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Como recuperar al amor de tu vida en 3 pasos. por AnaMEG

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Notas del capitulo:

Fiebre de sabado por la noche y nuevo capitulo jejejejeje

espero lo disfruten, aqui veremos un poco de drama ;) no los molesto mas y

¡A Leer!

PASO 2: Recupera su confianza y demuéstrale que ya no eres un idiota.

La segunda parte del plan fue más complicada, porque debía ir al ritmo de Alemania para eso, ya convivían más, de eso no había duda, pero había cosas que el chico no compartía con Rusia, había secretos (y sentimientos) que Alemania estaba guardando, esos que hacían que el chico suspirara en medio de sus sesiones de estudio o que sus ojos se perdieran en el cielo mientras caminaban hacia sus casas, eran esos secretos que el ruso no había podido y moría por descubrir. Su hermano le había advertido que esta era la etapa donde debía mostrar madures y ser paciente, sin exigir nada, solo acompañando al dueño de sus sentimientos.

Pero había otra cosa que hacer mientras conseguía la confianza de Alemania y esa era, dejar de ser un idiota, para ser más específicos, Rusia debía dejar de lado, todas esas relaciones clandestinas que fueron su perdición en el pasado. Decirlo era fácil, pero hacerlo le costó bastante, los chicos y chicas con la que Rusia solía “pasar el rato” o “estudiar” no quedaron muy contentos con su decisión, sobretodo México, su ex, por ella había terminado con Alemania en primer lugar y aunque la chica era una amiga con derecho de Usa, no tomo muy bien que Rusia cortara todos los lazos que tenían, es más, ese día, le boto encima un batido de limón con chile que estaba tomando, haciendo que el pobre ruso, tuviera que estar las primeras horas de clase, todo pegajoso.

Pero todo había valido la pena, pues cuando en los pasillos de la escuela se susurraba que el capitán del equipo de hockey había dejado las malas compañías, Alemania le regalo una sencilla sonrisa que le dio la fuerza para seguir con su plan. Claro que después de ganar el primer partido de la temporada para después ir a la fiesta de Halloween que había hecho Usa para celebrar el triunfo del equipo, Rusia tuvo que hacer un gran esfuerzo para no caer, pues Argentina, la hermana de México (lo que significaba que era tan sexy como la otra) lo estuvo buscando toda la fiesta, sumándole a eso, no pudo estar tanto rato con Alemania como quería, pues para mala suerte del ruso, este era muy amigo de Chile, por lo que en la fiesta, el maldito lagarto, lo tuvo todo el tiempo para él.

Aunque se moría de celos cada que Alemania salía con Chile (y no podía seguirlos, porque la única vez que lo volvió a intentar se encontró de frente con el policía de la otra noche y este lo hizo devolver a su casa), sabia por lo que, oída en las duchas, que el chico no había hecho ningún avance en su conquista, por lo que, por ahora podía estar tranquilo, pero para estar seguro, los días que chile invitaba a salir a Alemania, Rusia solía hacer que los entrenos fueran el triple de duros, para que la lagartija saliera cansada y no pudiera estar bien para su cita.

Y mientras Rusia se sentía feliz por sus avances, las cosas con Alemania no eran las mejores. El pobre chico se sentía confundido, por un lado, las cosas con Rusia iban muy bien, aunque al principio creía que el ruso seguía siendo un idiota creído que solo pensaba en sexo, este le había demostrado que había cambiado, y que a pesar de las cosas podían ser amigos. Pero ser amigos era difícil, sobre todo cuando cada que Rusia le sonreía a Alemania le temblaban las piernas y su corazón parecía un tren descarrilado.

Pero la moneda tiene dos caras y la otra cara de esta situación era Chile, si ese chico de cabello rojo con azul y blanco, de sonrisa fácil y que solía hablar raro, también había entrado en el corazón del alemán, y es que Alemania le había prometido a su querido primo Polonia que se iba a dar la oportunidad de conocer a alguien más apenas volviera y se alejaría de Rusia todo lo que pudiera. Y es que mientras Chile era alguien divertido y cariñoso, Rusia era emoción y gustos de nerds, sin olvidar que el ruso conocía todas sus manías, sabía leerlo como un libro abierto, y no lo incomodaba con preguntas innecesarias en esos días donde simplemente no quería saber del mundo.

Preguntas que en ese momento Chile le hacía sin piedad, logrando que la paciencia del chico se fuera por la ventana.

          -Weon, pero si hoy no tienes prácticas, dale, que nos vamos a divertir- Insista el chileno mientras Alemania guardaba sus cosas en el casillero.

