que el rey delante suyo, estaba a punto de declarar delante de todos que estaba dispuesto a renunciar a su cargo por el mismo hombre que insultó a su madre

—En mi tierra natal, es casi imposible que dos personas del mismo sexo se casen legalmente. Por tanto, fue una enorme sorpresa para mi saber que no se trataba de una mala broma aquí, sino que era algo serio...  Dos hombres casándose... Aunque lo tuve en mente, debido a que pensaba que era imposible, nunca me cuestioné nada más... No pregunté por qué era admitido fácilmente ni me interesaba saberlo. Yo no planeaba casarme con él, e incluso sugerí en alguna ocasión anular nuestro compromiso...  Él me mintió algún tiempo, diciendo que su autoestima sería herida si aceptaba anularlo... Ahora sé que no se trataba de ello.

Las personas parecían más interesadas que antes.

—Wolfram no quería arriesgarse a humillarme de ninguna manera anulando él nuestro compromiso, y no me permitió hacerlo a mí tampoco porque  tendría que haber admitido que pedí su mano por error y debido al calor del momento...  Tendría que haber hecho lo que hago hoy, informándoles que aunque intento, puedo tener un carácter problemático. Y él nunca deseó de mí mostrar esto a nadie... Eso es lo mucho que ese hombre se preocupa por mi bienestar, y el del reino... Aceptando cargar con culpas que todos ponen sobre él para que yo no sea herido... Desde el primer momento, creo que nadie se ha interesado tanto en mí como persona más que él. Empujándome a sus maneras para ser un mejor hombre y un mejor rey... Deshaciendo su vida ya formada en Bielefeld para quedarse conmigo, para guiarme en cada caso... Para apoyarme sin esperar nada a cambio. Ése es el tipo de persona que es... Mi prometido no es solamente el orgulloso príncipe malcriado que todos dicen... Es el príncipe con corazón de oro. El que estaba dispuesto a entregarme todo de él con tal de ser útil para nuestra nación.  Siendo útil para mi, a pesar de que inicialmente no tuvo ese deseo. Con toda la intención de ayudarme a cumplir como rey, sin detenerse ni por el alto precio que suponía para él quererme de la manera en que hoy hace...

El Maou guardó silencio un momento. Wolfram sale poco a poco de su letargo

—Honestamente, hasta hace poco, no entendía tampoco lo que implica la unión entre dos hombres. Ni las partes que componen ese tipo de relación... Yo no lo sabía. La clase de hombre que  él estaba renunciando a ser por mí, sin decirme nada sobre ello.

—¿Qué demonios haces, Yuuri? —musitó, por lo bajo el rubio, sin poder creerlo.

—Aquí... Existen hombres entrenan su vida entera para unirse a otros hombres en matrimonio, ¿no es así? Familias viven uniéndose a otras de esa manera en busca de prestigio y ganar más tierras, ignorando el sentir de sus hijos... Mientras un señor noble se interese por ellos, no importa lo que quieran, ¿verdad?

El Maou sintió algo de malestar ante la aprobación de unos u otros. Pero sintió esperanzas cuando la mirada de personas como la de Anissina, Yozak, Gisela, el mismo Gwendal, y hasta su hermano, se oscurecían en claro desacuerdo. Le dolió un poco darse cuenta de que los nobles parecían manejar muy bien la frívola expresión de sus rostros, muchísimo mejor que el propio Waltorana. No tenía manera de saber qué pensaban realmente.

—Pero un príncipe no es educado de esa manera en lo absoluto... Ellos no son entrenados para eso... Para crecer dispuestos a dejar sus vidas enteras para complacer a su esposo... Olvidándose de sus propios gustos. Solo resignándose a dejar todo... Abandonar su título, su entrenamiento. Renunciar a sus reconocimientos, abandonarse a sí mismos...  Ningún príncipe es educado así... Mi príncipe, mi prometido no es así en lo absoluto...

El Maou sintió que las palabras salían con un poco más de facilidad.

