Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Si tú estás conmigo... por Riwanon

[Reviews - 29]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

El copyright de Kyou Kara Maou y de sus personajes pertenece a sus respectivos autores, si fuera mia, la serie sería un tanto... "diferente".

TRAS UN VELO

 

 

- Buenos días.- Esas palabras se hicieron paso de alguna manera hasta su adormilado cerebro. Aún tenía sueño, pero unas suaves caricias en su pecho le hicieron pensar que no le importaba tener que despertarse si así podía ver al ángel que había a su lado. Abriendo poco a poco los ojos, se encontró frente a frente a unos brillantes ojos verdes, profundos como el fondo de un lago. Le sonreía dulcemente, de manera que podía ver sus dientes blancos.

 

 

- Buenos días, Wolf.- Le respondió acariciando el suave cabello rubio. Aún medio dormido, y ante tan hermosa visión, no había sitio para la culpa que parecía esperar al acecho para apoderarse de él. Despacio, suavemente, lo acercó a él para poder besar sus dulces labios. Cuando quiso acariciar su piel, se dio cuenta de que estaba completamente vestido.- ¿Te vas ya?

 

 

- Sí, el Sol está apunto de salir.- Volvió a besarle, saboreándole lentamente, intentado recordar cada sensación. Sonriéndole, se dirigió a la puerta.- Espérame esta noche.- Como respuesta recibió otra sonrisa, pero era más que suficiente como para saber que cada noche que pasara en el castillo, Conrad estaría esperándole. Tras mirar que no había nadie en el pasillo, salió de la habitación cerrando tras de si la puerta. Caminando todo lo rápido que podía sin llegar a hacer ruido, se dirigió hacia su habitación. Sin embargo, como todavía no esperaba encontrar a nadie por los pasillos, se permitió el lujo de andar distraído, soñando despierto. Intentaba recordar todo lo que había pasado esa noche. Después de tanto tiempo separados volvía a estar con el hombre al que amaba y, sin embargo, apenas conseguía recordar nada de la noche anterior. Podía recordar ese olor tan característico de Conrad, y aún podría olerlo en su propia piel si se esforzaba lo suficiente. Recordaba sus brazos alrededor de su cuerpo, el calor que ambos se transmitían. Pero le era imposible recordar exactamente que habían hecho, o cuando se durmieron, o cuantas veces…

 

 

- ¡Ah!- De repente notó que chocaba contra alguien lo suficientemente grande como para haberle tirado al suelo. Pero al mirar arriba se quedó paralizado.

 

 

- ¿Estás bien, Wolfram?- Le preguntó esa voz que podía ser tan severa como cálida.

 

 

- Sí, sí, hermano, solo andaba distraído.- La última persona con la que esperaba y deseaba encontrarse era Gwendal. Otra persona podría tragarse perfectamente cualquier excusa medio creíble, pero Gwendal… sabía todo lo que pasó entre él y Conrad y podría sospechar. No podía permitir que se enterase de que lo que había pasado aquella noche en la habitación de Conrad, más aún sabiendo lo que pasó la última vez.

 

 

- ¿Qué haces despierto tan temprano?- Maldición, tenía que preguntar. En fin, tenía que responder y rápido, o entonces si que sospecharía.

 

 

- No podía dormir y salí a dar una vuelta.- Aparentando calma, le miró a los ojos.- Mi prometido debe de estar a punto de llegar, así que voy a darme un baño.- Como pudo, consiguió escapar y seguir su camino hasta su habitación. Pero algo no le cuadraba a Gwendal. “¿El pasillo de que venía no es donde está…?” pensaba mientras seguía su camino. “No puede ser, todo eso acabó hace mucho tiempo. Ahora es el prometido del rey, no volvería a hacerlo.” O eso quería pensar aunque, sinceramente, ahora prefería ni siquiera pensar en ello. Ya tenía demasiados problemas con la llegada y repentina desaparición de su Majestad. Solo pensar en los años que le esperaban hasta que Yuri consiguiese gobernar sin depender de ellos constantemente le producía un insufrible dolor de cabeza. No es que Yuri le pareciese un mal muchacho, pero era evidente que no estaba ni remotamente preparado para ser Maou. A pesar de ello, tenía que reconocer que gracias a su llegada, la gente de su país que hasta hace tan poco solo había podido llorar volvía a sonreír; en sus rostros volvía a haber esperanza. Sin embargo, a él se le hacía bastante difícil tener que soportar ciertas actitudes del nuevo rey, entre otras cosas. Solo recordar como Günter se comportaba con él hacía que aparecieran algunas nuevas arrugas en su frente. No es que se sintiera celoso, ¿por qué iba a estarlo? Lo que había entre Günter y él acabó hace ya muchos años, era solo que… le molestaba, por alguna razón. Aunque eso era lo último que debía de importarle ahora, tenía cosas mucho más importantes en las que pensar, como que hacer con esos estúpidos humanos. Al volver el rumbo de sus pensamientos a la realidad más inmediata, se dio cuenta de que ya hacía algunos minutos que había llegado a la puerta de la habitación de Conrart. Suspirando, recordándose que no podía permitirse perderse de tal manera en pensamientos tan poco útiles, llamó a la puerta antes de entrar.

