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Tú tan Buga, Yo tan Lencha por Menz

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Notas del capitulo:

 

¡Disfrútalo!

 

¡Accio cap 7!

Capítulo 7
Adiós amor… amores

 

Casa de Inés.

—¡ERES UNA CERDA!
¡Plaf!
Aunque quiso esquivar el golpe, Gaba no fue tan rápida. Inés le había dejado media cara roja después de que la chica azul fuera a pedir disculpas y a explicarle cómo la había manipulado y engañado varias veces durante su «relación»… de dos semanas.
—¡Pero perdóname! —pidió Gaba esquivando una patada y corriendo hacia el auto—. ¡Sube al coche! —le gritó a Odette, que se encontraba a un par de metros de ella, para que la chica se pusiera a salvo.
Como pudo, la azul hizo avanzar el beetle, dejando atrás a Inés que le gritaba maldiciones a media calle.
—Una menos —dijo Odette tachando el cuarto hombre de la lista—. ¿En serio le pusiste el cuerno en su habitación, durante su fiesta de cumpleaños?
—Sí. —Gaba sentía mucho ardor en la mejilla.
—¿Te parece buena idea que escuche todas las mentiras que le has dicho a tus chicas?
—Quiero que sepas todas las cosas horribles que hice.
—Tal vez me desilusione aún más de ti. ¿Te arriesgarás a eso?
—Lo apuesto todo a la chica de ojos bonitos.
—Como quieras… —Odette miró la hoja y sonrió—. Hoy será un día muy divertido.

Casa de Pamela
—¡Dijiste que era tu prima! —Pamela le lanzaba piedras a Gaba, que intentaba protegerse la cabeza.
—¡¿No escuchaste que «a la prima se le arrima»?!

Casa de Teresa y Tamara
—¡¿En el funeral de nuestra abuela?! ¡¿Cómo pudiste?! —Teresa jaloneó a Gaba—. ¡Y tú sabías que andaba con ella! —le reclamó a Tamara, su hermana.
—¡Yo estaba triste por la abuela! ¡Gaba dijo que ustedes habían terminado!
—¡¿Eso dijiste?!
—¡Es que ya quería terminar contigo pero ese día se murió tu abuela y me pareció un mal momento para hacerlo!
—¡Y besuqueaste a mi hermana! —Gaba se agachó para que una maceta no le rompiera la cabeza.
—¡Pero ya pasó! ¡¿Qué les parece si me perdonan las dos?!
—¡LARGO!

Casa de Lucía.
—¡Dijiste que me amabas! —Lucía lloraba a moco tendido.
—Lo siento, Liliana.
—¡Me llamo Lucía!
—¡Perdón, perdón!

Casa de Grisel.
—¡¿Dónde está mi pistola?! —Grisel abrió un cajón, buscando algo.
—¡Arranca el auto!
Gaba corrió como loca mientras Odette encendía el beetle y aceleraba a fondo.

Casa de Melani.
—¡¿Dos veces?! ¡¿Y con Karen?!
—Creí que lo sabías —dijo Gaba rascándose la cabeza.
—¡NO!
—Tal vez debí decirte esto de forma más sutil…
—¡Fua!
Melani, campeona de taekwondo, soltó una patada a Gaba en el pecho, haciendo que la chica azul cayera como costal de papas al suelo.
Cuando al fin recobró la conciencia, Odette la miraba preocupada.
—Hay que parar esto.
—No, tengo que terminar la lista —dijo Gaba intentando ponerse de pie.
—Te han pateado, arrojado cosas, casi disparado… ¡Tus ex están locas!
—Estoy bien. —Pero la azul volvió a caer—. Patea muy fuerte.
—Déjame ayudarte.
Odette le tomó la mano y la levantó del suelo. Gaba la abrazó para no caer de nuevo. Pudo sentir el cuerpo de Odette pegado al suyo y por un segundo, todo a su alrededor desapareció. Cualquier dolor, mal recuerdo o sufrimiento había perdido toda la importancia… solo existían ellas.
—Odette, yo… —Gaba conectó su mirada a la de la chica, sintiendo su respiración golpear su rostro.
—Te llevaré a casa —dijo Odette con un hilo de voz.
—No.
—¡Gaba, mira cómo estás!
—¿Me veo muy fea?
—Eso no sería posible —se le escapó a Odette, que carraspeó enseguida—. No quiero ser responsable de tu muerte.
—No moriré… solo… Esto es como el purgatorio y tú eres el cielo. Para llegar a ti, debo pasar por eso.
—No hay garantía de que llegues al cielo. Podrías ir en la otra dirección —dijo Odette sonriendo, señalando hacia abajo.
—La incertidumbre es parte de la vida, ¿no crees?

