Capitulo 1: El viaje.
Aroa observo con un puchero el entorno de su casa de árbol, no iba a poder verla en unos largos nueve meses ¿Por qué? Fácil, su padre había decidido que debería ir a Hogwarts, porque tenía la edad y no tenía el menor interés en que su hija menor siguiera aprendiendo de los elfos domésticos. Había disfrutado desde que nació de la ausencia de su padre a partir de agosto a mayo, y se sintió mucho más libre cuando su hermana mayor partió al colegio a estudiar hace dos años, porque podía recorrer los bosques de su pueblo desde la mañana hasta la noche y nadie la regañaba por estar todo el día afuera.
Pero ahora, tendría que verle la cara a su padre y hermana mayor todo el tiempo y eso no le gustaba del todo, amaba a su hermana seguro que sí, los hermanos deben hacer eso, pero siempre la abandonaba por sus amigos, aunque eso no le molestaba le gustaba estar sola, porque planeaba bromas que hacían a su padre perder la cabeza en cosa de segundos.
Pero, a veces era molesto, porque su padre les obligaba a estar juntas para que ella no demuestre cuán destructiva podría ser. Y eso no le agradaba a ninguna, porque ella amaba estar sola y su hermana quería estar con su amiga.
— ¡Deja tu dramatismo! Vámonos de una vez— exclamó su hermana mayor, entrando a la casa del árbol.
— ¡No entres, es mi casa del árbol!—Aroa puso sus manos en los hombros de su hermana, con la clara intención de empujarla.
—Hazlo y te destruyo la casa con el hechizo bombarda—amenazó, abrazándola de la cintura, para echarla al hombro y bajarla, para ir a la estación nueve tres cuartos.
—Bájame, yo puedo caminar sola—reclamó, tratando de zafarse del agarre de su hermana.
—Claro, cuando estemos en la estación nueve tres cuartos—declaró su hermana mayor con ironía.
—Bájame—repitió, pero su hermana mayor la ignoro—No quiero que nadie sepa que tenemos parentesco.
Su hermana mayor le bajo. Ambas se miraron y Aroa solo bajo la mirada sintiéndose culpable, su hermana tomó su mano en un agarre firme y la empujo hasta su casa, sus elfos domésticos le ayudaron con sus maletas.
Llegaron a la estación nueve tres cuartos y por primera vez en ese día se sintió nerviosa al ver a tantas familias juntas, su hermana mayor se encargó de sus cosas y Aroa subió al tren para esconderse de ella.
Camino por el pasillo viendo a un hombre de bigote con un terno algo cutre, con un maletín en la mano, sentía un fuerte aroma a tierra y suavemente el olor a sangre, sus ojos se cruzaron por unos segundos antes de que entrara en la cabina, vio de reojo al trío de oro del Draco hablaba con tanto desprecio y envidia. Siguió caminando por el pasillo, viendo tres cabinas más adelante a los hermanos Malfoy, desvió la mirada para que no le reconocieran, su hermana mayor de seguro se unía a ellos en cuando subiera al tren.
Vio por el reflejo de la cabina a Draco, levantarse de su asiento y abrir la puerta, pero incluso antes de que pudiera pronunciar palabra, ella corrió y se encerró en la primera cabina que tenía la puerta abierta. No quería sentarse con los hermanos Malfoy porque su hermana mayor hablaba mucho con la hermana de Draco y eso la hacía sentir celosa. Entonces para evitar esos sentimientos amargos de su vida prefería ir en otro vagón.
Se giró viendo a un chico de pelo marrón y ojos castaños, quien le miraba con sorpresa. Sonrió de manera incómoda y se sentó en frente de él, se miraron unos segundos sin decir nada.
— ¿Puedo ocupar este asiento verdad?—preguntó al niño.
—Claro, Soy Dennis Creevey, voy a primer año—se presentó con una sonrisa de oreja a oreja.
—Genial, yo también voy a primer año—comentó con ánimo. Sonrió. Este chico ya le agradaba. —Me llamo Aroa.
—Un gusto Aroa, espero seamos amigos—Dennis sonrió bajando la mirada.
—Trataré—murmuró, un poco incómoda. No estaba acostumbrada a ser amigos.
Ambos voltearon su cabeza asustados, al escuchar el sonido del tren que iniciaba su partida, el tren comenzo a moverse lentamente, Aroa oyó los gritos de los chicos despidiéndose de sus padres y a sus padres gritar o saludar con la mano, incluso Dennis se despidió con la mano y una sonrisa en su cara. Se sintió extraña ante eso y su estómago dolió por unos segundos.
