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Prisionero por La_Oscura_Reina_Angel

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Capitulo 2: El tío Legiel.
 
 
Las cortinas estaban descorridas y por los grandes ventanales que daban a una balconada entraba el sol a raudales y la brisa pues estaban abiertas. Pierre bostezo levantándose. Por instinto busco su silla de ruedas junto a su cama, para comenzar su día y asearse y fue entonces que recordó que la noche anterior, no había sido un sueño, que estaba en un lugar llamado Mítica y que se suponía que era un....¿Un que? ¿Un hada?
 
Soltando algunas maldiciones nada propias para un muchacho de 17 años, Pierre se sentó en la cama y con sus brazos se acomodo, para descansar la espalda en el espaldar de la cama.
 
Cuando a los 12 años un accidente de auto al cruzar la calle lo había dejado en silla de rueda, su fisioterapeuta, Antonio Volosky, un hombre joven de 28 años, que en aquel entonces recién empezaba en el campo de la fisioterapia, le enseño a Pierre a valerse principal mente de sus brazos y manos en ausencia de sus piernas. Así que a pesar de su constitución delgada y su apariencia frágil, Pierre tenia gran fuerza en los brazos, teniendo en cuenta el esfuerzo diario que asía con ellos, para poder vivir como un chico normal.
 
Su querido padre Andreas Santorrino, era arqueólogo, así que tenia que irse del hogar por largos periodos de tiempos y las excavaciones no eran lugares para un muchacho con discapacidad física, así que Pierre había tenido que aprender desde casi principios de su accidente a depender de si solo.
 
Claro que Antonio había sido de mucha ayuda. Ambos se apreciaban mucho y cuando su padre tenia que ir a alguna de las excavaciones, Antonio le daba la terapia en su misma casa, para ahorrarle el viaje al hospital y le llevaba la compra cada semana, para que no tuviera que ir al Súper.
 
Antonio se preocuparía cuando no lo viera en casa, pensó Pierre y se lo diría a Andreas lo que preocuparía terriblemente a su padre, quien había dudado mucho cuando tubo que volver a trabajar y dejar a Pierre solo, con lo que lo llamaba da cada cinco minutos. Su padre lo quería mucho y Pierre lo adoraba a el. Su gran preocupación estaba en lo preocupado que estarían Antonio y su papá.
 
-¿Por que estas cosas me tienen que pasar a mi?
 
Se pregunto Pierre. El ruido de alguien entrando a la habitación lo alerto. Al mirar asía la entrada del cuarto quedo extasiado ante lo que veía.
 
Ese ser era su sangre, su familia, lo sabia cada fibra de su alma se lo gritaba. Y aquel desconocido lo miraba igual. Era un hombre ya, tenia el cabello rojo fuego que caía como hilos de seda por su espalda, asta la cintura, sus ojos, sus ojos eran un retrato de los de Pierre, azules, pero no un azul común si no uno brillante, mítico, su piel cremosa y preciosa como la porcelana, su constitución también era esbelta y su apariencia frágil, pero en el denotaba una gran fuerza que dejaba claro que lo mejor era no molestarlo y sobre todo irradiaba una extraña brillantes que embobaba a cualquiera, aparentaba ser joven en los veinti algo, pero la luz de sus ojos, le asían creer que en realidad había mucha mas edad, lo único raro para Pierre, mas no menos hermoso, eran las alas del desconocido, eran hermosas rojas y azules, aunque se estaban asiendo mas pequeñas asta que al fin parecieron desaparecer en la espalda de aquel hombre, que se poso suavemente en el suelo y camino asía el.
 
-¿Tío Legiel?
 
Pregunto Pierre tímidamente.
 
-Pierre.
 
Sonrió el hombre abriendo los brazos y estrechando al jovencito en ellos.
 
-Eres idéntico a tu madre, a mi querida Sakira.-Dijo el hombre mirándolo fijamente-En realidad no tan idéntico, tu pelo es como hilos de oro, mezclado con fuego liquido nunca había visto algo así, eres aun mas hermoso que tu madre.
 
Pierre enrojeció los únicos recuerdos que tenia de su madre eran las fotografías que le había enseñado su padre, pero sabia que Sakira de Santorrino había sido una belleza.
 
También sabia que su pelo atraía muchas miradas, era rubio con gruesos mechones rojos, pero a pesar de que en cualquier persona se hubiese visto extraño en el se veía espectacular y además era natural, su pelo era así desde que había nacido.
 
-No me temas soy tu tío Legiel.
 
