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Esfúmate «HunHan» por Romanella

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Notas del capitulo:

Hola a todas.

Espero y disfruten el capítulo.

Sólo quería pedirles que mandaran sus reviews diciéndome si lo de los cambios de tiempo no son demasiado confusos, a lo mejor no entendieron la secuencia de los sucesos y estoy dispuesta a solucionar todas sus dudas para que la lectura sea más amena.

 

Un beso a todas!

 

—No quiero dejarte ir. Fuiste el mejor paciente que he tenido en mi horrible carrera de doctor.— Admitió, amarrando las agujetas del rubio. Mirándole por última vez, sin esa bata de hospital lucía aún más lindo.

—Oye, estuve dos semanas, es suficiente para mí, ya no soporto ese olor.

—¿A hospital?

—No, a JongIn.

—No te pases de gracioso.— JongIn arrugó su cara, fingiendo estar enojado cuando la realidad era que quería carcajear.

Tomó su mano para ayudarlo a parar, levantando con todo el respeto su camiseta para mirar lo rápido que había sanado el corte.

—Esa cicatriz va a ser horrible.— Afirmó LuHan, rozándola con la yema de sus dedos. SeHun la odiaría, hacia unos años solía alardear sobre lo perfecto e inmaculado que era su cuerpo, pero ahora ya estaba marcado.

—Yo creo que te hace diferente, hasta pareces un universo, tus lunares son estrellas y el corte al ser semi curveado una luna.

—Tienes la sensibilidad de un poeta, así conquistarás a la persona que quieras, pero no practiques conmigo o me enamoraré de ti y soy un hombre casado.

Eso es lo que más deseo en la vida.” Pensó el moreno.

—¿Vino SeHun por ti?

—No, Maggie está afuera, su hija me llevará en su camioneta.

—Bueno, entonces nos vemos. Ya te di mi número, llámame cuando puedas, cuando te sientas solo, y cuando tengas ganas de lastimarte. Yo arreglaré todo el desastre por ti, ¿Cierto?

—Cierto.— LuHan no lo pudo evitar, se acercó a él para restregarse un poco, deseando sentir por última vez sus largos brazos alrededor suyo.

Habían sido días muy difíciles y desgarradores, pero todo mejoraba cuando JongIn llegaba a acompañarlo en la noche. Él era mágico.

—Gracias.— Besó su mejilla antes de salir. Dejando a JongIn con mucha preocupación.

Él había descubierto la verdadera razón por la que LuHan se había cortado. Olvidar el dolor mental no era la principal causa: SeHun solamente había ido la primera semana, sin faltar, tomó su mano por las noches, lo alimentó y lo acompañó ante todo el proceso difícil, provocando que LuHan irradiara felicidad, como si estar al borde de la muerte fuera lo mejor que le pudiera pasar, pero luego, cuando su salud fue más estable y ya no había riesgo de nada, SeHun dejó de ir, como si sólo hubiera estado ahí para no quedar con el remordimiento de haber matado a una persona. Y a partir de ello, LuHan volvió a llorar todas las noches.

Él se había lastimado para hacer "reaccionar" a SeHun y así volver a él, siendo un intento desesperado de llamar su atención, sin importarle que si Maggie no lo hubiera encontrado, hubiera podido desangrarse por completo.

Era algo completamente enfermo…


—¿SeHun está en la casa?— LuHan preguntó por décima vez ante el silencio de Maggie. Ella estaba disgustada por algo que no lograba entender, era absurdo que lo ignorara.

—Mamá, no seas pesada con él, acaba de salir del hospital.— Regañó su hija Deanne.

—Puse los cuchillos y navajas en la caja fuerte, fuera de tu alcance. Lo que hiciste fue lo más egoísta y cruel del mundo, tanto para ti como para la gente que amas.

—Lo sé, les di mi palabra para no hacerlo nunca más, ya entendí, ¿Ok? Pero deben entender algo, fue un impulso, no pensé en las consecuencias, tampoco sabía que dolería a ese grado.

