Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Esfúmate «HunHan» por Romanella

[Reviews - 16]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

—¿Puedo ir al baño? O tengo que arrodillarme ante usted.— LuHan interrumpió la clase con arrogancia. Llevaba tres días en el convento y no podía más. Había estado llorando día y noche, las palabras de su madre seguían retumbando en su cabeza, dolía y ahora más que nunca, la odiaba como a nada en el mundo, había arruinado su vida. Ya no aguantaba, estaba a nada de volverse loco. Cómo mierda iba a soportar toda una vida. En ese lugar no había libertad, todo era una asquerosa rutina sin gracia en la que eran solamente esclavos.

Su día era así: Despertaba con esa canción de espanto que ponían en el altavoz, una voz rasposa y arrítmica que lo único que hacía era alterarlo, abría los ojos de golpe y veía su habitación, esa cárcel con paredes de cemento cuarteado en la que solamente cabía una cama con resortes salidos, olía su almohada y tenía, inmediatamente, arcadas, pues el periódico con la que estaba rellena era del siglo pasado. En su cuarto había una ventana, pero la imagen que le brindaba ésta, eran ojos secas de un árbol que estaba próximo a morir. En el comedor, nadie habla, ni se queja, porque a pesar de pedir cuotas carísimas, lo único que recibían en sus platos era un pan duro con mermelada de fresa desabrida.

La mayor parte del día se van en sus clases, con maestros que lo que menos les interesaba era enseñar, no te podías mover o hablar porque te ganabas unas “consecuencias dolorosas”. Después, en la tarde, les obligaban a limpiar el lugar, cosas como fregar el suelo, lavar los platos, barrer, esto, sin ninguna oportunidad de salir al patio a tomar aire fresco, a menos que fueras del grupo de élite, los alumnos con promedio excelente, los mejor portados, unos mediocres a su manera de ver. Y así, cuando menos lo esperabas, la noche ya te exigía volver a dormir. Era un martirio, porque todos los días era lo mismo, nada cambiaba.

Tenía que salir de ese salón tan asfixiante en ese instante o sería capaz de golpear a su horroroso maestro. Todo era mejor que seguir escuchando ese silencio tan agonizante.

—Ve, pero no queremos ir a buscarte, si no regresas en diez minutos, estás en problemas jovencito.— El maestro de catecismo amenazó de forma intimidante, con la única intención de tenerlo bajo su dominio, sin embargo, a LuHan no le daba miedo, así que cuando salió, lo vio a los ojos sin una pizca de sumisión en sus ojos, retándolo porque jamás sería parte del ganado que hasta respiraba en coordinación, siendo nada más que robots programados para rezar y limpiar.

Sabía que su actuar traería problemas, en ese lugar había gente mala, los castigos eran inhumanos y lo podía notar en la actitud ansiosa y triste de sus compañeros, que temían hasta para mirar. Pero seguiría siendo un rebelde sin causa, todo era mejor que ser un muerto en vida.

Él mismo se encargaría de romper todas esas ridículas reglas.

Y ese día, empezaría por una algo grave…

El convento estaba dividido en diversos sectores, empezando por la inmensa iglesia, luego, las decadentes y sucias habitaciones en las que dormían, el colegio, que debía tomarse hasta los 24 años si querías graduarte, las salas “sagradas”, donde te preparaban para ser padre o cualquier posición para servir a la iglesia, y los espacios recreativos, donde aprendías a tejer o cocinar, solamente eso, pues el arte no estaba permitido en ningún sentido.

El problema era que todos estos lugares estaban conectados por túneles, haciendo que cualquier contacto con la naturaleza fuera imposible, pues estar todo el tiempo encerrados era su mejor técnica para tenerlos totalmente controlados. Su plan era volverlos locos, así les daría miedo salir a la vida real, sus ganas de huir se esfumaban con la cordura.

Pero no era idiota, la iglesia tenía un enorme patio de lujo, eso lo sabía porque había entrado por ahí el primer día, cuando su madre lo abandonó. Agh eso le hacía recordar a ese delincuente. Ya lo había olvidado, maldito mecánico pobretón, ojalá nunca lo volviera a ver en su vida. Como sea…

En su primera clase, cuando lo presentaron ante todos, el maestro le había comentado que el colegio se regía en base a una competencia. Los primeros tres lugares de cada salón tenían la oportunidad de salir al aire libre cuatro horas a la semana, siendo ese el premio. Y como nunca podría llegar a ser el primero en su clase, tendría que acudir a salir a la fuerza.