 

 

- ¿Qué pasa Gwendal?- Conrart no esperaba que su hermano apareciera tan temprano en su habitación, y temía que el por qué de esa visita tan inesperada tuviera algo que ver con lo que había pasado la noche anterior entre él y Wolfram. De repente, la culpa volvía a consumirlo por completo, de manera que ni siquiera se atrevía a mirar a los ojos de su hermano mayor.

 

 

- Su Majestad llegará en las próximas horas. Ve a buscarlo, yo tengo mucho trabajo que hacer. En cuanto llegue asegúrate de que se ponga a trabajar inmediatamente, durante su ausencia ya se han acumulado suficientes papeles.- Y, sin decir una sola palabra más, se fue. Después de todo, parecía que ni siquiera sospechaba que algo hubiese pasado. Conrad estaba seguro de que si Gwendal lo supiera, ahora mismo estaría intentando matarle. Por mucho que le aliviara esto, no podía evitar que el remordimiento volviese a él, más aún sabiendo que Wolf volvería por la noche y que, aún siendo consciente de que estaba mal, no lo detendría. Cabizbajo, simplemente se levantó y se vistió mecánicamente. Antes de salir, se miró al espejo para asegurarse de que en su perfecta sonrisa que usaba para enmascarar su dolor no había ningún fallo.

 

 

 

 

Aquél día, fue un día raro para ellos dos. Los demás apenas podían percibirlo, y solo los más observadores podrían haber captado los cruces de miradas que de vez en cuando compartían fugazmente. Por supuesto, el resto tenía demasiados problemas como para detenerse a estudiar a la pareja. Cada vez los humanos estaban más nerviosos y la guerra parecía inminente. Debían hacer algo para detenerlos, pero su rey se negaba entrar en conflicto. Por suerte, parecía que habían dado con una estrategia que podría solucionar sus problemas sin tener que levantar una espada contra ellos. Gwendal no podía evitar pedirle a Shinou que todo saliera bien, o tendría que atar y amordazar a Su Majestad para poder defender a su país. Todo esto era más que suficiente para mantener la cabeza de Gwendal ocupada. Pero Conrad no podía evitar, de vez en cuando, mirarle de reojo, intentando captar alguna mirada que le hiciera sospechar que lo sabía… aunque estuviera seguro de que eso era imposible. Si pensara fríamente, rápidamente llegaría a la conclusión de que si Gwendal supiera que había vuelto a acostarse con Wolfram, estaría de camino al exilio, o peor aún… lo habría matado con sus propias manos. Y aún así… de vez en cuando, durante el desayuno, miraba fugazmente a sus ojos, esperando encontrarlos fijos en él… pero esa mañana no se encontraron ni una sola vez.

 

 

En cambio, para Wolfram, esa mañana fue extraña por motivos totalmente diferentes. Lejos de sentir un ataque de paranoia igual que su hermano, al joven demonio le resultaba bastante difícil mantener su atención en cualquier cosa que estuviera haciendo. Ese día fue el último que se quedó en la mesa terminando su desayuno, y cada pocos minutos tenían que recordarle que siguiera comiendo. Estaba tan distraído, que ni siquiera notó la preocupación del resto por él, ni tampoco la de Conrad por Gwendal. Además, no es que le ayudara mucho el hecho de que estuviera totalmente agotado.

 

 

 

 

Había sido un viaje duro y bastante más largo de lo que habían planeado. Pero a pesar de todos los contratiempos, habían conseguido su objetivo. Shin Makoku volvía a estar a salvo, la población volvía a estar tranquila, segura de que los humanos no harían nada ahora que se habían vuelto sus aliados. La paz volvía a reinar. Por desgracia, esa paz no existía en el corazón de Conrad. Durante todo el viaje había estado temiendo que Wolfram fuese a buscarlo a la habitación que compartía con Yozak para arrastrarlo a cualquier lugar donde nadie les molestase. Sin embargo, esto no ocurrió para tranquilidad del medio humano. Parte de la culpa que sentía en este momento se debía precisamente a que, pese a que le tranquilizaba saber que hasta Wolfram tenía sus límites, en alguna parte de su interior se sentía un poco… decepcionado. Habían pasado muchos días fuera y, de alguna manera, no podía evitar sentirse un poquito molesto porque Wolf no lo hubiese buscado. Intentaba reprimir ese sentimiento que sabía que ni era justo para con el rubio, ni estaba bien. Aunque claro, pensaba con un suspiro, para empezar nada de su relación estaba bien. Era inútil perderse en esa clase de pensamientos de cualquier manera, porque sabía que esa noche su hermanito aparecería en su habitación y él no le diría que no. Conrad jamás había sido capaz que decirle que no a esos ojos verdes. Cuando finalmente llegó a su habitación, no pudo sino contener el aliento durante un segundo. Tumbado en su cama, durmiendo profundamente, se encontraba Wolfram. Su camisón rosa caía suavemente sobre su cuerpo, insinuando más que enseñando, pero despertando la imaginación de cualquiera que lo mirase. Sus rubios cabellos despreocupadamente esparcidos por su rostro. Su expresión serena. Sin poder evitar sonreir, Conrad se puso su pijama y, tumbándose a su lado y pasando una mano por su cintura, besó sus cabellos mientras murmuraba un “buenas noches”. Desde luego no era así como había pensado que iba a ser su noche, pero, sin embargo, en ese momento solo podía pensar que todo estaba bien.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).