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66. Luchando contra la Tentación (11) por dayanstyle

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Siwan observó a su pareja dormido. No quería despertar al hombre. Su noche había sido agotadora, Kwang Hee despertó para reclamar a Siwan una vez más, de foma más larga que la primera vez, y por lo tanto mucho más dulce y más lento. También estaba cansado, pero alguien estaba golpeando insistentemente la puerta principal. Deslizándose de la cama, Siwan encontró una de las batas de Kwang Hee y se la puso.

Se apresuró a la sala, no quería despertar a su pareja.

 Siwan  dudaba que fueran  su tío o  su padre. No   llamarían.

Cuando abrió la puerta, se quedó boquiabierto. —¿Min Hyun?

¿Qué infiernos estaba su primo haciendo aquí? ¿Y cómo el chico supo dónde encontrarlo? Siwan rápidamente miró detrás del hombre, para asegurarse de que estuviera solo. Tenía que asegurarse de que esto no era una emboscada. En realidad no lo dudaba de Min Hyun.

—Aun sospechas —dijo su primo con las manos en las caderas, y una mirada de exasperación en su rostro—. ¿Vas a dejarme entrar, o tengo que hablar contigo aquí? Es una mañana agradable y todo, pero la humedad está matando mi cabello.

 

Siwan no estaba seguro de qué hacer. Le agradaba su primo. Min Hyun nunca le había dado ningún problema, pero no estaba seguro de poder confiar en el hombre.

—Oh, por amor de Dios. —Su primo pasó junto a Siwan y entró en la casa de Kwang Hee—. Deja de actuar como si estuviera aquí para matarte o algo. —Min Hyun se dejó caer en el sofá, observando las prendas que Siwan y Kwang Hee habían dejado tiradas la noche anterior durante el reclamo—. Oh, alguien tuvo suerte.

Siwan podía sentir su cara calentarse mientras cerraba la puerta. Su primo había sido siempre así. Vivía la vida en sus términos y Siwan envidiaba esa cualidad del hombre. —¿Qué estás haciendo aquí?

 

—Dulzura. —Min Hyun se inclinó hacia adelante, cruzando una pierna sobre la otra—. Cuando hay visitas familiares, se supone que se les ofrece algo de beber, no se les trata como si fueran sospechosos de un crimen.

 

—Sólo si se les invita. No recuerdo haberte invitado, Min Hyun. —Siwan cruzó los brazos sobre el pecho, con el deseo de estar vestido. Su primo era como un huracán. Lo barría todo, causando todo tipo de estragos, y luego volvía a barrer. Siwan no iba a dejar que   el hombre  causara   ningún   estrago.  Ya   tenía   suficiente que enfrentar.

—Tenía que salir. Sabes cuan sofocante puede ser el pueblo.

—Min Hyun miró alrededor de la sala, la nariz arrugada—. Esto es muy rústico...

 

Siwan podría exigirle a Min Hyun que se fuera, pero su primo no era fácil de despedir. Había aprendido esa cualidad de su primo creciendo con el chico que había irrumpido constantemente en el dormitorio de Siwan.

—¿Por qué no te vas a la ciudad como lo haces normalmente? —preguntó Siwan, mirando su ropa.

Recargándose, su primo tomó uno de los cojines, recorriendo con la mirada la habitación. —Porque quería ver lo que estabas haciendo.

 

Siwan agarró su ropa y se dirigió al pasillo. —No toques nada.

 

Min Hyun dio un exagerado escalofrío. —Me da miedo, podría crecerme pelos en el pecho. Este lugar es demasiado masculino para mí.

 

Rodando los ojos, Siwan se apresuró a entrar en el cuarto de baño, donde se vistió rápidamente. Odiaba ponerse la ropa de ayer, pero no tenía elección. Al menos estaban secas. Saliendo del baño, Siwan entró en la sala para encontrarla vacía.

¿Dónde estaba Min Hyun?

 

Presa del pánico, Siwan lo buscó hasta que encontró a su primo en la cocina, husmeando en el refrigerador.

—¿Qué estás haciendo? —Siwan preguntó mientras rezaba para que el hombre se fuera pronto—. Te dije que no tocaras nada.

