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Bienvenido a casa por Wan chan

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Notas del capitulo:

Advertencia: el siguiente fanfic contiene temas que no deben ser romantizados o tomados a la ligera.

Capítulo 3. Me voy.

El recuerdo más viejo que tiene Seto de su vida es uno donde su padre biológico lo estaba cacheteando; tenía escasos cuatro años cuando ese suceso se grabó en su memoria; después de eso continuo con un regaño, una cachetada más, un castigo y encerrado en su habitación hasta nuevo aviso.

Recuerda que tampoco le llevaron la cena.

¿Por qué había sido tan cruel con él?

Al abrir sus ojos Kaiba distinguió la suave cabellera rubia de Jounouchi. Faltaba poco para que sonara el despertador, pero eso no le importó a Seto.

Se giró para cubrir con su cuerpo a un dormido Jounouchi, acercó sus labios al cuello expuesto y comenzó a besarle lentamente.

El movimiento repentino y la sensación de manos tocándolo lograron despertar al rubio. Kaiba ya lo tenía con el pecho descubierto y la parte inferior de su pijama hasta la mitad de sus muslos.

— No quiero — susurró Katsuya.

Kaiba se detuvo, alzó su cuerpo sosteniendo el peso en el antebrazo izquierdo para con el otro poder alcanzar la mejilla de Jounouchi y acariciarla lentamente.

— ¿No me amas? — sus dedos trazaron el borde de los labios contrarios, — Si de verdad me amas, demuéstramelo de esta manera —.

Jounouchi tragó con dificultad un poco de saliva y después asintió.

Era cierto, amaba a Kaiba y solo de esa manera le dejaría hacer lo que quisiera.

-/-/-

El desayuno había sido rápido debido a su pequeña actividad física matutina.

Afortunadamente Shizuka se encargó de preparar la comida, por lo que incluso trajo un almuerzo consigo al trabajo.

No era partidario de que esa chica estuviera viviendo con ellos, pero si Katsuya era feliz con ella, no pondría tantas objeciones. Después de todo, una mascota es una buena compañía, y Jounouchi sonreía ampliamente cuando platicaba con ella.

Suspiró.

Amaba el rostro sonriente de Jounouchi. Fue lo que iluminó su vida de golpe en tan solo unos segundos.

Recuerda que su vida escolar no fue la mejor del mundo.

Desde que los brabucones le pusieron la mira encima, no dejaron de molestarlo hasta el último año de la preparatoria.

Los niños y adolescentes pueden ser muy crueles cuando se lo proponen.

Sus libros eran regados por el pasillo, lo empujaban cada que tenían oportunidad, su pupitre siempre tenía rayones con palabras de “aléjate” o “vete” y a veces lo acechaban para golpearlo en la salida.

Y no entendía porque eran así con él.

Pudo haberse sumergido en una terrible depresión, pero aquel que le extendió la mano por un momento, iluminó su vida. Tal vez Jounouchi no lo recordaba, pues solo se vieron una sola vez en aquella época de preparatoria y su apariencia física era diferente a la actual.

Con un simple y amable gesto de defenderlo de un pequeño grupo pandillero -tal vez enemigo del grupo al que pertenecía Jounouchi en esos tiempos- se ganó el corazón de Kaiba.

A partir de ese momento su vida giró en torno al chico rubio que lo salvó.

Investigó su domicilio, sus actividades, sus preferencias, la escuela, a sus más allegados, todo; y lo hizo por años, sin perderle nunca la pista, buscando una oportunidad para poder estar con él.

Hasta que la encontró.

Deseaba a Jounouchi más que cualquier cosa.

Estaba convencido de que eso era amor.

-/-/-

La madre se Seto era una persona amable, demasiado; por lo mismo que se veía débil frente a cualquiera, más frente a su esposo.

Un hombre de carácter fuerte e imponente, alguien que para el pequeño Seto se le hacía difícil hablar.

Su madre pensó que un segundo hijo podría hacer la diferencia, sobre todo, hacer que el pequeño Seto fuera un poco más extrovertido, pero no fue así.

Para la mala suerte de Seto, su hermano menor nunca lo quiso.

Cansada del mal carácter de su esposo y de que sus hijos no se llevaran bien, la mujer optó por dejar todo atrás y huir, al menos fue lo que le dijo su padre.

Tiempo después empezó lentamente la desgracia.

Entre deudas y el querer mantener una especie de estatus social, el padre de Kaiba no aguantó la presión y terminó por quitarse la vida.