-Se quien eres.-Dijo Pierre tímidamente y al ver la mirada de Legiel se explico-Mi madre era una excelente pintora y hizo un cuadro de ti y tenia una extraña dedicatoria que ni mi padre ni yo entendimos, decía: "A mi querido Legiel, Gracias a ti soy feliz." Siempre pensé que el dibujo era el de un ángel, por sus alas, pero ahora que lo recuerdo debes de ser tu, pues el pelo rojo y las alas eran idénticas, asta donde podría esperarse de una pintura a ti.
 
Legiel sonrió  acariciándole el cabello con ternura. Su corazón estremecido por lo que Pierre le había dicho, pues significaba que lo que había echo había valido la pena si su hermana había sido feliz.
 
-Se que no puedes caminar Kalima me lo dijo, pero veras que cuando aprendas a volar, tus pies se fortalecerán y recuperaras el movimiento de las piernas.
 
-Ni siquiera tengo alas para volar.
 
-El día que creas en ti, tu sangre hada despertara Pierre y entonces veras por ti solo que no miento.
 
Pierre le sonrió con timidez encogiéndose de hombros. Legiel se paro de la cama y le tendió los brazos.
 
-Ven te llevare al baño y te ayudare a asearte.
 
Agradecido ante esa propuesta, Pierre, permitió que Legiel lo tomara en brazos y lo llevara al baño.
 
Como el baño no estaba habilitado para un discapacitado, tubo que aguantarse la vergüenza de que su tío lo viera desnudo y lo ayudara a limpiarse.
 
-No se por que te avergüenzas, pequeño eres hermoso y además soy tu tío, ¿Recuerdas?
 
-Son las cicatrices.
 
Confeso Pierre avergonzado. Legiel estiro una mano y acaricio con ternura las cicatrices de la rodilla derecha, del muslo izquierdo. Pierre se miro impresionado.
 
-Pero...pero...
 
Las cicatrices ya no estaban. Legiel le sonrió con cariño.
 
-Tómalo como un regalo de tu tío. Es un simple encantamiento de reconstrucción de piel, algún día tu también aprenderás a hacerlo. Los Hados somos grandes curadores por naturaleza, aun mas que los elfos, por eso en nuestra rasa la capacidad de tener hijos en los varones, es mayor que en otras, pues es fácil recuperarse de los partos para nosotros.
 
Le dijo Legiel, mientras lo secaba y lo ayudaba a vestirse, con pantalones, camisas y una preciosa túnica azul a juego.
 
-Es hermosa.
 
Comento Pierre pasando las manos sobre la túnica. Legiel le sonrió.
 
-Era mía, cuando aun era un hadito soltero, travieso y tenia tu edad.
 
-Aun eres joven.
 
-No no lo soy, ya tengo 3800 años, aunque entre los elfos, los magos y los hados rasas inmortales las tres, si aun soy relativamente joven.
 
-¿3800 años?
 
Repitió Pierre estupefacto. Legiel sonrió.
 
-Pues claro mi niño y si tu madre estuviera viva tendría ahora mismo 1800 años. Tu tío mayor y rey hado Velkan tiene 4800, y tu otro tío mas pequeño que yo, pero mayor que Sakira tiene 2800 años.
 
Le dijo Legiel divertido.
 
-Diablos, me siento como un niño de teta.
 
Gimió Pierre asiendo reír a Legiel.
 
-Si aun eres muy niño para nosotros. ¿Quieres comer en el balcón o en tu cama?
 
-En el balcón.
 
Legiel lo llevo al balcón al que daban los ventanales sin dificultad alguna y lo sentó en la mesa. Pronto unas criaturas muy bonitas, con alitas pero extrañas sirvieron el desayuno.
 
-¿Que son?
 
-Son Doxis gigantes.
 
-Pero si no miden mas de tres pies.
 
-Si, pero las Doxis miden menos de 10 pulgadas normalmente.
 
Rió Legiel divertido. Pronto los dos estuvieron desayunando.
 
-Eh...tío...pues.
 
Legiel dejo los cubiertos y se recostó en la silla tomando un baso de juego.
 
-Dime.
 
Animo a hablar a su sobrino.
 
-Es cierto, que los... bueno que podemos tener hijos.
 
-Si lo es-Le contesto Legiel tranquilamente.-Mi hija mayor tiene 29 años, tengo otro de 19, otro de 9 y ahora mismo estoy embarazado, de dos meses. Conocerás pronto a tus primos. ¿Te sucede algo Pierre?
 
-Es...es que todo esto es tan extraño.
 
-Si, supongo que para ti lo es. Para mi no yo crecí conociendo y sabiendo lo que soy.
 
-Ayer, cuando el príncipe Kalima...el...el me dijo muchas cosas.
 
Legiel se levanto de la silla y se dirigió a Pierre.
 
-Ven hablaremos adentro.
 
Continuara....

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