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Nikki por Raziel Soul

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DIARIO DE KYO

 

Xx/xx/1996

 

Hola nuevo diario… es curioso que hoy voy a comenzar a escribir en ti con algo que jamás creí que llegaría a plasmar. De hecho ni siquiera me imaginaba lo que iban a ver mis ojos. Apenas ayer terminé mi antiguo diario, he estado escribiendo demasiado debido a los acontecimientos sobre torneos  y cosas que he descubierto de la familia, el porqué de que hagan casar con Yuki y otras cosas… comenzaré por ello antes de ir con lo verdaderamente sorprendente – o al menos así lo veo yo – han pasado tres meses desde que sucedió lo de Goenitz, que conocí a Chizuru y en ese lapso de tiempo las peleas contra Yagami han sido más esporádicas pero no por ello nulas. En cambio el acercamiento con Kagura día a día va en aumento, mis padres decidieron que era momento de saber sobre cosas importantes de mi pasado. Todo esto se remonta a una era antigua, donde se hablaba de dioses y demonios, al parecer existía un sujeto extraño que tomaba la forma de una serpiente de 8 cabezas, y aterrorizaba a la población, un día llegó a una villa en la que una a una se comió a todas las doncellas, y solo quedaba una, que era una princesa, su nombre era Kushinada – si, como Yuki – esa noche la serpiente iría por ella para devorarla, pero llegó el dios del viento, llamado Susanoo nomikoto, hermano de la diosa Amaterasu, le dijo al hombre que el salvaría a su hija pero con la condición de hacerla su esposa. Obviamente el anciano aceptó, y Susanoo ideó un plan, pidió a los pobladores que llenaran 8 barriles de sake, y cuando la serpiente llegó cada una de las cabezas comenzó a beber de los barriles, hasta que todas quedaron ebrias, aprovechándose de la situación el dios cortó una a una las cabezas de ese monstruo, y de cada una de las partes de Orochi aparecieron tres tesoros, una espada – llamada Kusanagi no Tsurugi – un espejo – Yata no kagami – y una joya – la Yasakani no magatama.

 

Ese fue el origen de nuestros clanes, a cada uno de ellos se les dio uno de los tesoros para protegerlos, a nuestro clan la espada, a él clan de Kagura-san el espejo y a los Yasakani la joya, aunque aun no entiendo que pasó con ellos y de donde vienen los Yagami, pero eso lo estudiaré más adelante, en fin, Yuki es descendiente de ese Dios y la princesa, y como mi clan es antiguo debo afianzar los lazos para que nuestro primogénito sea más fuerte de lo que somos ahora.

 

Debo confesar que si bien la historia nunca ha sido mi fuerte conocer los secretos de la familia me ha parecido la mar de interesante, quiero saber más y más… entender muchas cosas, saber por qué debo matar a alguien a quien realmente no he llegado a odiar.

 

Y es precisamente de él de quien deseo contarte más que nada, como dije al principio tu eres nuevo, así que hoy a medio día me dirigí a uno de los centros comerciales más cercanos a casa, un lugar tranquilo, no tan lleno de personas como las plazas grandes de la ciudad. Miraba los aparadores pues no suelo comprar el primer diario que aparezca frente mío, me agrada escoger aquel que me llame la atención, como si sintiese una conexión importante, llámame loco pero siempre ha sido así desde que era yo quien iba a comprar los diarios. Y lo vi, en uno de los aparadores, un diario de pasta dura con un pequeño broche al frente, era negro pero la portada estaba adornada con una media luna acunada por las ramitas de un cerezo en flor, ambos reflejándose en un estanque, cerca del cual reposaba un gatito blanco, la luz de luna tenía toques morados o lilas… era bastante  bonito, me acerqué sin dudar ni un segundo que ese sería mío, y de pronto.

 

 

 

-Disculpa – dije al arrebatar “por decirlo de algún modo” de unas manos ajenas el diario aquel, aunque no fue a propósito, simplemente llegué lo cogí e instantes después vi una mano que iba al mismo lugar que la mía

 

-Yo lo vi primero – mis ojos se abrieron al reconocer esa voz, que no era otra que la de

 

– Yagami – dije frunciendo un poco el ceño, no de enojo más bien de extrañeza, creo que él también se sorprendió al ver que era yo el que ganó el diario. Y creo que tampoco le dio alegría verme, sus pecas se pusieron un poco más notorias ¿sonrojo? No creo, quizá furia contenida.

