Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

La gran ola de Kanagawa por Bill Dean

[Reviews - 3]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Buenas madrugadas, finalmente este es último capitulo de esto... er. 

La gran ola de Kanagawa es una hermosa pintura de Japón, creo que es obvio, así que pueden buscarla y encontraran varios datos de ella, como bien dije no soy buena escribiendo y no puedo plasmar bien mis ideas, así que si no entiendes mi punto sobre que es para Uurha esta pintura es por eso o porque soy muy tonta. 

Por otro lado la palabra "hanami" es como... ir a admirar la caída de los petalos de cerezos, los japoneses comen debajo de los árboles mientras admiran la belleza de esto, mi profesor de cultura japonesa dijo que era "Ohanami", él es japonés, pero al buscarlo lo encontré sin la o así que decidí ponerlo como en el buscador., igual lo relacionan con le época en florecen así que... sólo es un dato. 

 

Bien es el último capitulo y la redacción cambia, no quiero darle más vueltas y lo dejaré así como estaba... espero sea de su agrado y si no... lo siento, desearía dar lo mejor. 

También espero le entiendan, si hay faltas lo siento de nuevo porque ya muero de sueño y además me urgía terminarlo. 

 

Ah y la canción es de Miguel Bosé, me gusta más la versión con Shakira, por si la gustan escuchar. 

El ruido del viento, las fuertes gotas de lluvia dando contra la ventana, el olor a café y estar debajo de las mantas en la sala eran el lugar perfecto.

Los dos universitarios que vivían en ese acogedor departamento habían decidido dormir juntos en la sala sobre una amplia colchoneta cubiertos por un cálido cobertor, ese sábado había caído una lluvia inesperada, pero necesaria así que estaba bastante fresco el ambiente y los truenos eran muy fuertes por tanto no debían arriesgarse a que  la luz se fuera y “estar separados en esa oscuridad”, eran las nueve de la noche, el semestre casi acababa así que toda la semana fueron explotados con trabajos y tenían muchos más para ese fin de semana, pero decidieron que era justo descansar un poco temprano esa noche mirando una película cómica, tomando chocolate caliente con bombones y galletas.

—     Kou, esto no me hace reír… es triste — murmuró el de cabellos oscuros admirando el perfil del más alto.

 

—     ¿Qué? — preguntó el distraído joven que no dejaba de juguetear con sus castaños cabellos.

 

—     Esto… que no me abraces y beses en medio del frío. —respondió colocando un dulce puchero en sus labios, sabía que tenía a Kouyou atrapado.

 

—     No somos nada más que amigos, eso sería raro…

 

—     Besos en la mejilla.

 

—     ¿Es en serio? — su rostro generalmente serio lo miró incrédulo, ahora de verdad parecía prestarle atención a Kai, eso puso contento al otro porque Kouyou solía estar perdido en su propio mundo, aunque sabía que era tan tranquilo que siempre lo escuchaba.

 

—     Sí, lo es… por favor — respondió apagando la televisión.

 

Yutaka estaba seguro de que Kouyou lo quería de nuevo, que le daría el sí en esas vacaciones en la playa, pero tenía miedo porque su Uruha siempre tenía miedo.

—     Sólo quédate cerquita — respondió con un suspiro resignado, después de que él otro se arrimara le pasó un brazo en modo “amigos” para apapacharlo, si actuaba desinteresado sólo le dolería después.

 

—     Me gusta… Kou ¿recuerdas esa canción que habla de la luna? — preguntó de pronto mirando al mencionado con curiosidad.

 

—     Hay muchas de la luna, pero creo que hablas de la que me cantabas cuando te ignoraba— respondió sincero y sin vergüenza alguna, estaba tratando de recordar la letra.

 

—     ¡Qué cruel eres! Admites que me ignorabas y me ignoras — la queja salió con un brazo rodeando la cintura delgada de Kouyou.

 

—     Sí… pero no siempre, ahora te pongo atención más seguido — afirmó pensando en un “te pongo atención siempre”.

