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66. Luchando contra la Tentación (11) por dayanstyle

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Siwan aún estaba conmocionado por lo que acababa de suceder cuando Kwang Hee lo levantó del suelo y se lo llevó por el pasillo. Su pareja pateó la puerta y Siwan se dio cuenta que estaban en un dormitorio.

Estaba nervioso y exaltado de que Kwang Hee por fin iba a hacerlo suyo. Su pareja le quitó las esposas y Siwan casi protestó. Le gustaba darle a Kwang Hee el control total porque no tenía ni idea de lo que estaba haciendo.

Su pareja levantó las manos de Siwan arriba de la cabeza y luego cerró las esposas alrededor de la cabecera.

Se quedó allí acostado mirando a Kwang Hee, temblaba no sólo por el aire acondicionado, sino por lo que estaba por venir. No tenía ni idea de lo que Kwang Hee iba a demandar de él. Siwan jaló las esposas y luego suspiró. Le gustaba tener al hombre dominándolo.

No sabía eso de sí mismo, que quería que otra persona tomara el control. No, no otra persona, Kwang Hee. Siwan no tenía ningún problema dejando que Kwang Hee lo dominara. Confiaba en el hombre más de lo había confiado en ningún otro. Kwang Hee era feroz, masculino y su pareja. Siwan sabía que Kwang Hee no le haría daño ni lo forzaría a hacer algo con lo que no estaba cómodo. Podía sentirlo en sus entrañas.

—No puedes soltarte. —Kwang Hee se movió alrededor de la cama. Sus colmillos estaban totalmente fuera, sus ojos café llenos de un fuego salvaje—. Estás a punto de ser reclamado, Siwan. No tiene sentido luchar contra eso.

 

—Yo-yo no quiero luchar contra eso.

—Pero quieres probar tus límites. —Kwang Hee señaló hacia las esposas.

 

Eso era exactamente lo que había estado haciendo Siwan. Él no quería su libertad. Había permitido que Kwang Hee lo asegurara en ese lugar. Siwan quería pertenecer a Kwang Hee, en todos los sentidos de la palabra.

Estaba harto de huir, cansado de que su padre tratara de forzarlo a un apareamiento que no quería. Siwan quería este apareamiento, desesperadamente. Kwang Hee era un hombre ante el que se rendiría con mucho gusto.

Kwang Hee se acercó a la cómoda y Siwan no podía ver lo que el hombre estaba haciendo. Estiró el cuello, pero la espalda de Kwang Hee era demasiado amplia para ver alrededor.

Estaría mintiéndose si dijera que no estaba un poco nervioso acerca de todo esto. Esta era su primera verdadera experiencia sexual —además de la fantástica mamada y él no estaba seguro de lo que iba a suceder.

 

—Soy un hombre muy agresivo en el dormitorio, Siwan. — Kwang Hee le hablaba, pero aún le daba la espalda a Siwan—. Pero quiero que sepas que nunca haría nada para lastimarte.

 

—Lo sé —dijo Siwan con confianza.

Cuando Kwang Hee se dio la vuelta para mirarlo, Siwan no sólo se dio cuenta de lo duro y listo que Kwang Hee estaba, también notó algo en la mano del hombre. Parecía un pene. Siwan no era sofisticado, al menos cuando se trataba de sexo y se preguntaba qué exactamente iba a hacer Kwang Hee con esa cosa.

Espera, Kwang Hee tenía más de una cosa en la mano. Siwan estaba tratando de imaginar qué eran las cosas que tenía cuando Kwang Hee se acercó a la cama, dejó las cosas en la cama y pasó su mano por el interior del muslo de Siwan. —¿Estás listo para jugar, pareja?

 El  aliento  de  Siwan  se  quedó  atrapado  ante  esa palabra.

¿Cuánto tiempo había estado esperando escuchar que Kwang Hee la usara? «Desde la primera vez que se encontró con el hombre». Gimió cuando la mano de Kwang Hee se deslizó más arriba de su muslo, y luego quería llorar de frustración cuando su pareja se detuvo justo antes de sus bolas.

—Vamos a jugar ligeramente hoy, Siwan. —Los dedos de Kwang Hee se deslizaron por sus muslos hasta llegar a las rodillas de Siwan—. Pero quiero que sepas que tengo la intención de jugar muy duro contigo. ¿Puedes manejar esto?

 

—¿Qué tan duro? —Siwan preguntó mientras extendía las piernas separándolas más, esperando como el infierno que Kwang Hee captara la indirecta. Quería ser tocado en todos los lugares íntimos de su cuerpo, pero el hombre seguía pasando sus dedos sobre las malditas rodillas de Siwan.

 

—¿Puedes manejar ser azotado?

El corazón de Siwan se congeló en el pecho, las imágenes de Kwang Hee golpeándolo llegaron a su mente. —¿Cómo a un perro?

