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Costoso Error por AniBecker

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Notas del capitulo:

Holis, perdón por el retraso de no haber actualizado antes... 

Muchísimas gracias a todas las lindas personitas por sus hermosos comentarios, no se pueden imaginar lo feliz que me hacen :)

Capítulo III: Empezando a vivir

El tiempo pasó completamente rápido, y sin darse cuenta, ya habían pasado cinco años desde que se marchó de Los Ángeles. Todo ese tiempo, no obtuvo ninguna llamada de Kagami, ni nada sobre él, cosa que en el fondo, agradeció.

Himuro se había quedado en Japón, aún pudiendo haberse ido a América para trabajar en la empresa Kagami, ya que su padre era la mano derecha del padre de Taiga y podía tener un buen puesto ahí, prefirió quedarse en la empresa de Akashi como publicista.

Desde que regresó de Estados Unidos, había cumplido lo que le dijo a Aomine, que se pondría en contacto con él y estar pendiente de Daisuke. La verdad que el azabache no pudo evitar no encariñarse con el pequeño, ya que era una auténtica preciosidad.

Por supuesto, se autoproclamó padrino del niño, y tuvo que competir en una pequeña disputa con Satsuki, que terminó en que ambos serían el padrino y madrina del pequeño. Por su parte, a Daiki le proclamaron el padrino de Mizuki, la primogénita hija de Satsuki y Kuroko, que apenas se llevaba cuatro meses de diferencia con Daisuke.

Su vida era tranquila, terminó el último año de su carrera, y empezó a realizar su residencia en un hospital privado, que dio la casualidad que se trataba del de la familia Midorima. Precisamente, Shintarou y Kazunari también se encontraban ahí trabajando.

El peliverde se había especializado en médico de urgencias, al igual que él, mientras que el pelinegro era enfermero, por lo que a los dos los veía muy a menudo. Incluso Midorima, fue en su momento su médico adjunto encargado de su residencia, y ahora actual jefe de urgencias.

Ellos estaban casados y tenían a uno niño de seis años, tan idéntico a su padre en todos los aspectos, llamado Kazuo, que se llevaba muy bien con Daisuke y Mizuki.

Después de ir ahorrando, alquiló un apartamento no muy lejos del barrio dónde vivían Satsuki y Kuroko, así estaban cerca, y Mizuki y Daisuke podían verse muy seguido, aparte de estar en el mismo jardín de niños que el peli celeste tenía. Como auténticos primos, se llevaban a las mil maravillas.

Miró el reloj que había en la pared de urgencias, apenas le quedaba media hora para que su turno terminara, si ningún caso urgente lo requería. Iría a recoger a Daisuke del jardín de niños y pasaría el día con él, ya que justo hoy, era su cumpleaños número cinco.

—¿Te queda mucho para terminar? —oyó a Kazunari a su espalda, llevando algunos expedientes de unos pacientes para que el médico de urgencias les diera el visto bueno antes de ser archivados.   

—Media hora, si no hay algo urgente. ¿Y a ti?

—Ni que fueras nuevo, sabes que en urgencias es un no parar —rio—. Uhm… todavía me quedan dos horas, hoy estoy de guardia. ¿Tienes pensado algo especial para el cumpleaños de Dai-chan?

—Pues la verdad es que tenía pensado en pasar el resto del día con él en el centro comercial, ya que hasta el fin de semana no tendrá su fiesta con los amiguitos de clase —explicó, tomando un expediente de un paciente que una enfermera le extendía para que lo revisara y firmara.

—¡Mi regalo le va a encantar! —dijo con felicidad—. Para algo soy su tío favorito. Hasta Kazu-chan le hizo un dibujo para regalarle.

—Aquí todo el mundo os adjudicáis el título de tío o tía favorito.

—Es que soy su tío favorito —sentenció.

—Creo que tienes competencia —se refirió tanto a Himuro como a Kuroko, ya que Satsuki directamente era la madrina y tía favorita.

—De eso nada. Tatsuya-san se autoproclamó su padrino, por lo que lo justo sería de que sea yo su tío favorito —refunfuñó como si estuviera indignado de verdad. Después fijó su plateada mirada hacia la recepción de urgencias y sonrió—. Creo que te solicitan, Doctor Aomine, yo mejor vuelvo a mi trabajo, debo entregar estos expedientes a Shin-chan —le susurró sonriendo, para saludar y a la vez marcharse. Daiki no sabía a qué se refería su amigo, hasta que se giró y vio que se trataba de Himuro.

—¿Qué haces aquí, te pasó algo?

