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Utroskap. [ThorKi] por SamuelPugliesse

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El sol nunca nace en este lugar,

La tristeza siempre te acompañará hasta cualquier lugar,

Las paredes heladas, las sonrisas de los niños,

Este será tu nuevo hogar.

Los pastizales se romperán a tus pies,

Cosas sumamente enormes te rodearán,

Árboles, casas, herramientas de trabajo, niños,

Todo más grande que tú,

¿Cómo te sentirás?

Serás prisionero por el resto de tu vida,

Trabajarás sin cesar,

Cumplirás leyes y serás un reo más,

¿Serás fiel una vez en toda tu miserable existencia?

Ver alejarse a mi madre, esa que tanto confiaba en mí, mis labios tiemblan, mis ojos lagrimean, mis manos se tambalean hacia enfrente «mamá» un susurro lleno de dolor, pena y culpa, quisiera poder devolver el tiempo y hacerla feliz, tanto como se lo merece, quiero ser ese hijo ejemplar que tanto deseaba, «perdón…», me duele ver su temblorosa espalda, su cabeza inclinada, llorando por su hijo.

Un agarre frío me invade de mi lado derecho. —Debemos irnos. —Esa voz oscura, pero tiene un toque sutil de cariño.

Alzo mi mirada para poder dirigirla a mi futuro rey. —Sí, mi rey.

—Laufey… cuidado con él. —Odín habla, inclino mi cabeza hacia abajo, apenado.

—Fue un placer hacer un trato, Odín. No te preocupes, yo tendré mi cuidado. —…— Ven conmigo.

Laufey me toma delicadamente por los hombros, haciéndome voltear tan parsimonioso, el mundo me da vueltas, el asco se hace presente y el miedo me atormenta. Entre furia soy envuelto volando hacia un nuevo destino, el corazón se me hace trizas, un viento helado, las lágrimas secas y un nuevo comienzo.

Con solo suspirar una nube se cubre frente de mí, los pasos se entierran entre la dura nieve, es un largo camino por recorrer.

Todo parece ser tan opaco, el cielo gris y los pastos celestes. Mis lamentos se atoran y mis aguas se chocan entre sí, las olas se contraen y un viento me abraza.

—Vivirás en un sótano, aunque por mientras te quedarás en el calabozo, tu llegada no era prevista. —Laufey suspira. — En estos días solo estarás encerrado y por seguridad serás esposado a un gran tronco de madera, tu zona del sótano va a ser construida por los jóvenes, que son más pequeños, tendrás una comida al día y trabajarás en distintas ramas, construirás tus propias herramientas. No tienes derechos ni mucho menos respeto. Atiende tus consecuencias.

Los golpes no son sutiles, las miradas se clavan, las voces aumentan, sombras danzan a mí alrededor, se encorvan y entre risas sacuden sus falanges tan delgadas y largas.

Tu futuro se tiñe de los colores más tenebrosos

Tus ojos se tiñen del color de la muerte

Tu alma se tiñe de esperanza

Y tu voz simplemente se olvida.

Siete comidas, siete días. Sin un pedazo de tela más que un pedazo que cubre mis intimidades, mi barriga azulada crece con el paso de los días y mi asco hacia mí mismo se enfurece como el mismísimo Hell, la lucha apenas continua.

Los días blancos en tus sueños perfectos

Ahora se convierten en tus peores pesadillas,

El agua congelada

Es quemada por tus más tenebrosos pecados.

Mareos, hambre, vómitos, apoyado contra la madera, regurgita mi estómago, mi garganta da arcadas y la comida del día anterior manchan el piso, los minutos pasan, uno de mis cuidadores me da a tomar agua entre sus manos, enjuago y escupo, mismo proceso tres veces.

El odio se apodera, mis lágrimas acarician mi piel hasta morir a mis pies, todo un dolor continuo y una soledad que me abraza como si tratara de protegerme, pero lejos de eso solo trata de recordarme el más impuro sabor de la derrota, un lugar dónde no hay más probabilidades.

Prefiero morir, pero el miedo aun así me recorre.

