Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Esfúmate «HunHan» por Romanella

[Reviews - 16]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

—Oye, qué sucede. Te ves bastante pálido.— KyungSoo rió. No le importaba lo que estaba sucediendo, en cuanto pudiera, escaparía de ahí, pero nunca era un mal momento para burlarse de SeHun.

El pelinegro transpiraba, evitaba mirarlo y frotaba su frente como si fuera un remedio infalible para regresar el tiempo y así evitar la mueca de arrepentimiento que se cargaba.

—Le hablé horrible. Jamás le había dicho cosas tan crueles como ésas. Intenté lastimarlo lo más que pude, como habíamos acordado en el plan, pero lo que acabo de hacer es inhumano. Hubieras visto KyungSoo, era como si lo estuviera matando con cada palabra, pobrecito.

El amante, sólo quedó perplejo por lo patético que era todo aquello.

—Dices que ya no lo amas, que lo desprecias por quitarte tanto tiempo de tu vida, que lo mejor sería herirlo, hacerlo fuerte para soportar tu partida sólo porque te da lástima y te salvó la vida, joder, quise creerte, SeHun, pero ahora mismo, lo que acabo de decir parece lo más absurdo del mundo.— El buen humor del cantante se había esfumado, ahora mismo, su entrecejo estaba arrugado a más no poder y la tensión en su mandíbula era difícil de contener.

—De qué hablas…—SeHun murmuró distraído, limpiando sus manos sudorosas en su pantalón de seda, había estado viendo durante un par de minutos al vacío, como si en su mente hubiera un tornado de pensamientos y emociones, sin embargo rompería la tensión de la oficina al pararse abruptamente, saliendo de ahí con su amante siguiéndolo a excesos pasos.

—Nunca dejarás de amar al maldito hijo de puta.— Admitió KyungSoo. No entendía qué tenía de especial LuHan, sí, su rostro era lindo, pero no más que el suyo, por lo que sólo se resumía a un llorón sin autoestima que tenía la dignidad metida por el culo.

Y más, odiaba que un ser tan insignificante, fuera, consciente o inconscientemente, venerado y amado por un hombre tan guapo como SeHun, sin importar que el idiota, tuviera a la persona más codiciada del mundo en su cama.

—No digas tonterías. Tengo sexo contigo 24/7, ya ni si quiera voy a casa. La mayor parte del tiempo, si tengo que besarlo por obligación, pienso en ti, ¿No es suficiente?— Escupió brutalmente, siendo sincero, pues su cuerpo se había acostumbrado tanto a KyungSoo, que sólo reaccionaba a estímulos sexuales provocados por él.

El frío de la noche los golpeó a ambos al salir de la empresa.

—¿Saliste a buscarlo?— Contraatacó más en tono de burla que de duda. SeHun empezó a mirar a todos lados como loco, estornudando porque la temperatura comenzaría a afectarlo.

—Ahí está…— Con asco, cargó al mismo perro con el que su esposo había quedado flechado hacia unas horas. La bola de pelos rasguñaba su camisa, como si lo reconociera, y estuviera rogándole para llevarlo con el que había elegido como amo por su mágica y cálida aura.

—Agh. Ya no entendí.— Do acarició la diminuta cabeza del perro, odiaba a lo humanos y sería un maldito con ellos sólo porque se le daba la gana, pero a veces simplemente había atisbos de su casi nula humanidad en su actuar. El perro era lindo, y cuando comenzó a chillar, tuvo compasión por él, parecía tener frío.

—¿Te gusta, mi amor?— Preguntó SeHun. Había considerado dárselo a LuHan, pues era cierto que si el rubio no hablaba con nadie, podría comenzar a volverse loco en esa gigantesca y solitaria casa, además, el tono de súplica con el que se lo había pedido delataban las inmensas ganas de poder poseerlo. Pero la suave mirada enternecida de su amante, era cautivadora, volviéndole loco esa bizarra pero linda faceta suya, perdiendo toda noción sobre quién lo necesitaba más.

—No podría cuidarlo, ni darle amor, me la paso trabajando, pero podría brindarle de lujos y un techo. Creo que es suficiente.

—Pues ahora es tuyo, mi vida. Es uno de los tantos regalos que lucharé por darte. Sólo quiero hacerte feliz.— Sonrió ampliamente, entregándoselo para después depositar un largo beso en su mejilla.

