~De viajes búsquedas y encuentros~ por Paxito

Apretando los dientes, Seiya aguantaba estoicamente el dolor y el cansancio. Ha estado escalando aquella montaña con las manos desnudas por un tiempo que le sabe eterno. 

Se ha caído unas cuantas veces, caídas cortas que han raspado sus rodillas, caídas largas  y aparatosas que han lastimado su cuerpo de forma violenta y brutal. Ha caído por tomar un camino fácil y se ha caído por el camino difícil.

A veces ha tenido que cambiar de dirección o de lugar de escalada. Se ha tenido que detener, caminar alrededor y seguir escalando. También se ha entercado caprichosamente en tomar ese mismo camino sin importar las veces que se ha caído en este. Su obstinación se debe a sus instintos, pues sabe que, ante todo, debe seguir.

Hay momentos en que se pregunta así mismo que era lo que hacía. Ha golpeado su cabeza para recordarse que no se debe rendir, que debe seguir escalando. Aunque a veces no puede ni recordar tanto afán. 

Basta con sentir el arco amarrrado a su espalda para darse fuerza.  Seiya se aferra y aguanta el dolor en sus maltrechos dedos sangrantes y sin uñas. Aguanta los calambres, el hambre,  el frío de las rocas que queman  y la lluvia que lo hace resbalar. 

Pareciera que la montaña no quisiera ser escalada por el, aparecen nubes que lo desorientan. Seiya parece perderse, parece rendirse.

Pero hay algo en ese hombre que evita que se dé por vencido. ¿Qué es?. La montaña parece respetarlo, parece que la montaña y aquel mundo admiran la ferrea voluntad de aquel niño. 

Y finalmente, llega a la cima.  Su mano trata de sujetarse de la orilla, pero la roca se rompe como una burla de mal gusto. La roca se rompe del borde se rompe dejándolo caer. Seiya sabe que no podrá sobrevivir...y tiene miedo. 

El joven japones no puede más que cerrar los ojos no sin antes escuchar el batir de  alas de un gran ave. 

Y todo se vuelve oscuro.

Seiya tiene un sueño. Sueña con un gran eclipse, una mujer gritando de dolor. Sueña que una espada negra atraviesa su pecho, su corazón y su alma. 

Seiya se ahoga de dolor y despierta agitado, empapado de sudor. . 

¿Donde estoy?

Mientras recupera el aliento nota que está sobre una cama de mármol, curado. Parece estar en un abandonado templo griego. A un costado, viendo al exterior un hombre está de pie recargado en una columna. Parece no darse cuenta de su presencia. 

Aquel era un hombre joven, moreno,  de cabello color chocolate, como el suyo. Su cabello era un poco rizado y le recordaba un poco a los bustos de dioses griegos. Sosteniendo su flequillo tenía amarrada una banda roja. 

Parece muy absorto en su labor. Pues en una mano sostiene un cuchillo con la cual afila y crea un sin número de ¿flechas?

Seiya queda encantado por ese hombre de cuerpo escultural  quien, aparte de todo, posee alas de angel. Un angel con alas de oro.

Seiya entiende que ese hombre ha sido el que lo ha rescatado. Con sus propias plumas arrancadas detalla cada flecha en el extremo contrario.

一 Para un buen tiro, se necesita una pluma que ayuda en la orientación. Esta orientación permite una rápida y efectiva nivelación del vuelo de la flecha y mayor certeza en el disparo  一explica el angel sin voltearlo a ver. 

Seiya se endereza y camina hacia el. En el piso a miles de flechas realizadas por arquero.

一 Me has salvado….y tengo la impresión que no es la primera vez...Tengo la impresión que siempre has estado conmigo cuando estoy en peligro…. 一 Seiya lo suelta sin filtro, desde hace un rato que parece ver a ese hombre en otras vidas...

En otro plano lo ha visto envestido de oro.

Vistiéndolo a él con el dorado de sus amables y cálidas alas de ángel. Oír su voz le ha provocado un fuerte estremecimiento, una sensación de cobijo y seguridad como nunca ha sentido en la vida. Seiya quiere ir y abrazarlo, a ese hombre que siempre le ha parecido intocable, lejano y etereo. 

一 Mi nombre es Aioros, pero creo que ya lo sabes, ¿no es cierto Seiya?. 一 el niño japonés, por que lo era. Un niño de solo 15 años asiente. Cada cosa que recuerda hace que el dolor en su pecho lo hunda más. Aprieta los dientes, tolerando apenas el dolor. 一 ella habrá querido que tu sueño no fuera mancillado.

Aioros en algún momento dejó de lado su labor y  se acercó a Seiya, se arrodilló frente a él y lo abrazó. Solo eso. Lo abrazó para aliviar con su esencia cósmica su dolor, calmando el miedo que el chico empezaba a sudar.  

一 Tu viaje ha sido largo y doloroso chico. Tu cuerpo está triturado, pero tus ojos aún tienen ese brillo de eternidad, tienen el universo en ellos….el universo infinito. 