Casa de Karen.
—¡Gaba! ¿Viniste a invitarme a salir? —preguntó Karen con el usual brillo en los ojos.
—No.
—¡¿A pedirme que sea tu novia?!
—Tampoco.
—¡¿A que vivamos juntas?!
—¡¿Qué?! ¡No!

Casa de Érika.
Si la despedida de Karen fue más ridícula que difícil, en ese momento Gaba sentía verdadero terror. Aún solía tener flashes de Érika conduciendo a toda velocidad hacia ella.
—Tu puedes Gabita, bebé. Tú puedes —susurraba para ella misma.
—¿Es la que te atropelló? —quiso saber Odette.
—Sí.
—Podemos saltarnos esta. Ya te ha golpeado lo suficiente.
—Nunca le pedí perdón por lo que le hice.
—¿Qué le hiciste?
—Eh… pues… no fue algo muy concreto, más bien… el clima...
Odette levantó la ceja.
—No te hagas la olvidadiza.
—De acuerdo. La dejé en un motel después de… tu sabes.
—Eso es terrible… —Odette negó con la cabeza—. Gaba, eres…
—Un monstruo, lo sé. Creo que será mejor que vaya sola. Ella de verdad está loca, podría lastimarte.
—O podría lastimarte a ti, de nuevo.
—Penitencia.
Gaba bajó del auto y caminó hacia la puerta. En su interior, rezaba porque Érika no estuviera en casa. Pero no tuvo tanta suerte. En cuanto Érika la vio, se le fue encima.
—¡¿Cómo te atreves a venir a mi casa?!
—¡Espera!
Gaba y Érika rodaron por el suelo, dándose manotazos.
—¡Fue el peor día de mi vida!
—¡Alto! ¡Por favor!
Las manos de Érika sujetaron el cuello de Gaba.
—¡¿Sabes la vergënza que sentí saliendo de ese motel?! ¡No merecía eso! ¡Maldita cínica! ¡Y yo que te quería!
—¡SUÉLTALA! —Odette jaló a Érika y la lanzó hacia el otro lado del pórtico.
Gaba respiró bocanadas de aire, intentando mantenerse viva.
—¡¿Tú quién eres?! —exigió Érika.
—¡La que te romperá la cara si la vuelves a tocar!
—¡¿Crees que te tengo miedo?! —La chica furiosa brincó sobre Odette pero Gaba se interpuso, sujetándola de los brazos.
—¡VINE A PEDIRTE PERDÓN! ¡¿Escuchaste?! ¡Tienes razón, no merecías eso y yo sí merecía que me pasaras el auto encima!
Érika se quedó inmóvil ante esas palabras.

—¿Qué te pasa? —preguntó extrañada su ex.
—Solo intento ser mejor persona. Perdón por lo que te hice. Me porté muy mal y enserio espero poder hacer algo para compensarlo.
—Gabriella, si es una de tus tantas jugarretas…
—No lo es. Lo juro.
—Ya me juraste antes.
—¿Y cómo te demuestro que hablo en serio?

*******
—¿Qué esperas para bajar? —preguntó Érika, de pie junto al auto. Estaban en el zócalo de la ciudad.
—¡Ya vine hasta aquí usando esto! ¡¿No es suficiente?!
—Dijiste que lo harías —se quejó Érika.
—¡Sonríe! —Odette llamó su atención, tomándole una fotografía con su móvil—. Podrías usarla para tu foto de perfil.
—Terminemos con esto.
Gaba se bajó y dio un paso, tambaleante. Érika la había obligado a usar tacones de aguja negros, con top, falda y medias negras.
—Tienes que correr y gritar lo que te dije.
Gaba cerró los ojos y suspiró, tomando valor.
—¡Me encantan los penes! —gritaba Gaba una y otra vez mientras corría por el centro, cayéndose a cada rato por los taconazos.