El perro se removió inquieto al encontrarse ya en los brazos de KyungSoo, pues la falta de expresión y el brusco agarrar de su nuevo dueño indicaba que le esperaba una vida fría y sin afecto, siendo peor que la calle, sin duda alguna.

—Todavía no se te quita la mueca de culpa. Ya olvídalo, esperemos que haya funcionado y que poco a poco se vuelva menos amoroso contigo, que le duela tu presencia, y que note a la mala de que sólo es un estorbo. ¿No es lo que quieres?

—Es que no puedo sacarlo de mi cabeza…

—Te dije que podría ayudar. Hoy, tú y yo, nos emborracharemos a más no poder, probaremos todas las drogas que tú quieras y tendremos mucho sexo, a ver si eso te hace olvidar…

 

 

 


—¡SeHun!— LuHan, emocionado por verlo salir de su oficina, lo estrechó entre sus brazos, aspirando fuertemente su aroma, parándose de puntitas para pegarle un suave beso en su mejilla rasposa por la emergente barba.

—¿Terminaste?— Preguntó seco, cohibiendo al rubio.

¿Ya abría notado su cambio de look? ¿Recordaba lo del día anterior? LuHan, nervioso por saberlo, se separó, sonriéndole con toda la hilera de sus dientes, acomodando tiernamente su abrigo y bajando su mirada atiborrada de nerviosismo, pues sólo tenía que esperar el veredicto de su SeHun para saber si le había gustado lo que estaba viendo.

—Yo, quise arreglarme para ti, no me puse tanto maquillaje para no provocar tu enojo, tampoco era mi intención verme provocativo para otros chicos, sólo necesitaba sentirme lindo otra vez, quiero ser lo suficiente, lucir como un esposo que en verdad merezcas.— Murmuró con un sonrojo indiscreto sobre sus pómulos.

—¿Te estás burlando de mí?


—¿Qué? No, no, no SeHun, no sé a qué te refieres…— Respondió inmediatamente el rubio.

—Te ves ridículo. No sabes toda la pena que me provocas, ahora qué le voy a decir a todos mis trabajadores, han de murmurar que más que mi esposo eres mi trabajo de caridad. ¡Qué puta mierda tienes en la cabeza, ah! ¡¿Eres idiota acaso?!— Gritó con todas sus fuerzas, haciendo retroceder al rubio, captando la mirada de todos los curiosos que miraban con burla la escena.

—Todos no están viendo amor, no me hables así…—Anhelaba ser fuerte, por primera vez contenerse, pues no quería ser débil ante la mirada de todos, eso dejaría ver a su esposo como el malo cuando no lo era, todo era culpa suya…

—¿Ya vas a llorar? Agh, qué irritante eres.— Golpeó con fuerza la pared, deshaciéndose de su coraje y creando con ello, una marca irreversible en el muro de concreto y en el corazón de LuHan.

—Fue un error mío venir, ya lo entendí, déjame ir, sólo te estoy avergonzado…— Con lágrimas en sus ojos, empezaría a caminar, sin embargo, el agarre en su muñeca no lo dejó ir.

—No, ahora tú me vas a escuchar. Déjenos solos, los quiero a todos en el piso de abajo, sólo podrán regresar a sus puestos cuando yo lo ordene, ¡Ahora!— Cada secretaria, persona de intendencia e incluso los ejecutivos de alto mando, huyeron de aquel ambiente tan incómodo, dejando a la deriva a un pobre ciervo a punto de ser aniquilado.

—Creí que podríamos volver a ser como antes, ayer, cuando bailamos esa bella canción, sentí algo, me tomabas con tanta delicadeza, tu cálida respiración caía sobre la comisura de mis labios y tu mirada, cielos, era como ver al hombre con el que me casé. Para mí fue especial, y el sentimiento tan inexplicable que nos rodeaba no pudo ser solamente mío…

SeHun guardó silencio unos eternos segundos, soltando una carcajada inmensa de repente, doblándose incluso de la risa, limpiándose esas gotas cínicas que salían de sus ojos al haberle parecido inmensamente cómico.

