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Luz artificial por Abyss

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Relacion Toxica [Oneiros&Shion]

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—Eres todo lo que tengo.

Siente un pequeño pinchazo en el pecho, no solo por las palabras, sino también por la clase de mirada que Oneiros le está dirigiendo y ese incomodo tono de victima que el otro arrastra de vez en cuando, ese insoportable tono que intenta usar de vez en cuando para hacerle sentir culpa en su tan compleja relación, la cual solo parece nivelarse de vez en cuando.

Respira profundo, intentando contener la ira que ahora siente que debe tragarse, después de haber tenido una ardua discusión entre los dos, de esas que ocurren casi siempre, pero que suelen explotar peor cuando se va por casi una semana al santuario a realizar sus trabajos y no puede, ni quiere, regresar pronto. Siente su propia garganta rasposa de todo el rato que se han gritado, el desacuerdo entre los dos que nunca puede llegar a nada.

—Shion, lo digo en serio.

El dios menor es insoportable, una molestia no solo para su vida diaria, sino también para cualquier otro que se deje llevar por sus palabras llenas de cizaña, destinadas a herir y envenenar la mente... Justo como ahora, como siempre, en la búsqueda de alguna manera de hacerlo cambiar de opinión para manipularlo y alejarlo de todos de una vez por todas, para tenerlo únicamente encerrado en aquella isla, sin contacto alguno con el santuario porque los odia.

—Necesito aire.

Ve a Oneiros quedarse quieto en el sillón, su expresión si cambiar, la calma engañosa en medio de ellos dos, por un momento siente que puede volver a enojarse ante la posibilidad de que el otro solo este experimentando con él, tanteando el terreno para ver que tan lejos es capaz de llegar, que tanto puede resistir. Pero se muerde el labio para contenerse, viendo como el de cabellos blanco simplemente lo esta mirando, antes de finalmente hablar, quitando finalmente el tono molesto anterior para usar uno que demuestra un desconcierto que no había notado.

—¿Estas esperando que te de permiso?

—¡No! Solo saldré por un momento.

—Está bien.

Se miran por un momento más, antes de darse la vuelta y finalmente cumplir con sus palabras, saliendo de la casa para poder respirar el aire fresco de la Isla de Samos, junto a la tranquilidad que le otorgaba el saberse que no había mucha gente alrededor, mas que unos cuantos sirvientes que trabajaban para ellos, pero que para al momento habían sido enviados a conseguir alimentos al pueblo más cercano.

Es entonces, con el momento a solas que se ah conseguido, que se permite poner en duda las palabras de Oneiros, inseguro sobre si esta hablando de forma sincera o simplemente esta diciendo una de las muchas de las frases que se podrían decir en su relación toxica, recordando que el otro siempre buscaba una forma de manipularlo y alejarlo de todos.

Respiro profundo, cubriéndose los ojos con una mano mientras intentaba relajarse. No quería amarlo, tampoco quererlo... Pero los sentimientos eran tan complicados...

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Tengo que confesarte [Oneiros&Alone]

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—¿A que se supone que estas jugando ahora?

Se pego a la puerta de su habitación, que recién acababa de cerrar, desconfiado e intentando esconder el poco miedo que sentía por la nueva imagen de Oneiros, el cual le siguió dando la espalda por un momento, hasta que, probablemente, sintió que tenia todo en orden cuando finalmente dejo de tocar las mangas de la sotana negra, esa misma que recordaba a la perfección, junto a las insoportables personas que la vistieron en aquella guerra.

—Ha nada en especial, me encontré esto y decidí probármelo.

—Me estas mintiendo.

—¿Por qué debería de hacerlo?

Miro al dios menor sin siquiera separar su espalda contra la pared ni un milímetro, intentando calmar su respiración mientras notaba a calma con la que el otro se manejaba, alzando una de sus cejas cuando noto la extraña emoción que el otro parecía tener por estar vestido así, aunque realmente no tenia ni porque sorprenderle, después de todo, el tipo frente a sus ojos tenia, mínimo, dos fetiches relacionados a la iglesia, sino es que más.

—Bien, ya te lo pusiste, te lo probaste, ahora quítatelo de encima.

—¿Qué? Pero no se me ve mal.

—Mira, Oneiros, necesito confesarte algo.

—¿Normal o en el sentido de confesiones esas de los sacerdotes? Porque en el segundo caso, tu penitencia ya la estas cumpliendo.

