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66. Luchando contra la Tentación (11) por dayanstyle

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—¿Lo has encontrado? —Delyn preguntó a los hombres que había enviado en busca de Siwan—. No debería ser tan difícil de encontrar. Dudo mucho que se alejara demasiado con ese brazalete.

 

Podía ver a su hermano, Seung Soo, mirándolo desde el otro lado de la habitación. Su hermano quería a Siwan y Delyn querían el maldito dinero que le había prometido por su hijo. Estaba cansado de vivir en este pueblo olvidado de Dios y estaba listo para vivir como un rey en el mundo moderno.

Pero no podía hacer eso hasta que encontrara a su hijo.

 —Aún no lo hemos encontrado —dijo uno de los hombres—. No está en el rancho.

 

Por una fracción de segundo Delyn había sido débil, al ver los ojos de su hijo en ese establo. Ese había sido un segundo demasiado largo. Alguien le había disparado y Delyn se había apartado. Maldijo su conciencia. Siwan había sido más que una carga desde el día que nació, y si no hubiera dudado, Delyn estaría fuera de este lugar ya.

—Amplía la búsqueda. No debe estar lejos. —Delyn observó como los hombres salieron de la choza.

 

—Mejor que Siwan aún sea virgen cuando lo encuentren o no hay trato —dijo Seung Soo mientras caminaba lentamente alrededor de Delyn—. No he velado por él para nada. Fuiste tú el que le permitió escapar, así que eres responsable. Encuéntralo. —Seung Soo salió de la cabaña y Delyn apretó los dientes.

 

De una manera u otra, iba a encontrar a Siwan. Y cuando lo hiciera, le daría una paliza antes de entregárselo a Seung Soo. Delyn salió de la choza en busca de su hijo. Si alguien podría engañar a Siwan dándole una falsa sensación de confort, ese era Min Hyun. Siwan confiaba en su primo y Min Hyun lo traería de vuelta a casa.

 

  

—Debes de quitarte esa ropa mojada. —Kwang Hee cruzó la puerta detrás de Siwan, sintiéndose nervioso por primera vez en mucho tiempo. Su pareja había marcado su punto. Si Kwang Hee quería reclamar a Siwan o no, él ya había desarrollado sentimientos por el hombre.

 

Y de acuerdo a la confesión de Siwan, tratar de mantenerse alejado de su pareja sólo lastimaría a ambos. ¿Por qué luchar contra esto por más tiempo? A decir verdad, Kwang Hee estaba cansado de huir, cansado de luchar contra lo que sentía. Rezó a los dioses para nunca pasar por lo que su padre estaba pasando, pero Kwang Hee no podía dejar de vivir porque su padre estaba de luto. Había estado a punto de renunciar a lo mejor que podría sucederle, y joder, si Kwang Hee iba a ser tan estúpido.

Siwan era suyo y Kwang Hee había decidido que no dejaría ir al hombre. También sabía que si reclamaba a Siwan, no había nada que el padre o el tío de su pareja pudieran hacer. La Ley Paranormal impedía que cualquiera interfiriera en un apareamiento.

Una vez que reclamara a Siwan esta noche, tendría todo el derecho a defender a su pareja de la manera que le pareciera correcta. Pero eso no era lo que estaba tratando Kwang Hee de hacer. Sabía que Siwan se preocupaba por su padre y no era su intención lastimar a su pareja. Pero si ese hombre se acercaba a su pequeño fey, Kwang Hee iba a arrancarle la cabeza al hombre.

 

También había mantenido alejado a Siwan, porque no estaba seguro que su pareja pudiera manejar lo que Kwang Hee exigiría de él. A él le gustaba jugar, a veces, un poco duro. Kwang Hee no estaba seguro de que Siwan pudiera manejar eso.

Estaba a punto de averiguarlo. Si Siwan no podía manejar lo pervertido de Kwang Hee, dejaría eso. Pero era una gran parte de su vida y quería que Siwan fuera parte de eso.

Pero esta noche iba a ir despacio. Le mostraría a su pareja los distintos matices que Kwang Hee disfrutaba.

—No puedo creer lo mojado que estoy.

Oh, Kwang Hee podría tomar esa declaración de muchas maneras diferentes.

No se había olvidado por completo del coqueteo que Siwan había hecho en el boliche. Kwang Hee estaba preguntándose si el hombre podía poner su dinero donde estaba su boca.

