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Miserable Atención por SetsukaBonnie

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  • ¡Eso es imposible! -apoyó fuertemente las manos en el elegante escritorio negro, espantando algunas hojas y botando carpetas al suelo- él jamás haría eso.

 

Un sollozo volvió a salir de los labios temblorosos de su secretaria, la mujer temblaba y lloraba manchando su caro vestido, elegido con mucho cuidado para lucirlo frente a su jefe- es la verdad... me han gritado e insultado, todo fue planeado por Bill -se limpió algunas lágrimas- ¡Si viera como me lo decían! Yo solo mencioné que ahora que no estaba Bill, nosotros haríamos mejor las cosas... tal vez hacerlas mas rápidas sin dejar de ser eficientes y buenos... ¡Ayúdeme, jefe! -lo abrazó, pegando sus pechos mas de lo que podía.

 

Tom la tomó de los hombros y la alejó un poco, le daba pena verla en ese estado. Pero el pelinegro era demasiado sociable y agradable como para hacerle eso a alguien, no cabía en su cabeza que Bill hubiera sido el encargado detrás de lo ocurrido.

 

  • Voy a hablar con los demás, te pedirán disculpas, ¿Está bien? -intentó tranquilizarla, no sabía tratar a mujeres nerviosas y sensibles.

 

  • ¿Y Trümper? -siguió insistiendo- ¿No debería también él pedirme disculpas? Él causó todo...

 

Tenía que ser imparcial en el asunto, mas aún si no conocía todos los detalles- Le pediré que venga mañana, a primera hora todo este incidente será arreglado.

 

Ella sonrió para sus adentros.

 

 

***

 

 

La mañana siguiente, la mayoría, sobre todo el sector donde fue el epicentro, estaban esperando a su jefe. No sería la primera vez que los mandaba a llamar para dar un anuncio, esperaban que fuera sobre su relación con Bill. Debido a la ilusión muchos ya tenían ideas locas en su mente. "Tal vez quiere que lo ayudemos", "A Bill le gustan las Dalias", "¿No sería bonito regalarle un collar?", "Deberíamos ser las damas de honor en su boda".

Distraídos en su mundo no notaron que su pelinegro se acercaba, tenía los ojos hinchados con ojeras que eran cubiertas por sus lentes y su piel estaba mas pálida que de costumbre- ¿De qué hablan? -trató de hablar lo mas suave que pudo, tenía la voz ronca, pero todavía era melodiosa como siempre.

 

Todos voltearon asustados, para luego abrazarlo a como de lugar. Preguntando sobre ayer, su salud, su familia o ánimo. El pelinegro no pudo responder a ninguna de las interrogantes, no iba a poder terminar de responder y se le acabaría la voz.

 

  • ¡SILENCIO TODO EL MUNDO! -la estridente voz de su jefe los hizo acomodarse y pararse rectos. A su lado, yacía esa horrible mujer, acordaron apodarla: La mosca. Porque era tan molesta como ese insecto: siempre rondando y jodiendo la paz de uno- todos aquí no están para ser felicitados, están aquí porque agredieron verbalmente a una compañera -jadearon sorprendidos- es la primera vez que pasa y lo olvidaré, pero antes deben disculparse, todos -dijo serio la última palabra.

 

A regañadientes, porque nadie podría hacerle frente a su jefe sin Bill (el cuál no entendía lo sucedido) se fueron acercando en grupos de tres y cuatro a pedir disculpas. Quedando Bill de brazos cruzados, confundido, ¿Qué problema había pasado en su ausencia?

 

  • Bill -llamó el castaño- tú también.

 

  • ¿Discúlpeme? -preguntó incrédulo. ¡Él ni había estado el día de ayer! Mucho menos alguien le habló de ayer, hasta ese momento nadie le decía nada con respecto a la llamada "agresión verbal"- debo recordarle que yo me fui temprano con su permiso y le mencioné que probablemente faltaría hoy también... no tengo idea de lo que ha sucedido en mi ausencia. Le pido, señor Kaulitz, me explique por qué mis compañeros y colegas están pidiendo disculpas a la secretaria -frunció el ceño, sus brazos cruzados y apoyando su peso en una pierna, estaba enojado.

