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Mi ideal primer amor ... por YaKayLex

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Notas del fanfic:

Los personajes de Digimon y nombres utilizados les pertenecen a sus respectivos autores (Akiyoshi Hongo y Toei Animation). Fanfic sin ánimo de lucro. Hecho por una fan para fans. Cualquier parecido con la realidad es solo coincidencia.

Notas del capitulo:

Hola amigos, aquí con una nueva historia sobre un viejo romance de Koushiro. ¡Espero que la disfruten!

El presente


 


- Cuando llegas a mi edad, - dijo fingiendo la voz, haciéndola parecer cansada- es difícil recordar las cosas.


- Vamos, no seas tan dramático, - la chica comenzó a presionarlo.  - tienes treinta años. Tampoco es que seas un anciano. - La miró sorprendido. La chica se dio cuenta de que se había pasado de la raya. - Solo quiero saber quién es el chico de la foto.


- ¿Y para que quieres saberlo, Hikari? - Preguntó desconfiado.


- No lo sé, es atractivo. – Dijo con una risilla coqueta.


- Eso lo sé muy bien. – El chico suspiró.


- Vamos, Koushiro. Cuéntame quien es. – la curiosidad estaba carcomiendo a la chica.


- Está bien. Pero te advierto que es una historia muy triste.


- ¡Estoy preparada! -le dijo para infundirle confianza, mientras él sonreía melancólico...


 


Julio 2003


 


Cursaba mis últimos días de octavo grado. Mi grupo estaba definido con la letra "C". Mi promedio no bajaba de 9.8 (no alcanzaba el 10 debido a que la clase de deportes no se me daba bien). Mi físico era muy poco atractivo. Mi altura era diferente a la de los demás. Mi aspecto siempre tan correcto me hacía ver ridículamente serio en comparación con las chicas y sus minifaldas o los chicos con los pantalones rotos y sin suéter. Para mi desgracia, tenía acné - no mucho, pero si era un punto que no me ayudaba en lo más mínimo- y mi cabello alborotado y reseco era difícil de mantener en orden. Coronaba todo el conjunto unos anteojos que debía usar por recomendación médica ya que "pasaba demasiado tiempo frente a la computadora". 


 


Por supuesto era poco sociable y las únicas personas que me reconocían eran mis profesores, siempre poniéndome de ejemplo ante los demás compañeros, quienes solo se relacionaban conmigo porque era el encargado del grupo. De otra forma creo que no hubiéramos podido intercambiar palabras. Pese a eso, había logrado hacer dos amigos de verdad, de esos en los que puedes confiar casi cualquier problema o situación que tengas en tu casa -o con tu vida-. La primera era Mimi Tachikawa, una hermosa chica con un físico que impresionaba a muchos pretendientes y que, por obvias razones, alejaba a las chicas del salón. La consideraban engreída, egoísta y odiosa. Sin embargo, yo sabía que era solo la fachada. Dentro de ella guardaba un corazón de oro. Me encantaba pasar tiempo a su lado, y no me malinterpreten. No es que estuviera enamorado de ella. Simplemente la paz que te brindaba era algo excepcional. Pasábamos las horas que teníamos libres la mayor parte en silencio. Ella dibujaba cualquier cosa que se le hubiera ocurrido. Aunque no era una gran artista, el mirar sus trazos y escuchar de vez en cuando su voz era tan relajante.


 


La otra persona era Yamato Ishida. También un chico bastante atractivo, con un físico poco común para aquella comunidad. Piel, ojos y cabello claro. Él era tan centrado y tan tranquilo. También me hacía sentir en paz. Aunque la mayor parte del tiempo que pasábamos juntos no parábamos de hablar. De temas culturales, de series y caricaturas. De alguna chica que hubiera llamado su atención... ya saben típicas charlas adolescentes. Y cuando Mimi entraba en escena las cosas se ponían peor. El tema del romance era de los más favoritos para ambos. Hasta ese momento yo no estaba interesado en nadie... hasta que esa persona llegó.