Maggie lo miró con lástima, acariciando su muslo anímico con amor, tensando su boca para revelar lo siguiente.

—Por órdenes del señor SeHun, pondremos cámaras de vigilancia en la casa, quiere que estés seguro. Una de ellas estará conectada a la televisión de mi casa, será asfixiante pero así evitaré que cometas otra atrocidad.

—¿Él verdaderamente lo pidió?— Dijo emocionado ante esa esperanza, ignorando todo lo demás que había dicho. A su esposo le seguía importando, Dios, no debía rendirse.

—Sí.

—¿Sabe por qué estaba en el hospital?

—Yo le pedí al doctor JongIn que mintiera. Si se enteraba que tú mismo lo habías hecho, se hubiera puesto loco, se enojaría mucho contigo y ya no sé hasta dónde es capaz de llegar. Él piensa que entraron a robar la casa, pero que te negaste a cooperar y que por eso se pusieron violentos. Es tan tonto que lo creyó a la primera.

—Muchas gracias, en verdad me daría mucha pena que se enterara.— Maggie puso sus ojos en blanco, era una vil falsedad que dijera eso.

—¿Por qué? Si gracias a eso pasó toda una semana contigo, sin despegarse de tu cama. Debiste ver tu cara, era una bendición para ti, lo que más querías y anhelabas. Tal vez si supiera que te tratabas de matar te volvería amar, ¿No crees?

—¡Mamá! No te metas en lo que no te incumbe.— Regañó Deanne, debía de darse cuenta que hería a su “hijo” con esas palabras tan crueles.

Pasó media hora antes de que finalmente llegaran.

—Pasa, te daré café.— LuHan ofreció, tomándola de la mano, necesitaban hablar para aclarar las cosas.

—Prefiero que no hijo. Te llamaré en unas horas para ver cómo te encuentras.— Esa respuesta hizo que latiera su corazón a más no poder, si ella no quería entrar a la casa, sólo significaba que su esposo estaba ahí. Salió entonces del coche sin despedirse, abriendo con gran rapidez la puerta, cerrando sus ojos por un instante, ojalá su deseo fuera cumplido.

Un olor a café le inundó sus sentidos luego de poner un pie en su hogar.

—¿Cielo?— Llamó, quitándose su chamarra para dejarla en el perchero.

—Que bueno que llegas LuHan.— Dejó de sentir su pulso cuando lo vio salir de la cocina, con su pecho desnudo y su pelo revuelto. Corrió a abrazarlo, recargando su mejilla en su cálida piel, aferrando sus manos a la espalda contraria, quería sentirlo y no soltarlo nunca más.

—Te extrañé mucho.— Susurró, levantando su cara para poder verlo, ya que era más alto que él, acariciando sus dos mejillas con lentitud, peinando sus hebras con sus propios dedos.

—Lamento no haber ido la última semana, es sólo que estuve trabajando sin parar.

—No me importa, valió la pena si estás aquí ahora, pero no te vayas hoy, el corte me sigue doliendo mucho y me da miedo volver a estar grave.— Mintió.

—Me quedaré esta noche en caso de emergencia, pero ve a bañarte porque estoy preparando la cena.

LuHan asintió con el corazón más contento que nunca, atreviéndose a darle un beso en los labios, durando solamente dos segundos antes de que el pelinegro se separara.

Fue entonces a la habitación, quitando su máscara de felicidad, borrando cualquier sonrisa en su rostro.

Se recagó por un momento en la puerta para deslizarse y sentarse en el suelo. No sabía si su esposo era cruel o despistado, era obvio el olor a semen impregnado en su pecho, además ¿Creía que no notaría el moretón en su cuello? Parecía que hasta le estaba presumiendo esa marca territorial perteneciente a otra persona.

¿Estuvo con alguien más mientras él se recuperaba en el hospital?

Sólo había algo que le confirmaría sus sospechas, uno de los tantos malos hábitos que tenía SeHun desde que lo conoció. Gateó directamente al baño, encerrándose en éste para sentarse enfrente de la “evidencia”, mentalizándose para lo que fuera a encontrar, aunque no era difícil, pues tampoco sería una sorpresa.