          -No puedo Chile, lo siento.

          -Dale, di que sí pa -Decía el chileno mientras intentaba agarrarlo de la cintura- Si hasta van los chicos de tu equipo, weon vamos un rato y si te aburres yo te llevo a tu casa.

          -No puedo.

          - ¿Por qué no weon?

          - ¡PORQUE NO Y PUNTO! –El grito de Alemania, combinado con el fuerte golpe que dio la puerta de su casillero al cerrarse, logro que todos los que pasaban por el pasillo a esa hora, pusieran atención a la pareja y empezaran los molestos murmullos.

Suspirando, Alemania se llenó de paciencia, no era un buen día para él y que el chico insistiera tanto, lo ponía mal, sobre todo cuando vio esa mueca de asombro y tristeza que su reacción provoco

          -Lo siento, no quería gritarte, pero hoy tengo cosas que hacer con mi padre y no las puedo cancelar, ¿te parece si te llamo en la noche?

          -Dale weon, no hay problema- Dijo Chile, pero Alemania podía ver que la sonrisa que le había regalado no llegaba a sus ojos.

Cansado de hablar, Alemania termino de despedirse del chico y sin más salió de la escuela, tenía una visita muy importante que hacer, una que había postergado por tres años.

Aunque estaban a mediados de otoño, ese día el sol había decidido salir, sin importan la fría brisa que soplaba, y que levantaba todas las hojas que los jardineros habían recogido. Algo decaído Alemania miro al cielo, esperando que esos suaves rayos del sol, calentaran lo frio que se sentía su corazón dentro del pecho. La razón del ánimo del pobre chico era que hoy, se cumplían nueve años desde que su querido hermano había dejado esta tierra.

Alemko o Alem como solía decir para abreviar, había sido un niño muy inquieto, era su hermano gemelo, pero mientras Alemania era tranquilo y tímido, Alem era curioso y juguetón, eso sí, ambos eran igual de inteligentes y su padre los amaba por igual, pero la vida había sido cruel y desde que era pequeño, su hermano había sufrido de una rara enfermedad pulmonar, por lo que casi nunca salía de casa y por eso, ambos estudiaron casi toda la primaria desde su hogar.

Pero a pesar de eso, de las interminables horas conectado a un respirador y las vistas al médico, su hermano siempre sonreía, siempre tenía algo nuevo para mostrarle o para hacer, era un chico lleno de vida, era su primer amigo, su amor incondicional, la otra mitad de su alma que la vida le había arrebatado a los nueve años. Desde ese fatídico día, todo había cambiado, la casa, a pesar de todos los intentos de su padre, se sentía fría, todo en general se sentía diferentes, pero era algo con lo que tenía que aprender a vivir. Pero los años pasaban y no era sencillo, levantarse cada día y ver la puerta cerrada del antiguo cuarto de su hermano, con la esperanza que se abriera y un sonriente Alem le diera los buenos días, esa había sido unas de las razones por las que su padre quiso mandarlo a un internado, deseaba que creciera sin la sombra de su gemelo perdido, pero al final, la razón por la que se fue no era esa y esos tres años que había pasado lejos, le ayudaron a sobrellevar la perdida de una forma más saludable para su medio corazón.

Tan metido estaba en los recuerdos, que Alemania apenas y había notado cuando llego al cementerio, solo cuando las grandes rejas negras le imperio la entrada, fue que su mente se concentró en lo que debía hacer. Aunque le había dicho a Chile que iba a estar con su padre, la verdad es que le había pedido a su progenitor que lo dejara ir solo, claro que ahora se arrepentida, se sentía sin fuerzas y desea la compañía de alguien.

Como un autómata, Alemania compro el ramo de flores más colorido que encontró y camino dentro del lúgubre recinto, hacia el lado occidental donde se encontraba la tumba de su querido hermano gemelo. La tumba era una linda placa color marfil con inscripciones en letras doradas, que era cuidaba por un viejo, pero muy lindo roble, recordó Alemania con cariño mientras caminaba entre las tumbas de los extraños que acompañaban a su hermano, bueno, no todos eran extraños, si mal no recordaba su papá le había dicho que muchos de sus amigos del ejército y su abuelo, descansaban en ese lado del cementerio. Pero cuando llego a la tumba, se sorprendió de ver una figura alta parada frente, algo sorprendido, Alemania se acercó a enfrentar al desconocido.

          - ¿Rusia? –Pregunto una vez reconoció esa ushanka negra y sudadera de Adidas.

          -Hola Ale.