 


Lo conocí en la entrada de mi escuela. Como Yamato y yo habíamos llegado temprano, nos encontrábamos muy cerca de la puerta, mientras la avalancha de muchachos y de chicas se formaba a nuestras espaldas. Las clases ya tendrían que haber comenzado y los directores aún no abrían. ¿Qué les pasaba por la cabeza?


 


- Ya pronto terminaran las clases, Koushiro. -Yamato tenía la costumbre de llamarnos por nuestro nombre de pila. Era cálido y familiar. - Por eso mismo tardan en abrirnos.


 


-No le veo la lógica. - Apunté rápidamente. - Sería preferible que terminemos las clases de manera correcta y si sobran días pues ya que los tomen como vacaciones.


 


-Así no funciona el sistema educativo de nuestra escuela. - Me contestó. Imagínense lo aburrido de nuestra charla, creo que empiezo a pensar que por esa razón no teníamos más amigos.


 


Seguimos platicando hasta que me di la vuelta para señalar la cantidad enorme de personas que teníamos detrás y entonces lo vi. Se encontraba sentado en las escaleras, con una rodilla doblada en la que tenía recargada una pelota de futbol. Pese a eso, su lacio cabello azul y su traje escolar estaban impecables. Mientras charlaba con un amigo a su lado, - el cual, si tenía todo el aspecto de haber jugado futbol horas antes, ya que su ropa iba manchada y llevaba su cabello despeinado- comenzó a sonreír. Y entonces mi corazón se paralizó. 


 


¡Era la sonrisa más hermosa que hubiera visto jamás! Tan blanca, tan pura... tan natural. De pronto movió la cabeza y nuestros ojos se encontraron. Mi corazón dio un vuelco mientras comenzaba a latir rápidamente. Escuché todos y cada uno de los sonidos a mi alrededor. El chico me miró solo un poco y volvió a su conversación con su amigo. Mi rostro estaba ardiendo y voltee en seguida mientras trataba de ocultarme en el hombro de Yamato.


 


- ¡Hey! ¿Qué te pasa Kou...? - Me preguntó sorprendido.


- Voltea discretamente... -  Le dije. De inmediato me hizo caso.


- ¿Qué, el chico peli azul? - me preguntó confundido.


- Creo... que me gusta... - Le dije con el tono de una colegiala enamorada mientras comenzaba a reírse.


 


Ese día no pude prestar atención a las clases. ¿Quién era ese atractivo muchacho? ¿acaso era real, o solo era un sueño producido por mi soledad y mi gran imaginación? Sea como sea su imagen no se alejaba de mis pensamientos y mi corazón volvía a palpitar de manera violenta. Hacía mucho que me había dejado de preocupar por el hecho de que me llamaran la atención los chicos. Sabía que no tendría oportunidad con nadie así que no me importaba. Aunque claro, solo mi madre, Yamato y Mimi lo sabían.  ¿Quién es?, ¿quién es? mi mente se preguntaba una y otra vez.


 


- Se llama Ken.


- ¿Cómo? -pregunté desconcertado saliendo de mis pensamientos.


- El chico que viste en la mañana, - la miré con curiosidad. - Ishida me lo contó todo. Jamás te había visto así de rojo, así que se preocupó. -Una risilla salía de los labios de mi amiga. - Ese chico es amigo de un conocido mío que se llama Daisuke.


- ¿Cómo? -me puse de pie. - ¿Tú lo conoces?


- ¡No! - parecía molesta. -Escucha lo que te digo Izumi, conozco a Daisuke. Y Ken es su amigo.


- Está bien, está bien. Ya entendí. - Suspiré. - Y bueno, ¿qué sabes sobre él?


- Lo único que me pudo decir Daisuke es que se llama Ken, es un as en el futbol y va en el grupo C.


