El clima es Londres, era como de costumbre fresco y nublado, Vincent Phantomhive se encontraba en su estudio, se había quedado toda la noche pensando en como ayudar a su pequeño hijo Ciel, esta era la tercera vez que lo suspendían del prestigioso colegio Horswhite, el pequeño se metía en problemas todo el tiempo, la tercera suspensión constó gracias a que encontraron a Ciel encerrado en su habitación con un chico mucho mayor que él, ambos medianamente desnudos y besándose. Vincent con una verguenza absoluta optó por no volver a mandarlo, no sin antes sobornar a todo el colegio para que no dijeran nada acerca de su comportamiento. Si alguien supiera lo que había sucedido con su hijo, se podía ir despidiendo de su trabajo para la reina, y su compañía quedaría muy mal parada frente a la sociedad londinense. Así que ahora tenía a su hijo en la mansión, sin hacer nada mas que vagabundear por los pasillos, contestándole de forma insolente y siendo realmente intolerable. Sabía que debía tomar medidas extremas y lo suficientemente rápidas para que su hijo no se perdiera en esa faceta totalmente asquerosa y desubicada.
De pronto una luz se prendió en su cabeza, ya sabía lo que debía hacer. Si Ciel se negaba a estudiar afuera y encima no era capaz de acatar normas, entonces estudiaria desde la mansión, además de tener a alguien siguiendo cada uno de sus pasos, ocupándose de él las 24 horas, sin dejar que hiciera ninguna travesura.
Vincent se encargó de colocar un anuncio en el diario, buscando un mayordomo que además hiciera de tutor para Ciel. En menos de una semana tenía a mas de veinte personas para entrevistar por el puesto de trabajo.
Eran las ocho de la noche y tenía una última entrevista que hacer. Ante él se presentó un joven de cabello azabache y ojos rojos como la sangre, con un gran porte y un maletin de cuero, se sentó frente a él, no sin antes saludarlo con un fuerte y convincente apretón de manos.
—Veamos, usted es...Sebastian Michaelis.—
—Si señor Phantomhive, he traído mis referencias conmigo, he sido tutor de 7 personas a lo largo de mi carrera, tres años han sido dedicados a cada persona.—
—Sabe Michaelis, mi hijo es un niño muy difícil, y un manipulador por naturaleza, ni hablar de que puede llegar a ser demasiado cruel. ¿Está usted al tanto de que tratará con un gran problema?, según estas referencias parece excelente en su trabajo, pero puedo asegurarle que mi hijo no es como cualquier otro.—
—Realmente señor Phantomhive no creo que será problema para mi, soy extremadamente estricto, y su hijo deberá adaptarse a un horario para cada minuto del día, sere su mayordomo como también seré su profesor en cada una de las asignaturas con las que debe cumplir, Biología, anatomía. historia, danza, buenos modales, contabilidad y música.—
Vincent se encontraba bastante impresionado por la capacidad que parecía tener el joven que no pasaba de los veinticinco años.
—Mire, tendrá un período de prueba de tres meses con Ciel, si de verdad logra todo lo que usted me está diciendo aquí, entonces puedo asegurarle que el puesto sera permanente y con una gran paga.—
—¿Cuando empiezo?—Preguntó Sebastian con una sonrisa.
—Mañana mismo...
...
Ese día se había levantado de humor, no ir al colegio lo ponía de buenas, realmente era insoportable tener que aguantar a tantos adolescentes que se creían el centro del universo por tener padres adinerados. Su padre tenía la mayor empresa de juguetes de todo Londres y ademas era el perro guardian de la reina, y no andaba publicando en los diarios su grandeza ni poniendose un papel en la frente con el signo del dolar en el medio.
Debía aceptar que su padre estaba molestándolo bastante, pero no podía evitar ser como era, el hacía lo que la sociedad no se animaba a hacer, en Londres practicamente todo era tema tabú, y eso era molesto, las damas con sus vestidos pomposos, los bailes a los que debía asistir en el palacio de la reina y demás le molestaban como nunca. Una sociedad tan conservadora lo mareaba al punto de querer vomitar.
Estaba esperando a que Tanaka, el mayordomo tanto de su padre como suyo también entrara por la puerta para vestirlo, mas sin embargo cuando se abrió la puerta de la habitación. Entró por ella un joven pelinegro de ojos escarlata que lo dejó totalmente atontado.
Cuando recuperó el aliento se animó a hablar.
—¿Quien eres tú?—
Sebastian lo miró e hizo una reverencia.
