- ¡Uruha, baña al puto gato! - exasperado grito el encargado.
- ¡no quiero! - se negaba el chico pelirrojo.
- ¡báñalo!
- ¡No! ¿Que no los gatos se bañan solos, con su lenguita? - lamió su mano, imitando a un felino cuando se acicalaba.
- A veces, - tratando de no perder la cordura intento informar al pelirrojo.- los gatos necesitan un baño cada cierto tiempo y aquí estamos nosotros para atenderlos.- sonrió Kai.
- ¡pues no se ve que vaya a cooperar el infeliz! – Uruha apunto con el pulgar al "dragón" maullando estruendosamente dentro de la tina de baño.- ¡ni se te ocurra! - lo amenazo al escuchar un gruñido ronco.- ¡hijo de puta!- grito de nuevo, quitando su mano antes de recibir una mordida.
- Uruha, te pido de favor que lo bañes. -hizo una plegaria juntando las manos.
- ¡me niego! - sin mas ideas por usar, el fastidiado encargado tuvo que hacer uso de su arma letal llamada: autoridad, en visto de que el chico nuevo se negara a una simple tarea recurrió a la mas vil propuesta.
- ¡Bañas al gato o estas despedido! -prepotente amenazo.
- ¡pero porque, si acabo de llegar! -confundido mira el chico castaño mas bajito que el.
- ¡Porque no obedeces una simple petición!
- ¡A chinga! ¿quien te dio el poder de correrme?
- Por si no lo acuerdas, mi hermano y yo somos dueños de este local, así que tengo todo derecho de hacer. ¡Baña al gato o te corro!
- Es que... - "convencido" miro con desagrado a la bestia indomable ya un poco mas relajada, o mas bien cansada de pelear contra la pechera.
- ¡Es un gato bonito, chiquito, adorable! No te pasara nada.
- ¿estas seguro de que no me va pasar nada?
- Nada de nada... Salvo unas rasguñitos, chiquitos, pero todo estará bien, por ahí hay agua oxigenada.
- ¡O sea que si voy a salir herido! -lloriqueo Uruha imaginándose los posible daños. Kai, en cambio, golpeo su cara arrepentido de haber dejado escapar ese comentario. ¡Por poco y lo convencía!
- Se bueno con el gato.-dedico una sonrisa fingida, estaba cansado de pelear. No encargaba esta tarea por simple desagrado o que le cayera mal Uruha; bañar un gato es una de los trabajos mas difícil, lo que quiere decir: si logra vencer el miedo y completar la misión, significaría tener un excelente empleado dispuesto a tratar con las diferentes especies de animales que podrían entrar por la puerta. - Si lo haces bien, el dueño quedara complacido y tendrás buena paga.
- ¡Y mi pinche vida! – indignado el pelirrojo puso sus manos en la cintura.
- ¡Eso lo pagara el seguro... si es que te quedas!
- ¡Mira que buen servicio! ¡Me niego! ¡Que lo haga Reita! - apunto a su amigo rubio quien desde hace un rato reía bajito a espaldas de sus compañeros para no ser parte de la bronca, aunque en cierta manera, el ya estaba igual de involucrado al haber recomendado a su amigo como buen trabajador, mala idea.
- Esta ocupado bañando un puddle.- dijo Kai mirando al chico de tres años de antigüedad tratando con cariño y jabón las patas del canino blanco que alegre enseñaba su lengua rosada. Reita, resulto ser un excelente empleado amante de los animales. Claro, al principio tuvo imprevisto y temores pero aprendió rápido, nada comparado al chico nuevo de hoy.
- Yo podría bañar a ese puddle.- se cruzo de brazos Uruha, esperando que su berrinche de ya casi una hora le otorgara el tan amado cambio de tarea.
- ¡No! Tu te encargaras del gato.- seguía insistiendo el encargado ya impacientado por la mala actitud de su nuevo empleado, después regañaría a Reita por ofrecerle un pésimo candidato.
- ¡esa cosa me va a matar!
- ¡es un gatito!
- ¡Ese puto dragón me va a tragar!