Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

La gran ola de Kanagawa por Bill Dean

[Reviews - 3]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hi! Bien, el segundo capitulo o bueno el otro tanto de "la carta" es un punto del relato dónde su relación ya lleva cierto tiempo, dónde su cuerpo comienza a reaccionar y saben que es natural, pero Kouyou siendo tímido de cierta manera siempre tiene miedo, ambos lo tienen. 

También es el temor a decir "Te amo", creo que es fácil de decir, pero trae una carga con ello, así que obviamente ellos no son jóvenes que dirán esas palabras tan fácil. 

Ya, no es gran cosa. 

— Me vas a dejar plantado — te quejaste y tus labios formaron un pequeñísimo puchero.


— No dije eso, no termine de hablar, he dicho “pero…” después de eso iremos a donde yo diga — condicioné calculando tiempos.


— ¡Sí! Contigo iría al rincón más oscuro del mundo incluso si me vas a violar — te reíste, intenté no reír mirándote de manera acusadora, cedí a la risa y fue algo incómodo.


Llevábamos casi un año de pareja, las cosas subían de “tono” a veces, en ese sentido ambos éramos inexpertos, se estaban volviendo inquietudes silenciosas, hablábamos de  ello y fingíamos aclararlo, la realidad es que teníamos miedo; un miedo bueno, si es que el “miedo bueno” existe   


— ¡El mejor lugar para tomar té y pastel! — sonó a proclamación, un nombramiento digno.  


— Es un bonito lugar, creo que fuiste demasiado cursi pero lo amé — eso último lo dije de broma pensando si lo dije en el tono adecuado o te haría sentir mal, habíamos ido a uno de mis lugares favoritos, supongo que tuyo también, entré contigo una tarde huyendo de la lluvia, descubrimos los mejores postres, el mejor té, un buen café, escribiste mi nombre en vapor, era perfecto. 


«“Deli’s”, es pequeño y reconfortante»


— Kou, no se me dan los obsequios. — parecías apenado, no sonreías mucho y  sólo observabas mi cara; algo que nunca entendí ¿sabes? Mi cara no tenía nada maravilloso.


— Es perfecto, una tarta, debo decir que añoraba un anillo de compromiso quiero ser en un futuro “de Tanebe” — soltamos a reír, nuestro humor era demasiado raro — Dice “Yuugen” “Wabi-sabi” ¿lo soy? — volví a la incredulidad, sabía cuándo te lastimaba y cuando entendías que era una necesidad tener la respuesta. 


— No y sí, eres una locura, un mundo que quiero descubrir y el que me hace ambicioso buscando llamarme el rey de tus pensamientos íntimos, eres un vaivén, me das tranquilidad, apaciguas mi alma y es paradójico porque también la inquietas, a veces eres un lugar tranquilo, eres un ser profundo que evoca cosas profundas en mí, eres la belleza de mis imperfecciones, sí y no en todos los sentidos — volviste a mirarme, era la clase de mirada con la lograbas desvestir mi alma, mi mente, somos iguales, somos diferentes, somos idiotas. Lo entendí y tú lo supiste.


Después de eso te lleve al acantilado “escarpado de los mares” de Kanagawa, nos asomamos y pudimos ver como el agua chocaba ahí abajo; daba miedo sin duda, ponía a prueba mi temeridad,  llevarte en bicicleta resultó divertido y cansado.


— Eres un estúpido, debiste dejarme traer mi propia bicicleta — reclamaste jovial por lo cansado que quedé, era una subida demasiado pesada. 


— Déjame ser romántico — te di un ligero codazo, el aire era fresco no tardé en enfriarme, me ponía en contra del  viento levantando mis cabellos.


— Me gusta que seas romántico — hiciste lo mismo, guardamos silencio — He pensado que el futuro es muy lejano pero siento que lo conozco — te miré y sonreí.


— No me lo cuentes, no pienses en ello, vamos a descubrirlo, segundo por segundo, hay que sentirlo hasta el tuétano — abrí los ojos para dedicarte una mirada segura y con esperanzas retenidas. 


— Tengo miedo de que me dejes, que un día no seamos nada ni siquiera los amigos que solíamos ser, eres un sabiondo y yo tengo miedo — dijiste la verdad, conocías el futuro aunque lo predecías algo mal y con mucho tiempo de anticipación, yo no era un sabiondo.


— Dije que vamos a descubrirlo, no te voy a dejar yo también tengo miedo, temo que me dejes tú, temo estar siendo demasiado tonto con lo que digo, mentiste, no conoces el futuro — terminé siendo un mentiroso sin querer, no mentí al decir que tenía miedo, tampoco mentía cuando decía que te amaba, lo sigo haciendo, no sé si de la misma manera.      


Te besé, me había acostumbrado a hacerlo por mi cuenta, disfruté de él, aspiré  tu aroma en un desesperado intento de guardar esa esencia en la parte más secreta de mi mente,  amaba que nos besáramos así, sin segundas intenciones, con el único propósito de demostrar cariño, sentir seguridad, emprender un viaje psicodélico, dejar de tener miedo, compartir demasiadas cosas en un cálido roce de nuestros labios. 