Agitó el bote de basura, fijándose en lo que salía a la luz con el movimiento, descubriendo luego de un par de minutos lo que tanto temía.

Cerró sus ojos con fuerza para tratar de desaparecerlo, mordiendo su labio con una fuerza brutal, reprimiéndose para no llorar pues su esposo se daría cuenta y se iría de la casa otra vez.

Armándose de valor, lo tomó, analizando uno de los tantos condones usados…

—LuHan ¿Estás bien? No sé si esperarte, tengo hambre.— Se escuchó del otro lado de la puerta.

—Sí mi amor, todo está bien, aguántame unos minutos.— LuHan volvió a tirar los preservativos, escondiéndolos para que SeHun no supiera que lo había descubierto. Quitándose la ropa para meterse a bañar y salir lo más pronto posible.

Tenía que soportarlo, como todas las veces que suprimió sus sospechas de infidelidad; pues, si le reprochaba por haberse acostado con otra persona, se enfadaría con él, lo abandonaría, y eso jamás lo podría soportar.

Además, estaba seguro que había sido un desliz, sí, eso, algo de una sola vez, su esposo lo seguía amando, por eso pasó una semana entera velando por su salud. Su matrimonio era rescatable, todo estaba bien, solamente que lo hacía desesperar, merecía esos comentarios hirientes, SeHun sólo era sincero.

Ahora más que nunca lo tenía que enamorar, a cualquier costa, así se sentiría satisfecho solamente con él, y no tendría la necesidad de buscarse un amante.

 

 

 

 


—Llegué.— SeHun avisó sin tener alguna respuesta, lo cual era raro, siempre lo encontraba sentado en el sillón, esperándolo, aunque fuera de madrugada, como en esa ocasión.

Con lentitud, subió a la habitación.

—Hola.— Su esposo estaba desnudo en la cama, enredado en las sábanas de terciopelo rojo, con copas y una botella de vino en la mesita de madera.

SeHun recordó, era el aniversario del día en que se habían conocido, cómo se le pudo olvidar si sabía lo especial que era para el rubio.

—Perdóname LuHan, es que como sabes, me ascendieron a un mejor puesto y tengo tantas responsabilidades que no noté nada sobre el tiempo.— Mentiroso, mentiroso, mentiroso. Esa noche había ido a buscar a KyungSoo, sin que él se lo ordenara, simplemente por necesidad propia y se sentía asqueroso porque en verdad lo había disfrutado.

LuHan lo observó con una expresión de seriedad, debatiéndose si rechazarlo o no.

SeHun no le dio tiempo de elegir, por lo que actuó rápido, acostándose en la cama para tomarlo con burda facilidad, sentándolo en su pelvis.

Pero tenerlo así sólo le dejó aún más el mal sabor de boca pues se sentía incorrecto.

Cuando había intimidad, LuHan tenía que ir abajo, dejándole todo el trabajo, siendo suave, lento y tierno, pero estar con KyungSoo era diferente y excitante, él por obligación iba arriba, así lo manejaría todo a su manera, domándolo y haciéndolo más frenético, pues trataba de una lucha vulgar por el control.

—Qué haces SeHun, esto no es divertido, déjame bajar.

—No, quédate así, por favor.— SeHun lo miró por un momento, con la luz de la luna coloreando su hermoso y delgado cuerpo.

En apariencia, también eran distintos, LuHan era un ángel, con esos rizos rubios y facciones que siempre le dejaban sin palabras, irradiando dulzura con sólo existir, siendo, técnicamente, perfecto. Pero KyungSoo, joder, él era salvaje, con sus ojos delineados y labios lujuriosos adornándose de malas palabras, no igualaría jamás la belleza física de LuHan, pero su sensualidad era aún más hipnotizante.

