Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Esfúmate «HunHan» por Romanella

[Reviews - 16]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

—Mocoso, ven ahora mismo.

Otra vez lo estaba llamando con la voz que anunciaba malas noticias.

Antes de ir al propio infierno, pasó a asomarse al cuarto de a lado, notando las pantuflas de su madre intactas en una esquina, ella no había regresado de trabajar. Eso sólo significaba que Kang estaría destrozado y agresivo, dispuesto a hacerle daño.

Sin tener otra opción se dirigió a la sala, encontrando a su padrastro tirado en el suelo, con fluidos que no lograba reconocer sobre su rostro, ropa llena de licor seco y mirada perdida, apostaba que incluso había orinado en su propio pantalón. Estaba ebrio y muy probablemente a punto de la sobredosis.

—Tenemos que irnos, le prometiste a la iglesia que arreglarías su ambulancia, no puedo ir solo.— Sentía el odio fluir por su estómago.

—Mírame inútil, ni siquiera soy capaz de levantarme. Tú tienes que ir, esta casa necesita dinero honrado, no podemos comer solamente cuando tu madre abre las piernas...— Contestó con desprecio y arrogancia.

—No te atrevas a hablar así de ella...—Gruñó, levantando su cuerpo casi inconsciente del suelo con un fuerte agarre, quedando a la altura del hombre que tanto odiaba.

—No defiendas a la zorra, no cuando me engaña con toda la ciudad para comprar tus medicinas. Ella lo hace por ti, que eres una pobre escoria, un ser miserable que lo mejor que podría hacer es matarse. Es la burla de todos, porque prefiere sacrificar su dignidad antes de que mueras por tu enfermedad, qué estupidez.

—Y tú debes de ser muy idiota para no irte con una mujer "decente". Ni siquiera eres mi padre, la conociste haciendo eso, por Dios, no seas hipócrita. Ella sólo está contigo porque en este lugar te respetan, así no tiene miedo de que le hagan algo por lo que es, ni creas que es porque te ama, anciano ingenuo.

Kang, no titubeó para escupir en la cara de su hijastro, tomándolo del pelo para soltarle un certero puñetazo en su ojo, necesitaba desahogarse con el causante de todos sus problemas. SeHun cayó al suelo, retorciéndose de dolor.

Quiso regresar el golpe, contestarle, matarlo de una vez, pero fue un cobarde, como siempre. No se arriesgaría a dejar a la merced a su madre, sin Kang, el "respetable" policía retirado, la gente aprovecharía para hacerle la vida imposible, desde destruir la casa hasta violarla o golpearla.

Soportó más de media hora tirado en el suelo, esperando que el ebrio perdiera la razón y se durmiera. Si quería sacar a su madre de ese empleo tan humillante, tenía que trabajar hasta morir del cansancio, por eso no podía dejar pasar lo de la iglesia.

...

—Hola. Soy SeHun, vine porque solicitó un mecánico para una ambulancia. —Odiaba acercarse a ese lugar, después de todas las cosas malas que le habían pasado en la vida, ser creyente sería una burla a su inteligencia.

—Tú eres un niño, no debes de ser capaz ni de lavar la ropa, vete y regresa con tu padre.— Arrugó su nariz, esto, con notorio asco de simplemente tenerlo enfrente.

—No, señora, por favor. Sé lo que hago, prometo darle un buen servicio, deme la oportunidad, necesito el dinero.— Detuvo la puerta con su mano antes de que se la cerraran en la cara.

La mujer de expresión dura le miró con prejuicio, la maldita sabía quién eran sus madre, acariciaba su rosario y no le veía a los ojos, como si se estuviera presentando la muerte para llevarla.

—Entra, pero te llevaré a la cárcel, si te acercas a un alumno, sé que eres capaz de robarle sus cosas o hacerlo preso de tus deseos perversos, tu madre debe enseñarte muchas cosas para saber ganarte unos centavos...— SeHun, humillado, miró el suelo, asintiendo con lentitud como si fuera un vil esclavo al que pudiera decirle cosas cosas de hirientes sin tener alguna consecuencia. Entró de una vez por todas...

Definitivamente, era un lugar horrible, qué podía ser peor que personas extremadamente millonarias malgastando su dinero en algo como eso.