¿Seguiré sintiendo el mismo hasta el fin de mis días?

El juicio final.

Todo es sumamente enorme y fuerte, mis cansancio y fuerzas se esfuman conforme el día (aunque siempre está oscuro) avanza, sudor y dolores de vientre es lo que me acompaña con tanta intensidad, las lágrimas son mis compañeras y mis sollozos mis más fieles amigos, las miradas de mi alrededor son de juzgas y vergüenza.

Mis manos se astillan y cortadas por mi cuerpo me adornan, la sangre se congela haciendo que mi cuerpo se visualice azul, morado y rojo.

Mi majestad, he cumplido con la orden, ¿Puedo ir a Asgard?

¿Te irás sin dejarme probar tu cuerpo una vez más?

Solo será una semana, mi majestad, después vendré a servir de nuevo a usted.

Ven aquí y complace a tu rey.

Te carcome entre tus falanges, un suspiro, corazón acelerado y voz cortada.Sí, mi rey.

—¡Corta eso más rápido! —Asiento.

Mis brazos cargan con el hacha, golpeo sin cesar, pero mi fuerza no es lo suficiente para poder golpear el mismo lugar, descanso unos segundos, los niños me miran con burla, los más grandes me juzgan. Prosigo reventando y con todo ese dolor lo descargo con el frondoso árbol, astillas vuelan, unas demasiado grandes.

Me rindo a los segundos, es demasiado para mí, siento como si pudiera caer y desfallecer.

—Carga algunos troncos y llévalos al almacén. — Asiento de nuevo.

Veo los troncos, todos de distintos tamaños, unos mucho más gruesos que todo mi cuerpo, veo los mas pequeños y cargo con uno de ellos sabiendo que ir al almacén me costará por lo menos cinco minutos si no tomo descansos. Lo poso sobre mi hombro derecho y mi vientre vuelve a punzar, tengo que retener las lágrimas como todos los días y avanzar con cautela para que mi vientre deje de palpitar.

La campana suena y me dejo caer entre la nieve sufriendo un escalofrío, algo que me inquieta, pues nunca lo había sentido. Siento mi cuerpo arder y sudar caliente, empuño mis manos y con coraje me levanto, no quiero ser más vulnerable a la vista de los demás, llorar en mi celda me tranquiliza, ahí solo pueden escucharme unos cuantos.

Tu alma es pura

Tú lo sabes

¿Por qué no decir la verdad?

Miedo.

Si tan solo pudiese abrir mi voz y contar lo sucedido sin que nadie pueda juzgarme, pero mi delicadeza se esfuma y los recuerdos regresan con la intensidad de que vuelva a suceder, una y otra vez, todo girando sin cesar.

Tus bellos labios, tu voz tan indecente, me gusta que chilles, me gusta que gimas, me gusta ver esa mirada en ti de miedo, un miedo tan inocente. Me gusta cuando tu voz se hace añicos y la a se vuelve tu fiel amiga, me gusta como se te corta la respiración y sobre todo me gusta cada vez que caes en un sueño profundo y con pasión despiertas de golpe para volver a vociferar con pánico que todo se detenga, eres hermoso, sumamente hermoso.

Mis labios tiritan, mis lagrimas regresan y mis murmullos hace eco con las frías paredes, recordar sus manos tocar mi cuerpo, recordar sus impotentes gritos, sus empuñados golpes, como abría mis piernas hasta que chillara de dolor y como enterraba su pene dentro de mi vagina haciéndome gritar, nunca se van, ellos siempre están en mis sueños, sus besos, sus voces, gemidos y golpes, cada uno se queda clavada en mi piel, ni el final podrá hacerme olvidar.

Los ángeles te llaman,

Ellos piensan en darte una segunda oportunidad

Habla, grita e implora

La verdad será vista

Aunque eso suceda demasiado tarde.

No sé que he hecho para merecer esto, por favor mi rey, pido disculpas, pero por favor, por favor, no más, ya no más.

Húndete entre tus olas

Aférrate a tus plañidos

Aunque no sirva de ayuda

Alza tu voz

Corre y vuela

El fin está cerca.


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