—Soy su nuevo mayordomo personal joven amo,—Respondió el pelinegro.—Su padre me ha contratado para servirle y educarlo.—
Ciel largo una sonora carcajada.
—¿Tú?, ¿un simple mayordomo?—
Sebastian solo atinó a ir hacia el ropero y sacar un conjunto de ropa nueva para vestir al pequeño.
—Mi padre realmente enloqueció esta vez—
—Si me permite decir joven amo, su padre desea lo mejor para usted y es por eso que me contrató, de ahora en adelante yo cuidare de usted sin descanso alguno, espero mi presencia no resulte una molestia, mientras tanto, haremos un horario para cada parte del día, empezando por el horario de la mañana, levantarse como se levantó hoy, siendo ya casi mediodía, es inaudito en un futuro heredero, así que esta noche se acostará temprano para mañana madrugar y comenzar con la rutina de clases—Acotó el mayordomo poniéndose de rodillas frente al menor para comenzar a cambiarlo.
Ciel lo miró con una mueca de enojo en el rostro.
—Saldrás corriendo de aquí en menos de tres días te lo puedo asegurar—Lo amenazó el menor.
—Y yo puedo asegurarle que voy a educarlo incluso con mano dura si es necesario.—Le sonrió cínicamente el moreno.
Ciel chistó enojado y miró para otro lado mientras el mayordomo lo desvestía.
El mayor quedó un poco abrumado al ver el cuerpo del pequeño, la piel parecía de porcelana y era extremadamente suave.
—¿Hay algo que te guste de todo lo que estás viendo?—Le dijo el menor con picardía.
El mayordomo no contestó nada y solo se dio a la tarea de terminar de vestirlo, había sido un error quedarse mirando el cuerpo del niño, ya se lo reprocharía mas tarde.
—Bueno Joven amo, para desayunar esta mañana le he preparado té Earl Grey, con un toque de canela y como aperitivo un trozo de tarta de queso con hojas de albahaca.—
Ciel miró hacia un lado y vio asombrado el carrito que había traído el mayor, nunca en su vida había visto semejante desayuno, como siempre se levantaba tarde, simplemente tomaba una taza de té o café con alguna que otra galleta de por medio. Pero el nuevo mayordomo le había preparado todo un desayuno gourmet para él solo.
Comenzó a desayunar, con un placer absoluto al sentir los sabores mezclarse en su boca. Se sintió observado por lo cual subió su mirada y vio a Sebastian sonriendo de oreja a oreja.
—No te sientas satisfecho.—Le dijo mientras se limpiaba la boca con una servilleta.
El mayordomo no borró su sonrisa y comenzó a recitar todo lo que haría ese día.
—Para empezar comenzaremos por estudiar historia y biología, terminaremos practicando vals y comenzara con lecciones de violín.—
El niño abrió los ojos impresionado ante el atareado itinerario que tenía por delante.
—Estás loco si piensas que haré todo eso, puedes irte al demonio mayordomo idiota, ahora si que mi padre se pasó de estúpido—
Ciel tiró lo que restaba del desayuno al suelo y se fue hacia la puerta de la habitación dispuesto a ir a reclamarle a su padre por la nueva imposición que le había puesto. Mas cuando trató de salir Sebastian lo acorraló contra la pared tomando su mentón.
—Es un niño muy maleducado, y déjeme decirle que eso no lo voy a aceptar para nada.—
Ciel trataba de soltarse del fuerte agarre mas el mayordomo tomó un puntero y abrió sus manos para darle fuertemente con este, escuchando como el niño soltaba un quejido de dolor.
—Estás enfermo o que, ¿¡Cual es tu problema!?—Gritó adolorido y con los ojos ligeramente vidriosos.
—Cada vez que usted me falte el respeto a mi o a su padre, o no acate lo que le diga, puedo asegurarle que volvera a sentir el sabor del puntero en sus manos.—Dijo el pelinegro seriamente.
Ciel salió corriendo dejando solo al mayordomo en la habitación.
Llegó al estudio de su padre y no tardó en comenzar a vociferar por lo alto en lo que le había hecho el mayordomo y en que era un infeliz por permitir que le pasara esto. Mas Vincent no mostró empatía alguna con su hijo.
—Lo siento pero esta es la única forma de que retomes el camino como se debe, y por cada queja que me traigas de Sebastian le aumentaré el sueldo, asi que depende de ti como vayan las cosas.—
Ciel lo miró mas que rabioso y nuevamente salió corriendo insultando todo a su alrededor.
Golpeando la pared con sus puños solo se le ocurrió una cosa.
"Ojo por ojo, diente por diente mi querido Sebastian"