          - ¿Qué haces aquí? –Pregunto de nuevo el chico, mientras se ponía a la altura del ruso

          -Visitando un viejo amigo- Respondió el ruso con una sonrisa teñida de nostalgia que logro que la poca fuerza que le quedara al chico desapareciera. Antes de darse cuenta, Alemania se había tirado a los brazos de su amigo, dejando salir el dolor que ese día se había instalado en su pecho, hace años que no lloraba la muerte de su hermano, pero hoy las cosas eran diferentes, hoy quería permitirse ser débil.

Que Rusia estuviera ahí para acompañarlo era una sorpresa, pues el chico tenía el estúpido pensamiento que desde su partida Rusia no había vuelto a visitar la tumba de su hermano, pero ese había sido un pensamiento cruel, al fin y al cabo, fue Alem quien los hizo amigos en primer lugar. Fue hace años, cuando apenas habían pasado unas semanas desde que se mudaron al vecindario, ese día su hermano se había escapado de casa para ir al parque, pero en algún momento los síntomas de su enfermedad, lo habían atacado, impidiendo que volviera a casa, preocupándolos a él y a su padre pues no encontraban al chico por ningún lado.

Fue Rusia quien lo encontró escondido en una esquina del parque, temblando por la fiebre y el llanto, pues no sabía cómo volver a casa, y después de una breve charla, el ruso le presto su chaqueta para cubrirlo del frio y lo cargo en su espalda, decidió a encontrar la casa del extraño chico perdido. Por suerte para los menores, la encontraron rápido, por lo que la recaída de Alem ese día no fue tan grave. Desde ese entonces, Rusia, Alemania y Alemko, se habían vuelto mejores amigos y aunque siempre existió la enemistad entre sus padres, los chicos pasaban todos los días juntos, cosechando una bella amistad.

          -Rusia -Llamo Alemania mientras se aferraba al pecho de su amigo.

          -Aquí estoy Ale- Hablo en un susurro Rusia, mientras sus brazos rodeaban el tembloroso cuerpo del alemán y lo abrazaban con fuerza.

          -Lo extraño tanto… ¿Cuándo dejara de dolerme? -Pregunto el chico en medio de las lágrimas, se sentía tan débil, pero el fuerte olor a menta y tierra húmeda de Rusia lo reconfortaba- ¿Cuándo será el día que deje de sentir que me han arrancado el corazón?

Las palabras de Alemania, combinados con su llanto, lograron que hasta el fuerte y frio Rusia, como solían decirle sus compañeros de equipo, derramara un par de lágrimas, el también extrañaba a Alem, era un chico tan alegre, tan fuerte, pero sobretodo fue el primero en hacerle notar lo que sentía por Alemania, si, el hermano gemelo fue el primero en notar la conexión que existía entre ambos y solía decirle a Rusia que cuando crecieran, debía casarse con su hermano

          -Me gustaría decirte que pronto dejaras de sentirte así- Dijo Rusia mientras acariciaba con cariño la espalda ajena- Pero sería mentira Ale, creo que yo me sentiría igual si algo le pasara a Bielorrusia.

          -Lo extraño Rusia, y me duele fingir que puedo vivir con su ausencia-Dijo Alemania mientras levantaba la cabeza y miraba los ojos contrarios, ese azul con violeta lograba mermar un poco su pena.

          -Yo también lo extraño Ale, no te imaginas cuanto- Dijo el ruso mientras dejaba que el chico viera sus lágrimas- Pero no creo que se haya ido del todo.

          -No me digas que él vive en nuestros corazones, porque eso no ayuda.

          -No me refiero a eso.

          -Entonces ¿A qué te refieres?

          - ¿Alguna vez has sentido la cálida briza de otoño? Esa que juega con las hojas secas y desorganiza los adornos de Halloween, esa que hace que te quites el gorro y dejes que te desordene el cabello–Dijo Rusia mientras dejaba que sus manos acariciaran las húmedas mejillas de su amigo- Tu hermano siempre fue un alma curiosa, que sonreía hasta con el más mínimo detalle, por eso, siempre que siento esa briza, creo que es Alem jugando en el viento, disfrutando la libertad que nunca tuvo en vida.

Como si el viento hubiera escuchado sus palabras, una cálida brisa hizo mover las hojas del viejo roble que estaba junto a la tumba, creando un agradable murmullo que alegro un poco el ambiente, aprovechando ese cálido soplo, Rusia se quitó su gorro, dejando que el viento, revolviera las hebras blancas bajo la atenta mirada del alemán.

