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Costoso Error por AniBecker

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Notas del capitulo:

Muchas gracias por los comentarios, me hacen completamente feliz ;D

Kagami se encontraba en su oficina mirando unos informes, aunque su cabeza se encontraba en otro lugar. Se dejó caer bien en su silla, y la movió hacia atrás para observar las vistas de la ciudad. No podía concentrarse en el trabajo.

Apagó y cerró su portátil, y salió de su oficina. Le indicó a su nueva secretaria que se ausentaba de la empresa, y que no le pasara ninguna llamada a su teléfono, a no ser que fuera muy importante.

Tomó su auto y fe hasta su apartamento. Llevaba días que no se pasaba por allí. Cinco, para ser exactos desde que su hijo nació, que dormía en un hotel junto a Lily, quién se negaba a vivir ahí, diciendo que cómo iba a permitir que su futura esposa y su hijo vivieran en el mismo lugar que lo hizo con su expareja.

En eso le dio la razón, de sólo recordar todos los momentos que vivió allí con Aomine le hacía que le doliera el pecho. ¿Por qué le mintió de esa forma? ¿Por qué jugar con sus sentimientos y quererle encasquetar un hijo que no era suyo?

Giró su llave y entró, encontrándoselo exactamente igual a como lo recordaba. Fue hasta la habitación, encontrándose con que el moreno se había llevado la mayoría de sus cosas. Vio el anillo, ese que le regaló por uno de sus cumpleaños, el mismo día que le confesó que debía marcharse a América para llevar junto a su padre su empresa, al igual que le pidió que lo acompañase.

Lo tomó y estuvo a punto de tirarlo, pero se arrepintió en el último momento, y decidió guardárselo. Siguió pasando su vista por la estancia, y viendo como una cunita se encontraba en un cuarto pintado de colores azules y rojos.

No se llevó nada más. Ni si quiera las cosas necesarias y básicas para el bebé, sólo notó que faltaba alguna ropita en los cajones y demás cosas, y comprendió que se trataban de cosas que el peli azul le había comprado, porque todo lo que él mismo le regaló, se había quedado ahí.

Sintió dolor y traición. Él podía haber sido un desgraciado que lo había engañado en una noche de borrachera con su secretaria, dejándola embarazada, pero Aomine no sólo le había sido infiel, sino que lo había engañado haciéndole creer que ese hijo que tanto amó y deseó, resultó que no era suyo.

¿Error? ¡Por favor! Él había pedido una prueba de paternidad para corroborar que el hijo de Lily era suyo, pero le dijo que si tanto desconfiaba de ella, por qué no desconfiaba de él, no era justo por mucho que ella sólo hubiera sido de una noche y él su pareja.

Por tal de que la mujer le hiciera la prueba al bebé, pidió también una para el que creía su hijo, y se llevó una desagradable sorpresa, al ver que quién creyó que iba a ser suyo, resultó negativo, mientras que de quién desconfió, resultó ser positivo.

Además, ese bebé... no se parecía a él en nada. Tenía el cabello negro, y ni siquiera podía ver ningún parecido en él. Mientras que en cambio, el otro sí era idéntico a él. Hasta sus horribles cejas había heredado, por favor.

Las pruebas estaban ahí, no había nada más, había sido engañado de la forma más vil y rastrera que pudiera ser posible. Él confiaba plenamente en Aomine y resultó que le engañó. Después de eso, ¿qué pretendía, que siguiera como si nada?

Aún así, lo echaba de menos. Echaba de menos su carácter del demonio, sus quejas, sus gritos, sus maldiciones, sus manías, sus rabietas, su forma de tratarlo y quererlo, sus abrazos... Y tampoco dejaba de pensar en dónde podría estar ahora.

¿Seguía en Los Ángeles? Lo más seguro es que hubiera vuelto a Japón junto a sus padres, pero recordó que no se tomaron muy bien que cinco años atrás se fuera con él de buenas a primeras, dejando todo, sólo porque él debía hacerse cargo de la empresa de su padre.

