Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Si tú estás conmigo... por Riwanon

[Reviews - 29]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo: El copyright de Kyou Kara Maou y de sus personajes pertenece a sus respectivos autores, si fuera mia, la serie sería un tanto... "diferente".

CAPÍTULO 9 – UN ERROR

 

Se sentía bien. Era esa hora de la mañana en la que ya no estás dormido, pero tampoco estás despierto de todo. Por eso Wolfram, que no sabía ni donde estaba ni que era esa cálida sensación, se sentía muy bien. Poco a poco empezaba a sentir las suaves sábanas pegadas a su cuerpo y a oír el dulce canto de los pájaros. Todavía en esa duermevela pudo sentir su cabeza apoyada sobre el pecho desnudo de alguien, sus brazos rodeando su cintura. “Conrad…” pensó Wolfram, “qué bien que Conrad esté aquí.” No podía pensar en lo extraño que era que su hermano estuviese con él en la cama, cuando aún seguían peleados, y más aún por qué no recordaba que estuviese allí antes de dormirse. Aunque en ese instante no podía recordar nada, estando aún medio dormido. Él era feliz porque Conrad estaba allí, eso era todo. Por desgracia, la realidad siempre acaba imponiéndose al mundo de los sueños más o menos inciertos, y poco a poco Wolfram fue recobrando la conciencia. Al abrir los ojos, de lo primero que se percató fue que no estaba en su habitación, aunque no era una habitación desconocida. No tuvo mucho tiempo para pararse a pensar en ello, sin embargo. Se dio la vuelta para mirar a Conrad, pero no era él a quién encontró. A su lado, dormido, estaba Yuri… desnudo. De repente, un aluvión de imágenes apareció en la mente de Wolfram: Una fiesta, Yuri… Yuri sobre él, cubriéndolo de besos y caricias… de repente le dio un vuelco el estómago y tuvo que salir corriendo al baño. Nunca habría imaginado que la simple imagen le fuera a hacer vomitar hasta su primera papilla. Le dolía mucho la garganta por el esfuerzo y, como pudo, se lavó la cara. Pasó bastantes minutos mirándose en el espejo, sin querer volver y enfrentar la realidad de que Yuri seguía igual de desnudo en su cama… y sobre todo enfrentar lo que habían hecho la noche anterior. Al final decidió que tarde o temprano tendría que salir del baño y, arrastrando los pies, volvió a la habitación. Cuando entró lo primero que vio fue a Yuri sentado, mirando el vacío. Parecía estar en estado de shock. “Supongo que tendré que hablar con él” suspiró Wolfram. Si él había reaccionado así, no quería ni imaginar que estaba pasando en ese momento por la cabeza del joven rey. Tras ponerse unos pantalones y una camisa que encontró tirados, se sentó a su lado en la cama.

 

 

- Yuri, mírame.- Al principio parecía que ni siquiera le había oído. Le dio su tiempo, esperando que reaccionara y, finalmente, volvió la cabeza, aunque mantuvo sus ojos fijos en las sábanas.- Yo… lo que ocurrió anoche… esto… - Aun así no era tan fácil como se había querido hacer creer.

 

 

- ¿De… de verdad… tú y yo…? – Tímidamente Yuri había alzado su mirada. Ni siquiera le estaba mirando directamente a los ojos, pero le hacía sentir incómodo. No pudo evitar apartarse unos centímetros y mirar a cualquier lugar lo más alejado posible del muchacho.

 

 

- Sí…- le respondió tras unos segundos de silencio. ¿Qué otra cosa podía decir? Por mucho que le hubiera gustado, no podía negar lo que era evidente.

 

 

- ¿Cómo… cómo es posible? – Yuri no quería creerlo. Estaba seguro de que si saltar por el balcón hiciese que lo que pasó la noche anterior no hubiera ocurrido, lo haría sin pensárselo dos veces. Su actitud hería en parte su orgullo, pero había algo mucho más importante que no podía quitarse de la cabeza. Conrad…

 

 

- Verás…

 

 

 

 

 

