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Si tú estás conmigo... por Riwanon

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Notas del capitulo: Kyou Kara Maou pertenece a sus respectivos autores.

CAPÍTULO 11 – CAMBIAR TU VIDA

 

Un sonido muy extraño despertó a Conrad unas horas antes del amanecer. Escuchó atentamente unos segundos para darse cuenta de que el ruido venía del baño de su habitación. Suspirando, se apresuró a levantarse. Sabía lo que se iba a encontrar porque ya lo había visto y le había avisado de que volvería a ocurrir, pero ese niño era tan terco…

- Wolfram¿estás bien? – le preguntó suavemente mientras le apartaba los rubios mechones de la cara, esperando a que terminara de vomitar. Después, le ayudó a lavarse la cara, mientras acariciaba su espalda.

- He estado mejor ¿sabes?

- Tienes que ir al médico Wolf, esta es ya la tercera mañana que te despiertas así.

- No te preocupes Conrad, seguro que es algo que me sentó mal. Se me pasará.- Wolfram odiaba ir al médico. Conrad no sabía cual era exactamente la razón, pero en ese tema su hermano se mostraba mucho más terco de lo normal, que ya era mucho decir. La última vez que un médico lo había visto casi no podía moverse de su cama y, aún así, habían tenido que hacerlo a traición. Pero era evidente que tenía que intentarlo.

- ¿Algo que te lleva sentando mal tres días seguidos y que sólo te afecta a ti?

- Cosas más raras se han visto¿no? - Dijo simplemente, dando la conversación por zanjada. Ya cambiado, se volvió a meter en la cama, con clara intención de disfrutar de las pocas horas de sueño que le quedaban. Conrad se sentó a su lado, mirándole fijamente. Estaba claro que la discusión no había terminado.

- Wolfram, te pasa algo.- el rubio intentó protestar pero Conrad no le dejó.- Y no me digas que es normal que, de repente, empieces a comer el triple de lo que comías antes y que lo vomites todo por las mañanas.

- Conrad…

- Saber que puedes hablar conmigo de lo que quieras, deberías contarme que te pasa. Pero si no quieres lo mínimo que puedes hacer es ir a que te vea Gisela.

- No me pasa nada, Conrad. Debe ser por el cambio de estación, déjame dormir.- Tapándose con las mantas hasta la cabeza, le dio la espalda. Volviendo a suspirar se acostó a su lado. “Si mañana vuelve a vomitar haré que Gisela lo vea aunque tenga que atarlo a la cama” y, con ese pensamiento en mente, volvió a dormirse.

 

 

La mañana transcurrió como siempre o, mejor dicho, como siempre desde que Gwendal y Günter volvían a estar juntos. Era bastante divertido observar lo cariñoso que Günter era siempre con Gwendal y como él… no era tan partidario de tanta muestra de afecto en público. Pero él único al que esto ponía nervioso era a Yuri, que no estaba acostumbrado a verlo ni siquiera en sus padres, menos entre dos hombres adultos. El resto se divertía bastante a costa del pobre Gwendal, y Conrad sabía que tarde o temprano Yuri también acabaría por hacerlo. Por otra parte, también era bueno volver a verlos tan felices. Todo el mundo sabía que juntos se complementaban el uno al otro. Cuando estaban juntos Gwendal era un poco menos serio y Günter… en fin, Günter siempre sería Günter, pero incluso a él se le veía un poco más sereno.

 

Todo parecía ir perfectamente esa mañana, pero había algo que le molestaba a Conrad. Era una sensación extraña de que algo iba mal, pero no sabía exactamente qué. Después de desayunar había acompañado a Yuri a investigar algunos lugares un poco más alejados del castillo. Habían charlado y jugado al béisbol, igual que siempre. ¿Entonces por qué tenía ese mal presentimiento? Un par de horas antes del mediodía, Conrad convenció a Yuri de que debían de volver al castillo, aunque el joven rey no dejó de quejarse ni un minuto de lo aburridas que eran las clases de Günter y de lo mucho que le hacían trabajar él y Gwendal. Pero tenía que volver y descubrir que era esa especie de picor en la nuca que tenía cada vez que pasaba algo por alto, algo importante. De vuelta al castillo, pasaron cerca de las zonas de entrenamiento que en esos momentos estaban llenas de soldados. Desde donde estaban podía ver los uniformes verdes de los soldados de Gwendal y, muy cerca de ellos, los uniformes azules de las tropas de Wolfram.