Kwang Hee le dio una media sonrisa mientras negaba con la cabeza. —Nada de esa manera. El objetivo es el placer, Siwan. Quiero darte mucho placer.

 

Azotes y placer no eran sinónimos en la mente de Siwan. Uno no iba con el otro. Pero sabía que podía confiar en Kwang Hee. Lamiendo sus labios secos, Siwan jadeaba con fuerza mientras miraba fijamente a los ojos a su pareja.

—Di las palabras para mí —dijo Kwang Hee mientras sus dedos comenzaron de nuevo a recorrer la cara interna del muslo de Siwan—. Dime que esto es algo que quieres.

 

Siwan arqueó la espalda cuando Kwang Hee movió su mano entre sus piernas y rodeó el ano con los dedos mojados. Sus piernas temblaban mientras luchaba para respirar. Su pareja no lo penetró, pero la anticipación era casi exasperante.

Siwan quería gritarle a Kwang Hee que lo tomara, pero no podía encontrar su voz. No cuando el poderoso hombre estaba sobre él, con los ojos café, llenos de necesidad. Kwang Hee parecía que aún estaba en control mientras que Siwan se sentía como si su cuerpo ya no fuera suyo. Pertenecía a su pareja y parecía que Kwang Hee solo acababa de empezar.

—Quiero esto —dijo Siwan cuando su voz finalmente regresó—.Por favor, quiero esto, Kwang Hee.

 

Siwan mordió con fuerza el labio inferior cuando el dedo de Kwang Hee se deslizó dentro de él. Su trasero ardía y le dolía el pecho. Al darse cuenta de que estaba conteniendo el aliento, Siwan exhaló lentamente.

Kwang Hee se movió hasta quedar arrodillado a los pies de Siwan, con una mano apoyada en la rodilla de Siwan. El pene de su pareja seguía estando duro como el infierno y sus ojos eran más oscuros que antes. —¿Te gusta esto?

Las palabras se le escapaban. Siwan sólo pudo asentir mientras apoyaba la cabeza en la almohada, su cuerpo se retorcía de placer. Su pareja estaba moviendo el dedo y haciendo que el cuerpo de Siwan sintiera cosas que nunca había sentido antes. Su piel estaba tensa, su corazón estaba acelerado y Siwan estaba muy muy seguro de que iba a fragmentarse en cualquier momento.

¿Cómo podía alguien manejar tanto placer?

 

—¿Listo para otro? —Kwang Hee preguntó, pero no esperó a que Siwan contestara. Introdujo otro dedo y Siwan gritó cuando el más exquisito deseo lo recorrió  en cascada. Trató de levantar las piernas, pero Kwang Hee las mantuvo firmemente en su lugar con la otra mano y el bien musculoso pecho.

Siwan necesitaba algo, pero no estaba seguro de qué era ese algo. Kwang Hee empezó a acariciarle el pecho, las caderas, las piernas y cualquier otra parte de Siwan mientras sus dedos trabajaban estirándolo.

—Kwang Hee. —Siwan gimió el nombre del hombre, lamiéndose los labios mientras su cuerpo continuaba zumbando a la vida. Todo era tan abrumador.

 

Su pareja iba lento, alimentando el fuego en lugar de encenderlo como lo había hecho en la sala.

—¿Otro?

Siwan jadeó ruidosamente cuando Kwang Hee retiró su mano y luego insertó tres dedos en su culo. Sus rodillas cayeron al igual que su cuerpo. Siwan gritó mientras se corría. Temblaba y se estremecía cerrando los dedos en las esposas que le impedían alcanzar a su pareja.

—Móntalo —dijo Kwang Hee—. Déjate ir.

Siwan seguía temblando, seguía disfrutando de su orgasmo cuando sintió algo romo en su culo. Sabía que no eran los dedos de Kwang Hee. El objeto era demasiado duro. Cerró los ojos y gimió con fuerza cuando su culo se extendió más.

En un segundo, Kwang Hee estuvo al lado de Siwan, acostado junto a él, besando su mandíbula y susurrándole. —Disfruta esto Siwan. Quiero mostrarte el verdadero placer.

 

Comenzó a mover el objeto dentro de él, sacándolo y luego volviéndolo a empujar dentro. Siwan jaló las esposas, las sensaciones se estaban volviendo demasiado.

 

Como si pudiera sentir la desesperación de Siwan, Kwang Hee desaceleró y desaceleró también el objeto. Giró la cabeza hacia su pareja y Kwang Hee capturó sus labios. Su mano libre tomó el cabello de Siwan, jalando suavemente mientras Siwan abría la boca más y Kwang Hee la exploraba con un lento ritmo.

—Solo estamos entrando en calor —dijo Kwang Hee mientras alejaba sus labios—. Planeo jugar contigo durante horas, con o sin juguetes.

