Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

'KKM! Cortejo {WolfYuu} por amourtenttia

[Reviews - 58]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Holiwis. Sé que no pasó tanto tiempo -creo-, pero una disculpa por la demora. Espero disfruten el capítulo ^^


No distraigo más~ A leer <3

 

 

 

.

.

.

El chico menor continúa observándolo fijamente mientras que Shouri intenta comprender las palabras que han salido de su boca. Ha intentado explicárselo de manera sencilla, pero no es posible que Shibuya pueda entenderlo tan fácilmente. Ha vivido años enteros preocupándose por lo mismo... Incluso si Murata lo pone de esa manera, es todavía bastante extraño.

 

Shouri casi rueda los ojos, cruzándose de brazos mientras intenta, no por primera vez, repasar mentalmente sus palabras de antes. Murata ha ido personalmente a buscarlo para desayunar juntos, alegando que su querido hermano menor tiene demasiados problemas como para verlo en ese instante. Shibuya ni siquiera quiere saber qué clase de problemas serán, sabiendo que involucran al actual rey del extraño mundo del cual su adorado pequeño forma parte. Todo estaba transcurriendo en relativa calma hasta que se permitió externar sus dudas respecto al tema que no le estaba dejando tranquilo desde que lo escuchara por primera vez. No quiso intervenir para nada dado que no tenía conocimientos suficientes para objetarle a Yuuri al respecto... Y viendo lo que ocurrió delante de sus narices puede darse cuenta de que es algo más serio de lo que consideró en un principio. Shibuya Shouri habría tomado a su hermano de la mano para llevárselo a la tierra en el segundo en que comprendió que ya no era rey de nada, sino fuera porque el Sabio le prohibió expresamente intervenir, alegando que monarca o no, el menor pertenecía a ese mundo. Pero a Shouri eso poco podía importarle... Bielefeld sería coronado pronto, y Yuuri sería libre de volver. ¿Qué más daba si tenía que llevárselo a rastras?

—Si te atreves a hacer algo como eso, él te odiaría para siempre... Y, para ser totalmente sincero, dudo que tengas verdadera oportunidad de ponerle una mano encima, si es que Lord von Bielefeld se da cuenta de tus intenciones...

Ese simple comentario tras preguntar qué tan factible era tomarlo de vuelta le descolocó al mismo tiempo que le provocó un enfado creciente hacia el rubio príncipe. Shouri no podía decir que odiase demasiado al nombrado hombre, pero ciertamente le provocaba desagrado... Desde que Wolfram llegase a la vida de su pequeño hermano, fue totalmente desplazado. Lo admitía, Yuuri y él tenían una relación complicada, pero eso no borraba el hecho de que era su protegido, su máxima prioridad... ¿Por qué su pequeño hermano era incapaz de entender todo el cariño que sentía por él?

—Entiendo que quieras protegerlo, Shouri... —comentó finalmente el menor, con tal seriedad que el otro no pudo decir nada al oír su nombre— Todos nos preocupamos por él.... Pero no es justificación.

El más alto le miró con enfado.

—¿Por qué habría de permitir que permanezca aquí, ahora que no podrá reinar sobre nadie? Todo este espectáculo suyo no tiene sentido para mí... Si Yuuri no es rey, ¿qué sentido tiene que se quede?

—Shibuya pertenece a este mundo... Bob te lo ha advertido desde el comienzo, ¿no es así? Su sola presencia en tu familia ha sido un préstamo... Tus padres pueden entenderlo.

Las manos del próximo Maou se azotaron contra la mesa con fuerza, sin asustarlo para nada.

—¡No digas bromas, Murata! Yuuri nació en la tierra, creció conmigo allí... Si no tiene obligación más para estar aquí, su lugar...

El Sabio apenas y apartó la mirada, sus lentes opacándose hasta el punto donde el más alto era incapaz de ver nada.

—Su lugar es Shin Makoku—le cortó con tranquilidad el otro, mirándolo casi con frialdad, pero Shouri no podría notarlo— Tu mismo lo has visto... Su naturaleza pertenece a este mundo. Su alma, su carácter... Puede que naciera en la tierra, pero definitivamente no tiene una vida allí...

