Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Esfúmate «HunHan» por Romanella

[Reviews - 16]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

LuHan se aferraba a los barrotes de la cama, respirando con dificultad, no quería llorar, pero se sentía humillado. Se quejaba casi en silencio, siendo bastante valiente por su parte, pues era tanto el dolor que incluso su mirada se nublaba.

—No puedo creer que te hayan hecho esto…— SeHun murmuró apenado, ni siquiera podía verlo sin apartar la mirada, era una crueldad.

—Estoy bien, de verdad, yo me lo he buscado…

—¿Tienes el alcohol?— Preguntó sin esperar más.

—Lo tomé de la enfermería, así que tienes que ser rápido, ya sé de lo que son capaces y por lo que sé, robar lo castigan peor que mentir…— SeHun asintió sin aún mirarlo a los ojos, tomando una camiseta del rubio de su pequeño cajón para poder empaparla en alcohol, lavando sus manos con aquel líquido fresco.

Con lentitud y un temblar frenético acercó la tela, necesitaba hacerlo sin titubear, pero simplemente no podía.

En la delicada y blanquecina espalda de LuHan había heridas abiertas y profundas de los golpes que le habían dado con una cable, él, que había sufrido maltratos toda la vida, podría haberlo soportado, pero el rubio era tan frágil, que no podía creer que su piel tan suavecita y fina hubiera podido sobrevivir a tal masacre, estaba desecha.

—Estoy bien, no te preocupes por mí, no quiero que me queden cicatrices, hazlo, de verdad.— Suspiró lentamente, buscando inconscientemente la mano del pelinegro para tener la fortaleza de soportar lo que le esperaba, entrelazando sus dedos, apretando ese soporte y aferrándose a lo que empezaría a ser, su ángel eterno, aquel que lo curaría con su simple presencia.

Puso la tela sobre su espalda, cerrando sus ojos ante el grito de dolor por parte de LuHan, pasando el líquido por todas esas heridas manchadas en sangre fresca con un dolor intenso en su pecho.

Ese día había descubierto que su mayor debilidad sería ver a LuHan sufrir.

—Lo lamento mucho…—SeHun besó su mejilla, dejando escapar unas lágrimas, como si el dolor físico del rubio fuera también el suyo.

Después de unos minutos, el líquido se secó en su piel, por lo que se situó enfrente, limpiando sus lágrimas con sus pulgares, tratando de dar un mínimo consuelo. Debió haber sido un shock muy grande para él que lo golpearan de esa forma tan inhumana, pero no estaba solo y él afrontaría con LuHan las consecuencias, jamás volverían a estar solos contra el mundo.

—Soy tan tonto, yo debí suponerlo, si Kyle estaba afuera era por su alto rendimiento académico, era obvio que le creerían a él, cómo pude si quiera pensarlo…

—No tienes que hacer esto, ya sabes, intentar meterte en problemas. No busques venganza hacia tu madre o justicia en un lugar que es caso perdido, sólo te pondrás en peligro, no vale la pena…— SeHun se acercó con lentitud a su rostro, dejando con cohibición un delicado besito en la punta de su hermosa nariz.

—No quiero estar aquí toda mi vida, quiero salir, hacer una vida desde cero.— Contestó desecho, recargando su frente en el fuerte pecho del mecánico.

—Puedes huir…— El contrario rió irónicamente, negando con cansancio…

—No, eso es imposible, si se dan cuenta seré un prófugo para siempre, ellos nunca paran hasta volverte a encontrar. La única manera de salir es bajo una fianza, pero de dónde sacar dinero si mi madre está perdida, ella nunca volverá a recogerme. Agh, envejeceré siendo infeliz, maldita sea…— Se abrazó a su cuerpo, llorando a mares silenciosos entre sus brazos.

—Escúchame muy bien, yo, trabajaré noche y día, conseguiré más trabajos y ahorraré, tendrás que esperarme mucho tiempo porque tengo que ayudar a mi madre en algunas cosas, pero lo lograré y pagaré por tu libertad. No dormiré, robaré si es necesario, pero permíteme ayudarte…— Besó su cabeza, una y otra vez, como fiel y ciego seguidor.

—¿Harías eso por mí?— Miró sus ojos oscuros con devoción, desnudando su alma para él.

—Soy sólo tuyo, manéjame a tu antojo, pídeme lo que sea y desafiaré a lo inhumano, en este mismo instante me arrodillo ante ti, LuHan. Dedicaré mi vida a amarte, te lo juro…

LuHan lo miró con desconfianza, no quería hacerse independiente ante alguien que había visto sólo tres veces, sería ponerse la soga al cuello él mismo.