Casa de Romina.
—¡Mira cuantos likes ya tienes! —Odette le enseñó su celular, apenas paró el auto frente a casa de Romina—. ¡Eres viral!
—Ahora yo soy la que odia a Érika —dijo Gaba estrujando sus ojos, que le ardían.
—Fue algo divertido... Te embarraste todo el delineador.
—Carajo. Creo que Mia tiene toallitas en la guantera.
Odette se apresuró a buscar y se detuvo unos segundos antes de tomar la decisión de limpiar la cara de Gaba ella misma. La chica azul sentía las suaves manos de Odette en sus mejillas, que con mucho cuidado quitaba el delineador de los ojos.
—Pues estás a una puerta de terminar con esto.
—Y viva.
—Eres la persona más extraña que conozco.
—Al menos estaré en tu mente por esa razón. —Con un último guiño, Gaba bajó del auto.
Desde la fiesta, se había mantenido lejos de Romina, un poco por eso, un poco por aquello... Pero básicamente, porque se había olvidado de la chica. Así que no sabía de qué humor estaría. Tocó el timbre y cuando una voz salió del intercomunicador, Gaba pidió ver a Romina.
Ahí estaba esperando, distraída por las hermosas macetas y flores que adornaban el muro. Tal vez era buena idea alejar las macetas pequeñas, por si la chica quería atacar con alguna. Se puso a mover algunas cosas, cuando una rosa caída le picó la mano. Gaba la levantó, al mismo tiempo que la puerta se abría.
—¡Gaba, amor! —Romina se le echó encima, abrazándola y dándole un beso en los labios—. ¡Que linda, gracias! —la chica tomó la rosa.
—¿Qué? No… espera…

—No sabes el gusto que me da verte justo ahora. ¿Qué crees? ¡Mi padre llegó a la ciudad! ¡Es un excelente momento para presentarte con él! ¿Porqué tienes negros los ojos? ¡Papá! ¡Gaba está aquí!
—Romina, espera. Tenemos que hablar primero —susurró la chica azul, pero Romina la ignoró, llevándola hasta la terraza trasera, dejando la puerta abierta.
—No sabes la cantidad de regalos que me ha traído. Si le hubiera hablado antes de ti, seguro te hubiera traído algo también, ¡es súper lindo! Solo déjame acomodarte esto… —Romina empezó a acomodar su ropa.
—Oye, ¿podemos hablar a solas?
—¿Hablar o… hablar? —Romina metió la mano entre sus pantalones.
—¿Qué haces? —Gaba dio un paso atrás—. Esto es enserio. Tengo algo que decirte.
—¡Aquí está mi pequeña! —Un hombre apareció—. ¡Tú debes ser la famosa Gaba! Romina justo me estaba contando sobre ti. —El sujeto le tendió la mano y Gaba no tuvo más remedio que estrecharla.
—Papá, Gaba entrará a la misma universidad que yo, así que me parece lógico que vivamos juntas en el departamento. Estás de acuerdo ¿verdad?
—Todo lo que mi niña quiera —concedió el hombre.
—¡Escuchaste! ¡Viviremos juntas! —dijo feliz Romina.
—¡Vine para terminar contigo!
Silencio.
—¿Qué…?
—Lo siento, pero esto no es lo que quiero. Y mucho menos vivir juntas.
—Entiendo... estás asustada —dijo Romina soltando risitas nerviosas—. No es nada, papá. Gaba solo se aterra cuando escucha «compromiso». Iremos trabajando eso, mi amor. ¿Te quedas a cenar?
—No. Y no me asusta el compromiso, solo que no lo quiero contigo. Esto se acabó —declaró Gaba dando media vuelta, queriendo salir de ahí lo más rápido posible.
—¡¿DISCULPA?! ¡¿Quien fue la que me dijo que  estaba loca por mi?! —Romina la jaló del brazo.
—Eso lo dice cualquiera durante el sexo.
—¡¿SEXO?! ¡¿TE ACOSTASTE CON MI HIJA?! —se metió «don Romina».
—¿Por qué no nos calmamos todos? —propuso Gaba.
—Dijiste que sentías algo muy grande por mi, ¡por eso estuve contigo otra vez!
—¡¿OTRA VEZ?! —«Don Romina» cayó medio infartado sobre la silla.
—Te mentí y por eso pido disculpas. La verdad es que me gusta alguien más y no puedo estar con ella teniendo cosas sin resolver de mi vida anterior. Así que para eso vine. Perdón por engañarte de nuevo.
—¡Mancillaste el honor de mi hija!
—Señor, ni siquiera sé lo que significa eso.
—¡ERES UNA IDIOTA!
Romina corrió hacia Gaba empujándola a la alberca. Las dos chicas cayeron al agua. Al menos, la azul era una excelente nadadora y al final terminó ayudando a Romina a mantenerse a flote, pues la chica estaba tan enfurecida que en vez de nadar, utilizaba sus manos para abofetear a la azul.
—¡Gaba, dame la mano!
Odette estaba en la orilla, intentando llegar hasta ella.
—¡Hija, hijita! —«Don Romina» jaló a su hija, sacándola del agua.
—Estoy bien —dijo Gaba, escupiendo un poco de agua.
—Vámonos de aquí.
—¡Es ella, ¿verdad?! —Romina las alcanzó antes de que pudieran salir de ahí—. ¡¿Por ella me dejas?!
—No hagas más difícil esto. —Gaba tomó la mano de Odette y corrió con ella hasta la salida.
—¡PÚDRETE, GABRIELLA!