 

Min Hyun lo miró por encima del hombro. —La comida no cuenta. Me muero de hambre. Dime que tienes algo aquí, además de queso y un poco de comida para llevar que debería haber sido  tirada hace días.

 

Siwan apartó a Min Hyun del refrigerador y cerró de golpe la puerta.

—No se puede entrar en la casa de alguien y ponerte cómodo, Min Hyun. Tienes que irte.

 

Su primo desestimó la preocupación de Siwan con un movimiento de su muñeca. —Parece que estás muy cómodo, Siwan.

 

—Eso no es asunto tuyo. —Siwan no iba a decirle a su primo lo que él y Kwang Hee habían hecho la noche anterior. Min Hyun era famoso por ser un boca floja. No es que le importara que su primo lo dijera, pero Siwan no quería que Kwang Hee pensara…

—¡Wow! —Min Hyun dijo en voz alta, llevándose las manos a la garganta—. ¡Eres un hombre grande!

 

Siwan cerró los ojos y suspiró, sabiendo que Min Hyun estaba hablando de Kwang Hee. Jodidamente genial. Había esperado que su primo se fuera antes de que Kwang Hee se despertara.

—¿Y tú eres? —La voz profunda de Kwang Hee retumbó a través de la cocina.

 —El que se va a ir —Siwan respondió mientras trataba de empujar a su primo hacia la puerta trasera. El hombre no se iba. Giró su cuerpo y esquivó las manos de Siwan. Intentó una vez más sacar a su primo, pero Min Hyun no se dejaba empujar.

—¿Vas a parar? —Min Hyun dijo mientras golpeaba las manos de Siwan—. ¿Por qué tengo que irme?

—En primer lugar, no deberías haber venido aquí — argumentó Siwan.

 

Odiaba el hecho de que alguien de su pueblo supiera dónde encontrarlo. Siwan ya no sentía que estaba a salvo con Kwang Hee.

No era cercano a Min Hyun. ¿Cómo sabía que esto no era una trampa? Miró a Kwang Hee, suplicando con la mirada. Seung Soo era el padre de Min Hyun. Para lo que Siwan sabía, Seung Soo podría haber enviado a su hijo a buscarlo.

Kwang Hee estuvo al lado de Siwan en segundos, mirando amenazadoramente a Min Hyun. —¿Quién infiernos eres?

Min Hyun no parecía ni un poco intimidado. Arrojó su rubio cabello por encima de su hombro mientras le sonreía a Kwang Hee. — ¿Quieres tomar primos?

Siwan estaba mortificado.

 

A Kwang Hee no se le pasaba nada. Le dio a Min Hyun su más deslumbrante sonrisa mientras pasaba el pulgar por el mentón de Min Hyun. —Sólo quiero saber el nombre del hombre que voy a matar —le dijo tan dulce como el azúcar, apoyando su brazo en la parte superior del refrigerador. Siwan quería golpear a su pareja por tocar a otra persona.

—Oh, encantador. —Min Hyun se rio—. Me gustas.

—Es mi primo —Siwan dijo mientras señalaba a Min Hyun con la mano. Sólo quería que el hombre se fuera. Siwan sabía que si su primo se quedaba más, lo avergonzaría—. Él es el hijo de mi tío.

—¿Ese tío? —preguntó Kwang Hee, una ceja elevándose. Siwan asintió. —Sí, ese tío.

—Está bien —dijo Min Hyun apoyando una mano en la cadera y señalando con el dedo a Kwang Hee y Siwan—. Ustedes dos están hablando en clave. ¿Qué sucede?

 

—Tienes cinco segundos para salir antes de que te mate. — Toda alegría había desaparecido del tono de Kwang Hee. Se levantó en toda su estatura, elevándose sobre el otro hombre—. ¿Cómo  te  atreves  a  venir  a  mi  casa  sabiendo  lo  que está pasando con tu padre?

 

—Oh —dijo Min Hyun—. Eso. En realidad, fue el padre de Siwan quien vino a mí. Delyn quiere que convenza a Siwan de regresar a casa — miró a Siwan—. Regresa a tu casa.