- ¿Qué pasa, Conrad? – Preguntó extrañado Yuri. Conrad había parado de repente. Miraba fijamente el entrenamiento de los soldados. Yuri miró en la misma dirección. Gwendal estaba batiéndose en duelo con algunos de los soldados de Wolfram, gritándoles instrucciones de lo que debían y no debían hacer. Y lo más extraño… - ¡Ey¿Por qué Wolfram si que puede escaquearse? Mira que mandar a Gwendal a entrenar a sus soldados. Aunque esta mañana ha comido tanto que seguro que ha cogido un empacho… ¡¿Conrad?!

- ¡Vuelva al castillo, Su Majestad! – Conrad había salido a todo galope y se dirigía directamente a donde estaban los soldados. El pobre muchacho se quedó mirándole un rato, para después dar media vuelta y seguir hacia el castillo. ¿Qué mosca le había picado a Conrad?

 

- ¡Gwendal! – Le llamó en cuanto llegó. Al parecer ya había acabado con todos los jóvenes soldados y les había dejado ir a descansar.- ¿Dónde está Wolfram?

- ¿Wolfram? Está descansando.- Gwendal, que no parecía demasiado preocupado, se encogió de hombros.- Está mañana ha comido demasiado. Ha estado vomitando y me ha pedido que entrene a sus soldados por él un par de días. ¿Por qué lo buscas?

- No es nada, solo qué me ha extrañado… ¿vomitando, dices? – Los ojos de Conrad se abrieron de par en par.

- Sí, la verdad es que últimamente está un poco raro¿no crees? – Conrad ni siquiera paró a contestarle. Montó en su caballo y se marchó a galope tendido hacia el castillo, dejando a Gwendal mirando el vació. Suspiró, aunque, en el fondo, le alegraba ver que, después de todo lo pasado, podían volver a comportarse como buenos hermanos.

 

 

Sin parar ni un segundo, Conrad dejó su montura en los establos y entró corriendo en el castillo. Cuando llegó a su destino estaba sin aliento. Wolfram, que hasta entonces había estado durmiendo, se frotaba los ojos mientras le miraba intentado, con su mente aún nublada por el sueño, entender que estaba pasando.

- ¿Conrad? – Sus ojos apenas podían abrirse.- Creo que me he dormido¿qué hora es? – Antes de que pudiera decir nada más, Conrad cogió la ropa que había dejado doblada en una silla antes de irse a dormir y la dejo caer encima de él.

- Vístete. Ahora mismo vamos a ver a Gisela.

- ¡Conrad¡Estoy bien!

- ¿Cómo puedes decir que estás bien cuando tú mismo le has pedido a Gwendal que entrene a tus soldados por ti?

- Yo… - le había pillado. Con cara triste, suspiró. Tarde o temprano iba a tener que ir al médico, no podía posponerlo eternamente. Tuviera lo que tuviera iba a seguir ahí, tanto si se encerraba en su habitación como si Gisela le decía qué tenía. Tendría que afrontarlo de todos modos.- Esta bien, iré ahora mismo. Pero iré yo solo.- Le miró fijamente para mostrarle que hablaba en serio.- Tú tienes cosas que hacer. Además, sería muy raro que me acompañaras.

- Um…- Tras considerarlo durante unos segundos, Conrad tuvo que admitir que Wolfram tenía razón.- Está bien, pero luego tienes que decirme que te ha dicho¿vale? – Comenzó a dirigirse hacia la puerta.

- Luego… ¿esta noche?- Preguntó insinuante Wolfram.

- Sí, esta noche.- Sonrió Conrad.

 

 

- ¡Conrad! – Una voz lo llamó al doblar una esquina de los laberínticos pasillos del Castillo del Pacto de Sangre. Yuri venía hacia él corriendo. Cuando llegó a su altura lo cogió de un brazo y empezó a arrastrarlo hacía una de las puertas traseras y más escondidas de castillo.- Ven, tengo que hablar contigo.

- ¿Sobre qué, su Majestad? Es… ¿alguna clase de secreto de la que no quiere que nadie se entere?

- ¿Eh? No¿por qué lo preguntas?

- ¿No es por eso por lo que vamos fuera del castillo?

- Mmmm… no exactamente.- Conrad no entendía entonces por qué Yuri necesitaba esconderse para hablar con él, al menos no hasta que escuchó una voz por los pasillos.