 

Diablos, adoraban a ese chico de cabellos negros. Solo él podía enfrentarse a Tom. Esperaban que lograra ayudarlos a salir del embrollo.

 

  • ¡No deberías de hablarle de esa manera a tu jefe! -interrumpió la víbora, golpeando con su tacón el suelo.

 

  • Usted no debería levantarme la voz -confrontó con paciencia que no debía tener- le recuerdo que tenemos los mismos derechos y valores, no es superior a mi y no soy superior a usted. Además, con todo respeto que se merece, le he hablado al señor Kaulitz- volvió su mirada.

 

  • ¡Ayer tus protegidos me insultaron! -vocifero harta de todas las palabras que salían de los labios contrarios.

 

Bill volteó a ver a sus amigos, ellos bajaron la cabeza o miraron a otro lado, demasiado avergonzados como para hacerle frente a su adorado supervisor. Él estaba cansado y con un dolor de cabeza lo bastante fuerte como para seguir discutiendo. Regreso su atención a la mujer.

 

  • Ya te han pedido disculpas, ¿Cuál es el problema?

 

  • Eres parte de esto involuntariamente -decidió hablar Tom- están bajo tu supervisión, por lo tanto, también debes dar el ejemplo y pedir disculpas. Esto no debe volverse a repetir. Como tu jefe, te ordeno pedirle disculpas de inmediato.

 

Bill no sabía qué responder. Nunca le había hablado así, el rostro serio y los ojos sin ningún rastro de sentimiento. No era el hombre al que le tenía respeto y admiración, ni amor.

 

Tomándose el tiempo de respirar y querer calmarse, se acercó- lo siento. Hablaré con ellos y esto no se repetirá.

 

  • Eso espero -se alejó dispuesta a regresar al lado de Tom.

 

Tom dio por terminada la actividad y regresó junto con ella a su planta en el elevador.

 

Todos se acercaron al pelinegro que había empezado a llorar de repente. Su corazón estaba sensible por sucesos previos y encima se venía la forma de hablar de Tom. Estaba cansado de como habían ido las cosas en esas semanas, no tenía tiempo para relajarse, estar a solas unas horas para si mismo. Quería tirar todo por la borda y simplemente tirarse a su cama para simplemente olvidarse de todo aquello que lo agobiaba.

 

Cuando logró parar su llanto, pidió que no se hablara del tema, esto se mantendría entre ellos. No deberían ocurrir mas insultos por mas que la situación fuera desagradable, se lo dirían a él y hablaría con Tom al respecto y buscaría la forma de solucionarlo sin tener heridos.

 

Todos asintieron en silencio y fueron cada uno a paso lento a su labores. Los días en la empresa no prometían ser buenos

 

Y eso se confirmó una hora antes del fin de la jornada a fines de mes.

 

Habían estado siendo vigilados por su jefe cada dos horas. Este venía, paseaba como cualquiera y luego regresaba. Manteniendo una mirada fija en todos, y sobre todo en Bill.

 

El azabache mantenía el perfil bajo cuando no ayudaba a sus compañeros. Al momento en que lo necesitaban radicalmente ponía una sonrisa en su rostro y se acercaba amable y dulce. Luego caminaba un poco cruzado de brazos y la cabeza baja, llamaba a alguien con los hombros encogidos temblando un poco, podían ver que aguantaba las ganas de llorar.

Y no podían hacer nada por consolarlo, se turnaban para darle un te cada uno luego de una llamada.

Duró por lo menos una semana así.

 

Luego regresó con un mejor perfil, pero notaban el desgaste que había hecho, sus ojos cansados tras esas grandes gafas, la ropa había empezado a quedarle un poco mas grande de lo habitual. Estaba cansado.

 

Y llegó el día.

 

Tom mandó a llamarle.

 

El pelinegro no fue visto luego de eso. Los del piso superior les dijeron que escucharon gritos de la oficina del jefe, tanto de él como de Bill. Discutían y no entendían muy bien de qué.

 

El pelinegro salió dando grandes zancadas enojado y llorando.

 

Y finalmente se dio el anuncio de que había renunciado.


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