 

Siwan apenas oía al hombre. Se balanceaba con el ritmo del movimiento del juguete en su culo. Quería correrse de nuevo tan malditamente urgente que casi le suplicaba a Kwang Hee que le hiciera correrse. Se tambaleaba en el borde, pero no podía caer.

—Mírate —Kwang Hee dijo mientras su mano se deslizaba por el pecho de Siwan—. Dios, no puedo creer que estaba a punto de dejar pasar esta oportunidad.

 

—Kwang Hee, necesito...

—Lo sé, bebé. Y te daré lo que necesitas. Pero todo a su debido tiempo. —Su pareja se movió hasta estar sobre Siwan y luego comenzó a mordisquear su hombro. Siwan no estaba seguro de cuánto más de esto podría aguantar. Kwang Hee le estaba dando una sobrecarga sensorial.

 

—Quiero que esto sea especial, Siwan. Quiero que esta sea una noche que nunca olvidarás. Fui un idiota al alejarte y quiero hacer las paces contigo, para mostrarte lo importante que una pareja es para mí.

—Está bien. —Siwan apenas consiguió decir las palabras. Estaba jadeando por lo que en gran medida su garganta estaba seca. Todo lo que quería era poder correrse. También quería que Kwang Hee lo reclamara, para que Siwan fuera suyo para siempre — sabiendo que le pertenecía a un hombre amoroso y cariñoso.

 

Había sido tratado como un leproso por su padre toda su vida. Su madre murió cuando él era un niño pequeño. Siwan nunca tuvo a nadie que lo considerara suyo, a nadie que lo amara. Quería tanto que Kwang Hee lo amara que la idea de pertenecer al hombre casi le hacía llorar.

Kwang Hee lamió un camino desde el hombro de Siwan a su pezón, su lengua recorrió la endurecida punta, haciendo que Siwan se estremeciera aún más. El hombre sabía lo que estaba haciendo. El cuerpo de Siwan estaba respondiendo en formas que nunca creyó posible.

Cuando su pareja giró el juguete en su culo, Siwan gritó.

 

—Eso se llama la próstata —Kwang Hee dijo mientras le sonreía diabólicamente a Siwan—. Pero me gusta decir que es tu punto dulce.

 

Punto dulce. Sí. Está bien. No le importaba como el hombre quería llamarlo. Mientras siguiera tocándola, Siwan era un hombre feliz. Abrió las piernas aún más mientras trataba de liberar las manos, pero las esposas las mantenía firmes en su lugar.

—¿Aun tratando de escapar de mí? —preguntó Kwang Hee, diversión en su tono.

 

—No —dijo Siwan mientras trataba de humedecer su boca lamiendo sus labios y tragando saliva—. No quiero estar lejos de ti.

Los ojos de Kwang Hee brillaron ante la confesión de Siwan. En ese momento Siwan sabía que amaba profundamente a Kwang Hee. A pesar de que el tipo fue un idiota al principio, había hecho todo lo posible para mantenerlo a salvo. Ahora el hombre estaba haciendo todo lo posible para volverlo loco.

—Y yo no quiero que te vayas de mi lado —Kwang Hee confesó mientras sacaba el juguete—. Amo que me pertenezcas, Siwan. Eres un hombre muy dulce y sexy.

 

Siwan gimió cuando Kwang Hee se colocó entre sus piernas. Quería que Kwang Hee lo tomara, que lo jodiera hasta que se olvidara de en qué planeta vivía. Jaló las manos más duro, oyendo el gemido de la cadena contra la  cabecera.

Kwang Hee pasó los dedos por los muslos de Siwan, provocándolo y dándole a Siwan una sexy sonrisa. —¿Quieres sentir mi pene en tu culo, bebé?

 

—Sí. —Siwan veía a Kwang Hee pasando la cabeza de su pene sobre las bolas de Siwan. Levantó su culo, pero Kwang Hee no lo movió dentro de él. Apretó los dientes, diciéndose que fuera paciente, pero Siwan aún se tambaleaba en el borde.

—Dime que me perteneces, Siwan. Dime que quieres que te domine. —Kwang Hee pasó la cabeza del pene sobre su salida, una vez más.

 

—Te pertenezco, Kwang Hee. Por favor, domíname. —Siwan le diría al hombre todo lo que quisiera oír con tal de que Kwang Hee lo jodiera.

 

—¿Por qué tengo la sensación de que sólo te someterás en la recámara? —preguntó Kwang Hee—. Me parece que tienes un fuerte carácter para someterte a mí en todas las cosas.

