Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

66. Luchando contra la Tentación (11) por dayanstyle

[Reviews - 15]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Siwan deslizó la pieza en espiral de plástico alrededor de su muñeca, y prometió no volver a quitársela de nuevo. Al infierno con eso. No iba a correr más riesgos con su seguridad.

—Pensé que no lo necesitabas. —Kwang Hee señaló con la cabeza la muñeca de Siwan.

 

—Eso pensé hasta que mi querido padre me secuestró —dijo Siwan—. No voy a dejar que lo haga de nuevo.

Siwan notó la forma en que Kwang Hee apartaba la mirada, su expresión era culpable como el infierno. Siwan había estado noqueado durante las últimas doce horas. Aún estaba cansado como el infierno, pero se obligó a levantarse de la cama. Estaba tratando de poner todas las piezas juntas de lo que había sucedido a su regreso a la aldea, pero un montón de cosas estaban muy difusas.

—Tenemos que hablar, Siwan.

No le gustaba ese tono. Algo andaba mal y Siwan tenía una urgencia de huir. Kwang Hee no lo miraba a los ojos mientras se sentaba en el sofá. Las entrañas de Siwan se enrollaron firmemente cuando se arrodilló a los pies de Kwang Hee, observando el hermoso rostro de su pareja. —¿Qué sucede?

Su pareja se acercó y apartó el cabello de la cara de Siwan, acomodándolo detrás de las orejas. Las cejas de Kwang Hee hundidas ligeramente mientras se mordía el labio inferior. Era una mirada extraña para el hombre. Kwang Hee siempre parecía tan seguro de sí mismo, tan en control. Por lo que la vacilación era inquietante.

 

—Desde el primer momento en que puse los ojos en ti, yo luché contra emparejarme. Te hablé de mi padre y la razón de eso.

 

Siwan se acercó más, poniendo las manos sobre las rodillas de Kwang Hee. Tenía la sensación de que iba a necesitar la seguridad.

—Lo hiciste.

—Cuando tu padre te secuestró —Kwang Hee dijo mientras sus dedos recorrían la mandíbula de Siwan—. Estaba aterrado. Creí que iba a desaparecerte a alguna parte y nunca te volvería a ver.

 

Hasta ahora a Siwan le gustaba lo que estaba oyendo. Kwang Hee estaba confesando sus sentimientos y Siwan absorbía todo. Sólo que tenía la sensación de que Kwang Hee iba a llegar a algo.

—Durante el camino a tu pueblo, mis emociones eran un desastre. Estaba asustado, enojado y listo para matar a alguien para que regresaras. Pero en ese caldero de emociones, una de las sensaciones que más estaba experimentando me tomó  por sorpresa.

 

Siwan estaba completamente confundido. No tenía ni idea de lo que Kwang Hee trataba de decir. Sabía que el hombre no era bueno para expresarse, pero sus nervios estaban alterados y Siwan deseaba que acabara de decir lo que fuera que estaba tratando de decir.

Kwang Hee se acercó y puso una mano en cada lado de la cara de Siwan, inclinando su cabeza hacia atrás y mirándolo a los ojos. —Me di cuenta de que te amo, Siwan.

Siwan tragó el nudo en la garganta. Sabía que le importaba a Kwang Hee. El hombre se lo había demostrado en todos los sentidos. Saber que Kwang Hee lo amaba era algo que Siwan sólo podía soñar.

Sus dedos recorrieron la mezclilla de los jeans de Kwang Hee. — También te amo, Kwang Hee.

 

Su pareja sonrió, pero podía ver problemas en los ojos café del hombre. Kwang Hee tenía más que decir. Siwan lo sabía. —Sólo dilo. —Sus nervios no podían tomar más suspenso. Siwan ya había sufrido bastante. No quería más malas noticias, pero no iba a evitar que Kwang Hee dijera lo que tenía en mente.

 

Kwang Hee jaló a Siwan y lo acunó entre sus fuertes brazos. Siwan estaba realmente asustado. Se dio cuenta de que Kwang Hee estaba posponiéndolo. —Por favor, sólo dilo, Kwang Hee —Siwan suplicó en un susurro.

—Maté a tu padre. —Los brazos de Kwang Hee se apretaron alrededor de él, casi cortándole el suministro de oxígeno a Siwan. Se dio cuenta de que su pareja estaba esperando una tormenta, que Siwan gritara y gritara y posiblemente le pegara.