Recorrió los pasillos del colegio, todos estaban tomando clase en ese momento. La cantidad de salones llenos de adultos, jóvenes y niños era impresionante, debía haber miles de dólares invertidos en ese lugar. Caminó un par de minutos más hasta encontrar al fin lo que estaba buscando.

Entró al salón solitario, cerrando la puerta de inmediato. Los salones tenían una larga y estrecha ventana solamente, pero eso no sería un obstáculo para lo que estaba próximo a hacer.

Tomó un respiro profundo que le armara de valor…

Siempre había sido el hijo perfecto, aunque en ese momento pareciera lo contrario. La rebeldía había nacido en él esa misma semana, acontecida por la ira y rencor hacia su madre. Toda su vida le había encantado portarse bien y ser un buen chico, estudioso y callado, nunca tenía amigos, no salía a divertirse y lo único que le hacía vivir en verdad era su arte, pintar, leer, cantar, la poesía en su mayor esplendor, pero claro, ni ahí podía conservarlo, le enojaba a más no poder, así que por eso había tenido que recurrir al cambio tan drástico en su comportar.

Tomó una silla y sin pensarlo más, rompió la ventana. Su corazón latía con fuerza, si los castigos eran tan brutales como se rumoraba, lo matarían si se enteraban que él había sido el causante de todo ese desastre. Estaba cagado de miedo, pero ya no podía arrepentirse.

Con dificultades, salió por la ventana.

—Ahg, con un demonio…—Susurró con lágrimas en los ojos, mordió su labio para no gritar del dolor. Se armó de valor, mirando su muslo para encontrar una cortada, no estaba tan grave pero dolía a montones y brotaba de a chorritos sangre espesa. La ventana era tan estrecha, que rozarse con los pedazos de vidrio había sido imposible.

Tendría que ir al baño a limpiarse, así evitaría soltar más líquido rojizo. Se decidió a caminar con lentitud, escondiéndose entre los árboles y las columnas del lugar. Había poca gente que pasaba el rato por ahí, la mayoría eran adultos leyendo sin ganas algunas de percatarse del ambiente, por lo que no había mucho riesgo de ser atrapado.

Y a pesar de que las punzadas en su pierna eran abrumadoras, tomó un profundo suspiro lleno de felicidad, parecían décadas las que habían pasado sin palpar esa libertad que solamente la naturaleza le podía dar. El aire puro, el pasto, los pajaritos cantando, y las ganas de producir arte que estos factores le daban eran su motor de vida. Quiso llorar, porque ahora recordaba por qué le había rogado tanto a su madre que no le dejara ahí, estaba preso.

Se metió al baño cuando lo encontró, quedándose sin palabras. El baño era lujoso, siendo sólo una fachada, pues los nuevos ingresos entraban solamente por el patio, y cómo no dejar a sus hijos encerrados ahí sí parecía un lugar hermoso y de calidad, pero quién fuera inteligente, se daría cuenta que todo era más falso que nada, en realidad, los baños comunitarios estaban de lo más descuidados.

Apretó sus puños hasta que sus nudillos estuvieran blancos, era hora de ir más allá.

En el baño, había un chico, de ojos marrones y pelo crespo, no era de lo más guapo, pero le serviría.

—¿Te parezco lindo?— LuHan interrogó directamente, cerrando la puerta de golpe y poniéndole el pestillo, evitando que el chico pudiera salir.

—Si un cuidador te escucha, estás frito, preciosura.— Contestó indiferente, mirándolo unos segundos antes de seguir viéndose al espejo, agh, era uno de tipo egocéntrico.

—Me llamo LuHan. Y tú, por lo que veo, eres Kyle, no me importa en qué salón vas, o cuánto llevas aquí, hoy te divertirás conmigo, conozco a los problemáticos y tú tienes facha de uno, así que no creo que te vayas a negar.— Kyle alargó toda la comisura de sus labios, tenía una mirada altanera y su vibra asustaba, ese chico era peligroso, pero ya no podía echarse para atrás.