—No, no, no… Esto está mal, no sé cómo has hecho para colarte a mi cuarto, tampoco me importa, pero si lo sigues haciendo, te delataré, ya no terminaré entre tus brazos, esto ha sido nada más que una excepción, a la próxima te golpearé. Entiéndeme, no es que quiera ser cruel, te alejaré porque no puedo darte lo que tú quieres, jamás he amado a alguien y mucho menos podría hacerlo en estas condiciones, sólo haría que perdieses el tiempo en alguien que se quedará aquí toda su vida.

—No me niegues verte, yo no soy malo. Te prometo que te sacaré de aquí, así que no te rindas ante mí tan pronto cuando hoy más que nunca quiero amarte. Será difícil que pueda conquistarte encerrado en este lugar, lo sé, pero mínimo déjame intentarlo. Además, allá afuera jamás podrá existir alguien como tú, no tengas miedo en que estoy perdiendo mi tiempo de juventud esperándote, porque no podría amar a alguien más que no fuera LuHan, sea donde sea.

—Estás jodidamente desquiciado. Si tanto te gusto, no vuelvas, o en verdad creeré que eres un maldito acosador…— El pelinegro hizo una mueca, esas palabras, acompañadas de tanta firmeza habían dolido.

—Ya, no hables más, quieres hacerte el duro porque odias reflejarte tan frágil, pero no debes tenerme miedo, prefiero morir antes de lastimarte. Me iré por hoy, no quiero hostigarte más, pero prométeme que pondrás de tu parte, ya no más rebeldía, tendrás que volver a ser tú mismo, cállate, pórtate bien y así no sospecharán de ti, pasarás desapercibido, es la única manera de que pueda venir a verte, de otra forma te vigilarán con lupa y eso me destrozaría, ten piedad por mi lucha, por mí lucha por ti, mi único motivo para seguir sobrevenido…

—Vete ya…

 

 

 

 

 


JongIn llenó su mochila con los dulces que había comprado especialmente para el rubio, había gastado una fortuna, pero era uno de sus tantos intentos para revivir al amor de su vida. El dinero era lo de menos.

Vio su reloj, abriendo los ojos con sorpresa al notar lo tarde que era, tenía que haber llegado ya a la casa de Maggie. Hizo una mueca de desagrado, odiaba ser impuntual, y más si había esperado toda la noche ese momento de tener en sus brazos a esa hermosura.

Arregló su pelo con sus propios dedos, acomodando su camisa, mirándose una última vez al espejo para asegurar que en verdad luciera guapo para LuHan. Su físico era muy diferente al de su hermano, eran como dos polos opuestos, y si al rubio de verdad le gustaban solamente los bravucones, rebeldes y rudos, estaba perdido, pues era totalmente lo contrario, él era sensible, atento, e irremediablemente romántico, no mataba ni una mosca de lo compasivo que era, y no podría cambiarlo, así que LuHan tendría que aceptarlo tal y como era.

Miró su celular por una última vez, tomándose una selfie para poder analizar su apariencia en otro ángulo.

Esas fotos jamás podrían salir a la luz, tener retratos de si mismo le parecía lo más vergonzoso en el mundo, por lo que sólo quedarían como un secreto suyo. Entró a su carrete de fotos digital para poder ponerle un filtro que disminuyera su tono de piel tan bronceado, no porque fuera feo, en realidad creía que era de lo más hermoso en su físico, pero a veces por culpa de ese detalle no se notaban los lunares salpicados aleatoriamente en sus mejillas.

Buscó la foto entre las pocas imágenes que tenía guardadas, pero su respiración se corto cuando por accidente picó a la foto que por debilidad no había borrado. Era un error tenerla, estaba súper mal, pero no podía deshacerse de ella por alguna vaga razón.

Miró a ese chico, el mismo que lo había enfrentado hacia un par de días. No podía mentir, era un rostro exquisito, inigualable, sensual, con esos excitantes labios en forma de corazón. Con sólo verlos sintió un escalofrío por todo su cuerpo, como si éste extrañara ese efímero contacto al haberlo dejado tan sensible. Después de todo, Do había hecho magia con sus sensores casi muertos por falta de acción.