Todos los estudiantes guardaron silencio cuando llegó a lo que parecía el patio de convivencia, juzgándolo en cosa de segundos con miradas que sólo demostraban lástima, asco y terror. Él era una abominación, todo lo que ellos habían aprendido a catalogar como incorrecto. Con esa mancha morada en su cara por el golpe, ojos pintados con sombra negra y su vaga perforación en la nariz, adquiriendo una apariencia aún más equivocada con ese uniforme de trabajo de una sola pieza, sumamente entallado, de tela que ya no tenía el color original al estar manchada de grasa y mugre.

Podía asimilar los murmullos y las risas, pero llegó a su límite de paciencia cuando un grupo de chicos pasaron a su lado, persinándose, como si fuera la vacuna para no terminar como él. Era claro que su nula educación lo harían vengativo, por lo que bajó el cierre de su ropa ante la intensa mirada de todos, dejando ver todo su pecho desnudo, similar a un mural por tantos tatuajes temporales que puso por diversión, acariciándose lentamente para terminar con un apretón en su intimidad.

Ahora tendrían que rezar mil veces por haber visto algo tan "impuro"...

Tras esto, el nivel de acoso disminuyó, pudiendo concentrarse finalmente. Se dirigió a la ambulancia, tirando su estuche de herramientas. Lo primero que tenía que hacer era ver qué tan grave estaba por lo que se acostó en el suelo para meterse por debajo del vehículo.

—LuHan ya basta, no te vas a poder escapar. Vamos a pagar una fortuna para que estudies aquí.

—Yo tengo una escuela maldita sea, tengo amigos ahí, pero eso a ti te importa una mierda.

—¡LuHan! Estás en la iglesia, no puedes decir malas palabras. Tú no eres así hijo, eres tranquilo y educado, así que compórtate. Este lugar te gustará, aprenderás cosas nuevas, te hará mejor persona, ya verás.— Con ese tono tan falso y desesperado, parecía que en cualquier momento perdería la paciencia, mostraría su demonio verdadero en minutos, eso era un hecho.

—Siempre me mantuve callado, sometido, soporté todas tus actitudes inmaduras, y jamás te di ningún problema. ¿En serio merezco que me encierres en esta cárcel, que te deshagas de mí de esta forma tan deplorable?

—No estoy haciendo eso. Podremos vernos el último domingo de cada mes, no voy a desaparecer. Vendré a traerte más ropa, discos de música, libros, todo lo que te gusta.—LuHan sabía que era mentira, él había visto cómo su madre vendía todas sus cosas a escondidas suyo, no volvería...

—Me sorprendes Annika, eres increíblemente inteligente, creaste tu plan a la perfección, todo está preparado para que puedas olvidar que tienes un hijo, rehacer la adolescencia que tú misma perdiste al embarazarte a los quince años. Déjame adivinar, lo que sigue es que vayas a fiestas para emborracharte, follar como loca a escondidas de tus padres, terminar el colegio luego de veinte años, divertirte con tus amigos de la pandilla de fracasados. Eres enserio ridícula...

El sonido de una fuerte cachetada hizo que SeHun despertara. No era chismoso, en absoluto, lo que le pasara al desconocido le importaba una mierda, pero comenzaba a sentir una gran pena por él, su madre estaba siendo muy cruel al dejarlo en un lugar que al parecer aborrecía.

—Sí LuHan, iré a gozar de la vida, tu eras mi único obstáculo pero estando aquí te saco de mi camino totalmente, ya no podrás arruinarme. Entérate de una vez que me iré a viajar por el mundo con Mark, un niño de veinte años, lejos de ti. Él no sabe que existes, por eso te estoy desapareciendo, me das vergüenza.— Ahí estaba, pintando cada palabra con odio y asco, había dejado de fingir...

—Él sólo quiere tu dinero, te va a dejar cuando te exprima por completo, pero yo soy tu sangre...— Su hijo diría con dolor, murmurando las últimas palabras porque ya no tenía fuerza, cómo podía decirle eso su propia madre...

SeHun se decepcionó, el chico había estado tan bien, encarando a esa mujer, reprochándole y defendiendo sus ideales con agresividad, pero ahora sonaba devastado, con voz débil, a punto de quebrarse en llanto. No lo soportó más, salió de su escondite para ponerse de pie y ver la situación tan desagradable con sus propios ojos. No tendría que buscar mucho porque las voces se escuchaban muy cerca.