—Él nació para ser un hombre de bien, un guerrero formidable. Se educó en el área militar como sus hermanos, y ha demostrado ser excelente donde quiera que decida invertir su tiempo... Es talentoso con las artes, y aunque yo no sé entenderlo, posee un sentido particular para apreciar hasta lo más mínimo. Ve belleza en la vida misma, aunque es tan fuerte como para extinguirla con sus propias manos... El príncipe más encantador que he conocido nunca, con los modales a punto, y la elegancia que solo le dan los años... Fuerte, y con una voluntad inquebrantable... Ése es él.. Ése es el hombre que se ha hecho cargo de mí por los últimos años, ése es Wolfram... Es un caballero en cada pequeño aspecto ligado a la palabra... Es tantas cosas, tiene tantos talentos... Es todo con lo que cualquiera soñaría pero... Él no es un compañero.

Shibuya se obliga a ignorar las miradas insistentes por parte de los nobles, para concentrarse en buscar la calma que intenta llegar desde lo profundo de su pecho. Necesita toda su fuerza de voluntad para continuar diciendo:

—Mi prometido no es un buen compañero... Y nunca va a serlo...  Es incapaz de cumplir un rol semejante y  yo no le pediré que sacrifique por mí todo lo que ha hecho hasta ahora...Todo lo que es, ha sido, y lo que puede ser de hoy en adelante...

Yuuri buscó los ojos verdes entre la enorme cantidad de gente, sintiéndose intimidado de pronto. Debe llenarse de valor. Necesita verlo para ser capaz de decirlo... Encuentra paz en el intranquilo lago que lo recibe con calma.  En el segundo en que escuchar a alguien sugerir que es el final de ese compromiso no puede quedarse callado, no cuando las esmeraldas parecen fracturarse.

—Lord Wolfram von Bielefeld no necesita ser un compañero... —informa, seguro, y su voz no tiembla al decir— ¡Porque yo, Shibuya Yuuri, el Maou, puedo serlo!

Un momentáneo silencio, y luego el ruido de opiniones encontradas no le detienen.

—No ha sido Wolfram quien me diese la idea —advierte, atento a las posibles conspiraciones que ya comienza a escuchar— Pese al desliz de ayer, mismo que provoqué por mis propios actos... Por mi cuenta, yo he aceptado ocupar ese lugar en nuestra relación desde hace meses... Ha sido mi decisión totalmente... Y de ninguna manera he sido presionado para aceptarlo. Yo lo sugerí, y él aceptó luego de que se negase primero por mismas razones...

El rubio se remueve entre los brazos de sus hermanos, y lo hace con más fuerza cuando la intensidad en uno de ellos disminuye. Conrad observa extrañado a Gwendal cuando éste le ordena soltarlo en voz apenas audible. No se opone, a la vez que sus ojos siguen la silueta del menor de los tres caminar rápido hasta el rey.

—¿Por qué? —musita, confundido Weller, sorprendido de las acciones del otro.

—El pueblo debe ver quién está dispuesto a proteger a quien —responde Gwendal, serio.

El temor en su voz es apenas perceptible. Espera no equivocarse.

—Pero majestad... Debe usted entender. Ningún otro mazoku puede estar por encima del Maou—le dice un hombre entrado en años, haciéndolo fruncir el ceño.

—Él no estará por encima de mi. La relación que tengamos no tiene que ver con la forma en que cuidemos del reino.

Escucha a alguien chasquear la lengua con fuerza.

—Está siendo irrazonable, ¿cómo vamos a confiar en un hombre que se somete a otro para guiarnos como país? ¡Ningún compañero es bueno para la política! ¡Es conocimiento general!

Yuuri le mira con enfado.

—Eso es algo que no podemos saber con certeza, ¡porque nunca les han dado la oportunidad de hacerlo...! Lord von Christ ha llevado el control del Castillo por décadas, y es un compañero.

—¡El crédito es todo de su esposo! —replica otra voz, con escepticismo

El Maou gruñe. Nadie va a ofender a su maestro delante de él si puede evitarlo.

—Lord von Voltaire divide su tiempo entre la capital y sus propias tierras, ¿cómo va a ser suyo el mérito del trabajo de su esposo?

—¡Comienza a comportarse como uno de ellos, majestad! —se queja otra persona, con una mueca de asco

—¡No puede ordenarnos aceptar esto!—dice alguien más.