 

—     No importa…

Se quedaron abrazados así por varios minutos en un profundo silencio que cortaban con murmullos, platicando íntimamente, hacía frío incluso tan tapado, así que cuando Kouyou comenzó a dormitar Kai empezó a cantar esa vieja canción.

“Si tú no vuelves se secarán todos  los mares, esperaré sin ti de pie al fondo de algún recuerdo.

Si tú no vuelves: mi voluntad se hará pequeña, me quedaré aquí junto a mi perro espiando horizontes.

Si tú no vuelves no quedarán más que desiertos, escucharé por si algún latido le queda a esta tierra, que era tan serena cuando me querías, había un perfume fresco que yo respiraba, era tan bonita, era así de grande y no tenía fin. 

Y cada noche vendrá una estrella a hacerme compañía, que te cuente cómo estoy, que sepas lo que hay.

Y mi amor, amor, amor estoy aquí no ves.

Si no vuelves no habrá vida no sé lo que haré. No sé lo que haré…”

La letra en los labios de aquel chico, con su voz que sonaba muy triste provocó que Takashima lo mirara sin comprender, le devolvieron la mirada con su bella sonrisa y los dos hoyuelos que adornaban.

—     Esta canción me acompañaba cada que pensaba en ti, me acompañaba en mi soledad para darme un consuelo “vemos la misma luna”… — las palabras fueron bajando de volumen hasta que quedaron sólo entre ellos dos, como un secreto.

 

—     ¿Me quieres hacer llorar? Porque estás a punto de lograrlo. — respondió el más alto sintiendo que ese sentimiento venía de nuevo hacía él.

 

—     No, no Kouyou, lo que menos quiero es hacerte llorar porque ya lo hice suficiente tiempo, también me hice llorar a mí mismo así que no, no quiero que llores — llevó su mano a la mejilla ajena, Kouyou lo dejó sin nada que decir, por un momento quiso llorar porque era feliz en medio de esa melancolía.

 

—     Sí y no, cuando estaba nublado no veía la luna — bromeó de aquella manera para ocultar que sus sentimientos estaban saliendo a flote.

 

—     Tonto… no rompas mi corazón así — el susurro ya no era una broma, lo dijo enserio escondiéndose en el cuello de su amigo.

 

—     No abuses.

 

—     Sólo esta noche porque me siento solo y triste, sólo esta noche — afirmó cerrando los ojos para inhalar en su cuello.

 

—     Yutaka… — su voz no era sólo un susurro, era como esas ocasiones cuando la persona está perdida en su propio mundo.

 

—     Sí…

 

—     Esa canción… creo que… queda mejor de mí para ti ¿no crees? Yo también la cantaba — susurró melancólico cantando un pedacito de la canción, tan chiquito que era todo lo que sentía en ese entonces, pero ahora ahí las cosas cambiaban — si tú no vuelves no habrá esperanza ni habrá nada, caminaré sin ti con mi tristeza bebiendo lluvia— todo ese tiempo lejos de él esa canción representó sus sentimientos, toda la canción era él mismo — si tu no vuelves no sé lo que haré…

 

Y todo volvió a ser silencio.  

Tanto tiempo sin respirar su aroma, no así de cerca porque tenía que contenerse ahora que eran amigos de nuevo, amigos. Estaba tan agradecido por ser amigos de nuevo, sin embargo sus sentimientos gritaban que no quería ser sólo su amigo, quería ser algo más y justo ahora estaba abusando de su amistad para tenerlo cerca.

«Los colores tienen olor a Kouyou » pensó cayendo ante el sueño, pero ¿qué era el olor a Kouyou? Nadie lo sabría más que él.

Los sueños tenían colores a olor a Kouyou, los colores… había una lluvia de colores y juegos artificiales en sus sueños.

Había días que no estaba tan mal dejarse llevar por el instinto así que Kouyou cerró los ojos acariciando la ancha espalda de ese chico, el chico que le gustaba.