Estaba a punto de averiguarlo. Quitándose la camisa, Kwang Hee la lanzó a un lado. El aire frío en la habitación acarició su caliente piel. Estaba caliente de la necesidad que latía muy dentro de él. Tendría que haber estado congelado al estar mojado y en una casa con aire acondicionado. Pero Kwang Hee estaba caliente, listo para tomar a Siwan de todas las maneras que pudiera tener al hombre.

Cuando Siwan parecía como si estuviera a punto de irse, Kwang Hee envolvió sus dedos alrededor del brazo del hombre y lo jaló acercándolo. —Puedes desnudarte aquí.

Siwan se quedó allí, viéndose atractivo empapado. Sus ojos verdes se agrandaron mientras observaba a Kwang Hee empujar los pantalones por las piernas. Se dejó caer sobre el sofá, pateó sus botas antes de quitarse los pantalones. —¿Qué estás esperando?

Siwan se agachó y se quitó las sandalias tan lento cómo podía. Kwang Hee se quedó con solo sus boxers mojados. Levantó las caderas y los empujó hacia abajo por las piernas, cayendo el material al suelo.

Ahora estaba totalmente desnudo, duro como el infierno, y esperando que su pareja se le uniera. —Por la forma en que estabas actuando en el boliche, hubiera pensado que estarías corriendo para desvestirte.

 

Kwang Hee se levantó del sofá cuando Siwan se quedó allí viéndose como si no supiera qué hacer. Caminaba hacia su pareja como un depredador, dándole una media sonrisa. Cuando llegó a Siwan, Kwang Hee no dijo una palabra.

—No puedo desnudarme —dijo Siwan con una voz que era casi un susurro. Kwang Hee no retrocedió. Se quedó desnudo y duro, y esperó.

 

Podía ver a Siwan tragar visiblemente cuando sus dedos tomaron la bastilla de su camisa y comenzó a levantar el húmedo material sobre su cabeza. Kwang Hee consiguió su primer vistazo del delgado pecho de su pareja y era un espectáculo a la vista. Su boca ya estaba salivando por morderlo. —Tus pantalones, Siwan.

Kwang Hee sabía que tenía que tomar el control. Siwan parecía estar funcionando con una célula cerebral. El hombre tardó en moverse y la espera volvía loco a Kwang Hee. Comenzó un lento paseo alrededor de su pareja hasta que estuvo de pie en la espalda de Siwan. Presionando el pecho en la espalda de Siwan, Kwang Hee apartó el cabello mojado del hombre a un lado y besó la punta puntiaguda de la oreja de su pareja. —¿Asustado?

Siwan dio un ligero salto y luego dejó escapar un largo gemido. Kwang Hee sonrió cuando vio la oreja de Siwan moverse. Era lo más extraño y la vista más erótica que hubiera visto. Por la reacción a su beso, Kwang Hee también sabía que era una zona erógena de Siwan. Iba a tener que recordar eso.

Siwan empezó a hurgar el botón de sus jeans, le llegaba el jadeante aliento de su pareja, Kwang Hee apoyó las manos sobre las de Siwan.

—Relájate —Kwang Hee le dio un beso en el desnudo hombro—. Sé que estás muy consciente de lo que está a punto de suceder. Si es necesario que me haga cargo…

—N-no, yo puedo hacer esto.

Kwang Hee apoyó la barbilla en el hombro de Siwan mientras observaba la forma torpe en la que su pareja trataba de desabrochar sus jeans. Cuando inclinó la cabeza para ver a Siwan, observó que su pareja estaba parpadeando rápidamente.

—¿Eres virgen, Siwan? —Kwang Hee preguntó con el más ligero susurro de su voz profunda por la seducción y el deseo—. ¿Por eso estás tan nervioso?

 

Tuvo su respuesta cuando deslizó sus manos por los lados desnudos de Siwan y el hombre saltó de nuevo. —¡Mmm, tal vez debería esposarte y llevarte conmigo por el camino de la perversidad!

 

El aliento de Siwan quedó atrapado pero no dijo que no. Esperanza brotó dentro de Kwang Hee de que quizás Siwan podía manejar lo que Kwang Hee quería hacer con el hombre.

Antes de que su pareja pudiera decir una palabra, Kwang Hee se acercó a la mesa del lado del sofá y tomó sus esposas. Pasó el suave acero por el brazo de Siwan, provocando al hombre y esperando a ver si Siwan protestaba ante lo que él tenía en mente.