          -Por eso cada que te sientas solo, deja que la brisa juegue con tu cabello, deja que el viento se lleve los malos sentimientos y sonríe, porque esa es la mejor forma de honrar la memoria de Alemko- Termino de decir Rusia, volviendo a poner sus manos en las mejillas contrarias, para seguidamente, dejar un cálido beso en la frente de Alemania, buscando que ese gesto, le trasmitiera todo el cariño y la fuerza que el chico necesitaba.

          -Gracias -Fue lo único que dijo Alemania mientras escondía su rostro en el pecho contrario, permitiéndose unos minutos más de silencio, y que los fuertes brazos de Rusia lo sostuvieran.

Después de un rato, el alemán por fin tuvo las fuerzas para volver a sonreír, y con cuidado, casi como quien no quiere la cosa, se despegó del cálido pecho de su amigo.

          - ¿Quieres que te lleve a tu casa o prefieres hacer otra cosa?

          -Me gustaría hacer algo-Dijo el chico mientras por fin dejaba las flores que había traído sobre la tumba, sonriendo cuando vio las que Rusia había dejado, era un lindo ramo de Anémonas.

          -Tus deseos son ordenes- Y después de tomar su mano, Rusia camino a la salida, dispuesto a borrar esa mueca triste de su niño adorado.

***

Al final, Rusia lo había llevado al parque que quedaba en su vecindario, y a la fuerza, lo hizo entrar a uno de los juegos, en donde pasaron el resto de la tarde, abrazados escuchando como los más pequeños jugaban. En algún momento el ruso había comprado comida y un par de cervezas, para al final, terminar hablando durante horas sobre viejas anécdotas. Había sido una tarde muy agrádale para Alemania, sobre todo cuando una brisa cálida de otoño había jugado con su cabello, en ese momento, entendió mejor las palabras dichas por su amigo en el cementerio.

La noche había llegado más rápido de lo que el chico hubiera querido y después de despedirse de Rusia desde la acera contraria, por fin había vuelto a casa y se había organizado para dormir. Pero dormir era difícil después de un día de tantas emociones por lo que ahora estaba frente a la puerta de la habitación de su padre, pues al final, solo lo había visto en la mañana.

          -Pasa -Dijo la voz de su padre después de que tocara un par de veces la puerta.

La habitación de su padre era un lugar que le traía muchos recuerdos, Alem y el solían jugar a ponerse los diferentes uniformes del ejército y correr por la casa o entraban sin permiso a saltar sobre el mullido colchón, pero a pesar de que siempre la desorganizaban, su padre la mantenía impecable, con la gran cama siempre tendida y las cortinas del balcón abiertas, dejando entrar la luz del sol o en este caso la luna.

          - ¿Interrumpo algo? - Pregunto Alemania tímido, hace mucho que no entraba a ese lugar

          -No, estaba revisando unos exámenes, pero ya acabé- Dijo su padre mientras dejaba las gafas sobre la mesa de noche y masajeaba el puente de la nariz- No te quedes ahí parado hijo, ven y acuéstate.

Sin perder el tiempo, Alemania se subió la gran cama, acomodando su cuerpo junto al de su padre, Reich, como lo conocían en la academia y el mundo en general, era un hombre alto y delgado, con el pelo rojo con puntas negras como el ébano y ojos verdes, era alguien que inspiraba respeto e intimidaba por igual, de carácter fuerte y muy exigente, pero en casa, era un hombre tranquilo, que gustaba del orden y la música clásica en las mañanas junto a una rica taza de té.

          - ¿Cómo te fue hoy? –Pregunto el chico una vez los brazos de su padre lo abrazaron y lo acomodaron sobre su pecho.

          -Fue un día algo largo, tuve practicas con un nuevo escuadrón, unos niños mimados que creen que el ejército es un juego.

          -Debió ser estresante- Dijo Alemania mientras jugaba a quitar motas de lana del piyama de su padre.

          -No tanto, la verdad tenía la cabeza llena de recuerdos

          - ¿Cuáles recuerdos?

          -De los que siempre nos trae este día hijo- Mientras hablaba, Alemania pudo ver como los ojos de su padre se empañaban con una fina capa de nostalgia- Pero sobretodo, recordaba la primera y única vez que los lleve a unos juegos bélicos, todavía me sorprende como se escaparon del pabellón de los niños con Rusia y terminaron haciendo que ese viejo tanque funcionara.

          -Alem era muy curioso.

          -Curioso y travieso y a ti te encantaba seguirle el juego, ese día por poco y me echan de la academia, pero valió la pena porque gracias a esa distracción, mi escuadrón gano los juegos.