—Eres precioso y tus diminutos labios han de hacer magia, además, eres un bebé, hueles a pañal desde aquí. No me gustan los vírgenes pero tú eres un placer, eso es verdad. Te haré el favor pero no te prometo ser dulce ni tenerte mucha paciencia, las cosas serían a mi manera. No sé si te atrevas…— Kyle se acercó a él, tomándolo del mentón, atrayéndolo a su cuerpo con un fuerte jalón en el arco de su espalda.

—Esto quedará entre nosotros, ¿Ok?.— LuHan murmuró desganado, mirando hacia otro lado, no sentía atracción por el chico, en realidad le daba miedo su basta experiencia en el tema y su insensibilidad para tocarlo o hablarle, pero era algo que debía hacer, no era momento de acobardarse.

En su antigua vida, cuando iba a una escuela normal, era sumamente popular, bastante, a decir verdad. No había persona que no le hubiera confesado su amor, su belleza física había hecho que todos quisieran pelear por ser su novio, sin embargo, ninguno de ellos le enamoró, odiaba rechazarlos porque sabía que les rompía el corazón, pero no quería darles falsas esperanzas.

Siendo raro a su edad que ni siquiera hubiese dado un beso, cuando todos en su escuela ya habían experimentado con su sexualidad. Pero qué iba a hacer, si se consideraba un romántico de primera, por eso le dolía perder su virginidad así, pero qué era más rebelde que eso, debía hacerlo como acto de enojo y revelación, ya no quería ser un niño.

Tuvo que dar el primer paso, así que besó su cuello, saboreando el vago olor a jabón que se perdía en sus poros, el chico era higiénico, eso era un avance. Sin tener más tiempo que pudiera poner como excusa, llevó sus manos hacia el trasero ajeno, apretándolo con un poco de incomodidad. Kyle suspiró como un felino a punto de devorar a un venado indefenso.

Era un chico muy inocente, pero había visto películas y tenía una idea más o menos de lo que se tenía que hacer, qué tan difícil podía ser. Carraspeó la garganta antes de ponerse de rodillas, estaba sudando a mares. Tomó la bragueta del pantalón de Kyle, bajando aquella prenda, dejándolo con solamente el bóxer, LuHan abrió su boca con sorpresa, el “amigo” de Kyle palpitaba, debía dolerle, porque parecía que incluso rompería la tela. Ese chico le iba a picar un ojo.

Decepcionado, porque Kyle no ponía ni un mínimo de objeción, bajó su ropa interior. Evitó mirar, tragando saliva con un pesar enorme, quería soltarse a llorar, eso no estaba bien. Había esperado tanto tiempo y ahora lo echaría todo a la basura por su estúpido rencor.

—Tú cara es muy bonita, me encantaría ensuciarla a mi gusto.— Kyle dijo ronco del placer por simplemente verlo en esa situación. LuHan se estremeció cuando el chico le jaló el pelo sin ningún cuidado, forzándolo a de una vez empezar a hacer su trabajo. Le dolía y quería apartarse, pero ya era demasiado tarde.

Sacó un poco su lengua, pero de un segundo a otro, de uno de los cubículos del baño salió alguien que ya conocía. Por estar tan nervioso haciendo esa maldita locura, no se había percatado de que una tercera persona los espiaba sin más desde quién sabe cuándo.

—Largo, yo me encargaré…— Dijo el mecánico de forma grave, colapsándose por el enojo. Kyle lucía de la misma manera, se estaban matando con las miradas, nadie le podía interrumpir un polvo sin tener graves consecuencias.

—Vámonos niño, irás a mi cuarto. No sé quién eres, pero debes esperar tu turno, ni siquiera me ha dicho cuánto dinero cobra, su virginidad es mía, así que búscate a otro, este es mío.— LuHan saltó del susto cuando SeHun le rompió la nariz de un puñetazo. Kyle parpadeó para poder entrar en razón. El mecánico, sin más se puso a su altura, pues del golpe lo había tirado.

—Levanta la mirada y pídele perdón. Él es mejor persona de lo que tú algún día serás, alguien como él jamás se fijaría en ti, nunca podrías tenerlo porque ni robando todo el oro del mundo te alcanzaría para seducirlo. Así que discúlpate o te mataré, guapo.— Amenazó, pisando su mano con su bota negra, si quería se la fracturaba para siempre.

