Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

"Belleza Escondida" por ShineeLuhan

[Reviews - 29]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Nuevo capítulo, espero les guste mucho.

Gracias a Kitana por su comentario, me hizo mucha ilusión saber que le gustó mucho la historia *-*

“CAPÍTULO CINCO”

 

 

“Dentro de ti”. Sus palabras le evocaron imágenes de cuerpos ondulantes y besos profundos, y Will se dejó caer contra el cuerpo del corpulento doctor. Hannibal le sujetó los hombros y hundió el rostro en la curva de su cuello.

 

--Oh, Will- gimió, aspirando su fragancia como si fuera lluvia en un desierto. El castaño se pasó la lengua por los labios y alzó la mano para tocarlo, deteniéndose a medio camino. Giró, pero el rubio doctor le agarró la muñeca y le sujetó los brazos tras la espalda. Ese movimiento obligó a Will a apoyarse en Hannibal y tuvo que respirar profundamente al sentir la dureza de su virilidad.

 

--¿Ves lo que le haces a mi cuerpo?

 

--No es más de lo que le haces tú al mío, Hannibal- alzó el rostro hacia el suyo, escondido en las sombras. Su cuerpo ardía con una pasión que no había soñado con sentir nunca.

 

--¿Harías siquiera esto sin verme?- preguntó Hannibal, acercando el rostro y rozándole los labios con los suyos, provocando chispas de pasión.

 

--Sí- susurró el castaño.

 

Inmediatamente, Hannibal cubrió su boca con un beso suave y reposado. Todo se desbocó, y lo besó una y otra vez, con fuerza y deseo.

 

Will lo aceptó, disfrutando de su poder, adorando la gloriosa oleada de sensaciones que envolvía su cuerpo en fuego. El corazón amenazaba con estallarle en el pecho y cuando Hannibal se apoyó en la pared, sujetándolo entre las piernas, le dejó hacer sin protestar lo que quisiera. Era muy erótico estar a oscuras en la escalera, sin poder tocarlo, deseando hundir los dedos en su sedosa cabellera rubia y demostrarle que no podía dominarlo.

 

Cuando introdujo la lengua entre sus labios, Will se abrió a su invasión, haciéndole gemir de deseo. Hannibal le sujeto las muñecas con una mano, llevó la otra hacia su espalda y lo apretó contra sí. El castaño se movió y se revolvió, gimiendo de frustración al no poder tocarlo.

 

Hannibal estuvo a punto de perder el control cuando Will recorrió sus labios con la lengua, volviéndolo loco de pasión…Pasión…Un fuego que solo ardía una vez en la vida. Era como si ambos intentaran apagarlo con un solo beso, pero lo único que conseguían era avivarlo aún más.

 

Hannibal posó la mano en el hombro del castaño, rozando su piel desnuda al borde de la bata. Ese simple contacto fue como un relámpago para su cuerpo, apretó y Will se arqueó hacia él. Lo tocó, deslizando la mano por su pecho hasta uno de sus tiernos y sonrosados pezones. El menor comenzó a besarlo de forma salvaje, apretándose más contra su cuerpo. Hannibal volvió a acariciarle el pecho, dibujando círculos alrededor del pezón, mientras su lengua acariciaba lo más profundo de su boca. El imponente galeno se sentía vivo, caliente y palpitante por el hermoso castaño; deseaba más…muchísimo más. Deseaba sentir sus manos, su cuerpo acoplado sobre el suyo, disfrutar de las caricias de otro hombre, de ese hombre. Solo de él.

 

Pero no podía. Aunque deseaba quedarse allí el resto de la noche, sabía que había cruzado una frontera prohibida. Apartó la boca de golpe.

 

--No- suplicó Will, al saber que iba a abandonarlo, a dejarlo así, húmedo y hambriento.

 

--No puedo- haciendo un esfuerzo por respirar, Hannibal lo apartó y se irguió. Lo soltó y Will cayó hacia atrás, tembloroso. El castaño apoyó los brazos en los hombros de su jefe para equilibrarse y Hannibal se puso tenso.

 

--Will, no lo hagas.

