Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Esfúmate «HunHan» por Romanella

[Reviews - 16]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

—¡Qué hijo de puta eres! Maldito cínico.— LuHan gritó a todo pulmón cuando vio llegar a su esposo en un impactante auto deportivo. Saliendo a plena calle para encararlo, había llegado al límite.

—¡Cállate! Vas a despertar a los vecinos.—SeHun azotó la puerta de su auto, tomándolo fuertemente de la muñeca para entrar a la casa.

—¡¿Crees que me importa?! Dame la cara imbécil.—Las cosas se estaban saliendo de control, LuHan se veía terriblemente alterado, él incluso no podía respirar del todo bien por el enojo.

—¡Ahora qué! Hace tres meses, cuando confundí tu nombre antes de tener sexo y peleamos fue por lo mismo, por tu absurda desconfianza.— Contestó a poca distancia de él, expulsando todo su aliento a alcohol, estaba jodidamente ebrio, de milagro podía mantenerse en pie. Era increíble.

—¡¿Acaso esto son sólo sospechas?!— Gruñó con fuerza, arrojando unos papeles a sus pies. Jalándose el pelo para canalizar toda la frustración que venía aguantando.

—Deja de gritar por una mierda.—SeHun estaba tan borracho y a la vez, tan exasperado, que se le hizo fácil empujar a LuHan, provocando que casi perdiera el equilibrio. Dejándolo aterrorizado, su esposo nunca se hubiera atrevido a hacer algo así.

—Son facturas. Gastaste una enorme cantidad de dinero en joyas, y obviamente no son para mí. En cuanto a tu celular, las 291 llamadas que hiciste al mismo número fueron cobradas. Joder, ¿Crees que soy estúpido? Hay veces que ni llegas a dormir, te pavoneas en mi cara con abrigos de lujo que no sé de dónde mierda sacas, tomas whiskey fino hasta emborracharte como lo hacía el mal nacido de tu padrastro cuando me prometiste que nunca lo harías, incluso llegas con ese estúpido carro que en nuestra vida podríamos pagar… ¡Contéstame idiota!— Golpeó el jarrón de vidrio puesto en la mesa, convirtiéndolo en pequeños pedazos por el impacto.

—LuHan, me mato trabajando para que tú tengas una puta casa donde perder el tiempo, me parto el culo para que tengas algo que comer porque el niño no sabe más que gastar su herencia. ¿Y enserio me estás diciendo esto? Eres un asqueroso paranoico, es lo que más odio de ti, tus estúpidos celos de niño de cinco años, pero escúchame, porque tu madre te haya abandonado para irse con otra persona, no significa que yo vaya a ser igual, sólo me hinchas las bolas con tu desconfianza.

Sus palabras eran cuchillos perforándole el alma, ¿Quién era ese hombre? SeHun jamás le había dicho algo así. Demonios, qué había hecho mal para merecer un cambio así de cruel.

—Entonces me voy de la casa, ahora mismo sólo te tengo miedo…

—¡Genial! Yo mismo te haré las maletas.— Sugirió, sonriendo falsamente, yendo a la habitación con LuHan atrás tratando de alcanzarlo. Abriendo el armario con una fuerza descomunal para sacar su maleta especial de viajes, la misma que llevaba años sin usarse.

—¡Para!— Su grito fue acompañado de llanto, tapando su cara con sus manos para no ver cómo empacaba su ropa al azar. ¿Enserio estaba pasando eso?

Luego de cinco minutos, cerró la valija, entregándola en su propia mano.

—Te vas a arrepentir por esto.—Murmuró el rubio, dirigiéndose a la salida con el corazón destruido, saliendo a la lluvia sin mirar atrás, esperando ser detenido por su esposo, nunca llegaban tan lejos.

Pero SeHun, por otro lado, se quedó en el marco, con un dolor punzante en el estómago, temblando por el momento tan irreal. Su LuHan estaba ahí, caminando en la lluvia, yéndose lejos de él. En otro momento se hubiera arrodillado en cuestión de segundos, incluso se hubiera cortado la lengua por haberle hablado así, pero ahora, solamente se debatía si ir por él o simplemente dejarlo.

Terminó su colapso mental, cerrando la puerta, llamando con desesperación a KyungSoo, estar en esa casa sin su esposo, le desquiciaría.

 

 

 

 


—Toma, lo preparé yo mismo para ti.— Le entregó su plato de espagueti, yendo a la cocina para traer el suyo y comer, luego de tantos meses, juntos.

—Gracias, se ve exquisito.— Sonrió, enredando la pasta en su tenedor para poder llevarla a su boca, haciendo una disimulada mueca cuando sintió la excesiva sal. Su esposo definitivamente era el peor para cocinar, pero aún así, lo disfrutó como nunca.

