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Una linda prima por SexyYuri

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Capítulo 2

 

—Tienes que dormirte o no te traerá nada Santa Claus.

En vez de hacerla reflexionar con madurez sobre los peligros de quedarse despierta después de medianoche, lo único que Celia hizo con Emily fue ponerla a llorar. La niña pegó unos ruidosos gritos durante diez minutos hasta que Carla la convenció de que Santa le traería el doble de juguetes si prometía quedarse calladita por el resto de la noche.

—No sé cómo pueden tener hijos —dijo Katy mientras nos cepillábamos los dientes—. Son una pérdida de dinero. Jamás me casaré.

—Eso dices ahora —le di un golpecito con la cadera—; ya encontrarás a alguien que te preñe.

—Eso no pasará —terminó de lavarse y se mojó la cara con el agua. Me devolvió el caderazo y salió del baño con una toalla alrededor de los hombros—. Te espero en la habitación.

—Enseguida voy.

Sí. Mi habitación. De alguna forma convencí a Katy de que durmiera en la misma cama que yo. Estaríamos toda la noche encerradas, muy juntas. Viera como se viera, era la receta perfecta para que algo pasara. Algo que involucrara mis dedos y otro orificio jugoso en qué meterlos.

Salí del baño y me dirigí a la cocina por un bocadillo antes de dormir. Después, al regresar por las escaleras, noté que Carla y Celia entraban a la ducha. Imaginar sus cuerpos frotándose con el jabón hizo que me temblaran las rodillas. Mi sueño siempre había sido espiar a alguien teniendo sexo. Y sí, soy consciente de que es un gustó un tanto morboso y difícil de conseguir, pero estaba segura de que tarde o temprano pasaría.

Cerré la puerta y le puse llave. Luego me giré hacia Katy. Ella estaba sobre mi cama, sentadita con las piernas dobladas bajo el cuerpo y su celular en la mano. A pesar de que nevaba afuera, la chica llevaba shorts y camiseta. ¿Era porque le gustaba mostrar sus lindas curvas? Deseé que fuera así.

 Deseché mis pantalones abrigaditos y mi suéter para ponerme algo más ligero y corto como lo que ella llevaba encima. No me importaba pasar frío. De todos modos, estaba hirviendo por dentro.

Salté a la cama. Katy dejó su teléfono a un lado y se dio unas palmaditas en las rodillas.

—Bueno, ¿y cómo te ha ido? —Preguntó con claro interés—. Hace años que no te veo. Éramos unas niñas la última vez.

—Pues he crecido.

—Ya me di cuenta —sonrió—. Mira esas tetas. Parecen melones rosados.

—¿Y las tuyas? Se ve que te quedaste a la mitad.

—¡Perra! —Exclamó, frotándose los senos—. Me gusta tenerlos pequeños. Juego basquetbol y tener pechos grandes es un poquito incómodo a la hora de saltar.

Bien. Estábamos hablando de tetas. Si mantenía la conversación, lograría caldear el ambiente.

—Al menos no las tenemos como Celia.

—Es verdad —rió apenada—. Se le sale la leche. Una delicia si me lo preguntas.

—Y seguro que ahora, Carla está chupándoselas bajo la ducha.

—¡Ay! Se me hace la boca agua de sólo imaginarlo.

Reímos como un par de tontas. Quería seguir charlando sobre los pechos de nuestras tías; sin embargo Katy decidió cambiar el tema. Encendió la televisión y se puso a ver un programa de concursos.

—¿Y cómo es que te volviste lesbiana? —Pregunté como por casualidad.

—Pues… —Katy le apagó el sonido a la televisión y se giró hacia mí. Tenía una sonrisa presumida. O una que yo interpreté como tal—. Si te lo cuento, ¿juras no decirlo?

—Sí. Soy una tumba.

—Bien. Todo comenzó en una fiesta con mis compañeros. Había rumores de que yo le gustaba a una chica llamada Joy. Una loca sin remedio y muy directa. Pues resulta que era verdad. Durante la fiesta, me aloqué un poco. Bebí, bailé y me besé como con cinco chicos.

—Sí, me ha pasado —reí nerviosa. En realidad nunca había ido a una fiesta de esas—. ¿Y qué más?

—Encontré a Joy besuqueándose con una chica en el patio trasero de la casa. Me puse furiosa —su frente se plegó—. Primero esparce el rumor de que le gusto y que me va a hacer de todo, y después la atrapo con otra mujer. Le fui a reclamar y ella me dijo que no me molestara y que tenía suficiente para mí.

—¿Y ustedes…?

—Subimos a una habitación y lo hicimos como conejas en celo. Cuando me desperté al día siguiente, seguía junto a ella. Lo volvimos a hacer. Después nos fuimos de la fiesta. La llevé a mi casa  y…

—Lo volvieron a hacer.

—Toda la tarde —aquí fue donde se puso colorada—. ¡Dios mío! Todos los hombres con los que me he acostado (que tampoco son muchos) quedaron en ridículo. Aunque Joy no tenía pene… ¡Cielos! Me hizo unas cosas increíbles. Jamás había tenido tantos orgasmos. Literalmente me dejó con las piernas temblando. De verdad se esmeró. Al día siguiente, ni me podía mover.

—Mientes —sonreí. Mi corazón latía desbocado al imaginarme todas las cosas que Katy había hecho.

