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Nikki por Raziel Soul

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NO HAY DIARIO DE KYO

DIARIO DE IORI

xx/xx/1997

 

Hola, han pasado varias semanas, pero además varias cosas también, justo ahora no me creerías si te dijese mi estado actual; comenzaré por resumir desde la última vez que escribí en ti, días después de quedar con Kusanagi en el bar volvimos a vernos, esta vez era una cita como tal, claro que el pretexto fue ir a comer hamburguesas al sitio de la vez pasada, aunque debió darse cuenta que ese no era el principal asunto, claro que siendo Kusanagi no dudaría que ni le pasó por el cerebro mis verdaderas intenciones. Como sea, comimos sin problemas, pese a comerme 4 hamburguesas no se vio afectado, eso me hace sentirme a gusto con él. Salimos del loca, al caminar un par de minutos noté la máquina de Pukirukas (purikuras), entré ahí y lo jalé del cuello de la chamarra, el muy tarado comenzó a meter las monedas y a escoger un puto fondo, digo, lo metí ahí porque quería besarlo ¡no que nos tomásemos fotos!, y va y pierde el tiempo en tonterías, aunque debo admitir que las instantáneas no salieron nada mal.

Después de ahí al cine en donde definitivamente colmó la poca paciencia que tengo, notaba sus miradas furtivas, pero no se animaba a lo que quería hacer, así que le dije:

 

- ¿Si tanto quieres besarme por qué no te acercas tú? – Noté que se atragantaba, al menos no me escupió o en ese mismo instante se acababa la cita - ¿No somos un par de chiquillos sabes? Aunque te comportes como uno la mayoría del tiempo – terminé besándole yo, pero afortunadamente después de eso dejó de fruncir el ceño y comer palomitas como si no hubiese un mañana. Tomó un poco más el control de sus emociones, lo cual agradecí puesto que no quiero una “chica” en esta ¿relación? … [Justo ahora sí puedo decir que eso es lo que tenemos] estoy con él porque me gusta, no porque sea hombre, pero también por serlo debe mostrarse menos… cohibido.

 

Al salir de la función me arrastró a un edificio de videojuegos y otras cosas; debo admitir que fue divertido, aquí entre nos fue la primera vez que entro a un game center, muchos colores, muy ruidoso, tanta gente… y si bien los chicos de la banda me han pedido acompañarles de vez en cuando, jamás me llamó la atención, incluso pensaba que eran sumamente infantiles, pero nada más alejado de la realidad; entre ambos ganamos muchos tickets, con los que me regaló un dije de media luna, en realidad es una baratija pero… no me lo he quitado para nada desde ese día, lo atesoro como pocas cosas en mi vida.  Por cierto, antes que lo olvidé en ese sitio encontré un arcade con mi imagen, le pedí a Kaoru que hablara con los abogados pero, cuando entramos a los torneos nos hacen firmar una hoja en la cual damos consentimiento a que se use nuestra imagen para merchandising… así que no hubo nada que hacer y mi alter ego 2D pixeleado seguirá existiendo sin que me den ni un yen.  Regresando a lo anterior, cuando el gato idiota vio que traía puesto el colguije aquel se puso muy feliz, pero no me adelantare; de nuevo en la cita pasamos cerca de un motel de esos que les llaman Love Hotel y pude ver sus intenciones, su cara fue todo un poema cuando le dije que yo no sería el pasivo, creo que nunca había escuchado ese término, al menos no en el aspecto en que yo me refería, claro que ahora ya lo sabe.