Después de cinco minutos de silencio incómodo y sabores desagradables, SeHun habló.

—Joder, deja de fingir, esto sabe a mierda.—Con la servilleta se limpió la lengua, bebiendo agua para quitarse ese horrible sabor.

—Está bien SeHun, no te sientas mal, te cocinaré algo.

—Es que justamente lo hice para que tú no te esforzaras, debes estar exhausto.— Confesó, dejándolo cautivado por aquel gesto. Mirándolo por breves segundos, su dulce y tierno esposo seguía, muy en el fondo, ahí.

Tomó los platos para ir a la cocina, vaciando la pasta en la basura y sacar los ingredientes de la sopa de verduras.

—Prenderé la radio.— Comentó SeHun, queriendo eliminar la tensión por la falta de conversación entre ambos. Siendo aún peor…

En cuestión de segundos, se encontraron riendo cuando una de sus canciones favoritas de rock sonó, deleitándose por inercia con los sonidos de la guitarra, cantando en sintonía y de forma inconsciente, algunos versos.

—Es una buena canción.— LuHan gritó, siendo un poco nostálgica la situación, cuando eran unos adolescentes alocados y rebeldes, solían pasar horas escuchando música con un celular viejo por el que SeHun había ahorrado años. Cantaban como si fueran los mayores artistas, incluso llegaron a hacer un concierto falso, era en verdad divertido.

De esa forma, lograron relajarse, pero fue predecible que el aura de armonía terminaría junto a la canción.

“Open Arms” de Journey sonó inmediatamente por las grandes bocinas, como si el destino quisiera darles una cruel bofetada por lo que alguna vez habían sido. Era esa maldita canción, la que habían bailado en el día más especial de sus vidas, cuando creían que su amor sería eterno e invencible.

—¿Es enserio?— Murmuró para si mismo el pelinegro, limpiando la fina capa de sudor en su frente. El destino verdaderamente se estaba burlando de él.

Lo mejor sería quitar la canción, pero por alguna razón, se quedó estático. Encontrando a LuHan recargado en la puerta, con los ojos llorosos y abrazándose a si mismo como consuelo.

La voz majestuosa por parte de Steve Perry le embriagó los sentidos, siendo inevitable recordar, como el débil que era, el día en que unieron sus almas.

Dios, LuHan se veía precioso, era un ángel con todas esas diminutas flores enredadas en sus rizos rubios, y esa camisa de tela que volaba impetuosamente con el viento, luciendo como nadie un ramo de rosas rojas que contrastaban con la blancura de su ser.

La playa estaba más bella que nunca, con un sol rojo a punto de despedirse pero brindando sus mayores retoños ante un acto de amor puro. Y él, más emocionado que nunca, estaba ahí, esperándolo en la arena, a lado de su única invitada, o sea, su madre y el señor que oficiaría todo el proceso legal.

Cuando la música del violín sonó, y las palomas blancas fueron liberadas, supo que su rubio había llegando en esa bicicleta arreglada con globos blancos, por lo que sus piernas temblaron brutalmente, no podía esperar para ser su esposo, anhelaba verlo, tomarlo de la mano, besarlo con lentitud, entregarle su alma hasta la muerte.

Así, su madre fue por LuHan para hacer juntos la caminata hasta él…

Y, a pesar de que se había preparado para ese momento, perdió la cabeza totalmente cuando lo vio acercarse con su característico sonrojo. Joder, iba a casarse con el amor de su vida, su mejor amigo, y el hombre más bello del universo.

—Bailar esta canción es lo más mágico y bello que me ha pasado en la vida. Podía sentir tus latidos golpear mi pecho, tu cálida respiración seducir mi oreja, y tus grandes manos acariciar mi cintura. Después, observé tus ojos, y supe, que serías el único hombre que podría amar hasta morir.

—Me pusiste muy nervioso con esa mirada, aún lo recuerdo…

—Fue algo muy tierno. Nos meneándonos con sutileza, pero de vez en cuando tomabas mi mano para besarla o ibas a mi cuello para acariciarlo con la punta de tu nariz.

SeHun sonrió, transportándose a ese instante.

—Y… ¿Quieres bailarla ahora?— Mierda, no debía decir eso.

Se suponía que amaba a KyungSoo, ya era un hecho que lucharía por él, para ser una pareja que pudiera pasear por la calle sin esconderse o tener esa horrible culpa por ser infiel. Simplemente, no podía recaer con su esposo o todo sería aún mas complicado, bailar con él sólo le alejaría de poder pedirle el divorcio algún día. Le volvería más vulnerable.

No SeHun, no te acerques a él, no seas tan débil…

—Bailaría contigo una eternidad.— LuHan contestó, entrelazando sus manos por atrás de la nuca ajena. Viviendo, lo que parecía, un milagro.