—Para nada, para nada. Durante una semana lo hicimos a diario. A ella le gustaba usar juguetes eróticos. Decía que cualquier cosa que aumente el placer y se pueda meter por la vagina, es válido.

Uy, pensé. Yo quería meterme el puño entero de Katy.

—Está haciendo calor ¿verdad? —Señalé lo roja que estaba.

—Algo. Usamos una especie de arnés con un dildo adherido a él. Me lo dio tan fuerte que al día siguiente, me dolía todo el cuerpo.

—¿Y qué pasó después? ¿Saliste con Joy?

—No —resopló enojada—. Me quería convencer de ir a una orgía con otras chicas. Chicas desconocidas. No me sentí cómoda compartiendo fluidos con mujeres con las que no tengo nada de confianza. Nuestra relación se fue haciendo más débil y un mes después, Joy y yo éramos desconocidas.

—Te hiciste lesbiana sólo por sexo.

—En parte —se recostó y comenzó a jugar con sus piernas, abriéndolas y cerrándolas—. Después intenté dormir con un chico. Fue asqueroso. No duró más de media hora y después de eyacular, tuve que esperar diez minutos a que se le volviera a poner dura. Lo dejé. Fui a un bar de lesbianas y conocí a otra muchacha. Salimos un par de semanas y después nos acostamos. A esa yo la dejé.

—Aja… ¿y cómo es que tu mamá se enteró?

—Porque… bueno. Me pidió prestada mi computadora y vio en mi historial una búsqueda sobre kamasutra lésbico. Tuvimos una charla bastante… extraña —se acercó confidente—. ¿Sabías que tu mamá y la mía fueron lesbianas en su adolescencia?

—¡¿Qué dices?! ¡Cállate los ojos!

—Es verdad —se echó una amplia carcajada—. ¿De dónde crees que Carla sacó su lesbianismo? Las tres hermanitas tenían preferencias similares. Aunque Carla fue la única que continuó con su preferencia. Elena y tu mamá, Laura, sólo lo vieron como una etapa y la pasaron por alto.

—Con razón mi mamá no dice nada cuando ve a chicas besándose por la calle.

—Y también es la madrina de Emily.

Esa revelación había cambiado mi vida de un momento a otro.

—¿Estás bien?

—Sí… sólo un poco impactada —respondí rascándome la cabeza.

—Espero tú no seas homofóbica y me hagas a un lado.

¡Bien! esa era mi oportunidad.

—A decir verdad… Katy, yo… también lo soy.

—¿Qué cosa?

—Me gustan las nenas.

—¿Eh? —Hizo una pausa y se puso más colorada—. ¡¿Ehhh?! ¡Mientes!

—Para nada. Mira esto.

Atrevida, me puse de pie y me bajé el short para enseñarle la parte superior de mi nalga derecha. El mes pasado me había hecho un tatuaje con la bandera arcoíris.

—¡Joder! ¡Quiero uno así!

—¡Je! Pero no se lo vayas a decir a mi mamá.

—¿Por qué no? seguro de que ella te aceptaría.

—Sí, pero mamá quiere yerno. Está interesada en que me haga pareja del hijo de su jefe. Dice que eso sería bueno para su carrera.

—Qué absurdo.

—De hecho, no. El chico es bastante guapo, atento y caballeroso.

—Sólo te quiere reventar el culo.

—Y eso, sí.

Volví a la cama. Katy estaba sudando un poco.

—¡Qué emoción! Al fin tendré a alguien con quien charlar y que me comprenda. Intenté hablar con mamá sobre una chica que me gusta. Fue terrible. Me dio un sermón sobre lo difícil que es el amor en estos tiempos. Le pedí la casa para traer a una nena. Ella se negó a irse.

—Lógico. Ninguna mamá dejaría a su hija coger en su casa.

—¡Pff! Pues si algún día tengo hijas, mejor en casa que en un hotel.

Tras esa confesión, el silencio se apoderó de las dos.

Nos tiramos a la cama y miramos al techo durante un largo rato. Ninguna de las dos sabía cómo proseguir.

—¿Y… has tenido sexo con otra chica?

Su pregunta era importante. Si decía que no (que era la verdad), dejaría en evidencia que no era más que una lesbiana frustrada incapaz de conseguir pareja. No obstante, algo me dijo que esa era la mejor respuesta.

—No. Jamás he tenido sexo con otra mujer —hice una pausa y lancé mi jugada secreta—. Si necesito consejos, acudiré a ti para que me enseñes como hacer chorrear a una chica hasta que le tiemblen las piernas.

—Este… suena bien. Si quieres te doy tu primera lección ahora.

—¿En serio? —Mi pecho estaba por reventar.

Ella asintió. Se acomodó encima de mi brazo y entró al navegador web de su teléfono. Tecleó dos palabras que me pusieron a punto.

“Videos lésbicos”.

Y se desplegó una serie de videos pornográficos. No es como si yo nunca hubiera visto algo así; pero verlos con mi prima, definitivamente era otro nivel.

—Me voy a mojar —bromeé.

—Pues ya somos dos —rió ella, y puso a reproducir el primer video.

¿Cuánto iba a soportar?

Notas finales:

Dejaré esos dos! por ahora si quieres más caps, comenten! entonces les traeré mas entregas. ¿Qué les gusto? ¿Qué no? saludos! 


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