El rey baja la mirada momentáneamente ante lo último. Claro que no puede hacer algo como eso. Incluso como rey, no se concentra en su reinado como una monarquía verdadera. Nunca lo ha hecho. Él quiere la paz para todos... Y esa no se consigue pasando por encima de nadie.

—Yo no puedo imponerles nada —admite, levantando el rostro con orgullo, pero el valor no alcanza su mirada— Pero como Maou, deberían escucharme al menos... Yo puedo...

*¡YUURI! ¡CUIDADO!

No logra continuar, pues un grito de su padrino le hace mirar a otro lado con sorpresa, a la vez que una sombra se coloca delante suyo de repente. El sonido grueso de algo pesado chocando le hace regresar la vista. Delante de él, una conocida silueta se coloca de espaldas a su persona, con ambos brazos extendidos, cubriéndolo del inesperado ataque. Yuuri observa al suelo delante de ambos, notando la tierra hecha pedazos... Alguien ha invocado su propia magia para atacarlo ahí, dentro del castillo. Y su prometido ha aceptado el golpe de la roca contra su cuerpo sin dudarlo siquiera.

—Tendrán que pasar sobre mí para tocarlo —escucha que dice  en un tono gélido, silenciando así todas las quejas de la gente frente a ambos en con un solo comentario.

Wolfram dedica una mirada amenazadora a todos los que le miran con desprecio, y algo de recelo a quienes le observan con más curiosidad que con ganas de joderlo. Las voces disminuyen de intensidad, pero no cesan de dedicarles miradas contrariadas, inseguras. Weller y la guardia se encargan de llevarse a su atacante. Nadie sabe qué pensar, o qué decir. Una cabellera naranjada pasea delante, unos pasos más lejos.  Yuuri puede darse cuenta de que son menos los que parecen renuentes al cambio conforme van pasando los minutos. El actuar de Wolfram segundos antes ha sido influyente a sus propias maneras.

Yozak se asoma entre el público, mirándolos con una nota de diversión en sus ojos, mientras desenvaina su espada, en silencio. Yuuri le mira horrorizado, hasta que ve como el mayor deposita la espada delante del rubio, a la vez que se inclina. La imagen de su padrino y su propio prometido se sobrepone a lo que observa "Esto es para su majestad" casi escucha que dicen.

—Su majestad, Yuuri... O Su Excelencia Wolfram... Quien quiera que lidere este país, yo con honor seguiré su causa de cerca —informa, a la vez que se arrodilla delante de los dos.

—Yozak... —murmura sorprendido el Maou, sin poder creerlo.

—¿Qué haces, Gurrier? —musita un poco desconfiado el rubio.

El nombrado alza la voz para que todos sean capaz de escucharle. Externa la preocupación que muchos comparten.

—Las leyes de Shin Makoku demandan que los compañeros de mayor posición entreguen sus títulos a sus esposos, con el propósito de quitar cualquier preocupación que pudiera interferir con su búsqueda por un hijo... ¿Acaso ya lo has olvidado, excelencia? —responde, serio, Wolfram tuerce el gesto, claro que no lo ha olvidado, pero nunca se ha planteado demandar algo como eso— Por eso lo he decidido... Si ésta es la pareja real que guiará a Shin Makoku, yo, Yozak Gurrier, seguiré sus órdenes con plena confianza de que sabrán guiarnos a la paz que han prometido... Que su majestad Yuuri ha jurado, y que usted, hace casi 7 años, prometió buscar incansablemente también...

La pareja no alcanza a responder nada cuando el rubio observa las siluetas que temía acercarse hasta colocarse en primera fila. La estancia se silencia poco a poco cuando los 10 nobles están reunidos delante de la pareja real, evaluándolos duramente con la mirada. Aunque el rubio intenta oponerse, pronto Yuuri se coloca a un lado suyo. La advertencia escrita en los ojos de su hermano mayor detiene a Wolfram de observar con más enfado a los que continúan mirándolos con aire altivo.

Éste era el preciso momento que más había temido, y que, a consciencia, su prometido ha buscado provocar.