—Lo que acabo de escuchar me ha dado náuseas. LuHan, entiéndelo, ayer sólo estaba en casa porque me preocupaba tu estado de salud, qué haría yo con una muerte en mi conciencia, pero ahora, seré honesto. Fue verdaderamente cansado tener que ser cordial contigo porque simplemente no te soporto, me asfixia si quiera tenerte cerca. Todo fue falso, y me ha costado mucho actuar, estaba contigo y por dentro sólo pensaba cualquier excusa para poder venir al trabajo y huir de ti, gracias a Dios llego BaekHyun a sacarme de ahí, porque tus ojitos embarrados de dulzura y miel ya me daban una idea de las estúpidas ideas que te estabas haciendo sobre nosotros. Cuando entrelazaste tus manos por atrás de mi nuca, y te acercaste hasta pegar nuestros cuerpos, tu apariencia tan decepcionante me dio un golpe de realidad, has envejecido, tu salud se refleja en que luces cadavérico, olías mal, y entonces me di cuenta que no estaba sintiendo nada porque tal vez, solamente me atrajo tu físico, quise que fueras mío sólo para presumirte como un precioso trofeo, pero ahora, ¿Quién podría envidiarme?, eres gris y aburrido en todos los sentidos…

SeHun tragó saliva, todo lo que estaba diciendo era difícil de pronunciar, ahora más que nunca, las cosquillas en el estómago y el frenético latir de su corazón que había provocado LuHan el día anterior debían permanecer en el anonimato, sepultadas junto a su matrimonio, de no ser así, quedaría como el peor mentiroso de la historia.

—Pero hasta recordamos el día de nuestra boda, yo sé que fue hermoso para ti.

—Qué dices, fue horrible revivir el maldito día en que uní mi vida a ti. Después de conocerte sólo me has traído desgracias como ésas.— LuHan negó desesperadamente, tapando con una fuerza descomunal sus orejas, no podía estar escuchando eso, aquella frase no había sido más que una alucinación, era mentira, ese día había sido el más feliz de sus vidas, había sido mágico, para ambos, una total bendición…

—¡Cállate! Por favor, apiádate de mí, no hagas esto…—LuHan cayó de rodillas, abrazándose a sus piernas, besando sus muslos con devoción para después tomar sus manos y poder pedir de esa forma que dejara de lastimarlo.

SeHun lo miró estático, a esas alturas, era difícil respirar, y su sangre, al parecer, había dejado de fluir por todo su cuerpo, pues su alma se había desvanecido de aquella caja que la contenía desde que había abierto la puerta de la oficina, haciendo que sus palabras fueran sólo vómito imposible de detener, como si ya no fuera él, sólo un robot que no tenía el control de sus acciones.

—Levántate…—Susurró, alejándose un par de pasos porque había estado a nada de levantarlo él mismo como el débil que era. No podía creer que ver a LuHan así de destruido no le produjera placer alguno después de todo lo que había hecho, verlo así de acabado sólo le hacía sentir ese devastador pinchazo en su corazón, más no la sensación de triunfo.

Pero estaba bien…

Cualquier persona racional quisiera alejarse del desgraciado que estaba siendo, por instinto de supervivencia, huyes, escapas por tu propia salud mental, hasta un tonto como LuHan lo haría, por lo que era libre, después de esto, LuHan se iría, lo había conseguido, maravilloso.

¿Pero por qué eso no lo hacía feliz?

Creyó que LuHan se levantaría para golpearlo, deshacerse de todo esa impotencia que había sometido bajo el hechizo de estar ‘enamorado’. Lo insultaría, le pediría, si bien le iba, el divorcio, y luego desaparecería. Sin embargo, lo que estaba pronto a decir, le dejaría impactado.

—Ayer descubrí un condón en el baño. Sé que sólo fue una vez y sé que eso también fue mi culpa, cómo quisieras tener sexo con alguien como yo, es inaudito—rió de forma falsa, dejando caer ese mar de llanto— aún así, déjame intentarlo, necesito luchar por ti. Te amo, Oh SeHun, te amo como no te imaginas. Eres mi oxígeno y sin ti no soy nada. Moriré si no te tengo, y eso me asusta. En la noche de bodas, cuando salí al balcón a admirar el reflejo brillante de la luna en el mar, prometí que no dejaría que nadie te lastimara, que entregaría toda mi energía para protegerte, y ahora mismo sé que al que debo de aniquilar es a mí, porque aunque me duela, sé que lo que más te está haciendo daño soy yo. Sólo debes decirme qué hacer para poder seguir a tu lado…

LuHan se puso de pie, esperando una mínima reacción de su esposo, sin embargo, era como estar parado enfrente de una estatua.