 

Tuvimos algunos altibajos en el parquecillo al que fuimos a pasear un poco, ese día no pudimos resolverlos porque era tarde y debía tomar el shinkanzen a casa, tampoco nos despedimos como era debido, por lo que me dijo apenas tenía tiempo de llegar a casa a tiempo, cuando caminamos hacia el tren vi que una oleada de “salary man” se acercaban como potros al corral, no tuve más opción que… prácticamente, taclearle con cierta fuerza antes que llegasen esos energúmenos, segundos después la mar de trajes y maletines me hicieron perderle de vista, ahora que lo pienso… ojalá no sea tan idiota como para dejarse manosear. El hombre de las arcades le dijo niña bonita… pecho plano, así como la vez que Amy le dijo Koneko-san casi me rio pero pude contenerme, de por si se molestó si llego a reírme hubiese terminado en zafarrancho. Regresé a casa y comencé a tocar un poco después de darle de comer a un gatito callejero que suele visitarme porque siempre le doy leche en las noches, me gustaría darle algo más pero tampoco debo dejar que se vuelva tan casero o dejará de cazar y mantenerse el sólo, y cuando yo me vaya de gira no habrá nadie que le auxilie.

 

Y es después de ese día que comienzan lo que podría llamarse “malas nuevas”, casi una semana después de la cita soñé con Maki, no es la primera vez pero ahora fue algo perturbador, frente a mí se presentó, tal que si fuese una película de terror, el momento de su muerte, como si de algún modo extraño yo hubiese tomado el papel de Chizuru mientras presenciaba el asesinato de su hermana, volví a ver a ese monje infernal, su sonrisa de superioridad, nada que ver con ese gesto temeroso que mostró antes de suicidarse, aunque algo me dice que no era a nosotros a quienes temía como tal, pero no ha sido el único sueño, además de Orochi se presentan ante mi varios rostros que… me parecen conocidos, claro que sería una tontería que aquel trio de tres pasantes llamados CYS tengan algo que ver con todo lo que se supone que acontecerá este año. Continuando, el día después de ese horrible sueño se presentó Chizuru frente a mi puerta, tocó a las 6 de la mañana, me miraba de manera seria como si escrutara en mi interior, seguramente lo estaba haciendo, ahora sé que es como una extraña hechicera que aparece y desaparece a su antojo. La invité a pasar pero se negó.

-Te espero, tienes diez minutos para vestirte y acompañarme – no suelo hacerle caso a las personas que me mandan a hacer algo como si fuesen mis jefes pero sé que cuando ella se presenta es por algo importante, claro que me tardé casi media hora, tampoco soy el perro que hace trucos para su amo. – ¿Siempre debes llevarle la contraria a los demás? Incluso a tus mayores – es verdad, ahora que recuerdo es dos años mayor que yo, al ver su gesto de reprobación sentí una cierta vergüenza por hacerme el gracioso al tardarme más de lo que me pidió.

- Lo siento – balbucee de forma apenas perceptible, tampoco las disculpas van conmigo

- Andando – se puso un casco subiendo a una motocicleta, una hermosa Harley Fat Boy, de las más nuevas del mercado, motor 1340, 2 cilindros, 5 velocidades, freno de disco delantero y trasero, tracción por banda… si, una belleza – deja de babear por mi bebé, sube a tu auto y vamos, necesito decirte algo pero no aquí – su voz sonaba más imponente al llevar puesto el casco.

 

Subí a mi coche y la seguí sin titubear, hora y media después llegamos a un templo, entramos a una de tantas salas, era un sitio por demás antiguo, tal vez del periodo Heian… frente a nosotros un espejo con algunas grietas.

-El espejo Yata… - dijo al tiempo que tomaba con tiento aquella reliquia, tras lo cual empezó a explicarme lo referente a nuestros clanes, nuestra amistad y la enemistad surgida siglos después. El cómo derrotamos a Orochi al unir fuerzas y la traición de mi clan llamado Yasakani, hacia los Kusanagi

- Por lo que sé fueron ellos quienes comenzaron con las muertes – ella negó

- Dime, ¿has hablado con Kyo estos días? – cuando me lo preguntó e hice memoria recordé que no sabía nada del bastardo después de lo del shinkanzen, ni mensajes ni nada, claro que yo estaba ocupado con mis cosas así que no le tomé importancia. – Vaya con ustedes – me miró más molesta – ¡estamos en crisis y anteponen su estúpida rencilla a lo más importante! – me dio un sermón como mi padre, aunque al menos no hubo masacre a golpes con ella