 

No lo obedeció. Dejó que sus manos se deslizaran por el torso cubierto de seda, sintiendo los latidos de su corazón y los músculos tensos, bajando hasta el cinturón de la bata. Hannibal se puso duro como una roca.

 

--No lo hice por lástima, Hannibal- musitó con dulzura Will- Deseaba hacerlo- sus dedos llegaron a las caderas, peligrosamente abajo, después se volvió y comenzó a subir las escaleras- ¿O es que no te has dado cuenta?

 

Hannibal se quedó parado. No podía moverse. Ni siquiera fue capaz de contestar. Lo vio subir, con la bata entreabierta y gran parte del torso al descubierto. Sin apartarse, Will se detuvo en el primer rellano y miró a las sombras.

 

--¿Sigues odiando cómo te hago sentir?

 

--Sí…y no- replicó el doctor apoyando la cabeza en la pared.

 

--¿Qué parte de ti ganará, Hannibal? El hombre que acaba de llevarme al paraíso con un beso, o la bestia que está encerrada dentro?- tras esas palabras, Will corrió escaleras arriba, como si temiera volver a bajar y caer rendido en sus brazos.

 

Cuando desapareció de su vista, Hannibal dio un puñetazo a la pared. Había sido un estúpido por tocarlo nuevamente. Iba a tener que mantenerse alejado de él. Pero la idea de no verlo le causaba un inmenso dolor.

 

 

****

 

 

Llevaba días evitando a su niñero; dos, para ser exactos, y ansiaba su compañía. Oír el correteo y las risas de Abigail no lo ayudaba en absoluto. El sonido competía con el de la lluvia del exterior. Durante todo el día, el ruido, la música y las risas habían invadido su soledad; deseaba contemplar tanto a Will como a su hija, pero intentaba convencerse de que tenía demasiado trabajo. Miró las tres computadoras desde las que dirigía sus consultorios y se comunicaba con sus contrapartes y soltó un gruñido. Encendió la televisión con el control remoto y subió el volumen para no oírlos jugar al “corre que te pillo”

 

Mientras miraba la tele, pensó en cuánto cariño y devoción le daba Will a Abigail. No solo se notaba en las risas y en las charlas, sino en cosas pequeñas como los lazos de colores, a juego con la ropa, que le ponía en el pelo. Y en cómo lo dejaba todo para abrazar a su hija cuando lo necesitaba. Hannibal también deseaba abrazarla, ser quien le atara los zapatos y limpiara sus lágrimas.

 

Encendió el intercomunicador para oír toda la casa. Se le hacía extraño escuchar a otras personas, no lo había hecho en años.

 

--¡Will, mira!

 

Oyó pasos y un gemido de Will. La última vez que había escuchado ese sonido, el castaño se rendía gustoso a su beso, y se estremeció al recordarlo.

 

--Oh, Abby, qué pena.

 

--Lo aplastarán si se queda en el establo, ¿no?

 

--Sí.

 

--¿Puedo ir por él?

 

--Oh, sí, hay que ir. Ponte el impermeable. Tendrás que agacharte y tener paciencia. Si va hacia ti, puedes traerlo. Si no, habrá que dejarlo; será porque no quiere y podría arañarte.

 

--Bueno- dijo Abigail sombría- Pero ya verás cómo viene.

 

Hannibal arrugó la frente y se acercó a la ventana desde la que se veía el jardín. Su hija corrió fuera, con un impermeable amarillo, y fue a la puerta del establo. Se agachó y estiró la mano. Esperando como le había dicho Will. Hannibal pulsó el intercomunicador.

 

--¿Un gato, Will?

 

--Es un gatito, ¿no estabas trabajando?

 

--No creo que sea buena idea- dijo el otro ignorando su pregunta- Solo tiene cuatro años.

 

--Necesita algo que cuidar. Aliviará la pérdida que sufre, Hannibal. Quiere responsabilizarse de algo y el gatito es inofensivo.

 

--Los gatitos maúllan a todas horas, y eso no menguará su dolor.

 

--No, lo hará. Lo que necesita es que su padre salga de su cueva y esté con ella, pero no vas a hacerlo, ¿verdad?

 

--Maldita sea, Will- se miró la mano cubierta de cicatrices con remordimiento- sabes que no puedo hacer eso.