Mordió su labio, quizá había sido un poco grosero con él, no había querido herirlo, sólo necesitaba ser sincero para evitar cualquier malentendido que pudiera ilusionarlo falsamente. Jamás podría sentir otra cosa por él que no fuera adictiva pasión.

Lo lamentaba mucho por Do, y en cierto punto, lamentaba perder otra oportunidad de esa magnitud solamente por esperar una reacción de LuHan.

Apagó su celular, jamás volvería a abrir esa foto, sólo lograba confundirlo, y en cierto punto, sensibilizar sus zonas más erógenas.

Salió por fin de su casa, cerrándola con llave para evitar cualquier accidente. Sonrió con la predecible euforia en su corazón, anhelaba llegar con los que en los últimos días había sido como una familia, podía decir que incluso apreciaba ya a BaekHyun, muy a pesar de haber sido cómplice de SeHun, ahora lo comprendía más, no era un mal chico y sus ganas de ayudar eran sinceras.

—¿Lo vas a dejar solo?— JongIin se sobresaltó, había creído estar solo. Cuando reconoció la voz, sólo puso sus ojos en blanco, estaba fastidiado de todo ese rollo.

—Si vienes a golpearme, hazlo de una vez, tengo prisa.— Sin voltearlo a ver, abrió su coche, aventando sus cosas al asiento para poder irse lo más pronto posible. En cualquier momento su hermano armaría su escándalo característico, y estar en medio de la calle, no ayudaba mucho. Ahí iban otra vez…

—No te pediré perdón, si es lo que quieres. No es mi culpa que no te hayas defendido…— Escupió, sintiéndose en el fondo orgulloso al notar las manchas moradas en el rostro del moreno, siempre fue más fuerte.

—El mundo no gira sobre ti, entiéndelo de una vez, soberbio de mierda.— JongIn le hizo frente, mirándolo directamente a los ojos por primera vez en el encuentro.

SeHun se veía, por otro lado, destruido, jamás lo había apreciado con ojeras tan pesadas y enfermas, tan despeinado, desarreglado, incluso viéndose algo hinchado a causa de haber, llorado, o eso suponía. Mierda, que irónica la vida, jamás creyó que sus ojos podrían mirar algo así, esa no era la apariencia de alguien que tenía el control del juego.

—Te golpeé en tu consultorio porque tengo el derecho a hacerlo, LuHan sigue siendo mi esposo, y me daba miedo saber que se había accidentado, que incluso podría haber muerto por mi culpa, yo qué sé, no podía con la preocupación y verte hablando con él, de forma tan animada, me puso muy mal. No puedo creer que el malagradecido no sea capaz de llamarme para avisarme que está bien, es un acto de educación, sólo eso.

—Él está bien, ¿Contento? Déjame ir…— SeHun le tomó sin lastimarlo de la muñeca, mirando el suelo, JongIn inmediatamente pensó que estaba soñando, era imposible que alguien tan altanero como él se doblegara, y menos ante la persona “que más odiaría en su vida”. Si se lo contaran, jamás lo hubiera asimilado.

—Quiero pasar a verlo, para asegurarme que en verdad está en buenas condiciones, que está bien y y no me estás mintiendo. A LuHan le pone mal estar lejos de mí, así que entiende que sea poco creíble para mí imaginar que está feliz. Él vive por mí y si está lejos se vuelve loco…

JongIn quedó incrédulo, no podía creer tanto cinismo. Su boca quedaría hecho trizas por la sarta de mentiras que estaba a punto de decir, pero no podía decir la verdad para alimentar su maldito ego.

—Eres tan desgraciado, tan ególatra. ¿No es lo que tanto anhelabas, imbécil? Te odia, ¡Lo lograste, hermano! Él miserable en verdad lo consiguió, si quieres saco la champagne, es algo que querías celebrar desde hace meses, ¿No? Lograste tu horrible y cruel propósito. Lo que menos quiere ahora es verte, el nivel de repulsión que tú mismo construiste llegó al 100%, después de toda la mierda que le hiciste sufrir. Déjalo ser libre, ya, por piedad. Te odia tanto que se alejó, ¿No te hace feliz? Ya no tendrás que soportarlo, como tú alardeabas. No sé a qué viene esto, SeHun, te lo digo con toda la sinceridad que tengo.

—No sabes nada…— SeHun negó frenéticamente, cruzándose de brazos temeroso por tanta dolorosa palabrería.