- ¡¿Qué tiene que ver Kyo con todo esto?! – sus ojos se abrieron, no era normal que yo le llamase por su nombre de pila, ladeó la cabeza sin apartar sus ojos de los míos, al contrario, tuve que desviar la mirada, noté de soslayo una sonrisa cómplice

- Debes hablar con él – sus manos tomaron las mías – Goenitz era apenas la punta del iceberg, si mi hermana hubiese podido sobrevivir tendríamos más oportunidades de vencer lo que se acerca, pero como antaño ahora de nuevo somos sólo tres, debemos protegernos entre nosotros – me abrazó – gracias por querer a Maki – no entendía por qué me decía eso, lo que si era seguro es que… llegué a sentir algo por la chica que se entregó a mi cuando cumplí 15 años. Se separó nuevamente y sonrió de forma abierta – no podemos perder más tiempo, ve con él… hay verdades que solo puedes escuchar de sus labios - salimos del recinto y subió a su moto - tu eres el único que puede protegerle, y él el único que te mantendrá con vida.  – se puso el casco encendiendo la moto perdiéndose en el camino.

 

En ese momento no entendí sus palabras, pero ahora creo que las entiendo mejor. Era tarde cuando llegué a mi casa, no podía presentarme así nada más a las puertas de la mansión Kusanagi, no me daba miedo pero algo me decía que no era prudente. Así que opté por mandarle un sms.

 

//Estos son los Mensajes que intercambiaron aunque Iori no los escribió en su diario, los  // en la conversación describen las acciones de cada uno //

Gato tonto: “you have a new message”

Pequitas:         (;⌣̀_⌣́) ¿dónde diablos estás?

Gato tonto: /Recostado en la cama toma su teléfono, sorprendido un poco por el mensaje, no se sentía preparado para contestarle/

 

Diez minutos después

 

Pequitas: (눈_눈) Sé que estás ahí, vas a contestarme o me presento en tu casa en menos de media hora

Gato tonto: /Suspiro/ si estoy, perdona, estaba en la ducha

Pequitas: /Frunce el ceño al ver que no pone kaomojis y no siente la emoción que caracteriza al otro/ Chizuru vino a verme, dijo que debía hablar contigo

Gato tonto:/Abre sus ojos sorprendido, traga saliva sin saber qué decir/ ¿qué más te dijo? ¿sobre qué hablaron?

Pequitas: Orochi y los clanes

Gato tonto: Hace dos días la encontré frente a la puerta principal, dijo que me estaba esperando

Pequitas: y ¿qué paso?

Gato tonto: No quiero hablar de eso, al menos no por teléfono.

Pequitas: Entonces veámonos mañana, hoy ya es noche, y no pareces estar de ánimos

Gato tonto: De acuerdo, ¿en dónde nos vemos?

Pequitas: Si vamos a hablar sobre cosas importantes no quiero que alguien pueda escucharnos, ven a mi casa, te espero a las 3, llega puntual.

Gato tonto: Está bien.

Pequitas: /No lo admitiría pero extrañaba esa chispa alegre que podía percibir en los mensajes y todas esas carillas de signos, sí que había pasado algo fuerte/ descansa… gato idiota

Gato tonto: Descansa

 

//FIN//

 

Ni siquiera me escribió pecoso cuando nos despedimos ¿puedes creerlo? Si bien ahora estoy sabido qué es lo que le tenía así en ese momento sentí como mi abdomen se contraría con cierto nerviosismo, un hueco surgió, caminé a mi frigo para hacerme un sándwich, tal vez era solo hambre, pero no, estaba preocupado no sólo por lo que tenía que decirme, sino porque tal vez sería el fin de aquello que apenas comenzaba.

