6.
—De... De que hablas?—preguntó con las cejas alzadas, pero la cara roja, claro que sabía de que hablaba!, más no quería admitir nada y se haría el loco frente a su mejor amigo.
—Sabes de que hablo gordo!, desde que llego Tony Stark lo único que haces es estar con él, chatear con él o pensar en él—dijo rodando los ojos, cruzado de brazos, no se le había pasado la manera en la que veía al chico Stark y no le importaba en lo más mínimo, hace como un año que Peter le había dicho que "posiblemente le gustaran los chicos también" y él tenía poca cosa que decir.
Sin embargo molestarlo como venganza por no escucharlo era otra historia, él podía ser algo malvado.
Peter se sonrojo furiosamente hasta las orejas, refunfuño algo inteligible antes de volver a mirar su celular y sonreír con la foto del gatito de Tony, parecía que cualquier cosa que viniera del castaño automáticamente lo consideraba adorable.
Tony tuvo que despedirse del Lindo chico ojimiel para ir a ayudar a su madre; Esos días que estaban ellos dos sólos en casa eran muy valioso para Maria, ya que eran días donde podían hacer distintas actividades juntos, como regar las plantas o preparar la merienda.
Stephen le había explicado que era muy bueno que pasaran tiempo juntos y Tony se sintiera "protegido" al estar junto a su madre.
Maria suspiró cansada, ya era de tarde y en unas cuantas horas llevaría a su retoño al doctor, debían revisar los niveles de hormonas y además monitorial el efecto de las nuevas pastillas, hace un mes que le habían recetado unas que eran menos fuertes —Al menos así se lo había explicado el psiquiatra.
Se colocó las botas y espero a que el castaño se fuera a poner una chaqueta, ya estaba llegando el otoño y lo que menos quería era que Tony se resfriara; Ya listos salieron de la casa y se subieron al auto, Tony lucia muy inquieto, movía sus pies de un lado para otro y se mordía el labio.
Llevaba en su mochila su celular de donde jugaba diversos juegos para entreter su mente y no caer ante su ansiedad, más los hospitales no eran un lugar que disfrutará, habían muchos recuerdos desagradables de ese lugar en especial.
Decidió no pensar en eso, prefería no recordar ciertas cosas y mejor concentrarse en que sólo sería un chequeo rápido e indoloro.
¿Honestamente? Lo que más odiaba era el dolor, todavía sentía en su cuerpo las contusiones y los golpes de aquel accidente; Se araño las manos nuevamente, al verlas se mordió el labio, estaban rojas y llenas de heridas más o menos cicatrizadas.
Había intentado dejar de auto lastimarse, pero era más fácil decirlo que hacerlo, cuando se dañaba había un cierto alivio-extraño que era adictivo, no se daba cuenta cuando comenzaba a hacerlo o cuando lo dejaba, sólo que lo despejaba, cómo si la neblina detrás de sus parpados fuera más clara de pronto.
Tomó aire profundamente al ver el edificio blanco con puertas de cristal, se mentalizo una vez más, mientras su madre le apretaba la mano en señal de confort; Ambos se bajaron y su mamá fue a sacar el ticket de tarifa, antes dándole algo de dinero para las maquinas de golosinas en el estacionamiento.
Ya quería salir de ese lugar tan oscuro, recordó como los primeros meses después del accidente y de mudarse de New York no soportaba la oscuridad, ni mucho menos los espacios cerrados, solía dormir en la sala con todas las luces prendidas y aún así no conciliaba el sueño, su madre le daba pastillas para dormir cada noche y se quedaba con él en el sillón acariciando su cabello.
Con tiempo y terapia fue dejando ese miedo atrás, aunque aún le causaba ansiedad no se ponía histérico como antes.
Cuando entraron se sentaron un tiempo en la sala de espera hasta que los llamaron al laboratorio, una de las enfermeras lo llamo y le sonrió para confortarlo, al parecer estaba algo pálido porque la mujer le pregunto si estaba bien.
Respiró repetidas veces antes de subir su brazo izquierdo a la mesita, este estaba algo rasguñado y amoratado, más la enfermera no dijo nada y busco una buena vena, tanteo su brazo con los guantes de látex, que le hacían cosquillas, antes de apretarla con una liga azul, acerco una aguja a la piel.
Sintió su corazón latir en su oído, miró para otro lado cerrando los ojos cuando se la enterraron, bloqueo lo más posible los recuerdos, más le fue imposible, vio borrosos momentos en donde varios hombres le enterraban cigarros quemando su piel y riéndose de él.
No supo cuando comenzó a llorar, sólo que lo estaba haciendo, por suerte la rubia ya había terminado; Ella le entrego un algodón con olor a alcohol para que se despejará.
Más no funcionó y en unos segundos todo se volvió oscuro, no regreso en sí hasta que estuvo en su casa y su madre lo miraba preocupado, sintió su boca seca por lo que busco con la mirada algo para tomar.
Al parecer Maria sabía que despertaría sediento, por lo que le tendió un vaso de agua, casi se trapico con lo rápido que lo bebio; Cuando estuvo satisfecho dejo el vaso en la mesita de noche y miró a su madre.
—Que..Que paso?—preguntó con la voz rasposa, se la aclaro carraspeando un poco.
—Que día es hoy?—Le preguntó de vuelta, su voz era tranquila y amable, Tony se apoyó en la cama entendiendo que se había desmayado.
—Lunes—Respondió con el ceño fruncido, mas disipo la nieblina de su mente, volviendo en sí,—digo es miércoles—Volvio a decir, esta vez recordando lo que había pasado unos momentos atrás.
—Recuerdas algo?—Interpelo su madre, sentándose en la cama acariciando la cara demacrada de su hijo.
—Fui al doctor y me sacaron sangre, me desmaye no es así?—preguntó suspirando abatido, había querido creer que ya no eran tan frecuentes los desmayos, más se daba cuenta de que sólo fue temporal, no quería volver a eso nunca más.