—No. ¿Debía pasarme algo? —preguntó, con una sonrisa.

—Normalmente la gente va a los hospitales para que los curen, o a visitar enfermos —arqueó una ceja.

—También pueden ir para esperar que el Doctor más famoso de urgencias termine su turno —respondió de forma coqueta—. Te queda media hora, ¿verdad?

—¿Cómo sabes mi turno?

—Bueno, digamos que tu jefe es conocido mío, y ni qué decir de su esposito —dijo refiriéndose al matrimonio Midorima—, y sabe todos tus horarios.

—Ya veo —desvió la mirada, algo avergonzado—. ¿Por eso estás aquí?

—Hoy es el cumpleaños de Daisuke, y venía a proponerte que lo llevemos al parque de atracciones, y después os invito a cenar, ¿qué me dices? —en ese momento entraron en el muelle de urgencias los paramédicos, trayendo a un herido en un accidente de tráfico.

—Creo que tendrás que esperarme más de media hora —respondió acercándose al paciente para atenderlo.

—No tengo prisa —le sonrió, viendo como el peli azul entraba en la sala de urgencias y él mientras lo esperaba en la cafetería.

No podía negar que se sentía completamente atraído por ese hombre, y desde que empezó a mantener una relación más cercana con él debido a Daisuke, quería intentar por todos los medios enamorarlo.

Aunque Aomine era alguien difícil de tratar. Dentro de él pensaba que seguía enamorado de Kagami, ya que aunque llevaban años sin verse o sin tratarse, eso no quitaba de que tenían un hijo en común, y estaba seguro de que ver al pequeño Daisuke le hacía recordar cada día a Taiga.

Tatsuya no se acercó a él con la intención de aprovecharse de la situación, porque mismamente ellos dos no es que tuvieran mucho contacto antes de que pasara todo aquello.

Él sólo quería lo mejor para su sobrino, y quería hacer que Daiki olvidara todo el desplante que le hizo el idiota de Taiga. Se acercó de forma sincera y desinteresada a él, pero terminó completamente enamorado.

Durante estos cinco años, no quiso intentar nada con él, por miedo de ser rechazado, pero ya hacía mucho tiempo que esperaba que sus heridas hubieran cicatrizado y le diera una oportunidad.

Pasaba mucho tiempo con él, lo invitaba al cine, a pasear, a cenar, adoraba a Daisuke y veía que al pequeño también le agradaba. Y hoy quería invitarlo y pasar el día con él y el niño por su cumpleaños.

Dos horas es lo que tuvo que esperar para ver cómo Aomine aparecía por aquellas puertas metálicas que daban a urgencias, completamente ya cambiado.

—Perdona por hacerte esperar, pero ya se sabe cómo es esto.

—No te preocupes, primero está el deber, y después el placer —sonrió—. Todavía Daisuke no sale de clase, nos da tiempo para ir a por él. ¿Vamos? —se levantó del asiento, esperando que el otro lo siguiera.

Fueron hasta el estacionamiento y se subieron en el auto color gris de Himuro, quién condujo hasta el jardín de niños dónde estaba Daisuke. Ahí se encontraron obviamente con Kuroko, quién les saludó y despidió uno por uno a los demás niños y padres.

—¡Padrino! —exclamó feliz el pequeño pelinegro, al ver que su tío también había ido a recogerlo.

—Hey, campeón, feliz cumpleaños —lo cogió en brazos, mientras el niño sonreía—. ¿Quieres ir a algún sitio en particular? Hoy mandas tú.

—¡Quiero ir al parque de atracciones! —el azabache le pasó el infante a los brazos de Daiki, que también lo saludó con un gran abrazo.

—Me has leído la mente entonces, porque tenía pensado que fuéramos ahí.

—¿Los tres? —preguntó, mirando al moreno, que asintió—. ¡Bien! —exclamó feliz.

Se despidieron de Kuroko y de Mizuki, quiénes también se dispusieron volver a casa después de que todos los niños fueron recogidos por sus familiares, y lo felicitaron otra vez más antes de marcharse, diciéndole el mayor que el fin de semana tendría su regalo en su fiesta de cumpleaños.

Después, pusieron rumbo al parque de atracciones. Los ojitos oscuros de Daisuke brillaban de felicidad al ver cada atracción, sin dejar de indicarle a los adultos en cuáles se quería montar.

Se sentía completamente feliz de estar ahí, pero más aún de pasar el día con su papi y que con ellos estuviera su padrino. Le encantaba estar con él. Le parecía una persona genial, que le compraba cuanta cosa quisiera, jugaba con él, y hacía que los peluches hablaran.