 

Ahora sí, puedo escribir lo que aconteció más recientemente, me levanté casi a las diez, no suelo hacerlo a menos que tenga concierto la noche anterior, pero estaba demasiado cansado, en la noche tuve varias pesadillas y sumado a la [preocupación] cita con el gato esta tarde estaba de los nervios – esto es un decir, a mi nada me pone nervioso -. Fui al combini por algunas cosas que me hacían falta, la señora Yamada no estaba, otra cosa que se me hizo aún más rara, pero seguramente tenía cita con el médico; volví e hice la colada, todo normal, alimenté al gatillo blanco que parece que adivina cuando estoy en casa para darle de comer, ha subido ya un poco de peso, tal vez lo bañe mañana, está ya sucio y de vez en cuando entra a casa a dormir en mi cama así que no puedo dejarle hacerlo si está pulgoso. Como sea, terminaba de preparar el curry cuando escuché el timbre, fui a abrir, frente a mí un Kusanagi con ojeras, un tanto pálido, y un gesto tal que hizo a mi corazón estrujarse, nunca le vi así, ni siquiera cuando nos veíamos para la batalla, vaya, ni cuando nos enfrentamos con Goenitz lució tan… del asco. No me miraba a los ojos, un escueto “hola” eso no va para nada con él.

-Pasa – dije cerrando la puerta, sus zapatos mal puestos en el genkan, me daban ganas de darle un periodicazo en la cabeza, no debería comportarse de forma descuidada en casa ajena. Se sentó en el sofá mirando al piso – mira… si te pedí que vinieras fue para que hablásemos pero si vas a estar así…

- Lo siento… es solo que… llevo varios días sin poder dormir

- Ni que lo digas, luces como un muerto fresco – suspiré al notar que mis palabras no eran demasiado adecuadas para el momento , me senté en el sofá pequeño que estaba frente a él – como te dije, Chizuru me pidió hablar contigo, dijo que había cosas que solo podías decirme tu, soy todo oídos – noté como le costaba un poco comenzar

- Cuando ella fue a buscarme a casa me llevó a un sitio extraño, era un lugar antiguo, una enorme roca tapaba lo que parecía una entrada, estaba llena de cintas y cuerdas que se usan en los rituales shinto, según me explicó ella; también me dijo que si tocaba esa roca comprendería muchas cosas… al hacerlo a mi cerebro llegó una carga de imágenes, como si de pronto mi cabeza fuese un usb a la que se le mete información al por mayor – seguía sin mirarme pero no le interrumpí – y… nos vi – levantó su rostro por primera vez mirándome fijamente

- ¿Nos viste? – fruncí un poco el ceño al no entender

- Si…bueno…no…es…vi a nuestros…

- ¿Antepasados? – asintió

- Eran iguales a nosotros…

 

Su voz aun un tanto temblorosa comenzó a relatarme lo sucedido, si bien ya sabía cosas gracias a Kagura,  como que éramos aliados y derrotamos juntos a Orochi, escuché por primera vez lo que, al parecer, sucedió en realidad, uno de los enviados de la serpiente mató a la esposa del jefe del clan Yasakani, nuestro antiguo nombre, culpando a los Kusanagi; mi ancestro fue a por el de Kyo, pero al estar en tierras Kusanagi lo apresaron sin problemas, loco de rabia fue tentado por el poder de Orochi, en ese momento nuestro apellido cambió a Yagami, comenzamos a estar al “servicio” de ese monstruo, al principio todos los miembros de nuestro clan manejaban el fuego púrpura, pero era el primogénito, el descendiente directo del último jefe Yasakani, en cuya sangre el poder parecía brotar con más fuerza en esas llamas púrpura, por tanto generación a generación se le iba obligando a ser él quien terminase con todos los del clan contrario, tales exterminios llegaron a minar tanto al clan del sol como al de la luna. Por lo que ahora solo somos 4 los últimos Yagami, y pese a que mis antepasados pusieron empeño en las batallas, la misma apertura del clan Kusanagi les hizo tener más descendencia. Claro que el descendiente directo en esta época es Kyo por lo que es mi deber matarlo, y su deber es matarme, terminando así con la rencilla, pues no habría más una línea directa que pudiese ser un verdadero peligro. 