- ¡Majestad! ¿Dónde está¡Aún no hemos acabado la lección! – La voz llorosa de Günter llegó hasta ellos segundos antes de que Yuri agarrara nuevamente la manga de la chaqueta de Conrad y corriera hacia su salvación. Sólo pararon cuando estuvieron totalmente seguros de que Günter no los encontraría allí. Conrad esperó unos minutos en silencio a que Yuri recuperara el aliento y, sólo entonces, habló.

- ¿Me has traído aquí para huir de tus clases? - No se lo dijo como una reprimenda ni nada parecido, sino que intentó mantener su habitual tono neutral.

- No… bueno un poco, pero de verdad tengo que hablar contigo. Es que…- Yuri se quedó pensativo unos momentos. Parecía que no sabía muy bien por donde empezar.- Se que creéis que nunca me entero de nada, que paso por alto las cosas más importantes… y, bueno, en parte es verdad, pero hasta yo me he dado cuenta de que algo le pasa a Wolfram.- Conrad intentó mantener la calma, aunque por dentro estaba inquieto… ¿a dónde quería llegar? Quizá sabía algo que él no… - ¿has hablado con él?

- Sí… he conseguido que me prometa que va a ir a ver a Gisela hoy.- Conrad le miraba cauteloso. Yuri tenía razón en lo que había dicho: nunca se enteraba de nada, aunque estuviera ocurriendo delante de sus narices. Así que¿por qué de repente se fijaba tanto en Wolfram? - ¿Sabes qué le pasa?

- Bueno, no he hablado con él, pero… - un sonrojo cruzó su rostro. Esto no le gustaba nada a Conrad. Por suerte, inmediatamente se puso más serio para continuar.- De repente come muchísimo, especialmente comidas que antes no quería ver ni de lejos… y luego lo vomita todo. Por otra parte, desde pequeño está acostumbrado a ser el centro de atención por, bueno su… belleza…- no pudo evitar volver a sonrojarse. Ni siquiera estaba seguro de si esa era una palabra que podía utilizarse con un hombre, pero no encontraba otra para describir a Wolfram. Conrad, por su parte, estaba perdido… no tenía ni idea de que estaba hablando Yuri, así que simplemente le dejó seguir para ver a donde quería llegar.- Así que… quizá… tenga algún problema con la comida… con no querer engordar y todo eso.- Por fin Conrad lo entendía… al fin y al cabo, Yuri tampoco sabía nada.

- ¿De verdad crees que Wolfram es la clase de persona que se preocupa por eso? – Le preguntó con una amable sonrisa, tratando de tranquilizarlo.

- Lo sé, pero… ¿se te ocurre una explicación mejor?- La pregunta le pilló a Conrad desprevenido. Él sabía que algo le pasaba al rubio… pero hasta ahora no se había parado a pensar exactamente “qué”. Conrad intentó ahuyentar esos pensamientos de su mente, pero ya era demasiado tarde.

- No te preocupes.- Dijo aparentando mucha más calma de la que en realidad tenía.- Sea lo que sea que tenga, lo sabremos dentro de muy poco.

 

 

Wolfram caminaba como un zombi por los pasillos, tan solo con la vaga sensación de estar dirigiéndose a su habitación. Andaba de forma automática porque su mente se encontraba muy lejos de allí, perdida en un mar de preguntas y miedos. Había ido a ver a Gisela, por supuesto, sabiendo que si no iba Conrad era capaz de atarlo a su cama y llevarla allí para que lo examinara. Y Wolfram no había querido que ni él ni nadie supiera lo que le pasaba. Al menos no por ahora, ya que era obvio que tarde o temprano alguien acabaría por enterarse. La visita a Gisela tan solo había servido para confirmar lo que ya sospechaba. Nunca se había parado a pensar que algo así pudiera ocurrirle a él, pero, por otra parte, tenía que haberlo visto venir. Lo único que realmente le molestaba era que hubiese ocurrido justo ahora, para complicarlo todo. El sonido de una puerta al cerrarse le sacó de sus pensamientos. De alguna manera había llegado a la habitación que compartía con Yuri y se había sentado en la cama. Su mirada estaba perdida en la ventana que tenía delante de él. Sintió como la cama se hundía por el peso de alguien al sentarse a su lado.