—Qué te pasa, tú no eres así…— SeHun no lo dejó terminar, pensar en el cantante hizo que perdiera la noción de la realidad, atrayéndolo con un fuerte jalón a su boca, metiéndole la lengua sin permiso, mordiendo su labio inferior porque eso le encantaba a KyungSoo.

—Déjate llevar…

—Basta, estás siendo demasiado brusco.— Reprochó, pero, fue totalmente ignorado. SeHun lo agarró fuertemente de la cadera para moverlo por su cuenta, restregándolo contra su propio miembro en un vaivén rápido y preciso.

Era incomodo estar sentado en la erección de SeHun, pero luego de ver lo mucho que le gustaba a su esposo, guardó silencio, tal vez podían intentarlo.

Su delicada mano fue dirigida a meterse por debajo de sus calzoncillos, forzándolo a que lo acariciase.

—Eres el mejor en esto.—Murmuró, sonriéndole a un confundido LuHan.

—Te amo.—Contestó, besándole, tratando de seguir su ritmo. El rubio abrió los botones de su camisa con timidez, descubriendo su pecho, encorvándose para poder besar su cuerpo, yendo de su ombligo al cuello, quedándose en esa última parada para lamer la sal natural de su piel con devoción.

—Ahm… KyungSoo.— Gimió, acariciando las hebras del contrario.

—¿Qué? SeHun repite lo que dijiste.— Cualquier acción fue detenida, levantándose del cuerpo de su esposo para quedar de pie. Poniéndose la pijama porque no quería estar desnudo enfrente suyo, no después de eso.

—Cálmate.— Fue lo único que pudo decir, regresando a la realidad para notar el gran error que había cometido.

—Quién mierda es KyungSoo, ¡Contesta!— Exigió enojado.

—¡Es la última vez que me hablas así!— Inmediatamente se arrepintió por haberle gritado, jamás lo había hecho porque sabía lo sensible que era su esposo ante eso. Siendo obvio que su corazón doliera del remordimiento cuando el contrario hizo un puchero para no llorar. Lo había arruinado todo.

Nunca había sabido lo que era el miedo, siempre era valiente ante las adversidades, considerándose un tipo rudo, pero ver a LuHan metiendo su ropa a una mochila para irse de la casa le aterró. Tener la posibilidad de que se fuera de su lado hizo que se diera cuenta de lo que estaba haciendo, por qué carajo buscaba sexo con otra persona si gozaba de lo más maravilloso en casa.

—SeHun, ¿Estás viendo a alguien más? Desde hace un mes que llegas de trabajar en la madrugada, oliendo a ese perfume de prostituta barata, con labial pintado en el cuello de tu camisa. Yo no me merezco que me mientas.— Una lágrima se le escapó, tomando la lámpara como defensa para que no se acercara.

—No es nada, confía en mí. Ahora lo entiendo todo, tú eres la única persona que podré amar en mi vida, y saber que te puedo perder me vuelve loco porque no soy nada sin mi LuHan. Yo no podría existir si no te tengo. No me hagas esto precioso, sólo fue un error.

SeHun también comenzó a llorar, perderlo era lo peor que le podría pasar. No valía la pena arriesgar su matrimonio solamente por la calentura de tener algo nuevo, debía terminar con lo que sea que tuviera con KyungSoo.

—Necesito saber quién es KyungSoo.— Demandó.

—Es el hijo de mi jefe, un altanero que me hace la vida imposible en el trabajo, tengo tantos problemas con él y su padre que no puedo dejar de pensar en eso, por eso confundí los nombres, créeme, te lo ruego, eres todo lo que tengo…

LuHan le creyó ciegamente, joder, era el amor de su estúpida vida, no podía hacer nada, más que acercarse para abrazarlo.

—Es nuestra primera pelea, ¿Sabes?

—Nunca más hay que hacerlo, perdón por gritarte, soy un imbécil.— Murmuró, sonriendo ampliamente cuando sintió al rubio bajando el cierre de si pantalón…

—Tengo que terminar lo que empecé…

—En verdad eres el único, te amo LuHan.


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