Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

La gran ola de Kanagawa por Bill Dean

[Reviews - 3]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Buenas again c: 

Traje la tercera parte de la carta y la verdad no sé cuantas partes serán, quedan como 15 paginas más, creo. 

En fin, en esta parte de la carta es sólo lo que se lee, no sé que decir al respecto sólo tenía que pasar lo que tenía que pasar y Kouyou no sabe lo que hace, tampoco Yutaka; son dos tontos. 

¿Cómo se supone que describa la primera noche que estuvimos juntos? No lo sé, demonios es demasiado complicado para ponerlo en palabras ¿cómo diablos te lo hago sentir de nuevo igual que yo en estos momentos?

Sólo recuérdalo, recuerda nuestros besos, la manera torpe al sacarnos la ropa hasta quedar en un simple bóxer, que casi me tapo el rostro avergonzado al verte, eras sexy dentro de esa ajustada prenda negra que marcaba la erección que te cargabas, en cambio yo usaba un bóxer de algodón era más como un diminuto short ni muy flojo, aunque tampoco ajustado y el color era un gris claro… ¿Lo recuerdas? Tus palabras en ese momento aceleran todavía mi corazón.

—    Kou… me encantan tus piernas… por favor — y ahí estabas incitando a que las abriera, lo hice lento no por miedo sino por pena, pero me mirabas con esos ojos abiertos brillando emocionados, acariciaste mi piel con la yema de tus dedos erizando la piel. — Son hermosas… tú lo eres y señorito… es tan sexy — declaraste haciéndome reír por un momento, sólo tu podías llamarme así en un momento como ese.

—    No más hermoso de lo que eres tú — afirmé apretándote entre mis pieras.

Mentiría si digo que todo fue más fácil después de eso, la verdad es que fue un completo desastre, un adorable desastre cuando intentaste prepararme, cuando me penetraste y casi lloro, sin embargo todo lo que le siguió fue tan bueno como el inicio que fue la mejor primera vez que alguien puede pedir, al menos para mí porque eras tú. En tu mochila llevabas condones y lubricante, recuerdo que después me contaste lo apenado que estabas al comprar todo, pero que habías puesto tu cara de hombre maduro diciéndote que no era nada. Todo fue tan bello que mi piel se eriza. Recuerdo tus besos en mi oreja, la manera en que chillé tu nombre al llegar al orgasmo, poco después lo hiciste tú… me dentendré aquí o volveré a llorar con una erección en medio de mis piernas.

La primera noche de otras tantas ¿es así cómo se dice?

 

Los días en la escuela fueron divertidos, algunas veces escapando de los demás, una competencia interminable en los videojuegos, insultos insulsos entre risas, no todas las tardes ni todos los días estuvimos juntos, las pocas discusiones que existieron nunca rozaron la estupidez,  conocíamos demasiado de ambos para saber hasta dónde llegar, aunque eso no evitaba alguna que otra molestia que no tardaba en desaparecer. Por alguna razón me volví más aplicado en los estudios, ambos lo hicimos, supongo que fue la confianza y el apoyo que nos dábamos, no quiero que se mal interprete esto, el apoyo de mi familia era inmenso y especial, sin embargo se sentía diferente tu apoyo. Me daba mucha risa escuchar algunos insultos de la gente con mente cerrada, tampoco me molestaban de las bromas o algunos malos chistes sin intención de ofender, el apoyo que nos mostraban la mayoría en verdad se sentía bien, cómo aquella vez en el colegio cuando nos cuestionaron sobre las relaciones sexuales entre hombres ¿recuerdas? Sucedió pocos días antes de que hiciéramos el amor por primera vez.

— No entiendo, si son chicos los dos ¿Cómo van a coger si tienen ganas? — todos estallamos en risas al escuchar la pregunta de Chiasa, era tan inocente que hacía señas con los dedos que para el resto no eran inocentes.

— Bueno… no es que sea importante — Tosiste un poco por la risa.

— O sea que ustedes no han tenido nada nunca— afirmó Hajime con mirada tentadora.

— No es eso— me arrepentí de abrir la boca en cuanto todos nos vieron — ¿Qué? No, no es eso, no hemos tenido nada, yo por lo menos soy casto — me puse rojo con intensidad provocando la risa de los demás, ese tema sacaba temores y dudas a flote — él se refería a que no es necesario explicar algo a esta inocente creatura — señalé a Chiasa.