¿Lo has notado? Miedo, miedo es lo que me gobierna.


— Seamos idiotas toda la vida — susurraste — no me hagas decir por favor.


— Seremos unos idiotas toda la vida. 


— Idiotas no ignorantes.


— No ignorantes — sonreí aún más, en ese momento importaba, menos de lo que solía ser, decir mis pensamientos — me haces fuerte, me quitas complejos, Yutaka.


Nos echamos en el pasto esperando la lluvia que no llegó, platicamos cosas vagas, empezamos una pelea tonta. 


— Es OBVIO, no me importaría besarme con el vocalista aunque este viejo, está muy bueno — respondí a tu pregunta con una bobada.


— Entonces ve y besa su trasero arrugado — lo dijiste algo molesto y eso me hizo reír, tu cara ensombreció más ahora estabas en mi posición, sabías lo que sentía cuando me hacías lo mismo, reírte cuando hablaba algo en consideración serio. 


— No he besado el tuyo, no besare el de él.


— No necesitas besar el mío, eres libre de hacerlo.


— No dije que tú me lo prohíbes, dije que no quiero besar otro trasero si no es el tuyo.


— Esas son fuertes declaraciones — te apoyaste en un codo mirando con picardía.


— Si pones tú trasero en mi linda cara no te besare y lo partiré en pedazos, Kai. — no sonreí estaba en mi modo amenazador.


—Uru… Si sabes que sonó feo ¿verdad? — empezamos a reír.


Cuando me calme sólo sentí tus labios, no vi nada más después de eso, cerré los ojos dejándome llevar, necesitábamos de nuestro calor en aquel lugar fresco, terminaste encima de mí; amaba eso también, la manera más apasionada de besarnos, acariciando debajo de tu ropa sin traspasar esa delgada línea que formaba el pantalón, ninguno se atrevía a pasar más allá sólo rozarla con los dedos, saboreando la piel del cuello, jugando con tu lengua en una lucha que parecía interminable, presionar tu espalda, hacer mía cada línea sutil, cada pedacito de piel me fascinaba, la quería hacer mía y quería darte lo mismo, dejé escapar un suspiro cuando tus besos bajaron a mi cuello, un ligero temblor seguido del rubor me recorrió, teníamos momentos en los que la razón dictaba que siguiéramos sin importar que nos llegaran a descubrir, cosa imposible ya que nunca estábamos expuestos, alcanzando el punto que nos daba miedo, la mente nos jugaba, seres y ruidos imaginarios aparecían, la respiración volvió a ser regular terminó en un inocente beso, abrí los ojos para ver esa sonrisilla que aparecía siempre. Aquella que aun enamora.               


—    Kouyou, te amo. — susurraste encima de mí, tomando entre tus manos con delicadeza mi rostro.


Siempre tuvimos miedo a esas palabras: Te amo. Eran muy fuertes y sabíamos lo que pensábamos de ello así que al decirlo supe que era verdad, que me amabas y ya no como un amigo, porque esto era diferente a cuando aún no teníamos ese tipo de relación, el amor de amigos cambió. Sentía mariposas en mi estómago, mi pecho se agitaba y entraba en un agradable calor que me decía que estaba en casa.


—    Te amo — respondí sin importar que el pasto me picara, llevando mis brazos a rodear tu cuello y mirar tus ojos, tu rostro contra el nublando cielo que para mí era tan hermoso como cuando estaba estrellado.


Mis emociones crecieron tanto en ese momento que casi lloro, me miraste como un regalo bendito del olimpo, me tomaste entre besos y lindas palabras, tu sonrisa se hizo de cargo de aliviarme; hicimos una burbuja impenetrable con nuestro amor y esa noche el ruido de las olas de Kanagawa fue el compañero de nuestra declaración de amor.                                  


He mencionado que sólo hablo cosas de mí, de ti, de nosotros, no menciono la familia, eso no era demasiado complicado, en realidad un poco fuera de lo común. Tus padres eran encantadores, tus hermanos igual, saben amar, yo tenía a mi madre ella también sabe amar, dos hermanos mayores que aman pero no demuestran, el amor es de muchas maneras. Esa parte era perfecta también, cuando hablo de nosotros, de cada uno, también hablo de tus seres queridos, pero vamos eso no era difícil de llevar, pese a las miradas duras que te daba tu padre, el mío nunca estaba en casa más que en vacaciones así que soportarlo no era complicado, el trabajando en Tokyo y yo en casa disfrutando de mi libertad.


— Mi mamá no estaba segura de dejarme venir, quería que fueras tú a la casa — explicaste dejando la mochila en una silla — dice que le parece peligroso que estemos solos, por si entran a robar, pero entiende que debes cuidar de la casa mientras no está tu mamá, además de que tus hermanos no pueden venir — soltaste una risa — creo que el hecho de ser hombres nos libera de la duda o es que nuestros padres son inocentes. O nos creen santos, es posible que sean o no ambas, así   como que ni siquiera piensen en eso.  