Pero, sobre todo, veía lo bien que no sólo lo trataba, sino también a su papi. Él no sabía ni conocía quién era su otro padre, tampoco es que le hayan contado mucho de él, sólo que vive en otro país con su familia, por lo que no le desagradaba la idea de que su padrino se hiciera novio de su papi y así fuera su papá.

Durante toda la tarde, Himuro no paró de recibir llamadas de Taiga, pero las rechazó con molestia, hasta que, cansado de tanta insistencia, apagó su teléfono móvil, no quería que su buen momento, se viera estropeado, sólo le importaba que Daisuke se lo pasara bien.

Luego de aquella fabulosa tarde en el parque de atracciones, fueron a casa a cambiarse y recogidos nuevamente por Himuro, que los invitaba a cenar en uno de sus restaurantes favoritos.

—¡Yo quiero pizza! —vociferó con entusiasmo el pequeño, desde el asiento trasero del coche.

—Ahí no hay pizza, no vamos a una pizzería, Daisuke —le dijo Daiki—, la próxima vez vamos a una.

Nada más entrar, el pelinegro pidió su reserva, y rápidamente los llevaron hasta su mesa. En el camino hasta ella, alguien lo llamó, y todo su cuerpo se tensó de tal manera, pero no era el único.

—¿Tatsuya-kun? —se giró y vio que quién le llamaba era nada más y nada menos que la madre de Kagami, quién se encontraba en esa mesa junto a su esposo, Taiga y aquella mujer—. ¡Sí qué eres tú! Cuánto tiempo sin saber de ti —exclamó con alegría la mujer, levantándose de su asiento y abrazándolo.   

—Te estuve llamando todo el día —habló con molesta el pelirrojo menor—, ¿por qué no te has dignado de cogerme el teléfono?

—Estaba ocupado —fue cuanto dijo. Miró de reojo a Daiki, y sabía que se moría por desaparecer de allí lo más rápido posible.

—¿Tan ocupado para contestar ni tan si quiera? —los ojos rojos de Kagami se posaron sobre el peli azul, y después pasaron hacia el pequeño infante, agarrado a la camisa de su papi, escondiéndose detrás de él.

—¿Por qué no os adelantáis hacia la mesa? En seguida voy yo —el moreno asintió y agradeció que se diera cuenta de que se quería alejar de ellos. Tomó a Daisuke de la mano y con rapidez, se marchó.

—¿Qué haces con él? —cuestionó con molestia el pelirrojo.

—No te debe importar en absoluto. ¿Qué haces aquí en Japón?

—Si me hubieras cogido el teléfono, sabrías de nuestra llegada y el motivo del por qué estoy aquí

—¿Por qué no te sientas con nosotros y te explicamos? —propuso Kagami Tora—. Puede que te interese la propuesta.

—Tengo algo de prisa, estoy acompañado —trató de ser lo más cortés posible.

—Invita a tus acompañantes con nosotros, hace tiempo que no sabemos nada de Aomine-kun —intervino la mujer de cabello oscuro.

—¿Mamá? —cuestionó incrédulo Kagami—. ¿Por qué debería sentarse con nosotros?

—Tampoco es que él quisiera, así que puedes quedarte tranquilo —lo cortó Himuro. ¿Me dices qué era lo que querías que supiera? Como te he dicho, tengo algo de prisa, me están esperando.

—Abriremos una sucursal aquí, ¿no te lo contó tu padre?

—Para nada —dijo con sinceridad el del lunar—. ¿Es que hubo problemas con la empresa? —se preocupó. Quizá cuando recibió las llamadas de su padre que no quiso contestar, se trataba de eso, y temía que su padre hubiera perdido su puesto en la empresa.

—No te preocupes, sólo estamos expandiéndola. Taiga se traslada aquí para dirigirla, mientras tu padre seguirá siendo mi mano derecha allí en los Ángeles en la empresa principal. La propuesta era si querías trabajar en la nueva, siendo la mano derecha de Taiga.

—Felicidades por la expansión —sonrió con sinceridad—. Y no sabes, Kagami-san, como agradezco que pongas en mí tal confianza y me ofrezcas un puesto de tal importancia, pero tengo un puesto en la empresa de un amigo desde hace cinco años, y no quisiera dejarlo —trató de explicar de forma cordial, sin ser desagradecido—. Espero no haya sonado descortés y desagradecido, y que no pienses que menosprecio el puesto.

—Para nada, Tatsuya-kun. Entiendo que tienes un puesto estable y que no quieres dejar tirado a tu jefe —le sonrió, para tranquilizarlo—. ¿Para qué empresa trabajas? Si no es mucha indiscreción.