—¿Lo hiciste a propósito? —Siwan preguntó, su mente girando ante las noticias. Aunque Delyn había sido un hijo de puta con Siwan, el tipo aún era su padre. No estaba seguro de lo que estaba sintiendo en estos momentos. Sus emociones se habían cerrado y se sentía un poco adormecido.

Kwang Hee se retiró, megando con la cabeza. —Sacó un cuchillo y se dirigía hacia el interior de la cabaña. No podía dejar que te matara, no podía dejar que te apartara de mí, Siwan… no otra vez. Sabía que si te sacaba de la cabaña, nunca te volvería a ver.

 

Siwan observó el rostro de Kwang Hee y su instinto le decía que su pareja seguía ocultando algo. No estaba seguro de poder manejar más malas noticias. Su padre estaba muerto. Esas palabras seguían repitiéndose en su mente. —Por favor, dime el resto, Kwang Hee. Deja de ocultármelo.

 

Las manos de Kwang Hee recorrieron de arriba a abajo los brazos de Siwan. —Eres demasiado perspicaz.

Una vez más, el hombre estaba haciendo tiempo.

 

Su pareja suspiró. —Escuché a Min Hyun decirle a tu padre que no eres hijo de Delyn. Dijo que tu madre estaba embarazada cuando la conoció.

 

Siwan no podía decir que estuviera devastado por la noticia porque Delyn no había sido un buen padre. Aturdido sería más apropiado. —¿Él no era mi padre?

Eso explicaba mucho. Explicaba por qué Delyn siempre le había dicho que era una carga y lo había tratado con una fría distancia durante toda su vida. El hombre odiaba el hecho de que Siwan fuera un recordatorio constante de que su pareja había estado con otro antes que él.

Siwan deseaba que su madre aún estuviera viva. Tenía tantas preguntas sobre quién era su verdadero padre. Pero el secreto de quién era su padre biológico había muerto con su madre. Siwan estaba malditamente seguro que Delyn no se lo hubiera dicho.

—¿Estás bien? —Kwang Hee continuaba acariciándolo, la preocupación en sus ojos.

 

—Voy a estarlo —Siwan respondió con sinceridad—. Es mucho para asimilar de una vez.

 

Los dos se giraron cuando un fuerte golpe sonó en la puerta principal.

Kwang Hee se levantó y se movió del sofá. Los pasos de su pareja eran de depredador, le decía a Siwan que el hombre no estaba jugando. Siwan esperaba como el infierno que no hubiera un problema del otro lado, porque se dio cuenta de que Kwang Hee estaba al final de su cuerda.

Kwang Hee miró por la ventana y luego se movió a la puerta y la abrió. Siwan estaba un poco sorprendido de ver a Jongin de pie del otro lado. —Tenemos que hablar, oso.

 

Su pareja se movió para permitir que con grandes zancadas Jongin entrara. Siwan observó al hombre extremadamente alto sentarse en la silla al otro lado del sofá. Tenía curiosidad por saber por qué Jongin estaba aquí.

Kwang Hee se sentó junto a Siwan, jalándolo de nuevo a sus fuertes brazos. —¿Encontraste a Seung Soo?

Jongin negó con la cabeza. —Él no está en ninguna parte donde pueda ser encontrado, pero cuando reaparezca lo sabremos y lo atraparemos.

 

Siwan sabía que Jongin estaba hablando del Ultionem. El Alfa arrojó algo que Kwang Hee atrapó en el aire. Cuando Kwang Hee abrió la mano, Siwan vio una pequeña llave en la palma de su pareja.

—Parece que la maldita llave está teniendo una gran cantidad de kilometraje en estos días —Jongin dijo mientras se acomodaba  de nuevo.

 

El corazón de Siwan empezó a correr cuando Kwang Hee abrió el brazalete alrededor de su muñeca. Quería gritar de alegría de tener de nuevo su libertad, ahora podría desaparecer. No quería volver a ver ese brazalete de nuevo en su vida.

Kwang Hee le arrojó la llave a Jongin. —Gracias.

El Alfa inclinó la cabeza. —Sólo he venido para quitarle el brazalete a Siwan e informarte sobre Seung Soo. —El hombre se puso de pie y se dirigió hacia la puerta. Echó un vistazo por encima del hombro, con los ojos perforando a Siwan—. También voy a averiguar quién es tu padre biológico.