 

Recordaba el ruido en la playa y como rompía la marea contra la arena, recordaba que paseó largas tardes por la orilla tratando de que el vaivén del agua no borrara sus huellas, un pequeño juego, pero era en vano porque siempre desaparecía y el joven Takashima suspiraba agobiado.

—     ¿Qué demonios? No se borren, por favor… si se borran así de fácil en un tormentoso camino significa que mi presencia es débil… si se borran así de fácil significa que él ya me olvidó — murmuró picando loa húmeda arena con el dedo y su puchero en ese serio rostro.

Se quedó acuclillado ahí por dos horas, esperando a que la huella de sus pies fuera más resistente, porque así fue con Yutaka se formaron juntos por años, así que si probaba de muevo estando mucho tiempo parado ahí seguro permanecería la huella más tiempo y así fue, el agua tuvo que pasar tres veces para quitarla por completo.

—     No hay ni rastro… así que soy fácil de olvidar, mi huello en la vida de los demás se borra fácil ¿verdad? — preguntó a la marea chocando contra sus talones.

A esas alturas del día se encontraba en el punto que no podía llorar porque se sentía seco, sin nada que lo sanara, suspiró mirando al mar deseando perderse en él.

—     Kou… 

Una familiar voz lo llamó tocando su hombro para traerlo de vuelta al mundo.

—Tía dice que vuelvas, ya es tarde y tienes resfriado — Akira le dedicó una sonrisa a su triste amigo antes de partir de regreso a la casa de su tía.

Antes de volver por completo miró al mar y esa ola a lo lejos, hacía mucho que no admiraba una ola así, entonces pensó en la pintura de su prefectura “La gran ola de Kanagawa”, suspiró de nuevo pensando que sería maravilloso ser parte de ella: ser parte de un recuerdo eterno en la historia de alguien.

 

El semestre finalmente había terminado, después de casi un año desde que llegó a Tokyo ya se sentía en casa, así que esa tarde simplemente llegó a tumbarse contra el sofá; su atuendo era simple: cómodos shorts rojos, una camisa ligera de color blanco medio fajada y sus descalzos pies arriba del respaldo del sofá.

—     Ummnh… ¿qué debería hacer ahora? El viaje es en una semana… — murmuró para sí mismo esa tarde, sobre la mesa de centro yacía un álbum de fotos, seguramente la noche anterior Yutaka se quedó mirándolo. — Vamos a ver…

Los días pasados casi no se veían en su departamento como tal, tenían tantas tareas y en el local todo era trabajo, así que la noche anterior no lo vio, se había quedado dormido como tronco y durante la mañana apenas lo vio irse como rayo luego de levantarse tarde.

Kouyou era torpe y su mala suerte radicaba incluso en cortarse al pasar las hojas del cuaderno, así que pasaba las hojas del álbum con cuidado, era un álbum de la época en que Yutaka se fue de Kanagawa, sonrió al ver cada una de las fotos; su bienvenida, su primer amigo y él jugando videojuegos, él borracho (foto cortesía de su hermana), Kai durmiendo con el bol de palomitas a duras penas en sus manos, Kai sonriendo, Kai graduado, Kai, Kai, Kai, Kai, Kai, Kai en su cumpleaños con un par de baquetas nuevas, su hobby por la  batería… siempre.

—     Jamás estuve… — murmuró con una sonrisa algo cargada de culpa… 

Se quedó mirando esa foto con un suspiro, acariciado primero las manos ajenas del retrato, después acarició su sonrisa hermosa, soltó una sonrisa antes de comenzar a llorar, algo como eso traía buenos recuerdos que cuando se separaron jamás volvieron a crear nuevos, tal vez por eso los bloqueó tanto tiempo, era triste, promesas que se perdieron en el tiempo.

Tenían unos catorce años cuando Kouyou presumía su habilidad con la guitarra sin decir mucho, él sólo tocaba y si veía la sonrisa de las personas hablaba.