Se quedo callado por las palabras de Oneiros, observando la poca seriedad que le daba a todo eso y que claramente no le iba a dar tanta atención a él, si es que era insoportable este tipo, menos mal que no parecía tener mas intenciones aparte de molestarlo.

—Oneiros, hablo en serio, odio ese tipo de ropa.

—Lo sé.

—¡¿Y si lo sabes para que la usas?!

—Para ver como reaccionabas, tu miedo es divertido.

¡Lo sabía! Y todavía el descarado tenia la osadía de reírse de su situación. Finalmente se alejo de la pared, enojado y ofendido, acercándose lo suficiente como para tomarlo del cuello de aquella prenda, poniéndose solo un poco de puntas por un instante para agarrarlo de donde quería y obligarlo a bajar la cabeza, sintiendo la ira crecer conforme veía la sonrisa del otro crecer, si es que todo el espectáculo le divertía.

—Oye Alone, yo también necesito confesarte algo.

—¿Ah sí? ¿Qué?

—Eres muy entretenido.

Listo, era suficiente, este tipo no iba a dormir en su cama por, al menos, dos días.

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Enfermo [Oneiros&Aspros]

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Observa el horizonte, sin animo alguno, con las manos temblando y la desesperación creciendo cada vez más; está enfermo, lo sabe, siempre lo ha sabido, pero jamás le ah dolido tanto como ahora.

Su enfermedad duele, sobre todo cuando piensa sobre ella. SI esta despierto la oscuridad en su interior jamás le dejará pensar con claridad, no hará otra cosa más que hacerle pensar en posibles culpables que, bien sabe, no son culpables de su condición, pero a su oscuridad eso no le importa y solo se lo sigue señalando, desviando el odio hacia ellos, riendo ante lo fácil que su psique cede ante sus palabras, sin oposición, con desesperación.

Cuando duerme, la situación no es mejor. Duda de si mismo, duda de su alrededor, ni siquiera puede poner en orden sus sentimientos mucho menos creer en ellos, porque, aunque la oscuridad no puede alcanzarlo en su pequeña prisión-paraíso, es demasiado tarde para sus destrozados sentimientos, para su bien crecida inseguridad. Y duele, duele demasiado cuando piensa en lo que puede ser, pero no será porque no sabe si esta viendo cosas, si es verdad o una simple mentira que su mente ah creado con el paso del tiempo.

¿Aspros?

Y al final, solo llora. Deja que las falsas lagrimas rueden por sus mejillas cuando sus ojos hacen contacto con los del dios menor, quien se arrodilla hasta quedar a su altura y verlo mas claramente, buscando algún inexistente daño que no puede realizarse en ese lugar.

—¿Te sientes... bien?

Estira los brazos cuando ve la cercanía, moviendo su cuerpo para poder abrazar al hombre de cabello plateado, quien simplemente se mantiene estático en su lugar mientras él se acomoda, momento que decide usar para ser sincero, de esas pocas veces que puede serlo, sintiendo como la dulce enfermedad se extiende por su pecho y le hace sentir bien, pero sabe, en el fondo, que no está bien.

—No, Oneiros. No estoy bien.

—¿Necesitas algo?

No sabe que decir ante las palabras, aparentemente, sinceras, mucho menos sabe que pensar cuando creer escuchar preocupación en la voz de Oneiros. Pero decide dejarlo pasar, porque darles muchas vueltas a simples palabras solo podría empeorar su enfermedad, una con la que no sabe que hacer y que espera, pueda desaparecer antes de que se vuelva contagiosa e insoportable para los dos.

—No, así estoy bien.

Mantiene la vista aun fija en el horizonte, abrazando aun la cabeza de Oneiros que no tiene pensado soltar, intentando calmarse ante el revoltijo de emociones en los que no sabe si confiar o no, sintiéndose tan perdido como Oneiros le había dicho alguna vez que se sentía con las emociones, esas que raramente utilizaba y que tan confusas eran cuando aparecían, haciéndole sentir enfermo cuando todas se amontonaban.

Es entonces, cuando recuerda, que Oneiros también está enfermo cuando se sienta a su lado y platican un rato, pero es una enfermedad menos agresiva, mas tranquila y que su compañero ignora mucho más fácilmente de lo que el puede hacerlo alguna vez.

Son solo dos personas enfermas que algún día se curaran, después de todo, en su futuro descrito por el Oráculo, no hay lugar para ellos dos.

Esta enfermedad, tristemente, ni siquiera será la causa de su muerte.


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