- Wolfram…- era la voz de Yuri y parecía estar bastante nervioso. Normal, después de todo era la primera vez que hablaban a solas después del “incidente”.- ¿Has ido a ver a Gisela? – El rubio tan solo pudo asentir con la cabeza, aún con la vista perdida. Ni siquiera se le ocurrió preguntatse por qué pensaba Yuri que necesitaba un médico, cuando lo más probable era que ni hubiera dado cuenta de que a Wolfram le pasaba algo. Ya tenía demasiadas cosas en las que pensar tal y como estaban las cosas.- Yo… bueno… desde que llegué nunca hemos sido exactamente amigos, pero… me gustaría que lo fuésemos y que… bueno, si necesitas hablar o algo, yo puedo escucharte… aunque no creo que sea de mucha ayuda pero… - Yuri detuvo su balbuceo cuando notó que Wolfram lo miraba fijamente, aún con la mirada algo ausente, pero con una pregunta claramente escrita en los ojos “¿qué estás intentando decirme?”. Yuri inspiró y espiró lentamente para calmarse aunque fuese un poquito.- Wolfram, tú eres perfecto tal y como eres. Tan solo tienes que mirarte en un espejo para ver que eres el ser más hermoso del mundo. Y si alguien dice lo contrario es que no tiene ojos en la cara.

- Yuri… - Wolfram habla despacio y muy suavemente, con los ojos vidriosos.- ¿estás intentando ligar conmigo?

- ¿Eh? – Yuri le miró confundido durante al menos un segundo.- ¡¿Eh¡No, no, claro que no! Quiero decir, no es que no seas atractivo, es que… es que… yo solo quería… ayudarte.

- ¿En qué va a ayudarme que me tires los tejos? Es más¿con qué se supones que quieres ayudarme¡Aún no sabes lo que me ha dicho Gisela! – Ya había conseguido salir de su ensoñación y, por alguna razón, estaba empezando a irritarse.

- ¡Pero es evidente lo que te ocurre!

- ¡¿Qué¡Es imposible¡No puedes saberlo! - Yuri respiró profundamente. No podía perder los nervios y gritarle si pretendía ayudarle. Le cogió de las manos para darle más fuerza a sus palabras.

- Wolfram, si tienes problemas puedes hablar conmigo, con Conrad o con quién tu quieras. Pero, por favor, no juegues así con tu salud.

- Mmmm… Yuri, no se de que diablos me estás hablando, pero mi paciencia está empezando a acabarse.

- Wolfram…

- ¡Y deja de decir mi nombre así!

- Sé que tienes problemas con la comida.- De repente Yuri lo apretujó en un abrazo.- Pero no te preocupes, porque todos te queremos y te vamos a ayudar y…

- Yo no tengo ningún problema alimenticio.- El moreno le miró incrédulo, aún abrazándolo.

- Pero si has ido al médico. Has pasado los últimos días comiendo hasta reventar y vomitando.

- Claro, pero eso es porque estoy embarazado.- Y de repente el silencio inundó la habitación. Los dos chicos se miraban él uno al otro con los ojos de par en par, incapaces de mover ni un músculo. Un temblor se apoderó del cuerpo de Wolfram, pero Yuri, que se había quedado totalmente en blanco, ni siquiera se dio cuenta.

- Pero… eres un hombre.- El rubio estaba en silencio. No quería habérselo dicho, pero no había podido evitarlo. De todos modos, era mejor que lo supiera y cuanto antes mejor. Wolfram no solía llorar, no le gustaba llorar y no podía entender porque no podía controlar sus lágrimas ahora. Se aferró a Yuri, hundiendo su rostro en su hombro.- Bueno… supongo que ya nada debería de sorprenderme.- Acarició la cabeza de Wolfram para intentar calmarlo, aunque realmente no sabía muy bien que tenía que hacer. Aún así, después de un rato el rubio se calmó y, secándose las lágrimas con la manga de la chaqueta, miró nervioso por la ventana, avergonzado de haber perdido el control así. Malditas hormonas.

Yuri se había quedado pensativo. Era demasiada información para procesarla tan rápido. Wolfram realmente estaba embarazado. Por alguna razón no le era especialmente difícil aceptar esta parte de la información. Había visto tantas cosas en Shin Makoku que, al fin y al cabo, tampoco era tan raro que un hombre se quedase embarazado¿no? Aún así había algo que se le escapaba. Intentó seguir pensando en la situación. Wolfram seguiría comiendo muchísimo, ahora que tenía que comer por dos. Sin embargo tendría que hablar con Gisela para que hiciera algo con sus vómitos, que a Yuri, personalmente, le parecían demasiado frecuentes. Pasarían los meses y engordaría muchísimo. Al imaginarlo no pudo reprimir una leve sonrisa. Todos estarían a su lado para ayudarle y, nueve meses más tarde… tendría al bebé. Podía imaginar el rostro sonriente de Wolfram con un pequeño bebé rubio en sus brazos… y entonces se dio cuenta de que faltaba en esa imagen.