—Ninguna ley dice expresamente que el Maou tenga que renunciar a su cargo si se trata de unirse a otro hombre... Sin embargo, ni un solo Maou antes había caído en un acto tan desvergonzado como para elegirse a sí mismo como el compañero de su unión...  La ley es clara en este sentido... Incluso él tendrá que entregar la corona a su esposo con tal de formar una familia—anunció uno de los nobles, Yuuri reconoció la rojiza cabellera del hermano de Anissina en él, Lord von Karbelnikoff— ¿Cómo podemos permitir semejante acto?

—Si su majestad, el rey original, no ha encontrado motivo para oponerse a esta unión, aun sabiendo el futuro que les esperaba, ¿por qué habríamos de oponernos nosotros? —escuchó que le replicaba Waltorana, defendiéndolos— Si Shinou mismo no hizo nada por rechazarlos, no tenemos mayor motivo para negarnos a su demanda...

El Maou intentó no sorprenderse. Otro noble se mostró ofendido notablemente ante el pelirrojo hombre, quien era quien más parecía juzgarlos con la mirada.

—Sea cual sea el caso, este no es un tema para tratar delante del pueblo —dijo, con voz dura Lord von Christ — Aprovecharemos la presencia de los nobles aquí y lo hablaremos mañana mismo...

—No hay mucho que decir al respecto, Günter —replicó otro, el mayor del grupo, Lord von Radford — Su majestad está determinado a hacer su voluntad, ¿no es así? —inquirió, hacia Yuuri, quien asintió firme— No podemos hacer nada contra eso... Y no me dirá ahora que desconocía sus motivos hoy...

—Los compañeros tienen prohibido ejercer sus profesiones, cuando se trata de puestos de importancia. Tal como dijo ese hombre... —le recordó Lady von Rochefort, mirando sin maldad al pelinaranja, quien asentía a con respeto— La corona deberá pasar a otro, probablemente su futuro esposo... Esa es la ley... La única que importa.... Si es decisión del Maou, no tenemos razones para ir contra de sus deseos, o los del rey original, Lord von Kaberlnikoff. Es perfectamente capaz de decidir ser el gestante de su relación—determinó, con tranquilidad.

—Es demasiado joven como para buscar gestar—respondió Lord von Spitzweg, haciéndose notar por primera vez, y se notaba bastante serio— Con eso en cuenta es absurdo quitarlo del trono, si ni siquiera se ha casado... Ni podemos asegurar que llegue a hacerlo. Puede cambiar de opinión después...

—Pero lo hará, y habrá un cambio de poderes en cualquier caso... — dijo Lord von Radford, mirando a la pareja a través de sus lentes con cierto aire solemne— Si ha llegado tan lejos como para anunciarlo delante del reino, dudo mucho que podamos minimizar la seriedad de sus sentimientos por su futuro esposo...

Cuando el hombre buscó confirmación por parte del rey, este asintió fervientemente.

—¿Es esto realmente lo que desea hacer?

—Estoy completamente seguro...

—No veo por qué oponernos a este cambio particular—comentó otro de los nobles, su tono apacible calmó un poco el ambiente, se trataba de Lord von Gyllenhaal— Dada la incapacidad de Lord von Bielefeld de gestar a su heredero... La otra opción es que busque una pareja distinta... —observó, al mirar de reojo al par agregó— Pero eso parece estar fuera de discusión...

—Sea cual sea el caso, no podemos simplemente permitir que pase por encima de las leyes de esta manera—cortó Stoffel, renuente.

No había manera en que permitiera que el trono cayera en manos de su sobrino —de nuevo— delante de sus narices —por segunda vez— sin que pudiera hacer nada para evitarlo.

—¿De qué leyes habla exactamente?—inquirió Günter, visiblemente molesto— Ninguna ley dice que el Maou no pueda tomar la decisión de convertirse en compañero. Ni una sola hace alusión a ello, en ningún sentido.

—Pero se convierte en compañero al fin y al cabo—objetó Lord von Grantz, padre de Adalbert— Todos sus derechos se vuelven inexistentes considerando esto, no por nuestras órdenes... No puede gobernarnos, está prohibido totalmente. Necesitamos votar por un nuevo regente, es la ley... 

