“Antes de ser sincero con los demás, lo primero que debes hacer es sincerarte contigo mismo”
Las palabras de Odisseo retumbaban en su mente como si taladraran sus sienes. De alguna manera debía tener el valor para hablar con Milo, con toda la verdad que debía saber. Para eso había decidido hacerlo esa misma noche, aunque Odisseo le recomendó que esperara unos días.
Sin embargo, al llegar el resto de la familia, la atmosfera no era la más idónea como para dejar salir su sinceridad.
_ Esto es inaudito _ Reclamó Milo apenas pasar el umbral de la puerta principal.
_ ¿Qué sucede? _ Salió Camus a su encuentro bastante extrañado por los reclamos de su pareja.
_ Hyoga se escapó del Colegio para ir a verse con un vagabundo.
_ ¡No es un vagabundo! _ recalcó Hyoga
_ No está en el colegio y tiene apariencia de drogadicto.
_ ¡Papá!
_ ¡Milo! _ Levantó un poco la voz Camus _ primero que nada tranquilos los dos, van a asustar a los niños, Shoko, mejor lleva a Jacoff al dormitorio para que se asee, ahora sí _ dijo cuándo los más jóvenes salieron hacia el dormitorio _ ¿Qué fue lo que sucedió? Primero, Hyoga.
_ Pa, un amigo que conocí en el hospital me invitó a ir a un parque de skate que queda cerca del colegio, porque él practica ese deporte, además ya había hecho mis deberes y no es un vagabundo, estudia en un colegio público.
_ Sinceramente no veo el problema _ dijo Camus volteando a ver a Milo.
_ ¡Ah! Pero no cuenta que se estaban dando unos besotes _ recalcó Milo.
_ ¡Es un adolescente! Es normal que se enamore, que le gusten chicos o chicas de su edad, sin mal no recuerdo a esa edad tu hacías cosas peores.
_ Estas defendiendo la irresponsabilidad de Hyoga y prefieres que se vea a escondidas con un chico que parece drogadicto, debe vivir en un barrio muy peligroso, además ni sabemos si de verdad estudia.
_ No veo ningún problema que el joven estudie en un colegio público, estudié en instituciones públicas y tenía muy buenas calificaciones. Me parece, Milo; que exageras, te recuerdo, que si bien tu estudiaste en un colegio privado era porque tu mamá trabajaba ahí y te daban media beca.
_ Siempre buscas como justificar a tu hijo. Hyoga es demasiado joven para que tenga una relación amorosa y se escape del colegio,
_ ¡No me escapé! Fui en mi tiempo libre, quería estar con mi amigo…
_ ¡No te quiero ver fuera del colegio! No me gusta ese chico para ti.
_ ¡Milo, déjalo tranquilo! ¡Déjalo vivir!
_ Si en esta casa no se respetan mis órdenes ¡Me voy!
_ Si buscas una excusa para irte, la puerta siempre ha estado abierta, no te voy a detener si te quieres ir, aunque los niños te extrañen, no te quiero tener bajo este techo a la fuerza.
_ Hablamos después _ dijo Milo bastante molesto y dirigiéndose a su habitación.
_ Pa, de verdad Shiryu no es un mal chico, él es un buen estudiante.
_ No lo dudo, solo que a Milo se le olvida que viene de abajo y se cree de alta sociedad, ve y cámbiate para la cena.
Después de una cena muy silenciosa, Camus dejó la cocina limpia y se retiró hasta la habitación de sus hijos para darles un beso de buenas noches y ante el abrazo efusivo de Jacoff prefirió quedarse con el niño en su cama, así dejaba a Milo solo en su habitación.
No muy lejos de ahí, Hyoga se había hecho el dormido y silenciado su teléfono solo para que al ver a su padre salir de su habitación volvió a usar el móvil, Shiryu le estaba escribiendo.
_ Por lo menos uno de tus padres te apoya _ decía Shiryu.
_ Mi papi Camus dice que es propio de nuestra edad, pero papi Milo es muy temperamental.
_ Así son mis papás, mi papi Dhoko es muy consentidor y mi papi Shion es muy estricto, pero hacen un gran equipo, además tienen un pequeño negocio de comida rápida y les ayudo en las noches.
_ ¿A qué hora te acuestas?
_ Tarde, casi a media noche.
_ ¿Cuándo estudias?
_ Siempre hay tiempo para estudiar, solo hay que saber administrar el tiempo. ¿Qué haces, mi Ángel de hielo?
_ Estoy solo en mi habitación, escribiéndote.
_ ¿Quieres salir un rato?
_ ¿Estás loco?
_ No, para nada, pienso que es muy temprano para que vayas a dormir.
_ Mis padres no me dejarán salir.
_ No tienen que saberlo…
_ Siempre he querido hacer algo loco.
_ Siempre hay una primera vez, te gustaría que te fuera a recoger a tu casa…
_ Me encantaría, ya te paso mi dirección, además tengo un lugar oculto para salir de casa sin que se den cuenta, te veré afuera de la casa.
Hyoga no perdió el tiempo e hizo un muñeco de trapo que serviría para que vieran que dormía plácidamente, se quitó el pijama mudándose con un jean negro y una remera azul, además de unos tenis negros, peinó sus cabellos y se perfumó, se asomó por el pasillo de las habitaciones y reinaba un sepulcral silencio, lo que aprovechó para salir por la ventana de su dormitorio hacia una pequeña terraza, de ahí bajaría por unas escaleras hasta la parte exterior de la casa, donde ya lo estaban esperando…
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_ Esa es la verdad _ había dicho Saga mirando directamente a los ojos a Aioros.
_ Aparte de la rubia insoportable de Shaka, ahora me dices que tienes otro hijo fuera del matrimonio.
_ Te recuerdo que fue en el tiempo en que estábamos prácticamente separados.
_ ¿Por qué hasta ahora quieres saber si ese es tu hijo?
_ Porque dejé de ver a Camus cuando se casó con Milo, hasta eso, si es mi hijo ni tan siquiera tiene mi apellido y para que lo tenga lleva un largo proceso. Sabes muy bien, Aioros, lo importante que son para mí los hijos, nunca he dejado un niño abandonado y menos que sea a otro a quien le diga papá. Como ya te lo he explicado, no tengo ningún tipo de relación con Camus, solo quiero relacionarme con mi hijo, estoy muy seguro que lo es, lo siente en mi corazón.
_ No lo sé, Saga, necesito tiempo para pensar las cosas, no quiero tener celos, pero no es la primera vez que tus engaños dejan consecuencias y eso duele.
_ Te di mi palabra aquel día que volviste a mis brazos y me he mantenido fiel a ti, el hombre que amo eres tú, Aioros, no hay ningún otro hombre.
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De todas las regresiones que he tenido, sin duda la que más me había impactado había sido vernos como unos despiadados nazis, pero también fue la que más me enseñó a liberarme de las garras de Saga. Lo mejor era estar lejos de él, mi vida se vuelve caótica a su lado, pero lo que nunca me imaginé es que había sobrevivido y vivido bajo un nombre falso y el resto de esa vida la desaproveché buscando a Saga para hacerlo pagar sus muchos crimines.
Lo primero que hice cuando terminó la guerra, fue ir a América, donde me esperaban los hijos de la familia que me había rescatado.
Varios meses después, ya establecido, me di a la tarea de buscar entre los nombres de los nazis detenidos si estaba el de Saga, pero no aparecía en ninguna lista, hasta que dos años más tarde observé su nombre entre los que habían huido a Sur América, ese dato me obsesionó al punto de recorrer esa parte del continente con la intención de darle casería…