Pero más que nunca, necesitaba sentirlo…

Pasó sus dos manos por los brazos ajenos, deleitándose con su suavidad, luego, llegó a sus finas hebras, jugando delicadamente con el como si fuera un gato con su bola de estambre preferida. Y por último, aprovechando la nula reacción de SeHun, se paró de puntitas para poder llegar a sus labios, mezclando sus cálidas respiraciones, producto del nerviosismo de ambos, estaban a escasos centímetros de poder juntarse en un majestuoso beso, SeHun incluso podía sentir las lágrimas de LuHan deslizarse por su propia mejilla. El rubio cerró sus ojos ante la intensa mirada del contrario, quería armarse de valor, propiciarle un beso que necesitaban con vehemencia para recordar por qué el destino los había puesto juntos, sin embargo, el rubio se empeñaba en acobardarse, ¿Y si lo rechazaba? No podría soportar una decepción más…

SeHun por otro lado, seguía ido. Además, se encontraba acorralado entre el diminuto cuerpo de su esposo y la puerta, no había salida. De un empujón, podría quitarlo, marcar un límite, pero muy en el fondo sabía que, no quería, pues de forma discreta admiraría los labios mal pintados de LuHan y su naricita roja por el mar de llanto que no pararía por ninguna razón. Cautivo de su impulsividad, tomó el rostro del rubio, acariciando con sus meñiques las pestañas empapadas de su esposo.

—Hazlo…— Ordenó SeHun, entreabriendo su boca, la misma que picaba con frenesí, como un absurdo adicto deseoso de volver a caer en la droga que estúpidamente creyó que había superado.

—Cariño, necesito que me pagues…—KyungSoo salió de la oficina, con una cínica mirada inocente y mordiendo su labio, fingiendo no saber nada.—Oh, ¿Estás ocupado?

Rompiendo el hechizo en el que se encontraba…

—¿Qué mierda haces?— Gruñó SeHun furioso, tomándolo del brazo fuertemente para forcejear y meterlo a la fuerza, ¿Estaba loco? Decirle la verdad a LuHan nunca había estado en sus planes, estaba hechando todo su trabajo a la basura.

—¿Quién eres tú?— Preguntó sin aire el rubio, tapando su boca con sus propias manos porque ya se imaginaba de quién se trataba.

—Soy Jenn, tranquilo soy sólo un prostituto, vengo a que me paguen el dinero que me deben, como te imaginarás el condón que encontraste ayer, era mío, bueno, nuestro. No te preocupes, era la primera vez que nos enrollábamos, no creas que soy parte de una terrible infidelidad, SeHun no sería capaz de eso, ¿verdad, guapo?— De forma burlona, levantó una ceja, zafándose del agarre de su brazo para relamer sus labios y continuar con su actuación.

LuHan, en cambio, hizo un puchero enorme, arrugando todo su rostro porque aceptar que su esposo se había acostado con otra persona era muy diferente que asegurarlo, y peor aún, al tener al susodicho enfrente, un chico sensual, y asquerosamente perfecto.

—LuHan, mejor lárgate, está conversación se acabó.— Dijo sin entender nada, ¿Prostituto? Jamás hubiera pensado que el magnífico y orgulloso KyungSoo se pudiera referir a si mismo de esa manera, ni de broma. No podía comprender qué era lo que tramaba.

—No, déjame platicar con mi socio. Ahora yo manejaré la situación, cariño.— Declaró KyungSoo con una sonrisa casi infernal, mandándole un mensaje oculto a su inepto y manipulable amante.

—Jenn, mira, por más que me destruya lo que sucedió, quiero olvidarlo, debes entender que eso sólo fue un error, una aventura. Sé que es tu trabajo, no sabías que te estabas acostando con un hombre casado, así que nada de esto fue tu culpa, eres muy lindo, y entiendo que mi esposo te haya elegido a ti, yo puedo darte dinero extra, si es que en verdad lo necesitas, sólo pediría que no se volviera a repetir, es bastante incómodo para mí también. Podría soportar que haya pasado una vez porque es parte de mi ineficiencia como marido, pero con varias, sería capaz de quitarme la vida, soy demasiado débil como para soportar ver a SeHun con alguien más. Espero lo entiendas, debes haber amado a alguien alguna vez.