Su pareja no dijo una palabra.

 

Kwang Hee aliviado colocó un brazalete alrededor de la muñeca del hombre, cerrándolo. —¿Está demasiado apretado?

Siwan negó con la cabeza.

 

Cuando sus dedos acariciaron la otra muñeca del hombre, sintió el silbato de plástico. —¿Necesitas tu silbato, Siwan, o puedo quitártelo?

 

—Yo no… —Con un movimiento casual, giró la cabeza y miró a Kwang Hee—. ¿Lo necesito?

El hombre estaba preguntándole si podía confiar en Kwang Hee, quería saber si era un lugar seguro para él. Kwang Hee tocó el silbato en la muñeca de Siwan. —No lo necesitarás cuando estés conmigo.

 

Cuando terminó de quitárselo, Kwang Hee colocó la otra esposa en su lugar. —Aún tienes el control, Siwan. Lo prometo. —Sus dedos rozaron la parte inferior del abdomen de Siwan antes de que Kwang Hee desabrochara los jeans del hombre. Se tomó su tiempo, bajando  centímetro  a  centímetro  de  la  mojada  mezclilla. El flexible cuerpo de Siwan se tensó cuando el material llegó a sus rodillas. Para sorpresa de Kwang Hee, el hombre no llevaba ropa interior. El pene de su pareja salió libre, la cabeza del pene brillando con el pre-semen—. Inclina tu espalda hacia mí.

Su pareja lo hizo, y Kwang Hee tocó uno de los tobillos de Siwan. Su pareja levantó el pie y Kwang Hee sacó la mezclilla. Hizo lo mismo con el otro pie hasta que pudo dejar los pantalones mojados en el suelo. Kwang Hee sostuvo los costados de Siwan mientras permanecía de pie, ayudando al hombre para que mantuviera el equilibrio.

Kwang Hee pasó los nudillos por la suave espalda de su pareja y una más que caliente nalga antes de moverse para estar frente a Siwan. Inspeccionó al hombre de la cabeza a los pies y apreció cada centímetro de su cuerpo.

 

—Muy lindo. —Kwang Hee manifestó su aprobación. El hombre era ligeramente bronceado, tenía un cuerpo delgado, y su pene era muy impresionante, enrojecido por la excitación y exigiendo atención se curvaba hacia el abdomen.

 

Kwang Hee se alegró de no haber mantenido su decisión de mantener a Siwan alejado. No sólo por el sexo que estaba a punto de tener, sino porque sabía que eran una pareja perfecta en todos los sentidos. —Te ves muy sexy con las esposas.

El lado de la boca de Siwan formó una sonrisa. Parecía que después de todo no era tan tímido. Había un pequeño rebelde en él. —¿Eso crees?

Kwang Hee dejó escapar un gruñido mientras entrelazaba los dedos en el cabello de Siwan. Estaba mojado, por lo que el cabello se veía negro carbón.

Kwang Hee inclinó la cabeza de Siwan, recorriendo con sus dedos la garganta del hombre. —Estoy seguro.

No estaba seguro de por dónde empezar. El cuerpo de Siwan era como una mezcla heterogénea y cada pedazo era un pequeño festín para la vista. Kwang Hee había luchado para no acercarse, pero inconscientemente sabía que era inevitable. Era por eso que no pudo dejar a Siwan con los Moon. Por eso lo había tomado bajo su protección.

Sabía que las cosas llegarían a esto, y una parte de él lo había deseado. Por supuesto, era la parte que no estaba gritando que no quería acabar como su padre.

—Dime, Siwan, ¿alguna vez has chupado un pene? —Kwang Hee observó la reacción de Siwan. El hombre parpadeó un par de veces antes de que sus ojos fueran a la erección de Kwang Hee.

 

—No. —Los ojos del pequeño hombre nunca abandonaron su ingle. Kwang Hee tenía la sensación de que Siwan siempre había querido probar el sexo oral, pero nunca se había atrevido a experimentar.

Rodeando con los dedos la base de su eje, Kwang Hee dio un ligero apretón. —¿Puedes ponerte de rodillas, o necesitas que te ayude?

 

El hombre parecía confuso al principio. Sus cejas se fruncieron cuando comenzó a morder el labio inferior.

—No es una pregunta difícil, Siwan. —Kwang Hee luchó contra la tentación de renunciar a los juegos preliminares y ayudar al hombre. Quería a Siwan tan excitado y dispuesto como Kwang Hee lo estaba. Tenía que controlar sus necesidades.