¿Se encontraría bien? ¿Qué habría hecho con el bebé? ¿Después de que se viera descubierta su farsa, lo daría en adopción o lo criaría él? ¿Se lo diría al verdadero padre? ¿Quién podría ser el tipo con el que lo engañó? ¿Lo conocía?

Dejó de pensar cuando su teléfono lo interrumpió. Era Lily, pidiéndole que regresara al hotel. Bufó con fastidio. Él no amaba a esa mujer, sólo se iba a casar con ella porque tenía un hijo con ella, y debía reconocerlo y darle su apellido y una familia.

Una vez que llegó, un grito de enojo por parte de la rubia y un lloro por parte de su hijo le hizo volver a la realidad. Esa era su nueva vida ahora.

—¡Taiga! ¿Dónde narices estabas? —cuestionó, enojada la mujer.

—Estaba trabajando.

—Mentira, llamé a tu oficina y tu nueva secretaria dijo que no te encontrabas. A todo esto, ¿por qué tienes nueva secretaria?

—Salí sólo un momento, debía atender unas reuniones con unos clientes —mintió—. ¿Y qué querías que hiciera, que estuviera sin secretaria? Si tú no has querido volver a tu puesto debía contratar a otra.

—¿Volver a mi puesto? Voy a ser tu futura esposa, y soy la madre de tu hijo, ¿pretendes que siguiera con ese puestucho? De eso nada. Además, llevo sólo una semana de haber dado a luz, no iba a ponerme a trabajar.

—Vale, muy bien, en eso te doy la razón por la baja por maternidad. ¿Para qué me llamabas?

—Es tu hijo —señaló a la cuna que había en la habitación—, no para de llorar, me duele la cabeza con tanto llora que llora.

—Es un bebé, es normal que llore, ya que no sabe hablar —dijo con pesadez—. Tendrá hambre, o necesitará un cambio de pañal.

—Ya ha comido y está limpio. Sólo sabe hacer eso, comer y cagar. Bueno, y llorar también, porque no calla —protestó.

—¿Le dolerá algo? —se preocupó, y lo tomó en brazos, meciéndolo. Al poco tiempo, dejó de llorar y se durmió—. Lo que tenía era sueño. Algunos bebés no se duermen con facilidad. Además, lo que necesita cerca es a su madre o su padre, y tú no eres muy afectiva con el bebé.

—Tampoco voy a estar todo el tiempo con él en brazos. Debe acostumbrarse a estar también solo en su cuna —Kagami suspiró, no entendía cómo podía tener tan poco afecto maternal—. Por cierto, ¿cómo es esa secretaria?

—¿Y qué más da cómo sea? Es eficiente, tiene buenas cartas de recomendaciones.

—¿Es joven? ¿Es bonita? Porque si es así, exijo que la despidas hoy mismo.

—¿Perdona? No puedo despedir a alguien sólo porque sea joven o bonita como dices. Deja tus celos. Ahora, si no se te ofrece nada más, me voy a la empresa otra vez.

—¿Encontraste una nueva casa dónde vivir después de que nos casemos? Porque ya te he dicho que me niego a vivir en el apartamento dónde vivías con ése.

—Aún estoy buscando una donde vivir. Me imagino que será en el barrio alto, a las afueras de la ciudad. ¿Contenta? —la mujer sonrió, satisfecha. Taiga se acercó de nuevo a su hijo, le dio un pequeño beso en la frente y se dirigió hacia la puerta—. Vuelo a la oficina.

.

—Señor Kagami —habló su secretaria, una vez llegó a la empresa—, vino preguntando por usted un hombre, Himuro Tatsuya dice que se llama, le dije que se marchó, pero insistió en esperarlo dentro de su oficina alegando que es muy amigo suyo y que no necesita una cita previa con usted, aunque le dije que no debía —explicó con algo de miedo, no quería que por esa pequeña imprudencia la despidieran.

—No te preocupes, es mi hermano, puede entrar sin problemas —la mujer siguió con su trabajo y Kagami entró en su oficina—. Hombre, Tatsuya, has llegado pronto, pensé que te tardarías más en venir —un golpe en su rostro lo tiró de espaldas al suelo—. ¡Se puede saber a qué viene esto!