—Por supuesto que no —Siwan bufó.

—Bueno,  mi  trabajo  está  hecho.  No  pude  convencerlo. Ahora, ¿podemos desayunar? Me muero de hambre.

 

Kwang Hee miro a Siwan. —¿Siempre es así?

—¿Molesto? —preguntó Siwan—. Me temo que sí. Min Hyun realmente no sigue ninguna regla. Vive la vida como quiere.

 

—Deberías probarlo, primo. —Min Hyun se apoyó en la pared—. Es muchísimo más divertido que seguir esas antiguas leyes. Confía en mí, sé lo que es mi padre. He llegado a un acuerdo con  sus perversiones hace mucho tiempo. Él trató de aparearse conmigo, pero le dije que si se acercaba, le haría pasar un infierno el resto de su vida.

Siwan no sabía eso.

 

—Quiero decir que si yo fuera una mujer —aunque eso sigue siendo asqueroso—, podría entenderlo. Le podría dar un montón de bebés. Pero soy hombre. Eso sólo significa que está mal de la cabeza. —Por primera vez desde que conocía a su primo, Min Hyun se giró hacia Siwan con disculpa en la mirada—. No me gusta que te quiera. Es vergonzoso como el infierno saber que mi padre está loco. Él puede salirse con la suya, porque es un anciano. Si me preguntan, esas leyes deben ser cambiadas.

—Entonces, ¿no estás aquí para secuestrarme? —Siwan aventuró.

 —¿Y entregarte en manos de ese monstruo enfermo?  No. ¿Por qué crees que me mantengo fuera tanto tiempo? Me niego a jugar sus juegos. También sé que tu padre no está tratando de atarte a mi padre por el prestigio. Los oí hablar. Mi padre le prometió  al  tuyo  una  gran  cantidad  de  dinero  para  que te emparejara con él. —Min Hyun cruzó la habitación y puso su mano en el hombro de Siwan—. Acéptalo, tu padre está haciendo esto por el dinero.

 

Siwan estaba aturdido. Odiaba a su padre por tratar de hacer que se apareara a su propio tío por el prestigio, pero saber que se trataba de dinero, de alguna manera, lo hizo diez veces peor. Su padre básicamente lo estaba vendiendo. ¿Qué había hecho tan mal de niño para que su padre le odiara desde el primer día?

No podía entender nada de eso. Siwan rápidamente salió de la cocina con su mano sobre su boca. Ya no le importaba si Kwang Hee mataba al hombre. ¿Por qué debería importarle? Su padre no se preocupaba por él.

 

Un gemido salió de sus labios cuando fuertes brazos lo rodearon y lo levantaron. —Te tengo. —Kwang Hee sostuvo a Siwan cerca mientras se dirigía al sofá y se sentaron. Siwan estaba tan enojado, tan frustrado que quería arremeter contra alguien.

 

En cambio, enterró su rostro en el cuello de Kwang Hee, deseando que Min Hyun nunca hubiera aparecido. Le había dolido la retorcidas lógica de su padre al pensar que quería obligarlo a hacer eso para llevar honrar a la familia, pero ahora que sabía que era por dinero, sentía como si estuviera a punto de vomitar.

—Nunca tendrás que tratar con él de nuevo —dijo Kwang Hee suavemente mientras pasaba sus dedos por el cabello de Siwan—. Me perteneces, Siwan.

 —Él me vendió, Kwang Hee.

—Pero, no lo logró —Kwang Hee señaló masajeando el brazo de Siwan en un movimiento circular—. No le pagarán nada, porque eres mi pareja y no voy a dejar que te tenga.

 

Siwan sabía que su pareja estaba tratando de animarlo, pero no estaba seguro de que nada ayudara en estos momentos. Toda su vida su padre le había dicho que era una carga. Siwan siempre había hecho todo lo posible para mantenerse fuera del camino del hombre y hacer lo correcto sólo para que su padre estuviera orgulloso. Ahora le gustaría poder ir con el hombre y darle un puño en la cara del tipo.

—Sé que duele, bebé. —Kwang Hee le dio un beso en la sien.

