A la mañana siguiente a las nueve de la mañana todos estaban reunidos para la lección ante los ojos de Wen Chao, y por primera vez en su vida, vio llegar tarde a Lan Wangji, el que cualquier circunstancia era el más puntual de todo el mundo; pero la sorpresa en si no era esa, era el color de la ropa que portaba. Todos vieron con horror como el segundo jade de Lan fue mancillado por ese color, los ojos de Lan Wangji siempre fríos y serenos esta vez solo eran fríos, porque de la serenidad que podrían tener, el brillo de la ira estaba en ellos. Wei Wuxian miro con dolor a Lan Zhan, sabía que el Lan estaba en una posición donde no solo comprometía su vida, sino a todos los miembros de su clan que fueron capturados por los Wen, así que tenía que soportar con todo su coraje esta circunstancia.
Los murmuros sobre tal visión fueron cortados por Wen Chao, -de ahora en adelante seguirán nuestras normas...-, mientras decía eso, pergaminos rojos eran entregados a todos los presentes. -Estas son las leyes del Clan Wen, tiene que aprendérselas de memoria o lamentaran no haberlas leído para saber lo que les espera, joven maestro Lan, su clase especial será en dos horas, así que esté listo y valla al salón principal; dicho esto con mucha superioridad, Wen Chao se retiró sin más antes decir que en dos horas tendrán la primera lectura de las leyes con un Senior. Significaba que Lan Wangji no estaría para ella.
-Lan zhan-, Wei Wuxian le hablo, pues nadie quería acercarse aún más a Lan Wangji, como si por estar a su lado también sus ropas se volvieran rojas o algo así. -No lo molestes- le dijo Jiang Cheng tratándolo de detener, -Lan Zhan debe tener problemas más serios que solo aprenderse estas tontas reglas...- y se soltó del agarre. Los ojos claros de Lan Wangji se encontraron con los de un preocupado Wei Wuxian, -solo escúchame, sé que por como eres no me vas a decir que es lo que te ha estado pasando, ni las circunstancias de tu Clan, pero quiero que sepas que yo estoy dispuesto apoyarte, a ser tu amigo, tu confidente, no quiero que sufras solo, me escuchaste...- la mano de Wei Wuxian sujeto el brazo de Lan Zhan, este no sabía que decirle, solo con su expresión ahora tranquila mirando los ojos de Wei Ying solo acento con la cabeza para retirarse, los dos guardias Wen lo esperaban a la salida para escoltarlo hasta el salón principal.
Wei Wuxian sabía que tenía que hacer algo para que Lan Zhan no callera en la desesperación, ni lo consumiera el dolor... pero que podría hacer sin su espada y solo con sus habilidades, trucos e ingenio.
Lan Wangji no sabía que le esperaría hoy con Wen Ruohan, así que esperando en el salón aun vacío a que pasaron las dos horas se preparó mentalmente para soportar lo que le impusieran. Las grandes puertas se abrieron, el líder de Los Wen entraba y se acomodaba en su trono, -buenos días Señorito Lan, espero que haya dormido bien, bueno, tienes algo que decirme antes que comience tu lección...- le dijo con cierta burla en sus serias palabras. Lan Wangji solo lo miro a los ojos, - bueno, veo que no quiere decir nada, así que pasaremos a la lección, y con un aplauso, un guardia entro con un cofre en las manos para dejarlo a los pies de Lan Wangji para luego retirarse.
-Tu lección solo será hoy conmigo, harás todo lo que yo te diga al pie de la letra...-, Lan Wangji solo lo miraba en silencio. -Quítate la ropa muy despacio... me gusta ver cómo despojas tus prendas con elegancia-, mientras una sonrisa malvada aparecía en sus labios. Siguiendo las indicaciones con todo su autocontrol sabía que esto sería peor que ayer, sus manos un poco temblorosas despojaron de su cuerpo suavemente capa tras capa de telas... hasta que solo quedo en pantalón y zapatos.
-Ahora vas a pasar una de tus manos por tu cuerpo suavemente, como si quisieras seducir a alguien...-, las orejas de Lan Wangji y sus pómulos estaban teñidos de carmín ante tal petición, su mano temblaba, nunca, pero nunca en su vida había pensado tocar su cuerpo de esa manera tan lasciva, y más aún enfrente de otro... otro hombre y peor... el enemigo.
Wen Rouhan disfrutaba del espectáculo, pues el joven Lan tenía una belleza cautivadora a pesar de que fuera un hombre, además que sabía que ese tipo de actos iban en contra de los principios de la secta de las nubes que flotan. -Hazlo de nuevo, tus movimientos son muy duros, no parece que quisieras seducirme para nada. -Seducirlo...- salió como un suspiro esa palabra de los labios de Lan Wangji, -si no siento que en verdad me seduces, tu gente la pasara muy mal...- y diciendo eso cruzo sus piernas y su rostro descanso en una de sus manos, te veo y eres muy seco...-, cerro los ojos para poder pensar en otra cosa, y al abrirlos, Wen Ruohan estaba enfrente de él.
-Si no sabes voy a tener que enseñarte... te gustaría que mis manos tocaran tu cuerpo...- lo miro fríamente. -No...- y así volvió a llevar su mano derecha por todo su pecho, Wen Ruohan vio lo perturbado que estaba el Lan, así que hablo –será mejor practique, que mañana otra vez repasará la lección, pero no sin antes darle un nuevo obsequio; y le indico el cofre.
Con las manos dudosas se inclinó para ver el contenido, saco envuelto en un delgado papel una hermosa túnica bordada, los bordes eran exquisitos en llamas que parecían tener vida, pero la tela donde eran representadas era negra... y de tejido translucido, así que se podía ver su piel y su cuerpo. -Así vas a asistir de ahora en adelante a estas clases, para las demás puedes usar las otras túnicas que te di...- y sin más se retiró del salón, Lan Wangji con rapidez se vistió, pues no dejaría que el guardia lo viera así, justo a tiempo, porque los dos guardias que siempre lo escoltaban llegaron, uno tomo el cofre y lo llevaron a su habitación. El almuerzo estaba servido en una mesa para él.
Antes de llegar a la mesa, sus rodillas tocaron el piso, había perdido cara ante el enemigo, había sido humillado más que ayer. Su preparación mental se había esfumado por impotencia, en eso sin saber porque su mente lo hizo, la sonrisa de Wei Wuxian apareció en su mente, no estaba solo, pero no quería decirle o más bien no sabría cómo decirle en su cara lo sucio que se empezaba a sentir.
Esa noche Wei Wuxian y Lan Wangji estaban mirando el cielo rojo de La ciudad sin Noche en sus respectivas habitaciones, uno pensando en cómo estaba Lan Zhan y en como poder ayudarlo sin causarle problemas y el otro en como aferrarse a las palabras dichas por alguien de ojos sinceros.