—Perdón…— Murmuró luego de unos minutos. SeHun lo tomó de la camisa, arrastrándolo para poder sacarlo de ahí como si fuera basura, cerrando la puerta rápidamente. Miró al rubio, pero éste no soltaba ninguna palabra. LuHan, frunció el ceño, mirándolo por fin.

—Bueno, ahora aparte de pobretón eres un jodido pervertido, ¿Estabas espiando? ¿Quién te dio el derecho de correr así a Kyle? Estábamos haciendo algo importante, idiota…— SeHun había querido levantarlo, tenía sus dos manos en el brazo ajeno, tratando de tomarlo de forma delicada, acción que de forma indirecta llegaba a ser muy brusca, pues cuando LuHan lo empujó con todas sus fuerzas para apartarlo, supo que la mejor forma para acercarse era no presionarlo.

—Lo siento, pero no iba a permitir que te humillaras de esa forma. Es tu vida, lo sé, puedes hacer con tu cuerpo lo que se te plazca, pero te iba a lastimar, mereces que alguien te bese y te toque porque te ama, que te haga el amor y pueda admirar lo divino, tierno y sensual que eres, que mientras te mire desnudo volteé hacia al cielo para agradecer que es el hombre más afortunado del mundo. No eres solamente un polvo, tú no.— LuHan, sin más, dejó de fruncir su ceño, indicándole al pelinegro que iba por buen camino, pero claro, no duraría, el rubio era diferente…

—No hables como si me conocieras, no es así.— Se puso de pie, recargándose en el lavabo porque sentía entumida la pierna al estar lastimada por el corte, se había olvidado de ese detalle. SeHun notó por primera vez la mancha de sangre.

—¿Qué te pasó?— Preguntó, acercándose lentamente para no alterarlo aún más.

—¿Qué no ves?— Cerró los ojos como reflejo cuando el dolor se hizo aún peor, sin importarle que el mecánico estuviera ahí, bajó su pantalón, abriendo la llave del lavabo para poder rociar aunque fuera las gotas que no escapaban de su mano. SeHun dejó de limitarse, tomando el jabón, él mismo curaría la herida, muy a pesar de los empujones y los insultos que eran parte del berrinche tan exhaustivo de LuHan por aquel contacto.—¡No me toques! ¡Aléjate, estúpido! No te soporto, te odio, eres un metiche, ¡Ya!— Gritó con todas sus fuerzas mientras forcejeaba para alejar su pierna.

—¡Ya cállate!— Con esa respuesta, el rubio calló abruptamente durante unos segundos.

—¡Imbécil! ¡Quién mierda eres para gritarme así! Lo único que falta es que me golpees, ¡Hazlo si quieres! Salvaje…

LuHan hiperventilaba del enojo, su corazón golpeaba su pecho por las emociones tan fuertes en tan poco tiempo, pero por alguna razón, que el contrario se hubiera atrevido a ponerle un alto de esa manera, le había prendido fuego en su interior, había sido, excitante…

Los sonidos de un par de tacones aproximándose sobresaltó a ambos.

—Sí inspectora, es el alumno llamado LuHan, es un asqueroso, está demente, quiso seducirme, gracias a mi moral intachable, que usted conoce muy bien, logré negarme, Dios sabe que intenté persuadirlo para que saliese de ese camino tan sucio, pero me asusté mucho, está aquí. En este baño…

Ambos se miraron rápidamente, sin perder tiempo, SeHun lo cargó, metiéndose al cubículo más cercano, sentándose en el escusado con el rubio encima suyo. Estaban agitados, pero no porque fuesen a punto de ser descubiertos, era más por la cercanía, sus narices se rozaban, para colmo, ninguno podían ocultar esa mirada inquieta e independiente que iba desde sus ojos a sus bocas entreabiertas y mojadas.

—Aquí no hay nadie Kyle…

—No, le estoy diciendo la verdad. ¡Ah! Mire, esos son los pies del idiota que me golpeó…

LuHan estaba temblando por el miedo, el pelinegro, al notarlo, colaría su mano por debajo de su camiseta, dando caricias lentas y certeras por su espalda desnuda.