— O sea que piensas que no soy casto y un caliente que se mete con cuanta persona pueda— me miraste acusadoramente.

— No dije eso, no es algo que yo pueda divulgar… déjame ¿sí? Me pongo nervioso — mordí mis uñas demasiado ansioso en ese momento.

 

Para que lo sepas soy más casto que Luan — arrugaste el ceño  

Luan era nuestro amigo más inocente que nunca había tenido una sola pareja, sin contar su peculiar nombre, era tan inocente que no sabía que era la masturbación en su totalidad, era como Chiasa sólo que Luan era más como un infante.

Saliste tan digno como una “diva”, reí al verte con un sentimiento de satisfacción, me gire hacia Chiasa dudando un poco antes de abrir la boca.  

— Si quieres saber, el mimbro masculino entra por atrás — no me inmué, te seguí después de ver la boca abierta de mi pobre compañera que se sonrojó de inmediato.      

Estabas sentado en una banca mirando el cielo, sacaste la lengua al verme así que  negué con la cabeza y te besé la frente quedándome ahí.

— ¿En verdad te vas a enojar por algo tan tonto? — miré tus ojos.

— Me incomodo la idea que creas que soy un caliente, en verdad soy casto — la preocupación que mostrabas por un tema poco relevante te hacia lucir tierno.

— Eso no me importa y no creo nada de lo anterior, te amo así, tan tu — besé la punta de tu nariz y luego tus labios, sentí como te relajabas, en mi interior me sentí en paz, tal vez si me preocupaba un poco eso, ser el primero me calmaba, de no serlo  me abrumaría el temor en cuanto se diera la situación de no ser suficientemente bueno como los de antes, si existían en ese sentido. 

Tan tontos que éramos, ambos sabíamos nuestros secretos así que obviamente sabríamos si alguno había tenido relaciones antes, pero éramos tontos.

Aquellas tardes o días sin ti eran perfectas también, eso era lo grandioso de nuestra relación lo bien que estaba todo, ocupaba mi tiempo en lo que siempre será solamente mío incluso aquello sin sentido. Me ilusionaba ir alguna tarde a jugar a tu casa o platicar o que vinieras a mí casa, aunque a veces no hiciéramos ninguna de las dos, uno de mis pasatiempos favoritos era mirarte grabando en mi mente cada fragmento tuyo.

— ¡Que insoportable calor! — te quejaste bajando las sabanas hasta la cintura girando para quedar bocabajo. 

— Has dormido demasiado tiempo — sonreí poniendo mis manos frías en tu espalda por debajo de la playera — O es porque acabo de entrar a tu baño para refrescarme.

— Me hubieras despertado para tomar el baño juntos — dijiste coqueto.

— Tonto — arrugué mi nariz — te quedaste dormido a media historia así que decidí dejarte descansar un rato y tome tu palabra de usar el baño.

— No te vayas todavía, es viernes podemos decirle a tu mamá que te quedas a dormir, ya sabes que nunca les importa… —te sentaste en la cama frotando tus ojos — además tu casa no está lejos.

— Sabes que siempre me quedo hasta tarde—  reí sentándome a tu lado. 

— Sí, siempre desde los seis, son muchos años— suspiraste sonriendo volviéndote a acostar pero esta vez bocarriba. 

— Demasiados — subí mis pies limpios sin dejar de mirarte ahí acostado.

Por la ventana entraba un baño de sol y si alguien me pidiese una descripción tuya le diría: Es la persona más tonta y dulce que conozco, con ideas tan locas que me vuelven temerario, ideales que defiende aunque sabe escuchar y reflexionar por si en algo está mal, de él he aprendido eso, su cuerpo es una hermosa escultura que se modifica día a día y miro descaradamente, por ojos posee dos gotas de miel en un rostro de tez clara, la nariz posee una forma naturalmente hermosa que recae sobre sus suaves labios de un bonito carmesí siendo más delgado el superior, me encanta su sonrisa jugando en las comisura, al besarlo a veces y solo a veces los muerdo un poco, seguir con mis dedos su contorno, el de su rostro, en ocasiones cierro los ojos para recordarlo creando el mejor retrato del mundo, su cabello cuando le da un rayo del sol es como las hojas de otoño, la curva de su cuello bajando hasta su pecho es una de las tantas parábolas hermosas en su cuerpo, acariciar el  cabello que juega en su nuca tentadoramente para después deslizar los dedos por la tersa piel de su espalda…

El recuerdo es solo mío, muchas cosas me pertenecen porque  me las concediste.