          - ¿Te arrepientes? –Pregunto el chico con un susurro de voz, según le había contado su abuelo antes de morir, su padre era uno de los candidatos para ser capitán general del ejército junto al señor URSS, pero ambos decidieron retirarse, no solo de la candidatura sino del ejército, pues ambos hombres habían tenido gemelos y se dedicaron de lleno al hogar. Su abuelo nunca le perdono eso a su hijo, pues él antes había ocupado ese puesto y deseaba que Reich siguiera con su legado.

          - ¿De qué?

          - De tenernos- Dijo el chico con otro susurro

          -Alemania, escúchame bien- Dijo su padre mientras lo tomaba del mentón y lo obligaba a verlo a los ojos- Alemko y tu fueron lo mejor que me pudo pasar en la vida.

          - ¿En serio?

          -Por supuesto, volvería a vivir todo, desde la horrible guerra, las peleas con mi padre, hasta conocer al estúpido comunista, con tal de levantarme un día y verlos a ti y a tu hermano en su cuna o escucharlos reír por toda la casa.

          - ¿Lo harías, aunque él volviera a irse?

          - Lo haría una y mil veces más hijo -Respondió su padre al tiempo dejaba un cálido beso en su frente- Además estoy seguro que tu hermano no nos abandonó del todo, su espíritu es la brisa que me despeina en las mañanas y desordena mi escritorio cuando más ocupado estoy

Las palabras de su padre solo lograron sacarle una sonrisa, pues había recordado las de Rusia esa misma tarde y el lindo momento que pasaron después

          -Sabes, Rusia me dijo algo parecido esta tarde- Dijo Alemania mientras dejaba que su padre lo arropara, al parecer los dos estaban lo suficientemente relajados como para dormir toda la noche.

          -Gracias al cielo ese muchacho es más inteligente que URSS- Fue lo último que dijo su padre antes de apagar la lámpara.

****

Los días que faltaban para el partido de Alemania pasaron más rápido de lo que el chico espero, entre entrenos, salidas con amigos y estudios había llegado por fin el sábado en la tarde.

Con los nervios a flor de piel, Alemania termino de ponerse sus rodilleras, tenía la cabeza echa un lio al igual que el corazón, pues todo ese mes aparte de asistir juicioso a clase, había salido con Chile y Rusia en partes iguales. Era difícil para el alemán mantener la distancia y ver qué era lo que de verdad quería, Chile había demostrado ser una muy buena persona, cariñoso y comprensivo, siempre que se veían tenía algún detalle para él o simplemente le daba besos en las mejillas y lo hacía reír toda la tarde. Con Rusia las cosas eran más emocionante, siempre iban a distintos lugares, hablaban por horas de sus cosas, además, esa sonrisa coqueta que le regalaba Rusia cada que lo agarraba de la cintura lograba que sus piernas se volvieran gelatina.

Estaba en una horrible encrucijada, no sabía a cuál de los dos chicos escoger, si a pesar de todo Alemania tenía muy claro que no podía jugar con los sentimientos ajenos y muy pronto debía escoger. Para acabar de poner sus nervios a tope, su amiga y compañera de equipo Japón, le había avisado que Rusia y Chile, estaban sentados en primera fila, listos para apoyarlo.

Dios se había metido en un lio, por suerte ellos no podían entrar a los camerinos o ahora si estaría en un gran problema. Cuando la entrenadora llego para cuadrar los últimos detalles de su estrategia, fue momento de dejar de lado los problemas amorosos y concentrarse en la dura batalla que se le presentaba a continuación. Ante todo, Alemania moría por ganar su primer partido.

A diferencia de lo que había escuchado, el equipo de la academia ASEAN resulto ser un difícil oponente, su equipo había tenido que esforzarse en cada uno de los sets, rematando con fuerza y bloqueando como nunca, el otro equipo estaba dando pelea y aunque les faltaba solo un punto para ganar, parecía que faltaba una eternidad para que acabara el partido. La campana sonó, indicando el ultimo saque, que le correspondía a Japón, marcara la última jugada, un saque perfecto pero que el otro equipo supo responder, rápidamente todo se pusieron en posición, recibiendo el balón, un toque, dos toques y llego el momento del remate final, tal como habían practicado, todos los cinco jugadores se prepararon para atacar, pero era una distracción, el único que tocaría el balón seria Alemania, quien, confiando en que Brasil pondría el balón más alto que las otras veces, para así pasar el bloqueo que el otro equipo tenía sobre la malla, salto con todas sus fuerzas, aprovechando la potencia de sus piernas, de todo el equipo, Alemania era el que tenía el salto más potente, y sus lindas piernas no eran solo un adorno.