 

-Bien… entiendo – dije cuando acabó su relato – pero… lo que no entiendo es, ¿por qué estas así? – yo sabía que ese idiota no era para nada alguien demasiado sentimental, es decir, se comporta normal, no es como si llorase por cualquier cosa así que el relato no me pareció demasiado fuerte como para tenerle así

- Vi… la muerte del líder Yasakani… a manos de mi antepasado – sus ojos se tornaron acuosos, debo decir que me sorprendió bastante – ¡no quiero matarte! – dijo de pronto tapándose el rostro con las manos, tragué saliva, se notaba la desesperación en ese llanto, mi mano parecía tener vida propia pues como impulso la estiré, me detuve a medio camino. ¿Estaba bien consolarle? Al final nos guste o no esto terminará así ¿no?

- Idiota –  no pude pasar por alto aquello, me dejé llevar y le tomé con firmeza del brazo haciéndole sentarse en mis piernas, me abrazó con fuerza, su cuerpo temblaba un poco al seguir llorando

- Pude sentir… la tristeza de mi ancestro cuando mató al líder de tu clan, era… como si su corazón se rompiera en mil pedazos… - balbuceaba entre hipos, sigue siendo un chiquillo pese a su edad, acaricié su cabello pues realmente no sabía cómo actuar, ni qué decir, decidí callarme esta vez porque de lo contrario habría dicho un sarcasmo tal que solo provocaría que se fuese de ahí en ese estado – me sentí tan solo al pensar que… no quiero hacerte daño – aquella voz tocó lo más profundo de mi corazón, le atraje un poco más

- Como si yo te la fuese a poner tan fácil

- No te pongas de imbécil – su voz seria, hizo el amago de levantarse pero no se lo permití

- Eso pasó hace muchos años, creo que nuestros clanes han provocado las suficientes muertes como para pagar cualquier deuda y terminar con aquella estúpida rencilla. – dije lo que pensaba y se estuvo quieto. Le aparte un poco para ver esos ojos de mapache – aun si alguien me dijese que debo morir para que tu sobrevivas no lo haría… - noté ese gesto de sorpresa mezclada con desilusión – lucharía porque ambos viviésemos, nadie me dice que hacer – un suspiro de alivio que terminó en un nuevo abrazo, acaricié su espalda

- Eres un pecoso idiota… - susurró a mi oído

- Y tu un gato estúpido y sentimental… recién bañado – dije al notar el olor a cereza y durazno que despedía su piel – eres un vanidoso, ojeroso y todo pero te duchaste antes de venir – di un beso en su cuello sintiendo como contrajo un poco su cuerpo

- Entrené temprano… no iba a venir todo… ¡PARA! – dio un respingo cuando lamí su oreja, un suave jadeo había escapado de sus labios, se separó para mirarme de mal modo, casi me rio por esas ojeras sumadas al semi puchero de reclamo, sin embargo sus ojos aun con ese brillo acuoso, me atraparon por completo.

Que se joda el hotel, que se joda el mundo, me levante de una vez y por instinto el gato se aferró a mí

 

- ¿Qué carajos haces imbécil?, ¡casi me tiras! – bufó retándome, pero se abrazó a mi cintura con las piernas, yo le tenía agarrado de los muslos, mi mano quería resbalarse a ese trasero pero seguramente se bajaría para golpearme, no me iba a arriesgar a que eso se terminase ahí. – Y-Yagami… - su voz se hizo aguda al principio de mi nombre, como si fuese una adolescente al que le estuviese cambiando la voz

- ¿Si? – pregunté mientras me concentraba en aspirar el aroma en su cuello, si, cereza, el olor a durazno venía de su cabello, pero lo demás era cereza, mis labios comenzaron a probar esa piel, de cierta manera quería que olvidase todo lo que tuvo que pasar.