 

--No, Hannibal, no lo sé- su exasperación se reflejó claramente por el intercomunicador- Lo que sí sé es que nos has echado encima a Abigail y a mí la reacción de unos pocos, y que te estás perdiendo un montón de amor.

 

Hannibal se frotó la nuca.

 

--¡Oh, mira! Ha ido hacia ella- la excitación en la voz de Will golpeó en el pecho de Hannibal.

 

--Will…

 

--Ve despacio, cariño. El suelo resbala. Sujétalo con cuidado, no es más que un bebé- gritó por la puerta de atrás. Poco después volvió al intercomunicador, su voz cálida pero firme- Si vieras su cara ahora no tendrías ninguna duda. Te lo prometo, haré que lo cuide bien. Será mi responsabilidad. ¿Satisfecho, milord?

 

Era imposible negarse sin parecer un ogro.

 

--Y me aseguraré de que el gatito no te vea.

 

--Muy gracioso- hizo una mueca de enfado- De acuerdo. Es tu responsabilidad.

 

El castaño desconectó el aparato, pero Hannibal podía seguir oyéndolo por el altavoz que había sobre la mesa.

 

--Oh, es precioso- canturreó Will.

 

--¿Puedo quedármelo?

 

--Claro que sí. Necesita un hogar.

 

--Pero…¿qué dirá papá?- preguntó la niña con miedo. A Hannibal no le gustó nada, no quería que su hija le tuviera miedo.

 

--A tu papá le parece una idea estupenda.

 

Hannibal lo llamó mentiroso para sus adentros y, aunque no pudo verla, percibió la sonrisa de Abigail por toda la casa. Will estaba empeñado en hacerle parecer un héroe ante su hija.

 

--¿Es chica o chico?- preguntó Abigail. Tras una pausa y una risita llegó la respuesta.

 

--Es una chica, cielo.

 

“Dos hembras y un macho fértil”, pensó Hannibal con pesar. Un hombre como él no tenía modo de encajar en tan peculiar grupo; aun así, Hannibal se apoyó en el marco de la ventana y escuchó, deseando formar parte de ese grupo. Deseó ver el rostro de Abigail mientras tenía en sus brazos a la bolita de pelo.

 

--Tiene los ojos como tú, Will.

 

--No, no creo que los míos sean tan azules ni tan bonitos.

 

Hannibal pensó que sí lo eran. Azules como el mar más profundo, felinos y llenos de misterio.

 

--Vamos a secarla. La pobre está tiritando. Encenderé el fuego en el salón. Envuélvela en la toalla y sujétala para que se acostumbre a ti.

 

--¿Cómo vamos a llamarla?

 

Vamos. Hannibal comprendió que el felino ya se sentía vinculada tanto a Will como a su hija. Sus voces se apagaron y no pudo resistirlo, al menos tenía que oírlos. Ya era bastante malo no poder ver a su niña, pensó mientras bajaba por la escalera del pasadizo.

 

--…pero nunca he conocido a un gato que hiciera caso a su nombre- oyó momentos después.

 

--¿Has tenido algún gatito?- preguntó Abigail. Hannibal salió del pasadizo y, desde la cocina, contempló a Will encender el fuego.

 

--Claro, cuando era pequeño teníamos al menos tres. Y un par de perros y una cabra o dos- obsequió a la niña con una sonrisa que hizo que a Hannibal le hirviera la sangre- Ganado, pollos y muchos, muchos cacahuates.

 

--¿Cacahuates?

 

--Mi papá cultiva cacahuates.

 

--¿Hace mantequilla de cacahuate?- a Abigail se le iluminó el rostro.

 

--No, vende la cosecha a los fabricantes de mantequilla de cacahuate- explicó Will- ¿Qué tal?- preguntó indicando el fuego con un gesto.

 

--Muy calentito, pero el gato sigue tiritando.

 

--Bueno, háblale suavemente para que se acostumbre a tu voz y sepa que no vas a hacerle daño. Sécale el pelo. Iré por leche caliente.

 

--Muchísimas gracias, Will- Abigail, acurrucada en una esquina del sofá le dedicó una sonrisa radiante.