—Eso no me importa, me da buen sexo, es divertido y muy joven. Mucho más interesante que tú. Sólo te la pasas pintando, escribiendo poesía absurda, y escuchando música horrenda, es un martirio para mí, la que debería tener un premio por aguantarte 16 años, soy yo.

—Me iré de la casa si quieres, dormiré en la calle y sobreviviré como pueda pero aquí seré un esclavo...

—Nada de eso, he dado órdenes para que nunca puedas salir, ellos te enseñarán a ser padre o alguna tontería así, te quedarás en esta iglesia hasta envejecer. Yo en tu lugar, mi pequeñito, empezaría a conformarme.

—Mamá, no me hagas esto, por favor. Te perdono por esas veces que me hiciste daño, olvidaré tus ausencias y tu rencor por haber nacido, harás que me vuelva loco...

—Y qué hago, ¿Te llevo con nosotros de viaje? Eres un vulgar muy en el fondo, harías lo que fuera para meterte a la cama de Mark, aunque es de admitir que yo te mataría con mis propias manos si me robaras a mi novio. Para mí eres una amenaza, así que evítate eso y esfúmate.

La risa maquiavélica de la mujer hizo que SeHun pudiera encontrarlos. Era una imagen trágica, el chico estaba tirado a los pies de su madre, abrazándose a sus piernas, llorando como un niño asustado. Creyó que no podía ser peor, pero cuando la mujer le aventó sus maletas a sus pies como vil basura, y lo empujó como si le quemara el contacto, una ola de lástima invadió su duro corazón. La mujer se logró zafar, yéndose a pasó apresurado, moviendo sus curvas y sonriendo con maldad.

—No llores, no vale la pena.— SeHun dijo con firmeza cuando se encontraron solos, poniéndose enfrente del chico, brindándole una mano para que pudiera levantarse, sin embargo, fue totalmente ignorado, ni siquiera podía verle la cara, pues el mismo desconocido se la estaba tapando con sus dos manos.

Odiaba ser amable, su principio básico era ignorar a todas las personas y pisotearlas para poder sacar provecho de eso. Pero estaba enojado con la situación, nadie se merecía sentirse un estorbo, y menos por su madre, él ya conocía esa agonizante sensación...

—No te atrevas a hablarme.— Gruñó aquel niño a la defensiva.

—Quedarte ahí tirado no va a hacer que la perra de tu madre vuelva. Das vergüenza, levántate y sigue adelante, eres más fuerte que todo esto.— Gruñó en su interior con desesperación, poniendo sus ojos en blanco, si quería perder su tiempo así se sentaría a contemplar el cielo.

—No me conoces. Odio este lugar, a su gente prejuiciosa y ahora estoy atrapado aquí, para siempre. Es injusto, me arrebató mi libertad, lo único que yo amaba de mi asquerosa vida.

—Bueno, ahora lo sabes, la vida es tu peor enemigo, si no la sabes domar, vas a sufrir como condenado. Tienes que aprender a burlarte de ella, ser astuto y superar todo lo malo que esté a tu alrededor para sobrevivir, porque al final del día, la única persona en la que puedes confiar eres tú mismo, amarte es la única opción que tienes, así que valórate, das pena ajena en este instante...— Era su último intento, ni debería entrometerse, no era su asunto.

—Cállate, eres insoportable. Diciéndome eso sólo hace que crea que tu vida es más horrible que la mía.— Respiró profundamente para dejar de llorar, sorbiendo sus mocos a su falta de papel.

SeHun se sorprendió cuando el chico comenzó a moverse, levantándose para poder encontrarse con esa persona insoportable que tanto dolor de cabeza le estaba dando.

No iba a intimidarse por un crío, pero tenerlo cara a cara le mató de todas las formas posibles.

Ver su rostro fue lo más cautivador que pudo haber experimentado en su corta vida. Era bellísimo, una obra de arte entre tanta mierda.

Con ojos alucinantes color miel, y largas pestañas que resguardaban su brillo anormal, siendo hipnotizantes por el dolor que albergaban en ese momento.

Luciendo una nariz respingada y coqueta, con una curva cincelada por los mismos ángeles, haciendo par con esos labios de un exótico color rojo que seducían y exaltaban lo diminutos que eran.