Siwan estaba malditamente agradecido con su pareja. No estaba seguro de si hubiera sido capaz de pasar a través de todo esto sin la fuerza de Kwang Hee.

Limpiándose los ojos, Siwan se sentó. —Si alguna vez lo vuelvo a ver, le voy a dar una patada en sus bolas.

 

Kwang Hee sonrió mientras quitaba las lágrimas de las mejillas de Siwan con los pulgares. —Me encantaría ver eso.

—Hola —Min Hyun gritó desde la cocina—. Aún tengo hambre.

—Puedo decir que ambos son parientes. —Kwang Hee retiró el cabello de la cara de Siwan—. ¿Es el mismo primo que compró la placa de policía en la tienda de novedades?

 

Siwan asintió. —También es quien me dio el silbato.

—¿Confías en tu primo? —Kwang Hee preguntó mientras se movía de debajo de Siwan, sus ojos café tan hermosos que Siwan apenas podía creer que este hombre era suyo.

 —Realmente no lo conozco muy bien —confesó Siwan—. Hemos estado juntos y todo eso, pero nunca hemos intercambiado historias ni nada. Mi mente me dice que no confié en nadie, pero mi corazón me dice que Min Hyun no haría nada por su padre o el mío.

 

—Te sorprendería de lo que la familia puede hacer —dijo Kwang Hee—. Nosotros no sabemos si Min Hyun tiene un motivo ulterior. Podría irse contigo si confías en él.

 

Siwan no quería pensar que su primo fuera el malo de la película. Ya había demasiados malos. Agregar uno más a la lista le hacía pensar que la humanidad era una cosa del pasado, si no podía confiar en una persona con la que había crecido, ¿en quién más podía confiar?

Había entendido desde una edad temprana que no debía confiar en su padre. Eso no era sorpresa. Su tío nunca había ocupado un lugar en el corazón de Siwan. Nunca le agradó el hombre. Pero Min Hyun nunca le había hecho nada malo a Siwan. El chico jugaba con sus propias reglas.

 

¿Qué pasa si Kwang Hee tenía razón? ¿Qué pasa si Min Hyun estaba aquí con su propia agenda? No sabía qué pensar. —Me duele la cabeza.

 

—Eso sucede cuando se trata con la decepción. Todo lo que estoy diciendo es que no bajes la guardia. —Kwang Hee apoyó su mejilla contra la cabeza de Siwan. El gesto lo calmó. Incluso si todos en su tribu resultaran ser traidores, sabía que tenía a Kwang Hee.

 

—¿Al menos tienes galletas? —Min Hyun preguntó mientras asomaba la cabeza por el marco de la puerta—. Me vendrían bien aquellas con queso.

 —Le gusta comer —Siwan le dijo a Kwang Hee.

—¿Y aun así está tan flaco? —su pareja bromeó.

—Prefiero ser llamado tentadoramente delgado —dijo Min Hyun—. Ahora ¿pueden dejar de hablar y darme de comer?

 

—Cállate antes de que te eche a patadas —bramó Kwang Hee—. Agradece que aún no te he quitado la cabeza de los hombros por llegar aquí.

 

Min Hyun le sacó la lengua antes de entrar de nuevo en la cocina. Siwan miró a su pareja. —¿De verdad no tienes algo de comer?

—Podría tener algo.

Siwan empujó el pecho de su pareja. —Quédate aquí. Él es mi dolor en el culo. Encontraré algo para darle. —Le guiñó un ojo a Kwang Hee—. O quizás sólo voy a decirle que no hay nada para que se vaya.

 

—Hombre inteligente. —Kwang Hee le sonrió.

Al entrar en la cocina, Siwan decidió que iba a decirle a Min Hyun que no había nada cuando se dio cuenta que su primo estaba de pie junto al refrigerador, con el cuerpo rígido. Sus ojos estaban clavados a un lado de la puerta que Siwan acababa de cruzar.

Siwan captó la señal demasiado tarde. Su padre estaba allí de pie, agarrando a Siwan antes de que pudiera abrir la boca y desapareciendo con él.

 

continuara..


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