 

--De nada, preciosa- Will la besó en la cabeza y fue hacia la puerta. Se detuvo en el umbral a contemplar cómo Abigail y su mascota se consolaban mutuamente.

 

En la cocina, iluminada solo por la luz de la campana, abrió la nevera, sacó la leche y fue a buscar un platillo. Su mano se detuvo un segundo.

 

--¿Cuánto tiempo llevas ahí?- preguntó, sintiendo la imponente presencia del doctor tras él, al otro lado del mostrador. En el silencio oyó su respiración. No había estado tan cerca de él desde que se besaron en la escalera y todo su cuerpo se agitó al recordarlo. Había esperado que no verlo acallara sus sensaciones, pero solo saber que estaba cerca convertía su cuerpo en fuegos de artificio.

 

--El suficiente para enterarme de que eres hijo de un granjero.

 

--Ese soy yo. El hijo mayor de Edward Graham- Will soltó una risita.

 

--¿Cuántos hermanos son?

 

--Tres. Todos varones. Bueno, mi hermano Jhonny es como yo, y River es como tú- dijo apaciblemente mientras vertía la leche en el platillo.

 

--Debe haber sido agradable. Soy hijo único.

 

--Había mucho ruido y poco sitio, pero adoro a mi familia- dijo el castaño.

 

Hannibal se sonrió, encantado por la forma en que su acento se acentuaba al recordar sus raíces. Sentía curiosidad por su pasado.

 

--¿Qué te hizo tomar la decisión de ser modelo, aparte de lo obvio?

 

Obvio. Will había escuchado esa palabra miles de veces. Es “obvio” que es demasiado atractivo para hacer otra cosa que caminar por las pasarelas. “Obvio” que debe ser orgulloso porque es guapo. “Obvio” que tanto los hombres como las mujeres lo desean por su rostro y su cuerpo.

 

--¿Qué importa eso?

 

--Me gustaría saber más sobre el hombre que cuida de mi hija, y me intriga cómo pasaste de una granja de cacahuates a Asuntos Exteriores.

 

Will comprendió que estaba en su derecho a preguntar, si él mismo fuera padre haría lo mismo.

 

--Mi familia es pobre como las ratas- admitió- Mi madre Amanda vio que podía ganar algún dinero extra y me ofreció para concursos y anuncios cuando tenía la edad de Abigail- se encogió de hombros y, con el platillo en la mano, se volvió hacia su acompañante- Cuando tuve edad suficiente para comprender lo horrible que era aquello, las envidias y el comercio, elegí el modelaje que tenía mayor compensación económica para poder ir a la universidad y deja la granja.

 

--Admirable.

 

Will soltó un gruñido y alzó los ojos. Sintió la tentación de encender las luces; pero había hecho un trato y William Graham nunca faltaba a su palabra, ni siquiera por un príncipe dragón.

 

--¿Intentabas escapar de tus raíces?

 

--Dios, no. Simplemente no quería casarme con un granjero, tener cinco hijos, pasar apuros económicos todos los meses y rezar todas las noches para que lloviera y la cosecha no se echara a perder- explicó, con voz cortante.

 

--Lo siento…

 

--No, no lo sientas- suspiró y alzó una mano- Fue duro cuando era pequeño, pero en realidad no sabíamos que éramos pobres. Todos los que nos rodeaban vivían igual. A mis padres no les va mal ahora- soltó una risa- De hecho, les va bastante bien. Pero mamá está tan acostumbrada a no tener nada que sigue guardando la grasa del tocino y la ropa vieja, y preparando conservas y mermeladas, por si acaso- movió la cabeza- Supongo que hay costumbres que no se pueden cambiar- con el platillo en la mano, fue hacia el salón. Lo dejó en el suelo y le preguntó a Abigail si quería un cacao caliente. La sonrisa de la niña fue contestación suficiente; cuando Will volvió a la cocina percibió que Hannibal seguía allí.

 

Se alegró de que no hubiera vuelto a su torre, pero su lado lógico le decía que debía poner los pies en la tierra y recordar la lección aprendida con Matt sobre algunos hombres y su forma de pensar.