 

 

 

Pude notar como bajó la mirada al diario, como si quisiera arrebatármelo de las manos, pero dos casi adultos no se verían bien peleando por algo así, aunque cualquier pretexto sería bueno para darme un par de hostias, de eso estoy seguro. Como sea, de reojo noté que cerraba uno de sus puños, impotencia le llaman, sus nudillos estaban casi blancos.

 

 

 

-Toma – extendí el diario hacia él, pero puso su mano y lo empujó hacia mi rechazándolo completamente

 

- Era mi hermana quien quería eso… no me interesa… - tomó otro de los diarios de ahí – le llevaré este… tu puedes quedártelo y deja de estarme molestando – con paso firme fue directo a la caja a pagar, sin embargo noté que de reojo miraba de nuevo el objeto que tenía en mi mano derecha.

 

 

 

Parpadee confundido ¿hermana? Ni siquiera sabía que tuviese una, además que, esa reacción no parecía en absoluto ser solo por no conseguir algo para su hermana, parecía más bien una impotencia personal. Con lo anterior puedes darte cuenta que, si, compré el diario pero además te compré a ti, debo confesar que contigo no sentí lo mismo que con el de la media luna, el cual ahora se encuentra envuelto como un obsequio, y mañana lo iré a dejar frente a la casa del pecoso. No sé por qué, pero cuando vi su mirada de desilusión sentí una opresión en el pecho, además se lo debo, me salvó cuando estuvieron a punto de matarme al darme por vencido, como dije ya no lo haría más y voy a cumplir la promesa mi palabra. Ahora que recuerdo fue la primera vez que lo vi vestido de manera diferente… más casual, no es como si su ropa normal sea muy de combate, de hecho es demasiado raro al vestir… como… ¿gótico? ¿Darketo?... no sé… solo es muy… Iori. Siempre que lo veo antes de pelear me parece un tipo sumamente interesante, incluso al golpearme… los puñetazos y ataques que me lanza tienen algo… inusual, como si quisiera acabar con todo tan rápido que da el cien por ciento en cada golpe. Por hoy es todo, mañana te contaré qué tal me fue al darle el regalo a ese idiota.

 

 

 

PD: sus pecas me siguen llamando la atención…

 

 

 

NO HAY DIARIO DE IORI

 

 

 

Xx/xx/1996

 

 

 

Hola, quizá debí esperar a que fuese diciembre para darle su obsequio a ese energúmeno, me cerró la puerta en las narices nada más me vio, tal vez se enojó por haberle levantado puesto que al abrirme la puerta de su departamento – sí, vive ahora en un departamento en uno de los barrios menos seguros de la ciudad – vi su cabello todo despeinado, aunque no se veía nada mal…

 

En fin, solo al verme me espetó un “No quiero verte aquí gato desgraciado” y vi la puerta a centímetros de mi cara. Gato… no entiendo por qué me dice así, creo que dese un par de peleas después de la primera empezó con ese mote, tal vez algún día le pregunte la razón, pero por ahora solo espero que el diario no termine en la basura ¿Qué si se lo di? … pues dárselo es un decir, lo dejé como contrabando en su buzón, espero que no sea de esos tipos que revisan el correo cada que recuerdan que existe, sería una lástima que terminara mojándose y echándose a perder. Fuera de ello no tengo más que contarte, o tal vez sí, pero me parece  algo por demás fuera de lugar… es simplemente que desde que luchamos contra el tal Goenitz, de ver y oír a Yagami al protegerme, no sale de mi cabeza, le pienso día a día, tal vez el diario fue solo un pretexto. No entiendo por qué, además de ser mi enemigo mortal es un hombre.

 

No me mal interpretes, no tengo nada en contra de los homosexuales, de ser así no me llevaría con Benimaru de la manera en que lo hago, pero esto va más allá de lo que puedo manejar, no es que tenga miedo o asco, es que me  molesta precisamente no saber qué carajos pasa conmigo.

 

Quizá hable con mi madre, aunque tampoco sé si ella lo comprendería, pero de algo estoy seguro, no hay en el mundo, ni el universo, alguien a quien le pueda tener más confianza que a mi madre.

