Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Si tú estás conmigo... por Riwanon

[Reviews - 29]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo: Ni Kyou Kara Maou, ni Conrad, ni Wolfram, ni ninguno de los personajes me pertence... todavía, kukukuku xD

CAPÍTULO 13: MI NIÑO MIMADO

 

Ya había pasado el mediodía y el Sol brillaba en lo alto del cielo con toda su fuerza. Hacía poco que todos habían acabado de comer, y ahora se disponían a seguir cumpliendo con sus respectivas tareas. Estaban preocupados, pero no había motivo para dejar de cumplir con sus obligaciones… al menos no tan pronto. Sin embargo, Yuri no pensaba lo mismo. El joven rey había conseguido escabullirse hasta las cocinas, dejando atrás a un Gwendal que tenía montañas de papeles preparados para ser firmados. Si el soldado lo vio escapar, no dijo nada. Ahora el muchacho caminaba por los laberínticos pasillos de castillo con una bandeja de comida en las manos. Era una comida más bien frugal, tan sólo compuesta de una sopa de verduras y un poco de pan y queso. “Pero aunque sólo se comiese la mitad de lo que llevo me daría por contento” pensaba mientras abría como podía la puerta de su habitación. En su interior, un muchacho rubio se hallaba recostado en un sillón con un libro entre sus manos. Yuri dejó la bandeja en la mesa que había en frente de él y echó un vistazo por encima de su hombro. “Justo lo que me temía…”, la página que Wolfram miraba con ojos ausentes era la misma que fingía leer cuando tuvo que dejarlo allí antes. Había estado toda la mañana tan sumido en sus pensamientos que ni se había molestado en aparentar que realmente había estado leyendo.

- Wolfram…- Dijo poniéndole una mano en el hombro para sacarlo de su ensoñación.- Te he traído algo de comida.

- Eh… gracias, Yuri.- Los labios de Wolfram le sonreían, pero sus ojos seguían siendo lagos de tristeza.- Ahora mismo no tengo mucha hambre, pero luego comeré algo, ¿vale?

- No…- sacudió tristemente la cabeza.- Ayer no comiste nada en absoluto. Si te dejo solo tampoco vas a comer nada, lo sé.

- En serio, no tengo hambre.

- Es por culpa de ese tipo, ¿verdad? Ese amante tuyo…- La tristeza por ver a su amigo en ese estado dejaba paso a la furia por segundos. Había pensado que, ya que Wolfram lo quería tanto, aquel desconocido no podía ser mala persona, pero se había equivocado. Alguien capaz de herir de esa manera al rubio no merecía perdón.- Desde que fuiste a hablar con él has estado así. ¿Qué fue lo que pasó? ¿Qué te dijo?

- Nada… no es nada.- Ya no le miraba a los ojos. Había ocultado su rostro tras el libro que le servía de barrera.- Tenía que habérmelo imaginado. ¿Quién querría un hijo que ni siquiera es suyo?

- …- Yuri no podía soportar verlo así. Tenía que hacer algo, ¿pero qué? Gran parte de la culpa de toda esa situación era suya, tenía que haber algo que pudiera hacer.- Deja que hable con él, ¿vale? Quizá pueda ayudar en algo…

- ¡No! – Sus ojos de repente mostraban un pavor que nunca había visto en ellos.- No puedes saber quién es. Él no ha hecho nada malo y no quiero que por mi culpa tenga que sufrir.

- Pero si ni siquiera se quién es.

- Y así debe seguir. No quiero que le odies por mis errores.

- ¿Cómo voy a odiarle si ni siquiera…? – Los ojos de Yuri se abrieron de repente, dándose cuenta de que poco a poco empezaba a entender más la situación.- Le conozco, ¿verdad? Tu amante es alguien a quién ya conozco.

- …- Los ojos de Wolfram se clavaron en el suelo. ¿Cuándo aprendería a controlar sus palabras…?- No pienses más en ello, por favor. Olvídalo.

- ¿Cómo quieres que lo olvide cuando estás así?