Su piel era tejida con seda blanca, contrastando con sus mejillas que se coloreaban con acuarelas rosas. Todo aquello siendo cómplice con la divinidad de su pelo rubio, que te deslumbraba con su mágico color, pues cada hebra era un insulto a los rayos del sol.

Incluso dolía verlo por lo bello que era, un ángel en todo el sentido de la palabra.

—Soy SeHun.— Tosió, pues su voz había sonado ridículamente ronca, estiró su mano para presentarse, pero obviamente sería ignorado.

—No me importa. Ponte a trabajar, se nota que necesitas el dinero.— LuHan dijo tras verlo de pies a cabeza con detenimiento. No era para nada clasista, ni un poco, pero era su única herramienta para ahuyentarlo.

El rubio hermoso era de carácter, pensaba por otro lado SeHun, sus palabras ariscas eran la prueba. LuHan le miró por unos últimos cortos segundos, limpiando con sus propias manos sus mejillas húmedas para luego tomar sus maletas e irse a paso decidido. Perdiéndose entre los pasillos del lugar.

Y a pesar de que lo había menospreciado, además de haberlo conocido en uno de los peores momentos de su vida, no podía borrar una sonrisa enorme en su cara, estaba feliz por primera vez en muchos años. Incluso se arrepintió por burlarse tanto del cristianismo, pues había recibido un milagro, una esperanza, a un ángel en persona.


...


Un rayo del atardecer se coló por su ventana, despertándolo de ese sueño tan profundo, al parecer había dormido un buen rato. Estiró su cuerpo, tallando sus ojos para quitar cualquier rastro de cansancio, su horario biológico estaba totalmente descompuesto, hacia mucho tiempo que no utilizaba la noche para dormir en realidad, era un desperdicio cuando se podía divertir de muchas maneras...

Inmediatamente buscó su celular, viendo su reflejo en la pantalla de éste. Tenía ojeras por no dormir bien, incluso sonrió un poco porque le daba la misma apariencia a cuando era más joven y se pintaba el contorno de sus ojos con esa sombra negra, justo en los años que fue mecánico. No eran tiempos que le gustaría recordar, pero le parecía bastante cómico el nulo cambio de su físico.

"Me gustó pasar estos días salvajes a tu lado. Te mueves muy bien. Invéntate algo, que tienes que hacer un turno extra en la noche o algo así y ven a complacerme, inepto de mierda..."

Ese mensaje le volvió loco, leer esas palabras había hecho que su pantalón apretara como si fuera un inexperto adolescente caliente; sus manos ansiaban acariciar su piel, besar esos labios en forma de corazón. Joder, no podía contener tanta pasión por ese sensual amante suyo, necesitaba verlo ya.

Se levantó de la cama para poder ir a su armario, sacando un pantalón formal y una camisa blanca, la ropa que usaba para ir a "trabajar".

Estaba tan urgido de irse que no sintió cuando su esposo salió del baño, luego de tomar una cálida ducha para calmar sus "nervios".

—Dime qué estás haciendo SeHun.— El rubio se acercó con pasos pequeños, luciendo patético cuando llevó repetidas veces su mano a la boca para poder morder la piel muerta de sus dedos. Quería canalizar su ansiedad para no perder la cabeza...

—Trabajaré toda la noche, estamos en una situación delicada y aún no acabo con todos los pendientes.— Contestó sin importancia, abotonando su camisa y peinando con sus propios dedos su pelo, ni siquiera lo volteaba a ver. De la mesita, tomó las llaves de su auto para salir de ahí lo más pronto posible, la casa olía a encerrado y eso daba náuseas.

—No, no te irás.— Dijo con una firmeza patética, armándose de valor, derrotándose él mismo de una vez, sabía que cuando cuestionaba o imponía algo, las cosas terminaban muy mal y ésa no sería la excepción, sólo provocaría la ira de su esposo...

Aún así, LuHan se interpuso en su camino, tapándole el paso para que no saliera por la puerta, viendo por un instante con miedo sus piernas temblorosas, las mismas que en cualquier momento fallarían.

Quedaron de frente, LuHan incluso se paró de puntitas para que pudiera ver su mirada desesperada a punto de ser bañada en lágrimas, siendo su una única arma para hacerlo recapacitar y que se quedara a su lado.