—Creo que podría necesitar ayuda.

Liberando su eje, Kwang Hee se movió detrás de Siwan y lo colocó suavemente en el lugar. Sus dedos acariciaron el cabello ahora medio seco del hombre, dejando que los mechones se deslizaran entre los dedos antes de caminar lentamente al frente. Siwan de rodillas estaba a la altura perfecta, con la cara justo frente a la ingle de Kwang Hee.

—Tómame en tu boca, Siwan. —Kwang Hee guió la cabeza del pene a los labios de Siwan que se separaron. Era la más espectacular vista que hubiera tenido. Siwan estaba arrodillado, con  las  manos  esposadas  a  la  espalda,  con  los labios entreabiertos y esperando.

 

Kwang Hee estaba malditamente cerca de correrse.

 

El hombre era un sumiso nato. Kwang Hee pudo ver la verdad en los ojos verde esmeralda de Siwan. Quería que Kwang Hee se hiciera cargo, que le mostrara qué hacer. No, que le dijera lo que debería hacer.

Kwang Hee movió la cabeza de su pene sobre el labio inferior de Siwan, pintando la piel con líquido pre-seminal. Antes de que le dijera,  Siwan estaba lamiendo su labio  limpiándolo, su  lengua buscando más de la esencia de Kwang Hee.

Moviéndose hacia adelante, Kwang Hee empujó la cabeza del pene entre los labios de su pareja, temblando ante la sensación de ver el pene desaparecer en la boca del hombre. —Chúpalo, Siwan.

 

Kwang Hee podía sentir sus piernas comenzar a temblar, apenas sostenía el control. Sus dedos se deslizaron por el cabello de Siwan mientras su pareja lamía el fuertemente venoso pene de Kwang Hee. Kwang Hee dio un gruñido agudo, apretando los dientes por el placer que lo recorría.

Siwan podría no saber lo que estaba haciendo, pero el hombre estaba enviando a Kwang Hee rápidamente hacia el borde. Su lengua giraba alrededor de la cabeza del pene, mirando a Kwang Hee mientras se inclinaba hacia adelante y tomaba más de la longitud de Kwang Hee en la boca.

Quería mover sus caderas, joder los lindos labios de Siwan, pero se obligó a detenerse. —Chúpame no me provoques.

Observaba los intensos ojos de Siwan mientras lo sostenía en su lugar. Este era un grado de tortura que nunca había experimentado. La lengua de Siwan apareció y lamió el pene de Kwang Hee. Era duro y áspero en su carne. Kwang Hee no podía controlarse. Se arqueó contra la húmeda boca de Siwan, necesitando más.

—Voy a joderte la boca, Siwan. —Movió sus caderas lenta y uniformemente. Su cuerpo estaba tan duro y se sentía tan caliente que Kwang Hee creía que iba a arder en llamas. Quería dominar y poseer. Sentía la sangre recorrer sus venas.   Quería reclamar a Siwan. Lo deseaba tanto que el deseo estaba a punto de matar a Kwang Hee.

 

Pero primero necesitaba correrse. Su pareja lo miraba con brillo en los ojos. Y luego Siwan gimió. El placer vibraba contra el pene de Kwang Hee, haciéndole jadear en busca de aire. Las pestañas de su pareja bajaron con sensualidad, sus labios cada vez más llenos y el rostro tenso por la necesidad.

Los labios de Siwan se deslizaron eróticamente sobre el pene de Kwang Hee haciéndole sentir como si fuera a derretirse. Sus manos agarraron más fuerte el cabello de Siwan, sosteniendo al hombre en su lugar mientras apretaba su mandíbula.

—Tan bueno —susurró. El placer se construía dentro de él. Su cuerpo se tensó involuntariamente, cada hueso y músculo tenso en su lugar mientras hundía su pene más profundamente en  la boca de Siwan. El calor de los labios de Siwan y la humedad de su lengua recorriéndolo, estaba matando a Kwang Hee, matándolo con placer.

Siwan chupó duro y Kwang Hee arqueó la espalda. —¡Joder! —Sus dedos agarraron más fuerte el cabello del hombre mientras se empujaba más en la garganta, dejando escapar un gruñido agudo, a sabiendas que sus colmillos estaban totalmente fuera—. Ahora voy a reclamarte.

 

 

continuara...


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