 

--¿Te apetece uno?- le preguntó, sacando el cacao en polvo y poniendo agua a calentar.

 

--No, gracias.

 

Will se preguntó cómo esas dos palabras podían sonar tan seductoras en la penumbra. No habían hecho mención de su arrebato de pasión adolescente dos noches atrás. Era fácil callar cuando no podían mirarse a los ojos. Se aclaró la garganta y borró de su mente el erótico recuerdo.

 

--¿Y tus padres, tu familia?

 

--Abigail es lo único que tengo. Mis padres murieron con seis meses de diferencia, un año antes de que me casara.

 

--Por eso debes conocerla, Hannibal- dijo Will, pensando que esa soledad debía ser muy triste- Pronto estarán los dos solos.

 

Hannibal se negaba a pensar en eso, contaba con Will. Tendría que vivir con la tentación que su presencia suponía y evitarlo. No podía permitir que Abigail lo viera; su hija de cuatro años era incapaz de imaginar los estragos que había sufrido su cuerpo. Lo rechazaría y él no podría soportarlo. Cuando le retiraron los vendajes, Alana no pudo disimular, y una niña reaccionaría igual. Will sería más tolerante, pero no quería arriesgarse. Después de ese beso que lo había afectado como una explosión, su rechazo lo destrozaría.

 

Se recordó que debía pensar en Abigail, no en su cuerpo ni en su necesidad de desear a ese hermoso joven. Era mejor seguir en la oscuridad, al menos a tres metros de Will. Estar más cerca era peligroso.

 

--¿Y la familia de tu mujer?

 

--Ex mujer- corrigió el doctor- No tenía familia. Al menos, nunca me habló de ella.

 

Will asintió, sentía curiosidad por su esposa, pero no quería hurgar en sus heridas. La forma en que había dicho “ex” era índice del dolor que aún sentía, aunque solo se hería a sí mismo, los muertos no sufrían. Will pensó que debía ser una verdadera bruja para haberlo rechazado en tan mal momento. Si no había familia Abigail nunca sabría lo que era tener abuelos, ni primos. “Los dos están demasiados solos”, pensó, empeñado en obligarlo a salir de su encierro.

 

Preparó dos tazas de cacao y fue hacia la puerta.

 

--¿Qué te hizo dejar de enseñar a los hijos de dignatarios extranjeros y trabajar para Esposos a Domicilio?

 

--Un hombre- se volvió hacía Hannibal, el sol poniente tras las nubes de tormenta envolvía su alta silueta con un halo borroso y plateado- Un hombre al que amaba de verdad.

 

Hannibal se sintió como si lo hubieran cortado en dos con una espada al percibir la angustia y tristeza en la voz de Will.

 

--¿Qué te hizo, Will?

 

--Mentir, traicionar, engañar y, lo peor de todo, quererme solo por mi aspecto. Ya ves, Hannibal, tenemos más en común de lo que creías.

 

--No me lo parece.

 

--¿No? ¿No me deseas simplemente por mi aspecto?

 

--Cielos, hay una gran diferencia. No tienes ni idea de lo que es ser repugnante.

 

--Cierto, pero sí sé lo que es que me juzguen solo por mi atractivo- Will calló cuando Abigail entró corriendo en la cocina.

 

--¿Estás hablando con mi papá? ¿Está aquí? ¿Puedo verlo? ¿Dónde está?- rodeó a Will, buscando, pero había desaparecido.

 

--Sí, pequeña, era él.

 

--¿No quiere verme?- Abigail lo miró con tristeza, sujetando a la gatita contra su pecho. Sus ojos se llenaron de lágrimas y a Will se le rompió el corazón. Maldijo a Hannibal por hacerle eso a su propia hija.

 

--Sí, cielo, claro que sí. Pero no puede, aún no.

 

--¿Cuándo?- la tristeza de su voz hizo que a Will le ardieran los ojos.

 

--Pronto- susurró, preguntándose si Hannibal Lecter saldría alguna vez de su cueva para conocer a su pequeña princesita.

 

 

CONTINUARÁ…

Notas finales:

Espero que el capítulo de hoy les haya gustado mucho. Gracias por leer ^_^


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).