********   *******

Después de que Odette pusiera su chamarra en el asiento para que Gaba no mojara todo, el beetle se alejaba a toda velocidad de esa casa.
—Eso fue súper raro e incómodo —dijo Odette riendo.
—Gracias por entrar a buscarme. Creí que me matarían entre los dos.
—No me dio buena espina que entraras. Normalmente tus ex te golpean apenas verte.
—Al menos ya terminó. Estoy molida.
—Tienes toda la tarde para descansar —dijo Odette haciendo su alto frente al semáforo en rojo.
—No. En un par de horas Mia tiene la consulta con tu tío, ¿recuerdas?
—¿La acompañarás?
—Claro. Se desmayaría si va sola.
—¿Desde hace cuanto son amigas?
—Primer grado de primaria.
—¡Oh, qué tiernas!
—Ella siempre ha estado conmigo, en momentos buenos y en los súper malos. Ahora es mi turno.
—¿Tienes hermanos? —preguntó Odette de repente, dejando a Gaba inmóvil por unos segundos.
—Yo… sí. Tengo una.
—¿En serio? —Odette puso el auto en marcha, girando para tomar la calle hasta la casa de Gaba—. ¿Mayor o menor?
—Mayor… Se fue de la ciudad hace cinco años —logró decir la azul, intentando adoptar un tono casual.
—¡Igual que nosotros! Nos fuimos justo después del ataque a Cristina y a Alejandra. Curiosamente mi padre lleva algunos asuntos publicitarios del gobierno del ducado.
—Mi hermana es jefa de comunicaciones del ducado —dijo Gaba sin saber exactamente porqué.
—Espera… ¡¿Tu hermana es Cindy?! —Odette frenó de golpe frente a la casa de Mia.
—¿La conoces?
—¡¿Quien no?! La veía desde que hacía los reportajes de la ciudad y luego cuando publicó aquel video sobre el ataque… ¡Es la persona más famosa de Cáliz!
Gaba no sabía si sentir orgullo o molestia por aquello.
—Si… ella hizo todo eso antes de irse —soltó con más tristeza de la que pretendía. Odette la observó un momento antes de atreverse a preguntar.
—¿La has visto desde eso? —Gaba negó con la cabeza—. Lo siento.
—¡¿Por qué estás empapada?!
La chica azul saltó en su lugar cuando Mia apareció de la nada.