 

Siwan se mordió el labio inferior, evitando que el sollozo escapara de entre sus labios. Lo único que pudo hacer fue asentir mientras el Alfa se iba.

 

Kwang Hee le dio un beso en la sien a Siwan. —Saldremos de todo esto.

 

Siwan sabía que nunca volvería a sentirse seguro mientras Seung Soo estuviera suelto. Pero tener a Kwang Hee de su lado ayudaba a calmar sus nervios. —Lo sé.

 

 

 

Jongin se dirigió a su motocicleta, sumido en sus pensamientos. Ya sabía quién era el padre de Siwan. Pero no estaba seguro de si debía decirlo. No era asunto de su incumbencia, pero le molestaba que el saberlo inquietara aún más a Siwan que ya había pasado por bastante.

Debería haber mantenido su gran boca cerrada.

 

«Maldito corazón sangrante».

 

No estaba seguro de que fuera en el mejor interés de Siwan decirle que Lee Soo Man era su padre biológico y que Siwan era medio demonio.

Delyn lo había sabido y había hecho que Siwan pagara por algo que no era su culpa.

Quizás era mejor dejar las cosas como estaban. Soo Man no era ni siquiera consciente de que Siwan era su hijo. Lo más probable era que el hombre tratara de utilizar esa información en su beneficio.

No, era mejor que Siwan no lo supiera. Con la decisión tomada, Jongin montó en su motocicleta y se fue. Pero no se dirigió directamente a casa. Esta noche quería montar en la motocicleta. Cargaba tantos secretos que algunos días la carga era demasiado pesada.

 

Una vez que hizo un recorrido fue en busca de Luhan. Su pareja siempre le daba consuelo. El hombre podría ser un problema la mayoría de los días, pero el destino sabía lo que estaba haciendo cuando lo emparejó con el humano.

Luhan entendía los demonios internos de Jongin y nunca lo juzgaba, siempre lo consolaba. Y eso era exactamente lo que necesitaba.

 

 

 

—Creo que mi cabeza da vueltas —Siwan dijo mientras se agarraba las sienes.

 

Kwang Hee se rio mientras besaba a Siwan en el cuello. —Has tomado demasiada azúcar. Eso no es bueno para alguien que no está acostumbrado a comer esas cosas. Te dije que redujeras la velocidad. —Kwang Hee no había dejado de sonreír desde que llevó a Siwan a la ciudad. Su pareja había ido de un lugar a otro, comiendo todo lo que caía en sus manos y bebiendo refresco de todos los sabores que Kwang Hee le compraba.

—Debería haberte escuchado —Siwan gimió—. Siento que voy a vomitar.

 

Caminaron por el centro comercial, principalmente mirando aparadores, a menos que Siwan viera un puesto de comida u otra bebida que aún no hubiera probado. Era refrescante estar con alguien al que no le importaba lo que la gente pensara. Siwan gritaba y se reía tan fuerte como podía.

Kwang Hee amaba eso.

 

Se habían detenido en una tienda de sexo, Kwang Hee invirtió en nuevos juguetes. Le explicó a su pareja lo que eran las diferentes cosas y dejó que Siwan escogiera lo que quería probar.

 

Pensó que elegiría los lubricantes de sabores. El hombre parecía tener un diente dulce ahora que sabía lo que era el azúcar.

—¿Qué es eso? —preguntó Siwan, abriendo mucho los ojos ante el tren que circulaba por el centro comercial. Sus verdes ojos brillaban y Kwang Hee sabía que estaba a punto de viajar en el maldito tren.

 

—Eso es para los niños, Siwan.

—Pero también hay adultos —argumentó Siwan—. ¿Por qué no puedo subir?

 

Sabiendo que su pareja había vivido en el pueblo toda su vida —excepto cuando fue secuestrado cuando era más joven, nunca  había  experimentado  ninguna  cosa moderna, Kwang Hee

cedió, aunque esperaba como el infierno que ninguno de sus compañeros detectives lo atrapara en el maldito tren para niños.

Kwang Hee pagó su boleto y Siwan saltó, rebotando en su asiento.