—Para Akashi Corp. Trabajo en el departamento de publicidad.

—Ya veo, y entiendo por qué no quieres irte de esa empresa. Es muy buena y está muy consolidada en el sector. Me alegro que hayas encontrado una empresa como esa. Eso quiere decir que nos veremos las caras, porque tengo una propuesta de contrato con ellos, que espero firmar la próxima semana.

—Espero que se pueda llevar a cabo —respondió con sinceridad—. Si necesitaras un interventor, yo podría ofrecerme para que el contrato se lleve a cabo.

—Tomaré tu palabra —Taiga, cansado de que su padre no parara de hablar con Himuro, intervino en la conversación. Quería saber por qué se encontraba con Aomine.

—¿Qué es lo qué haces con él? —preguntó nuevamente.

—Salir a cenar, ¿algún inconveniente? —cuestionó, mirando hacia la mujer rubia que ponía mala cara al ver cómo su esposo preguntaba por ese peli azul que se acababa de marchar—. ¿Y tú?

—Por si no lo sabes, hoy es el cumpleaños de mi hijo, por lo tanto, tu sobrino —respondió Kagami, enfatizando en los posesivos. Su mirada se posó en el pequeño pelirrojo de ojos rubíes, sentado entre Kagami y Lily.

Lejos de todas las diferencias y descontentos que tuviera por el comportamiento en el pasado de su hermano, no quería ni debía interferir en ese pequeño que no tenía la culpa de nada.  

—Muchas felicidades, ya cumples cinco años, eres todo un niño mayor —le dedicó una pequeña sonrisa al niño, que se la devolvió tímidamente con un gracias apenas susurrado—. Es cierto, hoy es el cumpleaños de tus hijos —contraatacó, haciendo énfasis en ese posesivo en plural.

—Que yo sepa, el único hijo de mi esposo es Taisuke —habló por primera vez Lily—, nuestro hijo.

—Perdón —se dirigió al matrimonio mayor—, espero no sonar grosero, pero debería marcharme ya, me están esperando.

—No te preocupes, no te entretenemos más —sonrió Emiko, la madre de Kagami—. Salúdame a Aomine-kun y a su hijo, se ve muy lindo.

—Mamá —rugió molesto el tigre—, no te debe importar nada de él.

—Sin ánimos de ofender, Emiko-san, pero creo que Daiki no aceptaría si los saludos vienen de ustedes, después de lo que pasó. Sin más, me retiro, me están esperando, hoy también es el cumpleaños de mi sobrino, y quiero celebrarlo con él —echó una mirada al pelirrojo, y después al pequeño, que se sobresaltó al tener esos ojos azules sobre él, pero al ver que le dedicaba una sonrisa, se la devolvió nuevamente—. Cuando te vea la próxima vez, te daré tu regalo de cumpleaños, ¿vale campeón?

—¿Ahora quieres ejercer de tío? Mi hijo no necesita nada que venga de ti.

—Las diferencias que tengamos tú y yo no deben afectarle al niño, por si no te das cuenta.

—¿De verdad me lo dices, después de cinco años sin haber venido ni una sola vez a Los Ángeles ni haber querido saber nada de mí tampoco, tanto que éramos hermanos?

—Déjalo, ¿no ves que sólo le importa el hijo bastardo de Aomine?

—Ni los nombres —encaró a la mujer rubia—. Lávate la boca antes de hablar de Daisuke y Daiki —Daisuke… Ese nombre no dejaba de resonar en la mente de Taiga.

Sin más, se despidió de la familia Kagami y volvió con rapidez a la mesa dónde padre e hijo lo esperaban.

—Perdona, te prometo que no sabía que iban a estar aquí, sino por nada del mundo te hubiera traído —se disculpó Tatsuya.

—No te preocupes, tú no tienes la culpa de nada —trató de sonreírle, sin dejar de mirar de reojo hacia aquella mesa dónde se encontraba el pelirrojo, que tampoco le apartaba la mirada.

—¿Sabes Daisuke? —llamó la atención del niño, que se mantenía demasiado callado—. Es cierto, aquí no hay pizza, y se me apetece a mí también ahora pizza, ¿te parece si nos vamos mejor a una pizzería?

—¿En serio? —preguntó, dudoso.

—Es tu cumpleaños, tú mandas, y si lo que tú quieres es comer pizza, nos vamos a una pizzería —sentenció, sonriéndole. Llamó al camarero, y se excusó diciéndole que se marchaban, no sin antes pagar las bebidas que ya habían pedido.