********  *******
Las tres se habían quedado en el garaje un momento. Gaba estaba seria, mientras Odette y Mia se reían de su tonto video en medias.
—¿Terminaron? —preguntó Gaba molesta.
—¡No…! —Mia se doblaba de la risa—. ¡Esto me anima muchísimo!
—No me mires así. —Se defendió Odette—. Dijo que estaba nerviosa y quise ayudarla con eso
—¡Le hubieras puesto videos de gordos rodando!
—¡No, no, no! ¡Esto es mucho mejor! ¡Voy a compartirlo! —Mia sacó su celular y se concentró en lo que hacía.
—No puedo contigo.
Gaba sonrió. Ella también había compartido muchos videos de Mia haciendo ridiculeces… y no solo eso. Había hecho memes y hasta había pagado publicidad para que más personas los vieran. Así que no podía reclamarle nada a su amiga.
—Ya tengo que irme a casa —dijo de repente Odette.
—¿Tan pronto?
—Gaba, estuvimos todo el día juntas.
—Te equivocas. El día aún no acaba.
—No creo que Mia se sienta cómoda con mi presencia en algo tan íntimo —Observó Odette.
—De hecho me gustaría que nos acompañaras —intervino la castaña—. Es decir… sé que como médico tu tío debe guardar el secreto, pero bueno… seguro conoce a mi madre y no quisiera que… tú entiendes.
—De acuerdo —aceptó Odette.
—Entonces esperen en tu cuarto mientras yo me quito toda la sangre, tierra y vergüenza del cuerpo —le dijo Gaba a Mia antes de caminar hasta su casa.
Cuando entró a la sala, la azul pudo escuchar risitas provenientes de la cocina. Echó un vistazo y vio a su madre acompañada de un tipo. Esas eran las pocas ocasiones en que Maritza sonreía: cuando tenía algún invitado.
Intentando pasar desapercibida, Gaba subió a su alcoba y se apresuró a darse una ducha.
Ahí bajo el chorro de agua, solo pensaba en todo lo que había hecho ese día. Nunca había pasado por su mente cerrar todas las puertas con las chicas. Desde que había empezado en el mundo de la coquetería y la promiscuidad, se había empeñado en tener tantas opciones como le fuera posible, y había dejado todo eso… por alguien que decía que nunca le daría una oportunidad. ¡¿Pero qué coño le pasaba?! ¡¿Y si Odette la mandaba a volar?! ¡¿Y si se quedaba como el perro de las trece tortas?! ¡¿Y si Franco tenía razón y estaba actuando como una estúpida?!
Gaba se dio una bofetada para espantar esos pensamientos de su cabeza. Ella era la personificación de la seguridad, ¡no podía temblar solo por una chica! Salió de la ducha, se frotó el cabello y se envolvió con una toalla para ir a su cuarto. En cuanto puso un pie en él, el corazón casi se le sale del pecho por ver a Odette ahí de pie, observando cómo la toalla se le caía y la dejaba desnuda frente a ella,
—¡Por Dios! —La chica había girado el cuerpo, dándole la espalda a Gaba—. ¡Lo siento, lo siento!
—¡¿Qué haces aquí?! —La azul sentía que la cara le ardía, mientras se cubría con la cobija de su cama.
—¿Que pasa? —Mia estaba junto al balcón, con cara de no entender el problema—. Gaba date prisa.
Odette seguía de espaldas, así que Gaba estiró la mano para llegar a sus cajones de ropa.
—Mia, ¿donde…? ¡Ahí estás! —Isis estaba del otro lado del balcón, en la habitación de su hija—. Hola, chicas. Gaba, que lindos calzones.
—Gracias —respondió la azul, dándose cuenta de la risita de Odette.
—¿Saldrán hoy? —preguntó Isis a Mia.
—Iremos por unas hamburguesas para cenar —mintió la castaña.
—Ven, te dejaré dinero para que pagues los servicios mañana temprano.
Cuando Mia fue con su madre, Odette miró sobre su hombro para comprobar si Gaba ya estaba vestida. La azul se sintió muy tonta por su reacción, ¿desde cuando le avergonzaba estar desnuda frente a una chica?
—Perdón por gritar —se disculpó Gaba.
—Tú deberías disculparme por mirar.
—Puedes mirar cuando quieras.
—¿Sí? Pues parecías muy avergonzada —se burló Odette.