—¿Qué a qué viene? ¡No! A qué viene tu actitud. ¿Cómo se te ocurre decirle a Aomine que no es tu hijo? ¡Eres un desgraciado!

—Vaya, parece que las noticias vuelan —hizo una mueca—. ¿Cómo te has enterado? ¿Ha ido corriendo a llorarte o qué?

—Por supuesto que no. Me lo encontré en el aeropuerto, y me lo contó todo.

—En el aeropuerto... —se limpió con un pañuelo los restos de sangre de su labio—. Entonces ha abandonado el país, ¿a dónde iba? Seguro que con su amante, me imagino.

—No pienso decirte dónde fue, porque no te mereces saber su paradero.

—Como si me interesara —respondió, desinteresadamente—. Y bien, ¿qué te dijo exactamente?

—Rompiste con él, lo corriste y rechazaste a tu propio hijo. Eres un maldito.

—Error, no es mi hijo. ¿No te contó que me fue infiel con vete tú a saber con quién? Ese hijo, resultó que no era mío, y las pruebas no mienten.

—Una prueba no tiene por qué mentir, pero sí puede dar error por cualquier motivo. Sólo creíste en un supuesto resultado, en vez de darle voz y voto a quién se supone era tu pareja. ¿Por qué no le hiciste otra prueba? O intentar averiguar por qué esa prueba resultó negativa, pero no, es más fácil desconfiar en quién era tu pareja. Yo sí creo en él, y ese hijo es tuyo, te guste o no.

—Puedes creer lo que se te pegue la gana, allá tú si quieres creer mentiras. Aquí el único hijo mío es el que tengo con Lily.

—¡Ja, con Lily! Por favor, ¿y a ella sí la crees? ¿Sí le crees a una secretaria que se acostó con media empresa? ¡No fuiste el único con quién se acostó! —confesó.

—No hables así de quién será mi esposa y es madre de mi hijo. Pues para tu información, no miente, porque ese bebé, es idéntico a mí, además que la prueba es positiva. Vaya, qué lástima, ¿esperabas que Lily me hubiera mentido también? Pues te equivocas, porque sí es mío.

Himuro se quedó callado por unos segundos. No se esperó que de verdad llegase a ser hijo de Taiga, él pensaba que pudiera ser de cualquiera con quién se hubiera acostado.

—¿Te quedas callado? ¿No sabes qué responder? Pues lo siento mucho, pero ya has visto quién mentía y quién decía la verdad. Ahora, si no vienes por nada de negocios, te pediría que te marcharas, tengo trabajo.

—Un día te arrepentirás de todo esto. No sabes cómo has destrozado a Aomine. Puedes creer tú lo que quieras, pero luego no te arrepientas cuando de verdad corrobores que se trata de tu hijo, porque no esperes que ni él ni mucho menos ese niño, te lleguen a recibir con los brazos abiertos.

—Sigue hablando todo lo que quieras, no sé por qué te empeñas tanto en hacerme cambiar de opinión, sólo porque te lo encontraras y te llorara un poco. Es normal, su plan se vino abajo, fue descubierto. Ahora te repito que si no viniste por algo de negocios, te marches —dijo con frialdad.

—Está bien, me marcho. Pero no esperes que vaya a tu boda, no después de saber cómo en verdad eres.

—¡Pues no vengas, no te necesito! ¡Y se supone que tú te hacías llamar mi hermano! Ya lo veo, que prefieres creer a otros que a apoyar en el dolor del engaño a tu hermano. O bueno, es que a lo mejor te da pena porque en el fondo quieres tirártelo. ¡Pues adelante, es todo tuyo!

—Eres imbécil —respondió, con dolor en sus palabras, y se marchó de la oficina dando un portazo.

.

.