Aomine agradeció en el alma que Himuro dijera de marcharse. No se iban porque Daisuke prefiriera una pizza, pero era la excusa perfecta para irse de allí y no tener que seguir incómodo. Tampoco quería que el niño supiera que, a escasos metros de ellos, se encontraba su padre, celebrando el cumpleaños de su otro hijo, mientras que el de él no, porque ni si quiera quería saber de su existencia.

—Padrino, ¿quiénes eran esas personas? —el nombrado miró a Daiki, preguntándole con la mirada si debía responder o no. Éste le hizo un gesto afirmativo con la cabeza.

—Bueno… ellos son conocidos de mis padres, el hombre que parece de mi edad, nos conocemos de niños, y éramos como hermanos.  

—¿Ese niño es su hijo?

—Así es—observó de reojo al moreno, que prefirió mirar por la ventana.

—¿En serio? ¿Y podré ser amigo de ese niño? —preguntó con inocencia.

—Pues… no lo sé, no sé si se queden a vivir aquí —mintió. Sabía que eso sería doloroso si supiera que se trataba de su propio padre y hermano.

Ambos adultos, decidieron olvidarse por el momento de ese incómodo encuentro, y centrarse en celebrar el cumpleaños de Daisuke, que estaba feliz de comer en la pizzería que él tanto quería.

Después de dicha velada, los acompañó hasta su apartamento. El infante se había quedado durmiendo en el camino en auto, y fue cogido en brazos por Tatsuya, que en la puerta de la casa, se lo pasó a Daiki.

—Siento que hayas tenido que pasar un momento incómodo —volvió a disculparse.

—No te preocupes, de verdad. Con que no lo vuelva a ver, me quedo tranquilo —el de orbes grises se llevó su mano al cabello, frotándolo.

—Bueno…Kagami-san ha expandido su empresa y Taiga se ha venido aquí para dirigirla—hizo una mueca de disgusto—. Y por lo visto estaban todos reunidos para celebrar el cumpleaños del niño…

—Qué irónico, ¿verdad? Él celebrando el cumpleaños de uno de sus hijos y en cambio ni se preocupa por el otro, que también es su cumpleaños hoy —dijo con tristeza.

—Tú no te preocupes, que aunque esté aquí, yo mismo me encargaré de que ni se le ocurra molestarte.

—Sé defenderme por mí mismo —respondió con sequedad—. Gracias por lo de hoy, Daisuke se lo ha pasado muy bien.

—Haría cualquier cosa por él —sonrió, acariciándole tiernamente los cabellos del pequeño, que dormía tranquilamente en los brazos de su padre.

Por unos segundos, se quedó mirando al niño, y después pasó sus ojos grises hacia Aomine, para después, acercarse lentamente hacia él, hasta posar levemente sus labios en los ajenos, hasta convertirlo en un beso.  

—Será mejor que… entre a acostar a Daisuke —susurró el peli azul después de separarse—. Hasta mañana.

—Hasta mañana entonces… —sólo le dio tiempo a levantar su mano para despedirse, porque el de ojos azules se adentró con rapidez en el apartamento—. Lo tengo decidido, trataré de conquistarte.

.

.

Daiki se quedó por unos segundos como idiota detrás de la puerta cerrada. Se llevó su mano libre hasta sus labios, y no pudo evitar sonrojarse. Llevó al niño a su habitación, y lo empezó a desvestir para acostarlo.

—Mami… —habló con somnolencia.

—Hey… —susurró con ternura—. ¿Tú no estabas durmiendo?

—Mami… —volvió a decir—. Ya sé que me diste mi regalo de cumpleaños, pero ¿me puedes dar otro que quiero?

—¿Otro? ¿Y qué es lo que quieres ahora?

—¿Mi padrino puede ser mi papá? — el moreno se le quedó mirando, para después desviar la mirada, nervioso.

—¿A qué viene esa pregunta?

—Es que me gustaría mucho que mi padrino fuera mi papá. ¿Crees que él dirá que sí?

—Eso no es así de fácil de preguntarle y ya, es algo más complicado.

—No sólo le preguntaría a él, por eso te lo estoy también preguntando a ti, porque para que sea mi papá, tiene que estar contigo. ¿Tú quieres casarte con él? —en ese momento, no sabía qué contestar o cómo salir de la situación.

—Será mejor que te duermas, hablaremos de eso en otro momento —le pidió, dándole un beso en la frente y arropándolo. El pequeño se resignó a que la conversación terminó, pero él no desistiría tan fácilmente, le gustaba mucho su padrino, y él quería que fuera su papá.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Gracias por leer :) 


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