El salón era enorme, el más grande de todo el castillo, y aún así habían conseguido que estuviera totalmente atestado de gente. Todos los nobles de Shin Makoku y también de sus naciones aliadas llenaban hasta el último hueco del exageradamente adornado salón, e incluso gran parte del jardín al que daba una de sus puertas de cristal. “Un año…” pensaba para sí, “no puedo creer que haya pasado ya un año desde que llegó.” Y es que todos habían estado muy ocupados para siquiera notar el paso del tiempo. Tener que enseñar al nuevo rey era agotador y, aunque sabían que aún les quedaban duros años por delante, al menos parecía que iba mejorando rápidamente. Al menos en lo que se refería al manejo del reino, Yuri había sabido adaptarse rápidamente y en poco tiempo se había convertido en alguien muy querido dentro y fuera de las fronteras. Hasta Wolfram tenía que reconocer que para alguien que jamás había tenido que hacer frente a ninguna responsabilidad ni remotamente parecida, lo estaba haciendo muy bien. En todos sus años de vida en la corte jamás había visto a tanta gente junta, y aún le costaba creer que ese mocoso hubiese conseguido en un año más de lo que los anteriores Maous habían conseguido en sus largas vidas. Esto era una auténtica celebración, no como aquellas reuniones que parecían más bien concilios de guerra: todo el mundo charlaba alegremente, bailaba, comía… en definitiva, se divertía. Aún así, esta clase de eventos era una de las cosas que más detestaba de ser noble. Ni a él ni a sus hermanos se les habían dado nunca bien las fiestas. Gwendal, demasiado serio, solía pasar la noche en conversaciones sobre política con el resto de líderes. Conrad, demasiado sencillo para el ambiente que se respiraba, prefería entablar conversaciones ligeras mientras esquivaba cortésmente las insinuaciones más o menos indecentes. Wolfram, quizá demasiado niño para todo ello, intentaba aguantar todo lo caballerosamente que podía a las damas que no podían evitar verlo como a un muñeco de porcelana y a las furtivas miradas de sus admiradores. Ninguno de los tres estaba hecho para esto, al contrario que su madre o que Günter, que se deshacían en sonrisas mientras charlaban y bailaban con todo el mundo como los grandes anfitriones que eran. Esta fiesta no era una excepción y los tres hermanos, aunque se alegraban de ver todo lo que había conseguido su nuevo rey en tan poco tiempo, esperaban el final de la noche más que ninguna otra cosa. Esta vez, de alguna manera, Wolfram había conseguido escaparse a un rincón más o menos oculto del resto de gente, pero desde el que podía ver la mayor parte del salón. Al principio se sintió muy aliviado al saber que no iba a ser víctima de innumerables pellizcos en las mejillas y de los murmullos de fondo de chicos que casi no se atrevían ni a mirarle. Sin embargo, tardó poco en darse cuenta de que hubiera preferido eso mil veces… al menos así habría estado demasiado distraído para fijarse en la multitud de hermosas y hermosos jóvenes que rodeaban a sus dos hermanos. Gwendal estaba notablemente nervioso, intentando esquivar la mayoría de insinuaciones como podía y con una expresión que pedía ayuda a gritos… lo que al parecer solo le hacía más irresistible a los ojos de sus admiradores. En cambio Conrad… siempre tan perfecto y educado, charlaba tranquilamente, como si no se diese cuenta del peligro en el que se encontraba… “quizá ni siquiera le importe” no pudo evitar pensar Wolfram. Verle prestar tanta atención a otra gente lo ponía enfermo. De repente, abriéndose paso entre la multitud, Günter llegó hasta un Gwendal que parecía estar a punto de sufrir un ataque de pánico. No podía oírlos desde donde se encontraba, pero pudo ver como claramente le pedía bailar con él. Podía imaginar tan vívidamente como si estuviera escuchando a Gwendal dándole las gracias y a Günter respondiendo algo como “bueno, para eso están los amigos, ¿no?”. Sabía que, pese a las miradas que intercambiaban, ninguno de los dos se atrevería a decir más que eso. Pero él sí que lo haría, él tenía que hacer algo de una vez. Saliendo de su escondido rincón se dirigió hacia Conrad con paso decidido… solo para ver como Yozak se le adelantaba. El pelirrojo, siempre sonriente, guiaba ahora al muchacho hacia la pista de baile con una sonrisa triunfal en los labios. Durante un instante, tan rápido que Wolfram casi creía habérselo imaginado, le miró con total desprecio escrito en sus ojos, como si mirara a un insecto repugnante. Claro que Yozak lo sabía… Yozak debía de ser la persona que mejor conocía a Conrad y por eso le detestaba tanto. Y ese odio era totalmente recíproco… Yozak también detestaba a la persona a la Conrad más amaba. Wolfram no podía soportarlo, no iba a quedarse a mirar como, poco a poco, Conrad se iba alejando de él. Enfadado, dio media vuelta y salió al jardín. Necesitaba el aire fresco. Afuera, bajo una luz mucho más tenue se encontraban gran parte de los invitados charlando tranquilamente. Algunos camareros pasaban entre ellos con bebidas y comida. Wolfram se vio tentado de coger una copa, pero solo de pensarlo, por alguna razón, se le revolvió el estómago. La última vez que había bebido había acabado en la cama de Conrad y no quería ni pensar como podía acabar esta vez. Siguió caminando hacía la zona más apartada. No tenía ganas de ver a nadie. Llegó a un lugar oscuro, solo iluminado por las estrellas. Tan solo había unos pocos árboles, el inicio de un bosque que empezaba mucho más adelante. Por lo menos podría estar tranquilo…

- ¿Wolfram? – O no. No lo había visto al llegar, pero allí, apoyado en un árbol, estaba Yuri. ¿Estaría el chico escapando también de la fiesta? Desde luego, nunca había parecido que estuviera muy acostumbrado a toda esa parafernalia. En cualquier caso no parecía que fuera a poder desahogarse a solas.