 

¿Cómo podía negarle al hombre un simple placer? Siwan parecía como si estuviera a punto de estallar de emoción. Kwang Hee se deslizó junto a su pareja y puso su brazo detrás de Siwan,

jalando  su  largo  cabello   negro.  —¿Estás  teniendo  un buen momento?

 

Siwan sonreía de oreja a oreja mientras asentía. —El mejor —le dio a Kwang Hee un rápido beso—. Gracias por traerme.

Esa sonrisa hacía que el montar en el maldito tren para niños valiera la pena. Simplemente no podía creer que hubiera estado de acuerdo. Dios, su pareja estaba convirtiendo a Kwang Hee en un blandengue. En cualquier otro momento, Kwang Hee no sería atrapado ni muerto montando esa cosa.

El tren empezó a moverse y Kwang Hee pensó que iba a tener que clavar el culo de Siwan al asiento. Se asomaba, queriendo tocar todo. Dos veces el conductor tuvo que detener el tren para decirle a Siwan que mantuviera la cabeza y las manos en el interior.

Parecía que se olvidó de sus náuseas mientras saludaba a todos los que pasaban. Cada vez que pasaban a un niño pequeño, Siwan soplaba ese molesto silbato, riendo cuando el niño le devolvía la mirada. El hombre rebosaba de entusiasmo, con el rostro enrojecido. Kwang Hee creía que era el hombre más guapo vivo. Se sintió años más joven con Siwan.

También había descubierto que Siwan era años más joven que él, incluso para los estándares paranormales. A Kwang Hee no le importaba. Siwan era un adulto y era su pareja. Eso era todo lo que le importaba.

—¡Mira eso! —Siwan dijo exuberante, tratando de salir del tren en movimiento cuando vio una tienda de ropa con zapatos tenis de color naranja brillante en la ventana. Kwang Hee tuvo que detenerlo y evitar que saltara del tren.

 

Jaló a Siwan hacia su asiento. —El viaje está por terminar.

Podemos regresar y verlos.

 

Siwan se giró hacia él y luego miró a los pies de Kwang Hee. Tenía una expresión reflexiva. —Sólo he usado sandalias.

—¿Qué pasa en el invierno? —preguntó Kwang Hee. No había manera en el infierno que el padre de Siwan fuera tan insensible para hacer que Siwan usara sandalias… espera, estaba hablando de Delyn. Kwang Hee tenía la sensación de que el hombre había hecho que Siwan se congelara en el invierno. Ese pensamiento hizo que Kwang Hee deseara poder traer al hombre de vuelta a la vida para volver a matarlo.

—Envolvía tela alrededor de mis pies. —Siwan lo dijo como si fuera algo normal. Evitó que la mandíbula le cayera hasta el pecho. Nunca antes Kwang Hee había estado tan agradecido de haber nacido shifter y no Elfo de los Bosques.

 

El tren se detuvo y Siwan salió de la maldita cosa en un abrir y cerrar de ojos. El hombre estaba agotando a Kwang Hee. Agarró a su pareja del brazo antes de que Siwan corriera. —Vamos a ver los zapatos.

 

Siwan parecía como si se hubiera olvidado de los zapatos. Kwang Hee no. Había visto cómo los ojos de Siwan se habían encendido tan pronto como los vio.

Sí, iba a comprarle cosas a su pareja. Kwang Hee ya podía verse en su futuro gastando su dinero en Siwan solo para ver la luz en el rostro del hombre.

¿Se arrepentía de lo que estaba por venir?

 

Por supuesto que no. Siwan merecía eso y mucho más.

 

—Gracias —murmuró Siwan, con el rostro enrojecido—. Sé que el tren es para los pequeños humanos, pero gracias por complacerme.

 

Kwang Hee no podía besar a Siwan de la forma en que quería dado que estaban en un centro comercial, pero sonrió acunando la mejilla de su pareja y dándole un guiño de ojos a su magnífico hombre. —Lo que sea por ti, Siwan.

Dios, Kwang Hee hacía por amor cosas que normalmente no haría. Pero no podía encontrarse diciendo que no. Siwan no exigía nada, sólo disfrutaba lo que la mayoría daba por sentado, o eran demasiado paranoicos para probar. Un viaje en tren le había costado nada más allá que un poco de su orgullo o masculinidad y Kwang Hee sabía que lo haría de nuevo en un santiamén.

 

continuara...

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).