—     Ya casi saco el sólo de guitarra de Civil war a la perfección ¿Quieres escuchar? — y su sonrisa de triunfo aparecía para presumir.

Pero no era más que un hobby, por su parte Kai lo tenía con la batería, desde niños habían sido súper fans de Guns and roses y la vida tan alocada de sus integrantes, las teorías del porque se desintegraron, entre muchas otras, pensaron en formar una banda, pero eran sueños de niños que se volvieron  un pasa tiempo. A los dieciséis años, cuando ya eran una pareja, Yutaka había invitado a su casa a Kouyou para mostrarle su nuevo aprendizaje y no era algo de Luna sea o Buck Tick, bandas que les gustaba demasiado, era una de las canciones favoritas de Takashima.

—     Anda… a que no lo adivinas — dijo el joven sentado frente a su batería.

 

—     No, no sé… pero podría después intentarla sacar con la guitarra y sonará genial — elevó sus cejas antes de reír — anda, dime cuál es.

 

—     Ya la has sacado en tu guitarra… Sólo escucha — dijo muy seguro de sí soltando esa particular risa que contagiaba al mundo con su alegría.

 

No esperó mucho mientras acomodaba los platillos y después se acercaba más contando hasta tres con sus baquetas y los brazos arriba, entonces empezó; el golpeteó de los tambores, la energía que se ponía desde el primer momento con los pies incluso, no tuvo que pasar ni un segundo para que lo supiera y sus ojos se iluminaran para que su cuerpo sintiera la energía correr por su cuerpo mientras comenzaba a seguir el ritmo tímidamente, tratando de no perderse detalle.

“You could be mine” era una canción que siempre lo animaba, subía su energía, podía darlo todo en ese instante de no ser porque Kai tocaba y no quería perderse detalle de eso, aunque por momentos bajaba la intensidad de la batería era sin duda lo que ponía el ritmo; cuando terminó de tocar Kouyou aplaudió con vehemencia dibujando esa sonrisa de felicidad.

—     ¿Y?

 

—     ¡ME ENCANTÓ! Es maravilloso, Kai, de verdad…. Me encanta esa canción y tu tocas tan increíble, Dios estás hasta sudando, toma — ofreció una toalla a su novio estando todo emocionado — lo hiciste mejor que Matt Sorum — lo decía muy enserio tanto que Yutaka negó con la cabeza secándose el poco sudor que tenía.

 

—     Claro que no…

 

—     ¡Claro que sí! Anda que debemos presentarnos en algún lado sólo para presumir — comentó demasiado emocionado pegando pequeños brincos sin notarlo.

El recuerdo se difuminó con la sonrisa en su cara limpiándose esas lágrimas que escaparon, fueron buenos tiempos y jamás pudieron presentarse, incluso se acordó que Yutaka había dicho que ensayó con esmero gracias a que Kouyou le obsequió unos platillos; sacudió la cabeza volviendo a pasar las imágenes, eran demasiadas y estaba por terminar cuando la última parte se remontaba a antes de su llegada a Tokyo, eran de su cumpleaños, el día en el balneario entonces comenzó a reír.

—     Eres un estúpido, Kai — dijo riéndose al ver la foto de Yutaka con cara de amargado por quemarse luego de no usar bloqueador solar.

Pasó dos veces más hasta llegar a una foto de él, de Takashima, sabía que foto era; la tarde que decidieron quedarse en su casa para celebrar su cumpleaños diecisiete y su mamá los dejó dormirse hasta tarde: fue divertido, pero cuando estaban mirando la última película de esa noche, “Avatar” se dejó llevar por morfeo; aparecía dormido casi cayendo de las almohadas y un puchero, su playera blanca de dormir y el cabello cubriendo sus ojos, la descripción decía: Takashima Kouyou… Uruha.

Después de ver esa foto se quedó mirando la caligrafía, era delgada como siempre, pero temblorosa además lucía bonita, soltó un fuerte suspiro sin entenderlo.