—Sé lo suficiente para saber que el odio que te tiene lo hizo fuerte, gracias a tu plan, su separación será más fácil. En verdad fue un acto muy bueno de tu parte, porque si sólo te hubieras ido mientras te amaba, se abría matado, seguramente, así que gracias. Gracias a ti sigue vivo el amor de mi vida.

—No hagas esto más difícil…—SeHun dijo sin ninguna emoción expresada en su voz.

—No, tú no hagas esto más difícil, hermano. Mándame los papeles del divorcio y yo mismo haré que los firme, nada lo hará más feliz que separarse de un monstruo como tú, más si ha soñado todos estos días con eso. —JongIn talló su frente, cansado de la situación. Sin más, soltó un suspiro, calmando toda la exaltación y ansias de destrozarle su cara a golpes.— Sólo porque eres mi sangre te diré la verdad, él no está aquí, se ha quedado todo este tiempo con Maggie, ella te odia así que comprende que no eres bienvenido. LuHan está bien, ¿De acuerdo? Voy en camino a verlo, pero lo único que puedo hacer por ti es decirle que no lo has buscado, es lo mejor para ambos.

—Espera…— SeHun dijo casi en un susurro.

A pasos lentos fue a su coche, abriendo el maletín. JongIn pudo mirar sus expresiones, quería descifrar si estaba enojado, si iba a golpearlo, podría esperar que incluso estuviese triste, o feliz, pero no había absolutamente nada, era un tímpano de hielo, una estatua que no demostraba ninguna emoción, dando aún más miedo.

El moreno quedó totalmente confundido cuando su hermano sacó una caja transparente, llena de pinturas acrílicas, lienzos, acuarelas y un sin fin de pinceles que daban la pinta de ser bastante baratos y viejos.

—¿Para qué quiero esto?

—Para ser el amor de tu vida no lo conoces nada…— SeHun era puro veneno…

—¿Y? No me importa, tengo hasta la muerte para conocer hasta sus lunares más íntimos, la forma de sus curvas más eróticas, su risa, todo, creo es mucho más tiempo de lo que tú pudiste hacerlo feliz, lo cual es, ah, casi nada.— Contestó firmemente, sin titubear, ya no tenía consideración en hacerle daño.

SeHun quedó frío, apretando su puño libre hasta que un par de huesos tronaron, definitivamente se había hecho daño. Tenía que cambiar de tema o sería capaz de ensuciarse las manos para toda la vida

—LuHan vive para y por el arte, cuando lo conocí era su motor de vida, moría por la pintura y la poesía, era un soñador y su talento era avasallador, único. Su locura y creatividad hacía que tuviera ideas de un verdadero genio, sus obras de arte hubieran costado millones de dólares, pero nunca fue fan de comercializar con los “retazos de su ser”. En verdad lo amaba, ni siquiera dormía porque su arte le consumía. Dejé de comer para comprarle esto, tienen años y algunos utensilios están secos porque te estoy hablando de que cuando los metía a escondidas al convento, cuando tenía 17. Puedes dárselos para levantar su humor, aunque creo que no lo necesitará si tiene a alguien como tú, que le puede comprar cosas mucho más caras que esto.

—No sabía, es raro, nunca lo ha mencionado o ha tenido ganas de hacerlo…

—Hace años que no pinta, ni escribe. Dejó de hacerlo a raíz de la muerte de su madre, guardó todos sus trabajos en el sótano, y simplemente lo olvidó. Él me decía que era porque la inspiración simplemente se había ido, nunca le creí, pero tampoco lo podía forzar. Cuando intentaba pintar, le dolía, lloraba a mares, y yo no podía ser cómplice de eso, así que cumplí su voluntad y dejé de insistir, a pesar de que me volvía loco su talento. Sólo te lo estoy dando porque creo que esa herida ya la ha sanado, me imagino que querrá volver a pintar o escribir, es cautivador verlo haciendo su magia.

—Sí, después de todo ahora tiene heridas más profundas que sanar. Como sea, gracias por esto, se lo haré llegar.

SeHun asintió con pena, dándole esas pertenencias que formaban parte de una parte fundamental en su historia de amor, dejando ir aquellas cosas que habían ayudado a construir sus momentos de mayor ternura y pasión.

El pelinegro caminó hasta su auto, subiéndose a él.

Todo lo que había pasado, incluido el bizarro modo de comportarse de SeHun, había sido jodidamente extraño. De todas las posibilidades con las que podría haber actuado el pelinegro, ésa hubiera sido la última, él nunca hacía las cosas tan fáciles, era tan agresivo que lo hubiera aniquilado por desafiarlo de esa manera, hablando con tanta confianza de lo que era “suyo”.