 

—¿Todas las cosas? —preguntó Siwan. No estaba tan seguro de eso. Kwang Hee estaba en lo cierto. Siwan podría ser pasivo en este momento, pero a él le gustaba hacer las cosas a su propia manera, ser su propia persona. En el dormitorio era diferente. Le gustaba que Kwang Hee lo dominara cuando se trataba de sexo.

 

¿Pero en la vida diaria?

 Kwang Hee se rio. —Eso fue lo que pensé.

Siwan apretó   los   dientes   cuando Kwang Hee  se acercó, empujando las piernas de Siwan hacia atrás hasta que sus rodillas casi tocaban su pecho. —Eres muy especial.

 

Como sea. Deseaba que el hombre dejara de hablar y empezara a joderlo. Estaba tan malditamente listo que un tenedor podría quedarse atrapado en él.

—Mi pareja —Kwang Hee susurró antes de que la cabeza de su pene entrara en el culo de Siwan. Siwan siseó mientras su cabeza caía sobre la almohada, sintiendo su cuerpo estirado cuando Kwang Hee entraba. Cerró los ojos, apoyó las manos en la cabecera, y se empujó hacia atrás.

—Eso es, bebé. Jode este pene. —Un duro empujón y la dura como el acero erección se enterró en el cuerpo de Siwan hasta la empuñadura.

 

Los ojos de Kwang Hee eran noche líquida cuando Siwan los miró, tan negros que Siwan podía ver su reflejo en el suave espejo de ellos. Kwang Hee era tan malditamente hermoso cuando estaba excitado. Que Siwan no podía creer que pertenecía a ese hombre.

Su pareja tomó los delgados hombros de Siwan y comenzó a subirlo y bajarlo mientras que Kwang Hee aumentó la intensidad de sus empujes. Siwan se retorcía debajo de Kwang Hee, luchando por respirar, su cuerpo húmedo de sudor. Se empujaba contra Kwang Hee, con la cabeza girando contra las sábanas de la cama, arqueándose desesperadamente rogando por correrse. Sus manos jalaban las esposas, quería tocar, pero se lo impedían los brazaletes de acero.

Y luego Kwang Hee desaceleró, sus manos recorrieron el cuerpo de Siwan. —No te vas a correr tan fácilmente, amor. Te dije que iba a tomarme mi tiempo.

 

—Pero quiero que vayas más rápido. —Siwan estaba malditamente cerca de lloriquear. No quería que Kwang Hee desacelerara.

 

Inclinándose hacia adelante, Kwang Hee besó la mandíbula de Siwan. —Pero, ¿quién tiene el control?

 

Kwang Hee dio un empuje con fuerza después de preguntar.

 

—Tú —Siwan gimió, olvidando de lo que se había estado quejando. El pene de Kwang Hee era tan grueso que extendía a Siwan ampliamente. Levantó las piernas y las envolvió alrededor de la cintura de su pareja, haciendo todo lo posible para que Kwang Hee entrara más profundo en él.

Su pareja plantó una mano a cada lado de la cabeza de Siwan y empezó a mover sus caderas, su pene le hacía a Siwan cosas para tenerlo maullando de placer. No quería que esta noche terminara. Quería que Kwang Hee permaneciera enterrado dentro de él por siempre.

Siwan gritó cuando Kwang Hee palmeó su trasero. Los ojos de su pareja se volvieron más oscuros cuando palmeó el trasero de Siwan de nuevo. Kwang Hee estaba disfrutando nalguear a Siwan y Siwan encontró que lo disfrutaba mucho.

—Oh, infierno —gruñó Kwang Hee—. ¿Te gusta esto?

Siwan levantó su trasero más alto, deseando sentir el ardor de nuevo. En cambio, los fuertes dedos de su pareja comenzaron a masajear su maltratado cuerpo. Ahora Siwan no estaba seguro de si quería rogarle a Kwang Hee que lo jodiera duro o que palmeara de nuevo su trasero.

—Te va a encantar lo que he planeado para ti.

—¿Planeado? —preguntó Siwan, apenas capaz de encadenar dos pensamientos.

 

—La próxima vez —respondió Kwang Hee mientras se empujaba más duro dentro de Siwan, moviendo más rápido su pene—. Tengo planes muy sensuales para ti, amor.

 

Siwan no estaba seguro de lo que el hombre estaba hablando, y  ahora  mismo, no le importaba.  Sólo  quería  que  su cuerpo explotara  una vez   más.  Sentir  a Kwang Hee enterrado profundamente dentro de él era el nirvana puro.

Y entonces su pareja mordió su hombro.

 

Siwan gritó cuando pequeñas cintas de colores comenzaron a formarse, uno saliendo de Siwan y otra de Kwang Hee. Se arremolinaron alrededor y luego dos pequeñas formas transparentes de la misma imagen exacta de él y Kwang Hee bailaban alrededor la una de la otra, fusionándose, y luego se separaron, la imagen de Siwan entró en la de Kwang Hee y la imagen de Kwang Hee entró en Siwan.