— Te gusta verme taaanto — sonreíste.

— Eres hermoso, es todo — reconocí sin pena alguna, me diste un beso rápido antes de levantarte. 

— Me iré a bañar — sacaste sin cuidado tu playera mientras te miraba con cierto descaro.

— Sí, el agua fría te hará bien — repuse inocente.

— O tal vez aproveche que tengo calor y que estas caliente — simulaste bajar tu pantalón; reí, con los ojos tapados,  de tus boberías.

— Que tonto eres — puse los ojos en blanco — lo del agua fría lo dije porque tienes calor.

— No te haré nada, además los dos sabemos cuánto nos gusta — te reíste cuando te aventé la almohada.

— En verdad que eres sin vergüenza, si pensaba quedarme a dormir ya no lo haré — fingí indignación.

— Que sensible eres.

— Que feo eres, no te quiero.

— ¿Soy feo? ¿No me quieres? Cuanta maldad alberga tu corazón— sabía que no te importaba ser feo o guapo, pero me encantaba cuando hacías berrinches. 

— No te quiero, el problema es que te amo — sonreí.

— Y luego te preguntas porque soy tu novio — te metiste al baño cantando.

 Esa era una de nuestras tantas tardes  estando juntos. Si tenías dudas del porque me duele tanto esa es la respuesta, si te preguntas porque no lo sentí como un final, es simple, toda esa perfección, las risas, las pláticas interminables, esos momentos en que aquello que no comprendíamos lo explicábamos se acabaron de pronto, ni siquiera me lo esperaba.                                          

       

— ¿Qué tienes Yutaka?, con esa cara mis vacaciones navideñas se arruinan.  

 

Nada — sonreíste triste, me tumbé en la cama mirando el techo, los últimos días habías estado así y no tenía la menor idea de por qué, tampoco encontraba el modo de hacerte sentir mejor.

 

— Mentiroso.

— Sí, mentiroso — te inclinaste sobre mí para besarme.

Te atraje lo suficiente para lograr tirarte sobre la cama,  fui encima de ti sacándote una sonrisa de verdad, era perfecto, el sonido del beso, los latidos de mi corazón, nuestra respiración, tus labios, tus caricias, tu corazón, eran perfectos. 

— Para, no podemos seguir — al escucharte me separe un poco, nos miramos a los ojos, los tuyos eran tristes: creí que llorarías.

— Sólo pensaba besarte.

— No es eso, tenemos que hablar.

— Eso suena a que es malo — me levanté para sentarme en mi silla de escritorio esta vez sin dar vueltas en ella igual que siempre.

— Lo es, para los dos, sabes que mi hermana está en la universidad en Tokyo, sabes que también pienso estudiar ahí — lo decías con tanta suavidad y un ligero temblor en la voz que también comencé a temblar.

— Sí, lo sé e intentas constantemente convencerme de dejar la hermosa ciudad natal para que también me vaya, haces tú bailecito sensual, me haces reír, siempre lo niego a propósito, sabes cuánto anhelo estudiar ahí — dije todo aquello en un vago intento de hacerte sonreír. 

— Ha sido difícil cambiarme pero terminaré este último semestre allá, viviré con mi hermana, presentaré el examen…

Seguiste hablando de tus planes, repitiendo partes una y otra vez siempre evitando llegar al punto más importante, yo  escuché cada parte de lo que dicho: lo procesé, estaba sorprendido, no podía creerlo, estaba feliz por ti, tenía miedo de escuchar lo siguiente, me lo imaginaba y era una estupidez puesto que también planeaba estudiar ahí; después llegó a mi mente  la respuesta “ya no me quieres de la misma manera” era el momento adecuado para poner distancia y retomar la amistad, sí, eso pensabas, aunque retomarla costara demasiado. Despegué los labios sin decir nada.