—     ¿Para qué pondrías una foto mía aquí? — se dijo dándole la vuelta con ese sentimiento atorado en su pecho, la incertidumbre.

Él dormido de nuevo, esta vez sobre el escritorio de su habitación, lo recordaba muy bien porque esa noche se quedaron para estudiar el examen de física, había fórmulas que no lograba desintegrar en su fórmula anterior y tardaba demasiado, se recostó frustrado sobre su libro y despertó a la siguiente mañana en su cama; suspiró sumamente apenado por esa foto dónde sus labios estaba ligeramente abiertos, la descripción decía: Uruha…

No supo que pensar en ese momento, pero se sentía frustrado por no entender que hacían esas fotos ahí, miró a la fotografía de lado, de nuevo era él dormido y tuvo que arrugar la nariz para no llorar, a esas alturas se sentía agitado de su pecho sus emociones iban a desbordarse; ahora era él dormido sobre la cama de Yutaka, bocabajo, desnudo y tapado por la sábana hasta la baja espalda; recordaba ese día, habían tenido relaciones aprovechando que fue el aniversario de los padres de Yutaka y no estaban, se quedó dormido después de estar hablando, sus lunares destacaban en la pálida piel como planetas en una galaxia desconocida, su cara lucía bonita, la roja nariz delataba que al siguiente día moría de gripe, un pequeño dato que sólo ellos dos sabían, ahora escribía: lindo…

Giró de nuevo la hoja con las fotos dónde había dos más, era una secuencia; siempre buscó esas fotos que Kai tomó y se las obsequió, pero nunca encontró nada. Era el Hanami de sus dieciséis cada vez más cerca de los diecisiete, habían ido los dos solos a comer debajo de los cerezos más discretos y solitario para ellos, era hermoso ese árbol de cerezo además la comida estuvo bastante buena gracias a Tanabe; Kouyou se quedó dormido así que Yutaka aprovechó para tomar dos fotos una dónde los pétalos caían sobre su novio para hacerlo lucir como un hada dormido sobre el verde pasto debajo de una lluvia de pétalos rosas; la segunda fue cuando se giró para estar de lado dejado la cabeza sobre su brazo flexionado y usarle de almohada, ese día en esas fotos vio que era hermoso, Kai lo hizo hermoso, su descripción eran dos palabras por cada una: te extraño.

—     Por favor no juegues más conmigo… — susurró soltando a llorar mientras miraba sus fotos, en ese momento era la persona más feliz de nuevo — no de nuevo, por favor.

La descripción de la segunda foto estaba escrita con delicadeza y una firmeza que hizo temblar el corazón del miedoso joven: te amo.

—     Por favor — repitió a la nada en medio de la sala.

No es como si las fotos y lo escrito ahí fueran recientes, era todo Yutaka imponiéndose a los muros creados por Takashima durante todo ese tiempo, así que sólo tenía miedo de ser lastimado de nuevo, de perderlo.

—     Lo siento, yo ahora mismo… yo soy un cobarde, pienso que jugarás conmigo cuando nunca lo hiciste, así lo siento… un inútil como yo te gusta, lo siento…

Cerró el pequeño álbum y toda esa tarde se metió a su cuarto a llorar por un rato y el resto a dormir, era lo mejor para esas cosas dormir, porque aunque era consciente de sus sentimientos seguía negándose a ellos porque si no eran dichos en voz alta no eran reales, porque Yutaka podía estar jugando con él de nuevo. Fingió no ver nada, al contrario siguió tratando a su compañero de la misma manera cuando llegó, bromeó con él, lo regañaba cuando lo tocaba de una manera no tan amistosa y miraba a sus ojos.

—     ¿Por qué me ves así? — preguntó el futuro chef con un ligero rosa en los pómulos.

 

—     ¿Así cómo?

 

—     Como si… no lo sé, cómo si yo tuviera un tesoro o algo que no sé, pero es importante.