 

 

 

Es hora de dormir. Adiós.

 

 

 

PD: >:v quiero saber que hizo ese bastardo con el diario. 

 

 

 

 

 

DIARIO DE IORI

 

 

 

Xx/xx/1996

 

 

 

Comienza mi martirio/desahogo.

 

 

 

Me juré por todos los medios no volver a retomar este hábito de niña, y lo estaba logrando por completo, hace ya casi dos meses o más que la última página del diario que me obsequió mi madre fue llenada por completo, ningún espacio más, la mayoría de las hojas intactas, las más comprometedoras echas cenizas en algún sitio de los basureros, pero aquí estoy nuevamente.

 

¿Por qué? Pues porque hace unos días se me ocurrió la grandiosa – estúpida – idea de ir a una tienda a buscar un diario como el que me dio madre, me prometí que solo si encontraba uno igual volvería a escribir en él, confiado estaba por supuesto que era imposible pues el que ella me regaló tiene mucho tiempo de haber sido comprado.

 

Caminaba por los aparadores, mirando de reojo ya que ni de loco iba a ponerme a mirar con atención los productos, esas tiendas venden solo artículos de niñas, quien en su sano juicio compraría más de una pluma para escribir, y en los anaqueles vendían cajas y paquetes de plumas de colores. El mundo está cada vez más loco, como sea, entré a lo que parecía un sitio con probabilidades de tener lo que no estaba buscando como tal. Al doblar por uno de los pasillos lo vi… un diario exactamente igual al que mamá me regaló hace años, la luna, los cerezos… y el gato blanco. Carraspee a lo bajo para disimular y caminé apresurando un poco el paso, estiré mi mano y…

 

 

 

-Disculpa – el miserable ser que tomó el diario antes que yo se disculpó por apartarme la mano, no creo que fuese un accidente, no le había prestado la mínima atención pero cuando le dije

 

-Yo lo vi primero – moví mi cara para ver al perpetrador, note los ojos ajenos abrirse al escuchar mi voz, afortunadamente no había volteado aún como para notar mi sorpresa 

 

– Yagami – dijo frunciendo el ceño de forma descarada, siempre hace eso, cuando piensa en algo, o se sorprende sus cejas están a punto de fusionarse, si sigue poniendo esas caras tendrá muchas arrugas de viejo. Claro está que yo también fruncí el ceño, tenía ganas de darle una buena hostia a mitad del rostro y salir huyendo con mi botín, pero no podía hacerlo, eso me cabreó bastante.

 

 

 

Desvié la mirada al diario, lo más discreto que pude, era mío…  era igual que el que ella medio y era el último. No iba a ponerme a llorar, no lo he hecho desde que ella murió y hacerlo por algo tan banal como un maldito libro sería por demás imbécil como el tipo que tenía frente a mí. Apreté uno de mis puños conteniendo mi ira. Y de pronto.

 

 

 

-Toma – me ofreció el diario, ¿sentía lástima? El muy imbécil quería hacerme un favor porque me veía menos que él, no lo iba a permitir, le regrese el diario empujándole contra su pecho

 

- Era mi hermana quien quería eso… no me interesa… - me incliné tomando otro diario de tantos, ni siquiera me fijé en la portada, solo quería evitar un conflicto y terminar pagando un comercio entero, papel y fuego no se llevan en absoluto.  – le llevaré este… tu puedes quedártelo y deja de estarme molestando – dije comenzando a caminar con paso firme, dediqué una última mirada al ejemplar que el otro tenía en su mano, pagué y me fui.

 

 

 

Al llegar a casa avente la bolsa con lo que compré al sofá, pero fue tanta mi rabia que lo tomé de nuevo y lo reduje a cenizas. Definitivamente el destino me estaba diciendo que no debía volver a escribir en un diario como colegiala.

 

Pero ahora, lo estoy haciendo, y  no, no fui a comprar otro diario, en mis planes estaba nunca más irme a parar a una de esas tiendas extrañas donde todos te sonríen y te persiguen preguntándote y ofreciéndote cosas. Pero llegaste a mí por el ¿destino? Tal vez madre tuvo algo que ver, si bien intento ser un hombre racional siempre, no puedo evitar que de vez en cuando alguna teoría extraña invada mis pensamientos, y esta es una de esas. Pues no puedo explicar de qué otra forma el bastardo Kusanagi hizo lo que hizo.