Fue un momento de total concentración, Alemania solo visualizo el movimiento que tenía que hacer y su cuerpo siguió la orden, con un fuerte manotazo, clavo el valón en el otro lado de la cancha, tan rápido y tan fuerte, que ninguno pudo pararlo a tiempo, logrando que su tiro, marcara el punto ganador y haciendo que el instituto ONU, pasara a las primeras rondas del campeonato de primavera.

Antes de que sus pies volvieran a la tierra, un fuerte grito se escuchó por todo el gimnasio, habían ganado, pensó Alemania feliz cuando vio como todo su equipo corría a abrazarlo y levantarlo, todos gritaban contentos, incluso su seria entrenadora parecía a punto de llorar. Pero todo quedó en segundo plano cuando girando a su alrededor, Alemania vio a Rusia parado en las gradas aplaudiendo su triunfo, tanta fue la emoción, que el chico se separó de su equipo, dispuesto a correr a los brazos contrarios, perdiendo por un momento de vista a su amigo, claro que cuando unos brazos lo agarraron fuerte de la cintura y lo hicieron girar sobre sus talones, el resto de cosas perdió sentido.

Era un beso, lo estaban besando, fue lo que dijo su cerebro mientras esos labios ajenos devoraban los suyos con pasión y las manos en su cintura lo apretaban con fuerza. Respondió por puro instinto, era tanta la adrenalina en el cuerpo de Alemania que fue lo único que pudo hacer, responder con ganas. Cuando el aire falto y sus labios se sentían demasiado húmedos para su gusto, Alemania se atrevió a abrir los ojos, esperando encontrar unos azules mirándolo feliz, pero los ojos que lo veían pertenecían a Chile, no a Rusia, haciendo que todo su mundo se pusiera de cabeza.

          -¡¡¡Felicitaciones weon, Eres lo máximo!!! –Dijo alegre el chico mientras lo levantaba del suelo y lo hacía girar, todos a su alrededor gritaban y aplaudían feliz, aunque no podía negar que le gusto compartir el beso con Chile, el chico estaba desesperado buscando la inconfundible ushanka negra.

Aunque le costó un poco ubicar a Rusia, logro ver su espalda saliendo por el lateral del gimnasio, como pudo, Alemania se despidió de todos lo que lo felicitaban y corrió al pasillo por el que había desaparecido su amigo.

          - ¡Rusia! -Grito el chico mientras usaba las ultimas fuerzas que le quedaban para alcanzar a su amigo y abrazando fuerte su espalda, detenerlo- ¡No te vayas por favor!

En vez de responderle, el ruso se giró en medio del abraso, dispuesto a enfrentarlo. Decir que el corazón de Alemania se rompió cuando vio esos ojos azules y cara afligida que traída su amigo era poco, se sentía la peor persona del planeta, Rusia nunca mostraba sus sentimientos y ver ese dolor, esa desesperanza en su cara era una tortura, sobre todo cuando a pesar de su sufrimiento el chico fue capaz de sonreírle.

          -Ale, lo siento- Dijo el chico con la voz apagada- Olvide que hoy tenía que cuidar a Kaz, pero estuviste excelente, sabía que lo lograrías.

          -Rusia…yo no quería…el beso fue…Chile me tomo…te juro que no- Las palabras eran una mezcla indefinible, Alemania no era capaz de conectar dos frases completas, se sentía mal, porque a pesar de estar llorando por el dolor de Rusia, una pequeña de su corazón vibraba feliz por la acción del chileno.

          -Shhh no llores- Pido Rusia mientras dejaba que sus dedos, limpiaran las lágrimas del dueño de su corazón, si a pesar de lo que acabada de ver, Rusia era tan idiota como para seguir amando a ese chico de ojos verdes, ojos que en este momento se veían confundidos y llenos de dolor.

          -Tranquilo Ale, todo está bien.

          -No, no lo está- Decía el alemán mientras apretaba los brazos ajenos, buscando apoyo.

          - ¿Te gusto?

          -Si –Respondió Alemania mientras las lágrimas manchaban las manos contrarias.

          -Pero también sientes algo por Chile ¿Verdad?