- Yuri, ¿qué haces aquí? Los invitados de la fiesta deben de estar preguntándose donde estás.

- ¡No! ¿Qué hacesh TÚ aquí? Tú… tú… - ¿Qué le pasaba? ¿Por qué hablaba tan raro? No podía ser que…

- ¡Ugh! ¡Yuri, apestas a alcohol! – Sí… ahora que estaba más cerca era bastante evidente que el joven rey estaba borracho. “Por Shinou… ¿a quién se le habrá ocurrido que esto sería divertido?” Wolfram solo esperaba que no fuese el mismo que, muchos años atrás, le dio de beber a él… porque entonces no tendría más remedio que darle un escarmiento. La mano de Yuri en su hombro intentado mantener el equilibrio lo sacó de sus pensamientos. Tenía que hacer algo, no podía permitir que ninguno de los invitados vieran al rey de Shin Makoku en ese estado.

- Ven, Yuri, tenemos que irnos de aquí.- Le dijo, intentando agarrarlo de un brazo. Por suerte, Yuri parecía ser bastante dócil y se dejó arrastrar.

- ¿A dónde vamosh?

- A dónde no puedan verte… ya hablaremos de esto mañana, cuando no puedas ni moverte.- Wolfram llevaba casi arrastrando a Yuri. Se alejó de la fiesta para entrar al castillo por una puerta donde, a ser posible, no los vieran ni los guardias. Afortunadamente todo el mundo estaba pendiente de la fiesta que se estaba celebrando, así que como pudo llevó a Yuri a su habitación sin que nadie los viera. Una vez consiguió llegar lo arrojó con poca delicadeza sobre la cama. Recuperó el aliento y se acercó a él para desvestirlo, ya que el moreno parecía muy distraído mirando el techo.

- Vamos, Yuri, ahora tienes que ser bueno y echarte a dormirla.- Empezó a desabrocharle la chaqueta… hasta que se dio cuenta de que Yuri lo miraba fijamente, sonriendo. Antes de que pudiera reaccionar, se vio atrapado en un efusivo abrazo.

- ¡Wolfram, te quiero, eres siempre tan bueno conmigo! – Wolfram sintió que tenía ganas de que la tierra se lo tragase… a él o a Yuri, no le importaba demasiado. “Encima la ha agarrado cariñosa, será posible.”

- ¡Yuri, quita, tienes que irte a dormir!

- ¡Venga, Wolf, dame un abrazo!- Cuanto más intentaba Wolfram quitárselo de encima, con más fuerza se agarraba Yuri a él. Nunca se había dado cuenta de lo fuerte que se había vuelto el moreno, quizá porque nunca se resistía a él en serio. El forcejeo acabó con Wolfram tumbado en la cama y Yuri sobre él, abrazándolo. Durante unos segundos no se movieron por la inesperada posición. Solo podían mirarse a los ojos. Entonces, despacio, Yuri posó sus labios sobre los del rubio. Al principio Wolfram ni siquiera parecía darse cuenta de lo que estaba pasando. Lo primero que se le vino a la cabeza es que tenía que decirle que parara, que no podía hacerlo porque… pero entonces recordó que su única razón para detenerlo estaba en la fiesta bailando, charlando y riendo con cualquiera mientras a él ni siquiera le había mirado y tampoco habría notado su ausencia.. Wolfram cerró los ojos y, después de unos segundos, siguió desvistiendo a Yuri.

 

- Lo siento, Yuri.- Se disculpó sin poder levantar la mirada de sus pies.- Es culpa mía, debería de haberte parado…

 

 

- Pero… pero yo… estaba borracho, es decir…- sin poder evitar tartamudear Yuri intentaba hacerle ver a Wolfram que él en realidad no había querido que eso ocurriera, que todo había sido un accidente. Estaba seguro que después de aquello lo iba a obligar a casarse con él o algo por el estilo.

 

 

- Lo siento, fue un error. Lo mejor será que hagamos como si nunca hubiera pasado, ¿vale? – Y Yuri se quedó petrificado. Una frase así era lo último que había esperado del rubio.

 

 

- Por supuesto.- Respondió rápidamente. En silencio, Wolfram terminó de vestirse y salió de la habitación. No podía evitar sentirse culpable por todo… no solo había engañado a Conrad sino que en el proceso le había robado a Yuri su virginidad. En ese momento se sentía el ser más despreciable de todo el universo.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).