Otro día llegó, y con él su nueva vida. Empezó de cero, y lo primero que hizo fue ir a la universidad, para inscribirse en el último año de la carrera que dejó en América por haberse embarazado, que agradeció que pudiera inscribirse. Después, fue junto con su madre y Daisuke a comprar las cosas necesarias para el pequeño.

—¿Dai-chan? ¡Dai-chan, eres tú! —una femenina voz llegó a sus oídos, y no supo en qué momento era apresado por una voluptuosa peli rosa que se colgó de su cuello—. ¡No me lo puedo creer, eres tú, eres tú Dai-chan!

—¿Satsuki? —no sabía para qué preguntaba, si sabía de sobra que se trataba de su amiga de la infancia.

—Satsuki-san, no deberías correr de esa manera, te hará daño —se sobresaltó, no lo pudo evitar, cuando oyó y sintió a alguien al lado de ellos.

—Tetsu, maldito, en la vida me acostumbraré a tus apariciones —suspiró, intentando separar a la chica de él, dándose cuenta del vientre abultado de la fémina—. Oh, ¿y esto? —preguntó, posando con ternura sus manos en la prominente curvatura.

—Te perdiste muchas cosas desde que te fuiste —susurró, mostrándole también su anillo de matrimonio—. Me dolió que no estuvieras en mi boda, eres mi mejor amigo, como mi hermano, y te necesitaba, pero no pudimos contactar contigo ni con Kagamin.

—Perdón por no haber estado en tu boda —besó sus manos, a modo de disculpa. Después levantó la mirada hacia el peliceleste—. Más te vale que la trates como se debe, porque ahora estoy aquí, y si no es así te las verás conmigo.

—No hace falta que amenaces, Aomine-kun —confirmó Kuroko. Momoi se percató de la madre del moreno, y la saludó sonriente, y entonces se dio cuenta del bebé que descansaba en el cochecito.

—¡Oh, Dai-chan! ¿Es tu bebé? ¡Es precioso! —exclamó, asomándose para observarlo mejor—. ¿Cómo se llama?

—Daisuke —respondió, observando a su amiga.

—¿Y Kagami-kun? ¿Vinieron para quedarse o sólo de visita?

—Yo vine para quedarme —los dos lo miraron sorprendidos, y Aomine le contó por encima la historia.

—¡Te juro que cuando lo veo lo mataré! ¡Es un maldito desgraciado!

—Tranquila, Satsuki, no es bueno que te alteres, el bebé —le recordó, volviendo a posar sus manos en su vientre—. No tiene caso, y tampoco quiero seguir recordando.

—No me esperaba eso de Kagami-kun, pero es cierto, no tiene caso pensar ni mencionar a una persona así —respondió molesto Tetsuya.

Durante toda la mañana, la pareja se les unió, y estuvieron poniéndose al día de todo el tiempo que estuvieron separados. El peli celeste tenía su propio jardín de infancia, y la peli rosa tenía una consulta de psicología.

Se alegró por ellos, pero sobre todo por su amiga, por haberse casado con Kuroko, ella siempre estuvo en la adolescencia enamorada de él, y ver que estaban juntos, felices y a la espera de su primer hijo, lo hizo inmensamente feliz.

Comenzar con las clases en la universidad le costó primero al principio, ya que estuvo durante un tiempo sin estudiar y debía recodar y ponerse al día, pero después se adaptó con facilidad. Estudiar y cuidar de Daisuke le resultó un poco complicado, pero gracias a la ayuda de su madre e incluso de Satsuki, podía compaginarlo.

Cuando llevaba dos meses de haber regresado a Japón, recibió una llamada de Himuro, sorprendiéndose de que al final fuese cierto de que se iba a poner en contacto con él. En la tarde, quedó con él en una cafetería.

—Hola —saludó el azabache, levantándose de su lugar cuando llegó el moreno—. Perdón por no haberme puesto en contacto contigo antes, pero hace apenas un día que regresé de América. Yo no quería quedarme, y mucho menos a su boda, pero no tuve más remedio que asistir —resopló, con fastidio.

—N te preocupes, si te confieso, no pensé que volviéramos a vernos.