          -Lo siento- Dijo Alemania, pero antes de poder decir algo más, Rusia se había acercado lo suficiente para que sus labios se juntaran, no era un beso, era apenas una suave caricia, un delicado toque que logro que todas las fuerzas de Alemania desaparecieran y lo único que mantenía de pie, eran las manos de Rusia y sus labios. Eran tan diferentes esos labios, mientras el beso de Chile fue adrenalina pura, el beso de su amigo era una caricia que calmaba su corazón, pero le dolía, le dolía que, a pesar de todo, no era capaz de escoger cual necesitaba más

          -Tú también me gustas Ale- Dijo el ruso con una pequeña sonrisa, no se cansaba tocar las mejillas ajenas- Pero nadie manda en el corazón y no te culpo porque estés confundido

          -No te vayas Rusia, por favor- Pido Alemania en un susurro mientas sentía como el agarre del ruso perdía fuerza

          -Hoy es tu noche, ve y disfruta tu triunfo, ya tendremos tiempo para hablar

          -Rusia

          -Ve, te están esperando –Aunque Alemania lo intento, no pudo retener por más tiempo al ruso y después de otro pequeño beso, lo soltó por completo y siguió su camino.

No supo cuánto tiempo estuvo parado en la mitad de ese pasillo como una estatua, pero debió se mucho pues el ruido de la cancha se había dejado de escuchar, solo cuando unos gentiles brazos lo abrazaron de la cintura y un cálido pecho se apoyó en su espalda, Alemania volvió de a poco a la realidad

          - ¿Qué haces aquí tan solo mi Ale? La entrenadora y el resto del equipo te esperan weon- Dijo Chile dejando un suave beso en la mejilla del alemán.

          -Lo siento –Fue lo único que respondió el alemán, mientras debajo que el otro guiara de nuevo a la celebración.

          -Dale, no tienes de que preocuparte weon, vamos.

Algo que Alemania no sabía era que Chile había visto parte del encuentro con Rusia y pensaba igual que el otro chico, no era culpa de su Ale estar confundido, pero mientras el ruso había decidió darle su espacio a Alemania, Chile tenía muy claro que, si quería ganarse por completo el corazón del alemán, no debía soltar su mano nunca más.

***

La noche fría y silenciosa como lo era en esa época del año, había llegado más rápido de lo que Rusia esperaba, mientras, sentado en el patio de su casa, destapaba la segunda botella de vodka, y dejaba que el amargo liquido apagara un poco, la tormenta de su interior. Decir que se sentía mal, era una absurda mentira, se sentía de la mierda y por más que intentaba borrar la sensación de vacío y animarse pensando que todo estaría bien, seguía recordando una y otra vez lo sucedido en la tarde, esa sonrisa de Alemania cuando lo miro después de ganar el partido, el beso con Chile, su posterior conversación, todas esas imágenes se repetían una y otra vez, torturándolo.

Entendía a Alemania, no podía pretender que después de todos estos años, el chico siguiera amándolo como él lo hacía y que viera la posibilidad de estar con alguien más no era algo extraño. Pero dolía, dolía pensar que, a pesar de todo, terminaría perdiendo a la persona más importante de su vida, es que solo recordar ese sencillo beso, lograba que su corazón latiera feliz, una felicidad que lo carcomía por dentro y le recordaba lo idiota que fue en el pasado y lo idiota que era en la actualidad.

Bebió directo de la botella, mientras miraba el cielo, se le congelaba en trasero por estar sentado en el pasto, pero solo había entrado una vez a la casa y fue porque necesitaba su encendedor y cigarrillos, no tenía ganas de hablar con nadie. Claro que su aislamiento social se vio interrumpido cuando alguien dejo caer una manta sobre sus hombros y escucho una gruesa, pero conocida voz.

          -Si me vas a robarme las botellas de licor, al menos ten la decencia de beberlas fuera de la casa- Dijo su padre mientras se sentaba junto a él.

          -Lo siento –Fue lo único que dijo el chico mientras miraba a su padre, estaba usando un suéter negro de cuello alto y un pantalón con estampado militar, no sabía por qué, pero eso le causaba gracia, a lo mejor, el vodka ya le había licuado la mantente.

Sin decir nada más, su padre le arrebato la botella que tenía en la mano, le dio un buen trago y prendió un cigarro, dejando que el silencio y el frio de la noche, se colara entre ambos, el mayor estaba esperando el momento indicado para hablar. Cuando la botella iba casi por la mitad y el cigarrillo estaba por acabarse, fue el momento de intervenir para URSS

          -Así que, de nuevo se trata de Alemania

-Si -Dijo el chico sin ánimos, de todo el mundo, su padre era el único al que le había contado la verdadera razón de su ruptura con el alemán, había sido algo difícil, pues su papá casi lo mata por haber hecho algo tan cobarde y rastrero, pero al final, había reconfortado a su pobre corazón y le había ayudado a seguir adelante.

-Tu hermana me conto lo que paso en el partido y en general, todo lo que llevas haciendo desde que él volvió.