- ¡Pero en ese grupo vamos nosotros! -sentí un golpe directo en mi cabeza.


- No seas bobo, va en primero. - Me dijo nuevamente molesta. - Al parecer está comenzando nuevamente con los entrenamientos en el futbol ya que tuvo un accidente cuando participaba en el torneo de futbol infantil profesional.


- ¿Pero está bien? -pregunté con cierta premura.


- Dah, claro que sí. Eso pasó hace tres años. -Me miró pensativa. -Estás muy extraño Izumi, deberías ir a casa a descansar. Tal vez mañana te sientas mejor.


 


Pero no fue así. A partir de ese día el bicho del amor se había apoderado de mi corazón. Como si tuviera un radar detectaba en qué lugar se encontraba, o cuando pasaba afuera de mi salón. Pasaba las horas pensando en su hermosa sonrisa. No podía parar. En casa comenzaron a notarme deprimido y eufórico a la vez. Pasaba horas enteras tratando de hacer otras actividades, pero mi mente no dejaba de pensar ni un minuto en él. Por fin me había enamorado.


 


Pasaron las semanas y pese a mi mayor distracción terminé el curso con calificaciones sobresalientes. Siempre había amado el verano, pero ahora solo deseaba que las vacaciones terminaran lo más pronto posible. Deseaba verlo, aunque fuera una vez más. Mi corazón me dolía, con una opresión tan fuerte que parecía haber perdido lo que más amaba en la vida. No me atrevía a contarle a mi madre lo que sentía (ya no digamos a mi padre, pues él siempre se la pasaba trabajando). De vez en cuando intercambiaba correos graciosos con Yamato y Mimi, pero no era lo mismo. Comencé a leer libros que me ayudaran a entender lo que me estaba pasando, hasta que encontré uno sobre superación personal. Estaba viviendo exactamente lo que le ocurría al protagonista, el cual estaba tan enamorado de una chica, que hizo todo lo posible por conquistarla. Superó sus más grandes temores y los obstáculos en su camino hasta que llegó a ser una mejor persona y todo gracias al amor de esa chica. Sabía que yo tendría que seguir su ejemplo.


 


Un nuevo año escolar comenzó y yo iba preparado. Siempre había sido un chico tímido, sin embargo, esa faceta de mi vida había terminado. Participaba en los eventos cívicos de mi escuela; me volví más sociable con los chicos de mi salón e incluso comenzamos a realizar eventos culturales para todos los alumnos. Quería que Ken me viera y lo estaba logrando. Incluso comencé a llevarme bien con su amigo Daisuke quien me prometió ayudarme si a cambio yo le ayudaba con Mimi - la cual no estaba para nada interesada en él -. Mis actividades extracurriculares comenzaron a extenderse sin dejar a un lado mis buenas calificaciones. Incluso llegue a participar en concursos de Informática y computación y volvía con buenos lugares y con unos profesores llenos de orgullo a la escuela. El día en el que participé en el concurso de "Crea tu propio juego digital” tuve que pasar al frente de todos los alumnos de séptimo a noveno grado. Había ganado – sorprendentemente - el segundo lugar a nivel distrito escolar.  Cuando todo el mundo vitoreaba y aplaudía, Ken dijo con orgullo "ese es mi chico"...


 


O al menos eso fue lo que me dijeron algunas compañeras. Yo estaba emocionadísimo pero los días pasaron y él jamás se me acercó. Ni siquiera me miraba cuando nos cruzábamos al salir de clase de música o deportes.


 


- Creo que te estás enamorando de una ilusión. -Me dijo con pesar Yamato.


- No seas tonto. No es una ilusión. Esto que siento es completamente real y...


- No dudo que sean reales tus sentimientos. - Me interrumpió con calma. - Digo que te estás enamorando de una ilusión. Ken no es para nada como te lo imaginas. ¿Recuerdas lo que me pasó con Sora? Yo la idealizaba tanto y al final resultó ser solo una liberal chica más.