- Wolfram…- le llamó algo temeroso. ¿Cómo podía ser tan lento para no haberse dado cuenta antes? Era algo tan básico… si Wolfram tenía un bebé dentro de él era porque alguien… y, que él supiera, solo podía haber sido una persona. La mera idea le hacía temblar.- El padre del bebé… ¿soy yo? – Pudo escuchar como se sobresaltaba.

- Puede… no lo sé.- El rubio miraba ahora a sus pies, sin ser capaz de mirarle.

- ¿Cómo? Pero si tú y yo… bueno…- Yuri se estaba poniendo rojo como un tomate y cada vez más nervioso.

- Yo tengo un amante, Yuri.- Lo mejor era que supiera la verdad, si no toda, al menos lo que pudiera contarle. Se sentía culpable de poner al pobre chico en esa situación, más sabiendo que no estaba ni de lejos preparado para algo así. Decirle la verdad era lo menos que podía hacer.- No puedo decirte quién es… pero podría ser de cualquiera de los dos.

- Entonces, es más probable que sea de él¿no? – Yuri estaba algo más aliviado. Sin tener en cuenta todo lo que ello suponía, la aparición de un amante secreto hacía que él solo hubiera tenido una oportunidad de dejar embarazado a Wolfram frente a todas las del desconocido, que esperaba que fueran muchas.

- En realidad no. Mi amante es medio humano.

- ¿Eso… influye en algo? – Wolfram le miró exasperado.

- Solo los mazoku podemos quedarnos embarazados. Aquellos que son medio humanos casi nunca pueden y pocas veces consiguen embarazar a un mazoku. En cambio tú… con tu poder de Maou…

- Ah… - poco a poco la información se iba organizando en el cerebro de Yuri.

- Pero no tienes que preocuparte de nada.- Se apresuró a tranquilizarle, ahora que veía que por fin empezaba a entender la situación.- Incluso si el bebé es tuyo no tienes ni por qué reconocerlo. Mi amante y yo nos ocuparemos de él… espero.

- ¿Por qué dices “espero?

- Aún… no sabe que estoy embarazado y… no sé si querrá… un hijo que puede que ni siquiera sea suyo… - No dudaba que Conrad no dejaría de quererle, pero si se enteraba que el hijo que estaba esperando era de Yuri quizá se le metería en la cabeza que lo mejor para el rubio era casarse con su prometido, tener el bebé y olvidarse de él. Conrad podía ser muy estúpido cuando se trataba de la felicidad de Wolfram. De repente pudo sentir como unos brazos le rodeaban los hombros.

- No voy a dejarte tirado.- El ver a Wolfram tan hecho polvo hizo que Yuri tomase una decisión.- Si quieres, el niño será tuyo y de tu amante. Pero yo voy a estar aquí para lo que te haga falta, aunque el bebé no sea mío. Tanto si quieres una tarrina de helado a las cuatro de la madrugada como si necesitas un canguro cuando el niño haya nacido.

- Yuri… no hace falta que hagas todo eso por mí.- Wolfram estaba muy emocionado por la ayuda desinteresada que le ofrecía el moreno, pero, sinceramente, se sentía muy culpable para poder aceptarla si se la estaba ofreciendo porque creía que era su deber o algo así. Yuri era muy buen chico y no quería aprovecharse de él.

- Puede que no, pero quiero hacerlo. ¿Para que están si no los amigos?- ¿amigos? Wolfram no pudo evitar sonreír de oreja a oreja. Esto si le gustaba, era exactamente lo que necesitaba… un amigo que estuviera a su lado.

- ¡Gracias! – Dijo mientras volvía a abrazarse a él para llorar en su hombro, esta vez de felicidad. Cuando se había enterado de que estaba embarazado lo que más miedo le daba era la perspectiva de quedarse totalmente solo. Ahora, aunque aún tuviera secretos que ocultar, al menos sabía que una persona iba a estar ahí para apoyarle.


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