 

Lo cual fue venir hasta mi casa y traerte, al principio escuché un timbre por demás insistente, tenía apenas un par de horas de haberme acostado debido a que uno de los conciertos con la banda fue por la noche y salimos casi a las 4 de la mañana, llegue a mi hogar a las 6 menos cuarto, de pronto escuché a alguien tocar con cierta insistencia, miré el reloj despertados… las putas 8 de la mañana! Quien carajos se despierta tan temprano un sábado?, debí haberlo acabado en ese instante pero era más mi sueño que mi enojo.

 

 

 

-No quiero verte aquí gato desgraciado – fue lo único que mi cordura pudo decir antes de cerrarle la puerta en las narices, esperaba que entendiese la “indirecta” y se largara de mi departamento.

 

 

 

Ahora que lo medito ¿cómo diablos dio con mi casa? En fin, escuché sus pasos, por mi parte estaba de nuevo en mi cama, muy a lo lejos alcancé a escuchar un sonido metálico, simplemente no me interesaba nada más que dormir. Lo cual hice por varias horas, despertando hasta las 6 de la tarde, creo que me pasé un poco, sin embargo ahora no me preocupa dormir más de la cuenta, pasé muchos años de mi vida madrugando y durmiendo después de media noche solo pensando en entrenar, con golpes, lloriqueando como un infante- porque en ese entonces lo era – y masacrado por mi padre por cualquier cosa mínima que no le gustase. Salirme de ese infierno fue lo mejor que pude hacer, y lo único que me costó fue jugar por mi honor de Yagami que terminaría con la vida de la escoria Kusanagi.

 

Me levanté y me di una ducha, mi estómago rogaba por algo más que un hot dog y media cerveza – que fue lo que comí antes del concierto – podía pedir algo pero decidí salir a comer, no tenía la más pequeña intención de cocinar, sumado a que si deseaba algo de comida casera era menester salir al súper – cosa que menos quería hacer –me puse una sudadera y salí. Al regresar a casa pasé cerca de los buzones, saqué mis llaves del bolsillo y abrí mi gaveta, me extrañó ver un paquete adornado como obsequio de cumpleaños, no le di importancia y lo puse bajo mi axila para poder tomar los demás sobres que seguramente serían cuentas y más cuentas. Folletos y basura varia, volví a cerrar mi buzón subiendo a casa. Dejé sobre la mesita de centro las cuentas sentándome con el paquete entre mis manos. Debo admitir que de cierta manera me emocionaba saber qué era, aunque parte de mi estaba totalmente desconfiada. ¿Quién me aseguraba que no era una bomba casera que al abrirse explotaría en mi cara desfigurándome para la eternidad? Bufé a lo bajo dejándola en la mesita junto al demás correo, meditaba si abrirla o no.

 

No pude más con la intriga, si era una bomba lo peor que me podría pasar sería morir, y así no debería preocuparme por nada. Di un único jalón al envoltorio, que me recordó a los obsequios que me daba mi madre en mi cumpleaños – a escondidas del viejo claro está – como aquellas veces mi corazón estaba algo desbocado. Y me quedé helado, mis estúpidos ojos se humedecieron, un deja’vu… frente a mí, varios años después, el diario con la luna, las sakuras y el gato blanco nuevamente en mis manos, pero ahora estas eran grandes y fuertes, lo vi más pequeño que aquella vez, pero era obvio pues era un niño, con tiento pasee mis dedos sobre tu lomo, un suave relieve. Tuve que tapar mis ojos pues un par de gotas cayeron sobre ti… si, tú eres el diario que ese perro/gato estúpido y maldito bastardo Kusanagi me regaló.

 

No pude tirarte ni quemarte, y siento que eres tan especial como aquel que me regaló mi madre, llámame idiota sentimental, pero simplemente quiero tenerte cerca, no escribiré diario en ti – pese a que seas un “diario” sencillamente te buscaré cuando mi corazón no pueda más con su pesada carga, y cuando mate a ese idiota tu serás el único buen recuerdo que tendré de él, y de esos ojos llenos de vida tan diferentes a mis muertas pupilas.

 

 

 

PD: Gracias maldito gato.


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