A pesar de que su pareja había dicho que quería que esto durara por horas, comenzó a empujar su pene cada vez más duro dentro de Siwan, moviendo la cama con la fuerza de sus embestidas mientras gruñía en el hombro de Siwan.

Siwan apretó sus piernas alrededor de Kwang Hee, presionando los talones mientras alternaba flexionando y relajando las nalgas para empalarse más profundo en el duro pene de su pareja. Eso era lo que necesitaba para ser enviado sobre el borde.

Arqueando la espalda, Siwan rodó los ojos mientras su cabeza caía gritando el nombre de Kwang Hee cuando se corrió duro. Sintió a Kwang Hee tensarse y su pareja gruñó fuerte en su hombro, su caliente semilla llenando el culo de Siwan.

Mientras se quedaba sin fuerza, Kwang Hee desaceleró las embestidas antes de que el hombre más grande, finalmente se saliera y tomara una llave de la mesa junto a la cama. Le quitó las esposas a Siwan y luego lo jaló al amplio pecho empapado de sudor de Kwang Hee.

Siwan sólo se quedó allí, aferrándose a Kwang Hee, escuchando su corazón debajo de la oreja. La respiración de su pareja empezaba  a  disminuir  hasta  estar  bajo  control. Kwang Hee acariciaba la espalda de Siwan cuando le dijo: —Me alegro de haber recuperado el sentido. No me puedo imaginar estar sin ti.

 

Siwan sentía lo mismo. Kwang Hee lo había reclamado y Siwan no podría ser más feliz.

 

 

continuara..

 

—¿Lo has encontrado? —Delyn preguntó a los hombres que había enviado en busca de Siwan—. No debería ser tan difícil de encontrar. Dudo mucho que se alejara demasiado con ese brazalete.

 

Podía ver a su hermano, Seung Soo, mirándolo desde el otro lado de la habitación. Su hermano quería a Siwan y Delyn querían el maldito dinero que le había prometido por su hijo. Estaba cansado de vivir en este pueblo olvidado de Dios y estaba listo para vivir como un rey en el mundo moderno.

Pero no podía hacer eso hasta que encontrara a su hijo.

 —Aún no lo hemos encontrado —dijo uno de los hombres—. No está en el rancho.

 

Por una fracción de segundo Delyn había sido débil, al ver los ojos de su hijo en ese establo. Ese había sido un segundo demasiado largo. Alguien le había disparado y Delyn se había apartado. Maldijo su conciencia. Siwan había sido más que una carga desde el día que nació, y si no hubiera dudado, Delyn estaría fuera de este lugar ya.

—Amplía la búsqueda. No debe estar lejos. —Delyn observó como los hombres salieron de la choza.

 

—Mejor que Siwan aún sea virgen cuando lo encuentren o no hay trato —dijo Seung Soo mientras caminaba lentamente alrededor de Delyn—. No he velado por él para nada. Fuiste tú el que le permitió escapar, así que eres responsable. Encuéntralo. —Seung Soo salió de la cabaña y Delyn apretó los dientes.

 

De una manera u otra, iba a encontrar a Siwan. Y cuando lo hiciera, le daría una paliza antes de entregárselo a Seung Soo. Delyn salió de la choza en busca de su hijo. Si alguien podría engañar a Siwan dándole una falsa sensación de confort, ese era Min Hyun. Siwan confiaba en su primo y Min Hyun lo traería de vuelta a casa.

 

  

—Debes de quitarte esa ropa mojada. —Kwang Hee cruzó la puerta detrás de Siwan, sintiéndose nervioso por primera vez en mucho tiempo. Su pareja había marcado su punto. Si Kwang Hee quería reclamar a Siwan o no, él ya había desarrollado sentimientos por el hombre.

 

Y de acuerdo a la confesión de Siwan, tratar de mantenerse alejado de su pareja sólo lastimaría a ambos. ¿Por qué luchar contra esto por más tiempo? A decir verdad, Kwang Hee estaba cansado de huir, cansado de luchar contra lo que sentía. Rezó a los dioses para nunca pasar por lo que su padre estaba pasando, pero Kwang Hee no podía dejar de vivir porque su padre estaba de luto. Había estado a punto de renunciar a lo mejor que podría sucederle, y joder, si Kwang Hee iba a ser tan estúpido.

Siwan era suyo y Kwang Hee había decidido que no dejaría ir al hombre. También sabía que si reclamaba a Siwan, no había nada que el padre o el tío de su pareja pudieran hacer. La Ley Paranormal impedía que cualquiera interfiriera en un apareamiento.