- Me pondré bien, ¿vale? Ahora déjame seguir leyendo y vete a hacer tu trabajo.- Y volviendo a coger su libro, dio la conversación por zanjada. Yuri suspiró y salió de la habitación dejando la comida con la esperanza de que cuando volviese el plato estuviera vacío. Aún así sabía que eso era poco probable y que, aunque Wolfram le había insistido en que no pasaba nada, tenía que hacer algo o sabía que el rubio sólo iría a peor. ¿Pero qué? Sólo la persona que lo había dejado en ese estado podría hacer que saliera del mismo… pero Yuri no tenía ni idea de quién podía ser. Quizá entre todos podrían intentar animarlo, hacerle ver que no estaba solo. Podría hablarlo con Conrad y ver que podían hacer. “O no.” Se dio cuenta Yuri. “Ahora que lo pienso, nadie más en el castillo sabe que está embarazado y no creo que le hiciera mucha gracia que yo se lo dijera a sus hermanos, menos aún a Conrad…”. Era una situación muy delicada. Por una parte, si no lo ayudaba tanto la vida de Wolfram como la del bebé estarían en peligro… pero para ayudarlo necesitaba saber quién le había hecho tanto daño. Y con las pistas que tenía era imposible averiguarlo… había muchísimos medio-humanos en el castillo, la mayoría de ellos soldados. Pensar en cual de ellos podría Wolfram mostrar interés sería perder el tiempo: primero, porque jamás pensó que el rubio pudiese llegar a interesarse en alguien a quién decía despreciar por ser lo que era y segundo… porque realmente no los conocía tanto. “Un momento, pero yo ya lo conozco,” cayó en la cuenta de repente. “No conozco a muchos medio-humanos que pasen por el castillo. En realidad, sólo conozco a…”. No podía creerlo, pero no podía ser nadie más. Con una sonrisa triunfal, salió corriendo por los pasillos, preguntando a todo con quién se topaba por el paradero de cierta persona.


Mientras tanto, en la habitación, Wolfram miraba por encima de su libro la comida que Yuri había dejado encima de la mesa. Sabía que tenía que comer y reponerse, aunque sólo fuera por su hijo… pero siempre que le pasaba algo su estómago se cerraba en banda y le era imposible probar bocado hasta pasados unos días. Tampoco le iba a hacer ningún bien pasar el día entero mirando la misma página del libro mientras pensaba en Conrad y en que iba a hacer a partir de ahora. Suspiró, dándose cuenta que tampoco estaba de humor para hacer nada más, pero dejó el libro sobre la mesa. Tras considerar unos segundos si levantarse, decidió acercarse a la ventana a observar los jardines que se extendían alrededor del castillo. Hubiera sido mejor bajar él mismo y dar un paseo, pero no se atrevía a salir de su habitación. No sabía como reaccionaría si se encontraba a Conrad y, por el momento, prefería no saberlo. Cuando se sintiera menos débil y pudiera enfrentarlo con un rostro frío como el hielo, entonces pondría un pie fuera de allí. De momento prefería deleitarse con la vista de las flores desde su ventana, desde la seguridad que ese cuarto le proporcionaba. Sin embargo, ni los jardines le dejaban pensar ni un segundo en algo que no fuese él. A sus pies se extendían algunos parterres de flores azules… las mismas que tanto tiempo atrás su madre había bautizado con el nombre de su hermano. Con un gritito exasperado se dio la vuelta… justo para ver como la puerta se abría lentamente, sin hacer ruido. Con paso firme a la vez que tranquilo, aquel hombre se acercó hasta quedar a una distancia prudencial. “Genial…” maldijo en su interior, “justo lo que necesitaba.”


- Tienes que ir a hablar con Wolfram.- Yuri miraba serio a los ojos de aquel hombre. Incluso ahora que lo tenía delante no podía creer que fuera él… y que hubiera estado tan ciego de no ver lo que estaba pasando delante de sus ojos.

- ¿Y por qué tendría que hacer algo así?

- ¡¿Pero tú has visto como lo dejaste?! ¡Sabes perfectamente que desde ayer no ha salido de nuestra habitación ni ha probado bocado!- Estaba totalmente indignado. Hasta entonces había creído que, aunque algo excéntrico, él era una buena persona que no dudaría en ayudar a la gente que era importante para él si lo necesitaban. ¿Cómo había estado tan equivocado?

- Te vuelvo a repetir, ¿exactamente por qué debería de preocuparme? Ya os tiene a todos vosotros, él no tiene nada que ver conmigo.

- ¡Él es responsabilidad tuya! - ¡¿Y ahora se atrevía a negar cualquier vínculo con el joven soldado?! No entendía que pudiese existir alguien así, menos aún alguien a quién había considerado un amigo.

- ¿Cómo va a ser responsabilidad mía? Entre ese mal criado y yo nunca ha existido más que frío respeto.- Suspiró. Le ponía de los nervios que intentara negar lo evidente.

- No hace falta que finjas más, Yozak. Sé que tú eres el amante de Wolfram.- Un incómodo silencio se estableció durante algunos minutos. La cara del pelirrojo era todo un poema, uno bastante desconcertante. Entonces, de repente, empezó a desternillarse de risa. “¿Cómo puede haber alguien así?” pensaba Yuri lleno de ira.