El viaje en el tren fue relajante. Dennis se durmió a las pocas horas, luego de que ambos se atiborraron de dulces, prefirió levantarse de su asiento al ver que algunos alumnos salían de sus cabinas y se ponían a conversar en el pasillo, quiso abrir la puerta, pero noto que esta estaba congelada, el tren se volvió silencioso unos segundos. Retrocedió y se sentó en su asiento, vio pasar por la ventana una sombra negra, que llamó su atención.
Se subió a su asiento y observo por la ventana abierta, vio de reojo como una luz cegadora proveniente de unas cabinas antes que la suya, alegaba a la sombra y sintió frío cuando esta paso por su lado. Escucho movimiento y ruido nuevamente en el tren, sintió el aroma de su hermana acercarse.
Se lanzó al asiento, haciendo la dormida. La puerta se abrió, Phoenix observo preocupada a ambos chicos, vio la ventana abierta y fue a cerrarla, al percatarse que ambos dormían. Se giró y salió de la cabina, encontrándose con su amiga.
— ¿Tu hermana está bien?—preguntó Eli preocupada.
—Sí, están durmiendo ambos. Así que dudo que se hayan dado cuenta—comentó, volviendo a su cabina.
Aroa suspiró ¿Qué había sido eso? Quiso volver a subirse, pero Dennis se despertó y le miró adormilado, ella solo le saludo con la mano. A la media hora después sintió un olor a libro viejo acercarse a la cabina, la puerta volvió a abrirse, causando que Dennis y ella observaron a la chica castaña, vestida con los uniformes de Gryffindor.
—Hola, mi nombre es Hermione Granger, me han pedido que les avise que deben cambiarse—ordenó, viendo como ambos chicos solo movían la cabeza afirmativamente. Rodó los ojos, con lo ocurrido a su amigo Harry no tenía tiempo para esos niños—Multicorfors. —nombró apuntando con su varita primero a la ropa de la chica y luego a la del chico.
Aroa y Dennis solo vieron como una luz roja salía de la varita de la chica y su ropa cambiaba rápidamente en frente de sus ojos. Aroa sonrió, se ahorraba la ida al baño. Ambos vieron como Hermione se iba rápidamente por donde vino. Dennis solo le saco la lengua, haciendo reír a Aroa, quien llevó sus manos a la boca para que la chica no escuchara su risa.
El tren volvió a soltar un silbido avisando su llegada, bajó del tren de la mano de Dennis, quien la ayudó a bajar. La estación de trenes pronto se llenó de adolescentes conversando siendo dirigidos por diferentes profesores. No vio a su padre, pero sí vio cuando su hermana le hacia una seña para que se comportara. Sonrió nerviosa.
—Los de primer año, conmigo—pronunció un hombre alto, muy alto.
Aroa tuvo que levantar su cabeza solo para verle un poco los ojos y aun así, no pudo verle la cara completa. Dennis puso una mano en su frente y rió al ver que no podía ver absolutamente nada. Aroa negó con la cabeza, Dennis volvió a tomar su mano para comenzar a seguir al hombre alto.
Aroa se alegró al ver que podrían llegar al castillo en botes, empujo a Dennis para que se subiera con ella, Dennis negó asustado, pero pronto se vio dentro de uno, tratando de detener a su nueva amiga para que dejara de moverse y así no los tirara a todos al agua.
Al llegar Aroa se sintió feliz, tendría mucho bosque nuevo que conocer para cuando tuviera tiempos libres, solo tendría que escapar de la vista de su padre y hermana, este lugar era genial. Siguió a Dennis a una escalera donde les esperaba una mujer vestida de verde.
—Por favor manténganse en silencio, nos llamarán en unos minutos—pidió con rostro serio. Aroa estaba segura de haber sentido ese aroma cerca de su casa. —Me presentó, mi nombre es Minerva Mcgonagall—se presentó. Aroa sonrió, su hermana y su padre tenían el aroma de ella en su ropa, cuando regresaban a casa—Por favor síganme en silencio al comedor.
Aroa se sintió nerviosa y su estómago volvió a doler. Su padre le había hablado sobre el proceso de selección, una vez dentro del comedor no podría evitar la mirada de su padre y hermana. Respiro y suspiro, viendo como las puertas se abrían, cegándole la vista por unos segundos, que para ella fueron eternos.