Seto aún recuerda ver a los forenses bajar el cuerpo de su padre de la soga que el mismo se puso al cuello.

También recuerda que el nombre de su hermano era Mokuba, y Seto se quedó con él en el mismo orfanato después de la muerte de su padre, una señorita se encargó de dejarlos ahí.

Mokuba siempre sonreía, pero en cuanto Seto se acercaba dejaba de hacerlo. Por más que tratara de jugar con él, el pequeño niño se alejaba corriendo y se acercaba a una cuidadora.

Seto pensó que su hermano y él serían adoptados juntos, pero en cuanto la oportunidad del pequeño Mokuba se presentó, él se fue.

Por eso, era ciertamente desagradable ver como Katsuya y Shizuka, sin ser hermanos de sangre, se querían tanto como si realmente lo fueran.

Estaba celoso.

Celoso de esa relación de hermandad y de que pareciera que Jounouchi quería más a esa chica que a él.

Shizuka también ha tenido problemas como yo. Seto, vamos a ayudarla” fueron las palabras que lo convencieron de ir una noche y llevarse a la chica.

Valió la pena al ver el rostro feliz de Katsuya, y que le agradeciera de esa manera tan explícita que de solo recordarlo quería volver a repetirlo.

Desvió la mirada de su lectura para toparse con la escena de un dulce Katsuya cepillando con sus dedos los largos cabellos de una dormida Shizuka.

Al percatarse de aquella atención, Jounouchi solo sonrió.

Lo que daría Kaiba por volver a ver ese hermoso rostro sollozando y pidiendo que pare mientras arremete contra él una y otra vez a la par de que aprieta su cuello.

-/-/-

El recuerdo más viejo que tiene Seto de su vida es uno donde su padre biológico lo estaba cacheteando; tenía escasos cuatro años cuando ese suceso se grabó en su memoria; después de eso continuo con un regaño, una cachetada más, un castigo y encerrado en su habitación hasta nuevo aviso.

— ¡Te irás a tu habitación y te quedaras ahí hasta que recapacites lo que hiciste! — gritó su padre.

Recuerda que tampoco le llevaron la cena.

¿Por qué había sido tan cruel con él?

Lo que la mente del pequeño Seto no recordaba, era que detrás de él yacían los cuerpos de animales pequeños: roedores, conejos, unas gallinas; cada uno de ellos escurriendo sangre, habiendo manchando el overol y las manos de Seto.

En la noche su padre fue a visitarlo a su habitación.

— Seto, hijo — su padre suspiró cansado, — una vida es única y por eso debes de entender que lo que hiciste está mal —.

El tono de voz era más bajo que antes, se encontraba arrepentido por haber explotado en cólera y haber golpeado a su primogénito.

Con delicadeza puso un paño húmedo en la maltratada mejilla del niño.

— Baja a comer cuando tengas hambre — mencionó el hombre, dando suaves palmaditas en la cabeza de su hijo.

Su madre erga una persona demasiado amable, tanto que pensó que un hermano lo haría ocupar su mente en otras cosas que no fuera enterrar vivo al perro de la casa.

Pero estaba equivocada.

Seto jugaba con el pequeño bebé a ponerle la almohada sobre la cabeza. Cuando su madre se dio cuenta, ella lo regañó y le prohibió acercarse a la cuna de Mokuba.

Cuando le preguntaron porque había hecho eso, él solo contestó: — Quería ver si podía quitársela solo —.

En su cuarto, Seto escuchaba como es que sus padres discutían.

Lo que no escuchaba es que él era el tema de discusión.

Su madre alegaba que era mejor mandarlo a un lugar donde pudiera ser corregido, su padre optaba por educarlo y corregirlo entre ellos dos.

Así pasaron los años, hasta que harta de no poder estar de acuerdo, ella se fue, dejando a su esposo con un niño problema como Seto.

Para la mala suerte de Seto, su hermano menor nunca lo quiso.

Cada que jugaban, Mokuba terminaba llorando, pues no soportaba ver que Seto decapitara sus juguetes, los incendiara o enterrara.

Tampoco soportaba el juego favorito de Seto, “el escapista”, en donde Mokuba tenía que escapar en treinta segundos de una silla donde estaba amarrado -Seto era quien lo amarraba-, antes de que su hermano mayor le quemara los brazos y las piernas con un carbón caliente.

Mokuba no lo quería, su hermano le daba miedo.

Por eso, cada que el castaño se acercaba a él, Mokuba corría desesperado a esconderse detrás de una de las cuidadoras; por eso, cuando una pareja se interesó en él, no puso ninguna objeción para ser adoptado y alejado de su hermano.