— ¿Piensas que va a pasar algo en un día y una noche? — levanté una ceja 


— ¡¿Qué?! No, eso no,  pensé que era gracioso— lo dijiste medio desesperado, nervioso, rojo del rostro, tierno, y supe que mi risa era igual, que también estaba rojo.


— Sí, es curioso, raro, gracioso — las palabras brotaban intentando ayudar, una tarde, una noche, un día, en realidad ese era el tiempo que te quedarías.   


— Lo has dicho al revés, es una noche y un día — te botaste en la cama igual que siempre, cuando aparecías por aquí desde que empezamos a ser amigos. 


— Ya sabes dónde está el baño — dije y me senté en frente de ti, girando en la silla — no voy a insinuar nada— aclaré nervioso— ¿te molesta si compartimos la cama? Al menos que quieras la habitación de huéspedes o una colchoneta.


— No, no, quiero dormir en tu cama, y platicar sobre la guerra de las galaxias — sonreí desde mi lugar, te levantaste para ver todas las miniaturas sobre un mueble de ropa.


—    ¿Seguro? Tú no sabes nada de eso y yo apenas sé sobre los jedi… algo como eso — mi respuesta iba acompañada de sorpresa y diversión, hasta ese momento a mis dieciséis años no podía hilar las ideas.


Ya lo había dicho, el tiempo no es lo que presume, esa tarde fue lenta y rápida por momentos, estaba nervioso, una parte de mí siempre lo estaba a tu lado, pasee por el baño cerca de media hora más lo que haya tardado en bañarme y vestir una común y corriente pijama, no era la primera vez que te quedabas a dormir en casa, incluso estando en la misma cama, llevábamos años de conocernos inclusive después de ser novios donde también las cosas cambiaron, nunca estuve tan nervioso, no había nadie más que nosotros, literalmente estábamos solos. Te bañaste antes que yo así que al salir te encontré tirada en la cama revisando la mochila con tus pertenencias, tenías un pijama negra con dibujos blancos muy monos. 


—    ¿Quieres saber por qué  hablé de la guerra de las galaxias, Uruha? — solté un largo “mmmh” después de tu pregunta, no estaba seguro de si tenía algo oculto.


—    Adelante, señor ¿por qué? — tu rostro  se levantó dejando tu mochila de lado con las manos moviéndose nerviosas, incluso tus orejas parecían algo rojas, aunque tenías un condenado autocontrol que cambió por una traviesa sonrisa.


—    Por los sables.


—    ¿Los sables? ¿Qué con eso?


—    Uuruha ¡vamos! Sé que lo entien...


—    ¡Eres un sucio, Kai! — Estaba ya sentado a tu lado bastante cómodo cuando lo analicé y te solté un manotazo.


—    ¡Para! Eso duele, estúpido — tu mano se levantó para darme contra el muslo con fuerza suficiente para que me ardiera sin dejar de reír.


—    Lo siento, Kai…


—    Está bien, no me dolió — volviste a sonreír tomando mi mentón, cuando te vi mi corazón latió tan fuerte que mis manos se aferraron al short de mi pijama.


—    Kai…— volví a llamarte mirando que ya no estabas tan nervioso y tus ojos me decían que morías por decirme algo, que tenías temores como yo, pero te preocupaba más lo que yo pensara.


—    Está bien, dije ¿por qué pones esa cara seria? — tus labios, bonitos como un corazón, se unieron a los míos y yo enredé mis brazos a tu cuello.


—    Yutaka no es eso, yo… te deseo… mi cuerpo lo hace… te deseo y no creo soportarlo más — no mentía, entre mis piernas sentía un cosquilleo agradable como cuando me masturbaba, aunque era demasiado tímido para eso y no solía hacerlo por carecer de importancia, a últimas fechas porque estabas tú en mi mente y tu inocente imagen en mi mente no la quería ensuciar.


Fui rudo al pegarte, cuando tratabas de decirme las cosas divertido, pero vamos éramos inexpertos y por más descarado que fueras conmigo como cuando me agarrabas el trasero, incluso tú tenías pena de decir ciertas cosas.


—    Kouyou ¿Por qué de repente tú… Eres hermoso cuando te sonrojas ¿lo sabías? — el pulgar de tu mano se paseó por el caliente pómulo de mi rostro.


—    Porque te deseo, sé que tú también lo haces y porque no puedo soportarlo más… necesito estar contigo — respondí tan avergonzado de la cara, pero con seguridad en mi voz, en mis palabras. — Y no, no sé si soy hermoso… me haces quedar como un calenturiento….


—     Mi calenturiento — afirmaste con tus labios puestos sobre los míos.


 

Notas finales:

Al igual que el capitulo pasado espero les guste, ah... no soy buena escribiendo y aunque se suponía que era una redacción "simple" hay cosas que no las puedo dejar "simples" ¿saben? conforme creces vas adquiriendo más pensamientos y le das vueltas a ellos, entonces este joven Kouyou pone demasiado, yo pongo demasiado. 

Gracias por leer, les mando más corazones jotos llenos de cariño. <3


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).