—Su prometido es lo suficientemente capaz de ocupar el puesto, si realmente no quieren permitirle ejercer su cargo... —dijo Günter, su mirada era bastante seria— Sin embargo, si me permiten hacer una observación, yo he respondido ante mis responsabilidades como noble delante de este mismo castillo por décadas ahora, su majestad podría fácilmente, con la instrucción adecuada...

—Es un niño ahora, y tú comparas nuestro trabajo con el de un rey... — le interrumpió el hermano de Cheri, receloso— Tus labores no son las de un monarca, Günter...

Gwendal, quien se había mantenido en silencio, analizando la situación, le dedicó una mirada helada, que le dejó tieso en su sitio.

—No subestime la labor que ejerce mi esposo, Lord von Spitzweg... A la llegada de su majestad, durante su periodo de ausencia e incluso hoy día, no hay otro en el castillo que entienda la carga de trabajo del rey como él... Si Günter, como el compañero que es, considera que su majestad es capaz de soportar la carga, yo creo en su palabra.

—Es admirable que defiendas a tu compañero de esa manera, Gwendal, pero tu juicio no puede ser totalmente imparcial, aunque quieras —le responde Lord von Wincott, quien parecía ser el más sereno entre todos ellos, le sonrió tranquilizadoramente— No digo que Günter no cumpla con sus obligaciones como integrante del consejo, pero todos aquí sabemos que tu también has ayudado en si manejo en el reino...

—Mis intervenciones son mínimas...

—Pero siguen siguen siendo intervenciones, y no es como si él tuviera referencia en el tema que nos preocupa realmente—replica, sereno, aunque hay algo frívolo en sus ojos, provocando que Gwendal le mire con enfado— No intento denigrarlo de ninguna manera... Pero siendo que Lord von Christ nunca ha experimentado su carga actual aunada a la de una gestación, no es como si su opinión sea verdaderamente relevante en este momento—explica, disculpándose apenas con la mirada.

Es cierto. Pese a que continúa firme en sus costumbres, siguiendo la educación impuesta, el consejero no tiene manera de saber si el rey podrá lidiar con su puesto y su obligación como compañero en el futuro. Un rey embarazo era un hecho que nunca antes había ocurrido, y ninguno de ellos parecía dispuesto a saber qué pasaría si permitían eso. Los nobles intercambian miradas entonces con el mayor del grupo, quien continúa sopesando las opciones.

—Aceptaré tus palabras como ciertas —dice hacia Günter el mayor, Lord von Radford, pero no parece estar dispuesto a ceder tampoco en el asunto que les interesa— Es posible que, con el tiempo, el Maou tenga la capacidad de gobernar adecuadamente, y aunque aun no esté ni casado ni en estado, tenemos que considerarlo con seriedad... Cinco años, o quince, no cambia el hecho de que tomó su decisión de cargar él mismo con el heredero que las leyes le exigen... 

Los menores intercambian apenas una mirada.

—Espero comprenda, majestad... Nuestra intervención no se trata de una vendetta contra usted, sino una preocupación seria por su propia salud. Los embarazos en varones no son mortales, sin embargo no son nada fáciles.  No tenemos referencia alguna con su persona con usted en semejante estado... Una mínima carga de estrés podría hacer toda la diferencia entre llegar o no a término de un embarazo, y, además, Lord von Bielefeld desempeñó correctamente su cargo durante los 6 años que lo sustityó... Honestamente, ahora mismo parece ser el único en quien podemos confiar plenamente... 

Ante el descontento del rubio cenizo, conocido opositor a su propia sangre, el líder del grupo agrega:

—¿O preferiría acaso que lo sometamos a una votación nacional, Stoffel? ¿Tiene tanta confianza en un candidato que no conoce, como para entregarle el reino entero?

Stoffel es incapaz de responderle.

—Es la decisión final, entonces—dijo Gunter, intentando no sentirse ofendido.

Aunque él siempre supo como sería el resultado, aun guardaba algo de esperanza.