 

—     Tonto — susurró el más alto  sin apartar su mirada, era verdad Kai en sus ojos tenía un lugar en medio de un espeso bosque donde podía mirar las estrellas, donde podía mirar el universo… Kai era vida, Kai era su tesoro, Kai era su secreto, Kai… Yutaka era paz.

 

—     ¿Por qué me ves así?

 

—     Por la paz — respondió y no dijo nada más.

 

La gran ola de Kanagawa.

La gran ola de Kanagawa era el arte de su prefectura.

La gran ola de Kanagawa era parte de la historia.

La gran ola de Kanagawa nunca moriría.

La gran ola de Kanagawa, alguien la pintó y todos sabrían que alguien lo hizo incluso sin saber su nombre.

Tanabe Yutaka era “La gran ola de Kanagawa” en la vida de Takashima.

Tanabe Yutaka estaba pintado en el alma del joven que se estiraba en medio de la playa con el aire azotando en su cara.

Takashima quería ser “La gran ola de Kanagawa” en la vida de Yutaka.

El amor era La gran ola de Kanagawa y el monte Fuji era ese par de amantes, amantes eternos.

El profundo significado de esa pintura intrigaba al joven quien admiraba la pintura en una pequeña imitación que tenía.

«Si el monte Fuji puede ser superado por las olas, mi caída en la vida no es nada fuera de lo normal, si el monte Fuji es diminuto entonces nosotros… todos siempre seremos diminutos ante otros y esos otros ante otros, así en un ciclo sin fin porque somos seres humanos, porque la vida debe ser así o todo sería aburrido» pensaba cada que la veía.

 

Para poder disfrutar  de Teteishi coaste decidieron hospedarse en una pequeña casa en renta cerca de la playa, con el auto de Yutaka llegaron sin gastar demasiado y además el clima era muy agradable, así que andaban felizmente en la playa cada tarde, sobre todo porque Takashima era malo nadando mientras Yutaka era bastante mejor así que iban a practicar “natación” en medio de juegos tontos como dos niños; dentro de la casa sólo había una habitación que tuvieron que compartir, pero eran tan descarados que por la noche fingían dormir girando en la misma cama hasta que terminaban cerca o rozando sus piernas.

Era su tercer día de los cinco que habían decidido ir, el sol estaba oculto por algunas nubes además parecía que se nublaría pronto por lo que prefirieron quedarse en su casa por esos días para descansar, ver la televisión, leer o hacer lo que mejor le pareciera. En ese momento discutían sobre qué comer, aunque no habían llevado mucho a su pequeña casa.

—     No quiero nada concreto, sólo un sándwich.

 

—     Pero yo quiero ramen, Kai.

 

—     No hay ramen, sólo sándwiches… y una pizza congelada.

 

—     Quiero ramen.

 

—     No hay.

 

—     Quiero ramen.

 

—     No hay, Kou.

 

—     Pero quiero ramen.

 

—     No eres un niño, Kou… calentemos la pizza ¿sí? O puedes comer arroz que hace cinco minutos en tu berrinche dijiste que no querías, que estabas harto del arroz.

 

—     Es que… tu sólo estás leyendo — se defendió tal cual infante, la verdad ese berrinche venía de que Kai no le había prestado mucha atención como otros días, así que Kouyou no podía fingir que lo ignoraba y todo ese escándalo era para tener su atención.

 

—     ¿Y eso qué? — preguntó soltando a reír para dejar su libro de lado.

 

—     Nada… sólo… ya nada, iré a ver la televisión y come solo — declaró con las orejas calientes para irse a la mini sala del lugar.

 

Un niño.

Yutaka volvió a reír por verlo actuar de esa manera negando con la cabeza, al final se tendría que levantar a calentar esa pizza en el horno y convencer al berrinchudo de comerla. Ese día no lo había estado molestando porque parecía que Uruha se hartaba así que no quería arruinar sus vacaciones, además se sentía cada vez más triste al ver que no cedía o daba indicios de que ellos volvieran, lo hería. Soltó un pesado suspiro cuando el cielo retumbo una vez, asomó la cabeza por la ventana y las gotas de agua cayeron precipitadas sobre su rostro; pasaron varios minutos en los que la lluvia intensificó, una enorme sonrisa se había formado en ese momento así que sin pensarlo mucho corrió hasta la sala tomando la mano de Kouyou sin decirle nada para hacerlo correr, incluso dejó la ventana abierta.