Una vez que reclamara a Siwan esta noche, tendría todo el derecho a defender a su pareja de la manera que le pareciera correcta. Pero eso no era lo que estaba tratando Kwang Hee de hacer. Sabía que Siwan se preocupaba por su padre y no era su intención lastimar a su pareja. Pero si ese hombre se acercaba a su pequeño fey, Kwang Hee iba a arrancarle la cabeza al hombre.

 

También había mantenido alejado a Siwan, porque no estaba seguro que su pareja pudiera manejar lo que Kwang Hee exigiría de él. A él le gustaba jugar, a veces, un poco duro. Kwang Hee no estaba seguro de que Siwan pudiera manejar eso.

Estaba a punto de averiguarlo. Si Siwan no podía manejar lo pervertido de Kwang Hee, dejaría eso. Pero era una gran parte de su vida y quería que Siwan fuera parte de eso.

Pero esta noche iba a ir despacio. Le mostraría a su pareja los distintos matices que Kwang Hee disfrutaba.

—No puedo creer lo mojado que estoy.

Oh, Kwang Hee podría tomar esa declaración de muchas maneras diferentes.

No se había olvidado por completo del coqueteo que Siwan había hecho en el boliche. Kwang Hee estaba preguntándose si el hombre podía poner su dinero donde estaba su boca.

Estaba a punto de averiguarlo. Quitándose la camisa, Kwang Hee la lanzó a un lado. El aire frío en la habitación acarició su caliente piel. Estaba caliente de la necesidad que latía muy dentro de él. Tendría que haber estado congelado al estar mojado y en una casa con aire acondicionado. Pero Kwang Hee estaba caliente, listo para tomar a Siwan de todas las maneras que pudiera tener al hombre.

Cuando Siwan parecía como si estuviera a punto de irse, Kwang Hee envolvió sus dedos alrededor del brazo del hombre y lo jaló acercándolo. —Puedes desnudarte aquí.

Siwan se quedó allí, viéndose atractivo empapado. Sus ojos verdes se agrandaron mientras observaba a Kwang Hee empujar los pantalones por las piernas. Se dejó caer sobre el sofá, pateó sus botas antes de quitarse los pantalones. —¿Qué estás esperando?

Siwan se agachó y se quitó las sandalias tan lento cómo podía. Kwang Hee se quedó con solo sus boxers mojados. Levantó las caderas y los empujó hacia abajo por las piernas, cayendo el material al suelo.

Ahora estaba totalmente desnudo, duro como el infierno, y esperando que su pareja se le uniera. —Por la forma en que estabas actuando en el boliche, hubiera pensado que estarías corriendo para desvestirte.

 

Kwang Hee se levantó del sofá cuando Siwan se quedó allí viéndose como si no supiera qué hacer. Caminaba hacia su pareja como un depredador, dándole una media sonrisa. Cuando llegó a Siwan, Kwang Hee no dijo una palabra.

—No puedo desnudarme —dijo Siwan con una voz que era casi un susurro. Kwang Hee no retrocedió. Se quedó desnudo y duro, y esperó.

 

Podía ver a Siwan tragar visiblemente cuando sus dedos tomaron la bastilla de su camisa y comenzó a levantar el húmedo material sobre su cabeza. Kwang Hee consiguió su primer vistazo del delgado pecho de su pareja y era un espectáculo a la vista. Su boca ya estaba salivando por morderlo. —Tus pantalones, Siwan.

Kwang Hee sabía que tenía que tomar el control. Siwan parecía estar funcionando con una célula cerebral. El hombre tardó en moverse y la espera volvía loco a Kwang Hee. Comenzó un lento paseo alrededor de su pareja hasta que estuvo de pie en la espalda de Siwan. Presionando el pecho en la espalda de Siwan, Kwang Hee apartó el cabello mojado del hombre a un lado y besó la punta puntiaguda de la oreja de su pareja. —¿Asustado?

Siwan dio un ligero salto y luego dejó escapar un largo gemido. Kwang Hee sonrió cuando vio la oreja de Siwan moverse. Era lo más extraño y la vista más erótica que hubiera visto. Por la reacción a su beso, Kwang Hee también sabía que era una zona erógena de Siwan. Iba a tener que recordar eso.

Siwan empezó a hurgar el botón de sus jeans, le llegaba el jadeante aliento de su pareja, Kwang Hee apoyó las manos sobre las de Siwan.

—Relájate —Kwang Hee le dio un beso en el desnudo hombro—. Sé que estás muy consciente de lo que está a punto de suceder. Si es necesario que me haga cargo…

—N-no, yo puedo hacer esto.

Kwang Hee apoyó la barbilla en el hombro de Siwan mientras observaba la forma torpe en la que su pareja trataba de desabrochar sus jeans. Cuando inclinó la cabeza para ver a Siwan, observó que su pareja estaba parpadeando rápidamente.

—¿Eres virgen, Siwan? —Kwang Hee preguntó con el más ligero susurro de su voz profunda por la seducción y el deseo—. ¿Por eso estás tan nervioso?