Era una estupidez, ¿Por qué sentía cosquillas en el estómago y repentinas ganas de devolver el estómago? No era un adolescente como para comportarse así, además, era un LuHan sin gracia, demacrado y marchito, no el perfecto del que se había enamorado, no debía sentirse atraído por alguien tan descuidado.

Él amaba a KyungSoo, joder, se había encargado de herir verbalmente a LuHan para alejarlo y ahora, ¿Bailaban?, ¿Enserio mandaría todo a la mierda por una canción?

—LuHan, tengo que decirte algo…—No logró terminar. Ahora sólo quería mirar con detenimiento esos ojos miel por primera vez en años, estaba hipnotizado, ellos seguían siendo igual de preciosos.

De repente el timbre sonó, haciendo que SeHun se separase del rubio, apagando el radio para ir a abrir la puerta. Agradeciendo mentalmente la interrupción, había estado a punto de cometer un gran error.

La presión se le bajó cuando vio a un preocupado BaekHyun buscándole, si él abría su boca, todo se terminaba. Estaba en graves problemas, le había prohibido que se acercara a su casa o lo pagaría.

—Él está muy mal, tienes que venir, ya no sé qué hacer…—Murmuró aterrado el manager de su amante.

¿Algo le había pasado a KyungSoo?

 

 

 

 

 

JongIn, deja de preguntarme, ya te dije lo que sé.— Regañó Enid, su madre.

—Explícame otra vez.— Rogó, persiguiéndola, no se iba a rendir.

—Hace medio mes, LuHan se fue de la casa porque pelearon. Lo sé porque de casualidad llamé a tu hermano ese día y estaba muy mal, lloraba como bebé, se notaba arrepentido de haberlo tratado mal por culpa del alcohol, creí que en verdad le dolía pero luego, escuché una voz en el fondo que obviamente no era de LuHan, así que no sé con quién estaba o en qué demonios esté metido. Tampoco me quiero enterar, él idiota está haciendo las cosas mal, de eso estoy segura.

—Pero, ¿Lo ha buscado? Debe hacer algo para que lo perdone, él se merece una disculpa mínimo.— JongIn estaba enojado, si LuHan fuera su esposo, lo trataría como el tesoro más valioso del mundo.

—No creo que lo haya hecho. Tu hermano desapareció desde ese día, he llamado a su casa y nadie contesta, fui a verlo y su correspondencia está llena, así que no sé cuánto tiempo ha estado fuera…

Ambos se sobresaltaron cuando la puerta recibió golpes desesperados.

Enid se asomó por la mirilla, articulando un “LuHan” como señal para que JongIn se escondiera inmediatamente en el baño.

Abriendo entonces para dejar entrar a un LuHan con la cara empapada en llanto.

—¿¡SeHun!?— Gritó con todas sus fuerzas, viéndose frágil y devastado ante los ojos de una asustada Enid.

El rubio tenía su ropa sucia, el pelo revuelto, labios resecos y ojeras enfermas. Él estaba muy mal y le partía el corazón.

—Hijo, respira, veme a los ojos…

—¡Suéltame!— Gruñó cuando Enid tomó su mano para calmarlo.

—Él no está aquí.

—¡Mientes! Quiero ver a mi esposo por una mierda, dejen de esconderlo.— Abrió todas las puertas de los cuartos con la esperanza de verlo ahí. No aguantaba un segundo más sin tenerlo, se estaba volviendo loco.

—Detente, te desgarrarás la garganta si sigues gritando.

—¡Sé que está aquí!— Enid se estremeció.— SeHun, no puedo vivir sin ti, aprendí la lección, deja de castigarme, no lo volveré hacer. No te celaré más, confío en que estás trabajando solamente, perdóname mi amor, se que no te merezco, pero dame una oportunidad, vuelve, te lo suplico, ten piedad de mí...— Se derrumbó, dejándose caer en sus rodillas, rasguñando sus brazos por la ansiedad que sentía.

—Quédate hijo. Él va a aparecer, tal vez venga a visitarme en tres días, es mi cumpleaños y él nunca lo olvida. Así que ten esperanza, él te ama y debe extrañarte también...

JongIn, con un pesar inimaginable, salió por la ventana.

Notas finales:

Hola chicas :c

Les traigo un nuevo capítulo. 

 

No sé si terminar la historia en un par de capítulos o seguirla como lo tenía planeado, es sólo que no ha tenido mucha reacción por su parte y tal vez me pueda concentrar en una historia más elaborada para ustedes. Déjenme leerlas, cualquier opinió será aceptada.

 

Aún así, les mando un fuerte abrazo y todos mis mejores deseos!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).