Eso enfadó al otro todavía más.

—¿No tiene...? ¿Cómo puedes decir algo así? Nuestros padres, yo mismo... Los amigos que dejó allí . La vida que vivió hasta el día en que tú apareciste...

—Fue un error de palabras—admite— Shibuya... Él no tiene futuro en la tierra... No considerando que se ha dado cuenta de su verdadera naturaleza—continúa, regresando la mirada al mayor— Es imposible que un compañero camine libremente en tu mundo. Pero eso ya lo sabes, ¿no?. Lo has visto antes...

Los ojos de Shouri muestran su descontento. Prefiere ignorar lo último, negándose a aceptarlo.

—Naciste allí también. Perteneces a nuestro mundo, igual que él.

El menor sonríe con prepotencia.

—Realmente te estás olvidando de quién soy yo de nuevo, ¿no es así?—musita, notablemente irritado— Hermano mayor... Tu no eres mayor que yo para nada... Si te digo que Shibuya pertenece aquí, es porque éste es el sitio donde debe estar...  Demandar de él algo que no es... No te creí tan despiadado.

Shouri chasquea la lengua, mientras desvía la mirada cuando cruza los brazos sobre su pecho.

—No le he obligado a nada... Yuu-chan siempre ha soñado con formar su propio hogar. Casarse, tener una casa, una buena esposa, y varios niños... No puede hacer nada de ello aquí...

Murata rueda los ojos.

—Tu pequeño hermano nunca ha necesitado una esposa para cumplir ese sueño. Y créeme cuando digo que tampoco ha sido particularmente su deseo encontrar una mujer para ello... 

El Gran Sabio debía admitir que, ocasionalmente —muy raras veces— alguno que otro dato se le pasaba por alto... Habían pasado años desde ello, pero ahora que pensaba en el asunto claro que podía recordarlo. El primer día en sus años de secundaria. Un pequeño chico que fue burlado hasta el cansancio por un comentario tan inocente, uno que en su momento le hizo sentir hasta calma, sin darse cuenta de quién se trataba realmente en ese instante... Sabía que el Maou estaría en su misma clase, pero todavía no estaba seguro de que fuera él. Quizá por eso su mente enterró esa memoria particular. La declaración definitiva que él, igual que el resto, se negó a aceptar.

"—¿Cuál es tu deseo para el futuro, Shibuya-kun?—cuestionó su profesora con interés, las presentaciones de cada nuevo ciclo siempre le hacían sonreír.

Futuros policías, médicos, bomberos... Hasta cosas surrealistas como aliens, robots futuristas y cazadores de animales extintos. Ése tipo de sueños tenían sus alumnos en un primer momento... Hasta que perdían la inocencia propia del fin de su infancia. Ella prefería prolongar ese dulce sueño tanto como fuera posible, haciéndoles hablar de ello hasta que decidieran luchar o abandonarlo definitivamente...

—¿Mi deseo...? Realmente no sé qué es lo que quiero... —admitió el moreno, contrariado

—¿No hay nada que desees más que cualquier otra cosa? ¿Ser un doctor quizá? ¿O jugador profesional?

—¡Quiero jugar Béisball para siempre!—casi gritó, seguro

—¡Jugador profesional entonces!—declara ella, alegre

—¡No!—negó inmediatamente, casi horrorizado— No puedo hacer eso...

—¿Eh? ¿Por qué no? Si es lo que más deseas...

La clase entera se encontraba bastante inmersa en el tema, poco a poco, uno o varios alumnos comenzaron a discutir sobre el tema. Preguntas saltaron por todos lados, y Murata comenzaba a perder el interés en todo el asunto cuando finalmente lo escuchó:

—Deseo conocer a mi príncipe...

Hubo un silencio extraño, pero siendo él tan despreocupado en aquel entonces ni lo notó.

—Más que jugar... Quiero conocer a mi príncipe, y tener una familia con él.