—     Oye… ¿Por qué corremos? ¿A dónde vamos? — preguntó sin entender, pero siguiento fielmente a Yutaka, porque era su chico favorito para hacer tonterías.

 

—     Vamos a la playa — respondió abriendo la puerta de casa.

 

No espero a que el otro respondiera simplemente lo jaló descalzo   afuera, escuchando el portazo de la puerta.

La lluvia no era ni fuerte ni calmada, era lluvia fría que impactó sus cálidos cuerpos; correr bajo la lluvia, Yutaka con su amigo Kouyou corrían debajo de la lluvia hasta la playa, corrían sobre el pavimento mojado descalzos, corrían sujetos de la mano mojando cada parte de sus cuerpos hasta que llegaron donde la arena comenzaba, húmeda como cuando la marea subía para bañarla.

—     ¡Eres un demente, Yutaka! — exclamó ya que el ruido de la lluvia no dejaba escuchar tan bien.

Mientras la gente ya se había ido de ahí ellos iban llegando, hundiendo  los pies en la suave arena; Uno detrás del otro dejaban sus huellas en la arena, huellas que no se borraron, huellas que marcaban el camino desde inicio hasta un fin que no tendría, al llegar a la orilla a un lado de una enorme roca, tan enorme que superaba los dos metros, se detuvieron.

—     Sí… bueno tú seguiste al demente  — respondió a Kouyou mirándolo ahí, debajo de esa caída de gotas de agua que no lo dejaban ver bien.

 

—     Sí… te seguí, Kai. — reconoció desviando la mirada de sus pies sobre la débil y fuerte arena, clavó la mirada en el rostro de ese chico empapado, con sus cabellos pegados al rostro y riachuelos que bajaban por la sien.

 

—     ¿Por qué?

 

—     Porque parecía divertido mojarnos, porque corriste y no podía quedarme atrás.

 

—     ¿Entonces porque te niega a aceptar que me amas? — la pregunta salió de esos suaves labios atrapando los ojos de Kouyou, sin dejarlo huir.

 

Corrieron porque eran tontos, Kai corrió porque el agua purifica y si viene del cielo debía ser bendita, porque se sentía prisionero en su pequeño mundo dentro de su cabeza pensando si debía o no declararse a Kouyou con seriedad, así que si estaba en contacto con la naturaleza ¿no volvería a su estado natural de libertad?; no había motivo concreto para salir corriendo como tontos debajo de esa lluvia, simplemente quería sentirlo y no quería estar solo.

—     ¿Kouyo…

 

—     Porque no quiero ser un momento nada más, no quiero ser algo que deseches… porque si acepto que te amo como quiero hacerlo, como quieres que lo haga, como sabemos que siempre lo he hecho yo… temo perderte de nuevo y no lo soportaría de nuevo. — hizo una pausa después de interrumpir a Yutaka.

 

Miraba el mar que seguía siendo él debajo de esa intensa lluvia, que la marea daba contra sus pies sin cesar… jamás se rendían ¿cierto? Tampoco parecían tener miedo, el mar era tan poderoso casi siempre, pero a la orilla de la playa era débil rompiéndose contra sus pies, Koyou también era fuerte, Yutaka lo era.

El más bajo miraba con esperanza al otro, ambos tenían en su pecho el corazón latiendo como un maldito loco, sus manos se sostenían con fuerza y nada a su alrededor parecía estar bien aparte de ellos dos con sus manos unidas, con sus corazones latiendo al mismo tiempo y sonido del pasado sonando en sus cabezas: risas, promesas, palabras, juegos, besos, caricias, llantos, lamentaciones, infancia…

—     Eres un mentiroso de mierda, Yutaka. — volvió a hablar haciendo que el mencionado, que esperaba sorprendido a que continuara, abriera los ojos bien grandes incluso esa emoción latiente en su pecho y la sinceridad de la palabras de Kouyou se transformó en un frío peso en su estómago. — Dijiste… dijiste que conocías el futuro, que tú  y yo terminábamos separados, pero fue una vil mentira.