—Es que no esperaba verte en mi habitación —respondió Gaba mientras se ponía los tenis.
—Mia dijo que estaba bien venir a tu cuarto… creo que no podía quedarse quieta en el suyo. Tiene mucho miedo de la consulta.
—Si para mi es aterrador, no puedo imaginar lo que siente ella. Un hijo es…
—Una enorme responsabilidad —terminó Odette—. Y hay personas que no entienden eso.
En ese momento, la puerta se abrió.
—Gabriella… —Maritza se quedó muda unos segundos, recorriendo a Odette con la mirada—. ¿Qué pasa aquí?
—Nada, mamá. Solo esperamos a Mia. Ella es Odette.
—Mucho gusto, señora. Soy Odette Rivadeneyra —dijo la chica, estirando la mano hacia Maritza.
—Igualmente… —Con algo de antipatía, Maritza aceptó el saludo—. ¿Rivadeneyra? ¿Hija de Carlos Rivadeneyra?
—Sí. ¿Conoce a mi familia?
—Por supuesto, Cáliz es pequeño y… te pareces mucho a tu madre...  Gabriella si hablas con tu papá, dile que urge que venga a la casa. —Sin esperar más, Maritza salió de la habitación.
—Mi madre es encantadora, ¿no crees? —preguntó Gaba, sarcástica.
—No hay padres perfectos. ¿Se va al trabajo ahora?
—Sí. Trabaja en el nocturno junto a la madre de Mia.
—¿Y tú padre?
—Él es piloto y viene a veces. De preferencia cuando mi mamá no está —dijo Gaba como si nada, metiendo su cartera en el bolsillo—. Llevan en planes de divorcio desde que yo nací.
—Que duro.
—Ya estoy acostumbrada. —La azul sintió la mirada poderosa de Odette clavada en sus ojos. En esos momentos se sentía tan vulnerable que no estaba segura de lo que debía decir.
—Gracias.
—¿Porqué?
—Por contarme algo tan privado. ¿O hablas de estos temas con tus conquistas?
Gaba negó con la cabeza.
—Solo Mia y Franco saben… Y tú no eres una de mis conquistas.
—En eso estamos de acuerdo —dijo Odette sonriendo.
—Tú me conquistaste a mi.
—Gaba… —la chica se paró frente a ella—. Esto no pasará.
—Dame una razón.
—Te daré tres.
—Adelante. —La chica azul se cruzó de brazos y ensanchó su sonrisa, lista para escuchar los argumentos de Odette.
—Uno: tu historial. Dos: eres una mentirosa profesional. Tres: todas las personas que te conocen me han dicho que es una pésima idea confiar en ti.
—¡¿Eso es todo?! —Gaba soltó una carcajada—. Acabas de darme más esperanza que nunca.
—¡Entonces no escuchaste nada de lo que te dije!
—Sí lo hice —dijo Gaba con calma—. Mi historial tú misma lo has visto, ¡leíste esos nombres! ¿Y recuerdas lo que hice hoy? Terminé con todas. Sí, mentí muchas veces y era buena en eso. Engañé, manipulé y demás… pero también lo dejé atrás. Y esas personas que te aconsejaron no confiar en mí, tienen razón… o al menos la tenían. Ellas te advirtieron de la Gaba de antes de conocerte, pero ella no está aquí ahora.
—Eso parece uno de tus discursos manipuladores.
—Posiblemente suene así pero no lo es. ¿Sabes qué es lo que más me alegra? Pudiste decir cosas que en verdad me hubieran desanimado, pero dijiste estas.
—¿Cómo qué cosas pude decir?
—Que no te gusto, por ejemplo —Gaba dio un paso hacia Odette—. Que no sientes atracción, o que… no te pongo nerviosa —susurró.
—Gaba, no… —la chica colocó las manos frente a ella para evitar que la azul continuara avanzando, pero Gaba la abrazó.
—Me gustas —dijo Gaba por milésima vez, temblando tanto que era imposible ocultarlo—. Y estoy aterrada —terminó con un hilo de voz.
—No quiero ser otro nombre en tu lista —susurró Odette.
—No lo eres. —La azul acercó su rostro al de la chica. Sus respiraciones chocaron… pero Gaba no la besó. Se quedó cerca, sintiendo un hueco en el estómago y cosquillas en las piernas. Odette pegó su frente a la suya, con los ojos cerrados.
—También estoy aterrada —confesó al fin.



Notas finales:

 

Si te ha gustado el capítulo, déame un comentario, ¡anímame carajo!

 

¡Travesura realizada!


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