No recibí respuesta a mi pregunta, al menos no por parte de su voz, porque su cuerpo respondía a cada una de mis caricias, tomé sus labios con los míos besándole de forma intensa, aún más que los besos que nos dimos en nuestros anteriores encuentros, la respiración de ambos comenzaba a entrecortarse; dio un respingo cuando mis manos tocaron su piel directamente, jamás sucedió en los combates, el contacto que teníamos eran nuestros puños o pies contra cualquier parte del cuerpo ajeno, pero ahora eran mis dedos los que descubrían esa entidad, la ropa quedó por ahí, realmente me tenía sin cuidado ese asunto. Me separé de él cuando le desnudé por completo, quería verle, esa piel morena, al menos en comparación con la mayoría de los japoneses, su cuerpo es bastante agradable a la vista, noté ese rubor en sus mejillas pese a la poca luz de la habitación,  la luz de la calle dejaba entre ver mejor la vergüenza ajena. Sé que no es la primera vez que tiene sexo, pero esa niña tonta jamás podría compararse conmigo, y no hablo en un sentido físico, sino porque estoy seguro que jamás vio esas mejillas encenderse, acaricié con tiento ese sonrojo y bajé por su cuello, delinee con tranquilidad esas clavículas, logre percibir un suave gemido mientras mi índice delineaba la tetilla derecha, por lo que me incliné un poco

 

-Parece que aquí… eres sensible – susurré y lamí con tranquilidad, noté el espasmo en su entrepierna al tiempo que esa elevación, humedecida un poco por mi saliva, empezaba a erguirse más de lo que estaba, sonreí internamente y lamí el otro pezón, comenzando después a atenderlos para hacerle jadear y gemir, dejándolos completamente duros y sensibles, soplé un poco sobre ellos “música para mis oídos” pensé ante los sonidos ajenos. Quería hacerle tantas cosas, pero al mismo tiempo me detenía un poco ya que no deseaba ahuyentarle. Bajé con besos por aquel abdomen que, aunque no tan marcado como el mío, sí que está bien definido, cada músculo fue besado, dejé a mi lengua recorrer aquellas líneas entre uno y otro, una leve risilla escapó de sus labios cuando pasé cerca del ombligo. – que me vas a cortar la inspiración animal – dije “regañándole” pero no es como si aquello me alejase de lo bien que estaba yendo la situación.

 

-Perdona – susurró, suspirando después para poder controlar las cosquillas que mi lengua provocaba al tocar en rededor  de su ombligo – qué ha… - se tapó la boca con la mano, mis dedos acariciaban el pubis cuando se irguió un poco para ver, pero seguro que no se imaginaba que no dejaría de degustar cada centímetro suyo.

 

Su miembro semi erecto me daba la bienvenida, el prepucio apenas dejaba entre ver la punta del glande, por la cual resbalaba traviesa una gotita de presemen.

- Es hora de abrir los obsequios – por el gesto que puso sabía que iba a reclamarme por el comentario, pero al bajar su piel para descubrir por completo el glande un gemido de placer escapó de sus labios, cerró sus ojos por completo.

-Eres un… idiota – balbuceó pero apenas dejé que se repusiera un poco de la sorpresa, mis labios comenzaron a atenderle, si bien era la primera vez que le hacía un oral a un hombre no es como si fuese algo demasiado difícil. Tan solo me centré en hacerle lo que me gusta que me hagan a mí, no sé si alguna vez su estúpida novia hizo algo así, pero por sus gestos, jadeos constantes y ese rostro de sumo placer creo que, o bien era la primera vez, o jamás se lo hicieron tan bien.

 

Fue difícil al principio no sentir un par de arcadas al tragarlo de forma un tanto profunda, nunca había tenido algo así en mi boca, podía notar la saliva escurriendo por mi mentón, escuchando un par de veces un leve chapoteo por lo mismo. Mis dedos tocaron sus gemelos masajeándolos lentamente, un nuevo espasmo en su sexo cuando hice eso, se aferró con las manos al cubre cama apretándolo como si la vida le fuera en ello.

 

-De…tente – logré escuchar segundos antes que… terminase en mi boca.

 

Y he de decir que ahora admiro a las chicas del porno por tantas escenas extrañas que hacen, no es que tenga un sabor desagradable pero la textura es como el nato, y en definitiva no es algo que me agrade comer en absoluto.