— Y aprovecharé este tiempo para distanciarnos, esto terminó.

— Lo sé — dije mirando el suelo, “todo era perfecto” demasiado inverosímil. 

— He empezado a dejar de quererte como antes, me refiero del modo romántico, como mi amigo aun te amo, sabes que no gusto solamente de chicos, a mi pesar he mirado a otras chicas y chicos, la infidelidad me resulta tonta así que nunca te fallé, sin embargo no puedo fingir que las cosas siguen igual o mejoran cuando en realidad sólo desaparece…

— ¿Y te parece adecuado abrazarme, besarme, decirme cosas tiernas el último día que estarás a mi lado de ese modo? —  recriminé enojado, escéptico. 

 

—Dije que ya no te amo, que comencé a dejar de quererte igual que un novio no es un hecho que ya no sienta nada, aun quiero hacer esas cosas, para que continuar algo que acabará pronto, no hace ningún bien.

— Lo has dicho ¿para qué continuar?, debiste llegar a decirlo no ha besarme, abrazarme y susurrarme en el cuello “eres como un bombón” luego morderme y salir corriendo entre risas. No te entiendo, ¿ya no me amas pero si me quieres mucho?, o sea es por etapas, dejas de amarme luego de quererme — ni siquiera supe que tenía ganas de llorar, pero ahí estaba yo, llorando, hablando de lo que hiciste antes como si leyera un libro.

— No, no, no, es que ser amigos y ser novios es diferente, como amigo te quiero, te amo, como mi novio ya no, o sea no creo haberte amado de esa manera, simplemente te quise. 

— Como amigo, como novio, eres un imbécil, sólo soy yo.

— Lo sé.

— No me amaste, bien lo entiendo, justo ahora hablamos de nuestra relación como novios no de amigos, estúpido. Yo te amo, sabes que tarde en decirlo, sabes que para mí no es una simple expresión y tú la usaste sin pensar — froté mis ojos desesperadamente.

— Confundí los sentimientos, te quise demasiado, aún queda algo de ello, deseo hacer muchas cosas sin embargo ya no provocan lo  mismo…

—Dime lo demás, eso ya lo entendí, te conozco y sé que hay más — clavé la mirada en un tu cabizbajo. 

— Sí, hay más, tengo miedo — las lágrimas bajaron por tu rostro — te quiero lo suficiente para querer que esto continúe a pesar de la distancia, me da terror que la distancia acabe con nuestra relación incluida la amistad, además sabes que mi hermana ya tuvo otro hijo, mi hermano también es padre de gemelos y no estoy seguro de no querer formar una familia, si me quedo contigo no tendré una familia, no tendré hijos y quiero hacerlo, deseo un día ser padre, para ti no tener hijos puede estar bien, salir con chicos, tener relaciones con otro hombre puede ser tu único deseo, yo no, también deseo estar con una chica…    

— Estas diciendo que en parte te avergüenza andar con un hombre… y tienes razón nunca he pensado en la familia, ni en los hijos, tampoco en que placer me dará una mujer, entonces ¿no te doy el placer que quieres? nunca lo hiciste por sentimientos sólo por calmar tus necesidades ¿Eso es lo que dices? — revente en cólera y casi te golpeo, no lo hice, me sentí avergonzado por creer en lo que no fue del todo— así como para ti fue fácil decir “te amo” confundiendo sentimientos te aseguro que confundimos el futuro, nunca pensé en atarte a mi lado toda la vida — Seguí llorando en silencio, no puedo definir lo que sentí: dolor, vació, tristeza, ofendido,  mil cosas tal vez.

— ¡No digas eso! Yo no siento vergüenza, no me explico bien… lo siento ¿sí? Estoy nervioso, triste, no es tan simple — dejaste correr más lágrimas por tu rostro— eres y siempre serás muy importante para mí. No lo hice solamente por placer, me sentí bien al hacerlo contigo, era…— callaste mordiendo tu labio inferior con una mirada temerosa, tenías miedo a revelarme tus secretos.   

— Sí, creo entenderlo — contesté sin muchas ganas; sí, lo entendí, te quería tanto que la molestia e incredulidad desaparecieron, supe que la melancolía me consumiría, recordando cada beso que diste avanzando hacia un futuro incierto, todo sería culpa del recuerdo.