Murata sintió algo de pena por él, a la vez que su pecho se inflaba con un poco de orgullo que olvidó con el paso del tiempo. Condenándose así sin saberlo... Fue el peor año escolar para ambos. Porque aunque Yuuri nunca lo supo, el primero que lo defendió fue él

—¿Un príncipe? —se medio burló, alzando la voz entre los insultos que no le sorprendieron en lo absoluto, viniendo de un grupo de niños que nada sabían de la vida en su reino— ¡Yo me casaría mejor con el rey!"

Pese a que su mirada pesada continuó en el otro por todo el rato, solo pudo regresar verdaderamente al momento cuando el más alto volvió a hablar.

—¿Estás diciéndome que es normal?—cuestiona finalmente, y no puede evitar el tono casi sarcástico que ha utilizado— ¿Estás bromeando?

El Sabio parece molestarse por su comentario. Es de conocimiento general que él, junto a Shinou, desarrollaron las técnicas que permitieron descubrir aquel don particular. No inventaron nada, como era la creencia de muchos, sino que dieron con ello simplemente porque, contrario a otros, buscaban justo lo que encontraron... Que un hombre pudiese quedar en estado. La sangre demoníaca era responsable de que tuvieran esa cualidad. Ningún humano podría hacer eso fácilmente, incluso si la ciencia avanzaba lo suficiente. Era inusual antes, sí. Continúa siéndolo por los tabús que existen al respecto, eso también es verdad... Pero de ello, a señalar aquel maravilloso regalo como si fuese algo enfermizo le hace enfadar con ganas. Especialmente porque aunque pareciera que es justo lo contrario, Shibuya Shouri realmente teme por la integridad de su hermano de manera sincera. Si por lo menos hubiese sido educado apropiadamente, Murata sabe con certeza absoluta que toda esta discusión ni siquiera estaría pasando...

—No te creía tan homófobo, hermano mayor...—dice Murata, recuperando finalmente la calma que estuvo a punto de dejar escapar.

Frente a él, Shouri le mira con cierto recelo.

"Oh, homofobia... La enfermedad de los hombres... ¿Cuándo habría pensado que algo así podría alcanzarnos a nosotros los demonios?"

—No lo soy.... Yo... No es eso lo que me preocupa... —admite a su vez el más alto, siendo arrastrado a la misma calma que el otro proyecta.

Ese es otro don que todos fingen no conocer en los compañeros. La extraña cualidad de relajrelajar el ambiente alrededor de ellos.. Pero Murata no será quien lo confiese.

—Yuu-chan... Él no puede ser gay... 

Murata le mira a través de las gafas con serenidad, el otro no se diga a mirarlo, más concentrado en la mesa vacía delante de ambos.

—Su vida es lo suficientemente complicada como para ser molestado con ello también... No quiero que pase por lo mismo otra vez...

El más bajo ahoga un suspiro, mientras se permite dejar en el olvido la rabia que el otro le provocara antes. 

—Es por eso que debe quedarse aquí, hermano de mi amigo... —responde, tras un silencio— Nuestra sociedad está atrasada en muchas cosas... Y no te digo que será sencillo... Pero al menos aquí no tendrá que preocuparse por ser juzgado por sus preferencias o su simple manera de ser... 

—Pero será juzgado duramente porque puede llevar hijos en su vientre—replica Shouri, sin gracia— No sé qué idea me da más consuelo... Él... Realmente pienso que sería más fácil si pudiera llevármelo. Al menos en la tierra podría protegerlo... Podría hacerlo entender... Sé que Yuuri preferiría casarse con una mujer si llega a entender lo complicado que realmente es.

—Si hubieses tomado esta resolución desde el primer momento, quizá habría sido una opción... Perdiste tu oportunidad desde que puso un pie dentro de este castillo.

—Conrad lo habría convencido antes de ello...

—No es Lord Weller tu verdadero enemigo. Mucho menos él pero... Debes saber que si Yuuri nunca hubiera conocido a Lord von Bielefeld, quizá tú habrías tenido oportunidad de hacerlo vivir una vida más sencilla... 