Pero al contrario de eso, el pelinegro se molestó aún más, tratando con una mano de moverlo pero aferrándose también al picaporte, forcejeando sin miedo a las consecuencias, sin importarle que su fuerza fuera mucho mayor a la de LuHan, haciéndole un daño en sus diminutos brazos magullados.

LuHan tenía el pelo húmedo y sólo se encontraba en ropa interior, haciéndolo todo más denigrante.

—Mi madre nunca me llegó a prohibir algo, menos tú, así que quítate porque no quiero hacerte daño.

—Estate seguro que un golpe tuyo me dolería menos que esto.— Un puchero se formaría en su rostro, estremeciéndose inconscientemente del terror de tenerlo cerca y no saber con cuánta brusquedad reaccionaría.

—Deja de hacer este berrinche, tengo que irme, sólo me estorbas.— Encararía con fastidio.

—Puede que no sea tu madre, pero soy tu esposo y tienes responsabilidades aquí también.— No LuHan, por qué has dicho eso, no...

—¿Ver cómo te sientas en el sillón esperando a que sólo pase el tiempo? Porque ésa es tu interesante vida, preferiría sentarme a ver un basurero, tiene más acción que tú...

—Pero podemos hacer cosas juntos, salir, platicar, algo. Te extraño mucho.— Titubeó, murmurando lo último con vergüenza.

—Me encantaría, es sólo que estoy harto de hacer eso, eres jodidamente aburrido. Ya entiendo a tu madre, también me iría a divertir un poco con Mark en su lugar...— SeHun calló abruptamente, sintiendo un pesar tremendo en su sangre, conocía muy bien que había rebasado el límite. No podía demostrar arrepentimiento.

LuHan abrió la boca por la impresión, no podía estarle diciendo eso, debía ser una pesadilla. Él sabía cuánto le dolía ese tema, había llorado en sus brazos un millón de veces por culpa de esa mujer y que ahora le estuviera dando la razón le destruyó por completo. Ése no era su esposo...

Tal vez sí era un estorbo, una persona sin gracia, destinado a que todos lo usaran.

Dejó de ejercer fuerza para mantener la puerta cerrada, dejándolo pasar. SeHun, queriendo ignorar la sensación de culpa murmuró un simple "gracias", con una sonrisa burlona que le lastimaba por ser tan falsa, mirándolo una última vez para escapar de ahí a paso rápido.

LuHan se dirigió a la cama, necesitaba tirarse en ella y llorar a mares, pero ni siquiera eso logró hacer bien, pues sus piernas fallaron debido a su poca fuerza, terminando con un golpe brutal en el suelo. Ahí, logró desahogarse, llorando a cántaros, retorciéndose para sacar su impotencia...

¿Y si llamaba la atención de SeHun? Podía hacerle recordar que sin él su vida sería triste, le había dicho un millar de veces que no podrían vivir sin el otro, no pudo ser mentira. A lo mejor, la idea de que podría perderlo para siempre le haría recapacitar. Necesitaba hacerlo si quería recuperar su amor, o mínimo su presencia...

Ármate de valor LuHan, demuestra que no eres un cobarde...

Se jugaría su vida, pero por SeHun, era capaz de hacerlo todo. Su vida no tenía ningún valor si no estaba él a su lado.

—Qué pasa hijo, escuché ruidos, te traje tu postre favo...

Maggie gritó de terror cuando lo vio en el suelo a punto de desmayarse, rodeado por una mancha de sangre que surgía desde un largo y profundo corte que había hecho él mismo en su abdomen con una cuchilla de afeitar.

Trató de levantarlo, pero era en vano, ser casi una anciana le imposibilitaba cargarlo. Lo siguiente era llamar una ambulancia que viniera por él, tenía que ir por el teléfono pero un agarre en su vestido no le dejó moverse.

—No, no, Maggie, no me abandones, tú no lo hagas como todos.

—No lo haré hijo, estoy aquí. Respira conmigo, tranquilízate un poco, estarás bien.

—Me duele mucho Maggie, me duele, quiero morir...

Maggie lloró con él, abrazándolo y meciéndolo como si fuera un bebé desconsolado, ella sabía que no se refería a un dolor físico, el hablaba del interno, aquel que le venía aniquilando con el tiempo...

Notas finales:

Comenten qué es lo que les parece.

 

Cada vez se pondrá más intenso chicas.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).