—Te dije que, aunque Taiga no quiera creer la verdad, yo sí, y ese bebé lo hace mi sobrino. ¿Puedo? —preguntó, con miedo a que se le negara cargarlo.

—Claro —tomó con delicadeza al pequeño, y se lo colocó en sus brazos.

—Es precioso —dijo con sinceridad, mientras lo observaba mientras el infante también lo miraba con atención, moviendo sus manitas—. ¿Cómo se llama?

—Daisuke —sonrió. El camarero se acercó y les tomó nota.

—Es un bonito nombre. Oye... —empezó a hablar después de un pequeño silencio—. ¿Te importaría si me proclamo el padrino del niño? —Aomine se sorprendió.

—Bueno, me imagino que tendrás que competir con Satsuki —sonrió, ya que no se extrañaba que su amiga también se proclamara madrina.

—No soy celoso, ella puede ser la madrina —respondió, riendo.

—Entonces Kagami se terminó por casar con ésa, ¿no? —cambió de conversación.

—Sí... su padre le dijo que debía casarse con ella si tenía un hijo, aunque no esté de acuerdo, nunca le cayó bien esa mujer, pero ya sabes, cosas de ese mundo de empresarios...

—Y si Kagami no hubiera desconfiado de mí de esa forma, ¿qué hubiera pasado entonces con ella y conmigo?

—Me imagino que hubieran tratado de que se supiera que tenía otro hijo.

—Pero era más fácil desconfiar de mí, sabiendo que me iría dolido y humillado, mientras que esa mujer podría haber montado una buena ante los medios —dijo molesto—. Oye, y... ¿es su hijo de verdad?

—Es idéntico a Kagami —susurró, sabiendo que eso le dolería al peli azul—. Pero aún así, eso no quita que se portara como un desgraciado contigo y desconfiara sólo por una prueba. ¿Quieres que intente averiguar qué fue lo que pasó con la prueba? A lo mejor hicieron algo para que saliera negativa —el moreno suspiró.

—No te niego que pensé en eso, que algo tuviera qué ver para que la prueba de mi hijo saliera negativa y así quitarme de en medio pero... no sé... Tampoco entiendo por qué Kagami le hizo una prueba a mi hijo, cuando se supone que yo soy su pareja, era lógico que le hiciera la prueba al de ésa, pero ¿al mío?

—Si no te la hacía a ti también, ella se negaba, diciendo que por qué desconfiaba de ella y no de ti, porque aunque fueras su pareja, podías también haberle engañado.

—Vamos, que fue cosa de ella seguro —confirmó, con seguridad.

—No creas que también pensé eso, por eso, lo averiguaré, le haremos otra prueba, y Taiga verá que esta vez saldrá positiva.

—¿Y entonces qué? Saliera positiva o no, ella ya ha conseguido su propósito, casarse con Kagami. Además, ¿de qué serviría? ¿Es que acaso ahora vendría a pedirme perdón? Ni lo quiero. Incluso capaz de pensar que trucamos la prueba para que diera positiva. De todas formas, no quiero saber nada de él, en caso de que viniera arrepentido, no aceptaría su perdón.

—Hacíais bonita pareja —sonrió Himuro con tristeza—. Pero si yo estuviera en tu lugar, creo que haría igual que tú, no aceptaría tan fácil un perdón después de tanto daño hecho.

—Por eso mismo, lo que quiero es olvidarme de él, y vivir mi vida, junto con mi hijo. Ni él ni yo necesitamos a una persona así en nuestras vidas.

—Aunque mi padre trabaja para el padre de Taiga, yo encontré aquí trabajo en la empresa de Akashi, así que me quedo aquí, por lo que con cualquier cosa que necesites, sólo tienes que decírmelo. Además, me encantará poder estar cerca de mi querido ahijado.

Aomine sonrió. Le iba a costar trabajo olvidarse de Kagami, pero ahora sólo debía pensar en él y en Daisuke, en su futuro, y con ayuda de sus amigos y sus padres, intentaría por todos los medios poder hacerlo. 

Notas finales:

Muchas gracias por leer :)


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