—¿Quizá?—se medio mofa el más alto, resentido— ¿Realmente no es una opción ahora?

Murata observa fijo tras él, imágenes varias ocupan su mente. Puede verse a sí mismo, tantas vidas atrás recorriendo esos mismos pasillos. Años después en otra nueva oportunidad de vivir ahí. Y otras tantas existencias más que jamás pusieron un pie allí. ¿Cuántas veces ha muerto ya? Aparta la mirada cuando su primer ser encuentra otra figura delante de él... Alto, fuerte, gallardo cual lo recuerda... Rubio hasta lo imposible, y hermoso hasta decir basta.

—Nunca habría sido feliz así... Una vida tranquila no vale nada si estás lejos de la persona que amas. Ni siquiera 147 vidas son comparables a una sola si estás con quien debes estar, por muy problemática que sea esa mera existencia..

El próximo Maou le miró con suspicacia entonces.

—¿Es una conclusión a la que llegaste debido a la experiencia, o solo quieres dártelas de filósofo de nuevo?

Murata sonríe de manera divertida, mientras mira de reojo como Shinou le abraza a la distancia. Qué hermosa vida había sido aquella.

—Quién sabe... Solo puedo decir que estoy seguro de esto... Sin Lord von Bielefeld... Tu hermano estaría perdido ahora... Lo viviste antes, y te juro que es verdad... Perder la esperanza de regresar con la persona amada es su peor mal.

¿Cuántas veces había muerto él por esa misma enfermedad?

 

.

.

.

.

 

 

 

La noticia ha llegado a oídos de su prometido sin que pueda hacer demasiado por evitarlo. Conrart, en cualquier caso, no tenía deseo alguno de ocultarlo demasiado pero, ciertamente, hubiese preferido tratarlo cara a cara con el espía de haberse dado la oportunidad. Su hermano tenía razón hasta cierto punto, dado que solo con verlo al final del pasillo unos minutos atrás le arrastró al primer sitio privado que encontrase y le abrazó con fuerza pronunciando unas palabras que se quedarían grabadas en su mente.

"—Te amo, Conrart. Eso nunca deberías de dudarlo..."

Por toda respuesta, y con las emociones a flor de piel, Conrart admite que su mejor opción no ha sido apartarlo con fuerza mientras intenta cubrir su sonrojado rostro. Lo hace de cualquier modo, mientras sus ojos comienzan a escocer. ¿Qué clase de imagen proyectará ahora delante del hombre que quiere? ¿Una demasiado lamentable? ¿Quizá le agrade su repentina debilidad? Es imposible descifrarlo, dado que la mirada de Yozak no transmite demasiado en ese justo instante, analizando sus reacciones. Esa habilidad suya de ocultar tan bien lo que siente y piensa es lo que marca la diferencia misión a misión. En el momento en que el castaño rehuye su mirada más seria es que empieza a temer de nuevo, no importando si la verdad ha sido pronunciada antes. O si la plática con su hermano mayor había logrado tranquilizarlo. Siempre se divertía tanto burlándose un poco de la actitud de su ahijado. Había pasado tanto desde que sus hormonas controlaran sus actos. ¿Podía realmente culpar a su cuerpo por semejante sube y baja emocional?

—Lo lamento... —consigue decir cuando une la poca serenidad que queda de él, su tono al menos no es tan alborotado como lo es su propio sentir.

Se niega a enfrentar sus ojos cuando la confusión gana terreno en el rostro del otro.

—Sé que no querías esto. Entiendo en la situación que te pone... 

Gurrier le dedica una mirada sorprendida cuando el peso de sus palabras cae finalmente en su consciencia.

—No es bueno para ti, y no era el plan pero...

El mayor puede escuchar claramente las palabras de su hermano de nuevo.

"—El solo hecho de que seas mitad humano lo vuelve lo suficientemente complicado, dado que careces de alguna clase de contrato. Siendo que Gurrier también lo es es incluso considerable que se pongan en duda su relación."