 

-¡Lo siento! – dijo e iba a levantarse, pero me las pagaría, le besé de forma intensa, creí que me rechazaría por lo ocurrido pero me correspondió sin oponer resistencia, comencé a dejarme llevar de nuevo, como le dije aquella vez no iba a detenerme. Hice que separase las piernas, un temblor recorrió su cuerpo, algo leve pero perceptible, y su entrada se contrajo apenas la toqué con la yema de mis dedos. – ¿tienes…. Lubricante? – jodido gato de mierda, aquel gesto de sumisión me hizo sentir más excitado de lo que estaba ¿cómo sabía del lubricante? – Lo leí… en internet – respondió como si me leyera la mente, tal vez mi mirada de incomoda duda me delató

- Sí… s tengo… - le besé de nuevo, no quería moverme, no deseaba apartarme de él ni un momento pero tampoco quería lastimarle, tardé muy poco en volver con el bote de lubricante, sonreí leve al ver que no se movió ni un ápice de cómo le dejé.

 

Sus labios me atrajeron de nuevo, seguro notó el sabor a enjuague bucal porque me tomé casi un cuarto de la botella de pasada. Pero no le di tiempo a reclamarme, y para mi sorpresa él apenas me dejó la suficiente cordura para poner lubricante en mis dedos y comenzar a estimular esa estrechez porque sus besos se volvieron demandantes, ansiosos y lúbricos, sumado a esto su mano asió  con firmeza mi miembro empezando a estimularlo, aunque no hacía mucha falta

-Estas como roca – dijo con tono varonil

- Lo sé – respondí sonriendo de lado, encantado al escuchar un gemido al sacar mis dedos.

 

Apenas me acomodé entre sus piernas su cuerpo me recibió de forma cálida, sé que le dolió, pese a no quejarse como tal un leve gesto de molestia enmarcó su rostro por unas milésimas, para luego volverse de placer, me miró con ojos entrecerrados, su pierna derecha me atrajo un poco más, nos besamos nuevamente mientras mis caderas empezaban un compás suave pero constante, poco a poco entraba más en aquel mullido interior, besé su mentón y mordí su cuello, el placer recorría cada una de mis células, sé que esto no sonará a mí pero… era más que sexo. Sus dedos aferrados a mi espalda, el sudor de ambos uniéndose, su aroma más allá de la cereza, confundiéndose con el mío, por primera vez me estaba entregando por completo a alguien y algo me decía que Kyo también lo hacía. Aumenté el ritmo, mi cuerpo me lo exigía, estaba más que excitado, al igual que ese gato cuyo sexo, rígido de nuevo, golpeaba contra mi abdomen.

 

- ¡Iori! – esa fue la gota rebasó el vaso, si algo quedaba de cordura en mi cuerpo se fue por el drenaje cuando me llamó por mi nombre. No pude contenerme, le tomé con fuerza y constancia, incluso le dejé un par de marcas en el cuello al morderle un poco. Le escuché gemir con algo de fuerza mientras su semen manchaba mi abdomen y el mío llenaba su interior. Di algunas embestidas más hasta que la flacidez hizo que mi falo escapase de entre sus nalgas.

 

Acaricié sus mejillas y con mi pulgar delinee un poco la ojera de su ojo izquierdo, le besé de forma pausada, dejando que su respiración fuese calmándose, puesto que estaba tan desbocada como la mía, nuestros corazones latían con rapidez pero al unísono. Noté el cansancio en su rostro.

 

-Descansa gato tonto – me dedicó una leve sonrisa torcida y cayó dormido casi de inmediato.

 

Y sigue aquí, mientras escribo en ti puedo notar la bella curva de su espalda, respira de forma tranquila y su rostro pese a estar en letargo se ve con cierto dejo de felicidad y paz, nada que ver a cómo llegó hace unas horas. Y ahora lo sé, no dejaré que nada le pase, así tenga que arriesgar mi propia vida, aunque por más que lo intente termine mis días en la batalla contra la maldita serpiente no permitiré que muera.

 

Madre, perdona por no cumplir la promesa de acabar con el bastardo Kusanagi para reunirme contigo, pero me he enamorado.


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