-Entonces entenderás porque estoy así- Antes de terminar de hablar, Rusia ya había empujado la botella contra sus labios, disfrutando del momento, soñando con que fuera otra boca la que tocara sus labios.

-Más o menos, pero prefiero escucharlo de tus labios- Dijo URSS mientras recibía de nuevo la botella.

-Me dijo que yo le gustaba- Dijo Rusia sin ánimos- Pero está confundido.

-Es normal Rusia, no podías esperar que te recibiera con los brazos abiertos después de todos estos años.

- Ya lo se

- ¿Entonces?

-Entonces ¿Por qué me duele tanto? –Pregunto Rusia a su padre mientras jalaba su gorro, intentando inútilmente esconder las lágrimas.

-Ven acá hijo- Antes de volver a retomar la conversación URSS rodeo con sus grandes brazos el tembloroso cuerpo de su hijo, tratando de aminorar su pena- La vida siempre nos devuelve lo que damos y tu tenías una deuda con Alemania, por lo que paso hace tres años…No quiero decir que él lo hizo como una forma de venganza, simplemente las cosas se dieron de una forma diferente a la que esperabas Rusia.

-Eso lo entiendo padre, pero me sigue doliendo… ¿Por qué sufro, sí sé que le gusto? Si después de tanto quererlo hoy por fin volví a besarlo ¿Por qué me siento como una mierda?

-Porque muy en el fondo sabes, que después de todo tu esfuerzo, de toda tu dedicación y amor, al final hay la posibilidad de que Alemania no te escoja.

-Si eso es verdad ¿Qué caso tuvo todo lo que hice?

-El caso fue que te atreviste Rusia- Dijo su padre mientras apretaba su agarre- Fuiste valiente y luchaste por lo que querías, en vez de quedarte sentado viendo tu vida pasar entre lamentos y pensando en el “hubiera”

          - ¿Y si vale la pena todo este sufrimiento? -Pregunto el menor mientras limpiaba sus lágrimas y volvía a tomar de la botella olvidada.

          -Vale cada maldito segundo en el que luchas por lo que quieres hijo, siempre hay la posibilidad que no lo consigues, pero lo que se aprende en el camino es una buena recompensa.

Dijo URSS mientras consolaba al menor, entendía por lo que pasaba el chico, y como padre, deseaba poder evitarle el dolor del rechazo, pero ni todo su amor cambiará las circunstancias, al final, era algo que Rusia debía vivir, pero por ahora lo dejaría ser un niño más tiempo y que entre sus brazos, encontrará un refugio en el cual esconderse de aquello que lo atormentaba.

          - ¿Alguna vez luchaste por algo y al final perdiste? – Pregunto Rusia después de un rato, las lágrimas habían parado y se sentía un poco mejor.

          -Luche por tu madre hasta el último día que la tuve conmigo-Dijo URSS mientras miraba al cielo nostálgico- La extraño, pero verlos a ti, a Bela y a Ucrania sonreír, es mi recompensa después de todos estos años.

          -Gracias- Dijo Rusia en un susurro.

          -No hay de qué-Dijo su padre mientras dejaba un beso en su frente- Ahora, termínate esa botella y a la cama.

          -Pero son las ocho de la noche ¿Por qué tengo que ir a la cama tan temprano?

          -Porque estas castigado Rusia, sabes que no puedes tocar mi reserva de licor- Dijo el adulto con gracia, su pequeño fruncía el ceño igual que él cuándo quería intimidar a sus estudiantes de la academia- Mañana madrugas a lavar mi camioneta si quieres ir a la fiesta de celebración de tu próximo partido, el cual te recuerdo, es el próximo sábado.

          - ¿Qué? Oh vamos viejo, lavar ese monstro me tomara todo el día.

          -Por eso tienen que levantarte temprano, anda, te espero en la casa para la cena-Dijo su padre mientras se levantaba y limpiaba las hojas traviesas que se pegaban a su pantalón- Además, tienes que bañar a Kazajistán después de la cena y lavar los platos.

          -Eres despreciable ¿Lo sabias? –Grito el chico fastidiado, bañar a su hermanito no era problema, el problema era lavar los platos, Canadá cocinaba delicioso, pero ensuciaba hasta la última cuchara de la casa.

          -Yo también te quiero hijo- Fue lo único que dijo URSS mientras entraba a la casa, escuchando de fondo, los quejidos y maldiciones de su segundo hijo.

Notas finales:

Eso fue todo por esta noche amigitos :D 

Preguntas, comentarios, felicitaciones, son bien recibidas 

nos leemos pronto jejeje


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