 

—Dame tiempo, seguiré estudiando ahí, no tardaré en marcarte,  necesito días, no es ni un mes, después a mi regreso todo será igual.

La desesperación de tus palabras no me hizo ningún bien.           

— Prometimos ser amigos— limpiaste tu rostro intentando decirlo bien de nuevo— sólo dame tiempo ¿sí? Es por el bien de los dos, de la amistad, necesitamos el tiempo los dos, no tardaré en mandarte algún mensaje y hablaremos de todo, hablaremos como siempre, conociendo un poco más de los dos, entendiéndonos mejor, siendo algo un poco más importante, eso será bonito.  

— Igual que antes — intente sonreír, fui patético.

— Sí igual que antes, y cuando regrese te vendré a buscar para andar en  bicicleta — de nuevo limpiaste tu cara, intentaste que sonara agradable, que fuera un recuerdo cálido y un futuro hermoso.  

— Correr entre calles, Tanabe con su mejor amigo Kouyou— la voz me tembló. 

— Bailar entre las personas, Kouyou con su mejor amigo Tanabe — tu voz tembló, tus labios lo hicieron. 

— Aventar globos desde las azoteas.

— Ser uno con la lluvia.

— pasear sobre el aire. 

— Ser tan tú.

— Ser tan nosotros.  

—Ir al acantilado.

— Gritar los sueños al aire.

— Sentirnos libres.

Las lágrimas caían por nuestros rostros, recordando cada conquista, cuando sentíamos que éramos los dueños de una selva llamada ciudad, llamada sociedad; viendo los cielos y sentir lo que es volar, sembrando sentimientos, cosechando recuerdos, atravesando llanuras y ríos para salvarnos mutuamente, sobreviviendo a mil bestias salvajes. De ninguna manera esos recuerdos desaparecerían, no habrá manera de que se vayan, lo que venía no era tan sencillo. Igual a un niño pequeño abrazando a su madre, nos apretamos y besamos antes de que te fueras de mi casa limpiando tu cara una y otra vez, fue el beso más triste que nunca di ni daría; fue, al mismo tiempo, uno de los más bellos: suave, lleno de emociones, desesperado, arrebatando el poco aire en mis pulmones, haciendo que olvidara respirar, te fuiste sin decir adiós, un leve “hasta luego” casi inaudible, levante la mano para despedirme intentando ser “fuerte” me quede como imbécil sentado en la silla, sin girar, sin llorar, sin nada, sin ti, sin Yutaka.      

Diré esto de nuevo “El tiempo no es lo que parece”, los segundos, los minutos, las horas, los días, los meses pasaron con un montón de cambios, con momentos rápidos, muy pocos durante los primeros seis meses, momentos lentos, esas fueron las peores vacaciones navideñas, el peor fin de año en consecuencia ese recuerdo arruino los que vinieron después: la noche del día en que se acabó no lloré, la mañana siguiente tampoco sin embargo fue demasiado vacía, mi vida lo era, el resto del día no mejoró, contar las cosas a mi madre me hizo ver la realidad, volver de mi olimpo, esa noche lloré, lloré demasiado, quise acabar con las lágrimas, destruir recuerdos, regresar el tiempo, no hice ruido, no quería explicar por qué lloraba, te extrañé. No describiré todas las noches que pasaron así, soy un hombre es cierto, también lloro, fueron poco más de dos años donde no eras solamente mí amigo, en los que me acostumbré a mirarte y sonreírte por cualquier suceso, para preguntarte mis dudas, para demasiadas cosas estuviste y con mayor importancia que antes, un día simplemente dejaste de estar, desapareciste, aquella expresión tuya, tan mía, tan de los dos “como amigos” te necesité en ese sentido sobre todo, jamás tuve un amigo igual a ti, que entendiera mis silencios, miradas, expresiones, movimientos, alguien que fuera tan idiota como yo.   

Camino a mis dieciocho años te perdí.

 

 

 

 

Notas finales:

Sí bueno... las faltas de ortografía me dio flojera corregir todo, lo siento. 

Pero ahí está, espero les guste. Recuerdo que lloré cuando lo escribí, no sé si el sentimiento quedó bien plasmado. 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).