—Hasta que evaluemos correctamente este caso... Si piensa que es capaz de reinar y otorgar la dicha al reino de un bebé sano, yo creo que puede hacerlo—intervino nuevamente Lord von Gyllenhaal hacia el consejero, quien al igual que Günter se trataba de un compañero, le sonrió conciliador al pelilia, quien se sintió un poco mejor luego de oírlo— Sin embargo, no podemos ignorar los hechos. Su majestad continúa siendo muy joven, incluso para nuestros estándares, y usted mismo, junto con Lord Weller, nos explicó su educación en la tierra... Es lo mejor por ahora. Necesita madurar un poco más... Lord von Bielefeld desempeñará mejor sus funciones...

—Indudablemente, con la experiencia en batalla de nuestro príncipe favorito, su desempeño será notablemente distinto... —aceptó el más viejo, sonriendo tranquilamente— El 27avo Maou era todavía inmaduro...

—Lo hacen sonar como si solo hubieran esperado el momento exacto para quitarlo del trono— declaró Wolfram, hablando finalmente, y sonaba bastante irritado.

Yuuri le miró horrorizado.

—¡Wolfram! —le regañó el Maou, sorprendido.

—Mejor que nadie entiende que este consejo nunca intentó pasar por su autoridad, excelencia —replicó Lord von Radford— Pensamos sin embargo, que, su majestad es demasiado blando... No hemos ocultado nuestra opinión antes ni lo haremos ahora. 

—Pero no habían actuado en su contra de manera tan directa... —replicó, mirándolo sin dejarse intimidar— No me engaña, Lord von Radford, usted ve en esto una oportunidad. Nunca le pareció correcto que tuviéramos un Maou tan joven como él. Ni siquiera cuando es quien ha conseguido más que cualquier otro rey o reina previo a él...

El moreno ahogó un suspiro. ¿Habrá situación en donde el rubio no sea tan descarado a la hora de hablar?

Lord von Radford observó al futuro esposo del rey durante minutos enteros, y este le devolvió la mirada, una tan severa como la que el mismo hombre le dedicaba. El mayor sonrió poco a poco, hasta que sus facciones se relajaron.

—Esa es la diferencia entre usted y su majestad... —comentó, divertido— Será un verdadero placer trabajar con usted...

—¿Eh? —musitó Yuuri, sin entender.

Wolfram suspiró, cruzándose de brazos.

—En serio que son desagradables a veces —musitó, en voz baja, Yuuri volvió a regañarlo, a la vez que los nobles se acercaban entre ellos, intercambiando unas cuantas palabras en voz baja.

Los menores casi podían jurar que escucharon algo parecido a un gemido de inconformidad por parte de Stoffel cuando la decisión fue aceptada por el resto, Gwendal se mantuvo serio cuando se separó del grupo y se encaminó ahora frente a los otros dos. Yuuri casi había olvidado que muchos continuaban allí, tan ansiosos como ellos mismos, a la espera del veredicto del inesperado juicio liderado por las 10 familias nobles de Shin Makoku contra el 27avo Maou. Ni siquiera se molestó en preguntar cuándo fue que las personas se apartaron tanto como para darles privacidad, pero no demasiado como para no poder observar todo el evento. No notó tampoco cuándo fue que Yozak se apartó del grupo para ir directo a su pareja, ni cuando Murata se acercó con pasos meditados hasta ellos, quedándose, sin embargo, a un lado de la antigua Maou, quien les observaba con preocupación mientras abrazaba a la castaña, intercambiando palabras en murmullos inaudibles para él con la más terrorífica de las brujas de Shin Makoku.

Para el rey fue casi poético como el grupo eligió de manera unánime a su futuro cuñado como portavoz. Gwendal von Voltaire se alzaba con aire imponente delante de ambos, dedicándoles una mirada que ninguno pudo descifrar. El moreno tragó grueso cuando el mayor habló.

—Shibuya Yuuri... 27avo Maou y actual regente... Por decisión unánime de parte de las 10 familias nobles, y con el propósito de encaminarlo a una vida adecuada a los estándares de los compañeros... Es usted es relevado de su cargo... —informó, y escucharon como hubo un suspiro generalizado— A partir de este momento, con efecto inmediato, su futuro esposo, Wolfram von Bielefeld,  28avo Maou es el rey de Shin Makoku.

 

 

Notas finales:

Capítulo estimado para el incidente: 18.

 


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