—¿De qué carajo estás hablando, Conrart?

No se trataba solo de que la seguridad de su pequeño estaba en riesgo fuera de su cuerpo... Era que incluso dentro era un tanto complejo. Datos históricos de mestizos en espera eran limitados. Por mucho que su prometido conociese del asunto Weller tenía sus propias experiencias. Le aterraba la idea de perderlo. Y con él, perder todo lo demás. Siendo que ninguno se debía a los comentarios a ninguno le interesaba realmente la opinión pública. No era importante. Pero dado que Conrart formaba parte de la realeza, y el hijo de ambos lo haría también, eran varios factores los que se involucraban allí.

—No queríamos tener ninguno, ¿no es así?

Ciertamente, entre ambos, Yozak Gurrier era quien estaba perfectamente seguro del hecho. Él nunca deseó tener un hijo antes. ¿Cómo podría Conrart decirle que él siempre tuvo un deseo como ese? Una pequeña familia...  Cuando el asunto fue puesto en duda meses atrás Yozak reafirmó su deseo no dicho, sonando tan aliviado cuando la falsa alarma llegó a alborotar su ya de por sí frágil relación.

—Conrart...

Ahora él lo ataría de semejante manera por un total descuido. Algo que no planearon en absoluto. Con un hijo que Conrart ya sabía Yozak nunca deseó tener.

—Está bien para mí, si no quieres involucrarte demasiado... 

Su relación siempre ha sido complicada. Él extrañando a Julia, incluso cuando era incapaz de llamarlo amor todavía. No la quería de esa manera, ni a ella, ni a su ahijado.

—De cualquier manera...

Yozak en cambio juraba amarlo. Pero, ¿era suficiente para ambos?

—Lo perderé de cualquier manera, ¿no es así?

¿Era suficiente el amor que recibía de él como para poder soportar semejante evento?

—Él no sobrevivirá en mí, no podrá hacerlo...

Si perdía a su bebé, y Yozak le dejaba por intentarlo... ¿Podría realmente soportarlo?

—No podré protegerlo.

¿Valía la pena el riesgo, siendo que nada era seguro allí?

Cuando las firmes manos toman su rostro para obligarlo a levantar la mirada se sorprende del helado manto que cubre los ojos del menor. La manera húmeda en que brillan es casi un reflejo de su propia expresión. Está enfadado con él, justo como había esperado.

—Lo quiero... —declara con total seguridad, asustándolo— Incluso si no está destinado a ser... Lo quiero, Conrart. Lo amo. Lo amo tanto como te amo a ti...

Y él se obliga a cerrar los ojos, sin atreverse a creer. Es una situación incierta. Se obliga a pensarlo con la mayor frivolidad que le es posible. Las pocas estadísticas están en contra de ambos. Sin contrato o maryoku, no hay motivo válido para que un ser crezca dentro suyo. La sangre demoníaca es responsable de esta habilidad en los compañeros, ¿por qué él tendría semejante regalo? De entre todas las personas que merecen semejante alegría, ¿qué lo hacía especial? Falló tanto. Cometió tantos pecados... ¿Qué le aseguraba que no era un castigo por sus acciones del pasado?

—Solo debes tener fe, Conrart... Estará bien. Tu y yo vamos a protegerlo. Nuestro hijo estará bien... 

—Pero incluso si nace... —intenta decirle, pero el menor niega de inmediato

—Nadie lo apartará de ti mientras yo esté para defenderlos—afirma

—No tienes esa clase de poder, Yozak —le recuerda, apesadumbrado— Si los nobles... 

—Es nuestro hijo, Conrart. No permitiré que lo aparten de nosotros.

—No estamos casados todavía, e incluso si logramos ocultarlo lo suficiente, ellos intentarán llevárselo si llegase a sobrevivir.

—Sobrevivirá, Capitán. Será un luchador como nosotros... —asegura el espía, limpiando sus mejillas.