Do juró que iba a vomitar con la dulzura horripilante que emanaba el rubio. No podía reaccionar así, ni un jodido ángel era tan tonto como aquel niño.

—¿Crees que no va a volver a buscarme? Seamos sinceros, a ningún hombre en esta tierra le gustaría meterse contigo, vete, eres una miseria, en todos los sentidos. Tu esposo es muy caliente, a veces creo que piensa con el pene, qué digo, eso lo debes saber muy bien, así que me apena ser yo el que te lo diga pero, no le atraes más sexualmente, debes de darle hasta un poco de pena, estábamos en la cama y no dejaba de repetirme lo mucho que le fascinaba mi espectacular cuerpo, porque su esposo era sólo un ‘costal de huesos’. O que le encantaban mis labios porque los tuyos siempre estaban secos y sabían mal. Mierda, podría darte una lista en las que yo siempre pasaba sobre ti, pero no quiero humillarte más, basta con que sepas que ya ni para darle placer sirves. Mira, te lo voy a probar…—Ante la atenta mirada del rubio, el cantante posó su mano sobre el miembro de SeHun, acariciando la tela de su traje sugestivamente, en círculos y después dando suaves apretones, logrando crear un bulto notorio y vivo en cosa de un par de minutos.

—No hagas esto.—Dijo SeHun avergonzado, separando la mano de su amante de su gran erección. Eso estaba rebasando cualquier limite.

—Bueno, fue un gusto conocerte LuHannie, nos tenemos que ir, verte es demasiado difícil. Yo cuidaré bien de tu amorcito…— A carcajadas amplias y ruidosas, KyungSoo tomó la mano de su chico, metiéndolo a la oficina para terminar con un fuerte portazo en la cara perpleja del rubio.

LuHan simplemente se dejó caer, quedando acostado en el suelo. Veía borroso y su vista comenzaba a limitarse a un aterrador fondo negro, las piernas y las manos le temblaban descaradamente, además, el sudor que caía por su cuerpo era espeso y frío.

—¿Por qué inventaste todo eso?— SeHun jalaba su pelo, preguntándose a sí mismo sobre qué tenía que hacer. Eran demasiadas emociones para tan sólo veinte minutos.

—Porque me da asco ser el amante. Ya no lo soporto, que él tenga el trono y yo las sobras me parece humillante cuando podría tener al hombre que se me antojara, y lo sabes. Ahora imagínate que él lo supiera, lo presumiría hasta por debajo de cualquier piedra. Prefiero ser alguien que se acuesta contigo porque necesita salir adelante, a un sólo idiota que está esperando que te dejes de acobardar para darle su lugar.

—Pero no habíamos acordado nada de esto.— SeHun, abatido se recargó en su escritorio.

El cantante sólo se acercó a él decidido, estrellando su mano contra su mejilla en un gran estruendo, despertándolo de ese sueño que lo tenía hipnotizado.

—Tú me amas a mí. Tú me necesitas a mí. Así que afróntalo, en unos días podrás estar conmigo sin arrepentimientos, gózalo.— Sin tapujos, besó su cuello un par de veces, mordiéndolo para comenzar a marcar territorio.

De repente, unos fuertes y arrastrados quejidos se escucharon del otro lado de la puerta. ¿LuHan no se había ido?

—Duele, auxilio…

SeHun se levantó a la velocidad de la luz, sintiendo espasmos por la preocupación que nacía con sólo escuchar un mínimo rastro de dolor por parte del ajeno.

—Ni te atrevas…—Sentenció firmemente.

Siendo aquella frase, la causa por la que SeHun nunca de enteraría que, fuera de su oficina estaba el cuerpo inerte de LuHan, el pobre se había desmayado de dolor, con su abrigo especial manchado de vómito y su rostro empapado de lágrimas.

Siendo arrastrado por un devastado BaekHyun, el mismo que se lamentaba y prometía a la vez, que nadie más se atrevería a lastimarlo.

Ocultándolo por al menos un mes, causando con ello, la locura de SeHun…


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).