- ¿Qué te han dado de desayunar esta mañana, “señorito”? ¿Cómo se te puede haber ocurrido algo así? ¡Vaya disparate! – Aún riéndose, se dio la vuelta dispuesto a marcharse. La situación era demasiado ridícula e irónica para quedarse un minuto más. ¿Qué el era el amante de Wolfram? Yozak sólo podía sentir desprecio por aquél que hacía que la persona más importante del mundo para él sufriera tanto. Yuri se encontraba muy preocupado por el estado del rubio, pero eso no era nada en comparación con la inquietud que sentía él por Conrad. Si Wolfram no comía, Conrad parecía que ni siquiera existiera. Estaba ahí y cumplía a la perfección con todas sus tareas, pero sus ojos… sus ojos eran dos pozos que sólo le llevaban al vacío. Lo peor era que no tenía ni idea de lo que podía hacer por él… la única solución posible parecía pasar por aquel joven ángel rubio. Y odiaba saberlo. No… desde luego no tenía ganas de seguir escuchando las tonterías del joven rey.

- No intentes negarlo. Wolfram me lo ha dicho.

- ¿Ese niñato malcriado te ha dicho que yo soy su amante?

- Bueno… no exactamente. Pero…- Ahora Yuri se sentía algo estúpido, ya que Wolfram nunca le había dicho directamente quién era… pero aún así estaba seguro. Recuperó en un segundo su tono firme.- Me dijo que era medio humano y que yo lo conocía. No puede ser nadie más que tú.

- Ya…- Yozak sonrió tristemente.- Piensa un poco más, joven señor. Seguro que no soy el único medio humano que conoces. Desde luego, yo no tengo nada que ver con ese mocoso.- Y se marchó cerrando la puerta tras de sí. Yuri temblaba de rabia. Yozak siempre le había dado la impresión de ser un hombre tranquilo y despreocupado, pero había supuesto que era capaz de aceptar sus responsabilidades. Claramente estaba equivocado.


- ¿Qué haces aquí? – La ira de Wolfram rezumaba por los poros de su piel. Volvió su vista a la ventana.- Vete, no quiero hablar contigo.

- Estoy preocupado por ti.

- ¡No me vengas ahora con esas! – Sus nudillos estaban totalmente blancos pero él ni sentía la presión de sus propias uñas en las palmas de sus manos.- No seas hipócrita, todo esto es culpa tuya.

- Lo siento.- Escuchó a su espalda. No sabía cuando había recorrido la distancia prudencial que los separaba, pero ahora estaba cerca de él… muy cerca.- Siento haber permitido que algo sin futuro como lo que había entre nosotros haya durado tanto. Debería de haber sido más fuerte y…

- Te estás equivocando… no es por eso por lo que tienes que pedir perdón. No es eso lo que has hecho mal.

- Wolfram.- Pronunció su nombre duramente, como una advertencia, pero eso no detuvo que el rubio siguiese hablando.

- Dijiste que cuidarías de nosotros, que no dejarías que nos pasase nada malo.- Su voz era totalmente fría, sin un rastro de emoción. Sus palabras, en cambio, querían quemar como una bola de fuego.- Y a la hora de la verdad nos abandonas. Eres un hipócrita.

- Estoy cumpliendo con mi palabra.- Respondió Conrad sin dejarse ablandar por su hermano.- La mejor manera que tengo de protegeros es alejándome de vosotros. Entiéndelo, por favor. Es la única manera de que seáis felices, tú y tu hijo.

- ¿Eso crees? – Se volvió y le miró directamente a los ojos, atravesándolos hasta hablarle directamente a su alma.- ¿Tú me ves feliz, Conrad? ¿Tú crees que nuestro hijo puede ser feliz conmigo en este estado? ¿Crees siquiera que llegará a nacer?

- Por eso he venido. No puedes seguir así, tienes que reponerte. Al menos tienes que comer algo o moriréis los dos.- La expresión de Wolfram había pasado del hielo al fuego, y ahora hervía de rabia. Apartándolo de un empellón, se sentó al lado de la mesa en la que Yuri había dejado la bandeja con comida. No podía comer, lo sabía. Si probaba aunque sólo fuera un bocado vomitaría. Su estómago no le permitiría retener nada mientras que la tristeza tuviera el poder sobre su cuerpo. Aún así apartó todo esos pensamientos de su mente y miró a Conrad a los ojos.

- Oblígame.

- Wolfram, no seas niño. Tienes una responsabilidad. Si tienes que comer no es por mi, sino por ti y por tu…

- Mira quién fue a hablar de responsabilidades.- Cogió un trozo de pan y se lo tendió.- O. Blí. Ga. Me.

- Esto es ridículo.- Suspiró y, sin embargo, se acercó a él y cogió el pedazo de pan. Tras mirarlo durante unos segundos lo puso delante de su cara.- Toma, come.

- No.- Wolfram lo miraba como un niño caprichoso y Conrad sentía que a este ritmo empezarían a salirle arrugar como a Gwendal.- Lo ha traído Yuri esta mañana y no confío en su concepto de lo que es comestible.