Sin saber bien por qué, Seiya lloró.  No por tristeza, no por el dolor. Simplemente necesitaba ese llanto transcendental para tomar sus despojos y levantarse. Sentía un cúmulo de sentimientos fluir de él.  Sentía soledad, tragedia, gemía por la pérdida de alguien, por el fracaso,  por el amor no correspondido. Por los errores que causaron daño. Lloró por mucho tiempo en el regazo de Aioros, el ángel que lo cubría con sus alas, quien si malgastar palabras lo consoló en silencio. Ambos sentían una extraña vibración que los unía desde tiempos remotos. 

Seiya lloró hasta volver a quedarse dormido, mientras que Aioros le acariciaba los cabellos.

一 Como quisiera también que se quedara. En este mundo no está permitido salirse del sendero, no se permite comer nada de este mundo ni recibir regalos. Ha desobedecido todas las reglas….一 sonrió dulcemente, por momentos sus cabellos se tornaban del mismo color de sus alas, cabello rubio y luego volvían al castaño oscuro. 一 Por eso mismo ha llegado hasta aquí...

Aioros parecía hablar consigo mismo, con pesar. 

Seiya soñaba de nuevo.

Estaba en un  campo de flores. Soñó con la luna.  Con un reloj de arena y con serpientes doradas.

Lo recordó todo.

Una vez despierto, Seiya acompañó a Aioros en su labor de hacer flechas y este le ha regalado sus plumas para hacerlas. 

一 Debo regresar….

Aioros asiente, no tenía el derecho a intervenir. ¿No era esta obstinación y está fé ciega lo que había hecho al pegaso realizar todos los milagros? Seiya utiliza todo lo que ha aprendido en este viaje.

La firmeza de GESTAtl, las palabras de Sisifo y el cambio de perspectiva que le han mostrado los niños equinos. Cada recuerdo de sus amigos. De su hermana. Y de su diosa. La mujer que él amaba. Todos lo han llevado a este punto.

一Ha sido un largo viaje. Pero este no ha acabado Seiya….te ayudaré, una vez más… 一  el ángel toma la última flecha que Seiya ha creado, se quita la banda roja de su frente y envuelve con esta a la flecha., también y en silencio usa las pulseras de campanitas de la mano de seiya y su pulsera de flores.

Era  una flecha especial.  Hecha con todo lo importante que necesita para volver.

Seiya mira el mundo en lo alto de la montaña. Recuerda a Marín cuando un águila real cruza el cielo al momento de la alborada. Recuerda a Marín cuando el cielo cambia, muestra las estrellas y al universo entero. Recuerda esa noche cuando Marín le habló sobre su costelación protectora y sobre el origen del cosmos. 

El mismo cosmos infinito que el poseía en su cuerpo. 

一 Lo has recordado, ¿verdad?. 一 dijo Aioros 一 Dime chico. ¿quien eres?

Seiya giró su cuerpo y con una luminosa sonrisa toda nerviosa contestó.

一 Soy el caballero de la esperanza. Soy el pegaso Seiya….y sé lo que tengo que hacer.

Dicho aquello, extendió sus brazos hacía Aioros, justo frente a el. Tenía el arco completado, tenía la flecha. Solo faltaba una cosa para volver.

一 Sabes que cuando regreses, las cosas no estarán bien. Probablemente sea demasiado tardo, Seiya.

Aioros tomó las flecha y el arco que Seiya le ofrecía mientras decía eso último. Una prueba final para probar el valor del pegaso. Los ojos de Seiya resplandecían, relampagueaban. Su mirada era determinación pura.

一 He visto lo que ha hecho por mi.  Además sigo con vida, mientras siga con vida puedo seguir luchando hasta el final. 

Aioros caminó de regreso, unos cuantos pasos mientras acomodaba un postura del arquero que el representaba.

一 La espada de Hades, probablemente tenga bloqueado tu cosmos.
一 Probablemente.
一 Es que no tienes miedo, pegaso?

Seiya sonrió.

一 Me da más miedo no hacer nada. Me aterra quedarme quieto y no moverme. Me horroriza pensar no hacer nada cuando aún tengo vida para intentarlo. 

Aplastante era su seguridad. Aioros no tuvo dudas, cuando acomodo la flecha y apunto directo al corazón de Seiya. Este tenía los brazos separados, como si lo invitara a abrazarlo.

Seiya alzó el rostro hacía el cielo estrellado, donde la constelación de pegaso parecía cabalgar a el mientras que el invocaba su cosmos del color de la aurora. 

“¿Has sentido la fuerza del universo recorrer hasta la última célula de tu cuerpo?”

Parecieron salir alas blancas de su espalda, alas del universo, de polvo estelar. El universo estaba infnito en el cuerpo de aquel hombre, al que los olimpicos han nombrado: el asesino de dioses. El cielo parece craquelarse.

Aioros sonrió, apuntó al pecho de Seiya y soltó la flecha.

La flecha atravesó el corazón de pegaso.

Y todo se volvió oscuridad.



*****

Epilogo:

Cuando abrió los ojos, la luz del sol castigó sus pupilas. Lo primero que vió fue un jardín de flores inmenso y el, estaba en una silla de ruedas.

Lentamente la conciencia llegó a el, mientras cerraba las manos en puños.

Su voz al hablar sonó ronca y seca, solo dijo una sola palabra. 

一 Saori-san….