~De viajes búsquedas y encuentros~ por Paxito

La capacidad de asombro. Muchos viajeros, con el tiempo, pierden la capacidad de asombrarse por las maravillas frente a ellos. Algunos se vuelven exigentes, cínicos o apáticos. Convierten los sitios en una competencia, siempre esperando que la adrenalina a la incertidumbre los llene.

Seiya no. Para el japonés todo le era nuevo y asombroso, y eso ...era agotador. 

Tanta energía e hiperactividad suele impulsarlo, sin embargo aquello también le impedía enfocarse en una sola cosa o en un camino. La dispersión constante es un desgaste que en ese momento empezaba a mermar su espíritu.

Cuando eso sucedía. Que Seiya empezaba a dudar. Y no era la primera vez.

¿Donde estoy? ¿A donde voy? ¿Qué busco?.

Pensaba que recorrer el camino y el mantenerse en movimiento le daría automáticamente una respuesta clara. El solía ser un chico que  podía definirse en una palabra : Seguro. 

Seguro de sí mismo, autosuficiente. Y lo era. pero eso no significaba que no se sintiera perdido y temeroso.

Por primera vez, detuvo su acelerado andar. Frunció el ceño y respiró profundamente.  Sentía una extraña sensación en el pecho, un vació. Miró de un lado a otro buscando...buscando… buscando.

Recordó a Sísifo, el hombre árbol en la laguna y recordó a Gestalt, el centauro y su control emocional y su determinación para llegar a su amado. 

Seiya armó un pequeño campamento improvisado y taradeando una canción no aprendida
 encendió una fogata para cocinar los pescados que Sísifo le ha regalado. Usando lo que tiene a su alcance, aunado a  su creatividad e ingenio, Seiya usa unas ramas que utiliza como brochetas y prepara un caldo con setas y otros ingredientes.

Una vez sentado frente al fuego crepitando y danzando para el, el nipon recuerda algo. A alguien. La llamas cambian sus formas, decrecen y se alzan de nuevo. Le parecía ver un ave entre el fuego.

Apretó la mano sobre su pecho por un espasmo. El viento helado del norte también le hicieron estremecer, pero no por el frío. Sisifo le había mencionado que solía hablar con el viento. Pero el solo escuchaba el batir de unas alas lejanas y el cántico de los cisnes salvajes.

Le vino a la mente unos ojos tan azules como el cielo de grecia.

¿Qué es esta nostalgia? El viento gemía como si le quisiera decir algo, peinaba las ramas de los árboles. A lo lejos el sonido del agua fluir y muriendo en una cascada, bastante alejada pero en su mente, por alguna razón, podía verla, podía ver como si volara, el meandro zizagueante que asemejaba el cuerpo de un drag   ón.

Combato por amistad. ... La amistad es nuestro único tesoro en este mundo.  Ignoro por qué razón lucha la gente yo prefiero dar mi vida por aquello en lo que creo.[1]

Seiya tomó de la base la brocheta y llevó su festín a su boca. Pero a mitad de camino se detuvo. 

Al hacerlo una campanilla atada a su muñeca con un listón rojo tintiritó con un dulce sonido. Enredada en los hilos rojos, había flores.

― Seiya…

Seiya miró fijamente esa campanilla. ¿Siempre la he llevado puesta? ¿y esas flores?.  Confuso, Seiya lleva el pescado a su boca, mastica lentamente. La campanilla sigue sonando, junto al viento, junto al fuego y al agua. Cada mordida que daba saciaba su estómago calmando esa sensación que le agobiaba, pero entonces…¿qué son estás lágrimas?. Seiya lloraba. Riachuelos que corrían sin control por sus mejillas y goteaban al suelo.
Las dejo fluir libres.

“ ...tal vez de verdad no haya nada en este mundo en lo que valga la pena confiar. Pero justamente por eso, al menos quiero confiar en la amistad... para nosotros, los huérfanos que desconocemos el amor paternal o maternal, los amigos son nuestra única esperanza... ¡¡por lo menos yo quiero morir por algo en lo cual confío!!…”[2]

¿Quién ha dicho esa frase?.

Una sonrisa, su sonrisa se dibujó. El viento soplaba helado, por lo que se cubrió con una cobija que apareció convenientemente para cubrirle. Ahora el viento cantaba una melodía que le hacía recordar el mar en el cielo. ¿Mar en el cielo?. Seiya pensaba que debía tener mucho sueño.

El viento frío soplaba, cantaba. El fuego crepitaba, la campanilla sonaba. Fugazmente, mientras iba cerrando los ojos pudo ver claramente 5 figuras extendiendo sus manos hacía él, sonriéndole. Protegiendo.

Luego un destello luminoso le hizo abrir los ojos sobresaltado. Con un brinco, Seiya se levanto de golpe, agitado.

Miró de un lado a otro y supo que se había quedado dormido. Sabe que su viaje ha de continuar.

― Es cierto...

Ahora recordaba una vez, en otro lugar y en otros tiempos el mismo ha dicho:
 
“Yo solo creo en esta tierra y en la era que me tocó vivir para tener a estos amigos….mis valiosos amigos”[3]

Con una sonrisa en el rostro, Seiya siguió adelante.