 

Tuvo su respuesta cuando deslizó sus manos por los lados desnudos de Siwan y el hombre saltó de nuevo. —¡Mmm, tal vez debería esposarte y llevarte conmigo por el camino de la perversidad!

 

El aliento de Siwan quedó atrapado pero no dijo que no. Esperanza brotó dentro de Kwang Hee de que quizás Siwan podía manejar lo que Kwang Hee quería hacer con el hombre.

Antes de que su pareja pudiera decir una palabra, Kwang Hee se acercó a la mesa del lado del sofá y tomó sus esposas. Pasó el suave acero por el brazo de Siwan, provocando al hombre y esperando a ver si Siwan protestaba ante lo que él tenía en mente.

Su pareja no dijo una palabra.

 

Kwang Hee aliviado colocó un brazalete alrededor de la muñeca del hombre, cerrándolo. —¿Está demasiado apretado?

Siwan negó con la cabeza.

 

Cuando sus dedos acariciaron la otra muñeca del hombre, sintió el silbato de plástico. —¿Necesitas tu silbato, Siwan, o puedo quitártelo?

 

—Yo no… —Con un movimiento casual, giró la cabeza y miró a Kwang Hee—. ¿Lo necesito?

El hombre estaba preguntándole si podía confiar en Kwang Hee, quería saber si era un lugar seguro para él. Kwang Hee tocó el silbato en la muñeca de Siwan. —No lo necesitarás cuando estés conmigo.

 

Cuando terminó de quitárselo, Kwang Hee colocó la otra esposa en su lugar. —Aún tienes el control, Siwan. Lo prometo. —Sus dedos rozaron la parte inferior del abdomen de Siwan antes de que Kwang Hee desabrochara los jeans del hombre. Se tomó su tiempo, bajando  centímetro  a  centímetro  de  la  mojada  mezclilla. El flexible cuerpo de Siwan se tensó cuando el material llegó a sus rodillas. Para sorpresa de Kwang Hee, el hombre no llevaba ropa interior. El pene de su pareja salió libre, la cabeza del pene brillando con el pre-semen—. Inclina tu espalda hacia mí.

Su pareja lo hizo, y Kwang Hee tocó uno de los tobillos de Siwan. Su pareja levantó el pie y Kwang Hee sacó la mezclilla. Hizo lo mismo con el otro pie hasta que pudo dejar los pantalones mojados en el suelo. Kwang Hee sostuvo los costados de Siwan mientras permanecía de pie, ayudando al hombre para que mantuviera el equilibrio.

Kwang Hee pasó los nudillos por la suave espalda de su pareja y una más que caliente nalga antes de moverse para estar frente a Siwan. Inspeccionó al hombre de la cabeza a los pies y apreció cada centímetro de su cuerpo.

 

—Muy lindo. —Kwang Hee manifestó su aprobación. El hombre era ligeramente bronceado, tenía un cuerpo delgado, y su pene era muy impresionante, enrojecido por la excitación y exigiendo atención se curvaba hacia el abdomen.

 

Kwang Hee se alegró de no haber mantenido su decisión de mantener a Siwan alejado. No sólo por el sexo que estaba a punto de tener, sino porque sabía que eran una pareja perfecta en todos los sentidos. —Te ves muy sexy con las esposas.

El lado de la boca de Siwan formó una sonrisa. Parecía que después de todo no era tan tímido. Había un pequeño rebelde en él. —¿Eso crees?

Kwang Hee dejó escapar un gruñido mientras entrelazaba los dedos en el cabello de Siwan. Estaba mojado, por lo que el cabello se veía negro carbón.

Kwang Hee inclinó la cabeza de Siwan, recorriendo con sus dedos la garganta del hombre. —Estoy seguro.

No estaba seguro de por dónde empezar. El cuerpo de Siwan era como una mezcla heterogénea y cada pedazo era un pequeño festín para la vista. Kwang Hee había luchado para no acercarse, pero inconscientemente sabía que era inevitable. Era por eso que no pudo dejar a Siwan con los Moon. Por eso lo había tomado bajo su protección.

Sabía que las cosas llegarían a esto, y una parte de él lo había deseado. Por supuesto, era la parte que no estaba gritando que no quería acabar como su padre.

—Dime, Siwan, ¿alguna vez has chupado un pene? —Kwang Hee observó la reacción de Siwan. El hombre parpadeó un par de veces antes de que sus ojos fueran a la erección de Kwang Hee.

 

—No. —Los ojos del pequeño hombre nunca abandonaron su ingle. Kwang Hee tenía la sensación de que Siwan siempre había querido probar el sexo oral, pero nunca se había atrevido a experimentar.