Puede comprender de dónde vienen exactamente sus miedos. Más que cualquier otro en el reino, su amante es quien verdaderamente nunca pensó seriamente en que la felicidad llegaría algún día a sus manos. Su relación tomó tanto tiempo precisamente por ello. Enamorado como estaba, Gurrier fue capaz de esperar las décadas necesarias, y los pocos años que restaban. En el momento en que lo conoció por primera vez estuvo seguro de que deseaba quedarse a su lado. Siendo su mejor amigo, o un subordinado. Fuera su solo amante, o el hombre con quien la ley le permitiría casarse. Yozak Gurrier lo amaba desde siempre. Y lo haría hasta el día de su muerte. Pero si existía algo que no podía llegar a amar todavía era su falta de fe. Esa asombrosa capacidad de ocultar tras sonrisas hipócritas la inseguridad que constantemente acababa con él. Cometió tantos errores buscando acabar con la culpa que sentía. Exponiéndose a peligros innecesarios, llamando a la muerte que ignoraba sus gritos. Discutieron tantas veces por ello. Y él soltó semejante imprudencia solo por puro alivio. Porque el miedo que Conrart tenía en ese instante era exactamente el mismo que el suyo.

¿Qué pasaría con ellos si perdían a su bebé?

Más aún... ¿Qué pasaría con Conrart en un futuro semejante?

Un hombre que es incapaz de consolar los problemas más minúsculos de su compañero, ¿qué clase de esperanza podía tener de ser fuerte en el momento decisivo? Si Yozak era realmente incapaz de lidiar con él en lo más mínimo, ¿cómo lo haría después?

"—Ha sido todo una suerte, ¿no lo crees?—"comentó en aquella ocasión, sin saber que ese solo comentario dañaría más su relación.

En su mente no hizo falta decir más, pero Conrart era capaz de comprender lo no dicho.

"Temo perderte a ti, o a nuestro hijo imaginario. Así que esta vez es todo un alivio"

El tinte burlón no habría ayudado en ese momento, y dudaba que fuese útil ahora.

—Como soldados, nuestro deber está con la nación, Yozak. Con las órdenes que nos den... ¿No eres tu el que dice algo como eso primero?—inquiere su prometido con notable ansiedad

Por supuesto, nada prepara al mayor para las seguras palabras del otro. La promesa que hace sin necesidad de ponerle un nombre es evidente. Y el que tome sus manos mientras le observa como quien admira la mayor obra de arte es suficiente motivo para disipar sus miedos uno a uno.

—Le prometí a tu padre cuidar y proteger lo que mas preciaba, y así lo hice... He protegido el reino que me acogió ni bien tuve oportunidad de hacerlo. Pero las cosas han cambiado para mí. Si tengo que elegir entre ustedes y el reino, Honey-chan es libre de cortar mi cabeza por traición, porque no voy a dejarlos, Conrart. Ni a ti, ni al bebé.

Todavía teme por un final feliz para su propia historia, pero incluso entre la duda, la frase que su padre pronunciase siempre llega a su mente. Ilusamente creyó entenderlo cuando conoció a Julia, y reafirmarlo cuando Yuuri llegó a su vida para finalmente quedarse. Qué equivocado estuvo... Comparando esos fuertes lazos con el que ahora sentía por ese pequeño ser que luchaba por llamarse vida. Ése que parece gritarle que todo estará bien.

Recibe el beso de su amante mientras los miedos siguen acosándolo, pero se permite creer por primera vez. Lo que venga podrá enfrentarlo siempre que esté al lado de él. Siempre que pueda confiar en que Yozak estará en cada paso del camino. En que su hijo vivirá, primero en su vientre y luego en brazos de ambos. E incluso si el destino lo aparta, si su castigo es este realmente, solo con empezar a creer es suficiente. 

 

"—Porque tener algo  que proteger, es la mayor felicidad que existe"

 

Cuánta verdad ocultaba su padre en aquella simple oración. Lástima que tanto él como Yozak necesitasen ver el peligro alrededor de su hijo para darse cuenta de que nunca se trató de su amada nación.

.

.

.

.

 

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).