Miró con atención todas sus acciones, pero ojalá no lo hubiera hecho, pues por culpa de ese detenimiento en su mirada, pudo percatarse de algo que causaría su delirio.

En el asiento del copiloto había alguien, un chico que no podía descubrir al ser los vidrios tan oscuros.

Pero no era estúpido, esa persona misteriosa era el amante de su hermano, el causante de todas las desgracias de LuHan, aquel asqueroso que había hecho todo ese desastre.

No sé quedaría así, con los brazos cruzados, desenmascararía a ese cruel ladrón infiel que maldeciría el resto de su vida. Sí, tal vez era algo que no le incumbía, pero necesitaba vengarse por LuHan, por su culpa su chico estaba tirado en la cama, con las manos atadas para que no pudiera intentar acabar con su vida.

SeHun arrancó, yéndose de ahí en su lujoso coche que seguramente había pagado a base de acostones.

Se subió a toda prisa a su propio auto, hechando las pinturas en el asiento trasero al aventarlas sin cuidado. No importaba menos ponerse el cinturón o acomodar su asiento, tenía un claro propósito, y no se iría hasta decirle las verdades al miserable amante, así que debía apurarse.

Aceleró, apretando el volante con el enojo que estaba conteniendo en la garganta. De milagro no había nadie en la carretera, o lo que estaba próximo a hacer hubiera provocado variados accidentes.

SeHun no había avanzado mucho, aunque iba algo rápido.

Sin pensar más en las consecuencias, aceleró, poniéndose enfrente de él para poder frenar de jalón.

El estruendo entre el par de coches fue fuerte y desmesurado, habían chocado brutalmente. Por el impacto, JongIn se había estrellado en el volante, provocando que de su frente cayera un hilo de sangre.

Estaba mareado y algo desconcertado, pero cuando logró estar un poco más en sus cinco sentidos, salió del auto a cumplir su cometido.

—Creí que por primera vez en tu vida estabas siendo maduro, pero ahora me siento un verdadero tonto porque eso es imposible. ¿¡Cómo te atreves a traer a tu amante a mi casa!?

SeHun salió de su devastado auto. Gracias a los cinturones, nada grave había pasado, su acompañante y él habían salido invictos del impacto, por lo que con claridad dijo:

—Te heriste. Si tan maduro eres llama una ambulancia y atiéndete. Yo me encargaré de los coches.— Contestó sin demostrar enojo por la tremenda locura del moreno, siguiendo con esa actitud de robot.

—¡No seas cínico!—Gritó con toda su desesperación, golpeando con toda su fuerza el vidrio de su propio auto, causando una fisura en la ventana trasera y tremendas cortadas en sus nudillos.

—¡Ya cállate!— Refutó SeHun aún más fuerte, como si eso fuera posible.

—¡Y tú da la cara! No fuiste tan cobarde al acostarte con alguien casado, ¿Verdad? No vales nada, maldito— JongIn gruñó, desafiando a ese desconocido a través de la ventana frontal que aún lo protegía.

—¡A él lo respetas!— SeHun amenazó por fin, tomándolo del brazo para detenerlo. JongIn, sin medirse más, golpeó en la zona de su estómago, sacándole el aire por haberlo hecho con todas sus fuerzas, después se arrepentiría porque no era partidario de la violencia, pero había sido su venganza, lo mínimo que podría haber hecho luego de reprimirse tantas veces.

Estaba en su mayor clímax de furia y sin SeHun en su camino por estar tirado en el asfalto, no había nada que lo calmara esta vez. A paso determinado, fue a la puerta del copiloto, respirando con dificultad con gotas gruesas de sudor en su frente.

—¡Sal de ahí que quiero escupirte en la cara, imbécil!— Abrió la puerta, tomando al chico de la ropa para sacarlo a la fuerza, ya estaba harto de juegos.

Espero todo, menos eso…

—Hola JongIn.— Murmuró casi sobre su oreja, separándose para quedar a escaso espacio del rostro desencajado de JongIn, el mismo que en cualquier instante se desmayaría, luciendo, devastado, confundido, frustrado.

—¿Tú?— Dijo casi inaudible, abriendo sus ojos ampliamente, soltándolo como si ese agarre quemara. No podía ser cierto, no, no, no…

—Háblame de usted, que no somos lo mismo. Para ti soy el señor Do KyungSoo…


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).