Rodeando con los dedos la base de su eje, Kwang Hee dio un ligero apretón. —¿Puedes ponerte de rodillas, o necesitas que te ayude?

 

El hombre parecía confuso al principio. Sus cejas se fruncieron cuando comenzó a morder el labio inferior.

—No es una pregunta difícil, Siwan. —Kwang Hee luchó contra la tentación de renunciar a los juegos preliminares y ayudar al hombre. Quería a Siwan tan excitado y dispuesto como Kwang Hee lo estaba. Tenía que controlar sus necesidades.

—Creo que podría necesitar ayuda.

Liberando su eje, Kwang Hee se movió detrás de Siwan y lo colocó suavemente en el lugar. Sus dedos acariciaron el cabello ahora medio seco del hombre, dejando que los mechones se deslizaran entre los dedos antes de caminar lentamente al frente. Siwan de rodillas estaba a la altura perfecta, con la cara justo frente a la ingle de Kwang Hee.

—Tómame en tu boca, Siwan. —Kwang Hee guió la cabeza del pene a los labios de Siwan que se separaron. Era la más espectacular vista que hubiera tenido. Siwan estaba arrodillado, con  las  manos  esposadas  a  la  espalda,  con  los labios entreabiertos y esperando.

 

Kwang Hee estaba malditamente cerca de correrse.

 

El hombre era un sumiso nato. Kwang Hee pudo ver la verdad en los ojos verde esmeralda de Siwan. Quería que Kwang Hee se hiciera cargo, que le mostrara qué hacer. No, que le dijera lo que debería hacer.

Kwang Hee movió la cabeza de su pene sobre el labio inferior de Siwan, pintando la piel con líquido pre-seminal. Antes de que le dijera,  Siwan estaba lamiendo su labio  limpiándolo, su  lengua buscando más de la esencia de Kwang Hee.

Moviéndose hacia adelante, Kwang Hee empujó la cabeza del pene entre los labios de su pareja, temblando ante la sensación de ver el pene desaparecer en la boca del hombre. —Chúpalo, Siwan.

 

Kwang Hee podía sentir sus piernas comenzar a temblar, apenas sostenía el control. Sus dedos se deslizaron por el cabello de Siwan mientras su pareja lamía el fuertemente venoso pene de Kwang Hee. Kwang Hee dio un gruñido agudo, apretando los dientes por el placer que lo recorría.

Siwan podría no saber lo que estaba haciendo, pero el hombre estaba enviando a Kwang Hee rápidamente hacia el borde. Su lengua giraba alrededor de la cabeza del pene, mirando a Kwang Hee mientras se inclinaba hacia adelante y tomaba más de la longitud de Kwang Hee en la boca.

Quería mover sus caderas, joder los lindos labios de Siwan, pero se obligó a detenerse. —Chúpame no me provoques.

Observaba los intensos ojos de Siwan mientras lo sostenía en su lugar. Este era un grado de tortura que nunca había experimentado. La lengua de Siwan apareció y lamió el pene de Kwang Hee. Era duro y áspero en su carne. Kwang Hee no podía controlarse. Se arqueó contra la húmeda boca de Siwan, necesitando más.

—Voy a joderte la boca, Siwan. —Movió sus caderas lenta y uniformemente. Su cuerpo estaba tan duro y se sentía tan caliente que Kwang Hee creía que iba a arder en llamas. Quería dominar y poseer. Sentía la sangre recorrer sus venas.   Quería reclamar a Siwan. Lo deseaba tanto que el deseo estaba a punto de matar a Kwang Hee.

 

Pero primero necesitaba correrse. Su pareja lo miraba con brillo en los ojos. Y luego Siwan gimió. El placer vibraba contra el pene de Kwang Hee, haciéndole jadear en busca de aire. Las pestañas de su pareja bajaron con sensualidad, sus labios cada vez más llenos y el rostro tenso por la necesidad.

Los labios de Siwan se deslizaron eróticamente sobre el pene de Kwang Hee haciéndole sentir como si fuera a derretirse. Sus manos agarraron más fuerte el cabello de Siwan, sosteniendo al hombre en su lugar mientras apretaba su mandíbula.

—Tan bueno —susurró. El placer se construía dentro de él. Su cuerpo se tensó involuntariamente, cada hueso y músculo tenso en su lugar mientras hundía su pene más profundamente en  la boca de Siwan. El calor de los labios de Siwan y la humedad de su lengua recorriéndolo, estaba matando a Kwang Hee, matándolo con placer.

Siwan chupó duro y Kwang Hee arqueó la espalda. —¡Joder! —Sus dedos agarraron más fuerte el cabello del hombre mientras se empujaba más en la garganta, dejando escapar un gruñido agudo, a sabiendas que sus colmillos estaban totalmente fuera—. Ahora voy a reclamarte.

 

 

continuara...

 


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