Después de eso, Seto se había quedado solo.

Hasta que un día una pareja se decidió adoptarlo, pues sus ojos azules cautivaron al matrimonio.

De esa manera creció en una casa promedio, con padrastros no tan estrictos, pero si lo suficientemente paranoicos por su seguridad.

Tenían una propiedad lejos de la ciudad, los amplios patios separaban las casas, las paredes eran lo suficientemente gruesas y los vidrios polarizados para garantizar su privacidad, las ventanas estaban con una protección de barrotes, para evitar el ingreso de algún ladrón.

Ambos cuidaban de un Seto Kaiba adolescente.

Aunque su vida escolar no fue la mejor del mundo.

Muy independientemente de los brabucones que lo seguían, él se había ganado el desprecio del resto de sus compañeros.

Había acosado a una de sus compañeras, nunca se quedaba a las actividades de limpieza del salón, no gustaba de hacer equipos, no hablaba e ignoraba a los demás, era un completo raro para el resto del grupo.

Cualquiera le demostraba su desprecio, regaban sus libros por el pasillo, lo empujaban cada que tenían oportunidad, su pupitre siempre lo tenían rayado con palabras de “aléjate” o “vete”, “eres raro” “¿Por qué lastimaste al perro del parque?”

Cuando Jounouchi lo rescató aquella vez y con las simples palabras “¿Estas bien?” la vida de Kaiba mejoró demasiado -desde su perspectiva-. Incluso después de la trágica muerte de sus padres adoptivos en un accidente automovilístico.

Ya no se sentía solo, pues después de la universidad iba a observar a lo lejos a Katsuya, y años después, seguía haciéndolo después de su trabajo.

-/-/-

Abrió los ojos distinguiendo de inmediato la rubia cabellera sobre su pecho.

Hacía un poco de frio esa mañana, pero el cuerpo de Jounouchi desprendía calor por todos lados, la pasiva respiración del rubio tranquilizaba su mente, pero las marcas de mordidas, besos y moretones en el cuerpo contrario encendían su libido.

Pasó sus dedos entre las nalgas del rubio, topándose con una sucia mezcla de fluidos el cual se sabía autor.

El movimiento despertó a Katsuya, con un quejido y movimiento de caderas alejó la mano de Seto.

— Tengo que hacer el desayuno y tu bento — susurró con voz rasposa Jounouchi.

La alarma sonó y Katsuya dio inicio a su rutina matutina.

El esbelto cuerpo y la nívea piel mostraba cada marca hecha por Kaiba, quien sonrió orgulloso.

En menos de una hora la tranquilidad se convirtió en el pequeño caos matutino, mientras Katsuya cocinaba junto a Shizuka, Kaiba se preparaba para ir al trabajo, el sonido de fondo era el canal de las noticias y uno que otro ruido de los trastes.

El desayuno estuvo tranquilo, y al momento de partir, ambos le despidieron en la entrada.

— Que te vaya bien —.

Lo que le sorprendió fue el dulce beso que Jounouchi le plantó en la mejilla, seguido de eso Shizuka le pasó su bento que iba decorado encima con una cartita -de seguro escrita por ambos-.

La escena le parecía normal, más bien, una escena típica de despedida de una familia normal, si es que a ellos se les podía llamar normales.

Sonrió sin darse cuenta.

Su mente se sintió en plena paz en ese momento. No quiera enterrar nada, no quería quemar algo; ya se sentía superior al saber que dos seres inferiores dependían de él.

Kaiba se sintió extrañamente completo.

Sin más, tomó la caja y solo dijo: — Me voy —.

Notas finales:

como dato curioso, el 10 de octubre se conmemora el día mundial de la salud mental y el 19 de octubre el día internacional de la lucha contra el cáncer de mama.

bueeeno aquí la tercera parte, al fin la perspectiva de Kaiba y el desarrollo del personaje desde pequeño, como vemos, Kaiba siempre fue una persona con problemas.

La idea de un seto desligado de todo e indiferente siempre estuvo ahí, y Jouno solo llegó para ser el foco de atención del castaño, una obsesión para alguien con problema de trastorno antisocial.

La verdad se me complicó un poco hacer este cap, borré dos páginas enteras con mucho blablablá jajaja, en fin, espero les haya aclarado algunas dudas sobre Kaiba y que pasó con Moki.

¡Por cierto! Cuando subo esto es 25 de octubre, eso solo significa que es cumpleaños de mi querido amor Seto Kaiba ;D celebremos!!!!!

Saludoooos!!


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