—¿Señor? ¿Podría decirme su nombre? Por lo que veo no tiene el uniforme, debe ser un familiar de alguien que acaba de llegar, pero necesito confirmarlo…

—Me llamo Less, soy hermano de un nuevo, pero estoy teniendo una emergencia aquí, algo me ha caído mal y agradecería que me pudieran dar algo de privacidad, por favor.— Su voz apretada era digna de un Oscar, había sido bastante creíble.

—Ya ves Kyle. Anda, mejor vayamos a curar el golpe de tu nariz. Ya haremos confesar como sea a LuHan, y si es verdad lo que dices, se va a arrepentir y va a rogar que paremos con los castigos que obtendrá, jamás se meterá contigo cariño, vamos…

El baño se quedó en silencio, cuando el par del infierno se fue.

—¡Suéltame! Y ni creas que voy a agradecerte, no me hiciste ningún favor.—Quería pararse de sus piernas, no quería tenerlo cerca, por lo que golpearía su pecho con palmadas certeras.— Ni siquiera sé cómo terminaste en ese baño, ¿Cómo mierda entraste, ah?

—La reja que rodea el terreno es fácil de trepar, hay muchos guardias que vigilan que no entren a robar, tienes que esconderte, y como toda mi vida he sido invisible, no fue difícil para mí. Llegué a lo que parecía el edificio de las habitaciones, pero es imposible entrar ahí desde afuera, por lo que noté, tienes que pasar por esa parte misteriosa de la iglesia, iba a crear un nuevo plan mientras orinaba en el baño más limpio que pudo conocer mi pene, pero por arte de magia, escuché tu voz, fue como, destino, no sé, alguna fuerza nos hizo encontrarnos sin buscarnos, ¿No te parece?

—No hables mierdas, eres un acosador, si te atrapan, te meterán a la cárcel. No te quiero volver a ver por aquí. ¡Estoy harto y estás haciendo esto aún más difícil!— SeHun lo dejó pararse tras esas palabras, las mismas que serían acompañadas con un pisotón que le impediría caminar del todo bien. LuHan era un berrinche viviente, era lindo.

Ambos terminaron en ese estrecho espacio, viéndose cara a cara, dejando al rubio confundido, podía salir de ahí sí quería, ya no había ningún amarre en su cintura que lo detuviera, pero estar con sus pechos casi pegados, compartiendo el mismo aliento, era embriagante…

—Déjame demostrarte lo que es un beso de amor.— Soltó con la mayor sinceridad con la que podría hablar en toda su vida, bajando su mirada por la pena, le daba miedo ser rechazado por alguien que había soñado día, noche y eternidad…

LuHan sólo lo miró, despertando por fin de la locura, empujándolo sin piedad para hacerlo chocar fuertemente con la pared del baño, apretando sus dientes con fuerza, no quería ser parte de ese juego. El mecánico era un chismoso, un entrometido al que podría arruinarle la vida, y por más que le cayera mal, no estaba dispuesto a romperle el corazón, no podía darle un futuro feliz, menos encerrado ahí, donde la poca salud mental que le quedaba se había esfumado.

—Jamás podrías amarme… No regreses más o yo mismo te delataré.— Amenazó con acidez, saliendo del cubículo a paso firme y decidido.

El pelinegro suspiró, pasando su mano con fuerza por su pelo, otra vez la había cagado. Golpeó la pared, soltando toda su frustración, ese chico le encantaba, le volvía loco, y no sabía qué hacer para que pudiera ser suyo, jamás había sentido algo así, era, desesperante.

Se recargó, necesitaba pensar, asimilar todo lo que había pasado.

Posiblemente habían pasado horas, pero estaba sumido en sus pensamientos.

—Te odio y debes saber que me das asco, acosador…— SeHun brincó cuando la puerta del baño se abrió, el rubio había entrado al cubículo sin más. Se veía agitado y sus pupilas estaban dilatadas a más no poder.

—Qué haces, no tienes que venir a gritarme, ya me iba…— Diría apenado, lo más sensato sería disculparse, sin embargo, cualquier palabra se ahogaría cuando el rubio lo tomó de la nuca, fundiéndolos en un beso, un beso de amor, un beso algo ciego y torpe, pues no se conocían para nada, quizá LuHan sí lo odiaba, además, el baño no era para nada romántico, pero ese maldito beso, había estado solamente hecho para deleite y recuerdo suyo, era un acto de pureza, adicción y necesidad.