- Está bien, cómo quieras.- Le cansaba un poco seguirte el jueguecito, pero no era la primera vez que tenía que hacerlo y, ahora, era por algo muy importante. Si así conseguía algo, estaba más que dispuesto.- Si yo lo pruebo primero, te lo comerás, ¿verdad?

- Bueno… si tienes suerte te obligaré a que me des tú la comida.- Conrad sentía cada ataque de Wolfram contra su paciencia, pero intentaba que no le afectase. Hacía tiempo que no se comportaba así, pero tenía que hacer que comiera fuese como fuese. Cortando un pedazo de pan con las manos, se lo metió en la boca.

- Gracias por la comida.- Murmuró Wolfram a la vez que se levantaba de la silla. Conrad le miró confuso en los segundos que tardó en… agarrar sus manos para que no escapase y besarle ferozmente. Sus labios abrasaban al contacto, su lengua recorría cada centímetro de su boca, recogiendo pedacitos de pan y llevándoselos a la suya propia. Conrad no podía mover un músculo, debido más a la sorpresa a la fuerza del rubio. Muchos pensamientos inundaron su mente, pero tuvo que esforzarse para desechar todos menos uno, que se quedó flotando burlonamente: “al menos está comiendo”. Cuando hubo terminado se separó, exhibiendo una sonrisa triunfadora propia del pequeño demonio que era.

- Yo no puedo ser feliz sin ti Conrad.- Le dijo más serio.- Que te quede eso claro.

- Wolfram…

- Digas lo que digas, pienses lo que pienses y pase el tiempo que pase, tú siempre serás el único para mí.- Apartando su mirada, empezó a echar pedacitos de pan en la sopa.- Es un hecho, así que asúmelo de una maldita vez.- Esas palabras se repetían una y otra vez en el interior de Conrad. Miró a Wolfram comer lentamente mientras pensaba en cada una de ellas… y en ese beso. Cuando vio que el plato estaba vacío se aclaró la garganta para hablar y miró fijamente al rubio.

- Wolfram, escúchame atentamente.


Yuri volvía cabizbajo a su habitación. Había pasado todo el día sumido en sus pensamientos. Günter no podía estar más feliz cuando vio que su alumno atendía a cada una de sus palabras, sin interrumpirle ni una vez, de principio a fin. No le había pedido acabar las clases antes, ni siquiera tomarse un pequeño descanso. ¡Por fin su Rey empezaba a interesarse por la historia y las costumbres de su país! Evidentemente, nadie había tenido valor suficiente para sacarlo de su error, Gwendal menos que nadie. Sin embargo, su tarea de leer y firmar documentos no fue igual de bien. Al final, tras una tarde de infructuoso trabajo, el moreno le permitió marcharse a descansar. Yuri, en lugar de volver directamente, se había dedicado a dar un paseo por el castillo. ¿Cómo iba a enfrentar a Wolfram, a decirle que había hablado con su amante y este había negado cualquier tipo de relación con él? No podría soportar ver otra vez lágrimas tan amargas en su rostro, menos aún después de haber intentado ayudarlo y haber fracasado estrepitosamente. Ahora era ya de noche, y era cada vez más consciente de que no podía esquivar más el asunto. Antes de volver, pasó por las cocinas para coger algo de cena para ambos (ya que él también se la había perdido sin darse cuenta). Sin embargo, la escena que encontró cuando abrió la puerta le dejó perplejo. Lo primero que llamó su atención fue que la bandeja de comida que había dejado por la mañana estaba completamente vacía. Lo segundo, Wolfram. Estaba tendido en la cama, sonriente y leyendo las últimas páginas del libro sobre embarazos masculinos que Yuri había sacado a hurtadillas de la biblioteca. Cuando lo escuchó entrar, dejó rápidamente el libro a un lado y se levantó de un salto.

- ¿Has traído la cena? ¡Qué bien, me muero de hambre! Iba a bajar yo mismo a las cocinas cuando terminara el libro.- Yuri estaba estático, observándolo con los ojos como platos.- Venga, Yuri, pasa. Vamos a cenar.

- Eh… sí, sí, claro, vamos.- Y, sonriendo ahora él también, cerró la puerta con un pie antes de dejar la bandeja en la mesa y empezar a comer mientras charlaban alegremente. No sabía que había pasado en el tiempo que él había estado fuera, pero se alegraba de que Wolf estuviera tan recuperado. El rubio por su parte, no podía dejar de sonreír, aunque sabía que hubiera sido más prudente intentar fingir un poco. Simplemente no podía. “Ahora sí,” se decía, “ahora sí voy a poder ser realmente feliz”. Y es que, después de todo, Conrad nunca había sabido decirle que no a Wolfram.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).