- Esto es diferente, ya lo verás. Él me va a ver y se va a dar cuenta de que yo daría mi vida entera por él. - Lo dije con voz segura.


- Eso espero... - pero no sonaba muy convencido.


 


Mis amigos trataban de prevenirme. Al principio me apoyaban e incluso trataban de ayudarme con Ken. Pero al darse cuenta de cómo era ese chico realmente quisieron abrirme los ojos. Yo no les hacía caso. Tenían envidia de él. De su magnífica aura, de su hermosa sonrisa - aunque ahora estaba opacada por unos horribles frenillos, pero eso no me importaba en lo absoluto -. Y un día... ocurrió lo inevitable.


 


Era el 14 de febrero y me encontraba acomodando las cartas que habíamos recibido para entregarlas en los respectivos salones, -ya que mi grupo había organizado como actividad un "buzón romántico”-, cuando noté que había una para mí. Días antes yo me había atrevido a escribirle una carta a Ken, en donde le confesaba todo lo que sentía por él. Mi admiración, mi cariño sincero. La forma en la que me había superado para que me viera y pudiera estar orgulloso de que el nuevo yo estuviera enamorado de él. Le pedía incluso que al menos, me permitiera acercarme como un amigo. Y por fin había llegado su respuesta. Con manos temblorosas, comencé a leerla y mi corazón estaba a punto de estallar de alegría. Me decía que el también sentía lo mismo que yo y que lamentaba mucho no haberse acercado a mi durante todos estos meses, pero que era un chico muy tímido. Terminaba su carta con un enorme corazón y pidiéndome que aceptara salir con él. Además, había adjuntado una fotografía de él durante un entrenamiento. Se veía tan radiante, con esa hermosa sonrisa en sus labios.


 


No podía creerlo. Yo, el tímido, perdedor y poca cosa de Koushiro -así me sentía en mis años adolescentes, no me juzguen, por favor - había logrado conquistar al magnifico Ken. Estaba radiante de alegría.


 


- No es de él... – Me dijo Mimi con voz grave.


- ¿Cómo dices eso? - Estaba furioso.


- Daisuke me confesó hace rato que unos chicos habían visto tu carta y te escribieron una respuesta. Ken no escribió nada. - No podía creerlo.


- No te creo... - dije por lo bajo. Mi corazón comenzaba a empequeñecerse.


- Es la verdad. Si no me quieres creer, habla con él. - Se veía ofendida pero aun así me estaba ayudando.


- ¿Cuándo?... logré preguntar.


- ¿Qué te parece a la hora de la comida? - Intervino Yamato. - Recuerda que últimamente pasa todos los descansos en el despacho del profesor de deportes, así que nosotros podríamos distraerlo mientras tú le preguntas.


- Está bien. - Accedí dispuesto a arreglar las cosas de una vez.


 


En la hora de la comida, y con sigilo, nos quedamos en el área de deportes. Unos minutos después de que entrara Ken, mis amigos fueron directo al despacho del profesor. A los pocos minutos el chico salió y yo me atreví a acercarme.


 


- Hola... -dije titubeante.


- Hola. -su voz era firme y fría.


- Yo, bueno... quería preguntarte sobre la carta... que... eh... que me enviaste. - Comencé a titubear.


- Yo no la mandé. - Él miraba para otro lado, yo no podía levantar mi rostro. - Nunca escribiría eso. - Mi corazón poco a poco se fue haciendo pedazos, mi voz comenzaba a quebrarse también. 


- Tienes... tienes que decirme quien fue... o tendré que meter un reporte... en dirección y... -comenzaba a sentir lágrimas en mi garganta.


- No sé quién fue y si quieres hacer el reporte hazlo. Déjame de molestar. No me interesas y yo no tengo nada que ver contigo. - Su trato frio y distante era como una cuchillada en mi estómago.