Ambos cerraron los ojos. SeHun nunca olvidaría el terciopelo de sus labios, los más suaves que probaría en vida. Se movían a la perfección, como si se conocieran desde hace diez vidas y la inexperiencia no fuera ningún obstáculo que dañara esa intimidad. LuHan se dejó entregar con lo que parecía, más que un beso, una caricia.

Murió de ternura cuando SeHun envolvió todo su pequeño cuerpo con sus fuertes brazos, abrazándolo para nunca más dejarlo ir, y a pesar de que sólo lo había visto dos veces en su vida, sabía que nada volvería hacer lo mismo, pues ahora tenía un dueño, un rinconcito de cielo, su rayuela de Sol, su LuHan, un ser a quién amar, pues en ese maldito instante le prometía fidelidad, entregaba todo a ese rubio sin mirar atrás, porque sabía que nadie en el universo podría hacerle sentir como él…

 

 

 

 

—¿Sigue igual?— BaekHyun preguntó, sentándose en la silla a la expectativa de una respuesta que ya conocía.

—No come, no duerme, su llanto en las noches es horrible, es como si estuviera muerto, pero es aún más aterrador…—Maggie hizo un puchero, ya no sabía qué hacer.

—No entiendo, se está medicando contra su depresión, debería mostrar algún proceso.

—LuHan es tan inteligente que de seguro encontró la manera de desechar las pastillas y engañarnos, no quiere seguir adelante, el maldito le destruyó la vida, y los añicos que quedaban de ella, el pobrecito no sabe por dónde empezar. Duele mucho ver a mi niño así de perdido.

—SeHun me tiene harto, en la empresa no deja de acosarme. No entiendo a ese hombre, quiere sacarlo de su vida a costa de puro sufrimiento y ahora está vuelto loco para encontrarlo, ¿Para qué? ¿Para restregarle en su cara a su bellísimo y perfecto amante, para denigrarlo? Eso es cruel. Lo más patético de todo es que me pregunta a escondidas de su novio.

—Ni que lo digas, llama aquí a diario desde hace tres semanas, suena agitado, nervioso y hasta un poco dolido. Me ha amenazado si no le digo dónde está, pero es absurdo, antes pasaban semanas y no llegaba a la casa, ni llamaba, y ahora parece que se está muriendo de la preocupación, no entiendo…

—Se está dando cuenta que sin LuHan no es nada, lo necesita, porque sabe que tiene muchas más cosas que perder, que él. Me dijo que sólo quiere encontrarlo para pedirle el divorcio, y Dios, ojalá sea así, me reiré en su cara cuando su vida sea una miseria sin su esposo, se va a arrepentir por cada apalabra y acto hiriente. LuHan nos tiene a nosotros tres, que lo amamos, costará demasiado, pasará mucho tiempo pero sé que nosotros podemos levantarlo, es fuerte y lo estaremos esperando con mucho amor, incluso, si nos va bien, JongIn podrá conquistarlo. En cambio, SeHun se quedará sin nada, cree que tiene el amor de KyungSoo, pero mi jefe tiene otros intereses, es una piedra que no tiene sentimientos y lo botará, porque buscará algo mejor, ese monstruo no ama a nadie, sólo tiene odio en su ser.

—Sí, su comportamiento tan ridículo es porque lo está viendo perdido, pero él mismo causó esto, ahora qué ni se atreva a lamentarse. Ya sabes que las cámaras que están en su casa están conectadas aquí, ya sabes, para que LuHan no vuelva a lastimarse, puedo ver todo lo que pasa, y no estoy para contarlo, pero incluso se quedó a dormir dos días allí, algo que no hace en meses. Estuvo viendo a la puerta sin parpadear, con la misma cara de dolor que LuHan ponía a diario cuando lo esperaba. No durmió, daba vueltas en la sala ansioso, no sé si fue imaginación mía, pero incluso lloró en silencio algunas veces, eran lágrimas de miedo puro, está loco, LuHan se fue porque él a diario le demostró que sólo era un estorbo, ¿Y ahora lo espera sin dormir? Es un hipócrita…

 

 

...

 

 

Notas finales:

SE VIENE LO INTENSO! Prepárense hermosas...

Les agradecería muchos sus reviews y su amor...


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).