Yutaka no entendió nada.

—     Dijiste eso y por un momento, por unos años creí que era verdad, creí en tus palabras maldito mentiroso, creí que no terminaríamos juntos y ¡Míranos! Somos dos locos parados debajo de la lluvia con nuestras manos sujetas cuando claramente soy un imbécil miedoso, estamos juntos — ahora de verdad miraba a Yutaka quien seguía sin entender nada — Gracias por ser un maldito mentiroso de mierda…

 

Todo cobró sentido de un momento a otro con el fuerte aire que acompañaba esa fría lluvia, el baño de los cielos; en aquel acantilado siendo un adolescente tenía miedo de perder a Kouyou así que se lo dijo, sonrió mostrando sus blancos dientes antes de empezar a reír, se agradecía a él mismo por ser un mentiroso, nadie supo nunca que esa tarde lloro en medio de la lluvia, estaba tan feliz que lloró con su corazón desbocado latiendo fuertemente, latiendo para calentar su alma.

—     Te amo, Takashima. — declaró bien en alto para que lo escuchara, sonrió de nuevo al ver sonreír a su compañero de vida — sé mi novio, por favor.

 

—     Yutaka… Te amo — respondió arrugando la nariz que sintió el frío debajo de toda esa agua, incluso estaban temblando los dos. — Soy tu novio, eres mi novio — declaró volviendo a sonreír para tomar ese rostro entre sus manos, acercándose más de lo que habían estado en años, entonces comenzó a sentir más calor en medio del frío.

 

—     Así es como debe ser, el universo está en orden ahora — afirmó tomando de la misma manera el delgado rostro del más alto.

 

—     Sólo promete que no huirás, que seguirás sosteniendo mi mano cuando te falten fuerzas, yo te sostendré con todo lo que tengo, pero no te sueltes de nuevo….— miradas encontradas, ojos llorosos y un callado deseo de un beso.

 

—     No lo haré, me quedaré contigo para el resto de mis vidas…

 

—     Kai… yo de verdad tengo miedo, así que…

 

—     Ya cállate y bésame, ahora no soy un mocoso tonto, Kou… ahora sé que jamás jugué cuando te decía que te amaba, ahora sé que no quiero tenerte lejos nunca — afirmó acariciado sus frías mejillas bañadas en agua.

No hubo más palabras después de eso, simplemente Kouyou abrazó el cuello de Yutaka y sus labios se unieron como mucho tiempo no sucedió. Simplemente volvían a sellar esa promesa de amor después de una rara tormenta. Qué más daba congelarse en medio de la playa, no importaba nada más aparte de ellos.

La vida tiene altos y bajos, la vida es quedarte con tu pareja afuera de la casa, mojados, porque salieron corriendo como estúpidos  debajo de la lluvia, vivir era meterse por la ventana abierta para poder entrar, vivir era abrazarse debajo de las mantas de una cama viendo películas de ciencia ficción, vivir era ignorar las malas miradas de la gente, vivir era todo eso y más.

En Kanagawa dentro de una casa de renta Tanabe Yutaka volvía a tatuarse en el alma de Kouyou, en ese viaje se convirtieron en “La gran ola de Kanagawa” el uno del otro.  

Notas finales:

Y FIN, vivieron felices para siempre. 

 

Si leyeron hasta el final, MUCHAS GRACIAS Y MUCHO AMOR JOTO PARA USTEDES, LES AMO. 

Gracias por leer este mini proyecto que no está tan bueno. 

Buenas noches y esérp haya sido de su agrado, un día volveré con alguna otra cosa boba y tonta. 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).