 


Noté que se dirigía a grandes pasos al despacho del profesor, mientras yo gritaba tonterías como "Vete, anda, tienes mucha necesidad de estar allí". ¡Que imbécil! Cuando desapareció por la puerta corrí a las escaleras más ocultas y comencé a llorar. La soledad y la frustración habían caído sobre mí de un momento a otro. Todos tenían razón, pero no los había querido escuchar….


 


Minutos después sentí el cálido abrazo de Mimi y la mano tierna de Yamato acariciando mi cabeza.


 


- Lo siento amigo. -Me dijo triste.


- Te lo dije Izumi, vamos a reportarlo con el director y… - Mimi parecía muy molesta, por lo cual la interrumpí bruscamente.


- No, no lo haré... no lo meteré en problemas. - Dije mientras las lágrimas no paraban de brotar.


- Pero qué ¿aún lo quieres? – Me preguntó sorprendida. La miré con lagrimas en los ojos y un sonrojo de vergüenza le llenó el rostro. -  Supongo que es difícil deshacerte de un sentimiento tan fuerte de un momento a otro. – Parecía dudosa.


- Dejemos las cosas así Mimi, - la voz de Yamato la tranquilizó. – Y tú Koushiro, creo que deberías pedir permiso para retirarte.


- No... voy… voy a regresar al salón… Tenemos muchas actividades que hacer. - Me levanté sacudiendo mi ropa y rodeé a mis dos amigos en un abrazo espontáneo. - Gracias por ser mis mejores amigos, chicos.


 


Y al sonar el timbre, emprendimos el camino de regreso a clases...


 


El presente.


 


- ¿Y qué pasó después, Koushiro? - Preguntó con los ojos un poco llorosos.


- Pues nada importante, bueno al menos no con ese chico. Mis éxitos escolares iban en aumento, en contraposición a mis sentimientos, que fueron aplastados como una vil basura. Pero, el haberme enamorado -u obsesionado- del Ken "irreal" me había ayudado demasiado. Logré hacer todo lo que no había podido hasta el momento. Crecí, en todos los sentidos de la palabra. Pero, por otra parte, gracias a esa experiencia siempre tuve el temor de confesar mis sentimientos a alguna persona que me hubiera interesado. O de la que me hubiera enamorado.


- Hasta que llegó mi hermano. - Le dijo la chica con una sonrisa enorme. El chico le correspondió de la misma manera.


- Si, hasta que llegó tu hermano. - Su sonrisa reflejaba una gran paz y una alegría casi perfecta. - Encontré en él lo que en ninguna persona encontré, y ahora me siento completamente feliz.


- Y ya no piensas en ti de esa manera, ¿verdad? - Le preguntó mientras entrecerraba sus ojos con desconfianza. No le había gustado la forma en la que se había expresado sobre el mismo.


- No, por supuesto que no. Con los años aprendí que debemos amarnos a nosotros mismos antes de que intentemos amar a alguien más... - hizo una pausa. - Por eso creo que tú en verdad estás enamorada de Takeru. - Un rubor ligero invadió el rostro de la joven.


- ¿Cómo se conocieron tú y Taichi? - Su curiosidad aún no estaba satisfecha.


- Eso señorita, -le dijo mientras se ponía de pie y guardaba la foto en su caja de recuerdos. - Tendré que contártelo en otra ocasión. - Desde afuera se escuchaban los gritos de Taichi y Mimi. -Al parecer Yamato y Takeru están aquí. ¿Vamos? - le preguntó mientras extendía su brazo. Hikari sonrió mientras lo tomaba con fuerza.


- ¡Vamos!

Notas finales:

Bueno hasta aquí la historia. Espero que les haya gustado, dejé mucho de mi en esta historia ya que está basada en algunas experiencias de mi lejana juventud y bueno... era tiempo de compartirla con ustedes. Nos vemos en la siguiente historia y recuerden que cualquier comentario es bienvenido.


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